Etiqueta: Canción Cubana Contemporánea

Amaury Muro y sus mil formas de estar

Amaury Muro y sus mil formas de estar

Afortunadamente, desde hace varios años las industrias culturales se han democratizado. De tal suerte, ya los músicos no tienen que esperar por un sello discográfico para registrar un fonograma. Entre las formas que hacen posible dicha realidad se encuentran las campañas de crowdfunding. Como resultado de una de ellas es que ve la luz el CD Mil formas de estar, primer álbum llevado a cabo por nuestro compatriota Amaury Muro.

El caso de este cantautor corrobora que el actual panorama musical cubano ha devenido un fenómeno que desborda con creces nuestras fronteras. Radicado desde hace alrededor de seis años en España, la obra de Amaury Muro, como se comprueba en la audición de su ópera prima, se inscribe dentro de lo que se ha dado en llamar Canción Cubana Contemporánea.

Así, a lo largo de los 11 cortes que arman su propuesta discográfica, se persigue la integración entre lo foráneo y lo puramente nacional, si bien en el tratamiento concedido a cada pieza se trasluce  el interés por no estar ajeno al mercado y sus dictados.

Este es un CD en el que señorea la canción y en correspondencia con ello está concebido para escucharlo de manera reposada. Es, por tanto, un material que fluye de forma tranquila y donde hay que prestar atención a los textos y a las líneas melódicas.

En conjunto, cabe resaltar lo funcional de las orquestaciones de las 11 piezas aquí recogidas, en una producción musical que corrió a cargo de Julián Olivares y del propio Amaury Muro y donde por momentos se sienten aires de vivificantes influencias de figuras como el uruguayo Jorge Drexler.

Con la participación de los invitados Leo Minax, Ro Trejo, José Luis Medina y Jorgito Kamankola, entre mis piezas favoritas de la grabación mencionaría la que le da nombre al fonograma, es decir, “Mil formas de estar”, “Unido al camino” (con clara remembranza  a la música latinoamericana), “Curvas” (suerte de declaración filosófica de la concepción de la vida del cantautor), “Más allá de ti” (con la intervención de José Luis Medina y Jorgito Kamankola) y, especialmente, “Pensando la Isla”, composición que transmite los sentimientos de alguien que experimenta la condición de ser un transterrado.

Mezclado y masterizado por Rubén García Motos y con diseño gráfico a cargo de Roberto Rojas, como músicos intervienen en el álbum Raúl Chiocchio, Cary Rosa Varona, Yago Salorio, Ana Cuenca Ramón, Reynier Aldana, Rodrigo Díaz “El Niño”, Víctor González Aceituno, Miguel Reyes, Jorge Barrero, Frank David Santiuste y los antes aludidos Julián Olivares y Rubén García Motos.

Fonograma muy disfrutable en su conjunto, el trabajo desarrollado en Mil formas de estar por Amaury Muro atestigua una vez más el actual transnacionalismo de la sociedad cubana, fenómeno en el que se incluyen la música y en general las restantes manifestaciones artístico literarias.

Imagen tomada de https://amaurymuro.com/

Estamos contigo, Kamankola

Estamos contigo, Kamankola

El pasado viernes 13, a tono con las restricciones impuestas por el coronavirus,  El Caimán Barbudo convocó a un grupo de colaboradores de la publicación para presentar las más  recientes ediciones del tabloide aparecido en 1966 por iniciativa de esa figura fundamental de la cultura cubana que fue y es Jesús Díaz. Entre los participantes del encuentro estuvo Jorgito Kamankola, una figura harto interesante de lo que se ha definido como Música Cubana Alternativa.

Por razones que no vienen al caso comentar ahora, lo cierto es que el hip hop no vive en Cuba un buen momento y en mi opinión, son pocas las propuestas de verdadera calidad entre los compatriotas raperos y raperas que residen en el país. Uno de esos contados que sobresale entre nosotros es justamente Kamankola, aunque ya en la actualidad él es mucho más que un MC (Master of Ceremonies) pues ha ido transitando de manera paulatina a incorporar en su discurso otros géneros y estilos musicales.

