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Polémica sobre autoría del Himno Nacional de Cuba

Polémica sobre autoría del Himno Nacional de Cuba

Recientes investigaciones en el ámbito de la jurisprudencia y que utilizanherramientas analíticas de la teoría feminista del Derecho, apuntan al hecho de que muy probablemente el himno nacional cubano no sea solo una creación de Perucho Figueredo sino que el mismo es resultado de una coautoría con su esposa Isabel Vázquez. Por el interés que el asunto posee, se reproduce a continuación un texto del destacado ensayista y abogado Julio César Guanche.

Sin afrenta y sin oprobio. La Bayamesa, el himno nacional de Cuba

Por Julio César Guanche

En la tradición revolucionaria francesa la República se representa como mujer. Así aparece en el poema La curée, de Auguste Barbier y en la boutade de BrigitteBardot con sus senos más enhiestos que la Historia. En el cuadro de Delacroix, una de las más famosas alegorías a la libertad republicana, la mujer lleva un gorro frigio, anuncia entre cadáveres, y en medio de la luz, el camino de la liberación, porta una enseña tricolor y responde al nombre de Marianne.

No es un hecho universal. La república estadounidense aparece normalmente referida, en masculino, a las figuras de sus “padres fundadores”. Cuando aparece como mujer, no lleva gorro frigio. Una República que nació conservando la esclavitud no podía usar el símbolo de los esclavos manumitidos romanos —el gorro píleo—, ni el usado como símbolo de libertad en Grecia —el gorro frigio—.

El origen del término “Marianne” cuenta con varias teorías. Se ha ubicado en una canción popular o en el calificativo peyorativo dado por la aristocracia a las campesinas pobres francesas. Una versión académica sugiere que fue atribuido a los seguidores de Juan de Mariana, jesuita que justificó el tiranicidio cuando el monarca violase los compromisos de actuar en justicia ante su grey. [1]

Si el origen es difícil de determinar, su significado revolucionario está fuera de duda.

La Marianne fue el rostro del socialismo obrero revolucionario, que sabía que la República se completaba solo si se aliaba a la imaginación simbolizada en el primero de mayo.

La Marianne fue también símbolo de la hermosa y sufrida república española.

Recientemente, usando la alegoría, Banskyle espetó un graffiti a la embajada francesa en Londres, en honor a los refugiados expulsados a la fuerza de Calais.

La Marsellesa, de Rouget de Lisle, sincroniza con esa lógica. Aunque recordaba el fantasma en la habitación —el incorruptible Robespierre—, la República no podía renunciar a su herencia jacobina. La reacción thermidoriana intentó sustituirla. Napoleón debió hacer malabares con ella.

En contraste, fue el himno de los socialdemócratas alemanes y de los socialdemócratas austríacos de 1890, y se vieron mariannes en la Comuna de París. Cientos de mujeres marcharon por la rue de Rivoli, con tambores y cornetas gritando “¡Viva la República!”, o pasaron por el Quai de Passy cantando La Marsellesa mientras gritaban “¡Viva la República, Viva la Comuna!”

La Marsellesa parece que canta a la mujer, pero loa el valor colectivo de una ciudad clave en 1789. Fue escrito como himno regional y devino el coro de la libertad de un pueblo.

El cine francés ha sabido representar ese hecho colectivo. Jean Renoir filmó una secuencia en la que milicianos la cantan en camino hacia París y cifra así el tamaño de la epopeya.  Casablanca la erigió en símbolo mundial de la resistencia antifascista. En La vie en rose una niña —vendedora callejera de feria— la canta en modo incorruptible. El musical Los Miserables le hace honor al gran Víctor Hugo.

En la novela original tenía que ser Gavroche quien cantase los “versos de La Marsellesa interpretados a su manera”. Gavroche, no por casualidad, es la inspiración del niño con pistolas en el cuadro romántico de Delacroix, que refiere a la saga revolucionaria francesa de 1830.

La imagen de la república cubana siempre ha sido una mujer. Cuba también tiene su Marianne, pero símbolo colectivo como es, puede llamarse Canducha, Rosa, Yaya, Adriana o Isabel. Y, faltaba más, Mariana. Y por tener su propia La Marsellesa, tiene nada menos que cuatro La Bayamesa.

Las mujeres de la República cubana

Canducha se llamaba Candelaria. Era una de los once hijos que tuvieron Pedro
—Perucho— Figueredo e Isabel Vázquez, una de las tantas familias pudientes que lo entregaron todo por la independencia. Canducha fue la abanderada en la toma de Bayamo. Desfiló con 16 años por la ciudad liberada, con gorro frigio, vestido blanco y enseña tricolor. Luego, tuvo que esconderse por meses en el monte alimentándose apenas de frutas. Hecha prisionera en Manzanillo, sabiendo sus captores sobre su parentesco con Perucho, le preguntaron si no tenía en esa localidad alguien que la ayudase. Ella respondió: “¡Yo soy una bayamesa!”. Permaneció sin comer y sin beber el agua podrida que le pusieron en la celda.

Adriana del Castillo, su prima, fue violada en grupo a sus 17 años por voluntarios españoles, con saña descomunal. Muy probablemente, Adriana lideraba el grupo de “varias bayamesas” que habían firmado un llamamiento encendido a la juventud de Bayamo para armarse y luchar por los “códigos sagrados de libertad e independencia”. Ese texto terminaba con el “Allonsenfants de la patrie / le jour de gloireestarrivé”, de La Marsellesa.

Adriana era hija de Luz Vázquez, una beldad a la que su esposo Francisco Castillo Moreno le dedicó «La Bayamesa» (junto a Céspedes, su primo hermano, y Fornaris). Es la primera canción trovadoresca de la historia cubana.

Luz es también una de las grandes heroínas olvidadas de la historia independentista en América Latina. Quemó su mansión para que Bayamo cayera de vuelta en manos españolas solo convertida en cenizas. Apoyó a su esposo y a su hijo Francisco cuando se fueron a la guerra de 1868. En ella murieron dos de sus hijos, su hija Lucila enfermó de tuberculosis y acaso llegó a saber que hasta el cadáver de Adriana, su primogénita, fue mancillado por los voluntarios. [2]

Yaya, la madre de Tomás Estrada Palma, al cumplir 80 años llevaba ya tres años en la hosca contienda mambisa. Fue hecha prisionera. Después de días de caminata, con lluvia torrencial, el jefe de la tropa, hastiado de la insolencia de la “vieja”, ordenó despacharla. El que recibió la orden no se atrevió a asesinarla, pero abandonó a la bayamesa en el bosque, que sobrevivió comiendo frutas y raíces y esperó para morirse hasta encontrarse con su hijo.

Rosa Castellanos, negra, esclava emancipada, guerrera y enfermera, fue apodada “Rosa la bayamesa”. Al entierro de la mítica revolucionaria acudieron miles de personas en agradecimiento fervoroso a sus servicios a la patria de los cubanos.

La “madre de la patria” se llama —la justicia poética existe— Mariana Grajales, ella misma una guerrera y madre de la estirpe de los Maceo, que no solo daban machete, según se suele rebajar su aporte. Antonio lo sabía todo sobre la doctrina, antiesclavista y antirracista, de los derechos del hombre. José cuidaba la banda de música de su Estado Mayor como su “niña bonita”.

Ocurrió en toda Cuba, no solo en Bayamo. Caridad Bravo y sus hijas, holguineras “de color”, operaron a Rius Rivera con una tijera de costuras y una horquilla de peinado, y le salvaron la vida. Hazañas de todo tipo hizo Isabel Rubio. En los 1930, cuando Pablo de la TorrienteBrau quiso poner un ejemplo de cubana con servicio ejemplar a la República escogió a una maestra, de quien dijo: “Elena Soto Planas sí es una bayamesa”.

Un cronista español, Pirala, se rindió a la admiración por las cubanas en la Guerra Grande:

“Ellas han hecho la insurrección de Cuba, levantando el ánimo de los hombres, hablando sin ambages, sin embozo y sin miedo. Ellas echaban en cara a los españoles sus desmanes y hablaban a los cubanos de sus derechos menospreciados y de sus deberes, empujándolos a su puesto en el combate y compartiendo con ellos los azares de la lucha.”

Sindo Garay tituló «Mujer Bayamesa» su celebérrima canción, que muchos conocen solo como «La Bayamesa». Es otro acto de justicia poética: es acaso el tema más cantado de la historia de la trova cubana. La canción —la preferida del genial Gumersindo— fue la que entonó en su entierro el dúo entonces más famoso de trovadores, acompañados por un coro popular de cientos de voces. Ese tema dice que la mujer bayamesa «si siente de la patria el grito, / todo lo deja, todo lo quema, / ese es su lema, su religión.»

Oígase, por favor, por el propio Sindo, terror de los trovadores por la exigencia que imponía en su interpretación.

«La Bayamesa» canta la creación por parte del pueblo cubano de su nación y especifica que Cuba decidió ser, al mismo tiempo, una nación, una democracia y una república.

No es casualidad. Paul Estrade lo ha asegurado así: «donde realmente irrumpieron en Cuba las ideas de la Revolución Francesa de 1789, fue en las filas de los revolucionarios de Yara y Guáimaro.»

Lo había dicho, formalmente, Céspedes, coautor de la primera «La Bayamesa»:

«Cuba ha contraído, en el acto de empeñar la lucha contra el opresor, el solemne compromiso de consumar su independencia o perecer en la demanda: en el acto de darse un gobierno democrático, el de ser republicana.»

«La Bayamesa», por «La Marsellesa». El himno nacional cubano

En 1851 fue fundada en Bayamo la sociedad cultural La Filarmónica, por Perucho Figueredo y Carlos Manuel de Céspedes. Entre sus miembros estaban Juan Clemente Zenea, José Fornaris, José Joaquín Palma y José María Izaguirre.

Esta es una historia breve de ese último grupo. Zenea diría: «Yo soy republicano desde que tengo uso de razón, y por eso conozco que la tolerancia es la primera virtud democrática».

Zenea fue fusilado en La Cabaña a manos del poder colonial. Fornaris estuvo preso por conspirador y compiló cuanta poesía cubana se encontró. Fue el precursor del siboneyismo —que hoy mueve a sonrisa, pero en su momento fue una búsqueda “antropológica” de lo cubano—. Algunos le atribuyen a Palma los versos que sobre «La Bayamesa» de Castillo/Fornaris/Céspedes los mambises improvisaban en la manigua, y es también el autor del Himno Nacional de Guatemala. “La República Cubana”, la alegoría de la Marianne antiesclavista hecha especialmente para la revolución de Cuba, ocupaba un testero de honor en el colegio de José María Izaguirre en Guatemala.

Con ese clima intelectual, nada raro tenía que Francisco Maceo Osorio le pidiese a Perucho Figueredo que compusiera «La Marsellesa de Cuba». Figueredo y Maceo Osorio eran “acérrimos enemigos; y el odio que se tenían era tal, que al encontrarse en la calle se dirigían insultos a manera de saludos”, pero tenían algo más importante que hacer.

Figueredo, como Maceo Osorio y Francisco Vicente Aguilera, eran destacados masones. En América Latina, y en Cuba, la masonería fue uno de los grandes vehículos de circulación de la ideología republicana. Masones fueron también los creadores de la bandera y el escudo nacionales. [3]

Cirilo Villaverde —autor de Cecilia Valdés, la novela nacional cubana por excelencia del XIX— explicó con precisión el contenido republicano de la bandera. Otra descripción similar presenta así el triángulo presente en ella: «Uno de sus lados es la Libertad, otro la Igualdad, y el tercero la Fraternidad. La base del triángulo cubano es la República; el vértice la abolición de la esclavitud».

El escudo cubano, desde su origen hasta hoy, siempre ha estado presidido por un gorro frigio, o más específicamente, píleo.

Perucho Figueredo tituló su obra «La bayamesa». Con ese nombre lo publicó Martí, dos veces, en Patria. Así aparece titulado en el único autógrafo firmado por Perucho conservado hasta hoy. Cualquier otro escrito debió hacerse cenizas en Bayamo. Perucho e Isabel también quemaron su casa.

Un país no nace sin memoria

El Apóstol repitió el sugestivo, pero falso, mito patriótico de que Perucho escribió el himno sobre su caballo Pajarito a instancias de una multitud enardecida.

La música y la letra del himno existían desde antes del 10 de octubre de 1868. Pero Martí supo recoger, entre varios himnos patrióticos que habían llamado al combate en la Guerra Grande, el que la memoria popular había hecho suyo en las “opuestas regiones” de Oriente y Occidente. (Similar trabajo de memoria, en aras de construir unidad patriótica, es su compilación Los poetas de la guerra). Martí citó el parentesco de «La Bayamesa» con «La Marsellesa», y publicó «La Borinqueña», también familia espiritual del actual himno nacional francés.

Martí y Perucho sabrían, en carne propia, que “morir por la patria es vivir”.

