Etiqueta: Cuba

Gracias, blog Miradas Desde Adentro

Gracias, blog Miradas Desde Adentro

En tiempos en que la memoria, por alguna razón, constantemente nos transmite señales de que parece estar a punto de hacerse trizas, hemos soñado con defender desde el ciberespacio una concepción en la que la cultura cubana es vista sin un enfoque excluyente sino todo lo contrario. A fin de cuentas, siempre es más lo que nos une que lo que nos separa.

Así pues, sobradas son las razones para despedir el 2018 satisfechos con lo que hemos hecho en el blog Miradas Desde Adentro, en nuestra página de Facebook y en el canal de YouTube. Proyectos como este lo enriquecen a uno espiritualmente y proporcionan la energía necesaria para seguir adelante mientras la buena suerte nos acompañe. Por ello, a quienes de una u otra forma han colaborado con la idea (en especial, a las personas entrevistadas) o a los que sólo se vinculan con nosotros desde la condición de visitantes de nuestros sitios en la red, en nombre del equipo conformado por Leticia Haydeé, Carlos Chao y Joaquín Borges-Triana, de corazón ¡gracias! Y ojalá tengan un próspero y afortunado 2019.

Como que estos son días de fiesta y pachanga y no queremos interferir  de ningún modo  en las celebraciones de nadie con nuestras propuestas, nos tomamos unas pequeñas vacaciones para retornar en enero con nuevos bríos. Y recuerda, si puedes visita y promueve entre tus contactos los siguientes espacios en la red de redes:

Sitio en WordPress con artículos.

https://looksfrominside.com

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Canal de Youtube, sería bueno suscribirse (opción que aparece en cualquiera de los videos o esquina superior derecha del canal).

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Página en Facebook, sería bueno dar click en “Me Gusta” de la página en sí, para quedar subscrito.https://www.facebook.com/joaquinborgestriana

Agradecido como un perro (al decir de Rafael Alcides), mucha suerte y sanos humos o buenos alcoholes según sea tu gusto.

Gastón Baquero: El sinsonte sigue cantando a todo pecho

Gastón Baquero: El sinsonte sigue cantando a todo pecho

Siempre he dicho que para mi formación Professional y para mis gustos estéticos, mucho le debo a la huella que en mí dejaron mis padres. Entre las tantas cosas que le agradezco a mi ya desaparecido viejo, una de las que más significado tuvo es el amor por la radio. MI padre fue alguien totalmente apasionado por la práctica del diexismo y de él adquirí la costumbre de escuchar la onda corta. Aunque hoy ya no lo hago, entre otras razones por carecer de un equipo elemental para ello (los radios que hay en casa solo disponen de AM y FM) en buena parte del decenio de los setenta y ochenta de la anterior centuria, pasé muchas horas nocturnas moviendo el dial por disímiles frecuencias de la onda corta.

Una de mis emisoras favoritas de por entonces era Radio Exterior de España. Fue a través de dicha frecuencia radial que escuché por primera vez la voz de Gastón Baquero, quien laboraba en esa redacción radiofónica y de cuando en vez dejaba circular su peculiar acento caribeño a través del éter, en comentarios que discursaban sobre lo humano y lo divino con amenidad y socarronería, si mis ya lejanos recuerdos no me engañan.

En una jornada de aquellas transmisiones, en la que compartía la audición de los decires de Gastón con mi padre, fue que el viejo me proporcionó los primeros datos que supe acerca de quién era Baquero y qué representaba en el devenir de la cultura cubana. Por razones que he olvidado, ambos se conocían de los tiempos en que el mítico poeta ejercía el periodismo en las páginas de El Diario de la Marina, órgano acerca del cual yo estaba haciendo un trabajo investigativo para una asignatura de mi carrera universitaria. Por supuesto que papi aprovechó la ocasión y me recomendó que si yo pretendía conocer periodismo del bueno de verdad (más allá del maniqueísmo de considerar que identificarse con la obra de un creador es sinónimo de asumir su proyección política), no dejase de leer los trabajos firmados por Gastón Baquero en la prensa cubana anterior a 1959, fecha en la que el autor se marchó de Cuba para nunca volver.

La celebración en el 2014 del centenario del natalicio del poeta, ensayista y periodista Gastón Baquero (Banes, mayo de 1914-Madrid, mayo de 1997) propició la publicación de varios textos que rinden homenaje a esta figura fundamental de la literatura cubana y acerca del cual, el poeta y ensayista Jorge Luis Arcos ha escrito:

«Comentábamos una tarde, César López, Enrique Saínz, Efraín Rodríguez y yo, cómo Baquero padeció las cuatro o cinco parcas: era pobre, mulato, homosexual, provinciano y, como por añadidura, poeta, y después padeció una sexta: la del exiliado. Pero el poeta, en cierto sentido, ¿no es todas esas cosas, siempre, y muchas más? Entonces el poeta da testimonio de su insondable temporalidad, y es siempre el huérfano, el hijo errante (¿de la mar?) –el eterno niño de su poesía–, el peregrino, el huésped, el forastero, el exiliado, el pobre, el mendigo, el viajero incesante –y el viajero es el que hace el tránsito, el que transita–, el inocente, el que escribe en la arena el testimonio fugitivo e imperecedero de la poesía, como si la belleza solo pudiera existir a costa de desaparecer; más: como si la belleza de las formas en la luz fuera el testimonio rapidísimo de otra Belleza eterna, invisible. Por eso el poeta es como el guardián de ese misterio profundo –tal en su poema «El río», por ejemplo–; pero es también el que padece como un desamparo, una orfandad cósmica («la orfandad del planeta / en la siniestra llanura del universo») –el conocimiento tiene ese precio, también–, y de ahí su profundo pathos vallejiano, chaplinesco incluso –tal en su conmovedor «Con Vallejo en París -mientras llueve» (suerte de alter-ego suyo)–; en su desolado, «El viajero» («Silbar en la oscuridad para vencer el miedo es lo que nos queda»); en ese poema tan inquietante, tan extraño, tan turbador, «El viento en Trieste decía»; o en las desesperadas preguntas de Paolo al hechicero, del poeta a su ¿indiferente? Creador. Ese como nihilismo profundo, que no llega a albergar esperanzas ni siquiera –y repárese en que Baquero fue un hondo creyente– después de la muerte, como se aprecia en su poema «El huésped», fue el reverso de su zona luminosa, prístina, matinal, lúdicra incluso. Baquero tuvo, pues, los dos tonos absolutos, los dos eternos registros: el de la Muerte y el de la Vida, y una zona como intermedia, transitoria, existencial, el del viajero incesante entre esos dos reinos intercambiables, que puede entonces, siempre, despedirse así de nosotros: Volveremos de nuevo a decirnos adiós».

