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Poemas de Carlos Augusto Alfonso

Poemas de Carlos Augusto Alfonso

Creo que sanamente puedo afirmar que me siento orgulloso de la generación a la que pertenezco, esa que en el decenio de los ochenta de la anterior centuria pidió y asumió la palabra, con el resultado de representar  un parte aguas para la cultura cubana. En aquella histórica movida, la poesía no se quedó atrás, como lo demuestra una antología al corte de Retrato de grupo, publicada en 1989 por Letras Cubanas. Uno de los gestores de dicho proyecto (se desempeñó como co-compilador), fue el habanero Carlos Augusto Alfonso, nacido el 20 de enero de 1963. 

No digo nada nuevo al expresar que Carlos Augusto Alfonso ha devenido uno de los poetas de mayor originalidad en el panorama literario cubano de entre siglos, en virtud de su capacidad para hacer del poema una suerte de manifiesto o de hecho conceptual. Su trascendencia en la lírica nacional se corrobora por los numerosos galardones que ha recibido, como el Premio David, otorgado por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en 1986; el Premio Abril, el  Pinos Nuevos, el Dador, el Julián del Casal, el Raúl Hernández Novás, el de la Crítica Literaria y la Distinción por la Cultura Nacional.

Entre los libros de poesía que ha publicado, se encuentran: El segundo aire (1987), Población flotante (1994), La oración de Letrán (1996), Fast Delivery (1997), Cabeza abajo (2001), Cerval (2004) y El rey sastre (2010).

Hoy Miradas Desde Adentro se honra con la publicación de un puñado de textos de Carlos Augusto Alfonso, alguien que ya se ha ganado con creces su espacio propio en la historia de las letras cubanas. 

Poemas de Carlos Augusto Alfonso

PASTOREO IRRACIONAL.

………………………..se producirá mayor cantidad de pasto,

……………………..en la misma área, y por tanto se

……………………..alimentará un mayor número de cabezas

……………………………..André Voisin, Científico..

No sé mi alma

en qué hades del mundo está penando.

Pasto en silencio.

En mi cuartón, apacentado,

aprovecho los metros en redondo.

Como a nadie le importo,

me alejo de la estaca sin los metros de soga.

No crean que me escapo

(porque ya lo viví),

ya no soy un marcado, no soy un manierista,

que al salir de la escena sin el retraimiento

convierte inmolación en detalle de un cuadro.

Se amplía un sarraceno con su bastón de médula,

en la pradera me guía con ajenos cencerros.

Mi Trinidad de estómagos

son ahora el padre y el hijo del espíritu,

lo dijeron en silencio,

como a los desperdicios de las ideologías;

todo ese pienso líquido fue pensado por mí,

vertido en los ríos

por doncellas de viejos intereses,

matarifes de soplos en el pecho.

No sé ahora si mi alma resiste,

quien dijo conducirme no es otro que mi hermano.

Ya no doblan campanas en mi oreja,

porque sabe con quienes me han cruzado.

Cuando cierro los ojos los embisto,

pero me voy de lado.

Yo no sé si mi hambre,

es un hambre de alma,

yo no sé mi alma,

de qué hambre me engaña.

Siento a las consonantes

como los banderines,

que en su hierro caliente me penetran,

porque todos insisten en darme el pedigree,

oigo a las multitudes,

en estadios norteños del Pradesh.

Yo sé ahora mi alma de qué hades me engaña.

He limpiado de hierbas la redonda.

Al comerme los vitros de un libelo,

al mudarme de cuadro,

convertido en pastor,

he vuelto de la especie,

adentro,

muy adentro de la vaca sagrada.

EL CINE AL QUE NO IBA LEZAMA 

Salgo de mi butaca hacia el proscenio 

(como sucede siempre) 

orín de Menelao a la ciudad perdida. 

Para los que vivimos películas vaqueras el Cine Majestic 

es modus operandi en Trocadero, 

pase a la diligencia que hay que frenar; 

rienda la tendedera en Consulado. 