Ese verso de «La Bayamesa» hunde sus raíces en la historia milenaria de preferir la muerte al despotismo y a la opresión, y luego, en la tradición del culto a la patria como bien supremo. Se trata de la noción republicana de la patria: el lugar donde se nace, pero también donde se es libre. Martí, desde muy joven, la había consagrado en el drama Abdala.

El suicidio heroico hace parte de esa tradición. Como el de Goujon, “joven héroe y mártir de la democracia”, “glorioso defensor de la justicia y de la igualdad”, que en medio de la Revolución francesa dejó escrito sobre la Constitución de la Igualdad, antes de asestarse con mano firme a sí mismo una puñalada: «¡Yo había jurado defenderla y morir por ella; muero contento por no haber traicionado mi juramento (…) Yo moriré sin haber faltado a mi deber».

Con razón, se ha escrito tanto sobre la presencia de la muerte y del suicidio en Martí. «No se concibe el heroísmo sin un profundo amor a la vida y un diálogo valiente con la muerte», ha escrito Roberto Fernández Retamar sobre Haydee Santamaría.

Para la época de Perucho, el nacionalismo romántico había concebido que la patria, o la matria, se alimenta del sacrificio voluntario de sus hijos en bien de la comunidad nacional. [4]

Martí murió en combate, pero antes vaticinó que moriría de «cara al sol», como en efecto sucedió, dramatizando su propia muerte. Perucho fue fusilado repitiendo su propio verso. Como sucede con el cadáver de García Lorca, tampoco se ha podido ubicar donde yace el cuerpo del autor del himno cubano.

Lezama conocía el parentesco de «La Marsellesa» con «La Bayamesa». Registró su potencia hablando del océano: “esa inmensidad salada donde intuimos peces, tridentes, sargazos y náufragos de diversas estirpes, todos en el coro, con sus pulmones y carrillos inflados, porque cantan o «La Bayamesa» o «La Marsellesa» o cualquier inspirado himno del ahogado.” Era su homenaje al republicano Lorca —masón, rojo y maricón—, que supo «que la sexta luna huyó torrente arriba, y que el mar recordó ¡de pronto! los nombres de todos sus ahogados».

Sindo Garay también lo sabía, a su modo: «Yo le canto al amor, a la mujer, a la patria y a la muerte.»

Isabel, Adriana y el himno de todos los cubanos

Isabel Vázquez es una Marianne, pero se sabe más de su esposo Perucho, que llegó a ser jefe de estado mayor del Ejército Libertador. Al caer prisionero, para burlarse de él, que ya no podía caminar, lo montaron en un burro, camino al paredón. Perucho, otrora líder chispeante de las tertulias intelectuales en su casa, replicó de inmediato: “No seré el primer redentor que cabalgue sobre un asno”.

Fue fusilado al lado de su hijo Ignacio.

Días antes de morir, Perucho le escribió a Isabel:

«Hoy se ha celebrado consejo de guerra para juzgarme y, como el resultado no me puede ser dudoso, me apresuro a escribirte para aconsejarte la más cristiana resignación (…) la última súplica pues, que te hago, es que trates de vivir y no dejes huérfanos a nuestros hijos (…) en el cielo nos veremos y mientras tanto, no olvides en tus oraciones a tu esposo que te ama». [5]

Isabel era hermana, se ha dicho que gemela, de Luz Vázquez. Compartían la belleza, y la finísima y amplia cultura familiar, notoria incluso en un medio tan culto y conectado con el mundo como el Bayamo de esa época. Como su hija Candelaria, pudo salir al exilio. Murió en 1873 y fue enterrada en Cayo Hueso.

Castillo le dedicó a su esposa Luz la primera «La bayamesa», pero Isabel parece haber escrito junto a su esposo Perucho «La bayamesa», el actual himno nacional cubano.

Dos de las hijas del matrimonio Figueredo Vázquez se casaron con la familia de Carlos Manuel de Céspedes. Eulalia se casó con Carlos Manuel (Carlitos) de Céspedes y Céspedes (1840-1915). Este, hijo mayor de Carlos Manuel, contó en el periódico veracruzano Diario Comercial, con fecha 5 de noviembre de 1897, la forma en que fue redactada «La bayamesa»/actual himno nacional:

«Recuerdo que un día del mes de marzo de 1868, estábamos sentados en la sala de la casa de vivienda del ingenio Las Mangas, […], su dueño Pedro Figueredo, su esposa Isabel Vázquez, su hija Eulalia y yo, que ya teníamos la música y solo faltaban las palabras, que Isabel, su esposa, adaptó a los incipientes compases de Figueredo, que no era poeta, mientras que su esposa y mi inolvidable suegra, Isabelita, componía muy bonitos versos patrióticos, de los cuales aún recuerdan algunos, sus hijos. […]».

El historiador Mario Cobas-Sanz en un documentado estudio concluye que: «Si otorgamos valor probatorio a lo declarado por Céspedes de Céspedes tenemos que admitir que Isabel Vázquez también es autora del Himno.» [6]

Perucho le pidió a Isabel que tratase “de vivir”. Pero los cubanos de hoy hemos sido incapaces de reconocer su vida, su historia y su participación en la redacción del Himno.

El Anteproyecto de Constitución, actualmente en debate, no llama correctamente  a «La Bayamesa» por su nombre. Le llama himno de Bayamo, como si «La marsellesa» pudiese ser algún “Himno de Marsella”. Tampoco lo hace la Constitución vigente. [7]

El cine cubano ha legado memorables escenas de «La Bayamesa»/actual himno nacional. En Clandestinos de Fernando Pérez (1987), la cantan los revolucionarios en prisión. En dicha cárcel, irán a la huelga de hambre dispuestos a morir por la Patria. En Santa y Andrés de Carlos Lechuga (2016) la canta el poeta que no quiere “vivir en oprobio sumido”. [8]

En ambas escenas, todos se entregan al himno de Perucho e Isabel, el himno de todos los cubanos.

Es el mismo himno que había cubierto el cadáver de Adriana del Castillo —la sobrina de Isabel y Perucho— tal como la describieron patriotas memoriosos en su honor:

«Ha sido infortunada, ha sido mártir; pero no están manchados su corazón ni su memoria. La compadecemos y la lloramos, pero besaríamos su cadáver con el respeto debido á la majestad y á la desgracia. Víctimas como ella solo avergüenzan al infame vencedor. No ha sido la primer cubana, ni por desgracia será tampoco la última que sucumba de ese modo; pero nosotros sucumbiremos también, si no somos bastante fuertes para vengarlas á todas. (…) La iniquidad de que acaba de ser víctima Adriana del Castillo sólo servirá para que se alce más pronto sobre los cadáveres de enemigos tan soeces la gloriosa república de Cuba.» [9]

«La Bayamesa» los cubre a todos porque tiene una ideología muy específica. Así la presentó Martí en Patria:

«Patria publica hoy, para que lo entonen todos los labios y lo guarden todos los hogares; para que corran de pena y de amor, las lágrimas de los que lo oyeron en el combate sublime por primera vez. Para que espolee la sangre en las venas juveniles, el himno a cuyos acordes, en la hora más bella y solemne de nuestra patria, se alzó el decoro dormido en el pecho de los hombres. ¡Todavía se tiembla de recordar aquella escena maravillosa!».

Es la doctrina contenida en la frase más radical de toda la historia de Cuba: «Con todos y para el bien de todos».

Es la forma política del amor triunfante, aquella que une nación, democracia y república.

NOTAS

[1] Florence Gauthier: “La teoría política del padre Juan de Mariana generó un vínculo entre los pensadores de la Revolución francesa. Mariana, que era español, desarrolló la idea del tiranicidio y del derecho a la resistencia a la opresión. Hay algo muy notable en la teoría política de este jesuita español, que vivió a caballo entre los siglos XVI y XVII, y fue su nombre el que pasó a Marianne, convertida en símbolo de la república revolucionaria. Y ese vínculo traía su origen en el hecho de que, en la teoría política del Padre Mariana, desempeñó un papel fundamental la confianza en el pueblo, y la confianza en el pueblo lleva a la soberanía popular, a una soberanía no entendida retóricamente, sino de forma efectiva y consecuente.”

[2] Esta versión de la muerte de Adriana del Castillo aparece en Los confinados a Fernando Poo. Impresiones de un viage a Guinea, de Francisco Javier Balmaseda, Nueva York, Imprenta de la Revolución, 1869, pp. 86 y ss. Otras versiones aseguran que Adriana del Castillo murió de fiebre tifoidea. Según esa versión, Adriana, al morir, cantaba «La Bayamesa», actual Himno Nacional. Así lo asegura el Dr. Eduardo Torres Cuevas. De este mismo modo, aparece también en Mambisas. RebelWomen in Nineteenth-Century Cuba, de Teresa Prados-Torreira, UniversityPress of Florida, 2005.

[3] Para investigaciones recientes, eruditas, acerca del origen de los actuales bandera y escudo nacionales. Ver aquí y aquí, respectivamente.

[4] Agradezco esta referencia a Gustavo Buster.

[5] Parte lo que aquí se dice sobre Isabel Vázquez aparece recreado en este texto.

[6] Eduardo Torres Cuevas aporta otra explicación sobre este punto: «Poco después, el 24 de julio, día de la celebración de Santa Cristina, tuvo lugar una reunión en el domicilio de Pedro Figueredo, a la que asistieron los principales conspiradores de la región. En la misma, el propio autor y anfitrión ejecutó en el piano la pieza musical y su esposa, Isabel Vázquez, interpretó la letra. Años después, uno de los asistentes introdujo la novedad de atribuirle la letra del himno a Isabel Vázquez. No es de dudar que dada la relación que tenían ambos esposos, Figueredo haya consultado o escuchado alguna que otra sugerencia de Isabel. Aunque la intención del testigo, Carlos Manuel de Céspedes y de Céspedes, hijo del Padre de la Patria y esposo de una de las hijas de Figueredo, no parece ser más que un desconocimiento de las interpretaciones anteriores que había tenido la marcha patriótica, sirvió para nuevas y extrañas especulaciones. Nuevamente la intriga funcionó en aras de disminuir el valor de una de las más bellas figuras de la historia revolucionaria cubana.»

Permítaseme aquí extenderme.

La historia de la cita completa sobre el testimonio de Carlitos de Céspedes y Céspedes involucra a otro testigo, Ángel Figueredo Vázquez, hijo de Perucho e Isabel: “Modesto Arquímedes Tirado Avilés, comandante del ejército libertador, primer historiador en propiedad de la ciudad de Manzanillo, quien tuvo la oportunidad de conocer a Ángel Figueredo Vázquez, hijo de Pedro Figueredo Cisneros, cita en el tomo I de sus Efemérides de Manzanillo estas palabras del descendiente del ilustre bayamés: ´Mi padre compuso el Himno algunos meses antes de estallar la guerra del 1868, y lo ejecutó por primera vez al piano en el mes de marzo de ese año´. El mismo Ángel Figueredo, proporcionó a Tirado un recorte del periódico veracruzano, Diario Comercial, de fecha 5 de noviembre de 1897, donde Carlos Manuel de Céspedes y Céspedes, primogénito del padre de la patria y esposo de Eulalia, una de las hijas de Isabel y Perucho, rememora cómo se improvisó el Himno: ´Recuerdo que un día del mes de marzo de 1868, estábamos sentados en la sala de la casa de vivienda del ingenio Las Mangas, […], su dueño Pedro Figueredo, su esposa Isabel Vázquez, su hija Eulalia y yo, que había ido allí como comisionado de los conspiradores, hablamos de la situación imperante cuando de repente se levantó Perucho, como cariñosamente llamábamos al autor del himno, y sentándose al piano, que tocaba magistralmente, improvisó una marcha guerrera, que mereció nuestra aprobación. Ya teníamos la música y solo faltaban las palabras, que Isabel, su esposa, adaptó a los incipientes compases de Figueredo, que no era poeta, mientras que su esposa y mi inolvidable suegra, Isabelita, componía muy bonitos versos patrióticos, de los cuales aún recuerdan algunos, sus hijos. […]´. (cita en Tirado Avilés, Modesto Arquímedes. Efemérides de Manzanillo. Ciudad Masó Archivo Histórico de Manzanillo, inédita, t I, págs. 134-136). Sobre lo anterior, considera Mario Cobas Sanz: «Si otorgamos valor probatorio a lo declarado por Céspedes de Céspedes tenemos que admitir que Isabel Vázquez también es autora del Himno». (Mario Cobas Sanz, «La producción artístico-literaria y el ideario separatista en Bayamo en el período1840-1870». Santiago. No. 3 del 2012, págs. 535-564.)

Sobre la base del testimonio del hijo mayor de Céspedes, varias investigadoras del Derecho en Cuba han defendido la coautoría de Isabel Vázquez sobre «La Bayamesa»/actual himno nacional.