Entre los textos que aparecieron para celebrar el centenario de Gastón Baquero, la Fundación Banco Santander puso en circulación en España el volumen Fabulaciones en prosa, un conjunto de artículos, ensayos y cartas inéditas de este escritor y que abordan sus preocupaciones por el devenir de la humanidad. En el puñado de escritos sobre historia, filosofía, música, religión y literatura, seleccionados por el investigador Alberto Díaz-Díaz, conviven personajes tan dispares como Cristóbal Colón, Víctor Hugo, George Bernard Shaw o Simón Bolívar, reflejados desde el particular punto de vista que sobre ellos tenía el autor banense.

A propósito de su quehacer periodístico, Baquero le confesó lo siguiente al poeta y editor Felipe Lázaro:

Quiero tratar ese asunto con guantes de seda, porque en general se me ocurren cosas bastante desagradables cuando pienso en lo que es el periodismo. Balzac dijo una verdad tremenda: «Si el periodismo no existiese, habría que no inventarlo». Lo contrario de lo que se ha dicho de Dios. Porque el periodismo –no los periodistas– es una cosa que no está en la inteligencia. Como se le entiende habitualmente, como se le practica, es algo deplorable y dañino para el espíritu, porque es una escuela cotidiana y pertinaz de vulgaridad (de vulgaridad impuesta por la demanda del mercado). ¿A qué seguir? Uno está en el periodismo y no debe, ni puede, subestimarlo, porque tampoco es una prisión ni un infierno. Sólo que es una profesión que apenas si tiene que ver con la literatura, no obstante que se hace con letras, y apenas tiene que ver con la filosofía no obstante que maneja ideas. El periodismo cotidiano gasta y vuelve roma la sensibilidad de un artista, de un pensador, de un poeta. Comprendo el horror con que vieron algunos amigos de la juventud mi entrada en firme en un periódico. Por cierto buen concepto que tenían formado sobre mis posibilidades en lo literario, se enojaron bastante, y me tuvieron por frívolo y por sediento de riqueza, cuando no sólo entré en el periodismo, sino que a poco fui en la profesión esa cosa nauseabunda que se llama un triunfador».

Otro de los libros que salió al mercado para rendir tributo al centenario de este gran humanista, que en la década de los noventa abogó por la publicación conjunta de textos de escritores de la Isla y la diáspora y por la idea de que la cultura cubana era una sola más allá de la política, es Poderosos pianos amarillos. Poemas cubanos a Gastón Baquero, perteneciente a la colección Capella de Ediciones La Luz, casa editorial holguinera de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y que surgiese allá por 1997. Con trabajo de compilación y edición a cargo de Luis Yuseff y prólogo de Virgilio López Lemus, se recogen aquí textos de alrededor de 140 autores, residentes tanto dentro como fuera de nuestro país.

En su totalidad, el material corrobora que, como pensaba Jorge Luis Borges, Cada generación de escritores crea a sus precursores y el primer acto de creación, como se sabe, no es la escritura sino la lectura, por lo cual no resulta casualidad que el lema de las Romerías de Mayo en Holguín –embrión de donde nacen las Ediciones La Luz– sea justamente la frase »porque no hay hoy sin ayer». El enorme significado cultural de un proyecto como el de este libro, en el que intervienen poetas que van desde Eugenio Florit, Fina García Marruz, Luis Marré, Domingo Alfonso, José Koser y Lina de Feria, hasta Maya Islas, Felipe Lázaro, Bladimir Zamora, Daniel Díaz Mantilla, Norge Espinosa,José Félix León, Alejandro Querejeta, Juan Carlos Recio, Orlando Rossardi, Pío E. Serrano, Jesús Barquet, Gleyvis Coro, Milena Rodríguez, Juan Carlos Valls, Camilo Venegas, Carmen Serrano, Ricardo Riverón, Juana García Abás, Lourdes González, Manuel García Verdecia, Alfredo Zaldívar, Alberto Acosta-Pérez, Roberto Méndez, León Estrada, Reinaldo García Blanco, Arístides Vega Chapú, Rigoberto Rodríguez Entenza, Francis Sánchez, Zurelys López, Carlos Esquivel, Luis M. Pérez Boitel, Ronel González, José Luis Serrano, José Luis Fariñas, Luis Yuseff, Frank Castell, Irela Casañas, Yanier H. Palao, Yunier Riquenes, Moisés Mayan, Jamila Medina y Legna Rodríguez…, se sintetiza en lo asegurado por Erian Peña Pupo al comentar la aparición de la compilación:

«Este es un libro cofre: texto misterioso y sobrecogedor, más que una antología o una selección de poemas inspirados en la lírica de Baquero, Poderosos pianos amarillos… es un puente, una necesidad imperiosa del quehacer editorial cubano, una comunión para rendir tributo a un poeta vital».

Poderosos pianos amarillos… se ajusta a lo afirmado por el homenajeado, cuando a un cuestionamiento acerca de qué le parecía la nueva generación de jóvenes poetas cubanos, que muestran un seguimiento de su obra y que se acercan a él con amistad y respeto, respondió:

«Lo que me encanta, me hace muy feliz para ahora y para después de la muerte, es comprobar cada día la pasión de los y las jóvenes de los territorios en que se desenvuelve hoy la gente cubana, por la poesía. ¡Qué maravilla, cuánta poesía buena se está haciendo dondequiera que late un corazón cubano! El sinsonte sigue cantando a todo pecho. (…) Y soy feliz. Las muestras de cariño que me llegan de la plural geografía cubana, las recibo como una señal de continuidad, de sucesividad invariable de lo cubano en poesía».

Gracias a Bladimir Pascual Zamora Céspedes (O el Blado, como solían decirle, aunque yo prefería llamarlo Pascual) supe por primera vez del trabajo de la editorial Betania, obra del güinero Felipe Lázaro, quien para iniciar dicho proyecto en 1987 decidió comenzar con ese importantísimo libro que esConversación con Gastón Baquero, un título de obligatoria lectura y que ya cuenta con tres ediciones. De la última de ella, que además de aparecer en letra impresa está en formato digital, reproduzco la respuesta que el autor de Memorial de un testigo (poemario considerado por la crítica como esencial en la lírica baqueriana) da a la pregunta de cómo influyó en su formación y vida literaria el haber nacido en un pueblo como Banes, más en contacto con la naturaleza, el campo, los cultivos y su posterior descubrimiento de La Habana, más cercana de lo foráneo, de la influencia extranjera:

«Mi pueblo natal no era exactamente un pueblo campesino con predominio de lo rural sobre lo urbano. Por la presencia allí, desde el año 2, de la United Fruit Company (seamos justos, mal que moleste) la calidad de vida de ese pueblo, que presumía de haber sido la capital indígena de Cuba, Baní, era deseada y envidiada por muchos otros pueblos del contorno.

«Una de las consecuencias o razones de esa calidad de vida era la abundancia de las escuelas públicas y privadas. Hasta los que por razón de pésima condición económica no asistíamos a la escuela a la edad conveniente conocíamos de la fama de los maestros y maestras, caracterizados casi todos ellos por el amor a los versos y por el hábito de decir poesías, en el aula o en la tribuna patriótica, en el café o en las reuniones familiares».

