Etiqueta: Superávit

Cofradía: Tal como son

Cofradía: Tal como son

En la historia de la Canción Cubana Contemporánea, desde fines del decenio de los 80 de la anterior centuria y hasta nuestros días han existido distintos dúos. En una breve enumeración podrían mencionarse nombres como Superávit, Hobby, Cachivache, Gema y Pavel, Postrova, Buena Fe, Karma e Iris. Es como parte de dicha corriente ideoestética que surge el proyecto artístico denominado Cofradía, integrado por Eusebio (Pachi) Ruiz Silvén, que se hace cargo del respaldo guitarrístico así como de los arreglos de voces, y Liamer (Lía) Llorente Góngora, quien además de cantar toca algunos instrumentos de percusión menor.

Conocí a Pachi y a Lía hace ya unos cuantos años, cuando ambos eran miembros de un grupo radicado en Moa y se presentaron en Holguín a propósito de las Romerías de Mayo. En aquella ocasión, ellos interpretaron como parte de su repertorio una muy hermosa canción escrita por Fernando Cabreja y que en un tiempo funcionó, junto con la “Oda a la alegría” de la 9na. Sinfonía de Beethoven, como tema central de la gran fiesta del arte joven cubano. 

Después de que se desintegrara la agrupación y de nuevo gracias a las “Romerías”, me los volví a topar en la ciudad de los parques cuando ya conformaban un dúo, con el que intervinieron en numerosos eventos de los organizados por la Asociación Hermanos Saíz, como los encuentros trovadorescos “Longina”, “Trova Viva” o “Al sur de mi mochila”, así como en otros certámenes al corte de la Fiesta de la Cultura Iberoamericana y la de la Nacionalidad.

En un primer momento, Pachy y Lía estuvieron muy influenciados por el quehacer de Gema y Pavel, pero de entonces a acá ha llovido mucho y el dúo Cofradía ha madurado, gracias a su intensa labor de investigación musical, así como por sus frecuentes presentaciones en Trinidad (ciudad donde hoy residen) y en otros escenarios, tanto en Cuba como fuera de nuestro país (Argentina, Italia, Noruega, Dinamarca, Suecia, Alemania y España). Semejante cúmulo de experiencias la vierten ahora en la grabación del que será su nuevo  disco, nombrado Tal como somos, con producción musical a cargo de Rainer Pérez y Manolito Simonet.

Afortunadamente ya he podido escuchar la grabación y puedo asegurar que estamos ante un álbum en el que no se pasa por alto el legado de la música tradicional cubana; claro que aquí este no es jerarquizado por encima de lo contemporáneo, sino que son justipreciados en idéntica medida. 

La apuesta por hibridar sin el más mínimo prejuicio elementos de múltiples orígenes se perciben a través de la totalidad de las piezas del fonograma, todas compuestas por Pachy. Por ello, si bien la canción es el plato fuerte de la propuesta, en el CD se aprecia una propensión a lo lúdico y que hace que la dicotomía entre lo reflexivo y lo bailable desaparezca.

Con orquestaciones realizadas por Rainer Pérez, uno de los rasgos más sobresalientes de este disco es la nómina de invitados a participar en el mismo. Son ellos Gema Corredera, Liuba María Hevia, Lucimila Rodríguez del Rey y Alain Pérez. De tal suerte, si me pidiesen recomendar algunos cortes del álbum, mencionaría “Abeja reina”, “Más arriba”, “Estandarte”, “Blue para ti” y en especial “Testigo único”.

Así pues, el disco que muy pronto estará a la disposición de los seguidores de Cofradía y en general de la Canción Cubana Contemporánea es una propuesta donde conviven tradición y vanguardia, continuidad y ruptura. Resulta otra estupenda muestra de lo que el cantautor Julio Fowler, al referirse en conjunto a este tipo de cancionística,  describe como un proceso convergente de asimilaciones estéticas y culturales, de una sabiduría abierta siempre que incorpora préstamos y “los transforma en un incesante trasiego e intercambio y donde lo único que no varía es esa capacidad de permeabilidad, de innovación y metamorfosis de la experiencia creadora”.