El nailon que colgué se me tiró en el suelo. 

—No lo voy a asfixiar, Cabrera no. 

Dentro en la oscuridad de Pernambuco, 

se molestan hablantes, porque a otros, 

abanican libretas que se desencuadernan. 

Cine pundonoroso a cine vándalo (pequeño recadero) 

pasa sus anteojos para cazar alondras. 

Por los tantos huequitos que le infringe 

se las ve con los degenerados y chiflistas; 

el cara de muñeca; el ofiuco de la media en el rostro; 

el maestro de piano que deshonra. 

Le sacan el sillón para que los case. 

Los Montenegro, los Melgares, los músicos de Chuki. 

Se lo ponen allí concretamente donde hace calor, 

en la gaveta de Bladimir, en una recogida de carnés, 

en la ciudad perdida de Menelao. Te lo ratificamos bostas. 

Después del tokonoma viene el nai-lón, el combate pancrasio, 

Pascasio, los Speek. Te lo ratificamos bostas, 

los travestis (los negros) los bozales, los nietos de Nené.

REBAÑOS

Rebaños de trashumantes segovianos, 

pastando en el invierno de la Ciudad Real. 

Rebaño de trashumantes. 

Rebaño de trashumantes segovianos 

pastando en el invierno de la ciudad real. 

Hora de percutir 

Hora de aseo. 

Rebaño 

Rebaños 

Rebaño 

Rebaños de trashumantes segovianos 

oh ya! 

vetas que parten, 

porque le hemos dejado 

por fin 

en paz. 

MITAD DE STEPHEN HAWKING

……………………………………………(la carta)

Ayuno inmediato en memoria del asedio

y la destrucción de los dos templos Que estalle estado denso y caótico en creación perpetua

(nebulosa tardía como púlsar) dejándome la masa de la explosión

en calabozo mal ventilado.

Que estalle la estructura del Common Wealth

con todos sus adeptos en Tonga

respirando los gérmenes de Mali.

Que sean de La Franja (cenefas de Esquilache).

Entre Savonarola al trompo inquisidor.

No piense que lo cuelgan (como seso de mono)

granjeros de lo hidrogeno luchando

contra virus del moteado plumoso.

Rendidos mis exámenes de Amauta,

(después que decidí hacerme notar,

y lo pensé al revés al saco viejo

colgado construyendo paredes nuevas)

usaré la expresión “Lúa del templo”.

Uno de la estructura: una del templo.

Cierto que mi esclerosis da que pensar.

Un colono ya frío sin agujeros

deja de producirme en criogenia.

Tan solo producir precipitados,

un verso que me acerque y me aleje.

Poemas de Ramón Fernández-Larrea

Poemas de Ramón Fernández-Larrea

Una de las figuras más influyentes en sus contemporáneos durante la década de los 80 fue sin la menor discusión Ramón Fernández-Larrea. NO se trata solo del legado que transmitió con su poesía de entonces, ejemplificada en ese tremendo poema denominado “Generación” y que funcionó como una suerte de declaración de principios para un grupo de artistas e intelectuales de la época. Su huella en muchísimos jóvenes también respondió a su quehacer como director en lo que fue el espacio radial más importante de aquellos años: El Programa de Ramón, transmitido por Radio Ciudad Habana y que continúa siendo modélico para el humorismo entre nosotros.

Nacido en Bayamo, en 1958, lo primero que supe de Ramón Fernández-Larrea fue que él era el artífice de una revista radial nombrada “Todo en 90”, que salía por la COCO y que resultó el antecedente más directo de El Programa de Ramón. Luego entré en contacto con su poesía, gracias a que algunos de sus textos salieron en El Caimán Barbudo, revista de la que yo era lector y en la que no pensaba llegaría a trabajar tiempo después.

