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Variación sobre un tema de Superville y otros poemas de Atilio Caballero

Variación sobre un tema de Superville y otros poemas de Atilio Caballero

Una síntesis biográfica fría de Atilio Jorge Caballero (Cienfuegos, 5
de abril de 1959) diría que él es Licenciado en dramaturgia, narrador,
ensayista  y poeta. También incluiría que, entre otros libros, ha
publicado Las canciones recuerdan lo mismo (1989), El sabor del agua
(1991), El azar y la cuerda (1995), la novela Naturaleza muerta con
abejas (OLALLA Ediciones, Madrid, 1997 y Letras Cubanas, 1999), La
arena de las plazas (Casa Editora Abril, 1998), Tarántula (2000), La
máquina de Bukowski (2009), Escribir el teatro. Notas sobre
dramaturgia contemporánea (ensayo, 2010), Rosso Lombardo (Premio de
Cuento Alejo Carpentier, 2013). En esa supuesta síntesis no podría
faltar que en el año 1998 se alzó con el premio Uneac de novela con La
última playa (Premio Ópera Prima, Madrid, 2001, Akal Ediciones) y que
textos suyos han aparecido en diversas antologías de narrativa y
poesía, tanto en Cuba como en España, México, Nicaragua, Chile y otros
países.
Por supuesto que todo ello es cierto e importante, pero nada nos dice
del Atilio Jorge Caballero que, cual una rara avis, sigue viviendo y
haciendo cultura desde su terruño cienfueguero, como para desmentir a
los que creen en el fatalismo geográfico; o del conversador
impenitente, capaz de dialogar con igual pasión sobre lo humano y lo
divino; o del fan a la música que en los años ochenta de la anterior
centuria era famoso en los corrillos habaneros por su colección de
grupos ¿raros?, acerca de los que mucha gente se enteraba de su
existencia gracias a él.
Para Miradas Desde Adentro es un honor reproducir una breve selección
de la obra poética de este compatriota, que entre sus últimos lauros
tiene haber sido galardonado en el concurso de reportajes de la
revista Hypermedia Magazine.

(Variación sobre un tema de Superville)

Delante de ti se levanta un espacio
que se anticipa y esconde
privando de luz algunos grabados
que tu memoria evoca o reconstruye.

Los miras sabiendo que no hay nada
te resistes a ignorarlos sin embargo
suponiendo que eso sirva de algo.

La madrugada desciende hasta la mañana
con la serena claridad de una madre
que asiste a la graduación de su hijo mayor.
Y tú tiemblas ante la voz
que huye al acercarse el día.

Mi vecino

Mi vecino deja crecer la hierba de su jardín mientras se preocupa por
la altura de la mía. Cada mañana, con la puntualidad de un guardavía
berlinés afila las cuchillas de su podadora, virgen siempre y
reluciente al pie de la maleza.
Y así todos los días.
Entre la hierba de mi vergel y la del suyo no hay ninguna diferencia.
Pero la otra al lado crece en paz. Sin reproches.

Vitrales en Venecia. Periscopio

Al salir de la Plaza San Marco se sube por la Mercerie
hasta cruzar un puente pequeño.
De allí hasta Campo San Salvador
donde está la Scuola Grande San Teodoro, los vitrales expuestos
de Marc Chagall, son dos pasos, bien atento siempre
al rumbo, a los vicoli que un segundo
te envían a otra dimensión. No hay anuncios,
nadie da voces; uno debe guiarse con la seguridad
del que asiste a un entierro; sólo hay un trayecto y una vía para el regreso.
Pero dentro no están ni el vivo ni el color
que esperaba. Solo cristales. Proyectos de cristales;
peor.
Salgo. Acostado sobre el cemento de una escalera
que nadie sube, mi gorra azul de intersticios
sobre los ojos, mi gorra de almirante
fracciona el sol
en tantos pedazos como lo permite la amplitud del ojo.

Entonces veo el color. La combinación y el secreto.
Aquí me voy s quedar. Intentaré conservarlos hasta tanto
mis amigos, aún en San Teodoro, me lo permitan.