(…)

«Esta persona dominada por la fantasía -por la necesidad o por el gusto de fantasear- es la que sale un día de su pueblo y va a vivir a la capital. A la capital de un país con tradición larguísima de poesía. Y de poesía llena de fantasía, de imaginaciones, de poetas que por lo mismo que no han visto jamás la nieve, escriben cantos y cantos a la nieve, que es lo debido. Hablar de lo que no se ha visto es crear. Intentar describir lo visto es una utopía, porque lo real es inapresable por la palabra y aun por la mirada».

Allá por el primer quinquenio de los noventa de la pasada centuria, el Blado (mi buen amigo Pascual) iba con frecuencia a España y siempre a su retorno, organizábamos unas tertulias en su cuartico de La Habana Vieja, más conocido como La Gaveta. No sabría decir cuándo fue la primera vez que mi siempre recordado hermano y compañero de redacción en El Caimán Barbudo me habló con suma emoción acerca de sus encuentros con Gastón Baquero, en su casa ubicada en la madrileña calle de Antonio Acuña y que, según cuentan los visitantes de la morada, era algo así como una extensión de Cuba en España. A lo mejor fue en 1995, cuando a su regreso de Madrid el Blado (Pascual) se nos apareció en la Editora Abril con un ejemplar de un libro titulado Poesía cubana: La isla entera (1995), una hermosa antología poética que Bladimir Zamora realizó en colaboración con Felipe Lázaro para la Editorial Betania. Esta obra, que reúne a 54 poetas cubanos de dentro y fuera de Cuba, se publicó después del evento madrileño «La Isla entera», en el que participaron ambos compiladores.

El quehacer de Felipe Lázaro al frente de su editorial Betania merece ya un serio estudio, así como el reconocimiento entre nosotros de lo mucho y bueno que le ha aportado a la cultura cubana. Aunque poseedora de un extenso catálogo, a decir verdad un solo título de dicho sello editorial le basta y sobra como puerta de entrada a la perdurabilidad. Por supuesto que me refiero al ya aludido Conversación con Gastón Baquero. Gracias a la maravilla del ciberespacio, atesoro en mi computadora la edición electrónica de este libro, disponible para su descarga gratuita en la red. DE las páginas digitales que dan testimonio del diálogo sostenido por Felipe Lázaro con Baquero, extraigo la respuesta de este último ante una interrogante referida a lo que Roberto Fernández Retamar ha denominado «la generación de poetas trascendentalistas», que gira en torno a José Lezama Lima y la revista Orígenes:

«Ese tema de la «generación de Orígenes«, los trascendentalistas, etcétera, tiene que ser tratado, me parece, con mucho cuidado, para no dejarse arrastrar por el tópico, por el juicio que por inercia se hace lugar común y acaba por convertirse en tradición o en ley fija.

«En rigor, no hay tal generación de Orígenes. Usted no puede hallar nada más heterogéneo, más dispar, menos unificado, que el desfile de la obra de cada uno de los presuntos miembros de la generación. Siempre he tenido la impresión de que Lezama, que era una personalidad muy fuerte, que tenía un concepto exigentísimo para la selección y publicación de un material en «su» revista, aceptó a muchos de nosotros a regañadientes, porque no tenía a mano a nadie más. Creo que literalmente no nos estimaba en lo más mínimo. Lo que cada uno de nosotros hacía estaba tan lejos, a tantos kilómetros de distancia, de lo que él hacía, que la incompatibilidad era no sólo obvia, sino escandalosa.

«En lo personal mismo nos llevábamos bastante mal. Pero esto es propio del ambiente literario, o de los literatos de todos los tiempos. Mi veneración y mi respeto por la obra de Lezama y por su actitud ante la cultura, no me impidieron nunca reconocer que su carácter era muy fuerte, intransigente, con rigor excesivo para enjuiciar personas y obras. Casi siempre estábamos, como los niñitos en el colegio, «peleados». No nos reuníamos en grupo jamás, porque no existía tal grupo, sencillamente. Cuando por una simpleza, nos echó de Orígenes a Cintio, a Eliseo, a mí y a otros, puso una nota que me produjo una risa enorme, porque decía que a partir de ahí la revista iba a ser «más fragante». ¡Y metió a Rodríguez Feo! La palabra «fragante», que nos calificaba de apestados, tenía una gracia enorme, como producto de una rabieta infantil que era.

«Esto no quiere decir que desconozca o niegue el valor de la revista Orígenes. Una cosa es la revista y otra es lanzarse, por comodidad y por obediencia al lugar común, a hablar de «la generación de Orígenes«. La revista fue la expresión de unas tendencias literarias actuales (actuales en aquel momento, por supuesto), pero no fue sino una expresión más del amor sempiterno de los cubanos por la literatura y por la publicación de buenas revistas. Es explicable que los extraños hablen deOrígenes como si se tratara de algo único, insólito y excepcional en Cuba. Dejando a un lado la cuestión de la calidad, que es, en definitiva, cuestión de preferencias y de gustos, ¿cómo desconocer la importancia de revista como la de la Universidad de La Habana, como la Revista Cubana, como la Bimestre, como la del Lyceum, como la de la Biblioteca Nacional, como la de los arquitectos, etcétera? Desdeñar olímpicamente todo lo que hacen los demás, todo lo que no responda textualmente a nuestro criterio, es una agresión a la cultura, es un acto de barbarie. Siempre, en todo tiempo, la nueva generación de poetas hace heroicamente «sus revistitas», como decimos peyorativa e injustamente. Las hemerotecas cubanas deben estar llenas de publicaciones modestas, humildes en la presentación, pero llenas de fe en la poesía. Piénsese en una revista como Orto, de Manzanillo, la revista de Sariol, y se tendrá un ejemplo magnífico de lo que quiero decir. O en aquella santiaguera que tenía el estupendo título de Una aventura en mal tiempo. ¿Y Cuba contemporánea y tantas otras?»

Con una trayectoria artístico literaria en todo tiempo al servicio de la cultura cubana (en particular) e hispánica (en general), acerca de este banense de talla universal cabe expresar lo afirmado por Felipe Lázaro al decir:

«Convertido así, definitivamente en Maestro, por su visión global de todo hecho cultural, Baquero ha trascendido como literato y ya es hoy un faro que ilumina con sus versos y su prosa, que plasmaron el amor a todo lo cotidiano que importa al hombre. Transparente y ejemplar puente por donde debe transitar todo posible derrotero que nos recuerde su mayor anhelo: descubrir el sendero que lo lleve / a hundirse para siempre en las estrellas».

