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De lo de la semana pasada. Una conversación con Lino Betancourt.

De lo de la semana pasada. Una conversación con Lino Betancourt.

Hace exactamente veintiún años, viviendo en La Habana mientras hacía la investigación para mi tesis doctoral sobre la comercialización de la cultura y la música en Cuba, entrevisté a Lino Betancourt. Había hecho amistad con él durante mi trabajo de campo etnográfico en Radio Taíno, el cual tuvo lugar intermitentemente entre 1996 y 1999. 

Betancourt en aquel entonces era autor intelectual y conductor del único programa de la emisora dedicado a la Vieja Trova, Cita con la Trova, y un gran conocedor y erudito de esa tradición musical. Mi objetivo al entrevistarle era tomarle el pulso a la situación de dicha música en el panorama comercial que se estaba desarrollando en aquel momento en que pequeñas compañías discográficas extranjeras incursionaban en Cuba en busca de nuevas fuentes de materia prima musical. Eran en su mayoría empresas españolas -y alguna que otra británica, francesa o norteamericana registrada en un tercer país- que no temían al bloqueo comercial estadounidense sino todo lo contrario. Buscaban la ventaja que ese aislamiento comercial les daba al no tener competencia de las multinacionales. Sin embargo, estas disqueras, en pos del éxito comercial en sus países, prefirieron la música bailable, y guiaban sus decisiones según la recepción de la música entre la audiencia nacional, suponiendo que lo que hacía bailar a los cubanos, haría bailar al público.  En Radio Taíno, sin ir más lejos, era incomparable la audiencia de un programa de salsa como De Cinco a Siete, con el de Cita con la Trova. De hecho, hacía unos meses que el programa que Betancourt realizaba desde 1989, había sido cambiado a un horario de madrugada por ese motivo.

No es sorprendente, pues, que aquellos productores extranjeros que pusieron su atención en la música tradicional cubana fueron minoría, como minoritaria fue su penetración en el emergente mercado internacional de las músicas del mundo donde casi todos ellos se insertaban. Productores como Eduardo Llerenas, de Discos Corasón, en México, o Manuel Domínguez del sello español Nubenegra, fueron algunos de los que se aventuraron más allá de La Habana, con un instinto a veces más musicológico que comercial. Proyectos como el de la Vieja Trova Santiaguera, mencionado en esta entrevista por Lino Betancourt, se insertan en esa corriente dirigida a un público entendido y no tan joven: el público urbano de la world music que acogería de brazos abierto al Buena Vista Social Club, éxito que tomó de sorpresa a todo el mundo, y no solamente en Cuba. 

Visto desde el presente, Lino Betancourt fue un visionario que nunca perdió la confianza en la vigencia de la música tradicional para el público de hoy. Él entendía el poder de los medios de comunicación en la formación de los gustos y las preferencias del público, y sabía que una vez los mismos se tradujeran en dinero, el panorama musical de un país se reconfiguraría por fuerza, y que quedaba en manos de las instituciones públicas servir de correctivo, ya que una cultura representativa y democrática no es necesariamente la que el mercado haya de propiciar. 

Lo que Betancourt, ni nadie en la industria de la música en Cuba en aquella época entendió, fue que el potencial comercial de la música tradicional cubana sólo podía desarrollarse “modernizando” el sonido mediante la potenciación de algunos de los elementos que justamente lo hacían sonar antiguo. Ello, además, requería de un marketing que al mismo tiempo también uniera modernidad y tradición: una tradición vista desde un presente consciente de su abandono. Requería, en otras palabras, de una cierta “orientalización.”  Mientras, en La Habana, la peña de Compay Segundo en la Casa de la Amistad apenas atraía a unos cuantos turistas, con su pobre sonido y aún más pobre visualidad, en esos mismos días Ry Cooder y Wim Wenders le vendían al mundo no sólo una “materia prima” sino una imagen y una narrativa que conectó con corazones y bolsillos. Fue justo a los pocos días de la presentación tanto del documental de Wenders como del proyecto musical Cooder en La Habana – a los que asistí y que tuvieron lugar en el cine Chaplin, el 26 y 27 de marzo de 1999, por estricta invitación y con muchos asientos vacíos – que conversé con Lino Betancourt sobre estos temas. 