Fosfenos

Comienza a escapar las cosas que ya no puedo detener.
Golpes o caricias, da lo mismo: sombras en una estancia vacía. La
tonta prisa de los
otros comienza a ser mi prisa regresiva.

Cada vez es más difícil evitar los espejos, los rostros conocidos como
calendarios
Furiosos.

Los hijos pródigos que ahora regresa se empeñan en hacerte entender la
refracción
en los charcos de los parques públicos, en la soledad de las vidrieras
donde solo
contemplo la cara ya palpada —presiones sobre el globo ocular, excitación de la
retina—, cómplice del sueño que de un tiempo a esta parte se repite tercamente.

Debajo de mí existe otra dimensión donde fumarse un cigarro puede ser
la tarea de
todo un día. Es decir, el tedioso misterio de amanecer con la misma
ventana se vuelve
ahora un viaje sin confines… tiempo como azar o destino como elección:
yo intento
hacerme sustancial como un parte de guardia.

La tristeza de los niños se parece a la de los animales. La misma
tristeza de todas las vidas involuntarias.

De pequeño aplastaba la nariz contra los cristales como todos los niños. Ahora
mantengo cierta dignidad y una distancia. Pero sigo deseando lo mismo.

Mi madre fue una mujer joven hasta que se casó el último de sus hijos.
Luego se resignó a ser la abuela de sus nietos, que ya para entonces
hacían preguntas inquietantes. La noche anterior a la boda de mi
hermano hice una llamada, de larga distancia, hasta mi casa junto al
mar. Se resignó a que no fuera. Dijo noooooooh, que no me preocupara,
podía quedarme pues de todas formas nada sucedería; solo la formalidad
del acontecimiento, así llamado con el único propósito de que no
pasara como un día más, sin pastel de ceremonia, sin nada de beber,
sin nada realmente. Solo el desatino de un fotógrafo, pues si no
estaba toda la familia, “¿para qué las fotos?” Mi madre a todo
respondía: no importa, no importa, despejando sus dedos, regalando los
anillos. Tuvo cuatro hijos varones porque la hembra no llegaba; luego
la excusa simple: “es más divertida la mesa poblada”. Con seguridad,
ella seguirá yendo a nadar al fondo de casa. Mis hermanos y yo
sabemos. Tal vez alguno camine por la arena, vagando en el patio, y
recogerá las algas. Tal vez no.

Bonsai

Imagínate que eres un estanque
con peces que nadan hacia atrás
ignorando el alcance del ojo;
suponte en la rama de un ciruelo
alegrando diminuta la terraza
de alguien que no floreció;
mírate tendida en una nube
pronta a asumir la figura caprichosa
que instiga un viento autoritario.

Entonces sueña que una vez soñaste
ser un pez, un árbol o una forma indefinida:
he ahí tu contento.

Gracias por tu obra, Gerardo Mosquera

Gracias por tu obra, Gerardo Mosquera

La cultura cubana está en deuda con Gerardo Mosquera. Y no solo ella, sino además un numeroso grupo de creadores de nuestro país que si hoy son conocidos a escala internacional se debe a lo hecho hace años por ese crítico y curador. Lo que se dio en llamar en los años ochenta “renacimiento cubano del arte” no hubiera sido posible sin el acompañamiento teórico en su momento de este hombre, hoy apenas mencionado en el contexto nacional por las instituciones culturales y los medios de comunicación. Por supuesto que ello no sorprende a nadie pues ya sabemos del proceder del Estado y sus dependencias en Cuba con aquellos que no responden ciegamente a los designios oficiales. Lo triste es que idéntico silencio se produce también en la comunidad de artistas radicados mayoritariamente en la diáspora y que han conseguido ubicarse en determinado peldaño del mercado de las artes plásticas, cierto que gracias al talento individual que cada uno de ellos posea, pero también debido al espaldarazo recibido de inicio de parte de Gerardo Mosquera. Pero en fin, con las glorias se olvidan las memorias.