Entre los libros de poesía que Ramón Fernández-Larrea ha publicado están El pasado del cielo (Ediciones Unión, La Habana, 1987),Poemas para ponerse en la cabeza (Editora Abril, La Habana, 1989), El libro de las instrucciones (Colección Ciclos, UNEAC, La Habana, 1991), Manual de pasión (Universidad de Guadalajara, México, 1993). El libro de los salmos feroces (Ediciones Extramuros, La Habana, 1995) y Terneros que nunca mueran de rodillas (Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, 1998). Sus libros de poemas más recientes, ya publicados tras  marcharse de Cuba a vivir primero en España y luego en Estados Unidos, son Cantar del tigre ciego (Arlequín, Guadalajara, México, 2001), Nunca canté en Broadway (Lingkua, Barcelona, 2005), Yo no bailo con Juana (Lingkua, Barcelona, 2010) y Todos los cielos del cielo (Verbum, Madrid, 2015)

Pensando especialmente en las nuevas generaciones de lectores cubiches residentes en el país, que en la mayoría de los casos desconocen la obra de este inmenso escritor, a continuación se reproducen algunos de sus textos para incentivar la búsqueda en el enorme legado de su quehacer poético.

 

Poesía de Ramón Fernández-Larrea

 

GENERACIÓN

Nosotros los sobrevivientes

a nadie debemos la sobrevida

todo rencor estuvo en su lugar

estar en Cuba a las dos de la tarde

es un acto de fe

no conocía mi rostro el frank con su pistola

yo tampoco conozco la cara

de quien va alegremente a joder en mi cama

en mi plato sin la alegría que merece

o que merecería si soy puro

viejo tony guiteras el curita los tantos

que atravesaron una vez la luz

no pensaron que yo sería ramón

sudaron porque sí porque la patria gritaba

porque todas las cosas estaban puestas al descuido

este es mi tiempo lleno de alambres y beirut

de esa bomba callando

era verdad lo que juanito dijo

la felicidad es una pistola caliente

un esplendor impensado una rosa

todos tenemos alguna estrella en la puerta.

EL GRITO

no mates,/ si vas a hacerlo,/ a un presidente o a un rey/ o a un hombre/ que tenga un despacho…

                                                     Charles Bukowski

alzó su dedo su gran dedo

sobre la mugre y la insolencia

su dedo henchido

aquel dedo que nunca

se metiera a la fuerza

en el alma de nadie

ni siquiera en su propio

corazón

alzó el dedo

con un ojo en la punta

y señaló gritando

con su uña podrida

las causas del dolor

y del fuego y de todo

el barro del olvido

puso un dedo

su gran dedo

en la sien

la izquierda o la derecha

según se le mirara

porque él tenía

de frente

la misma angustia que de espaldas

una rabia profunda

contra el sol contra el borde del mar

contra los hermosos jardines

contra los pelotones

de fusilamiento y de los otros

contra la miel y sus venenos

contra el silencio y las medallas

contra el polen de las cartas de amor

contra las órdenes de despido

contra la risa contra el viento

contra las madres que ponen

en la ventana un búcaro con flores

contra la sed contra el amanecer

contra el grito inhumano de la alondra

contra sí mismo y contra

aquel dedo tan suyo

tan inmenso su dedo

que no sabía otra cosa

que señalar y señalar

por encima de la mugrienta uña

por encima

de su cartílago y su hambre

por encima del horizonte y las abejas

por encima del hombre

de los hombres

que tienen dedos similares

y que los hunden en el alma de otros

y de él mismo que se quedó sin dientes

sin palabras

sin una almohada de arena en la playa

alzó el dedo su gran dedo profundo

serenamente

contra la piel del cráneo

y se voló la tapa de los sueños.

