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Poemas de Alberto Rodríguez Tosca

Poemas de Alberto Rodríguez Tosca

Alberto Rodríguez Tosca es un nombre imprescindible de la poesía cubana. Y digo es, así en presente, porque aunque él haya muerto en la madrugada del miércoles 16 de septiembre de 2015 para quienes le conocimos o simplemente fuimos sus fieles lectores, no cabe hablar en pasado de alguien que tan memorable literatura nos ha regalado.

En esa zona donde uno se guarda todo aquello que forma la memoria o, para ser más explícito aún, nuestra particular biblioteca cerebral, del decenio de los ochenta atesoro los decires de un grupo de poetas pertenecientes a mi generación y en el que figuraban, entre otros, Ramón Fernández Larrea, Teresa Melo, Sigfredo Ariel, Damaris Calderón, Omar Pérez, María Elena Hernández, Carlos Alfonso, y de manera muy especial  Alberto Rodríguez Tosca  o Tosquita, como se le solía decir en los predios de la emisora Radio Ciudad…

Para Miradas Desde Adentro es un honor reproducir algunos textos de este gran poeta, cubano y universal.

Las derrotas

Aquí comienza la enumeración de mis derrotas. Las que me propiné y me propinaron. Les ordeno marchar en fila india como bestias marcadas con broquetas de azufre a la vista de una horda de ángeles. Les tapo los oídos para que no se distraigan con la euforia de los triunfadores. Las beso en la boca para que se distraigan con mi beso mientras pasa la quinta columna de los hombres felices. Este lunes, mis derrotas y yo nos pusimos de acuerdo para mirarnos a los ojos. Ya nos estamos viendo, rozando con los dedos, casi amándonos a la sombra indiferente de un cielo en llamas: Amigos idos, cuerpos enfermos, espíritus en ruina, vinos baratos, endiablados alcoholes, heridas en la cara, lenguas traidoras, mujeres en fuga, puertas clausuradas, plegarias, miedos, hambres, fiebres, cansancios, filias, fobias, héroes, mártires, extravíos de fe, hojas en blanco, naves a la deriva, falsos poemas, entierros, destierros, nombres propios, recónditos adioses, mis 38 años, todas las tumbas: mi madre en una de ellas, y polvo, polvo, mucho polvo cayendo sobre la realidad como chispas de agua sin consagrar en un bautizo embrujado. Ya fueron despedidas todas las plañideras. No habrá lamentos pero habrá un gemido. Un solitario gemido de papel a la luz de dos lunas. La mía y la vieja luna del mundo sobre cuyas laderas se acuestan con la muerte todos los derrotados. Buenos días, siglo. Por fin nos encontramos. Ojalá no hayamos llegado tarde a la cita.

Los muertos y la luna

al milagro de vivir suma el milagro

de seguir viviendo no preguntes por qué

no preguntes conserva tu ignorancia

sobre la seducción de los escarabajos

nocturnos ladea el rostro y esquiva la mirada

de esos arqueólogos del conocimiento

compra un ramo de espinas y sale a repartirlo

cada peatón espera con ansia su pequeña

mordedura de plata no preguntes por qué no

preguntes simplemente camina y al filo

de la noche acércate a una vidriera contempla

fijamente tu rostro como si fuera de otro

(en realidad no es tuyo) ese otro sabrá explicar

lo que sucede después lava tus manos en todas

las pilas bautismales sécalas con el viento

no mires hacia atrás no mires camina

simplemente camina y ruega porque ningún

desprevenido reproduzca el juego (es peligroso

jugar cuando se borraron las reglas de antemano)

no preguntes por qué no preguntes lo que sólo

los muertos y la luna podrían responder.

Mi sombra y yo

No estamos para nadie mi sombra y yo. No estamos para el cobrador de impuestos, la prostituta, el argonauta, el ministro, el alienígena, el banquero, el

bibliotecario, la viuda alegre, la monja, el cura, el pastor cuáquero, el hijo pródigo, el aprendiz de brujo ni para el último de los Mohicanos. No estamos

para el Señor de los Anillos, el Corsario Negro, el dueño de las nubes, el cazador solitario, la voz de la conciencia, la mejor usanza, los días de guardar,

el Ángel de la Jiribilla, los ratones de Hamelin, el Cardenal Masarino, Rómulo y Remo, Hansel y Gretel, Tristán e Isolda, Jonás y su ballena, San Jorge

y su dragón. No estamos para el coleccionista de mariposas, el general de cinco estrellas, el soldado desconocido, el vendedor de Biblias, la niña, el

parapléjico, el suicida, el borracho, el proxeneta, el médico de guardia, el terrorista talibán, el falso amigo, el jugador de póker, el corredor de bolsa,

el contrabandista de huracanes. No estamos ni para Dios si llega con sus perros a llevarse mi sombra.