Afortunadamente, Mosquera no necesita en lo más mínimo del reconocimiento ni de las instituciones cubanas ni de sus compatriotas artistas. Como curador, él ha logrado trascender el ámbito nacional y ejercer su erudición en disímiles rincones del mundo. Una nueva prueba de sus muchos resultados la encontramos por estos días: la editorial española Cátedra ha publicado el libro Arte desde América Latina, una antología de textos de Gerardo Mosquera, la cual abarca trabajos suyos que vieron la luz en la década de los ochenta, hasta ensayos que circulan por primera vez. El volumen contiene también más de un centenar de ilustraciones y estuvo prologado por el investigador griego, radicado en Australia,Nikos Papastergiadis, un teórico de obligatoria consulta en lo relacionado con temas como el de la globalización y el multiculturalismo. Por su parte, el artista mexicano Pablo Helguera fue el encargado de ilustrar la portada.

Una de las cosas que más me llama la atención del libro es que aquí las fronteras geográficas se vuelven difusas, realidad que se ha ido imponiendo poco a poco, al margen de que algunos no se percaten de ello. Así, New York es en la actualidad un epicentro fundamental del arte «desde América Latina». Igualmente, artistas europeos, estadounidenses, africanos o asiáticos son partes de un proyecto de arte público, llevado a cabo en Ciudad Panamá, a la par que los latinoamericanos realizan sus creaciones en sitios como Melbourne, EEUU, Madrid o París.  Ese es el caso, por ejemplo, de la importante creadora cubana Tania Bruguera, artífice de la fundación del Immigrant Movement International, en Astoria, Queens, proyecto comunitario harto interesante y que ya tiene una década de existencia. En dicho proyecto ideado por Tania, los inmigrantes, fundamentalmente los hispanos y los indocumentados, reciben gratuitamente clases de inglés, asesoría legal y asisten a talleres de creación artística.

Como era de suponer, en el libro lo relacionado con Cuba ocupa un buen espacio de todas las páginas. De tal modo, podemos leer estupendos ensayos acerca de Portocarrero y Amelia Peláez,  una entrevista que Mosquera le hiciera a Wifredo Lam, así como un grupo de textos sobre creadores pertenecientes a la generación de los 80, protagonistas del parteaguas que para la cultura cubana representó aquel movimiento iniciado con Volumen 1. Pero Gerardo no se queda únicamente en compilar materiales que discursan en torno al pasado sino que se mete de lleno en el abordaje (siempre desde el pensamiento lúcido) de problemáticas contemporáneas como resulta el «artivismo» que en el presente despliega la antes mencionada Tania Bruguera dentro de la propia Cuba, desde la premisa de incentivar tanto la participación cívica como el diálogo político en nuestro país.

No falta en esta obra publicada por la editorial española Cátedra una aproximación a la Bienal de La Habana, fundada en 1984 y que notablemente contribuyó en una etapa a la internacionalización de las producciones culturales de este lado del mundo. Como explica Gerardo Mosquera, ese proyecto tuvo en sus inicios un enfoque globalizador. No está de más recordar que la misma comenzó cinco años antes de que fuese inaugurada la célebre Le Magicians de la Terre, en el Centro Pompidou en París, que vino a ser una suerte de continuidad de lo que se comenzó en La Habana, aunque a estas alturas del siglo XXI y dado el estado actual de la bienal habanera poco o nada se hable de ello.

Ahora bien, el plato fuerte de una propuesta como la recogida en las 384 páginas de arte desde América Latina viene dado, según mi parecer, por la expresa renuncia al encasillamiento en atributos nacionalistas, algo que tanto daño ha hecho a nuestros pueblos, incluido el cubano. Aquí lo entendido por autóctono no entra en contradicción alguna con lo internacional.