Así, lo han hecho, por ejemplo, Yamila González Ferrer y Paloma González Alfonso, desde una lectura que usa herramientas analíticas de la teoría feminista del Derecho:

«¿Cuál era el deber-obligación de una esposa en el siglo XIX amén de los ideales políticos o potencialidades intelectuales? Precisamente el de acompañar, ayudar, estar a disposición de su esposo. Era impensable que en aquella época una esposa pretendiera atribuirse una creación en la que hubiera puesto parte de su intelecto, si aquella surgía en ese acto de apoyo o contribución a su esposo.  Por otra parte los iniciadores del proceso revolucionario cubano, a pesar de su avanzado pensamiento e ideales políticos, no podían escapar a las concepciones patriarcales que caracterizaban ese momento histórico y que lógicamente ellos reproducían.»

(…)

En opinión de estas autoras no cabe duda sobre la autoría de Isabel, ella adaptó las palabras que faltaban y que fue creándolas en el acto, a los incipientes compases de Figueredo. Es decir, creó la letra adaptándola a unos particulares acordes musicales.

«Consideramos que el testimonio hallado impone una relectura de los hechos, una mirada diferente a este importante episodio de nuestra historia. Se impone poner fin al anonimato de Isabel y sacar a la luz su protagonismo.»

«De igual forma, corresponde también valorar el alcance que para el Derecho de Autor tendría la aportación realizada por Isabel, toda vez que habría que considerar el Himno Nacional como una obra en coautoría y específicamente como una colaboración imperfecta en la que según la doctrina especializada son perfectamente desentrañables los aportes realizados por cada una de las partes, dígase letra y música, sin que ello derive en menoscabo de la obra en cuestión, respetándose la naturaleza de la misma, entendiéndose por tanto a Isabel Vázquez y a Perucho Figueredo como autores del Himno Nacional “La Bayamesa”.»

Algo parecido sobre la posición de la mujer, describiendo a Candelaria Figueredo, ha dicho Teresa Prados-Torreira: «Thiscombination of a political position, definedthroughtiesto a malerelative, and a steelypersonal  determinationto be part of therebellioncharacterizes Cuban women’sparticipation in the Ten YearsWar.» En Mambisas. RebelWomen in Nineteenth-Century Cuba, de Teresa Prados-Torreira, UniversityPpress of Florida, 2005, p. 53

De igual modo, la Dra. Caridad Valdés, profesora titular de Derecho Civil de la Universidad de La Habana, considera que este tema ha sido «recién investigado como expresión de la discriminación de género también en el ámbito de la creación». Esta es la cita completa: «No obstante, el concepto de colaboración también se extiende, en sentido amplio, a obras creadas por dos o más personas que aportan contribuciones individualizables, esto es, aportaciones creativas que pueden constituirse per se obras separables del todo común, pero que se fusionan por voluntad de los coautores, ligados por una inspiración que comparten. Aquí el resultado unitario no difumina la distinción entre las diferentes participaciones, que pudieran ser separables sin alterar la naturaleza de la obra. Es el caso (…) de la canción “La Bayamesa”, cuya letra es de José Fornaris y la música corresponde a Francisco Castillo Moreno y Carlos Manuel de Céspedes; o el caso, menos conocido, recién investigado como expresión de la discriminación de género también en el ámbito de la creación, de nuestro propio himno nacional, que siempre se creyó creado en su totalidad por Perucho Figueredo, cuando todo parece indicar que sólo compuso la música, pues la letra fue creada por Isabel Vásquez, su esposa.» [cita al trabajo de Diploma Una mirada de género al derecho de autor del siglo XIX cubano, presentado por Paloma González Alfonso en 2011, en la Universidad de La Habana, con tutoría de Caridad Valdés y Yamila Ferrer]. (Caridad del Carmen Valdés Díaz, “Las obras en colaboración. Introducción y teoría general. Especial referencia a su regulación en la ley cubana de Derecho de autor”, en Obras originales de autoría plural. Carlos Rogel y Caridad Valdés (Directores), Universidad Complutense de Madrid, Madrid, 2012, p. 18)

Incluso si, como asegura Eduardo Torres Cuevas, «Figueredo haya consultado o escuchado alguna que otra sugerencia de Isabel», queda en pie el problema que discuten estas autoras, pues: «En consecuencia, de acuerdo a este tipo de colaboración, como afirma Rodríguez Tapia, “si la aportación de cada autor es diferenciable, existirán, como mínimo, un número de objetos de propiedad intelectual superior en uno al número de autores, pues, cuando menos, serán objeto de derechos cada una de las aportaciones así como la obra común resultante». (Caridad del Carmen Valdés Díaz, ….Idem.)

Algo similar argumenta Darsi Fernández, especialista en derecho de autor: «Todos los aportes a la letra son válidos para considerar coautor a quien los haga siempre que sean efectivamente incluidos o tomados en consideración, aún cuando pueda quedar definido que alguno de los coautores lo es en una medida (porcentualmente) menor que el otro. En esta época [cuando fue redactada “La Bayamesa”/actual himno nacional] aun no existía una Ley de Propiedad Intelectual en Cuba (que tuvo su primera ley de este tipo cuando se promulgó la española de 1879) y probablemente no había tampoco una cultura acerca del tema. Ello, sumado a la cultura patriarcal que sin dudas imperaba en las fechas, es probable que haya hecho permanecer el crédito solo a favor de Perucho. Pero justamente por ello, los análisis históricos posteriores debieron enmendar la consideración de autoría para considerarlo una coautoría.» (Correspondencia con el autor de este texto)

En su libro Canarias y la Independencia de Cuba, Roberto Domínguez sigue esta versión: «En ese hilo, parece indiscutible que su esposa, la poetisa Isabel Vázquez Moreno, lo ayudó a elaborar el vigoroso texto guerrero.»

La argumentación de Torres Cuevas me resulta también plausible. No obstante, es problemático comprender de qué forma la posible coautoría, o al menos las “sugerencias” de Isabel Vázquez en la redacción de «La Bayamesa», pueda ser considerado como acto orientado a “disminuir el valor de una de las más bellas figuras de la historia revolucionaria cubana”. Poner en discusión, sobre la base de fuentes contrastadas, la participación de Isabel Vázquez en dicha redacción, lejos de disminuir la extraordinaria figura de Perucho, puede contribuir críticamente a completar, descolonizar y democratizar algo tan esencial en nuestra historia como lo es, nada menos, el Himno Nacional.

[7] Ver sobre este tema el texto de Pedro de Jesús: Sobre el himno nacional cubano. A propósito del Proyecto de Constitución. Para ampliar ver aquí: Pedro de Jesús. «Lengua y verso en “La Bayamesa”. Aproximación a la tradición discursiva del himno nacional cubano», La Gaceta de Cuba. No. 1 Enero-Febrero, 2017, pp. 35-41.

[8] En un plano similar, «La primera carga al machete» rinde homenaje, en la voz de Pablo Milanés, y con un joven trovador como protagonista, al nexo entre cultura popular y patria cubana. (Además, representa a las bayamesas con banda tricolor en el pelo, golpeadas por esa razón por soldados españoles). La versión —grabada informalmente— de «La bayamesa» de Céspedes, Castillo y Fornaris, de Silvio Rodríguez se concibió también para un proyecto de cine cubano.

[9] Los confinados a Fernando Poo. Impresiones de un viage (sic) a Guinea, de Francisco Javier Balmaseda, Nueva York, Imprenta de la Revolución, 1869, p. 95.

Tomado de

https://oncubanews.com/cuba/sin-afrenta-y-sin-oprobio-la-bayamesa-el-himno-nacional-de-cuba/

De aquí y de allá

De aquí y de allá

En honor de Lydia Cabrera y Édouard Glissant

Americas Society presenta hasta el 12 de enero de 2019 en New York Lydia Cabrera y Édouard Glissant: Trembling Thinking, una exposición que se enfoca en las ideas desarrolladas por los sobresalientes pensadores caribeños, Cabrera (La Habana, 1899-Miami, 1991) y Glissant (Sainte-Marie, Martinica, 1928-París, 2011), organizada en colaboración con la Colección de Patrimonio Cubano de la Universidad de Miami.

Según una nota de la institución neoyorquina, la muestra presenta artistas modernos y contemporáneos cuyas obras responden a las nociones etnográficas, literarias y la multiplicidad cultural defendidas por Cabrera y Glissant.

La exposición está comisariada por Hans Ulrich Obrist, director artístico de Serpentine Galleries, Londres; Gabriela RangeI, curadora en jefe y directora de artes visuales de Americas Society y el artista Asad Raza, con la asistencia de Diana Flatto.

En Trembling Thinking, el legado de Édouard Glissant, cuyas ideas de mondialité abogaban por la diferencia frente a la globalización homogeneizadora, se proyecta en las obras de artistas modernos y contemporáneos. Asimismo, el espectáculo reúne partes del propio proyecto no realizado de Glissant, «Musée du Tout-Monde», con obras de Roberto Matta y Antonio Seguí, colegas de Glissant en París.

Por su parte, en relación con La eminente escritora y etnógrafa cubana Lydia Cabrera, ella es presentada en  la exposición como un puente hacia el reino de la diversidad políglota de la idea de Glissant sobre la mentalidad, que abarca una diversidad relacional.

El programa plantea preguntas sobre el papel de la cultura negra, sus religiones y mitologías, a través de una reconsideración de Lydia Cabrera y su legado intelectual desde la primera publicación de Cuentos negros de Cuba en París en 1936.

Igualmente, incluye las primeras ediciones de Cabrera y Aimé Césaire, cartas a Cabrera de intelectuales como Pierre Verger, Roger Caillois, Roger Bastide y el cubano Guillermo Cabrera Infante, así como fotografías, cuadernos y dibujos relevantes, incluidas las obras de Wifredo Lam de la colección personal de Cabrera.

La exposición también incluye piezas de artistas modernos y contemporáneos que resaltan la conexión intelectual y artística entre Glissant y Cabrera, enfatizando el legado compartido y duradero de los pensadores en el Caribe y en otros lugares.

Premios en Cuba a curadores del Museo Nacional de Bellas Artes

Trabajadores del Museo Nacional de Bellas Artes fueron galardonados con el Premio de Crítica y Curaduría Guy Pérez Cisneros, que en su décimo novena edición dio a conocer los resultados como parte de las actividades centrales de la Jornada por el Día de la cultura cubana.

La exposición Martínez Pedro. El agua por todas partes, le valió el lauro, en la categoría de Exposición Individual, a Israel Castellanos León y Odalys Borges.

Por su parte, Laura Arañó obtuvo Mención por la muestra Jesús de Armas. Drama y Utopía, al igual que Delia María López, por Bicentenario de San Alejandro, en el apartado de Exposición Colectiva.

Igualmente, Israel Castellanos León recibió el Premio de la Crítica en el acápite de Artículo Valorativo por Otras iluminaciones para Marcelo Pogolotti, para la muestra Marcelo Pogolotti. Vanguardia, ideología, sociedad.

Organizado por el Consejo Nacional de las Artes Plásticas, presidieron los jurados en ambas categorías el Presidente de la Sección de Crítica de la UNEAC, Antonio Fernández  Seoane, y la profesora de Historia del Arte de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, Hilda María Rodríguez.

Gran retrospectiva de la obra audiovisual de Ana Mendieta

El museo Jeu de Paume, de París, acogerá por primera vez desde el 16 de octubre la gran retrospectiva de la obra audiovisual de la cubanoamericana Ana Mendieta, Cubierto en tiempo e historia, que reúne 20 obras de imágenes en movimiento y 27 fotografías de la artista.

Considerada como una de las artistas más prolíficas e innovadoras de la era de la posguerra, las recientes exposiciones en Europa dedicadas al trabajo de Mendieta (Berlín, Londres, Praga, Salzburgo, Turín y Umeå) dan testimonio del poder de su visión artística y la influencia de su trabajo en las generaciones de artistas que la siguieron, señala una nota de la institución francesa.

La presentación de la exposición resalta el hecho de que «el trabajo de Ana Mendieta continúa teniendo un fuerte impacto en personas de todas las edades y procedencias».

Durante su breve carrera, de 1971 a 1985, Ana Mendieta produjo una notable obra, que incluye dibujos, instalaciones, performances, fotografías y esculturas.

Aunque resulta mucho menos conocida, su producción de películas y vídeos es particularmente impresionante y prolífica: sus 104 trabajos cinematográficos llevados a cabo entre 1971 y 1981 hacen de nuestra compatriota Ana Mendieta una de las figuras más destacadas en la práctica del arte visual multidisciplinario surgido en los años 70 y 80, considera el Jeu de Paume.

Gracias a una nueva investigación sobre el quehacer de Mendieta en el universo audiovisual, la exposición en el museo parisino reposiciona la imagen en movimiento de la periferia al centro de su trabajo, y se organiza en torno a los temas recurrentes explorados en las películas, incluida la memoria, la historia, cultura, rituales y el paso del tiempo, que a menudo se destilan a través de la relación del cuerpo y la tierra.