Todos los días lo mismo

todos los días lo mismo levantarse

tomar café bañarse vestirse salir a

caminar lo mismo todos los días todos

lunes martes miércoles jueves viernes

la misma resurrección después de una

madrugada de muerte todos los días

saludar beber comer besar a una mujer

desear la del prójimo sentir envidia por

el que sonrió sábado domingo lunes

martes miércoles jueves pagar cuentas

hablar siempre de más despedir amigos

masturbarse con rabia vender el alma

al diablo negar asentir (no señor sí señor)

redactar burdas lamentaciones que no

conducen si no a todos los días lo mismo

burlar las leyes acatarlas sortear deudas

dudar mentir reír llorar huir pedir perdón

arrepentirse hojear la prensa arrepentirse

escuchar la radio arrepentirse (se acaba

el mundo) viernes sábado domingo vagar

como alma en pena por calles de otros

tropezar en ellas con lánguidos transeúntes

enceguecidos por la indiferencia del ser

la inmortalidad del miedo y la rueda dentada

de la repetición todos los días lo mismo

todos los días lo mismo todos los días.

Poemas de Alberto Rodríguez Tosca

Poemas de Alberto Rodríguez Tosca

Por Joaquín Borges-Triana

Alberto Rodríguez Tosca resulta un nombre imprescindible en la poesía cubana de los últimos algo más de 30 años. Fallecido el miércoles 16 de septiembre de 2015, su libro Todas las jaurías del rey, Premio David de Poesía en 1987, es una obra fundamental de nuestro reino literario no solo de la década de los ochenta sino además de las que vinieron después, en virtud de su proyección de aguda y fina disquisición de índole filosófica, con textos signados por una intimidad poética explosiva y versos duros, estremecedores y profundamente dialogantes.

Hoy en Miradas Desde Adentro publicamos varios poemas del siempre recordado Tosquita,  que, aunque físicamente ya no está, para quienes le conocimos o simplemente fuimos sus fieles lectores, no cabe hablar en pasado de alguien que tan memorable literatura nos ha regalado.

Poemas de Alberto Rodríguez Tosca

Las derrotas

“Aquí comienza la enumeración de mis derrotas. Las que me propiné y me propinaron. Les ordeno marchar en fila india como bestias marcadas con broquetas de azufre a la vista de una horda de ángeles. Les tapo los oídos para que no se distraigan con la euforia de los triunfadores. Las beso en la boca para que se distraigan con mi beso mientras pasa la quinta columna de los hombres felices. Este lunes, mis derrotas y yo nos pusimos de acuerdo para mirarnos a los ojos. Ya nos estamos viendo, rozando con los dedos, casi amándonos a la sombra indiferente de un cielo en llamas: Amigos idos, cuerpos enfermos, espíritus en ruina, vinos baratos, endiablados alcoholes, heridas en la cara, lenguas traidoras, mujeres en fuga, puertas clausuradas, plegarias, miedos, hambres, fiebres, cansancios, filias, fobias, héroes, mártires, extravíos de fe, hojas en blanco, naves a la deriva, falsos poemas, entierros, destierros, nombres propios, recónditos adioses, mis 38 años, todas las tumbas: mi madre en una de ellas, y polvo, polvo, mucho polvo cayendo sobre la realidad como chispas de agua sin consagrar en un bautizo embrujado. Ya fueron despedidas todas las plañideras. No habrá lamentos pero habrá un gemido. Un solitario gemido de papel a la luz de dos lunas. La mía y la vieja luna del mundo sobre cuyas laderas se acuestan con la muerte todos los derrotados. Buenos días, siglo. Por fin nos encontramos. Ojalá no hayamos llegado tarde a la cita.”

El juicio inicial

“TODO SERÁ rendir homenaje a los contrarios. Este es el reino, la corona
tendida, y esta es la mano que va a trazar la última alabanza. (Infelices los conquistados, vamos a corear un estribillo que diga algo que alivie a los
conquistados, pero que enardezca a los conquistadores.) Y a rodear la hora del triunfo, que es la hora de la derrota. Que es la alegría de alguien y la
tristeza de alguien. El uno por el otro (y para); asistan a la ceremonia filial.
Este es el ademán de los vecinos y el susurro de las mujeres. Los niños no
vinieron. Los animales domésticos ──el perro, el gato o la mariposa── no vinieron. Sólo los contrarios, pero la fiesta parece cada vez más propicia
a la conciliación. Humanos, asistan a la primera noche común de la tierra de Dios. NADA HA SIDO nunca tan real como esta ceremonia del mundo
en la que se disputa a quién pertenece la inmortalidad.
Aquellas luces las dejamos para alumbrar la reunión. Véanse las manos,
las palabras que se demoran
en los labios y se accidentan en el aire. ¿Por qué resquicio escapan los espíritus acusados, las esencias vencidas? ¿Por qué agujeros de sus cuerpos se filtran vuestros cuerpos, huyendo de qué ideal agresión de los contrarios, tan sonrientes y tan tristes? Posterguemos la certidumbre
para ningún crepúsculo: la tierra no gira si no lo comprobamos con nuestro propio y elegido mareo.
Traición, humanos, desobedezcan, las palabras, los párpados,
asistan a la perplejidad del comienzo. ESTA ES la parte de la
nada que nos delimita la realidad y los augurios. Aquí se arriesga la vida. Alguien debe conocer nuestras coordenadas.
Acaso nos busquen antes de perdernos.
Hermano, demos pequeños gritos furiosos a ver.”