Como queda claro tras leer los argumentos de Mosquera, lo llevado a cabo en este lado del mundo en los últimos años se ubica en los circuitos globales sin la más mínima apelación a determinados regionalismos.  Estamos ante una propuesta artística que participa de un modo fluido en los circuitos establecidos para ello. Con razón, en el prólogo de la compilación, Nikos Papastergiadis  expresa que el artista latinoamericano contemporáneo ha dejado de percibirse a sí mismo como alguien que pertenece a la periferia. Sucede que la oposición entre lo local y lo universal hoy es asunto del pasado.

Antes de concluir, quiero reproducir la nota promocional que en relación con este libro de nuestro compatriota ha puesto en circulación Cátedra Ediciones Grupo Anaya en Internet:

«Podría resultar paradójico que quien en 1996 se pronunció «contra el arte latinoamericano» agrupe ahora en este libro algunos de sus escritos sobre el arte en la región. No es así: la obra de Gerardo Mosquera ha contribuido a superar una noción totalizadora y reductora no solo del arte creado en América Latina, sino del continente mismo. Lo prueban los ensayos reunidos en este volumen, buena parte de los cuales no habían aparecido en castellano, que muestran a un pensador que no se resigna al arte con apellidos y trabaja inmerso en los procesos y eventos de la cultura contemporánea.

«El libro sobrepasa el ámbito latinoamericano para discutir problemas globales. Nikos Papastergiadis ha señalado que una de las lecciones que nos ofrece es la de «modificar el papel del artista en la periferia: pasar del que imita lo dominante para acceder a lo universal, al que produce contenido universal a nivel local. Por tanto, ofrece una metodología distintiva». Es el nuevo paradigma del «desde aquí», defendido por el autor: los contextos son ahora actuados más que mostrados.»

Por último, quiero dar gracias a Gerardo Mosquera no solo por este libro, que ojalá alguna vez se publicase en Cuba, sino por lo mucho y bueno que él ha hecho durante más de cuarenta años en pro de enseñarnos el modo en que el arte contemporáneo echa mano a los contextos, tanto culturales como sociales, para intervenir en el presente que nos ha tocado vivir.

Poemas de Carlos Augusto Alfonso

Poemas de Carlos Augusto Alfonso

Creo que sanamente puedo afirmar que me siento orgulloso de la generación a la que pertenezco, esa que en el decenio de los ochenta de la anterior centuria pidió y asumió la palabra, con el resultado de representar  un parte aguas para la cultura cubana. En aquella histórica movida, la poesía no se quedó atrás, como lo demuestra una antología al corte de Retrato de grupo, publicada en 1989 por Letras Cubanas. Uno de los gestores de dicho proyecto (se desempeñó como co-compilador), fue el habanero Carlos Augusto Alfonso, nacido el 20 de enero de 1963. 

No digo nada nuevo al expresar que Carlos Augusto Alfonso ha devenido uno de los poetas de mayor originalidad en el panorama literario cubano de entre siglos, en virtud de su capacidad para hacer del poema una suerte de manifiesto o de hecho conceptual. Su trascendencia en la lírica nacional se corrobora por los numerosos galardones que ha recibido, como el Premio David, otorgado por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en 1986; el Premio Abril, el  Pinos Nuevos, el Dador, el Julián del Casal, el Raúl Hernández Novás, el de la Crítica Literaria y la Distinción por la Cultura Nacional.

Entre los libros de poesía que ha publicado, se encuentran: El segundo aire (1987), Población flotante (1994), La oración de Letrán (1996), Fast Delivery (1997), Cabeza abajo (2001), Cerval (2004) y El rey sastre (2010).

Hoy Miradas Desde Adentro se honra con la publicación de un puñado de textos de Carlos Augusto Alfonso, alguien que ya se ha ganado con creces su espacio propio en la historia de las letras cubanas. 

Poemas de Carlos Augusto Alfonso

PASTOREO IRRACIONAL.

………………………..se producirá mayor cantidad de pasto,

……………………..en la misma área, y por tanto se

……………………..alimentará un mayor número de cabezas

……………………………..André Voisin, Científico..

No sé mi alma

en qué hades del mundo está penando.

Pasto en silencio.

En mi cuartón, apacentado,

aprovecho los metros en redondo.

Como a nadie le importo,

me alejo de la estaca sin los metros de soga.

