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ANA MENDIETA: LA IMPRONTA DE ECHAR RAÍCES EN SU ORIGEN

ANA MENDIETA: LA IMPRONTA DE ECHAR RAÍCES EN SU ORIGEN

El agravio, la desesperación, la incertidumbre invaden la mente, en el preciso momento en que surge una paradoja entre el recuerdo de las raíces brotadas del lugar de nacimiento con la realidad del lugar a donde fueron a parar. Cuando las raíces se truncan, se cortan abruptamente y se impone otra tierra que no es eficaz para enraizarlas, no puede crecer el sentimiento de pertenencia. Una solución a esta infertilidad de identidad sería partir otra vez desde el inicio para lograr la impronta de echar raíces en el origen.

Ana Mendieta retornó a su tierra materna cubana, en los primeros años de la década del 80 del siglo pasado. Al reconocerse y familiarizarse con sus orígenes, decidió enraizarse en Cuba. Ana realizó conversatorios sobre las nuevas tendencias artísticas con varios jóvenes que integraron el movimiento del nuevo arte cubano de los 80 y produjo varias obras de artes. De esas siembras, la historia de Cuba cosechó la actualización del arte cubano y la presencia del quehacer de una artista cubana-americana.

Su gran legado empezó a nacer en 1981 con su serie Esculturas Rupestres o también conocida como Siluetas Rupestres, las cuales enraizó en el Parque Escaleras de Jaruco –específicamente en un abrigo rocoso llamado Cueva del Águila y en una faja casi perpendicular a una loma -. Las siluetas, además de ser  un ejemplo del vínculo que Ana siempre creó entre su arte y la naturaleza, también conmemoran a las culturas aborígenes de Cuba. La artista se apasionó e investigó la cosmovisión taína a través de los librosMitología y Artes Prehispánica de las Antillas (1975) y Leyendas Cubanas (1978), escritos por José Juan Arrom -profesor de literatura española y latina en la Universidad de Connecticut-

Las obras esculpidas en relieves sobre la tierra y las piedras calizas y delineadas con tintas negras y verde oscuro representan a las deidades femeninas de la cosmogonía Taína, como: I yaré (la Madre), Maroya (La Luna), Guabancex (Diosa del Viento), Guanaroca (La Primera Mujer), Alboboa (La Belleza Primera), Bacayú (La Luz del Día), Guacar (Nuestra Menstruación), Atabey (Madre de las Aguas), Itiba Cahubaba (La Vieja Madre Sangre). Desde el punto de vista formal, todas las deidades contienen como ícono el cuerpo femenino opulento que alude a la maternidad, y en casos como la silueta de Maroya  y de I yaré aparecen definidos los genitales y los senos respectivamente.

Las obras simbolizan el regreso de la humanidad a sus inicios. Cuando la artista retorna al seno natural y al pasado aborigen cubano, pondera los nexos comunes entre su arte y la cultura taína. Su cuerpo femenino fue el vehículo de un discurso relacionado con la violencia de género, el racismo y las identidades subalternas, mientras que la cultura taína idolatró a la mujer y su fertilidad.

Desde el punto de vista biográfico e histórico, también se puede establecer una analogía entre la vida personal de Ana Mendieta y las tribus taínas. Tanto ella como los aborígenes fueron separados de sus entornos naturales y sometidos a convertirse en el otro cultural de una hegemonía eurocentrista.

No obstante, nuestros aborígenes dejaron sus huellas en Cuba con su arte rupestre y Ana tomó el mismo ejemplo. Muchas publicaciones consideran las obras de Jaruco como arte rupestre contemporáneo, alegando que son esculturas realizadas dentro de la naturaleza que representan sencilla e irregularmente los cuerpos de las diosas taínas, sin embargo va más allá de esa noción en la medida en que es continuidad del trabajo que Mendieta venía desarrollando con las siluetas.

La artista funde su arte con la naturaleza de diferentes lugares porque anda buscando su identidad, su pertenencia a una tierra y si se apropió de la mitología taína es porque se sintió identificada con su origen cubano. Por tanto, no es sólo arte rupestre sino también un arte de identidad con motivaciones sociológicas, que intenta establecer canales de comunicación para regresar a su seno materno. (1)

Hoy en día la Cueva del Águila está abandonada y cubierta de maleza, tal es así que la silueta de Guanaroca –realizada en la entrada de la cueva- es casi imposible de localizar. Algunos investigadores y escritores están sobresaltados porque las esculturas se encuentran en peligro de desaparecer debido a la acción de la naturaleza. Sin embargo, por qué mejor no ver ese crecimiento de la vegetación del mismo modo que Nancy Morejón en su poema “Ana Mendieta”.

En un fragmento de la última estrofa referente a las esculturas de Jaruco, la poeta expresa:

(…)

Tus siluetas, adormecidas,

van empinando el papalote multicolor

que huye de Iowa bordeando los cipreses indígenas

y va a posarse sobre las nubes ciertas

de las montañas de Jaruco en cuya tierra húmeda

has vuelto a renacer envuelta en un musgo celeste

que domina la roca y las cuevas del lugar

que es tuyo como nunca. (2)

La naturaleza cubana, útero materno, ha acogido a Ana como una hija auténtica. Si las esculturas son las raíces de su arte sembradas en Cuba, sería lógico y hasta deseable por la artista su integración con la tierra.