Creo que uno de los primeros temas suyos que seriamente captó mi atención fue «La tira de la momia», primer corte de su disco Antes que lo prohíban y donde afirma:

«HUBO guerra y bomba atómica. 
Hubo un muerto y dos heridos. 
Hoy hay flor en mi retrato, 
y en los países sigue el lío. 
La bandera la quemaron 
y desterraron conocidos. 
Mucho llanto, 
mucha rabia, 
y por mis restos sigue el lío».

Aquella producción fonográfica independiente de Jorgito gozó de gran popularidad entre los seguidores de la escena de Música Cubana Alternativa, esa que se ha desarrollado al margen del esbozo de  industria musical cubana y de las instituciones oficiales del Estado.

Natural del Cerro y rapero desde siempre, Jorge Lian García Díaz (1985) es hijo de la cultura hip hop, del rock y también de la Canción Cubana Contemporánea. Como escribe Rogelio Ramos (un poeta y nagüe amigo) al referirse a este hombre que uno no sabe bien si definirlo como un rapero de la trova o un trovador que rapea: «Descuartiza el país, ponle tu savia, tu amor y reármalo. Pon todas esas palabras en la guitarra y desanda; eso parece hacer Jorgito Kamankola. Con ese nombre barrial, con esa facha de rasta en la mirilla este tipo desgarbado sorprende, atolondra, seduce verso a verso».

Un repaso por la biografía de Jorgito Kamankola deja saber que él inicia su carrera musical en el año 1999, cuando apenas era un adolescente. Por esa época, en barrios habaneros como Alamar y el Cerro, la fiebre por el rap registra altas temperaturas y jóvenes procedentes de tales zonas menos favorecidas optan por asumir dicha cultura para sus vidas. Es el caso de Jorgito, quien por la lejana fecha se vincula con varios grupos, como Sentencia o la orquesta K-fé Habano.

2007 representa un momento importante para su desarrollo, pues en dicho año comienza a trabajar con la agrupación Aceituna sin hueso, y con su eficiente desempeño como MC se abre un espacio como uno más en las actuaciones de la banda encabezada por la vocalista Miriela Moreno.

Ya para 2010 y nutrido de la experiencia que representó la interacción con Aceituna sin hueso, Jorgito opta por armar su proyecto personal y así nace Kamankola, en el que el discurso hiphopero se mezcla con otros géneros como blues, jazz, timba, rumba, trova…, con la idea de que siempre que se pueda todo ello esté respaldado por una banda en directo, un rasgo que ha de caracterizar su quehacer. A partir de entonces, su presencia será habitual en múltiples espacios de la Asociación Hermanos Saíz (AHS).

El primer trabajo de Kamankola que alcanza cierto grado de repercusión fue elCD Musas desechables, que en 2010 estuvo nominado en varias categorías de los premios otorgados por el programa televisivo Cuerda Viva. Por otra parte, su pieza denominada Víctima y culpable resultó laureada en la categoría de Mejor Tema Spoken Word en el Festival de Rap Puños arriba, correspondiente a la emisión de 2012.

Pudiera hablarse también acerca de que la obra de Jorgito Kamankola ha estado nominada a los premios Cubademo, otro importante certamen del pasado en la historia de la cultura hip hop en Cuba, o al Cubadisco, principal evento de la discografía nacional. No obstante, prefiero poner énfasis en lo hecho por él en su fonograma nombrado Antes que lo prohíban, quizá el primer disco de un músico cubano residente en el país que, a tono con los nuevos modelos de gestión cultural, se publicase gracias a lo que se conoce como crowdfunding, una novedosa forma de financiamiento a proyectos artísticos.