No crean que me escapo

(porque ya lo viví),

ya no soy un marcado, no soy un manierista,

que al salir de la escena sin el retraimiento

convierte inmolación en detalle de un cuadro.

Se amplía un sarraceno con su bastón de médula,

en la pradera me guía con ajenos cencerros.

Mi Trinidad de estómagos

son ahora el padre y el hijo del espíritu,

lo dijeron en silencio,

como a los desperdicios de las ideologías;

todo ese pienso líquido fue pensado por mí,

vertido en los ríos

por doncellas de viejos intereses,

matarifes de soplos en el pecho.

No sé ahora si mi alma resiste,

quien dijo conducirme no es otro que mi hermano.

Ya no doblan campanas en mi oreja,

porque sabe con quienes me han cruzado.

Cuando cierro los ojos los embisto,

pero me voy de lado.

Yo no sé si mi hambre,

es un hambre de alma,

yo no sé mi alma,

de qué hambre me engaña.

Siento a las consonantes

como los banderines,

que en su hierro caliente me penetran,

porque todos insisten en darme el pedigree,

oigo a las multitudes,

en estadios norteños del Pradesh.

Yo sé ahora mi alma de qué hades me engaña.

He limpiado de hierbas la redonda.

Al comerme los vitros de un libelo,

al mudarme de cuadro,

convertido en pastor,

he vuelto de la especie,

adentro,

muy adentro de la vaca sagrada.

EL CINE AL QUE NO IBA LEZAMA 

Salgo de mi butaca hacia el proscenio 

(como sucede siempre) 

orín de Menelao a la ciudad perdida. 

Para los que vivimos películas vaqueras el Cine Majestic 

es modus operandi en Trocadero, 

pase a la diligencia que hay que frenar; 

rienda la tendedera en Consulado. 

El nailon que colgué se me tiró en el suelo. 

—No lo voy a asfixiar, Cabrera no. 

Dentro en la oscuridad de Pernambuco, 

se molestan hablantes, porque a otros, 

abanican libretas que se desencuadernan. 

Cine pundonoroso a cine vándalo (pequeño recadero) 

pasa sus anteojos para cazar alondras. 

Por los tantos huequitos que le infringe 

se las ve con los degenerados y chiflistas; 

el cara de muñeca; el ofiuco de la media en el rostro; 

el maestro de piano que deshonra. 

Le sacan el sillón para que los case. 

Los Montenegro, los Melgares, los músicos de Chuki. 

Se lo ponen allí concretamente donde hace calor, 

en la gaveta de Bladimir, en una recogida de carnés, 

en la ciudad perdida de Menelao. Te lo ratificamos bostas. 

Después del tokonoma viene el nai-lón, el combate pancrasio, 

Pascasio, los Speek. Te lo ratificamos bostas, 

los travestis (los negros) los bozales, los nietos de Nené.

REBAÑOS

Rebaños de trashumantes segovianos, 

pastando en el invierno de la Ciudad Real. 

Rebaño de trashumantes. 

Rebaño de trashumantes segovianos 

pastando en el invierno de la ciudad real. 

Hora de percutir 

Hora de aseo. 

Rebaño 

Rebaños 

Rebaño 

Rebaños de trashumantes segovianos 

oh ya! 

vetas que parten, 

porque le hemos dejado 

por fin 

en paz. 

MITAD DE STEPHEN HAWKING

……………………………………………(la carta)

Ayuno inmediato en memoria del asedio

y la destrucción de los dos templos Que estalle estado denso y caótico en creación perpetua

(nebulosa tardía como púlsar) dejándome la masa de la explosión

en calabozo mal ventilado.

Que estalle la estructura del Common Wealth

con todos sus adeptos en Tonga

respirando los gérmenes de Mali.

Que sean de La Franja (cenefas de Esquilache).

Entre Savonarola al trompo inquisidor.

No piense que lo cuelgan (como seso de mono)

granjeros de lo hidrogeno luchando

contra virus del moteado plumoso.