Lino y su esposa me recibieron calurosamente en su apartamento del Vedado. Recuerdo el sol que lo inundaba, resaltando la sobriedad y limpieza absoluta del lugar. Lino Betancourt nunca rechazaba una oportunidad de conversar sobre lo que más amaba: la música tradicional cubana.  A continuación, editados y seleccionados, incluyo algunos segmentos de aquella larga entrevista. Era el 20 de Abril de 1999.

AHR.  Cuénteme de su vida profesional.  ¿Cómo se inició usted en la radio? 

LB. Yo provenía de Radio Rebelde, donde era también vicepresidente del Círculo de Periodistas de Turismo de Cuba. Al iniciarse Radio Taíno en 1985 como una emisora eminentemente dedicada al turismo, la dirección de Radio Rebelde estimó mi traslado a la nueva emisora. Y me sentí bien porque el perfil de Radio Taino era de turismo, y además tenía como premisa fundamental la música cubana, y como yo soy un entusiasta de la música cubana, pues vi los cielos abiertos. Dije, ‘me voy a hacer dos cosas que a mí me gustan mucho, turismo y música.’ Y empecé allí cuando se fundó, en noviembre del 85, a cargo del noticiero de la mañana.

AHR. ¿Y se escuchaba?

LB. Desde luego, aunque yo siempre pensé que el turista no oye nunca Radio Taíno, ni antes ni ahora. En las entrevistas que yo les hacía por ahí a los turistas, que entrevisté a muchos turistas, les preguntaba si escuchaban Radio Taino y no sabían que cosa era. Y en el interior, bueno, pues en Santiago de Cuba, desgraciadamente nunca se ha escuchado bien Radio Taino. Ahora mismo, yo fui en marzo, al Festival Nacional de la Trova Pepe Sánchez, me hospedé en un hotel que no tiene ningún tropiezo de sistemas para interrumpir las comunicaciones, Villa Trópico, un hotel que esta fuera de la ciudad, y pude coger Radio Taino una sola mañana, pero con una interferencia tremenda. Entonces hablé con la gente allí, amigos míos y amantes de la trova que han seguido el programa de Cita con la Trova, pese a que ya no tiene la audiencia que tenía antes, porque lo quitaron de por la tarde y lo pusieron nada más que a las seis de la mañana, y me dicen, ‘nos cuesta mucho trabajo escuchar Radio Taino.’ 

AHR, ¿Y cómo fue que pasó de informativos a hacer ese programa?

LB. Mira, yo siempre… Yo he sido un fanático de la música trovadoresca, de la trova. Desde hace como 35 años he venido escribiendo artículos para toda la prensa, nacional e internacional, acerca de música, y específicamente de trova. Y siempre anhelé tener un programa de trova, pero no me daban esa oportunidad porque era reportero. Periodista en activo, y tenía que ir a cubrir esto, tenía que ir al interior, a los festivales de turismo, a la convención de turismo. No tenía tiempo. Entonces cuando yo cumplí 60 años, que es la edad que dice el Ministerio de Trabajo que uno se puede retirar, aunque yo estoy perfectamente bien, de salud, de mente y de todo, digo, ‘me voy a retirar’. Y lo plantee en Taíno y pusieron el grito en el cielo. En ese tiempo vino Pedro Pérez de director, y le propuse lo del programa. Y Pedro Pérez me dice, ‘tráeme el proyecto.’ Y les gustó. “¡Bueno, empieza ya!” Y comencé a hacerlo. Eso era en el 89. Y no estuve jubilado nunca. Pero me quedé sólo con el programa.

AHR. ¿Y le redujeron el salario?

LB. No. Porque el programa lo pagan, y entonces completo bien mi salario. Aunque me lo hubieran reducido, no importa. Hago lo que siempre yo he anhelado hacer y lo que me gusta hacer.

AHR. ¿Siempre ha sido grabado?

LB. Grabado siempre.

AHR. ¿Quién lo dirige? 

LB. ¿Ahora? Un muchachito nuevo que pusieron ahí que se llama Rey Noa. Uno jovencito él alto. Y antes Migdalia, que lo dirigía muy mal. Me alegro muchísimo que ya no lo dirija. ¡Porque estaba acabando con mi programa! ¡Acabando con mi programa estaba! [risas] ¡Todo el mundo me lo decía! ¡Me quería poner música que no era de trova! ¡Lo que se le ocurría a ella! Como ella no sabe lo que es trova, ni lo que es son, ni lo que es guaracha, ni lo que es música moderna, ni lo que es música antigua, ni lo que es nada, entonces me hacía unas producciones, y yo decía, ‘esto que cosa es?” Entonces no me quedó más remedio que ver a Pedro Pérez. Y por fin tomaron las aguas su lugar, y volví a hacer mi programa de trova.