Muestra de artes plásticas en la Casa de México en La Habana

Muestra de artes plásticas en la Casa de México en La Habana

Los vínculos culturales entre Cuba y México son de larga data. Diversos creadores cubanos de manifestaciones como la música, la literatura, las artes plásticas…, han encontrado en aquel país una suerte de segunda casa y sitio donde han recibido total reconocimiento. En el artículo de Jorge Mata que reproducimos a continuación y publicado originalmente en Diario de Cuba,  se comprueba lo antes expresado por medio de una reseña a propósito de una muestra en la que 26 compatriotas rinden tributo a la nación azteca.

‘Unánime presencia’: 26 artistas cubanos evocan la cultura mexicana

Por Jorge Mata

La Casa del Benemérito de las Américas Benito Juárez, popularmente conocida en La Habana como la Casa de México, celebra su trigésimo aniversario con la exposición colectiva Unánime presencia, en la que 26 artistas cubanos rinden homenaje al país azteca.

Para la muestra, cuyo título evoca el fragmento de un verso de Piedra de Sol, poema del Nobel mexicano Octavio Paz, publicado en 1957, los organizadores eligieron 52 obras de artistas de distintas generaciones.

Sus curadores —Ana Luisa Sánchez Echenique (Ciudad de México), Guillermo C. Pérez Veranes (Santiago de Cuba) y Pablo Villalobos Leal (Zaragoza)— conforman un trío heterogéneo que converge eficazmente en una misma propuesta:

«Desde un principio nos interesaban tres maneras esenciales de sentir México. En la primera apelamos a los artistas que han residido en ese país por períodos prolongados. En ese grupo destacan las obras de José Bedia, Flavio Garciandía, Carlos Cárdenas, Marta María Pérez, Segundo Planes, Leandro Soto, Israel León, Carlos García de la Nuez, Juan Francisco Elso Padilla y Fayad Jamís, quien nació en Zacatecas en 1930 y durante once años ejerció funciones como consejero cultural de la embajada de Cuba en México. Su obra expuesta fue pintada en ese país.

«El segundo grupo de creadores está conformado por aquellos que han visitado el país y la presencia de este se hace notoria en sus obras, siendo el caso de Jesús González de Armas, Pedro de Oraá, Manuel Mendive, Nelson Villalobos, Moisés Finalé, Rubén Rodríguez, Osneldo García, Emilio Rodríguez, Adonis Ferro o Mabel Poblet entre otros.

«Para cerrar invitamos a otros artistas que sin vivir o haber estado físicamente en México, se sienten influenciados en distinta medida por el legado de la cultura y la religiosidad mexicana. Esta parte de la propuesta curatorial recoge los trabajos de hacedores más jóvenes como Maikel Sotomayor, Ricardo Miguel Hernández, Kmilo Morales, Greta Reyna y el jovencísimo Serlián Barreto», precisan Guillermo C. Pérez y Pablo Villalobos en nuestro encuentro.

La muestra

En su mayoría, las obras exhibidas en Unánime presencia son inéditas. Algunas de ellas pertenecen a las colecciones privadas de José Almarales y Orlando Hernández, quienes tuvieron la gentileza de prestarlas. Otras fueron realizadas para la muestra, algunas permanecían dormitando en los estudios de los artistas o fueron enviadas desde el exterior. El peso y la presencia de importantes creadores de la diáspora cubana, alguno de los cuales no habían expuesto en Cuba por décadas, otorga a la propuesta una carga simbólica significativa como zona de encuentro y diálogo. La exhibición también reúne a tres premios nacionales de Artes Plásticas, Mendive, Oraá y Osneldo.

«Las limitaciones del espacio hicieron más difícil la selección de artistas. Sabemos que hay muchos otros creadores que ameritan estar en Unánime presencia. Por esta razón planteamos una propuesta abierta, de carácter itinerante y en la que puedan imaginarse otras ediciones que incluso albergue artistas mexicanos», explican Guillermo C. Pérez y Pablo Villalobos.

La muestra fue inaugurada el 2 de noviembre, fecha de gran trascendencia en México, por ser el Día de Muertos, «festividad sincrética y mestiza, de origen indígena y europeo, una expresión espiritual y plástica donde se fusionan y reconcilian dos mundos y una gran diversidad de influencias», según nos recuerda Javier Villaseñor Alonso, ensayista y poeta, y actual Agregado Cultural de la Embajada de México en Cuba, en el catálogo de la exposición.

Entre las obras expuestas destacan los trabajos de Manuel Mendive, de quien se emplazan tres esculturas a modo de estalación de la serie La feria, el bosque de lo desconocido. En las piezas el artista utiliza como eje central garabatos-pájaros.

Segundo Planes expone un díctico de gran formato. Ambas piezas son tan distintas entre sí que se complementan. De una parte Hombre de sangre, obra de marcado carácter figurativo, y de la otra Cazador de estrellas, abstracción informalista de excelente factura y carga simbólica.

La trinidad de lujo se conforma con las obras Tierra, maíz, vida, de Juan Francisco Elso Padilla; Espíritu de fuego, de José Bedia; y la pieza sin título de Jesús González de Armas. En los tres artistas (Elso y de Armas ya fallecidos) se palpa la energía de quienes, al igual que Mendive, han logrado conectar con lo sagrado.

Nelson Villalobos exhibeTransfiguración de un mito enmascarado en ave, obra de gran formato pintada sobre tela de yute crudo. Para Villalobos los viajes hacia otros mundos siempre son posibles. El artista también introduce el ave como parte esencial de su discurso plástico. En su caso, el ave personifica lo intangible, lo espiritual, la libertad de ser poesía en la mitad de un todo que nos completa.

Auspiciada por la embajada de México en Cuba, la muestra permanecerá abierta hasta el 15 de enero de 2019.

Tomado de Diario de Cubawww.ddcuba.com.

Entrevista a Julio Mitján

Entrevista a Julio Mitján

Decididamente, Santa Clara y en general toda Villa Clara es tierra fértil para el florecimiento de diversas expresiones artísticas. Justo de allí es el poeta Julio Mitján. No recuerdo con precisión el momento justo cuando le conocí. A lo mejor fue en una de las tantas maravillosas noches de la tristemente desaparecida Casa del Joven Creador, en la esquina de San Pedro y Sol, Habana Vieja. O tal vez fue durante alguna presentación de un libro de la editorial Sed de Belleza, hermoso proyecto del cual él fuese uno de los fundadores, aunque nunca llegó a cobrar un centavo por su trabajo como editor en dicha institución pues nunca consiguió que le aprobasen la plantilla laboral. Han transcurrido los años de entonces a acá, pero Julio, el poeta autor de cuadernos como Venía diciendo una fábula (Ediciones Sed de Belleza, 1994) y Alejándose del resto (Casa Editora Abril, 2002), el ganador del Premio de Poesía La Gaceta de Cuba, 2011, por el conjunto de poemas titulado Torcíamos tabaco, y actual especialista del Consejo Nacional de Casas de Cultura, mantiene el mismo filo en su discurso que cuando era joven, como se puede comprobar en la siguiente entrevista.