La mayoría de las películas de Ana Mendieta tienen lugar en la naturaleza y con frecuencia muestran su interés en los cuatro elementos clásicos: tierra, agua, aire y fuego.

La muestra de la artista cubanoamericana, que estará expuesta hasta el 27 de enero de 2019, ha sido curada por Lynn Lukas y Howard Oransky.

Para su presentación en París, el Jeu de Paume ha contado con la colaboración de la Galería Katherine E. Nash de la Universidad de Minnesota.

La exposición también ha sido posible gracias al apoyo de la Oficina del Decano de la Facultad de Artes Liberales de la Universidad de Minnesota, el National Endowment for the Arts, la Fundación Harlan Boss para las Artes, Kate y Stuart Nielsen, Syma Cheris Cohn, Metropolitan Picture Framing, Epson Corporation y Tierney Brothers Corporation.

Un breve repaso por la vida de esta destacada artista, hace recordar que ella fallece en 1985 en Nueva York y que para dicha fecha, ya Ana Mendieta había dejado un legado que incluye seis grandes retrospectivas en distintos museos del mundo. Para que se tenga una idea de su repercusión, sépase que obras suyas forman parte de 100 colecciones públicas en distintos puntos de la geografía internacional.

Disponibles en Librería Virtual Cuba los títulos del Sello Editorial Ojalá

Ya están disponibles en Librería Virtual Cuba los nuevos títulos del Sello Editorial Ojalá. Estamos felices de saber que ahora La canción en Cuba a cinco voces y Decirlo todo. Políticas culturales (en la Revolución cubana) podrán llegar a cualquier rincón del mundo.

Compartimos con ustedes los enlaces donde podrán encontrarlos:

La canción en Cuba a cinco voces: http://www.libreriavirtualcuba.com/productos.php?producto=412

Decirlo todo. Políticas culturales (en la Revolución cubana):  http://www.libreriavirtualcuba.com/productos.php?producto=413

En el caso de La canción en Cuba a cinco voces, el libro está escrito por Dulcila Cañizares, Marta Valdés, Guillermo Rodríguez Rivera, Margarita Mateo y Joaquín Borges-Triana. Mientras tanto, Decirlo todo. Políticas culturales (en la Revolución cubana), representa la obra póstuma del profesor universitario, ensayista y poeta  Guillermo Rodríguez Rivera.

Retrospectiva en Cuba de la obra de Jesús de Armas

Jesús de Armas ha sido un artista prácticamente desconocido dentro del mapa del arte cubano del siglo XX. Fue un creador de singular significación debido a sus investigaciones acerca de las culturas aborígenes en Cuba, a la que dedicó la mayor parte de su obra.  La revalorización de nuestro pasado precolombino convierte su trabajo en uno de los antecedentes fundamentales de la vertiente artística en la que se entremezclan arte y antropología en la Isla.

Su impronta sobrepasó los límites del dibujo y la pintura, fue también animador y primer director de los Estudios de Animación del ICAIC. Su desempeño como líder artístico del departamento le imprimió un espíritu vanguardista y experimental a la animación en la década del sesenta.

Jesús de Armas: drama y utopía es la segunda retrospectiva en Cuba dedicada a resaltar la obra de este pintor, dibujante y caricaturista,. La exposición abarcará tanto su labor como caricaturista y animador como los dibujos a carboncillo de los años ochenta y noventa.

Según palabras del crítico Antonio Fernández Seoane: «En la exposición JESÚS DE ARMAS: DRAMA Y UTOPÍA, que se presenta hasta el 12 de noviembre próximo en la sala transitoria del segundo nivel del edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes, se expanden -con aquellas señaladas características museográficas llevada a efecto por Yusleidy Llerena, bajo la rectoría curatorial de Laura Arañó- una serie de dibujos bastante poco conocidos por el espectador cubano, realizados en carboncillo entre los años 1987 y 1989, mitad caricaturescos, mitad “crónicas” de alto vuelo artístico, referidos a las historias precolombinas en nuestro archipiélago de las que fue, insisto, un afanado estudioso e investigador. De igual manera sus “Pictografías” en tinta, que refrendan la vida de nuestros nativos: personal representación esta que se vierte en espléndidas imágenes compositivas, “sui géneris” dentro del espectro creativo en nuestra historiografía del arte.»

La resignificación de la obra de Jesús de Armas dentro del entramado del arte cubano es parte de la misión de rescate, conservación y revalorización del patrimonio de las artes visuales en Cuba que realiza el  Museo Nacional de Bellas Artes.

Nuevos éxitos para Camila Cabello

La cantante de origen habanero Camila Cabello encabeza con seis las nominaciones a los premios MTV Europe Music Awards (EMA), atribuidos a los videos más populares en la filial europea de la cadena musical estadounidense, según información de la AFP.

La ceremonia “2018 MTV EMAS” será transmitida en vivo el 4 de noviembre a todo el mundo desde Bilbao, España.

2018 ha sido el momento de consolidación en la carrera de la cantante de 21 años, nacida en el pueblo habanero de Cojímar y  que de niña también vivió en México (su padre es mexicano). Cuando apenas tenía 7 años, su familia decidió trasladarse a Estados Unidos, donde Camila Cabello se educó.

Su superéxito internacional «Havana», el sencillo en el cual la vocalista rinde homenaje a su herencia cubana, alcanzó el primer lugar en el Billboard Hot 100 en enero en Estados Unidos, y lideró las ventas al igual que el álbum que lo incluye, Camila.

A fines de agosto Cabello obtuvo los mayores galardones en los MTV Video Music Awards, los trofeos de los videos musicales más populares en Estados Unidos, consagrándose como artista del año y ganando el premio de mejor video de 2018.

En 2017 Camila Cabello, ex integrante de la banda femenina Fifth Harmony, recibió el premio de mejor artista pop en los MTV EMA.

Siguen a Camila Cabello en el número de nominaciones a los premios MTV Europe Music Awards (EMA), la cantante estadounidense Ariana Grande («No tears left to cry») y el rapero tejano Post Malone (“Rockstar”) con cinco nominaciones cada uno, y luego el rapero canadiense Drake y el artista británico Dua Lipa, cada uno nominado en cuatro categorías.

Por su parte, el cantante Shawn Mendes, también de origen canadiense, aparece nominado tres veces en la lid del certamen.

La votación está abierta al público en el sitio mtvema.com hasta el 3 de noviembre.

Cuarta edición del Festival Mozart Habana

La cuarta edición del Festival Mozart Habana, efectuada entre el 25 y el 28 de octubre, estuvo dedicada a festejar el centenario del notable compositor cubano Alfredo Diez Nieto  con el estreno mundial de su Cuarteto para cuerdas No. 2, interpretada por el Cuarteto de Cuerdas Habana, agrupación conformada por jóvenes instrumentistas.

Cuatro días de músicas varias en estilos, formatos y compositores han sido parte del programa del festival, que para esta ocasión ha estado más enfocado en la música de cámara que en los conciertos de grandes formaciones orquestales, como sucediese en emisiones anteriores del evento.

En el repertorio escogido para la cuarta edición del Festival Mozart Habana figuraron, entre otras,  obras de Terry Riley, Louis Andriessen, Amadeo Roldán, e Igor Stravinsky.

Los tres primeros compositores fueron protagonistas  de una sesión de percusión de trece instrumentistas de Estados Unidos, Holanda y Cuba; mientras que de Stravinsky se interpretó su clásico Historia del soldado, obra estrenada hace cien años.

Otros momentos importantes del Festival Mozart Habana lo representaron la interpretación de la serie de piezas del Genio de Salzburgo, entre las que destacan el Cuarteto Vienese, Te Deum en Do, las sinfonías No. 30 y Concertante para violín y piano, la Serenata No. 12 para vientos, y los Quintetos de cuerdas No. 3 y 4.

Igualmente, el programa del evento abarcó creaciones del ruso Modest Musórgsky y el francés Alexandre Ryd. Las principales sedes del evento fueron el Oratorio San Felipe Neri, el Teatro Martí, la Basílica Menor de San Francisco de Asís, y la Sala Cervantes.

Breves

La Fundación Cintas Knight recién ha entregado sus becas correspondientes al período 2018-2019. Entre los galardonados estuvieron Tomás Esson, en la categoría de artes visuales, Javier Galindo, en arquitectura y diseño, así como Sabrina Peña Young, en composición musical. Por sus contribuciones al arte y la cultura cubanos, la prestigiosa Fundación Cintas Knight también concedió el Premio a la Trayectoria a Juan A. Martínez, Ph.D, profesor emérito en arte e historia del arte en la Universidad Internacional de Florida (FIU).

Por su parte, Lienzos Cubanos, el cortometraje solicitado por el Centro Kennedy en Washington, DC para el festival Artes de Cuba  del pasado mes de mayo, participa en el festival de cine «Doc NYC», de Nueva York . En el filme, el pintor Roger Toledo Bueno  intercambia con artistas como Rocío García, Manuel Mendive, Roberto Diago y Ariamna Contino, conversaciones en las que  debaten sobre sus obras y vidas. Bajo la dirección de Kavery Kaul, el documental será presentado el lunes 12 de noviembre a las 5pm en el cine Cinepolis Chelsea. Para mayor información consultar aquí.

http://www.docnyc.net/film/shorts-the-creative-spark-2/cuban-canvas/

El libro titulado Del arte en Cuba. Esculturas, de la Dra. Llilian Llanes y publicado por Collage Ediciones (sello del Fondo Cubano de Bienes Culturales) acaba de ver la luz. En este texto, la autora nos ofrece un detallado análisis de las obras escultóricas creadas en nuestro país en el período de 1900 a 1930, enriquecido con fotos de archivos e imágenes actuales. Según la nota promocional por la salida al mercado de esta publicación, con su recorrido por autores y estilos, marcados por circunstancias históricas insoslayables, Del arte en Cuba. Esculturas destaca por ser un libro que se preocupa por el pasado, como parte de su mirada al presente y al porvenir de esta manifestación en Cuba.

José Villa Soberón, Premio Nacional de Artes Plásticas, también ha elogiado el reciente libro de la Dra. Llilian Llanes. Él  resalta que esta investigación no solo expone los valores artísticos y una justa apreciación del desarrollo de la escultura cubana en la etapa señalada, sino que incita a su mejor protección como patrimonio de nuestra cultura y a su disfrute como escenario de nuestra historia y entorno cotidiano.

A propósito del interés internacional por el joven cine cubano

A propósito del interés internacional por el joven cine cubano

El interés por la producción audiovisual realizada por las nuevas generaciones de creadores cubanos ha comenzado a trascender las fronteras de Cuba y los naturales límites de eventos como Imago, El Almacén de la Imagen o La Muestra de Cine Joven. En ese nutrido grupo de muchachos y muchachas hacedores de una destacada e inquietante producción fílmica, no son pocos los que ya han conseguido importantes lauros a escala internacional. Por la actualidad del tema y dado que en las ciudades de Montevideo y Buenos Aires será exhibida una muestra de quienes con una mirada renovadora se acercan hoy entre nosotros al documental, la ficción y el animado, a continuación se reproduce un texto de la agencia IPS y que informa detalladamente sobre lo que en materia de la joven cinematografía cubana estará ocurriendo en las capitales de Uruguay y Argentina.

El joven cine cubano tiene una muestra en el sur de América

Por Yaima Leyva Martínez  

El interés por el audiovisual cubano actual se expande por las más disimiles geografías. Lo que está sucediendo hoy con la producción de cortos y largos debidos a una nueva generación de cineastas que han revitalizado el documental, la ficción, la animación e incluso han actualizado las aproximaciones estilísticas tradicionales del cine cubano, despierta la avidez de espectadores en latitudes diversas.

“Cine joven cubano en el Sur” es una muestra que llevará una selección del audiovisual joven de hoy a las capitales de Uruguay y Argentina (Montevideo y Buenos Aires) entre los días 5 y 11 de noviembre. El Centro Cultural de España y el Instituto Escuela Nacional de Bellas Artes de Montevideo, así como el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti y el centro cultural La Manzana de la Luces, ambos en Buenos Aires, serán las sedes de las exhibiciones.

La crítico cubana Maria Nela Lebeque Hay, organizadora principal de la muestra, ha indicado que esta “busca no solo visibilizar una potente producción nacional de cine hecho por jóvenes creadores, sino también ayudarlos a crecer”. De ahí que incluya no solamente piezas terminadas, sino también obras en construcción.

“Cine joven cubano en el Sur” busca, según su declaración de intenciones, “dar a conocer a una generación de cineastas con una fecunda producción fílmica, muchos de ellos premiados a nivel internacional, y generar nuevos escenarios de exhibición y distribución para el joven audiovisual cubano en la región, abriendo así una propuesta de cruces artísticos.”

La presente muestra tiene como antecedente esencial otra celebrada en 2017, que bajo el título de “1ra. Muestra de cine joven cubano de Montevideo” reunió una serie de obras en torno a temas como el género, la niñez, la educación, la política y el cine mismo. El enfoque de esa primera selección era colocar en la palestra la inclinación por la ruptura en el cine cubano reciente, haciendo énfasis en cuestiones temáticas y de estilo que caracterizan su novedad.