AGUJERO LLAMADO NEVER MORE

a Leopoldo María Panero

a ver cuántos fantasmas tuvo siempre en la sangre

arteria abajo arteria arriba en la noche

en la mañana en cada momento espumoso

donde la bruma se interponía a los colores

ahora a ver qué le sacan de todos sus cuerpos

si el bisturí logra hacer brotar sus raíces

ya frío en esa planicie que se parece a la palabra nunca

a la palabra siempre a todas las palabras

a ver cómo le sacan los sueños de su esófago

y las bolitas que hace la coca cola rodando

momento tras momento en la oscuridad de su planeta

liberado por fin de su país lleno de rejas

y cerrojos y horarios y pastillas redondas

que espantaban los perros que iban a herirle minuto tras minuto

a ver cuántos delirios huyen tristes

en esa grieta donde se le ha muerto para siempre la sombra.

THE LONG GOOD BYE

el resto es humo

me cansé de olvidarla.

ESOPO ERA UN TONTO DE ATAR

vive en un país donde el amor lo mezclan con la sangre

otros lo mezclan siempre con la sangre

amanece en un país donde otros

decidieron qué color ha de tener la luz

qué bordes para el mar

qué dimensiones la ilusión

qué rostro el sexo y cuánto olor la sábana

vive en un país donde el ayer se transforma

lo transforman

en cuentos increíbles que aturden a los niños

donde ya nunca más habrá princesas ni dragones

o donde el dragón es a su vez otro país

camina en un país donde el horizonte te aplasta

te cae encima cada tarde

se burla de tus dientes el horizonte

y aúlla

para que te sientas más rodeado por sombras extrañas

duerme en un país que nadie sabe mañana

qué tendrá para ti

ni siquiera qué tipo de mañana ha de tener

qué animal cruzará por tus puertas moviendo los colmillos

vive en un país donde el sueño lo mezclan con la sangre

otros lo amasan con sangre y miedo y cuentos de camino

y fotos de quienes no llegaron porque fueron traicionados

abre la puerta y no entra el aire

sino un viento el viento de la historia

que ya no tiene labios ni ojos

vive en un país donde la puerta tiene sangre.

COSAS QUE PUEDEN HACER LOS DEMÁS Y YO NO

por ejemplo

vivir

todos

de una manera u otra

viven

guardan sus sueños

la ropa de invierno

ven acercarse

desde la ventana

a la persona

que han esperado

mucho tiempo

o siempre

por ejemplo

se alegran

cuando la lluvia cae

dicen

qué bendición

abren sus bocas

como si fueran

los labios de la tierra

por ejemplo

cierran

los ojos y aparecen

cuando eran niños y no olían

como ahora yo

a catástrofes

a lágrimas quemadas

a empujones

por ejemplo

se desnudan

se dejan desnudar

y no sangran

por esa hendija

obstinada y oscura

que se llama memoria

sudan brindan florecen

duermen conversan vuelan

sin ruido de fantasmas

sin esa bruma espesa

que llevo a todas partes

como si haber nacido

hubiera sido un pacto

con no sé qué consorcios

con el laboratorio de los diablos

por ejemplo

se peinan

y mantienen tranquilos

a pesar de la brisa

sus recuerdos

luego se mienten

se llaman por teléfono

comen hasta morirse

crecen gritan

o hablan en voz baja

y hasta parecen vivos

nadie los echa de la fiesta

nadie les dice que no lloren

nadie los mata olvidándose de ellos.

SIN SOÑAR

la luna es luna y callan

lo que vieron aquellos hombres en su arena

los monstruos en su aire la poca luz

los fantasmas de los que antes vivieron

hundidos en la tierra

la luna ya no es luna

el mar es agua negra

desde el fondo

los ojitos tremendos del erizo

miran mi vida desde su corta vida

los leviatanes pasan a su lado

y a él le da lo mismo

a mí tampoco

la vida del erizo va en mis ojos

y eso basta

para que sean dos vidas en una

el mar ya no es el mar

el mar es una casa

aquella que perdí

o fueron muchas casas

en sus verdes paredes

dibujaba con dedos invisibles

los sueños invisibles que he perdido

hoy el silencio es un niño de nieve

en la memoria

solamente muescas

huellas de un eco viejo

allá hay sombras dibujadas

por un loco

inalcanzables líneas de mar

bajo la luna

y el ruiseñor callado

muerto de no sentir

oído humano alguno

se cierra el mundo

todo acaba

de lejos la luna brilla

como si fuera una muchacha.