Al escuchar los 12 cortes de este álbum, se verifica lo acertado de una promoción que alude al trabajo de  Jorgito Kamankola en los siguientes términos: «Canciones que van del alma al alma y de la calle pa’la calle. La poesía que vive en cada gota de sangre de la vida…». Piezas como Sigo haciéndote el amor, Los centinelas me fusilan, La ponina, Molotera y cañona, Con la lengua afuera, Sangre o la que titula el CD, es decir, Antes que lo prohíban, son estupendos ejemplos del feliz matrimonio entre rap y Canción Cubana Contemporánea.

En el presente, Kamankola ya cuenta con otras producciones fonográficas, todas realizadas de forma independiente, pero a ellas no me referiré hoy sino las dejaré para comentarlas más adelante. Ahora, solo quiero agregar que como afirmase mi buen amigo Michel Hernández en el artículo Un músico en busca de la luz, publicado hace unos años en el periódico Granma a propósito del quehacer de Jorgito Kamankola: «En un mundo en el que el futuro es incierto, como dirían los Sex Pistols, hay músicos que deben salir de la noche del anonimato para mostrar que el arte es todavía una fuente de luz, de cambio y de compromiso…».

Queja de la luna llena

Queja de la luna llena

Justo en coincidencia con una de las celebraciones a propósito del 8 de marzo, por encargo de una revista de una universidad brasileña, preparé un ensayo acerca de la participación de las mujeres en la vida musical cubana. En relación con el asunto, en los cursos acerca de música popular que imparto, en la clase dedicada al tema de la relación entre música y género en nuestro país, utilizo entre otras canciones piezas como “Queja de la luna llena”, “Días de calor”, “Son de Camagüey”, “Convocatoria” o “No tan feliz”, todas compuestas por Lilliana Héctor Balance, una de nuestras creadoras que en su obra musical mejor representa el discurso de clara orientación feminista.

Sucede que en el terreno de la cancionística nacional, de un tiempo hacia acá hay una cada vez más creciente participación de artistas femeninas. Lo interesante es que ya no solo se desempeñan en el área del canto, como ha sido habitual, sino que asumen roles como instrumentistas. Pese al importante papel que tales creadoras vienen jugando, llama la atención que en Cuba no se hayan realizado estudios de género, a fin de establecer diferencias y similitudes entre las canciones compuestas por mujeres y las hechas por hombres.

Si bien es cierto que el arte no está para ser seccionado, las sicologías de ambos géneros son diferentes, a lo cual se une la realidad de que cada persona le aporta su individualidad a lo que hace. De lo anterior se desprende que nuestra condición de hombre o mujer quedará plasmada, al margen de la propia voluntad del individuo, en la creación artística, porque formamos parte de una historia social. Por ello, la importancia en las ciencias sociales contemporáneas de estudios de género o de generaciones.

Esos análisis a partir de enfoques de género, pendientes en el universo trovadoresco cubano y en general en toda nuestra música, quizá podrían responder preguntas como: ¿por qué históricamente han sido pocas en la Isla las mujeres trovadoras en comparación con los hombres, o cuánto de una visión machista del mundo perdura en canciones de trovadores de nuestros días? No está de más señalar que el discurso académico que se define como neutral resulta a la postre muy masculino, o sea, que una perspectiva de género para indagar en torno a la práctica musical es más que necesaria.

Piénsese en que al reflexionar acerca de la presencia de la mujer en la historia de la música cubana, hay una gran cantidad de interrogantes que aguardan por serias exégesis. Por ejemplo: ¿Las cuestiones de género pueden quedar limitadas únicamente a lo corporal-baile? ¿Qué rol ha jugado lo sexual en las estrellas femeninas que ha tenido nuestra música? ¿Han sido acaso expresión de la liberación sexual femenina o, por el contrario, manifestación de convertir a la mujer en mercancía? ¿Cómo ha sido la división social del trabajo en la música cubana? ¿Existen entre nosotros en lo musical estereotipos de género? ¿Cuáles? Digo esto último a propósito de la vestimenta, los movimientos en la escena, las letras de las melodías, la forma de cantar, la publicidad, los videoclips… En fin, que ya es hora de que en Cuba en lo concerniente a los estudios de música y mujer avancemos del imprescindible recuento biográfico a una fase superior y crítica, en la que se intente establecer las diferencias, si es que existen, en la práctica musical por el género masculino y el femenino.