Los organizadores consideran que algunos de los antecedentes fundamentales de estas plataformas de divulgación se remontan tan lejos como 1984, cuando se organizara la “Primera semana de cine cubano de Argentina”, seguida por diversos festivales, encuentros, muestras temáticas sobre cine cubano clásico y contemporáneo que en ese país se celebraron bajo la organización del ICAIC, y que en general incluyeron las producciones más conocidas de ese instituto.

Luego, en 2012 el Centro Cultural Rojas, con la curaduría de Yaimelys Acosta y coordinada por Cooperativa Producciones, hizo la “1ra Muestra de cine independiente cubano en Argentina”. Gracias a ella se vieron en ese país obras de realizadores contemporáneos tan diferentes como Karel Ducasse, Jorge Molina, Miguel Coyula, Arturo Infante y Eduardo del Llano, entre otros. Esa muestra tuvo una segunda edición al año siguiente.

Más cerca en el tiempo, en 2016, el cine Gaumont programó una selección de intenciones semejantes, curada por Aylée Ibáñez, que bajo el título “Cuba Siglo XXI” exhibió películas cubanas producidas a partir del año 2000.

En 2017, en los alrededores del 20 de octubre, se celebró también en Buenos Aires un ciclo de cine cubano conformado por películas del ICAIC, de realizadores como Jorge Luis Sánchez, Manuel Pérez y Rogelio París, entre otros.

“Cine joven cubano en el Sur” parte de esos antecedentes para proponer una aproximación que haga evidentes las múltiples direcciones en que los jóvenes cineastas cubanos trabajan ahora mismo.

Es así que su primer programa arranca con una entrevista a Marcel Beltrán, con lo que apuesta por la experimentación como uno de los rasgos centrales de lo más avanzado de la producción audiovisual joven. Beltrán habla en ella de su corto Casa de la noche (2017), un cortometraje que mereciera un premio especial del jurado de la Muestra Joven ICAIC ese año y que ha provocado no poca especulación crítica.

A continuación, la muestra incluye una aproximación al documental más tradicional, no por ello de interés inferior, al proponer el largometraje ¿Qué Remedio? La parranda (2017), dirigido por Daniela Muñoz Barroso, y que tuviera mucho éxito en la Muestra Joven de este mismo año.

Dentro de un apartado que atiende a los discursos de género presentes en el audiovisual de la Isla, el segundo programa reúne el documental Luz para ellas (Celina Escher, 2017), una aproximación documental de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños al universo de una relación lésbica cruzada por la trama particular de la cultura afrocubana.

Ese programa lo complementa la ficción La costurera (Rosa María Rodríguez, 2016), una revisión del tema de la violencia machista desde un tratamiento de cine de horror. Y lo cierra el corto de animación Lavando calzoncillos (Víctor Alfonso Cedeño, 2012), que también apunta a los conflictos que supone la cultura patriarcal, pero ahora desde una sátira aguda.

El tercer programa de “Cine joven cubano en el Sur” reúne un puñado de piezas en torno al tema del viaje, desde tratamientos de ficción y documental. La primera obra es el corto de ficción Día de Changó (Denise Kelm, 2015), otra producción de la EICTV.

Le siguen Dos Islas (Adriana F. Castellanos, 2017), documental autobiográfico donde su realizadora explora su relación tierna y sensible con su abuela, para comprender la experiencia de la anciana como emigrante y colocarla como referente de su propia situación de cubana que habita en Europa.

Además, este programa suma a Ángela (Juan Pablo Daranas, 2018), corto de ficción de Daranas realizado fuera de Cuba, y que refiere la búsqueda de un espacio para sí de una cubana emigrada en Nueva York, y cierra con una pieza en proceso: Papá en la URSS.

Esta última producción, dirigida por José Ángel Pérez Segura, lleva por sinopsis: “Mi padre estudió en la ex Unión Soviética. Él me cuenta sus vivencias; las fotos y los certificados de la época se vuelven testimonio nostálgico.” Pérez Segura, quien estudia en la EICTV justo la especialidad de documental, sigue trabajando en esta pieza de fuerte contenido autobiográfico.

El cuarto programa hace de la experimentación, de la ruptura de los ámbitos convencionales del cine cubano, su centro. En ella se incluyen dos de las piezas más especiales y sorprendentes del último año y medio dentro del audiovisual en Cuba.

La primera, Los perros de Amundsen (Rafael Ramírez, 2017), es la tesis de graduación en la EICTV de este realizador. Ramírez rompe a través de ella las ideas de verosimilitud y verdad referencial habituales del documental cubano, para producir una pieza híbrida, repleta de especulaciones narrativas y de exploraciones formales.

Por su lado, la segunda, El proyecto (Alejandro Alonso Estrella, 2017), es uno de los largos de no ficción que mejor puso en evidencia el estallido de la forma documental nacional en los últimos tiempos. Con ella, Alonso ha hecho un recorrido internacional que lo han llevado a festivales de cine muy exigentes alrededor del mundo.

El programa final, “Héroes de la contemporaneidad”, abraza un asunto inevitable en la Cuba contemporánea, como es la creación de iconos y modelos paradigmáticos, así como de heroicidades aparentemente anodinas.

Abre con Close (2016), corto de animación de Ernesto Piña, y cierra con el documental Héroe de culto (Ernesto Sánchez, 2015), otra de las producciones más interesantes de los últimos tiempos. En ella, el estilo observacional dirige su mirada hacia las efigies de Martí, esa serie vacía de contenido y mucho menos de verdad que suponen los bustos de plástico que adornan sitios públicos y escuelas, los cuales, en su vocación por rememorar y celebrar, acaban invisibilizando a un hombre que es, más que símbolo, aspiración para la Cuba del futuro.

Cierra este capítulo Gloria eterna, el corto de ficción producido en la EICTV con que Yimit Ramírez mereció el galardón máximo en su categoría de la Muestra Joven ICAIC 2018. En él, Julián es un obrero destacado en una sociedad distópica donde el poder es invisible pero premia a los sujetos ejemplares con un reconocimiento duradero aunque definitivo.

Finalmente, “Cine joven cubano en el Sur” incluye tres piezas de DETOUR, festival invitado que atiende al cine nuevo de Uruguay. Estas son Antolín, el último romántico (Josefina Gucci, 2016), Hard to be a Vampire (Christian Orta, 2017) e Irina (Flavia Quartino, Lucía Garibaldi y Patricia Iccardi, 2017).

Ojalá muchas más iniciativas de esta naturaleza llevaran el audiovisual cubano al descubrimiento de públicos nuevos. Que tenga todas las pantallas posibles, cuando las de su propio país a menudo se le niegan.

Tomado de Atisbos desde el borde. Disponible en:

http://www.ipscuba.net/espacios/altercine/atisbos-desde-el-borde/el-joven-cine-cubano-tiene-una-muestra-en-el-sur-de-america/

Cantar lo sentimental

Cantar lo sentimental

Aunque al margen de los medios de comunicación y en buena medida de los sellos discográficos en el país, una de las expresiones musicales que en el período transcurrido desde los 80 de la anterior centuria hasta nuestros días, en Cuba ha vivido una intensa actividad es la del bolero, gracias a los festivales del género organizados por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

He tenido la posibilidad de intervenir en algunas de las emisiones del coloquio que a propósito del evento Boleros de Oro se desarrolla a la par de los recitales y conciertos. Una de las tesis que he defendido en tales encuentros teóricos es que entre los cubanos existe hoy, en ciertas zonas de la más joven música nacional, una manera diferente pero también válida de acercarse al bolero. En verdad, en dicho sentido no cabe hablar de la aparición de un movimiento sino de un puñado de composiciones cada vez más numeroso.

Es evidente que la insuficiente perspectiva crítica y el escaso material bibliográfico de que se dispone en relación con este fenómeno y en sentido general con respecto a los disímiles procesos que han signado la música popular cubana de las últimas décadas, torna en extremo complejo poder llevar a cabo un trabajo exhaustivo y completo acerca de un tema como el aquí someramente abordado y que no dudo en catalogar como de manifiesta actualidad.

Según mi punto de vista, la principal razón que ha imposibilitado la consolidación o tan siquiera aparición de un movimiento en torno a la creación de nuevos boleros está en el desinterés que al respecto han tenido las casas discográficas locales, que persisten en apostar sólo por los clásicos del género. En un muy lúcido estudio acerca de la presencia del bolero en la producción discográfica cubana llevada a cabo desde la década de los 90 hasta la actualidad, la musicóloga Xiomara Pedroso Gómez llega a conclusiones como éstas:

«La producción cíclica de fonogramas compilatorios o antológicos con propuestas temáticas o interpretativas de gran valor patrimonial, pero muy similares.

La insuficiente presencia de la diversidad temática de las obras de los compositores del género en las producciones fonográficas.

La progresiva desaparición de la clasificación genérica en los fonogramas.

La reducida presencia autoral contemporánea y de creaciones actuales del género en la fonografía.

El escaso reflejo de intérpretes de la bolerística contemporánea –tanto consagrados como jóvenes– en las producciones fonográficas.»

Pese a tal semejante infausto panorama antes descrito, desde que allá por la segunda mitad de los 70 se conociera el tema «El amor se acaba», original de Osvaldo Rodríguez y su grupo Los 5-U-4, en Cuba ha habido una corriente que se inscribe en la larga tradición de quienes han intentado deconstruir las tradiciones y así, revisar y a la vez revitalizar por medio de sus estrategias discursivas los códigos santificados por el canon valorativo al uso en cuanto al bolero se refiere, esos modelos que a fuerza de repetirse por doquier se convierten en paradigmas genéricos.

En este entramado retador, consistente en crear sobre lo ya creado, en la búsqueda de otros caminos para el bolero entre nosotros, encontramos que al abordar la realidad, ello se hace desde una perspectiva de lo alterno desde el prisma musical, corriente a la que por lo general se asocian los compositores vinculados al proceso de renovación y reactualización de este género y que en su gran mayoría provienen de lo que gusto denominar Canción Cubana Contemporánea, o sea, el tipo de cancionística realizada por compatriotas nuestros tanto dentro como fuera del país y que hereda determinados presupuestos estéticos del desaparecido Movimiento de la Nueva Trova, pero que además se abre a otras expresiones del arte sonoro contemporáneo, en concordancia con los procesos de hibridación vividos hoy por la música popular.

En verdad, el bolero permanece vivo entre nosotros, y es porque, como todo género auténtico, crea una tradición (sobre la base de su autenticidad). Pero la tradición no se muestra ni demuestra por el álbum de recuerdos, pues a fin de cuentas aunque haya quien no se percate de ello, la tradición no es una nostalgia.

De aquí y de allá

De aquí y de allá

Congreso dedicado a la memoria de Jesse Fernández

El Centro Cultural Cubano de Nueva York celebró su XVII conferencia anual el domingo 21 de octubre, centrada este año en los orígenes y el desarrollo de la fotografía cubana, desde la época colonial hasta el presente.

En la ocasión,  se llevaron a cabo presentaciones ilustradas y de imágenes de archivo que revelan la evolución de la fotografía y su impacto político y social en la vida de la nación cubana durante más de 200 años, incluido su papel histórico en las Guerras de Independencia, la era republicana, la revolución y la diáspora.

Organizado por The New School y bajo  el patrocinio de Pepsico y la colaboración de The Africa-America Institute y DIARIO DE CUBA, en el evento participaron importantes artistas y académicos, tanto de la Isla como de la diáspora.

La conferencia hizo hincapié en la fotografía cubana contemporánea como manifestación del arte y a la par llamó la atención al papel subestimado de las mujeres en la fotografía, como sujetos y como artistas.

En la lista de académicos y fotógrafos involucrados en el evento aparecen José Antonio Navarrete, Grethel Morell Otero, Juan Antonio Molina, José Gómez de La Carrera, Guillermo Blaín, Armand, Joaquín Blez, Cirenaica Moreira, Ramiro Fernández, Geandy Pavón, Walker Evans,  Susan Bank, Korda, Alexandre Arrechea, María Martínez Cañas, Margarita Aguilar, Aldeide Delgado, Sergio Florez, Gladys Triana, Juan Carlos Alom, Mayken Barreto, Gory, María Magdalena Campos-Pons, Linet Sánchez, René Peña, Tico Torres, Alexis Rodríguez-Duarte, Iliana Cepero, Abelardo Morell, Marta María Pérez y Manuel Piña…

El congreso estuvo dedicado a la memoria de Jesse Fernández (La Habana, 1925-París, 1986), cuya incursión en las facetas más avanzadas de la fotografía de su época le valió un lugar como uno de los fotógrafos cubanos de mayor trascendencia y reconocimiento a escala internacional.