Adopciones: Nueva propuesta cinematográfica de Rolando Díaz

Adopciones: Nueva propuesta cinematográfica de Rolando Díaz

Durante la recién concluida edición del Festival de Cine de La Habana, por la capital de los cubanos anduvo de visita nuestro comnpatriota Rolando Díaz, cineasta radicado en España desde la década de los 90 de la anterior centuria. El realizador de filmes tan recordados como Los pájaros tirándole a la escopeta, por estas fechas está inmerso en la fase de posproducción de un docudrama sobre las adopciones en República Dominicana

En este material, Rolando Díaz parte de la historia real de Moraima, una niña dominicana que fue devuelta por sus padres adoptivos a sus progenitores biológicos, los cuales viven en extrema pobreza en el campo. Por dicho camino, el nuevo proyecto cinematográfico de Díaz, que lleva por nombre el deAdopciones, explora el dolor del abandono.

Según ha trascendido, el docudrama, rodado en la República Dominicana, posee un inusual formato al integrar como protagonista al personaje de ficción de una periodista interpretado por la actriz dominicana Judith Rodríguez, dentro de una historia y unos personajes reales.

En una entrevista con EFE, Rolando Díaz explicó que se interesó por este proyecto al conocer la investigación sobre las adopciones en República Dominicana, llevada a cabo durante tres años por el poeta, periodista y productor de esta película, el también cubano Alfonso Quiñones.

En el trabajo publicado por la agencia EFE, se deja claro que el punto de partida de la investigación fue averiguar el paradero de Moraima, desconocido hasta por sus propios padres biológicos. Su rastro se perdió hace años después de que su caso saltara a los medios de comunicación de la isla de Quisquella en 1995, cuando tenía 13 años, según dijo a EFE Alfonso Quiñones, otrora periodista de la UNEAC y que en el presente reside en República Dominicana.

En el transcurso de sus pesquisas, Quiñones se encontró con otros casos de adopciones de niños de familias en Jarabacoa, en la provincia de La Vega, y planteó el proyecto de llevar a cabo un documental sobre dicho fenómeno a Rolando Díaz.

Desde el primer momento, Díaz tuvo claro que no deseaba hacer una película de entrevistas, sino que quería realizar un experimento y para ello buscó a una actriz que en su vida real «hubiera sufrido un dolor muy grande» y que «hubiera sido periodista».

En Adopciones, la actriz dominicana Judith Rodríguez, quien ha participado también en las películas Cocote y Carpinteros, interpreta a una reportera que efectúa una investigación para buscar a Moraima y en el transcurso encuentra otras historias de adopciones y va entrevistando a todos los protagonistas de estos casos que cuentan su vida.

Para Rolando Díaz, miembro de una importantísima familia en el mundo artístico literario cubano y en la que se incluyen figuras como el novelista Jesús Díaz y el teatrista Carlos Díaz, este filme va más allá del tema de las adopciones ya que «la pobreza, el papel de la madre, la figura de la mujer como elemento de unión, el desamor y las ausencias» son también muy importantes.

En sus declaraciones a EFE, Rolando Díaz recordó que no es la primera vez que hace este tipo de cine, y aludió a su cinta Si me comprendieras, seleccionada para ser mostrada por más de quince festivales internacionales, pero aseguró que sí es la primera vez con esta «fórmula de una actriz por medio».

Por su parte, Alfonso Quiñones, el productor de Adopciones, actualmente en fase de posproducción, dijo que antes de su estreno, previsto para el último trimestre del año 2019, quieren llevar esta película a distintos festivales.

Radicado actualmente en Valencia (España) tras residir varios años en las islas Canarias, Rolando Díaz no para de soñar con la realización de nuevos proyectos. Entre ellos figura La edad del olvido, una historia de mujeres centenarias de República Dominicana, España y Cuba, así como retornar a la comedia, género con el que se hiciese muy popular en el decenio de los 80 entre los amantes del cine  en nuestro país.

El creador cubano, aspirante al Premio Goya al mejor cortometraje-documental por El largo viaje de Rústico, en 1994, durante la entrevista concedida a EFE destacó también el salto importante en el cine que ha dado en poco tiempo la República Dominicana y subrayó la calidad de cintas como Cocote y el documental Caribbean fantasy.

«Creo que hay mucha fuerza en América Latina» en el cine, afirmó Rolando Díaz, y añadió que también le interesa mucho lo que está pasando ahora con las nuevas generaciones de cineastas cubanos.

Entrevista a Ihosvany Bernal

Entrevista a Ihosvany Bernal

Quienes son asiduos visitantes del espacio que cada miércoles entre 5:00 PM y 8:00 PM en el patio-bar de la EGREM en Centro Habana desarrolla la revista El Caimán Barbudo, conocen bien el quehacer autoral e interpretativo de Ihosvany Bernal. El Ihosva, como todos le dicen en el ambiente trovadoresco cubano, fue uno de los fundadores de estos encuentros surgidos en marzo de 2009 por iniciativa del periodista y poeta Bladimir Zamora. Y es que si un trovador ha sido activo participante y promotor de peñas, ese es Ihosvany, un hacedor de sones tranquilos al decir de Fidelito Díaz Castro y quien a la par de ejercer el oficio de la trova, trabaja como profesor de educación física pues es graduado de la Licenciatura en Cultura Física. Un recuento de qué ha sido su vida artística desde que debutase en una agrupación allá por 1993 se recoge en la siguiente entrevista y en la que El Ihosva habla de antiguos proyectos en los que se ha visto involucrado, como Puntal Alto, de colegas suyos como Samuel Águila, de los viajes que ha realizado por diferentes países de América Latina y de su hijo Pedro Pablo, quien es estudiante de música en la especialidad de guitarra.

Homenaje a Berta Martínez

Homenaje a Berta Martínez

El pasado mes de octubre, a los 87 años de edad, murió en La Habana Berta Martínez, sin discusión alguna una de las glorias del teatro en Cuba. Lamentablemente, su fallecimiento apenas fue reflejado en la prensa cubana. Por lo anterior, enMiradas Desde Adentro hemos querido rendir tributo a esta destacada personalidad de nuestras tablas y para ello, reproducimos un sentido texto del periodista Wilfredo Cancio Isla, publicado semanas atrás en Café Fuerte.

Berta Martínez, como un pedazo del alma cubana

Por Wilfredo Cancio Isla

El teatro y la cultura cubana han perdido a uno de sus pilares más sólidos, a una de sus personalidades más deslumbrantes, a una artista que combinó el talento dramático con el pensamiento intelectual hondo y revelador. A un mito.  Ha muerto Berta Martínez en La Habana, a los 87 años.