Raúl Ciro: Evocación de un hermano

Raúl Ciro: Evocación de un hermano

Por Joaquín Borges-Triana

Aunque yo intuía que algo así podía ocurrir en cualquier momento, como lo puede testificar Humberto Manduley pues pocos días antes del suceso le dije  que este sería el final de Raúl Ciro, quedé noqueado al leer temprano en la mañana del jueves 21 de febrero el siguiente correo de Gladys Hernández Gómez:

“Hola amigos este email es para decirles que hoy he recibido la triste noticia de la muerte de mi hermano,  nunca se está preparado para un desenlace así. No sé qué más decirles, solo que estoy destrozada. Él no pudo ser feliz y decidió quitarse la vida. Que descanse en paz.”

Le pregunté a Gladita por detalles pero nunca me dio respuesta en ese sentido. Al final, creo que así es mejor, ¿para qué saber más? Total, con mayor o menor conocimiento de lo acaecido no se puede hacer nada.

Es esa la clase de noticia que yo nunca habría querido recibir ni tampoco, tener que dársela a amistades comunes como Enrique del Risco, Susan Thomas, Darsi Fernández  o Humberto Manduley. Yo había hablado con Raúl Ciro poco más de una semana atrás y me di cuenta de lo mal que estaba pues solo me contestaba con monosílabos. Pensé timbrarle el martes 19 (o hasta pasar por su casa en Playa), para invitarlo al concierto que esa noche ofrecía Yusa, pero no lo hice porque supuse que se negaría.

Sé que una llamada no habría marcado la diferencia y que ya él lo había decidido todo, no obstante hubiese querido conversar con él una y muchas veces más, como hicimos en tantas ocasiones. Porque La gente no se daba cuenta, pero Raúl Ciro, uno de los tipos más romántico, sensible, trágico y desinteresado que he conocido en mi existencia y un amigo de verdad (el primer celular y la primera laptop adaptados para un ciego como yo, los tuve gracias a que me los regaló durante una visita que le hice a Granada, España, donde radicó una temporada),estaba enfermo de los nervios y alguien así, por más que quiera, no tiene las herramientas para poder enfrentar los problemas de la vida cotidiana.

Músico de carácter propositivo, tanto en sus primeros trabajos cuando participaba en la peña de 13 y 8, como en los últimos que realizara en Granada, España, antes de retornar a La Habana,  se percibe el claro objetivo de subvertir el canon valorativo al uso con miras a no dejarse arrastrar por algo tan efímero e insustancial como la moda. Mientras escribo las presentes líneas, recuerdo el impacto que me causó hace ya 30 años escuchar su tema “Bachiller”, para mí una excelente canción que devenía una suerte de retrato de grupo de los por entonces graduados de preuniversitario. Ya por aquella fecha se notaban muchos de los rasgos que caracterizaron su obra autoral con posterioridad.

Entre los signos distintivos en el quehacer de este hermano que nunca se visualizó como un trovador o cantautor sino como un músico en el sentido integral de la palabra, sobresale su vocación por rendir tributo a la sonoridad y en general a la cultura de los sesenta. «Ciro crack» e «Imágenes que sanan» representan en su repertorio el gusto que él tenía por la onda retro.

Asimismo, en sus creaciones se trasluce el remarcado interés que experimentó por la atmósfera sonora del folk, cosa perceptible en la labor de los distintos proyectos en los que se involucró, pero en particular destacable en piezas suyas como «De todos los ángeles» y todavía de manera más acentuada en «No cruces tan rápido el puente”. Igualmente, en él se hacían presentes los aires de blues, como lo demuestran «Dinero y miel» y sobre todo, esa pequeña joya titulada «Déjame cuidarte», así como inspiraciones de corte marchoso como son los casos de «Películas de sábado» y «Mi mono y yo».