            AHR. ¿Pero usted que es lo que hace en el programa? ¿Escribir?

LB. Mira, yo lo escribo, busco la música, lo conduzco, y hago la locución. Nada más que hay que montarlo y ya. Yo pudiera dirigirlo, pero no quiero. Tengo muchísimo trabajo. Tengo muchas cosas que hacer. Yo escribo muchos libros.

AHR. ¿Por qué el cambio de segmento horario?

LB. Hasta hace como un año mi programa se transmitía a las seis de la mañana, y se retransmitía a las cuatro de la tarde.  Digo mi programa, porque es lo que yo más quiero como periodista. Mi programa de “Cita con la Trova”. Y fue gracias a Pedro Pérez que yo tengo ese programa actualmente desde hace diez años ya. Pero hace como un año vendieron el espacio de las cuatro de la tarde. Lo compró una empresa, o una firma, no sé qué cosa. Sólo sé que una firma patrocinadora compró ese espacio. Pedro Pérez me dio una explicación. Me dijo, ‘yo no quería quitar Cita con la Trova, ¡pero tú sabes que nuestra emisora tiene que recaudar dinero!’.  

Eso perdió mucho espacio. Perdió mucha audiencia. El 80% creo yo. O el 90%. ¿Porque quien oye un programa a las seis de la mañana? Ni yo. ¡Ni yo lo oigo! Aunque te quiero decir una cosa. Para sorpresa mía, por la calle me llaman y me dicen, ‘oí hoy el programa tuyo, que bonita canción…’ Y en Santiago de Cuba, pese a que la audiencia en Santiago de Cuba es fatal, por problemas técnicos, me he encontrado personas… Mira, te voy a contar una anécdota. Yo fui a ver a Daniel Castillo, un trovador octogenario ya, y muy buen trovador y muy bien compositor, que tiene números muy bonitos, que se cantan por los trovadores, y fui a su casa. Y me dice, ‘todas las mañanas te escucho; paso muchísimo trabajo, pero te oigo.’ Dice, ‘y, es más, mira, ahí están tus programas.’ Digo ‘¿Dónde están mis programas, tú de que hablas?’ Dice, ‘¡mira!’ Y me enseñó como cincuenta cassettes. Dice, ‘yo lo grabo todos los días.’ Digo, ‘¿pero tú haces eso?’ Dice, ‘mira, coge un cassette cualquiera.’ Y cogí al azar un cassette, y lo puse en la grabadora, y ahí salió mi programa. Con regular sonido. Con interferencias… ¡Pero estaba ahí! ¡Estaba ahí! Y hay una señora, aquí en el Vedado, que se llama Irma Rodríguez, que vive en J esquina a 23. El padre de ella era santiaguero. Estuvo enfermo de cáncer. Y oye mi programa todos los días a las cuatro de la tarde. Y cuando él se sintió morir, llamó a Irma, la hija, y le dijo, “Irma, ven acá, quiero que tú me prometas una cosa, hija, que cuando yo me muera, vas a seguir escuchando este programa.” Y se murió como a los tres días. Y entonces Irma escucha el programa y lo graba también. Y me enseñó unas grabaciones que tiene. Entonces ella me escribió, y yo fui a su casa. El día del aniversario de la muerte del padre, yo le llevé un ramo de flores, que pagué de mi bolsillo. No lo pagó la emisora, lo pagué yo. Digo, ‘mire Irma, ve al cementerio, ¿tú vas a al cementerio mañana?’ Dice ‘si’. Digo, ‘hazme el favor, llévale este ramo de flores a tu padre de parte mía.’ ¡Se emocionó mucho ella! Y yo también me emocioné, claro. Yo no le conocía a ese señor, pero la hija, Irma, que es la que oye el programa, por recuerdo del padre, y por mandato del padre, me llama constantemente aquí a la casa, y me escribe a la emisora… Es decir, que son vivencias muy interesantes. Son como premios que uno recibe. 