 

Nueva edición del festival Chocolate con Café

La segunda emisión del Festival Chocolate con Café, iniciativa del intérprete Waldo Mendoza, tiene lugar entre el 23 y el 27 de octubre en las localidades de Guantánamo, Baracoa y Yateras, territorios del este cubano. El evento persigue como principal objetivo promover el intercambio entre artistas de La Habana y los de la tierra guantanamera.

Como parte de la programación diseñada por los organizadores del encuentro, están previstos talleres, un evento teórico y presentaciones de artistas en lugares como las plazas Polifuncional Pedro A. Pérez, de la Juventud, en el Reparto Caribe y 28 de septiembre. Igualmente hay conciertos en el Teatro Guaso, ubicado en la capital de la provincia, así como actividades en las universidades de Ciencias Médicas y de Guantánamo, diferentes comunidades de la zona y en el Cabaret Bayatiquirí

Entre los artistas invitados se encuentran Adrián Berazaín, el Dúo Buena Fe, Qva Libre, Karamba, Maykol D Alma, Cucurucho Valdés, Eliades Ochoa, el Septeto Santiaguero, el Ballet de Camagüey y el Proyecto Infantil Vivirás feliz. Por los de la tierra del Guaso estarán la Compañía Danza Fragmentada, el Ballet Folclórico Babul, Son del Tres, Celso «el guajiro de Yateras» y el rapero Sandy, entre otros.

El Festival Chocolate con Café, que podría internacionalizarse en la edición correspondiente al 2019 dado que han mostrado interés en participar en el certamen países como Canadá e Italia, está auspiciado por la Dirección Provincial y Municipal de Cultura de Guantánamo y posee además el apoyo del Instituto Cubano de la Música, la EGREM y su Agencia de Representación Artística Musicuba.

Lezama Lima: Soltar la lengua

El cineasta habanero Ernesto Fundora, pionero entre los hacedores cubanos de videoclips, recién ha estrenado su documental Lezama Lima: Soltar la lengua (2009-2018), testimonio de 28 escritores cercanos al autor de la célebre novela Paradiso e ideólogo de lo que puede clasificarse como todo un sistema poético.

La presentación oficial del nuevo documental de quien también fuera director de programas en Radio Ciudad Habana a fines de la década de los ochenta de la anterior centuria,  fue organizada por Cuban-American Studies Association y tuvo lugar el pasado 25 de septiembre en Green Library, espacio  de la FIU (Miami).

Según el propio Ernesto Fundora, en esta, su más reciente propuesta audiovisual y que ahora iniciará su andar por disímiles festivales cinematográficos,, él ha querido presentar «al poeta habanero fumador de puros, chismoso, gran conversador, asmático, amigo entrañable, maestro generoso, simpático fabulador, glotón exquisito, anfitrión sin igual residente en el humilde barrio de Colón de La Habana, en la mítica calle de Trocadero No. 162.»

El documental cuenta con entrevistas realizadas en el período transcurrido de 2008 al 2018 en las ciudades de La Habana, Miami, San José y Ciudad de México. Así, entre los testimoniantes aparecen figuras como Cintio Vitier, Fina García Marruz, Armando Álvarez Bravo, César López, Antón Arrufat, Reinaldo González, Miguel Barnet, Belkis Cuza Malé, Pablo Armando Fernández, Carlos M. Luis, Dr. Moreno del Toro, Froilán Escobar y Guillermo Rodríguez Rivera, por solo citar algunos nombres de la lista de 28 entrevistados. Todos ellos ofrecen sus personales evocaciones del hombre común y del genio literario que fuera José Lezama Lima, incitados por los temas propuestos por Ernesto Fundora y que fueron surgiendo mientras acontecía el diálogo.

Los muchachos del Callejón de Hamel

Los muchachos del Callejón de Hamel

Por Tony Pinelli

Entre las calles Belascoaín, Zanja, Infanta y Neptuno de La Habana, se encuentra el pintoresco barrio de Cayo Hueso, lleno de lugares interesantes y cuna de grandes artistas de la legendaria música cubana.

Entre las calles Aramburu y Hospital, a una escasa cuadra corta de San Lázaro, – en los terrenos que en los albores del Siglo XX compró un franco – alemán de nombre Fernando Belleau Hamel – se encuentra un llamado «callejón» que lleva precisamente el nombre de su antiguo dueño: El Callejón de Hamel.

Hoy en día se ha convertido en un importante centro cultural, gracias a la tenacidad de varios artistas y vecinos, donde se puede observar los murales y decoración de Salvador González Escalona –su animador principal–, además de una sesión de rumba de la buena, artesanías, una ceremonia de la variante religiosa de origen Bantú «Palo de Monte», alguna presentación musical y otras atracciones artísticas, donde acuden de forma nutrida turistas y nacionales.

Hace aproximadamente 73 años no era así, pero ya la expresión cultural hoy organizada por los propios vecinos que se puede observar, existía en el lugar y sobre todo en la esquina de Aramburu y el Callejón de Hamel, donde está intacta una casita – residencia de un trovador de la llamada trova tradicional nombrado Tirso Díaz, que reviste una enorme importancia histórica, porque allí nació Angelito Díaz, quien fungió como el factor aglutinante del «movimiento del filin», uno de los más bellos e importantes estilos de la canción cubana.

Allá por 1945, Angelito conoció a César Portillo de la Luz, que empezó a visitar su casa y junto a Tirso Díaz, hermano de Angelito, hicieron un trío vocal en 1946 al que llamaron «Trío Feeling», donde comenzaron a componer canciones con acordes disonantes no habituales en la guitarra popular cubana, pues junto a otros creadores como Luis Yáñez y Dandy Crawford, iban a los bares del puerto en La Habana a escuchar jazz en las «victrolas», alimentadas en parte por los marinos norteamericanos de la línea de buques comerciales conocida como «La Flota Blanca», que traían los discos de 45 rpm de Billie Holliday, Charlie Parker, Benny Goodman, etc. y analizaban la armonía que trataban de reproducir después en sus guitarras, además del caldo de cultivo que existía en Cuba con el «danzón de nuevo ritmo» de Arcano y sus Maravillas y el «ritmo diablo» del «Ciego Maravilloso», Arsenio Rodríguez.

La radio se entronizaba como la academia fundamental para los músicos populares y también funcionaba como fuente nutricia para los formidables compositores pianistas académicos como René Touzet, Adolfo Guzmán, Mario Fernández Porta, Orlando de la Rosa, etc.

Así, con ese formidable entorno sonoro repleto de buenas influencias, comenzaron a producir canciones que se harían inmortales y se volvió la casa de Angelito el centro de reunión de un grupo de jóvenes que se fueron identificando por su manera de componer, como un jovencito aún estudiante de Segunda Enseñanza, que se llamaba José Antonio Méndez, el excelente guitarrista Ñico Rojas, Rosendo Ruíz hijo, y otros.

Cerca, en la calle Aramburu había una barbería que tenía un piano y Angelito vio a una muchacha gordita y simpática que tocaba maravillosamente por lo que la invitó a las «descargas» de su casa y así empezó a frecuentar el grupo Aida Diestro, casi al mismo tiempo que Elena Burke y Omara Portuondo, que después hicieron el legendario Cuarteto D´Aida; así se fueron sumando a la manera de hacer una importante cantidad de compositores de obras consideradas antológicas hoy día.

«Delirio», «Contigo en la distancia», «Noche cubana», de César Portillo, «La Gloria eres tú», «Novia mía», «Mi mejor canción», de José Antonio Méndez, «La rosa mustia», «Se perdió el amor», de Ángel Díaz, «Hasta mañana vida mía», de Rosendo Ruíz, «Tú mi rosa azul», de Jorge Mazón, «Mi ayer», de Ñico Rojas, en fin, haría falta demasiado espacio para nombrar las maravillas que salieron de esa congregación de trovadores, que lograron que más de 70 años después, no pocas de esas canciones se sigan cantando diariamente en muchos países del mundo.

El grupo de los muchachos del «filin» ganaba fama y muchos curiosos llegaban a la casa de Tirso Díaz o a la de las hermanas Estela y Eva Martiatu, a oír las descargas que poseían sus normas de conducta, pues había que atender al trovador y hacer silencio, si no, el infractor corría el riesgo de que le llamara la atención el maravilloso César Portillo, en su función de «Sargento Mala Cara» designado por el grupo.

Andrés Echevarría Callava, «El Niño Rivera» una leyenda del tres cubano, el cordófono nacional, comenzó a frecuentar al grupo y después de tocar en los bailables del Conjunto Casino, iba para el Callejón de Hamel a compartir la madrugada entre aquellas canciones, que orquestó y se las llevó al Casino, que empezaron a hacerlas populares. Después en una de sus visitas habituales a La Habana María Antonia Peregrino, «Toña La Negra», montó «La Gloria eres tú» y la llevó a México al mismo tiempo que una de las inmortales, Olga Guillot, la hizo suya, eso le abrió las puertas de México a José Antonio Méndez y al filin en general.

Las obras del filin son de una impresionante sensibilidad y se considera una etapa importante de la trova cubana, por la característica de las imágenes dignas de una poesía que contienen sus textos. Un aspecto importante es que los fundadores del filin cantan sus canciones prácticamente ad libitum, es decir, a voluntad, sin enmarcarlas en un patrón rítmico, aunque se consideran boleros por muchos. Incluso las cantantes que se formaron en el filin como estilo interpretativo, aunque canten de todo, incluidas piezas rítmicas, en esas canciones cuando cantan con un guitarrista acompañante, las cantan a voluntad también.

Sin embargo, hay excelentes versiones cantadas como boleros con ritmo que se han hecho famosas, como «Contigo en la distancia», un clásico del filin,  de Luis Miguel o la versión de la misma canción por  Cristina Aguilera, que empieza ad libitum como hacía Portillo y se le va sumando la orquesta con ritmo de bolero; la explicación está en que, al llevarlas a una agrupación orquestal, se hacía difícil tocarlas al estilo del trovador con su guitarra, y había que ofrecer un patrón que coordinara los instrumentos, así que la enmarcaron en el patrón rítmico más afín que es el bolero y quedaron como tales.

Resulta sorprendente la vigencia de esas canciones que, después de setenta y tantos años, se cantan prácticamente todos los días en varios países del mundo, no sólo en Cuba.

Lo cierto es que, si los hermanos Grimm documentaron para la historia la fábula mágica del Flautista de Hamelín, el pueblito al Norte de Alemania, en el barrio habanero de Cayo Hueso nacieron canciones mágicas, capaces de vencer al tiempo en el fabuloso Callejón de Hamel.

Jazz y medios en Cuba

Jazz y medios en Cuba

Uno de los principales promotores que en los últimos años ha tenido el jazz en Cuba es sin la menor duda el periodista José Dos Santos, escritor y productor desde 1993  del programa La Esquina del Jazz, que sale al aire de lunes a viernes entre 11 y 12 de la noche por la emisora CMBF Radio. Reconocido no solo en el circuito cubano sino también entre especialistas en la materia en países como Estados Unidos y España, en una de las ediciones del evento teórico que acompaña al Festival Jazz Plaza y dedicado a la relación entre jazz y medios en Cuba, efectuado en 2016, él presentó una ponencia que, al margen del tiempo transcurrido desde aquel  Duodécimo Coloquio, mantiene absoluta vigencia. Es por ello que me animo a reproducirla, en aras de (como es el deseo expreso de mi amigo José Dos Santos) contribuir al acerbo cultural de nuestra nación y a preservar la memoria.

Apuntes para una historia del jazz en los medios de difusión en Cuba
Por José Dos Santos

Me honro en representar aquí a La Esquina del Jazz, único programa de Cuba reconocido en listas internacionales de emisoras que dedican espacio sistemático al género.

Por ello el compromiso es mayor porque el tema que me piden abordar resulta tan abarcador como casi inaccesible por la poca documentación, aislados testimonios y carencia de estudios pormenorizados.

El acercamiento principal a la materia es el que brindó Leonardo Acosta en su “Siglo del Jazz en Cuba”, obra de obligada consulta para conocedores y aficionados.

Para esta ocasión, apelé, adicionalmente, a una acuciosa investigadora como Rosa Marquetti quien refiere que en revistas Radio-Guia de los años 1938, 1939, 1940 y 1946, se aprecian que en muchas emisoras de esa época existía al menos un programa dedicado al género, con grabaciones norteamericanas.

Ella misma, en un trabajo en su Blog “Desmemoriados” sobre Delia Bravo, precisa que habían excepciones “como la Mil Diez y la CMQ, que tenían espacios donde los músicos de jazz se presentaban en vivo.  El Club del Swing era el de la CMQ, que transmitía una hora de jazz todos los sábados, con una orquesta dirigida por Armando Romeu… “

Delia Bravo, esposa de Armando y primera vocalista cubana de jazz, también prestaba su voz al programa que competía con el Club del Swing, de la radioemisora RHC Cadena Azul, presentando al grupo American Swing, liderado por el pianista Luis Mendoza. En él figuraba Dandy Crawford, como voz masculina.