Aunque en las disímiles formas de hacer música asumidas por Raúl Ciro, quien escucha las grabaciones que nos dejó se da cuenta que ahí detrás hay un profesional, creo que como compositor su verdadero lado fuerte estuvo en la elaboración de canciones. Dentro de tal vertiente, entre mis favoritas figuran “Elefantes”, que no me aburro de oír gracias a la belleza de su línea melódica, “Natalia”, que en la versión realizada con el proyecto denominado Queso posee una coda de estupenda factura, y de un modo muy especial «Villa de París», de la cual una vez más vuelvo a hacer mío lo ya afirmado por mi buen amigo Humberto Manduley: si un día tuviese que marcharme a una isla solitaria y me dieran a elegir una única canción para llevar conmigo, «Villa de París», de Raúl Ciro, sería por mí la escogida.

Con Textos desgarrados y juguetones por momentos, irónicas asociaciones e imágenes dignas del tecnicolor, en lo concerniente a la poética de este desaparecido creador, la misma esboza una alternancia entre un lenguaje metafórico, lírico e introspectivo y otro en el que está presente cierto toque de humor ácido y la mirada aguda en torno a nuestra realidad, sin caer en el hipercriticismo. Compárense las diferencias de discurso en los siguientes fragmentos:

Todo el mar beberé / si al mirarte tus pies rozan lo azul siempre azul / y a la sombra de labios que dancen estará mi nadir.

Todo marcha tan bien / que a pedazos tu piel es el vacío cenit / y en lo enfermo de mí la rapiña gira y gira en lo alto.

Quiero verte dormir / quiero verte dormir / y que nadie me hale la manga si me hallo tan alto / (…) si me hallo tan alto que ya me pierdo, que ya te pierdo / que ya te pierdo, que ya me pierdo / quiero verte dormir / quiero verte dormir. («Villa de París»)

Siempre en clases solíamos cabecear / tan distante nunca di que decir / hoy en tus ojos hay tanto de aquellas / tardes

De literas podría bien sermonear / filos, «kikos», talco y lejos mamá / pero en tus ojos dan tanto de aquellas / luces que me voy

Elegir nunca asegura acertar / procrear tan atado va al placer / tan unido va que todo un sol me tragué / y tu serpiente guardián de la luz me marcó / como ves

Siempre en clases solíamos cabecear… («Pasillo aéreo»)

Tras la desintegración del nunca bien ponderado ensamble de Superávit, proyecto que de inicio  se trató de un dúo entre Raúl Ciro y ese otro excelente artista y ser humano que es Alejandro Frómeta, y la fructífera experiencia de Queso, este perseverante creador nos entregó su ópera prima como solista. Ciro 3C no es un disco de fácil asimilación para una audiencia no entrenada. Resulta un álbum hecho sin concesiones, que transita por los senderos de la canción y del acid rock, por momentos cercano a la psicodelia. En el material predomina el procesamiento de los sonidos, ya sean procedentes de las ondas radiales o tomados directamente del ambiente. En piezas como “… El carné del grupito” o “Canción precoz”, la manipulación del material sonoro en aras de transmitir determinados mensajes es de altos quilates.

Disco pletórico de guiños que hay que decodificar; nos atrapa y cautiva en (y desde) su complejidad hermosa. En todo caso, como se afirma en su contraportada: ¡que viva y goce quien por bueno no lo estime!

Coherente como pocos en su proyección personal e ideoestética,  el compositor de temas como “Dos x dos”, “Coopere con el artista cubano”, “Regulación menstrual”, “Nubes lentas”, “Churro”, “Qué calmará”, “Verde melón”…, de seguro entre las mejores muestras de la Canción Cubana Contemporánea,  legó a la cultura de este país una obra hermosa y perdurable, aunque sea prácticamente desconocida.

Por la amistad que nos unió durante 30 años y la admiración que profesé por su trabajo artístico, me niego a evocarlo como alguien ya sin aliento vital, sino que quiero recordarlo, por ejemplo,  en la tarde en que Superávit se presentaba en una función en el Café Cantante del Teatro Nacional, ocasión en que despedíamos  a nuestro amigo Enrisco, que partía hacia Europa. O en los días cercanos a un concierto en Granada de nuestro adorado Luis Alberto Spinetta y al que Raúl Ciro pudo asistir, uno de los momentos en que lo sentí más feliz en la vida.

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