Pero las seis de la mañana no es un horario óptimo, los oyentes ínfimos. No es la cantidad de oyentes que tenía antes. ¡Que incluso cuando yo fui a Santiago de Cuba hace poco me dijeron, ‘oye quitaron Cita con la Trova!’ Digo, ‘no, es a las seis de la mañana’. – “¡A las seis de la mañana!” Entonces, nadie sabía que era a las seis de la mañana. ¡Yo quisiera que mi programa lo auspiciara una firma comercial! Yo quisiera eso para que me pusieran un horario estelar. Y además para que no corriera el riesgo de que alguien se enamorara de ese horario y me quitaran el programa. Porque si viene un comercial y dice, ‘yo quiero hacer un programa a las seis de la mañana y voy a pagar tanto a la emisora’, psssst, ¡adiós programa ya! Pero si una firma comercial me auspicia mi programa, pues entonces tendría cierta seguridad de que no me lo van a quitar nunca. ¿Te das cuenta?

AHR. ¿La música del programa de donde la saca?

LB. Bueno, mira, casi toda la música la he buscado yo. Los trovadores me dan sus cintas. Antes cuando tenía posibilidad de que grabaran en Radio Taino, en el estudio de Radio Rebelde, yo llevaba a los trovadores, y ellos grababan ahí y me quedaba con la cinta para mi programa. Otras veces trovadores de Sancti Spiritus, por ejemplo, trovadores de Santiago de Cuba, graban en una emisora de Santiago de Cuba, graban en una emisora de Sancti Spiritus y me dan la cinta. Los trovadores famosos, como por ejemplo Eliades Ochoa, Compay Segundo… … ¡Que no eran famosos antes pero que ahora son famosísimos! Hasta tal punto que ya no actúan en Cuba, sino en el extranjero. Que tienen CDs, discos compactos, y entonces cada vez que graban un compacto me lo dan enseguida, y vienen aquí a mi casa y me lo traen. Por amistad. A ellos no les interesa siquiera que lo pongan en la emisora, porque total, ellos no necesitan ya propaganda. Ellos tienen contratos para cien años ya, mientras vivan. Pero como son amigos míos, y saben que yo soy fan de ellos, y que me gusta ponerlo, pues entonces mira… ahí lo tengo.

AHR. ¿Entonces el Grammy a Buena Vista Social Club no ha hecho que su programa se valore más? 

LB. No me ha afectado ni me ha beneficiado. Ni el boom que está teniendo la música tradicional cubana en Europa, tampoco me ha beneficiado. En Radio Taíno han entrado muchos muchachos, muchos jóvenes, que no aman nuestra música cubana. Dicen que esto es música de viejos, que es música antigua. La música, ni es de viejos, ¡ni es música antigua! ¿Entonces Beethoven que cosa es? Si Benny Moré es música de ayer, entonces Beethoven y Mozart ¿de cuándo es? ¿De la semana pasada?

En Cuba, tú sabes que ese gran entusiasmo por la música tradicional cubana que tiene Eliades Ochoa, que tiene la Vieja Trova Santiaguera, que tiene Compay Segundo, Ibrahim Ferrer y toda esa gente… En Cuba no se dan por enterados de eso. En Cuba dicen, ‘ah, ganaron un premio, ah que bueno, aplaudir’. Y se acabó. Y no se vende su disco. ¡Sal a comprar un disco de Compay Segundo, a ver si tú encuentras! En ningún lugar. ¡Sal a comprar un disco de la Vieja Trova Santiaguera! ¡No lo hay! 

AHR. De Compay Segundo si, se vende una antología.

LB. Si, una que yo tengo aquí, ahora se lo estaba diciendo por teléfono a Rey Noa. Pero esa hace poco ahora, porque antes no había, no había ningún disco. ¿Buena Vista Social Club se ha vendido en Cuba? ¡No se ha vendido! Sin embargo, en los Estados Unidos, en Francia, en España… se venden todos estos discos.

AHR. ¿Usted supo cuando se grabó? ¿Estaba al tanto de que se estaba grabando?

LB.  ¡Siempre! ¡Como no! Sí, sí. Me lo dijo Compay Segundo. Que iba a grabar eso. Inclusive fui a su casa, y estuvimos hablando de esto. Y me lo dijo Eliades Ochoa también, que es gran amigo mío. Decían que alguien tiene que venir del extranjero a ocuparse de nuestra música, sin embargo, en Cuba no se ocupa nadie de nosotros. Y es verdad.  Aunque estaban un poco escépticos, porque decían, ‘¿y cómo ahora?, al cabo de tantos años, si nosotros estamos jubilados, y esta gente, están locos…’ ¡Pero bueno! Lo hicieron, primero por amor a la música, porque ellos son gente muy enamorada de su arte, gente que nunca pierde el sentido, el sentimiento, ese gran cariño que tienen a lo que han hecho durante toda su vida. Y en segundo, porque les dieron un dinerito para vivir. 