De esta acción de retorno se tiene documentación. Son fotografías de las obras -pertenecientes a la colección de la galería Lelong de Nueva York- que se han expuesto en diferentes espacios relevantes bajo el título Esculturas de Jaruco.

Hasta donde se conoce, no corren igual suerte otros eventos en los que se sabe que participó pero no se tiene registro de sus obras presentadas, ejemplo de ello es la exposición colectiva del salón Lalo Carrasco del Hotel Habana Libre en septiembre de 1981 y su exposición personal en el Museo Nacional de Bellas Artes.

Gerardo Mosquera en las líneas finales de su texto “Esculturas Rupestres de Ana Mendieta” alude al primer evento mencionado. Dice Mosquera que Ana fue invitada a participar fuera del concurso del Primer Salón Nacional de Pequeño Formato y en la exposición hundió cinco corazones hechos de raíces de areca en 25 centímetros cuadrados de tierra colorada cubana. Con esta acción performática, la artista empeña su amor a Cuba, a la tierra de sus raíces.

De su exposición personal se sabe que se realizó en el año 1983 y se tituló Geo-Imago, pero en el archivo del Museo nada más existe el catálogo de la exposición con las palabras del curador Alberto Quevedo.

La descripción que hace el especialista de la muestra declara que la misma se basó en cuatro obras: dos fotografías y dos dibujos hechos de tierra negra y roja. En su afán por acercarse a la naturaleza y lo primigenio, Ana utiliza los mismos recursos que nuestros ancestros. Ahonda en los inicios de la historia y de la propia humanidad, al igual que hizo en la serie Esculturas Rupestres.

El catálogo empieza con unas palabras de la artista, las cuales dicen así:

“Durante los últimos doce años mi trabajo ha consistido en establecer un diálogo entre la Naturaleza y el cuerpo femenino. En esto pesa el hecho de haber sido arrancada de mi patria en plena adolescencia y sentirme desgarrada por la violenta ruptura con mi matriz.

Mi arte es la manera con que yo restablezco los lazos que me unen al Universo. Es un retorno a mi tierra, a la madre tierra.

Estos actos obsesivos de reanudar mis vínculos ancestrales son realmente una manifestación de mi necesidad de ser. En esencia, mi trabajo es una reactivación de las creencias primordiales presentes en la psiquis humana.” (3)

Las explicaciones y la retórica de los historiadores del arte son aplacadas ante esta declaración de búsqueda incesante del ser. Ana desnuda su alma y la viste de arte para auto-conocerse y para invitarnos a todos a reflexionar sobre nuestra constitución como seres humanos.

Referencias:

(1) Gerardo Mosquera. Esculturas Rupestres de Ana Mendieta, en Esculturas Rupestres (Catálogo) Nueva York, A.I.R. Gallery, del 10 al 28 de noviembre de 1981.

(2) Nancy Morejón. Ana Mendieta. Disponible en: www.lyrikline.org. Consultado el 30 de octubre del 2018 a las 9:20 am.

(3)  Palabras de Ana Mendieta, en Geo-Imago (Catálogo), La Habana, Museo Nacional de Bellas Artes, abril de 1983.

Bibliografía:

Avendaño Santana, Lynda E. Ana Mendieta: trazas de cuerpo-huellas que obliteran improntas. Pdf descargado de internet.

Benavides, Sofía. Ana Mendieta, una mirada latina y femenina con eco hasta nuestros días. Disponible en: www.infobae.com. Consultado el 25 de septiembre del 2018, 8:47 am.

Cabrera, Yarisleidy. Ana Mendieta: una exponente del arte rupestre contemporáneo en las cuevas de Jaruco. Disponible en:www.jarucoradioweb.icrt.cu. Consultado el 25 de septiembre del 2018, 8:45 am.

Dias Laranjeira, Maira. Ana Mendieta y Las Esculturas Rupestres (1981). Una lectura semiológica.

Furfari, Sergio. Referencias Ana Mendieta, cuerpo transcultural. Pdf descargado de internet.

Gluzman, Georgina Gabriela. Ana Mendieta: Alma. Silueta en fuego, 1975. Pdf descargado de internet.

Gutiérrez Calvache, Divaldo y José B. González Tendero. Arte rupestre contemporáneo. Ana Mendieta y la cueva del águila. Disponible en: www.rupestreweb.info. Consultado el 25 de septiembre del 2018, 9:20 am.

Mosquera, Gerardo. Esculturas Rupestres de Ana Mendieta, en Esculturas Rupestres (Catálogo) Nueva York, A.I.R. Gallery, del 10 al 28 de noviembre de 1981.

Palabras de Ana Mendieta, en Geo-Imago (Catálogo), La Habana, Museo Nacional de Bellas Artes, abril de 1983.

Velasco, Carolina. Ana Mendieta: el cuerpo como campo de batalla. Disponible en: www.elsalto.com. Consultado el 25 de septiembre del 2018, 8:40 am.

Viso, Olga M. Ana Mendieta: Earth body, sculpture and performance, 1972-1985. Hirshhorn Museum and Sculpture Garden, Smithsonian Institution, Washington DC, 2005.

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