Ocurre que a estas alturas del siglo XXI hay tantas razones para ser feminista, como reclamar que hombres y mujeres seamos iguales en dignidad y derechos, pedir el fin de la violencia del sistema machista que desprecia a los seres diferentes, o luchar porque verdaderamente algún día se haga realidad el ideal republicano de libertad, igualdad, fraternidad, un sueño todavía pendiente. Por todo ello y por mucho más, sobran motivos para continuar haciéndose canciones que nos invitan a identificarnos con esa mitad de la humanidad, exmoradora de la antigua ciudad de Delfos, donde estaba el templo de Afrodita. A fin de cuentas, el canto feminista de cualquier mujer en Cuba o en otro sitio del mundo hace pensar que, como dijese hace años Víctor Hugo, «la utopía de hoy es la realidad de mañana».

Jade y su nueva propuesta fonográfica

Jade y su nueva propuesta fonográfica

“Hay días en que se juntan mis penas / ganándole la partida a mi pobre corazón / pero hay otros en que amanezco cantándole en sol mayor a la vida / y doy las gracias a Dios. / Días en que el amor de tu vida / a la vuelta de la esquina / se te revela imprudente y fatal / sin embargo hay otros / en que me importa bien poco / si el amor es algo grande, puro / o si es un rollo total. / Canto por no llorar, / lloro de tanto reír / y es que la vida encierra un contraste / con el que hay que convivir. / Acaba de aceptar / que la felicidad / nos dura por un instante / y no por toda una eternidad.”

Lo antes reproducido es un fragmento de una canción titulada “La vida”, uno de los temas que más me atrapa del nuevo disco de Jade. Dentro de la polifonía de voces de los músicos cubanos de la actualidad, la propuesta de Yanaysa Prieto y Maygred Felina Bourricaudy en sí misma representa la quintaesencia de lo mucho y bueno que en materia de cancionística vienen haciendo desde hace varios lustros (en unos casos dentro y en otros, fuera del país) creadores nacidos en este lado del mundo y pertenecientes a la generación finisecular.

En el repertorio aquí defendido por Yanaysa y Maygred, ejemplo de la Canción Cubana Contemporánea, se interpretan piezas en la línea de los géneros y estilos tradicionales de nuestra música (“Caminando”, “Por si el peso”, “La vida”, “Prueba y vete”) y otras donde la asimilación de lo foráneo y de una perspectiva híbrida es lo prevaleciente (“Más lejos que el sol”, “Compás de espera”, “Te soñé”, “Mañana tal vez”). 

La audición íntegra del álbum de Jade deja claro que ellas se han librado del narcisismo insular o exceso de localismo que en buena medida ha sufrido la producción artístico-literaria hecha por nuestros compatriotas. Porque si bien Tagore tenía razón al aconsejar: “Conoce a los de tu aldea y conocerás al mundo”, dado que el amor, la soledad, son iguales en México, Holguín, Tokio y en Berlín, la escenografía sí varía de manera radical. Ello trae aparejado un cambio en la forma de ver el mundo, fenómeno que en particular se ha producido entre las más recientes generaciones de cubanos.

De ese modo y a pesar de que se mantiene vigente el orgullo por la pertenencia a nuestra cultura, en un CD como el que nos entrega Jade se percibe que la noción de arte nacional se ha modificado, al igual que los paradigmas que hasta hace poco prevalecían, en correspondencia con el hecho cierto de que los códigos artísticos universales se han vuelto más cercanos a los creadores de cualquier punto del planeta, dada la expansión de la aldea global de la que nos hablase Marshall McLuhan y el desarrollo de un mundo cada vez con un mayor grado de interconexión. 