Este, según consigna Rosa, “entró al mundo artístico  en la década de los 40 en Radiodifusión O’Shea; en Radio Mambí, acompañado al piano por el compositor Orlando de la Rosa, en un programa dirigido por José Antonio Alonso…”

De los años 40, escribió Leonardo Acosta en la obra citada, “se destacó el disc jockey Ernesto Carrivuru jr. con su lema “swing, muchísimo swing” así como Norman Díaz en el mencionado espacio de la Mil Diez; en los 50 se destacó la trilogía formada por Orlando del Valle, Tino Castellanos y Rafael Simón, en Radio Artalejo.

Posteriormente salió al aire “La hora del jazz”, programa dominical del disc jockey Adolfo Stemans que sirvió de promoción al club Cubano del Jazz.”

Acota Leonardo que “es cierto que en los años 50 habían dos emisoras que trasmitían exclusivamente música norteamericana; Radio Kramer y CMOX, esta última con locutores que hablaban en inglés y destinada mas bien a los norteamericanos residentes en Cuba”.

Y precisa: “Algo más antigua, Radio Kramer llegó a tener un programa en vivo con las interpretaciones del pianista Frank Emilio. Pero en medio de la avalancha de música pop, en ambas el jazz contó con poco espacio”.

Hay una figura poco conocida en este ámbito, aún cuando Víctor Montero obtuvo el Premio Nacional de Radio por la Obra de la Vida. Él llegó a la radio en 1940 y -narra Josefa Bracero- en la emisora CMKX en Bayamo se desempeñó como comentarista e historiador de jazz; “Entre los programas de este género tuvieron gran audiencia los titulados: “Ritmos de Yankilandia”, “Sesenta minutos con los ases del swing” y “Jazz Caravan”.

En 1957 Montero se trasladó hacia la capital del país y laboró en la emisora “Radio Aeropuerto Internacional”, en la que además de cronista deportivo mantuvo su programa “Jazz Caravan” con una gran audiencia sobre todo de músicos, entre los cuales se encontraban José Antonio Méndez, César Portillo de la Luz, Richard Egües y  Frank Emilio, entre otros.

Señala Josefa que él “condujo y dirigió tres programas a través de la radioemisora provincial de Granma “Radio Bayamo” y de la Emisora Municipal, entre ellos “¿Qué es el jazz?”.

En los años 60, Leonardo Acosta indica que “serían Ovidio González y Adolfo Castillo los principales difusores radiales del jazz y sobre todo del hard bop, y posteriormente Horacio Hernández, cuyo programa “El jazz, su historia y sus intérpretes¨, por la CMBF, ha sido el que mas tiempo ha logrado mantenerse en el aire”.

ACTUALIDAD

Y es sobre ese espacio diario, luego llamado La Esquina del Jazz, sobre el que mejor me puedo referir porque soy su escritor y productor desde 1993, cuando para darle continuidad a ese esfuerzo fundacional se formó un pequeño equipo encabezado por un laureado director, Miguel Ojeda, y que cuenta además con el privilegio de tener como locutora a la vocalista Miriam Ramos y el respaldo técnico de la realizadora Milagros Muñoz

Mas de seis mil 200 programas a lo largo de este período avalan la difusión que el género ha tenido desde esta “Esquina” radial, en la que han tenido presencia sobresaliente los grandes universales junto a músicos cubanos y de otras nacionalidades, de todos los continentes.

Un somero repaso a lo radiado, sólo en los casos de nuestros músicos, pone a la cabeza de esa relación a Chucho Valdés con 54 programas a lo largo de este casi cuarto de siglo. Luego están Gonzalo Rubalcaba (34), Omar Sosa (22), Yasek Manzano (21), Chico O´Farrill y Ernán López-Nussa (19), Orlando Valle “Maraca” (18) Mario Bauzá (15), Frank Emilio Flynn (15), Bobby Carcassés (14), Tata Güines (13) Emiliano Salvador y José Miguel Crego “El Greco” (10) Chano Pozo y Carlos Miyares (9) y Roberto Fonseca (6).

Los números, aunque son una referencia del balance a que se aspira,  no reflejan del todo el interés difusivo prioritario que buscamos tenga lo nuestro en La Esquina. Dar a conocer a las nuevas hornadas de jazzistas cubanos, incluso los que mezclan su arte con otros géneros, es un propósito permanente.

La limitación básica tiene que ver con la música de la que disponemos –de la producción discográfica y su acceso- que depende de factores variados entre ellos el que –por norma- las disqueras cubanas no tienen establecido promover sus producciones (al menos de jazz) mediante espacios especializados como éste y que, en los últimos tiempos sobre todo, abundan las realizaciones con otras casas de diversos países.

Confieso públicamente: lo radiado en los últimos tiempos en La Esquina… sobre jazz cubano se debe en buena medida a que se copian grabaciones que concurren a Cubadisco –a cuyas labores me convocan desde hace unos años-, a manos amigas a las que lesllegan y al interés personal de músicos con los que nos relacionamos desde hace tiempo.

La inexistencia de una fórmula, entidad o concepción que vele sistemáticamente por una divulgación -de forma coherente y consecuente- es de los desafíos permanentes a los que enfrentamos los que asumimos programas como el que yo represento aquí.

Claro, esa carencia no sólo afecta ese ángulo de la vida artística de los cultores –de éste o cualquier género- sino que va más allá: la divulgación de sus carreras, pensamiento y empeños e incluso elogios, galardones y valoraciones positivas que obtiene la música cubana a través de ellos, sólo trascienden cuando tocan cúspides como los Grammy –en lo internacional- y Cubadisco –en lo local.

Nuestro programa tiene un diseño, concebido en la época predigital, en el que se brinda la posibilidad al oyente de grabar media hora sin interrupciones sobre el tema o figura que se trate, para ayudar a su conservación por parte de los interesados.

Además cuenta con secciones que ilustran acerca del acontecer o la historia, inserta música diferente a la central e incluso una, Pensamiento Jazzístico, creada por nuestro director, que reproduce testimonios y que ahora ha sido recogida en un libro.

Una autoridad de la emisora en 2010, Eduardo Granado Castellón, significó en una entrevista que “La Esquina del Jazz, aunque sea a las 11 de la noche, tiene una audiencia fiel”. Contamos con un buen índice de preferencia, con “un público muy bien delimitado que reporta altos niveles de satisfacción”.

Amigas y amigos

Hay otras consideraciones que podrán ser expuestas el domingo, en la jornada de clausura de este Duodécimo Coloquio, pero no puedo concluir estas líneas sin mencionar otros esfuerzos por llevar a cabo la misión de “hacer honor a quien honor merece”, al jazz cubano.

Recuerdo hoy al incansable activista tunero Amadito Ayala, quien -trabajando en el Inder provincial- se empeñaba en honrar a Emiliano Salvador con un espacio en la emisora de su territorio natal.

En Santiago de Cuba ha habido programas especializados de este corte según se infiere de una nota sobre el ya desaparecido José Julián Padilla Sánchez, Artista de Mérito de la Radio Cubana, quien dijo que: «Comencé en Radio Mambí de manera voluntaria con un espacio de jazz,..

Al parecer, según la VIII edición del concurso Félix B. Caignet de la radio, el género sigue vivo porque «Jazz. La historia», de Misael Lageyre Mesa, de Radio Siboney,, obtuvo galardón por su dirección.

Asimismo, vienen a mi mente nombres como Ismael Renzoli y sus programas en Radio Taíno, los empeños desde hace años en Habana Radio por darle visibilidad sistemática al género y los de Radio Enciclopedia insertando música de jazz.

En la influyente Televisión Nacional aún se aprecia A Todo Jazz -espacio en cuya fundación participé como guionista- que pasó de ser parte de la programación de verano a integrante en la parrilla habitual, aunque con períodos de ausencia.

El tuvo como antecedente cercano a “Jazz te lo cuento”, semilla sembrada de la mano de Víctor Torres.

Como se apreciará, la labor de búsqueda para hilvanar esta presentación es muy incompleta y a veces imprecisa. Aspiro a que entre los participantes haya quienes ayuden a enriquecerla con sus intervenciones.

Quisiera aprovechar para convocar a los interesados, sean músicos, realizadores, periodistas o simples aficionados, a que busquen y aporten el fragmento de historia que esté a su alcance.

Así, este encuentro contribuirá al acerbo cultural de nuestra nación más allá de esta apretada sesión. Si fuera así, me sentiré complacido en haberles estimulado a contribuir a una historia por hacer.

Muchas Gracias

12.12.2016.

Sonidos del tercer mundo. Los últimos de la fila. (Parte 3 de 3)

Sonidos del tercer mundo. Los últimos de la fila. (Parte 3 de 3)

En esta suerte de recorrido estético a través del arte sonoro de disímiles culturas del tercer mundo, propongo ahora hacer un alto en la ribera no europea del Mediterráneo. Lo que se puede definir como música clásica  árabe nació hace mil años, cuando Bagdad y Córdoba eran los centros culturales de aquel imperio. La escuela de Bagdad, la más importante de su época, mezcló estilos procedentes de Persia, Grecia y Turquía para crear una tradición rígidamente establecida hasta nuestros días. La leyenda cuenta que el maestro kurdo Zyriab fue quien definió los modos instrumentales de la música andalusí, conocidos como nubas. Cada una de ellas está dividida en cinco partes fundamentales (mizan) de diferente duración y que se corresponden con un ritmo distinto. Tal disimilitud ritmática implica a su vez la utilización de una variedad de compases, lo cual proporciona una idea de la dificultad y la riqueza interpretativas de las nubas.

A la hora de acercarse a estas propuestas sonoras es importante no confundir la música  árabe (desde Marruecos hasta Irak) con la musulmana. Existe tradición islámica en Indonesia, el Africa subsahariana, Asia Central y otros sitios del planeta. De igual forma hay que partir del hecho de que en el universo de lo moro la tradición concede a la poesía la mayor distinción entre las artes. Teniendo en cuenta los dos anteriores postulados es que estamos en condiciones de poder entender y disfrutar propuestas como las de Añcha Redouane, que en su disco Egypte, art vocal et instrumental (Ocora-Radio France) ordena el material composicional a partir del principio de que la música clásica  árabe está  organizada en varias series de modos (maqamat), cada uno de los cuales posee una escala diferente, un determinado compás, una o más notas fundamentales y unos fraseos melódicos típicos. Así, acorde con la norma, los arreglos para voz realizados por Añcha Redouane entrañan una gran dificultad, ya que el cantante se debe adaptar a los cambios de maqamat.

En otras sobresalientes producciones discográficas como darius (Lotus Records), de Hamza El Din y en el Luxor to Isna (Real World), de The Musicians of the Nile, se percibe que el patrón rítmico por excelencia de este tipo de música es el sammai, que se trabaja en el nada común compás de diez por ocho. En las grabaciones mencionadas desempeñan un rol destacado instrumentos típicos como el rabab y el qanun, similares al violín y al salterio respectivamente, y las percusiones (darbuka, pandero). Ahora bien, sin dudas el instrumento más importante de las tradiciones  árabe y andalusí es el laúd (oud). Si alguien quiere tener una noción de los inimaginables límites hasta donde puede llegar la fuerza melódica y rítmica de dicho instrumento, debería escuchar el CD Laúd andalusí (Sony Music), del extraordinario Omar Metioui.

Ya en el tópico de la música religiosa musulmana ha de recordarse que el sufismo es la rama mística del Islam. Sus seguidores persiguen la aproximación a Dios a través de la música y así se refleja en varios de los textos del popular poeta sufí, Rumi. En uno de ellos, el maestro dialoga con un musulmán contrario a la música. «La música es el sonido de las bisagras de las puertas del paraíso,» le dice Rumi. El ortodoxo le contesta: «No me gusta el sonido de las bisagras.» Y Rumi sentencia: «Yo escucho el sonido de las puertas cuando se abren, tú cuando se cierran.» Las manifestaciones musicales más conocidas del sufismo son las danzas de los derviches y el cawwali, el canto religioso paquistaní popularizado internacionalmente en los últimos años por Nusrat Fateh Ali Khan, sobre todo desde el instante en que la disquera Real World le editase el  álbum shahen-Shah.

Un disco como Sufi soul (Network Medien), antología de varios intérpretes, pone de manifiesto que esta especie de mística musical abarca una gama de estilos con una larga tradición, desarrollados en Marruecos, Egipto o Uzbekistán, y que usan poemas de otros pensadores sufís, localizados siempre en su propio entorno cultural y geográfico. La riqueza de la manifestación también se evidencia en que en cada lugar los instrumentos empleados son diferentes, dotando a los poemas de un sonido característico: en Pakistán, el harmonium; en Turquía, la flauta Ney; en Marruecos, el guimbri (de sonido y aspecto parecido al de un bajo eléctrico); en Uzbekistán, un tipo particular de violín llamado daf. Queda acotar que en el género un CD de obligada recurrencia por la crítica y el público interesado es el Ritual sufí-andalusí, del renombrado Omar Metioui y que saliera al mercado bajo licencia de Sony Music.