EL ÚLTIMO AMOR SOBRE LA TIERRA

                     He utilizado la palabra amor como un bisturí,

y después he contemplado esa cicatriz verdosa que queda en lo amado y en el amante,

y esa cicatriz verdosa brilla también en estas palabras…

                                                                           José Carlos Becerra

pasado ya el peligro del olvido el filo del olvido

que rasga hiere hunde acaba todas las sensaciones

pasados los ardores apagado el volcán

que me obligaba siempre a devorar tu boca

a tragarme tus pechos a masticar tu aliento

domado el fuego el humo de la nada

lo que hay tras la montaña de la aparente nada

la nada que aparenta no tener vida ni temblor

en el ojo amarillo del destino

quedamos tú y yo bajo la noche

solo tú y yo y encima

la larga y ancha noche del mundo

este es el último amor sobre la tierra

porque tocar tu mano saber que está tu mano

es mejor que tu mano se hunda en mi delirio

soñar tu boca saber que tu boca sigue ahí

que tu boca existe para decir mi nombre

y con mi boca el tuyo

es como la certeza

es la melancolía que se convierte en júbilo

de este último amor sobre la tierra

porque todo eres tú

el aullido salvaje del oso cazando y la brisa que peina los pinos

la cigarra solemne bajo una hoja en el otoño y la lengua

la húmeda lengua que hace saltar mis alarmas

eres el fuego y el rumor de la lava

el aleteo de la polilla nocturna

la marea que devuelve maderas mordidas

y el tigre que ciega los ojos de la noche

eres la sed del tigre y la sangre fría de todos los peces

y el salto del músculo en tus piernas

y la piel erizada de tus largas piernas moviendo mi memoria

el musgo la soledad del musgo las canciones del musgo

que canta el musgo allá en su verde angustia sola

y el olor que desprende la muerte contra el musgo

eres la puerta y todo lo que pudiera haber detrás

el ruido de esa puerta en el amanecer y en la noche

abierta tirada chirriante puerta que abren a veces los fantasmas

por donde entran los vivos a arrancarme hilachas

de corazón que también tiene musgo

por donde un tigre disimula sus alientos de fiera

eres mis huesos y la ceniza de mis cenizas eres

todo el aire que estuvo en mis pulmones eres

el miedo que me clava lanzas doradas

el vómito y la sangre haciendo lazos de humo

la caricia y su golpe cuando hace mucho que no pasa

eres lo que sucede y lo que no se espera nunca más

eres el fin del mundo el fin de mi universo las alas

que me llevan alegremente hacia el país

donde ya nunca espero nada de nada

en la santa paz de tu boca en el musgo.

LA COPLA ROTA

Acuérdate cuán amada,

señora, fuiste de mí.

              Luys de Narváez

lo que no sea piedra que sonría

que se levante y salte

lo que no sea piedra que vuele

que me muerda los dedos el pescuezo

el borde de los sueños

lo que no sea piedra

que se desangre y palidezca

que diga mi nombre lo que no sea piedra

y quede

regada en los rincones

con sus ojos enormes de piedra o de ceniza

lo que no sea el amor que baje su cabeza

que busque una cabeza que pierda dientes y ojos

que riegue sus colores sobre la sed del hombre

sobre sus lados más oscuros

lo que sea del color del odio que no vuele

lo que sea piedra que sonría

que se levante y hable

lo que no sea mi vida que se espante

que se ahorque debajo de ese pájaro

que se desangra en la mañana.