A tenor con la nueva realidad, Yanaysa y Maygred continúan haciendo una canción esencialmente muy cubana, pero cada vez también resulta más universal y dueña de una mirada supralocal, por encima de haber sido compuesta en La Habana.

Así, con este fonograma, en el que para su resultado final Yanaysa Prieto y Maygred Felina Bourricaudy han contado con el apoyo de una tan prestigiosa figura de nuestro panorama sonoro como Yusa,  se verifica que ellas han logrado construir una cancionística que les trasciende como entes artísticos individuales, para devenir forma de legitimación de toda una promoción, con lo cual Jade ya es algo mucho más que un simple proyecto musical.

Carlo Fidel Taboada: Eso no es lo que quiero

Carlo Fidel Taboada: Eso no es lo que quiero

será que todo es parte de lo mismo

una intención oculta hacia los míos” Canción Severa-Carlo Fidel Taboada

Quienes conocen a Carlo Fidel Taboada Petersson, seguro se extrañarían de verlo molesto o incómodo ante algún hecho. No son habituales estos males en su carácter sereno y afable. Al menos, no se le nota.

Carlo encuentra limitaciones para expresar su arte, en los últimos tiempos, para llegar al público de la manera correcta. No son nuevos los problemas de promoción en Matanzas, y la existencia de un mercado que beneficia canciones más comerciales.

Lo cierto es que el público matancero está perdiendo la oportunidad de salir de las barreras de la música de moda, dejando pasar por alto un arte genuino, auténtico y de muy buena calidad.

De la peña de Carlo Fidel Taboada…

Mi peña tiene algo singular, ha sobrevivido a las dificultades que existen desde el punto de vista logístico. Yo casi no tengo libertad para definir el horario de la peña, o para invitar a artistas, porque no hay kilowatt para poner sonido, ni para cantar por la noche. Tomé la determinación de hacerlo a las cinco de la tarde y tengo que garantizar hospedaje, alimentación. A cultura cada vez le es más complicado garantizar eso y yo por mis medios no puedo, tampoco puedo traer a nadie de afuera, entonces más bien la peña es lo que yo puedo hacer por mí mismo, que es venir, cantar, compartir con escritores, otros trovadores de Matanzas, y eso ha sido la peña, una descarga, que no es lo que a mí me gusta hacer, pero es lo que ahora mismo puedo hacer en términos de producción”.

Carlo Fidel Taboada
Foto tomada de La Giribilla

“Siempre ha sido una peña autogestionada, pero cuando empezó había otras libertades, por ejemplo, las instituciones tenían más kilowatt asignados y yo podía hacer la peña por la noche, cultura me ayudaba con el hospedaje, la comida, pero las últimas veces que le he pedido a Cultura Municipal que me ayude con la comida no ha podido, o peor, me dicen que me van a ayudar y el día que llega el invitado vamos a comer y me dicen que no hay comida y tengo que inventar con el invitado ahí. Eso me limita muchísimo, y lo que me pagan por tener el espacio no me alcanza a mí para vivir, imagínate cómo me va a alcanzar para producir una peña”.

“Yo les agradezco a la gente del museo que me cedan el espacio para venir y cantar, que es lo que sé hacer yo”.

Descargas y conciertos de pura poesía

Las canciones de Carlo Fidel Taboada, son poesía pura, son canciones para escuchar despacio, y para pensar, además de una interpretación magistral de la guitarra, donde utiliza diferentes afinaciones y modos de hacer poco conocidos como el tapping.

“La descarga también es algo que me limita. En un ambiente de descarga, de informalidad donde la atmosfera que hay no favorece que la gente se vaya con las canciones por dentro… yo no me siento bien como artista, porque no es lo que quiero”.

“Por eso los conciertos se hacen en teatros, por eso llevan escenografía, diseño de luces, hasta diseño de vestuario, todo eso complementa a las canciones, es como la vía para que la canción llegue a donde tiene que llegar, y yo compongo para eso, apuntando hacia una dirección. La descarga es descarga, es relajado”.