Los cobardes

“Y si sobre los cobardes no se ha escrito nada se va a escribir ahora. Y se va
a escribir por ejemplo que soy cobarde. Tan cobarde que ayer no lo pudiera haber escrito. Esto es un arranque de valor, un instante de relativa lucidez,
y si me da vergüenza es por la cobardía de no haberlo gritado antes. Los engañé a todos. Les hice creer un cuento y era otro. Y si me da vergüenza
es porque nunca me engañé yo mismo, siempre tuve conciencia de mis
disfraces, con ellos evadí infinitos campos de batallas y seguí recibiendo las mismas ganancias que en la Victoria. Que nadie me perdone ni me diga lo
que tengo que hacer (…) Lo peor de todo era escribirlo, y ya está escrito.”

Los muertos y la luna

“al milagro de vivir suma el milagro

de seguir viviendo no preguntes por qué

no preguntes conserva tu ignorancia

sobre la seducción de los escarabajos

nocturnos ladea el rostro y esquiva la mirada

de esos arqueólogos del conocimiento

compra un ramo de espinas y sale a repartirlo

cada peatón espera con ansia su pequeña

mordedura de plata no preguntes por qué no

preguntes simplemente camina y al filo

de la noche acércate a una vidriera contempla

fijamente tu rostro como si fuera de otro

(en realidad no es tuyo) ese otro sabrá explicar

lo que sucede después lava tus manos en todas

las pilas bautismales sécalas con el viento

no mires hacia atrás no mires camina

simplemente camina y ruega porque ningún

desprevenido reproduzca el juego (es peligroso

jugar cuando se borraron las reglas de antemano)

no preguntes por qué no preguntes lo que sólo

los muertos y la luna podrían responder.”

Mi sombra y yo

“No estamos para nadie mi sombra y yo. No estamos para el cobrador de impuestos, la prostituta, el argonauta, el ministro, el alienígena, el banquero, el

bibliotecario, la viuda alegre, la monja, el cura, el pastor cuáquero, el hijo pródigo, el aprendiz de brujo ni para el último de los Mohicanos. No estamos

para el Señor de los Anillos, el Corsario Negro, el dueño de las nubes, el cazador solitario, la voz de la conciencia, la mejor usanza, los días de guardar,

el Ángel de la Jiribilla, los ratones de Hamelin, el Cardenal Masarino, Rómulo y Remo, Hansel y Gretel, Tristán e Isolda, Jonás y su ballena, San Jorge

y su dragón. No estamos para el coleccionista de mariposas, el general de cinco estrellas, el soldado desconocido, el vendedor de Biblias, la niña, el

parapléjico, el suicida, el borracho, el proxeneta, el médico de guardia, el terrorista talibán, el falso amigo, el jugador de póker, el corredor de bolsa,

el contrabandista de huracanes. No estamos ni para Dios si llega con sus perros a llevarse mi sombra.”

Todos los días lo mismo

“todos los días lo mismo levantarse

tomar café bañarse vestirse salir a

caminar lo mismo todos los días todos

lunes martes miércoles jueves viernes

la misma resurrección después de una

madrugada de muerte todos los días

saludar beber comer besar a una mujer

desear la del prójimo sentir envidia por

el que sonrió sábado domingo lunes

martes miércoles jueves pagar cuentas

hablar siempre de más despedir amigos

masturbarse con rabia vender el alma

al diablo negar asentir (no señor sí señor)

redactar burdas lamentaciones que no

conducen si no a todos los días lo mismo

burlar las leyes acatarlas sortear deudas

dudar mentir reír llorar huir pedir perdón

arrepentirse hojear la prensa arrepentirse

escuchar la radio arrepentirse (se acaba

el mundo) viernes sábado domingo vagar

como alma en pena por calles de otros

tropezar en ellas con lánguidos transeúntes

enceguecidos por la indiferencia del ser

la inmortalidad del miedo y la rueda dentada

de la repetición todos los días lo mismo

todos los días lo mismo todos los días.”

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