AMORES COMO PERROS QUE PASAN

pasa un perro en la sombra mordiendo aquel color

de los ojos que tuvo en la sombra una muchacha

olvidé el nombre

he olvidado

cuáles colores entraban rápido en mi sangre

queda una bruma como si fuera

el color del recuerdo

de un perro que pasa en la sombra mordiendo

aquel color

que eran los ojos de la noche

entrando a una muchacha

y cuando llega el día

aquel día

el día actual

solo pasan sus ojos de cualquier color

en los ojos de un perro que salta hacia la luz

y se queda la sombra dentro de mí muriendo

aullando como un perro que ya no tiene ojos

agonizando cerca de donde aún flota el color

de los ojos que tuvo una muchacha que pasó

por esa sombra que ha sido mi vida.

EL ÚLTIMO EN VOLAR SOBRE EL NIDO DEL CUCO

                                    A Raúl Hernández Novás

el sábado se llena de colmillos el sol cae

sobre un ojo y es el chacal que  te siguió en la vida

de modo que las pastillas son las niñas con lazos

que hacen tu pobre cuerpo vibrar sobre una playa inventada

en la arena se confunden todas las huellas

pero el olfato de los chacales es sabio y hambriento

hueles al hermano polvo y nada

abrazas a la hermana brizna y nada

sino un bosque que han puesto junto a ti

tampoco tus venas resistirán seguir siendo el equilibrista

entre el conejo y el sabueso

entre el abuelo en la poltrona y la zorra que llora

lágrimas falsas y fatales

revoleteas sobre el nido del cuco

rompes los huevos para que el sol meta su lanza en los polluelos

tirando duro hacia adentro revoloteando

con efedrina en las vértebras

o caes muerto en el aire decapitado en el aire

lloviendo tú la sangre que va a alimentar a los imperturbables chacales

el sábado se llena de uñas pintadas

pestañas falsas que piden el peyote de luz

la ambrosía barata de una penumbra rara para ocultarse de la persecución

hermana brizna ayúdame dices revoloteando

hermano polvo respira dentro de mí

a pesar de que vuelo dejo huellas en la arena

el último que ha volado sobre el nido

de huevos manchados donde laten indicios de vida

renuncia al agujero de la solemnidad

mediante un pistoletazo en la sien

con la puerta cerrada y un arma melancólica

un arcabuz un vampiro del siglo pasado

cae sobre el estruendo y el disparo se oculta

para engañar a los chacales que afuera

siguen aullando con el hocico lleno de arena

las huellas no se marcan en el cielo

el nido del cuco espera su próximo candidato

al vestido de víctima que revolotea a distancia

amiga brizna que sea bendito tu humo

hermano polvo tu camino es imperfecto pero aún

siempre es mejor que caer devorado.

PASADO DE MODA

caigo sin fin desde mi nacimiento,

caigo en mí mismo sin tocar mi fondo…

                Octavio Paz

por mucho que me esfuerce

por mucho que pretenda estar al día

aunque mis pensamientos nazcan así

de pronto

ahora mismo en el instante que puede

ser mañana

siempre estoy pasado de moda

tú pasas junto a mí y el olor

del amor es como de una piedra

que gira interminable

tú me miras interminablemente

te me hundes con pelos y señales

tú no giras los labios ni los ojos

hoy te escapas

hoy se agota la línea oscura de tus pasos

con una tinta seca que me dice hasta aquí

hoy te me burlas en la cara

me tiras el olvido interminable

hoy te me vas interminablemente.

Poemas de Aramís Quintero

Poemas de Aramís Quintero

Supe de la obra del matancero Aramís Quintero a inicios de los años ochenta de la anterior centuria. Yo estudiaba Periodismo en la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana y una amiga de la carrera de Filología me prestó el libro titulado Diálogos, publicado por Aramís en 1981.

Por aquellos días entre mis lecturas favoritas en materia de poesía estaban Dacapo y Enigma de las aguas, de Raúl Hernández Novás, así como La extraña fiesta, de Emilio de Armas. Cuando me llegó Diálogos, me atrapó ese modo de escribir de Aramís, en el que uno aprecia un total dominio del lenguaje, sin adornos superfluos y manteniendo todo el tiempo el equilibro del discurso.