Fue precisamente en una descarga post-peña, que vi la portada del disco En los brazos del mundo. Carlo no dejaba de mirarla, y me la enseñó, como cuando un hombre se entera que va a ser padre. El excelente diseño de Miriel Santana juega a la perfección con la tranquilidad que siempre acompaña a Carlo y a sus canciones.

Disco En los brazos del mundo, de Carlo Fidel Taboada

“El disco lo terminé hace unos meses. Es un fonograma que comencé a trabajar hace tres o cuatro años y que está aquí, en mi bolsillo, esperando que la gente lo escuche y quisiera licenciarlo.

Con la misma alegría que me habló del disco la primera vez, me comentó que su peña, Canción al centro comenzará a realizarse a partir de septiembre en la Sala de Concierto José White.

“La idea original de siempre es tener un invitado, es una peña, pero no una peña informal, una peña de descarga. Mi obra no es así y por lo tanto la peña que yo aspiro a hacer no es esa”.

“Es una peña para que un invitado, músico de cualquier provincia tenga un espacio para hacer un recital de siete u ocho canciones. Creo que la Sala White me va a dar la posibilidad de tener ese espacio. Al parecer tiene menos problema con los kilowatts que el museo. Igual, todas las instituciones tienen problema ahora mismo y lo entiendo perfectamente, pero la sala White es una sala de concierto diseñada para eso”.

En estos tiempos que corren, tiempos de ruido, encontrar, o acceder a este tipo de arte no es tan fácil, no lo sirven en bandejas las instituciones, ni los medios de comunicación, son espacios que se mantienen gracias al sacrificio de los artistas, que trabajan muchas veces sin más recursos que su fuerza de voluntad y el deseo de hacer un arte diferente.

El impulso y reconocimiento de los trovadores en Cuba lleva implícito un nombre Bladimir Zamora Céspedez, el Blado. Conócelo a través del texto Bladimir Zamora Céspedes: Hay que beber y ser revolucionario.

Vámonos al concierto de Erick Méndez

Vámonos al concierto de Erick Méndez

Quienes son activos seguidores del escenario trovadoresco nacional, saben que el habanero Erick Méndez es de los cantautores más aventajados en su generación. Él es un artista que ha exteriorizado su forma de ver la vida a través de la fe en Cristo, algo que ha plasmado en buena parte de sus creaciones. Uno de los rasgos  que le ha caracterizado desde su irrupción en el mundo de la trova cubana es el crecimiento que se percibe en su quehacer de manera sostenida y constante, algo que no sucede con la frecuencia que todos desearíamos. Eminente guitarrista, Erick aprovecha al máximo los recursos que ofrece el instrumento de las seis cuerdas, con un trabajo de acompañamiento de esos que no abundan por los días que corren.

Para fortuna de quienes disfrutamos de su propuesta artística, el próximo viernes 9 de agosto a las 9:00PM, Erick Méndez será el protagonista de un concierto en la Sala Covarrubias del Teatro Nacional, ocasión propicia para presentar su más reciente producción fonográfica, el álbum titulado Mi guitarra sigue sonando.

En este disco, si bien las motivaciones de índole cristiana que caracterizan toda su proyección artística y personal se mantienen presentes, en comparación con su anterior trabajo, el denominado Canto a Jesús, ahora son un tanto más matizadas, para dar espacio a otras preocupaciones, también de corte humanístico.

De tal suerte, incluye composiciones acerca del fenómeno diaspórico entre los cubanos, uno de los temas recurrentes en la actual producción artístico literaria entre nuestros compatriotas, a propósito del amor por su compañera Tatiana, sobre uno de sus hijos, Samuel, o en relación con el impacto sufrido ante la pérdida de un colega trovador.