Actriz, locutora, directora escénica, diseñadora, profesora, Berta Martínez deja un magisterio de seis décadas en la historia de las artes escénicas cubanas y en el teatro latinoamericano contemporáneo.  Mujer de voz poderosa y firme carácter, temperamento sensible y afán perfeccionista, su muerte cierra un ciclo de grandes hacedores de la escena cubana, junto con los ya desaparecidos Francisco Morín, Adolfo de Luis, Roberto Blanco y Vicente Revuelta.

El luto en Cuba debería ser más sentido que las cuatro noticas salidas en algunos medios digitales hasta el momento. Berta impuso un estilo clásico y popular en las tablas cubanas, y lo perfiló, moldeó y cultivó hasta convertirlo en una identidad virtuosa. Una puesta en escena que dirigiera Berta era única, irrepetible y memorable. Como también lo serán -aunque el teatro esté solo “escrito en el viento”- su actuación espléndida como Lala Fundora, en Contigo Pan y Cebolla, o sus recordados desempeños protagónicos en El difunto Señor Pic (un dúo mágico con Ernestina Linares que Rine Leal calificó entonces de “el más apetitoso, violento y descarnado juego escénico” que podía verse en La Habana),  Beatriz Cenci, Madre Coraje y sus hijos o Santa Juana.

La época de las salitas

Nacida en 1931 en Yaguajay, antigua provincia de Las Villas, Berta comenzó desde muy joven sus empeños artísticos.  A los 16 años se inició como actriz aficionada e integró la legendaria Academia Municipal de Arte Dramático de La Habana. Va también al Teatro Martí rastreando la tradición de lo vernáculo y traba relación de trabajo con figuras de la talla de Candita Quintana y Alicia Rico. Se gradúa como locutora y se integra a la Asociación Cubana de Artistas Teatrales (ACAT), una sombrilla que le permite el acceso a varios radioteatros.

Es una de las actrices que se suma al movimiento de las salitas habaneras en la década de los 50, cuando emergieron personalidades imprescindibles del teatro con cierto rigor, más allá de los espectáculos comerciales. En 1955 viaja a Nueva York para estudiar en alguna academia dramática y logra vencer las pruebas en la Bown Adams Profesional Studio, donde en apenas dos años de permanencia, limitada por factores económicos, cursa dos niveles que a lo largo de los años serían sello distintivo de su carrera: las luces y la dirección de actores.

Tras su regreso a La Habana, en 1957, Berta comienza una etapa que la llevará por el camino de la consagración junto al grupo Prometeo y al maestro Morín. Protagoniza Sangre verde, Réquiem para una monja, El águila de dos cabezas, y asume la primera dirección teatral con los trazos de Morín:  El difunto Señor Pic, con la cual recibe el “Premio Prometeo” a la Mejor Dirección del Año y a la Mejor Actuación Femenina, y el Premio Nacional ARTYC a la Mejor Dirección y a la Mejor Actuación Femenina.

Con Teatro Estudio

La Berta Martínez que entra al elenco de Teatro Estudio en 1961 y que hace leyenda con la hija muda de Madre Coraje, la Diana de El Perro del Hotelano o la Lala Fundora de Contigo Pan y Cebolla, es una artista madura, plena de capacidades y experiencias como para asumir los desafío de la escena cubana con una sensibilidad y un acento peculiares.

De esa madurez son fruto obras que figuran como hitos de la época de oro del teatro cubano: el Don Gil de las calzas verdes (Tirso de Molina), Macbeth (Shakespeare), La casa vieja (Estorino), y toda la saga lorquiana que situó a nuestro teatro en un momento de esplendor y universalidad: La casa de Bernarda Alba, Bodas de Sangre, La zapatera prodigiosa… Ella fue sin dudas nuestra mejor intérprete del teatro de Lorca, la que le dio un arraigo de cubanía y un aliento de modernidad que potenciaron lo dramático de esos textos cincelados con genialidad poética.

Nadie como ella manejó la luz, los decorados, el sentido del gesto para crear una atmósfera de absoluta teatralidad y espectáculo en la escena. Como ha dicho el crítico Norge Espinosa, Berta “narraba desde la luz”.

Conocí personalmente a Berta tras una función de La casa de Bernarda Alba, cuando yo empezaba a emborronar cuartillas en la crítica teatral, a comienzos de los años 80.  Me impresionó su recia personalidad y su carisma a flor de piel. Había leído mucho de sus actuaciones con Prometeo en En primera persona (1967), el libro imprescindible de Rine Leal, y llegar hasta ella aquella noche tuvo para mí un magnetismo que derivó luego en admiración y culto.

Un drama de Carpentier

En 1986 estuvimos muy relacionados cuando Berta emprendió el montaje de La aprendiz de bruja, el único texto teatral de Alejo Carpentier. La obra había estado en planes de representación desde que Carpentier se la diera a conocer a Jean Louis Barrault en París, en1956, pero por una razón u otra nunca había llegado a las tablas.

Llevar a escena una obra como La aprendiz de bruja, con un conflicto que aplastaba la palabra escrita del narrador, fue un reto gigantesco que solo Berta Martínez pudo sacar a flote con brillantez. Participé en algunos de los ensayos previos al estreno, en los que la exigencia de Berta cobraba preciosismos milimétricos en la escena del Teatro Nacional. Fue un trabajo agotador y sin tregua hasta el día de la función inaugural. Fueron también días difíciles para ella y todo el elenco tras la tragedia ocurrida en plena función, con la muerte del actor Florencia Escudero, desgarrado por una de las plataformas del escenario mientras transcurría la obra. Definitivamente, aquel drama sobre la traición de la Malinche en plena conquista de México estaba maldito, y solo la laboriosa dedicación de Berta fue capaz de proporcionarle vida dramática aunque fuera por unas pocas noches.

Quise mucho a Berta desde esos días aciagos. En 2001 nos encontramos en Miami en ocasión de su visita al Primer Festival del Monólogo organizado por Alberto Sarraín.  Acababa de recibir el Premio Nacional de Teatro, compartido con Roberto Blanco. Hablamos y las lágrimas saltaron en más de una ocasión. Quedamos en la promesa de una entrevista, que presumí no iba a realizarse nunca sabiendo de su proverbial rechazo a las conversaciones periodísticas, los homenajes y la exposición publicitaria.  En algún momento recordamos el poema de Borges que nos obliga siempre a  pensar en la imposibilidad de una próxima vez (Si para todo hay término y hay tasa/ y última vez y nunca más y olvido/ ¿Quién nos dirá de quién, en esta casa,/ sin saberlo, nos hemos despedido?)

No la vi más. Supe después de ella a través de amigos comunes y más tarde conocí de su enfermedad e internamiento en un asilo de ancianos, afectada por la demencia. Me cuentan escenas de sus días finales que he querido borrarlos y diluirlos como escenas fallidas de una teatralidad perenne de su existencia.

Hoy sé que la escena cubana está más vacía y con menos luz que nunca. La historia de nuestro teatro tendrá siempre que contar con su estela de plasticidad, rigor y pasión creativa.  Berta Martínez supo representarnos como somos: con dolor y belleza.