Quehacer de Aramís Quintero

Licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad de La Habana, Aramís Quintero (Matanzas, 1948) es recordado por su quehacer como guionista y director artístico del grupo escénico La Seña del Humor, una de esas agrupaciones punteras del movimiento humorístico que, encabezado por Nos-y-otros, se desarrolló en Cuba allá por los ochenta.

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Foto tomada de https://arteyculturaenrebeldia.com

Con numerosos libros publicados, entre los que cabe mencionar Diálogos (1981), Una forma de hablar (1986), Cálida forma (1987), Como la noche incierta (en colaboración con L. Lorente, 1991), La sal estricta(1996), Voz de la madera (1999), Caza perdida(2006), un listado de títulos donde sobresale Cielo de agua, gracias al cual en 2013 resultó galardonado con el Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños, desde hace alrededor de dos décadas Aramís Quintero reside en Santiago de Chile. Allí él ha ofrecido talleres de escritura literaria y cursos de capacitación para la animación a la lectura, así como participado en la Corporación Lectura Viva.

Poemas de Aramís Quintero

SAGA

Avanza libremente

entre los témpanos

en los fiordos helados,

la nave como un pájaro.

La proa delgadísima,

se alza

airosa, en suave curva,

avizorando los leones marinos

y el blanco sobre el blanco

de los osos polares en la nieve.

“¡Adiós, Escandinavia: con nosotros

va Odín, y nos llevamos

el martillo de Thor!”

Irlanda, Escocia, Islandia

¡la fantástica Islandia, hielo y fuego!

Y luego, como sueño

del Ártico, Groenlandia,

tierra verde en los hielos.

Y cercana

– pero otro mundo ya, bajo los mismos

cielos purísimos y transparentes -,

Su nombre cristalino

enterrado quizás bajo un macizo

y lapidario nombre: Terranova.

El pájaro vikingo

por los mares del Norte va dejando

solitarias hogueras, en las costas

heladas i desiertas.

ELEGÍA DEL PONIENTE

Baja Arturo al occidente

  1. C. Zenea

Como la muchedumbre de las olas será nuestro duelo,

llanto sin fin pero temible, hermoso

como el canto del viento entre los pinos que se alzan

en apretadas filas, dolor y fuerza y orden,

llamados como siempre por la cima y la luz

con la mirada fija en ellas, las raíces en verdad delgadísimas

pero soñadas como áncoras poderosas.

Turbión de arena, remolino

que alzará el viento como un puño

innumerable y único, sufriente pero sólido, que en lo más alto

de su dolor sereno, iluminado, se abrirá ciertamente

y se dispersará: espuma, granizada,

menudísima lluvia que no cae.

Duelo del mar y el viento, su conocido canon,

y el afán de los pinos, flexibles, ondulando

como leves espigas, cañas ante el vacío

que no se cuidan de Pascal. El puño

de arena echará al aire el ligerísimo

pañuelo seco de un adiós

que se anunciaba duradero y grave frente al túmulo eterno.

Pero graves y duraderos, si los hay, irán siendo,

y dolorosos e incontables, los golpes

del viento y de la arena desatados, reales

sobre el mármol, oh astillas,

y será la solemne colina vasta y fértil, no bien la estación llegue,

un breve, mustio campo abandonado a la langosta.

Como la muchedumbre de las olas, pero ácidas,

sin el canto del mar, royendo, descargando

contra la piedra el trueno amargo y verdadero

―no el canto sino el grito del viento entre las dunas―,

tendrá su duelo la langosta,

su merecido, doloroso júbilo: la plaga al fin en su estación,

sin orden y certera, pasando y regresando

sobre el eterno túmulo,

cubierto el megalito de langostas voraces y veraces,

élitros, ojos, dientes de cada una desatados,

mordiéndolo y mostrándonos, oh astillas

a la luz cruda y fiel de la estación, cada una

su pedazo de mármol: sólo arcilla vidriada

que se deshace en el poniente.

