A propósito de rock de Hungría: Ringasd El Magad
Felipe Morfa, uno de los directores de programas radiales de música que más respeto, en virtud de su buen gusto, sentido de búsqueda en cuanto a grabaciones del pasado y del presente, así como por la defensa que hace de la promoción de la música cubana al margen del sitio donde se haya registrado, ha prometido pasarme toda la discografía de Locomotiv GT. Es casi seguro que dicho ensamble poco o nada represente para las nuevas generaciones de melómanos cubanos, pero para los que andamos por la media rueda y gustamos del rock, esa banda húngara es parte de nuestra memoria sonora.
Nombres como Five Moto Rock, Kati Kovacs, Fonograf y los aludidos Locomotiv GT se dieron a conocer en Cuba durante los 70. Tuve la dicha de asistir a las presentaciones de LGT siempre que nos visitó y en particular, tengo grabada en la mente dos de sus conciertos aquí. Uno, el efectuado en el Kart Marx ante un público que repletó el teatro, y otro, llevado a cabo en el Cristino Naranjo, con una audiencia reducida y menos interesada en la propuesta sonora, pero eso sí, con una oferta de comida y cerveza abundantes, y al que pude ir gracias a mi amiga Nancy, compañera del preuniversitario en el que yo estudiaba entonces, que me cedió las invitaciones dadas a sus padres.
Del grupo encabezado por Gábor Presser evoco una pieza como «Lady of the night», tema grabado en inglés pues la banda editó varios discos en dicho idioma con el fin de penetrar el mercado estadounidense y el británico, país este donde la agrupación llegó a interactuar con el legendario Jack Bruce, quien intervino como invitado en un LP de la formación. Ahora bien, sin discusión alguna el corte más popular de LGT en Cuba fue «Ringasd El Magad», que entre nosotros se coreó hasta el cansancio.
Por la ya lejana época, entre los más duchos en materia de rock por acá, con frecuencia Locomotiv GT era comparado con otros compatriotas suyos, el grupo denominado Omega. Cultores de un rock progresivo que en etapas se tornó más o menos cercano al hard rock, lamentablemente este ensamble icónico de la escena underground húngara, nunca vino a Cuba y sus grabaciones solo circularon entre unos pocos afortunados.
Según el criterio de los especialistas, el período de los años 70 resulta el momento de mayor esplendor para el rock en Hungría, dada la coexistencia de bandas como las mencionadas LGT y Omega, junto a otras como Edda, Piramis, Cartago y Solaris. En semejante listado de grupos, Omega es valorada como todo un símbolo. Con cerca de 20 álbumes publicados, los líderes del ensamble han sido László Benkő (cantante, pianista y flautista) y János Kóbor (vocalista y guitarrista). Entre sus producciones fonográficas de mayor interés, yo mencionaría Omega Red Star from Hungary y 10000 lépés, al que pertenece su canción más conocida internacionalmente, «Gyöngyhajú lány», versionada en la década de los 90 por los alemanes de Scorpions con el título de «White Dove».
Un colectivo clásico del mejor rock húngaro de todos los tiempos es Edda, también conocido como Edda Művek. Con más de cinco millones de ejemplares de su discografía vendida en Europa, ellos son valorados en su país natal como una banda de culto. A lo largo de su historia, numerosos integrantes han pasado por las filas de la agrupación, en la que la columna vertebral ha sido el vocalista Attila Pataky. Su debut fonográfico se produce en 1980, con el LP nombrado Edda Művek 1, de notable éxito en Hungría. Su disco más reciente data de 2012 y lleva por nombre Inog a világ (El mundo se tambalea).
Si bien tras el derrumbe del socialismo en las naciones de Europa del Este, para nosotros se ha tornado muy difícil acceder a lo que en materia no solo de música sino de cultura en general acontece en un sitio como el país magiar, de cuando en vez algo nos llega. Así, para los interesados en materia de rock sugiero buscar grabaciones de grupos húngaros de los últimos tiempos, como por ejemplo, Intim Torna Illegál (ITI), cultores de un sonido aproximado al del rock alternativo y al menos con dos discos que yo conozca: Cirkusz y Kísérlet; y Turbo, interesantísimo ensamble de rock psicodélico progresivo, como se evidencia al escuchar sus CDs Vol1 y Lost Measure.
Con nombres y textos de melodías impronunciables, dado lo complejo del idioma, ello no es óbice para no indagar por lo que en rock y metal se hace hoy en Hungría pues nadie sabe si por ahí nos pudiéramos encontrar con el equivalente de lo que en su momento fue «Ringasd El Magad».