Mira, yo hace unos años, a mí me daba una pena tremenda ver a Santiago Crea, la voz prima de la Vieja Trova Santiaguera, con los fondillos rotos, con una javita en Santiago de Cuba, caminando así, pasaba por la Casa de la Trova, y digo, ‘Santiago, que vaya bien!’ Y dice, “Que vaya bien, Lino, que vaya bien.” Y seguía de largo. Ni llegaba a la Casa de la Trova. Pobrecito. Iba al mercado, ¡qué sé yo! ¡Mal vestido! Y hace como dos años, yo voy… El año pasado o el antepasado, voy a un festival de trova en Santiago de Cuba, donde iba la Vieja Trova Santiaguera, y yo voy en el mismo avión con Reinaldo Hierrezuelo, muy amigo mío, desde que estaba con Los Compadres, ¿no? Salimos de La Habana, y cuando llegamos a Santiago de Cuba, me encuentro en el aeropuerto a Santiago Crea, ¡con un traje negro azul!! ¡Lindísimo! ¡Cortado a la medida! ¡Unos zapatos de charol relucientes! ¡Un sombrero de castor y una corbata de seda! ¡Le di un abrazo! Le di un abrazo emocionado. Digo, ‘caramba, que bien’. ¡Que contento me sentí! Que contento me sentí, de ver este hombre, como ha resurgido a la vida. Lo vi más fresco, más lozano, haciendo chistes, contento, ¡con sus dientes puestos de nuevo! ¡Ya tiene cinco CDs, la Vieja Trova Santiaguera! ¡Ahora está haciendo una gira por diecisiete ciudades de España, con un éxito tremendo! ¡Tremendo, tremendo! Entonces, bueno, y por qué en Cuba no hicieron eso. ¿Por qué la EGREM no les grabó a ellos? ¿Por qué la EGREM no le grabó a Compay Segundo? ¿Ah, hay que esperar que vengan de fuera a grabarles? ¿De fuera tiene que haber sido? De los Estados Unidos, de España, ¡de Francia! Mira, ahora mismo vino aquí un francés, que se llama Sirius Martínez. Apellido Martínez. Yo lo conozco. Ha venido aquí a la casa varias veces. Hizo un disco para la firma Erato Disc. Francesa. Con viejitos trovadores que estaban ya… Mira. Erato Disc. Lo grabó en Santiago de Cuba. Las Hermanas Fáez, de Camagüey. El trío Miraflores, de Sancti Spiritus. Zaida Reid, que es una viejecita que en Santiago de Cuba la tienen cantando en la Casa de la Trova como una limosna. ¡Ahora se va para Francia! ¡Para París! A presentar el disco este. Las Hermanas Ferrin, que se habían jubilado ya, ¡y estaban sin hacer nada! Él fue y las buscó en el Reparto Chicharrones, creo que Vivían, y las puso a cantar con el Orfeón Santiago. Cantan maravillosamente.  ¡Y mira, el CD es fantástico! Yo lo tengo en Radio Taíno, yo lo pongo en mi programa. Él me trajo el CD, y me trajo el cassette, porque yo no tengo aparato para escuchar CDs en casa. 

AHR. Hábleme de su colaboración con Eurotropical.

LB. Eurotropical se enteró a través de los músicos de que yo conocía mucha gente que hace música cubana. Por ejemplo, una amiga mía que se llama Mayelín Naranjo, que grabó un disco ahora muy bueno para Eurotropical… 

Mira, yo te voy a hacer la historia de esa muchacha. Yo voy de jurado al festival de música popular Sindo Garay que se celebra en Bayamo cada dos años y me hablan de ella. Y que tesitura tiene esa muchacha con esa voz…. Tendrá una tesitura quizá de contralto. ¡Levantó al público! ¡Ganó once premios!  Entonces le dije al marido de ella, un gran músico, arreglista. Le digo, ‘chico, ustedes tienen que irse para La Habana, y buscarse horizontes nuevos, aquí en Bayamo…’ Vivían en Veguita, un pueblecito que esta entre Bayamo y Manzanillo. Le digo, ‘¡váyanse de aquí! ¡Se está echando a perder la voz de esta muchacha aquí!’ Entonces vinieron, ‘no, que no tenemos donde vivir en La Habana…’ Pero bueno, por fin encontraron un pariente, y tuvieron la suerte de llegar adonde está este señor, Segura, González Segura [director de Eurotropical]. Él la oyó, se enamoró de su voz, y se la llevó para Tenerife. Ya grabaron un CD, y están viviendo ya en Tenerife y ¡tiene un dossier de prensa tremendo! 