Rendidos mis exámenes de Amauta,

(después que decidí hacerme notar,

y lo pensé al revés al saco viejo

colgado construyendo paredes nuevas)

usaré la expresión “Lúa del templo”.

Uno de la estructura: una del templo.

Cierto que mi esclerosis da que pensar.

Un colono ya frío sin agujeros

deja de producirme en criogenia.

Tan solo producir precipitados,

un verso que me acerque y me aleje.

Poesía de Heriberto Hernández Medina.

Poesía de Heriberto Hernández Medina.

Por Joaquín Borges-Triana

Heriberto Hernández Medina (Villa Clara, 1964 – Miami, 2012) formó parte del destacado grupo de poetas que se dio a conocer en el contexto cubano en la década de 1980. En 1987 se gradúa de arquitectura. En la nómina de sus libros publicados se incluyen:Poemas e Historia del caballero rojo y la dama en la casa de los espejos, Ediciones Matanzas, 1991; Discurso en la Montaña de los Muertos, Ediciones Unión, 1994 (este poemario fue Premio David 1989 compartido con María Elena Hernández, pero  no fue publicado por Ediciones Unión  hasta cinco años después); La Patria del Espejo, Ediciones Unión, 1994; Los Frutos del Vacío, Ediciones Matanzas, 1997, Linkgua Ediciones, 2006, Bluebird Editions, 2008; Verdades como templos, Iduna Ediciones, 2008; y Las sucesivas puertas, el frágil aire eterno, Bluebird Editions, 2009. Entre los galardones que se le concedieron, recibió el Premio Internacional de Poesía “Nicolás Guillén” 2006. Fue partícipe de Bluebird Editions, un proyecto personal del poeta George Riverón (además diseñador de todos los libros), al cual se unieron el poeta Carlos Pintado y Hernández Medina, con la intención de publicar libros de escritores cubanos en los Estados Unidos.

El nombre de Heriberto Hernández Medina inevitablemente ha de asociarse al movimiento poético que se dio en Santa Clara en la segunda mitad de los 80 y del que participaron escritores como Arístides Vega, Bertha Caluff, Joaquín Cabezas de León, Frank Abel Dopico y  Emma Artiles,  por solo mencionar algunas figuras. Desde que conocí su poesía, no recuerdo bien si gracias a la trovadora Tania Moreno o a Bladimir Zamora, pero que sí tengo claro fueron las primeras personas que me recomendaron leerlo, sentí que en el discurso poético de Heriberto Hernández Medina, pletórico en metáforas y largos versos, había una angustia siempre soterrada y que tal vez fue la que lo llevó a suicidarse en el 2012.

Hoy, al dedicar estas líneas de Miradas Desde Adentro a la memoria de Heriberto Hernández Medina y reproducir aquí algunos de sus poemas, lo hago sobre todo pensando en los más jóvenes y especialmente en una amiga que a tono con sus 26 años y desde su condición de hacedora de versos y narraciones, es arrogante y transgresora y me pregunta que si los poetas de la generación de los 80 que estoy sacando en este espacio son solo míos o dónde están ocultos, porque la promoción literaria a la que ella pertenece, muchachos y muchachas nacidos en los 90 y formados o deformados con las clases de videos, maestros emergentes y profesores generales integrales,  los desconoce. Me río ante la interrogante y le respondo con la consabida y antigua frase que sirviese de título a un viejo libro de Aldo Baroni: Cuba, país de poca memoria.

Poemas de Heriberto Hernández Medina

FÁBULA DEL DELFÍN Y LA SOMBRA DEL PÁJARO

Sentado entre dos muertos, la sombra del pájaro en vuelo convertida,

…………………./sombra sobre la sombra;

……como herida sentado entre dos muertos: la cerveza espuma oleada

…………………./sobre el pecho

……y a nuestro lado dos muertos punzando los rostros de la conversación.

La verdad no es el vuelo del pájaro, es el plumaje penetrando la

…………………./ambigüedad del canto,

……el canto como un pequeño ruido acuchillado en el vacío del pecho.