Tomado de Café Fuerte,  www.cafefuerte.com

Percusionistas cubanos en el jazz estadounidense ¡A bailar a casa del trompo!

Percusionistas cubanos en el jazz estadounidense ¡A bailar a casa del trompo!

Es más que sabido los estrechos vínculos existentes entre el jazz estadounidense y la música cubana. Ya investigadores como Leonardo Acosta y Danilo Orozco han demostrado con crece la participación de compatriotas nuestros en la ciudad de New Orleans durante el proceso de surgimiento del primer gran lenguaje sonoro del siglo XX.

Tal simbiosis es lógica que se produjese, si pensamos en que el jazz resulta expresión de un claro proceso de hibridación entre lo africano y lo europeo, lo rítmico y lo melódico, tendencias todas que también acontecen en la música cubana.

Como ha acotado José Dos Santos, periodista y gran conocedor del jazz: «La tradición oral de los antepasados africanos y el intercambio libre, desinhibido y sin formalidades, desembocaron en los bailes y cantos marcados por la percusión.»

Igualmente, hay copiosa bibliografía que atestigua el hecho de que de 1948 en adelante, con el encuentro Gillespie-Pozo y el comienzo del auge del afrocuban jazz, se inicia un proceso diaspórico de músicos cubanos que van a radicarse a Estados Unidos, ante la demanda que se produce por entonces en aquel país en cuanto a percusionistas nacidos de este lado del mundo.

Como ha señalado el notable investigador Cristóbal Díaz Ayala, lo antes señalado resulta un caso claro de justicia poética. «Si en Cuba los percusionistas, por su abundancia, eran los peores pagados de los músicos, en Nueva York era diferente; el percusionista cubano que pudiera descifrar la ritmática jazzista y amalgamarla con lo cubano, estaba hecho.»

Es así que comienzan por entonces en Norte América las carreras prodigiosas de figuras de nuestro terruño como Cándido Camero, Chino Pozo, Mongo Santamaría, Armando Peraza, Oreste Vilató, Carlos “Patato” Valdés, Francisco Aguabella, Marcelino Valdés y otros. Todos ellos eran portadores de un singular modo de ejecutar la percusión, cosa que habían adquirido acá en Cuba y que llevaron consigo al pasar a radicarse en Estados Unidos.

Por otra parte, es importante tener en cuenta en este proceso de vínculo entre percusionistas cubanos y el jazz estadounidense, un aspecto apuntado por Leonardo Acosta cuando expresa:

«Las interrelaciones e influencias recíprocas en las expresiones musicales de Cuba y los EE.UU., sobre todo en música popular, han sido de tal magnitud que resulta imposible historiar una sin, al menos, mencionar a la otra, y aunque abundan los estudios sobre esta materia, el campo de investigación es aún muy amplio. Sin embargo, hay que considerar que, además de un proceso de intercambio o interinfluencias, debemos tener en cuenta otros dos fenómenos en terreno de la música: la existencia de raíces comunes, por una parte, y un innegable paralelismo en el desarrollo de las formas musicales en uno y otro país, que nos permite hablar de confluencias más que de influencias.»

Tras el triunfo de la Revolución en 1959 y la ruptura de relaciones entre USA y Cuba, con el consiguiente cese del natural intercambio musical entre ambos países, el proceso migratorio de músicos nuestros hacia aquella nación, que antes había sido algo común y corriente entre muchos jazzistas de acá que deseaban ir a probar suerte a ver si conseguían realizar el sueño de ir a bailar a casa del trompo, se politizó a extremos antes nunca imaginados, fenómeno que empieza a cambiar a partir de la última década del pasado siglo XX, cuando una nueva generación de percusionistas cubanos, en muchos casos con una muy sólida formación académica recibida en nuestros conservatorios, ante la cruda realidad económica del Período Especial optan por irse a residir a Estados Unidos, donde a partir de su altísimo nivel como instrumentistas capaces de abordar cualquier estilo, no sólo se mueven entre agrupaciones musicales de compatriotas sino que han conseguido integrarse a la nómina de disímiles proyectos de jazzistas estadounidenses.

Justo es señalar que, en lo que varios teóricos del arte y la literatura cubanos definen como La Generación del Mariel, también se incluyeron algunos percusionistas que consiguieron alcanzar el éxito en Norteamérica. Son los casos, sobre todo, del baterista Ignacio Berroa y el tamborero Daniel Ponce, ambos con una amplísima trayectoria en la escena del jazz estadounidense.

Empero, los mayores lauros registrados en décadas recientes por parte de los percusionistas cubanos afincados en USA provienen de la generación de músicos cubanos radicados en aquel país a partir de los noventa. Encabezados por nombres como los de Horacio «El Negro» Hernández, Dafnis Prieto, Ernesto Simpson, Ángel, Alexis y Armando «Pututi» Arce, Raúl Pineda, Jimy Branly, Francois Zayas o Pedrito Martínez, desde su quehacer ya sea en la batería o en la percusión menor han puesto muy en alto la escuela cubana de percusión.

Si un solo acontecimiento pudiera resultar un símbolo del enorme prestigio que en el presente gozan los percusionistas de nuestro país vinculados a la escena del jazz en Estados Unidos, ése sería el hecho de que la cátedra de percusión del afamado Berklee Collage of Music ha estado bajo la responsabilidad de Francisco José Mela, un músico formado íntegramente en nuestro país y que iniciara su andadura por el reino de las blancas, negras y corcheas como estudiante en El Yarey, en la provincia de Granma, y que gracias al nunca demasiado bien ponderado subsistema cubano de enseñanza artística y por supuesto, a su talento personal, ha alcanzado el mérito de figurar en la nómina docente de uno de los centros que rige los destinos del jazz a nivel mundial.

En resumen, sucede que como afirma Leonardo Acosta: «La presencia del toque cubano prácticamente en todos los géneros de la música popular de los EE.UU., tal como señalaba John Storm Roberts, y la del jazz y sus variantes en la música popular cubana, por lo menos del danzón a nuestros días, crea históricamente un territorio aparte, de recíproca fertilización, que ha sido capaz de resistir a más de 40 años de ruptura y aislamiento entre los dos países y de enfrentamiento en algunos terrenos.»

De aquí y de allá

De aquí y de allá

A continuación se ofrecen informaciones acerca de un homenaje de la trompetista holandesa Maité Hontelé a la música cubana, del concurso de composición Harold Gramatges, de la entrada de Leonardo Padura a la Academia Cubana de la Lengua y de un reciente concierto en España de los pianistas Chucho Valdés y Mine Kawakami.

Homenaje de trompetista holandesa a la música cubana

La trompetista holandesa Maité Hontelé (38 años) presentó en todas las plataformas digitales su disco Cuba Linda, un homenaje a la música de la Isla, que describe como “la cuna” de los ritmos tropicales.