A partir de ahí, Segura se apoyó en mi para descubrir a algunos músicos que están por ahí olvidados. Fuimos hace poco a hacer una audición a Sancti Spiritus y

audicionamos el coro de clave espirituana, que es el único coro de clave que existe, y que hace este tipo de música. Formidable. Unas voces exquisitas, maravillosos. Audicionamos el mejor trio de América, que se llama Cuerdas de Oro. De Sancti Spiritus. ¡Es el mejor de América! ¡No cabe duda! Vimos allí un quinteto formidable. El Quinteto Cali. Maravilloso quinteto. El Conjunto Espirituano. Conjunto de sones, que tiene un cantante fabuloso, Marrero, que tiene ya cerca de ochenta años. Y una voz tremenda de sonero. El Septeto Juvenil de Sancti Spiritus. ¡Tremendo septeto! Tan bueno como Jóvenes Clásicos del Son, o quizás mejor. Y sin embargo, viven en Sancti Spiritus, están allí y nadie se acuerda de ellos. Pero como yo viajo por toda la República oyendo música, fuimos allá, y creo que van a contratarlos por Eurotropical. Aquí en La Habana le presenté…

AHR. ¿Cuánto hace que trabaja con ellos? 

LB. Hace como un año, pero no me pagan absolutamente nada. 

AHR.  ¿Y por qué?

LB. Porque mi pago lo recibo yo con la satisfacción de que mis amigos van a grabar para una firma importante de discos. ¡Gente que se iban a morir sin oír sus voces grabadas en un disco! Y gracias a mí, van a tener un disco compacto. Y eso es una satisfacción para mí tremenda, ¡¡y es el mejor pago que yo puedo recibir, muchacha!! ¿por qué me van a pagar a mí?, ¡si yo no he hecho nada! ¿Qué hago yo? ¡Nada!

            AHR. ¡Usted hace de intermediario!

            LB. ¿Pago por intermediario? ¡Eso no se paga!

            AHR. ¡Sí, cómo no!

            LB. Ah, bueno, que yo sepa… Bueno, ¡a mí no me pagan nada! El pago que yo recibo es la satisfacción de que esos viejitos y que esa gente olvidada va a grabar. Y que van a coger su dinerito también, y van a comer caliente. ¡Yo me siento muy contento, muy contento! ¡Mira! La mejor voz de Cuba, inédita, está en Santiago de Cuba. Una muchacha que se llama Zulema Iglesias. ¡Tremenda! ¡Tremenda! Canta con un quinteto con un hermano de ella, dos hermanos de ella y una muchacha. Precioso. ¡Hay que grabarle a esa muchacha! ¡Antes de que esa muchacha pierda su voz!  Mira, Voces del Caney, un dúo de dos voces, primo y segundo, ¡maravilloso! ¡Cantan canciones tradicionales cubanas al más puro estilo! Tal como las cantaban Sindo Garay, Alberto Villalón, Manuel Corona, Rosendo Ruiz, Salvador Alas, todos los grandes de la trova. ¡La cantan auténticamente! ¡No han grabado un solo disco! Se los presenté a Eurotropical. Van a grabarles ya. El Septeto Típico de Sones, fundado en el año 1924, el único septeto que tiene botija y marimba de flejes. Nada más que grabó un disco hace muchísimos años. Los viejitos se están muriendo ya. Ahora van a grabar. Para Eurotropical. Ah! ¿No me pagan? ¡Si me pagan! ¡Cómo no! ¡¡La satisfacción inmensa!! Y la contentura que tengo yo cuando esa gente va a firmar su contrato, que yo los vea en el estudio grabando. ¡Eso para mí es el mejor pago, muchacha! ¡No siempre el mejor pago es recibir dinero, acuérdate de eso! A veces el pago es la satisfacción de ver a sus amigos felices y contentos. Por lo menos para mí. ¡Yo tengo una gaveta llena de medallas! Y un stand lleno de diplomas. Pero cuando una persona en la calle me felicita de todo corazón, me da un abrazo, porque yo he hecho un trabajo bueno, eso vale más que una medalla. Yo me siento muy feliz con eso.

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