EL DESIERTO.

Si los años le alcanzan, el desierto

hace su propia criatura.

Confundida en la arena, no se mueve

sino para arrancar algún yerbajo

de entre las piedras, y ovillarse

junto a una duna, mínimo refugio

del sol, del frío nocturno, del látigo del viento

que levanta torbellinos de arena.

Las estrellas son mudas, la criatura del páramo

no escucha más que el viento en las dunas,

alguna alimaña entre las piedras.

No padece espejismos.

Ni siquiera imagina el espejismo

de ir en alguna dirección. No la aterran

sus propias huellas siempre en círculos.

¿Y si ese vasto páramo

fuese un vasto espejismo?

¿Si tuviera una falla, una fisura,

si se quebrara en mil pedazos irreales

y dejara a la vista otro espejismo?

La criatura del páramo comenzaría

a caminar en una dirección, y no en círculos.

Tendría quizás este espejismo.

PASO EN LO ALTO

Firme paso en lo alto, desfiladero

que amo. Difícil, ciertamente, mas

no traicionero, sino acoge

mi pie, que cruza

el más amable y entregado a su hierba.

Hondo paso, reducida distancia:

el más amable cruce es el mío,

paso en lo alto que recorro y amo,

si por tan frágil, ofrecido,

por la distante, rechazada lejanía

que es valle o lago y al fin cercanos ojos.

Paso en lo alto, y yo me cruzo, y callas

Mientras algo más hondo que los dos, más fuerte,

calla o habla, es lo mismo, sobre nosotros, votiva hierba,

y es la distancia que no rindes ni rindo,

la distancia que ha ardido en esta suave oblación,

si enemiga y hermosa,

sacrificada, fiel, hermosa, desmentida por este

paso en lo alto, ofrecida feliz, violentada,

qué cruce es este en que hemos puesto piedra de fundación

amada más que la ciudad a que renuncias y renuncio

y amada más que todo

porque podemos removerla, volvernos

y llegarnos a este sitio y edificar de nuevo

y con los mismos nombres, en memoria de

conocidos lugares, repetir este gesto

de fundación, que es nuevo. Y otra vez,

paso en lo alto, tú sonríes.

CÁLIDA, SIMPLE FORMA

Mis palabras se han vuelto suave escoria.

Un color va envolviéndolas,

y les va dando ese leve desprecio,

ese callado vencimiento

con que lo nuestro acaba y se olvida.

No tienen voz, se quedan

cada vez más donde las llama

su propio peso, su pobreza.

La poca luz en que estuvieron

-amigo fuego, mínimo-

era la de unas pocas manos

que las pasaban entre sí como el pan.

Cálida, simple forma

de estar aquí nosotros, con lo nuestro.

Y decir poco, apenas algo que ilumine

Brevemente la mesa, tan desnuda,

Y las manos, por un momento duraderas,

Sólo por un momento tan hondamente

Acompañadas.

Luego el pan, solo

se va secando y es barrido.

LA MORADA

Un humo nuevo, todavía en la noche,

tiende su escala irreparable al viento.

Qué pocas tablas guardan este sitio.

Qué pocas tablas son el sitio

en que unas ascuas mínimas

quiebran el primer hueso

a la armazón dura y cerrada de la sombra.

Algo se quema entre esas tablas

con el pretexto ingenuo de la leche.

Otro animal, no ya la sombra,

deja su grasa en ese fuego y proyecta

su voz en las paredes, sus gestos,

y azota el techo con el lomo, y sale

lleno de avisos, deshaciéndose.

Acaso es nada ese animal, y nada

se quema en esas brasas: sólo

la leche puesta allí, que se quema

subiendo sola en su vasija.

Tras esas pocas tablas,

que en tanto sigan juntas son la casa del hombre.

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