“Cuba es la cuna, ahí empezó todo, porque a partir del son cubano se desarrolló la salsa. La música de Cuba tiene un estilo que me gusta mucho, está muy basada en la melodía y la trompeta cumple un rol muy importante tanto para tocar melodías como para improvisar sobre los ritmos cubanos”, ha destacado Maité Hontelé a un  medio de prensa  colombiano.

La instrumentista holandesa ha expresado que la Isla se volvió una inspiración muy fuerte para ella desde pequeña, y recuerda con afecto a grandes intérpretes cubanos como los trompetistas Alfredo “Chocolate” Armenteros y  Félix Chappottín.

“Ellos tuvieron un sonido muy propio y tenían un enfoque definido hacia el ritmo y la melodía. Eso siempre ha sido lo más importante en mi manera de interpretar la trompeta y empecé desde jovencita a copiar esos estilos”, ha declarado.

En el disco que ahora presenta, el quinto de su carrera, cuenta con la participación de varios músicos cubanos, entre ellos los cantantes Robertón e  Isaac Delgado, el bajista Alain Pérez  y la Orquesta Aragón, entre otros.

También ha contado con la participación del vocalista puertorriqueño  Gilberto Santa Rosa y del dominicano Vicente García.

A propósito de la canción que da título al disco, ha dicho: “Es el tema que me ha perseguido durante toda mi vida. Es bellísimo, tiene mucha energía y la trompeta tiene un rol importante”.

“Yo quería cerrar un ciclo musical con ese tema porque representa mucho para mí: esa Cuba linda que me ha dado tanto, que nos ha inspirado tanto. Quería hacerle un homenaje”, concluyó.

Leonardo Padura en la Academia Cubana de la Lengua

El escritor Leonardo Padura fue recibido el pasado lunes 26 de noviembre como miembro de número de la Academia Cubana de la Lengua en un acto celebrado en el Aula Magna del Colegio Universitario de San Gerónimo de La Habana (Mercaderes, entre Obispo y O’Relly).

Premio Nacional de Literatura en 2012, Princesa de Asturias de las Letras en 2015 y Premio Internacional de Novela Histórica Barcino en 2018,

Leonardo Padura ocupa ahora un sillón que estaba vacante, con una letra mayúscula.

En el acto, el escritor dio un discurso titulado: «¿Para qué se escribe una novela?», que fue respondido por la académica de número Margarita Mateo Palmer.

Concurso de Composición Harold Gramatges 2018

Música de Cámara

Características:

. Concursarán obras para cuarteto de cuerdas.

. Las obras serán inéditas y no deben haber sido estrenadas ni premiadas en otros concursos.

. Su duración no debe ser menor de 5 ni mayor de 8 minutos. Se podrán contemplar ciclos de   breves piezas para los formatos en competencia (dúo de violines, trío de dos violines y viola y cuarteto de cuerdas).

Participación:

Podrán participar compositores cubanos y extranjeros residentes en Cuba, sin límite de edad con excepción de los ganadores del Primer Premio en las últimas tres ediciones.

Premios:

Primero:   5 000.00 pesos y diploma

Segundo: 3 000.00 pesos y diploma

Tercero:   2 000.00 pesos y diploma

Se otorgarán tantas menciones como considere el jurado.

La Asociación de Músicos de la UNEAC se compromete con el estreno y grabación de la obra galardonada, en coordinación con el Laboratorio Nacional de Música Electroacústica.

Calendario:

El plazo de admisión vence el viernes 16 de noviembre de 2018.

El premio y las menciones serán dados a conocer el domingo 9 de diciembre de 2018, a las 11.00 a.m. en la Sala Ignacio Cervantes.

Información general

La inscripción se realizará en la sede de la Asociación de Músicos de la UNEAC o en sus comités provinciales abonándose una cuota de 25.00 pesos MN.

·         Las partituras serán recibidas en sobre cerrado identificado con un lema o seudónimo. Puede presentarse, además, una muestra “midi”.

·         Cada concursante entregará un sobre cerrado identificado con el mismo lema o seudónimo, que incluya su nombre completo, dirección particular, carné de identidad, teléfono, correo y breve currículo.

·         Cada aspirante podrá presentar hasta dos obras identificadas con diferentes seudónimos.

·         El jurado tendrá la facultad de recomendar obras para ser estrenadas y grabadas.

·         El fallo es inapelable y el jurado se reserva el derecho de declarar el premio desierto.

Chucho Valdés y Mine Kawakami nuevamente juntos

Vía la agencia  EFE, nos llega la noticia de que  el «desinhibido» jazz afrocubano de nuestro Chucho Valdés y la «sensibilidad oriental» de la japonesa Mine Kawakami se mezclaron el pasado 1 de diciembre en el Teatro Real de la capital española, donde se presentó el concierto a dos pianos «De La Habana a Kioto, con parada en Madrid».

Ambos pianistas, que se conocieron en 2004 cuando tocaron juntos en el Teatro Amadeo Roldán de La Habana, se encontraron sobre el escenario para ofrecer un concierto «innovador» en el que interpretaron los mismos temas pero en diferentes estilos, en una función auspiciada por el Grupo Concertante Talía.

Kawakami y Valdés interpretaron en el concierto composiciones propias y obras como el Preludio de Bach.

España, donde ambos artistas residen por temporadas, ha sido el país escogido para presentar su segundo concierto en conjunto. «España siempre ha sido especial para todos los cubanos, mis raíces son españolas, y yo amo este país», ha indicado Valdés.

El concierto sirvió para mostrar la sensibilidad oriental de la pianista nipona Kawakami y el jazz afrocubano y «desinhibido» de Valdés, ganador de 10 Grammy.

«Para mí, Mine en este momento es una gran artista, una tremenda compositora y una gran pianista con muchas cualidades, y ya lo ha demostrado. Ahora tocar con ella en el concierto es un honor», ha explicado el hijo del mítico pianista Bebo Valdés.

Entrevista a Rafael Valdivia

Entrevista a Rafael Valdivia

Si uno se guiase solo por las definiciones, habría que decir que el coleccionismo es una afición que consiste en la agrupación y organización de objetos de una determinada categoría. Ello es verdad pero no del todo, porque en semejante conceptualización no se incluye la pasión y el denuedo que esta práctica abarca. Aunque de ello apenas se hable, en Cuba hay personas que, desde la condición de ser coleccionistas privados, también preservan el patrimonio musical cubano y si bien  entre nosotros han surgido recientes espacios de intercambio y diálogo, como el celebrado en el patio-bar de la EGREM el último lunes de cada mes a partir de las 5:00 PM, no existe en el país un movimiento consolidado de coleccionistas de discos de 33 1/3 RPM, 45 RPM o 78 RPM. De este y otros temas dialogamos con el ingeniero industrial Rafael Valdivia, quien halló en su abuelo y padre la inspiración para acercarse al universo de los discos y el coleccionismo discográfico.

 

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