En la jarra de los bebedores, la espuma de la cerveza como la voz del

…………………./niño que entre dos muertes canta,

……es un ahuecamiento que va el doblez bordeando,

……un penetrar lento del plumaje en la oscura sordidez del sonido.

Viene el volatinero con las palabras del último golpearse,

……del último secreto impulso de estar ciego.

Todos alguna vez vimos su risa azul y el azul tras la risa del que sabe

…………………./que ha recibido la última noticia;

……es el pañuelo, la estrella plateada en el pañuelo que ha lanzado el delfín,

…………………./ahora busca en el agua la hendidura por la que ha de escapar,

……pero el niño ha dejado ya de abrirse el pecho, comienza a juntar

…………………./los fragmentos del salto,

……pero ha vuelto a saltar y la vidriera se quiebra, cae como una lluvia

…………………./de sal sobre los ojos.

Los bebedores alzan las jarras, beben largos sorbos de cerveza y de muerte,

……pero la canción ha cesado, el niño va guardando junto a su pecho

…………………./los vidrios de colores,

……pero el delfín ha vuelto a saltar: cruza el pájaro,

……la sombra del pájaro en vuelo convertida,

……pero el delfín ha vuelto a saltar

……y el niño está tendido junto al agua con el pecho cubierto de hojas secas.

Cruza el pájaro, la verdad no es su sombra.

LAS PAREDES DE VIDRIO

En este cuarto pesa demasiado la luz,

……las sombras son blanquísimas

……y no se pueden abrir las ventanas si aun no ha amanecido.

Una muchacha muy triste no podría sumergirse en las aguas,

……bordearlas,

……o decir que escucha una música transparente y muy húmeda.

Aquí no puede uno disfrazarse de ángel,

……no basta desnudarse.

A la mesa no pueden sentarse todos los que a veces no escuchan,

……no habrá comidas sobre manteles blancos,

……no vendrán juglares, ni citaristas, ni pájaros, ni peces.

La muchacha que estará tendida muy cerca de nosotros

……podrá estar desnuda, podrá estar dormida en la hierba

……o estar aun más desnuda si no se siente sola:

……pero nunca podría dividirse,

……pero no podría volar o ser una muchacha turbia,

……o tener nuestro pecho para decir que sueña;

……no podría soñar que habita un caracol y que a veces se pierde.

En este cuarto las sombras son muy blancas,

……algún día pudiesen pensar que son las nuestras y pedirles que canten,

……que se dejen caer.

Se pudiese pensar que a veces no dormimos,

……pero de hablar del insomnio,

……eso puede impulsarnos a decir que la noche es un borde estrechísimo

……en el que solo se puede estar de espaldas.

Aquí alguna vez se habló de ciervos y figuras que lanzaban unas flechas muy curvas;

……pero todos pensaban en la música,

……pero todos querían animales más dóciles, figuras más heladas.

Una mañana trajeron una piedra,

……la pusieron muy alto, tan alto que a veces se volvía;

……nunca más pensamos en estar muy solos, muy oscuros,

……en tener unas ganas terribles de morder,

……un árbol parecido a esa forma en que a veces callábamos.

Entonces pensamos vender nuestra sonrisa,

……pero quién puede comprar algo que se deshace,

……pero quién puede morirse de tristeza con la sombra tan blanca.

En este cuarto pesa demasiado la luz,

……basta volverse,

……puede ser fácil soñar que estamos solos,

……que abrimos la ventana y nadie nos empuja, o nos recuerda

……lo dulce que fuera despeñarse.

Así, tan ebrios, pudiéramos pensar que somos los más desmemoriados

……y salir con el pecho del suicida, con la caja del músico;

……entonces estaríamos tranquilos

……aunque nadie contara que volvimos muy sucios,

……derribamos los muros, rompimos los pisos

……y gritamos a todos que la ventana fue una mentira

……muy dulce, muy azul;

……aunque nadie contara que tuvimos un poco de miedo,

……que el espejo

……empezaba a mostrarnos las sombras más oscuras.

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