Toca el turno al somero esbozo de las expresiones musicales del Lejano Oriente. De antemano, tengo que reconocer que la pretensión de incluir en un idéntico espacio las tradiciones de todo el sudeste asiático, Japón y China resulta, cuando menos, forzado. Si nuestro hipotético viaje lo iniciamos de sur a norte, de entrada nos encontraremos con Java y Bali. Son las islas del gamelan, una formación orquestal de potente percusión que presenta dos líneas de afinación diferentes (una de cinco notas y otra de siete). En Laos, Camboya, Corea, Tailandia, Vietnam, Filipinas o Malasia, donde perviven formas clásicas con férreas reglas establecidas entre los siglos XIV y XVI, est  dándose una lenta pero progresiva occidentalización de la música, fenómeno que unos estiman como un proceso lógico, derivado de la hibridación y el mestizaje por los que atraviesa la cultura contemporánea, y que otros, por el contrario, no vacilan en catalogar como un nuevo y harto peligroso colonialismo.

El género musical de mayor antigüedad en Japón es el gagaku, creado hace más de mil años y vinculado con ceremonias religiosas. En opinión de numerosos estudiosos del asunto, como el destacado etnomusicólogo español Jordi Urpí, apenas ha evolucionado y siempre se ha mantenido alejado de la influencia de manifestaciones populares como el noh y el kabuki, dos estilos de teatro musical. Por su parte, China, un territorio tan inmenso y que cobija desde hace milenios tantas gentes distintas, posee una proverbial riqueza cultural, en la que la música no es una excepción. Los instrumentos más espectaculares en ese país son los que están integrados al gamelan (tambores, gongs, xilófonos…), además de existir también diversos tipos de laúdes (el biwa japonés, el kayagum coreano…) y flautas (el khaen tailandés, el seng chino…). Una discografía mínima de las recientes producciones fonográficas del  área no debería dejar de incluir CDs como Yuan (Real World), de The Guo Brothers; Classical Tembang Sunda (Celestial Harmonies), de Ida Widawati; L’art du shakuhachi_(Ocora-Radio France), de Katsuya Yokoyama, y Koin-Shinsei (Sony Records), de Liu Ji Hong.

Con las claves que he expuesto hasta aquí, solo me queda recordar que cada cultura tiene su historia y sus mitos, y lo mejor que podemos hacer es mostrar la voluntad de conocer algo de cada una de ellas. En tiempos dominados por el concepto de la aldea global y cuando la praxis continúa indicando que todavía persisten la discriminación y la marginación desde los centros metropolitanos del saber hacia los países de la periferia, resulta saludable para la preservación de nuestra identidad tanto individual como colectiva, aproximarnos de manera desprejuiciada a expresiones musicales que suponen la supervivencia de la diversidad cultural, el mayor tesoro que los hombres hemos sido capaces de crear sobre la superficie de la Tierra.

(Fin).

Sonidos del tercer mundo. Los últimos de la fila. (Parte 2 de 3)

Sonidos del tercer mundo. Los últimos de la fila. (Parte 2 de 3)

Quienes han vivido la maravillosa experiencia de adentrarse en las nubas andalusíes, la estridencia controlada del gamelan balinés, el rumor de las túnicas de los derviches giróvagos, el sonido cristalino de un santur hindú, la potencia de un canto sufí o el ritmo constante de las qarqabas gnawa de Marruecos saben que ello equivale a descubrir un universo lleno de disímiles sensaciones, nuevas armonías y ritmos que convierten al oyente en un viajero del tiempo y del espacio. En mi caso particular, en materia de música siempre he pretendido conservar intacto el interés por enfrentarme a experiencias novedosas y confieso que nada ha resultado más diferente a mi cultura musical que las propuestas llevadas a cabo por artistas como Hamza El Diné Nass Marrakech, E.S. Shastry, Paban das Baul, Ida Widawati, Katsuya Yokoyama y Liu Ji Hong. Si soy sincero he de decir que en una primera aproximación tuve que armarme de paciencia porque algunas de estas manifestaciones sonoras son demasiado distintas a lo que las normas establecidas en Occidente nos han acostumbrado. En un segundo acercamiento, ya vencido el prejuicio inicial, encontré un material que sacudió mis sentidos y experimenté el placer de descubrir algo único e increíblemente hermoso.

Pese al vayadar de no haber sido objeto de una promoción adecuada, en virtud del ostracismo a que han estado sometidas como consecuencia de ser víctimas de una mirada discriminatoria y por la casi total ausencia de un mínimo de solidaridad entre los propios países subdesarrollados en lo concerniente a difundir la producción sonora de las naciones con las que se comparten venturas y desventuras, las músicas tercermundistas poco a poco han ganado espacio en publicaciones, tiendas, discotecas y festivales. De ellas, las que han alcanzado mayores niveles de complejidad son la desarrollada en el subcontinente indio y la que el melómano común denomina como andalusí. Gracias a Ravi Shankar, ese genio del sitar, en Cuba como también ocurre en el resto de América y en Europa la tradición hindú más conocida es la del norte de la India. En dicha región, la música clásica por excelencia se denomina raga. Nunca he de olvidar la impresión que recibí al escuchar un disco como el titulado Pandit, del mencionado Ravi Shankar y que fuera editado por la compañía Ocora-Radio France, singular propuesta artística que ejemplifica a la perfección este tipo de expresión sonora.

En esencia, el intérprete de raga recrea las formas establecidas (existen unas doscientas ragas principales) mediante una improvisación que sigue unos patrones rítmicos y tonales constantes. La interpretación se inicia con el alaap, una suave presentación de las notas de la raga que se quiere ejecutar. Después, durante el johr y el jhala, el intérprete explora complejas variaciones de la raga original introduciendo elementos más rítmicos. La percusión aparece al final de la pieza, acercándose o alejándose de las melodías dibujadas por el solista. El alto grado de sofisticación que esta clase de creación conlleva demanda una comunicación muy particular entre el músico y el público asistente a conciertos de la manifestación pues una sola obra suele extenderse por encima de una hora y en ella se interpretan dos o tres temas. Algunos de los conciertos en los que se ejecutan estas composiciones finalizan con una o varias piezas de un aire más ligero, bien cercano a la tradición popular y que hablan de amor o explican historias divertidas de las diferentes divinidades hindúes. Los dos principales estilos del género son el thumri y el ghazal.

Mi acercamiento a la sonoridad hindú me condujo a ver que la multitud de etnias que habita bajo el paraguas de la India mantiene muy vivas sus antiquísimas formas musicales, sean de carácter popular o religioso. Además de las ragas, existen diferentes estilos vocales de gran pureza que son considerados de suma exquisitez interpretativa. Hace unos años la firma discográfica World Music Network puso en circulación una antología denominada The rough guide to the music of India and Pakistan, contentiva de una amplia variedad de géneros e intérpretes. En el  álbum hay muestras de Karnatak, la música clásica del sur de la India, que para mis oídos resulta mucho más directa y apasionada, sin las restricciones que parecen sufrir las ragas del norte.

Tanto en el disco aludido como en el Inner knowledge, acreditado a Paban das Baul y aparecido bajo el sello Womad Select, uno aprecia una variedad de instrumentos impresionante. Entre los de cuerda destacan -por supuesto- el sitar, inventado en el siglo XIII; el surmandal, el surbahar, el sarangi, el santur, el sarod, la mandolina y la vîna, los dos últimos ligados en particular a la música karnatak. A menudo también se emplean el shehnai (parecido al oboe) y la flauta bansuri (fabricada con bambú). La indispensable percusión la representan el ghatam, la tabla y la tambura. En estos breves apuntes sobre la música de la India me atrevo a sugerir a todo aquel aficionado no amarrado a los esquemas manidos y lo convencional que rastree en busca de cualquier grabación del notable intérprete E.S. Shastry y de manera especial recomiendo su maravilloso disco titulado L’art de la vîna, editado por Ocora-Radio France, y le aseguro que no se arrepentirá.

(Continuará).

Sonidos del tercer mundo. Los últimos de la fila. (Parte 1 de 3)

Sonidos del tercer mundo. Los últimos de la fila. (Parte 1 de 3)

Aunque duela mucho reconocerlo, ese genio de la experimentación sonora y de la guitarra eléctrica que fuera el estadounidense Frank Zappa tenía buena dosis de razón cuando, en numerosas entrevistas, solía afirmar que en la actualidad «el negocio de la música es sólo un negocio, no música.» Con raras excepciones, las cuales en todo caso vienen a corroborar la regla, hoy las grandes transnacionales de la esfera han hecho prevalecer la concepción de que cualquier producto del reino de los sonidos ordenados es un objeto de consumo más, que ha de regirse estrictamente por las leyes del mercado, inmerso en las redes de los profesionales de la industria y a cargo de expertos en campañas de promoción.

En el presente entramado, los dueños del negocio han marginado a cuanto no se ajuste al canon valorativo por ellos diseñado. Así las cosas, la autóctona producción musical del tercer mundo no entra dentro de las vigentes reglas del juego. Para intentar justificar semejante exclusión hay quienes argumentan que, a estas alturas del devenir histórico de la humanidad, la música -en tanto expresión cultural- ha perdido buena parte de su significado primigenio, cuando se acompañaban con melodías aspectos muy concretos de la vida, como ceremonias religiosas o celebraciones civiles, en pueblos y ciudades. Los que se expresan de dicha forma manifiestan, además, que la costumbre de utilizar la música como un rumor de fondo se convierte en un serio obstáculo al tratarse con las músicas de regiones como Asia y Africa pues, en su mayoría, esas composiciones fueron concebidas para integrarse a manifestaciones bien específicas que, fuera del ambiente adecuado, pierden gran parte de su valor. Planteamientos de tal índole encierran una verdad a media ya que, de manera intencionada, apuntan a un único aspecto de la cuestión y soslayan la enorme gama de posibilidades contenidas en la riquísima tradición de músicas como la arábigo-andalusí, la religiosa musulmana, la de la India y la del Lejano Oriente, tesoro aún por explotar y que convierte a estas regiones, una y mil veces preteridas, en el principal reservorio musical de nuestro tiempo.

Cualquier analista de los complejos procesos socioculturales de la actualidad  sabe que el tema relacionado con la actitud adoptada frente a la producción sonora de las naciones subdesarrolladas, tanto por los individuos como por las entidades no gubernamentales y las estatales, cobra extraordinaria importancia. Ante un mundo que no siempre ve con buenos ojos la diferencia, abrirse a nuevas manifestaciones culturales y acercarse a sus conceptos resulta punto menos que imprescindible para nuestro crecimiento personal, porque como dijo el filósofo, el saber nos hará  libres. Permanecer enclaustrados en un único universo musical conlleva a desperdiciar oportunidades para descubrir composiciones procedentes de las restantes culturas que habitan el planeta y que son dueñas de una tradición tanto o más antigua que la nuestra. Incluso, no nos llamemos a engaño: lo que comenzó siendo un secreto compartido entre aficionados se está  convirtiendo, poco a poco y en determinados casos, en un negocio de creciente rentabilidad. Nombres como los de Nusrat Fateh Ali Khan o Añcha Redouane han sido sinónimos de conciertos con las localidades agotadas y muchos discos vendidos.

Con excepción de la Sony, quienes echaron a andar el carro de la llamada world music fueron pequeñas distribuidoras y discográficas independientes, entre las que sobresalen Harmonia Mundi, Afro-Blue Records, Celestial Harmonies, Lotus Records y Network Medien. En lo concerniente al  ámbito de las producciones fonográficas también se destacan lo editado por Buda Records bajo el nombre genérico de Musiques du Monde y las grabaciones de Ocora-Radio France, consideradas como las pioneras en la cuestión. Sus colecciones se nutren de tomas registradas, en muchas ocasiones, durante celebraciones, ceremonias o fiestas que tienen lugar en los sitios e instantes más increíbles (al terminar la recolección del arroz en un pueblo del norte de China, por ejemplo), acompañadas de una exhaustiva documentación escrita por renombrados estudiosos de la especialidad. Se convierten así en auténticos tratados de musicología.

Por su parte, Real World ha puesto en circulación un muy valioso material contenido en catálogos realizados por artistas que han intervenido en las distintas ediciones del festival Womad, genuino almacén y detonante del éxito de las músicas del tercer mundo desde los años ochenta. Con el rótulo de Real World a menudo se han dado a conocer intérpretes que se mantienen fieles a sus tradiciones, como la agrupación egipcia The Musicians of the Nile o los camboyanos de The National Dance Company. Otra colección perteneciente al sello recibe el nombre de Womad Select y reúne casi siempre grabaciones producidas en el estudio que Peter Gabriel tiene en la ciudad inglesa de Bath y nos permite trabar contacto con impresionantes testimonios del arte y el talento que atesoran gente como el hindú Uppalapu Srinivas.

(Continuará).

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