Fragmento de canción de Erick Méndez

Véase el siguiente fragmento de la canción que da nombre a su nuevo álbum, presentado a escala internacional de inicio en una gira por Dinamarca hace ya casi un par de años:

“Mirando afuera veo como lejos de aquí / el futuro parece estarse gestando, / de vez en cuando algún amigo que hace un tiempo se fue / ahora sí parece estar triunfando. / Mas vuelvo a mirar dentro y veo por aquí / a todos los que tras del triunfo un día se fueron, / todo este tiempo el triunfo esperándoles venir / y ellos por allá como yo aquí, padeciendo.

Y siempre parece que algo quiere pasar / y siempre a la par acaban olvidando, / los que resisten todo, los otros que se van / y los que terminan regresando.

Y siempre parece que me tengo que ir / y otro año pasa y yo me sigo quedando / y aunque cada año uno de los míos se larga, / mi guitarra sigue sonando”.

Contentivo de 13 piezas, en mi opinión, aparecen aquí algunas de las mejores muestras de lo que está sucediendo hoy en la Canción Cubana Contemporánea. En tal caso, mencionaría “Para que no te apagues”, “Gente que ve por espejo”, “Salmo del desierto”, “Paradoja”, “Con los ojos de la madrugada”, pero sobre todo, “Mi guitarra sigue sonando” y especialmente “Con la guitarra y la voz”, sentido y hermoso tributo al desaparecido Santiago Feliú, que es de esos temas llamados a perdurar al margen del transcurrir del tiempo. No quiero obviar en este comentario la única versión registrada en el CD, llevada a cabo a propósito de una composición de Gerardo Alfonso, “Eres nada”, que en el arreglo de Erick asume un aire más cercano al blues.

A lo largo del fonograma encontramos los ecos del folk, del pop, de la música tradicional cubana, del blues, del rock, en señal del amplio diapasón de intereses que rondan por la cabeza de Erick Méndez.

Así pues, si eres amante de la canción de autor en específico y de la buena música en general, creo que no deberías faltar el venidero viernes 9 de agosto al concierto de Erick Méndez en la Sala Covarrubias del Teatro Nacional, donde  presentará su fonograma Mi guitarra sigue sonando pues me parece que este CD, en su conjunto es de lo más atractivo e interesante que se ha grabado en los últimos años en el ámbito trovadoresco nacional y que varios de sus cortes resistirán la prueba del tiempo.

Estoy bailando rockasón

Estoy bailando rockasón

Por Joaquín Borges-Triana
Un acercamiento a los contenidos de la cancionística cubana de los
últimos decenios del pasado siglo y de lo que va del presente resulta
tarea ardua y pudiera hacerse desde múltiples perspectivas de
análisis. En cualquier caso, es posible intentar trazar algunas pistas
para una reflexión. Porque lo cierto es que en la actualidad el
producto o bien musical se encuentra en extremo contaminado por
intereses como los del mercado expresado en la industria cultural.
Sin caer en la tontería de pretender satanizar al mercado –al menos
para mí está claro que este no solo puede perdernos, sino que también
tiene la posibilidad de salvarnos (vale recordar que los músicos,
incluidos los cantautores, viven de él), y además resulta un espacio
de transacción que ejerce una función promocional de suma importancia,
dinamizadora del consenso cultural–, no se puede negar que a partir de
su irrupción entre nosotros, y de que el hecho musical empezó a
concebirse en función de la ley de oferta y demanda, es el fenómeno
que más ha marcado los derroteros, no ya de la Canción Cubana
Contemporánea, sino de toda la música popular facturada en el país,
unas veces para bien y otras para mal. Cierto que ha lanzado figuras
locales al estrellato, pero igualmente no ha propiciado el desarrollo
armonioso de manifestaciones sonoras que no están entre las
favorecidas por la débil industria discográfica cubana, al no aparecer
entre las de mayores ventas.
Creo que a estas alturas a todos nos ha quedado claro que para el
ingreso y la aceptación dentro del ámbito comercial, la creación
facturada por trovadores y/o cantautores se ve forzada por las
circunstancias a cruzar fronteras genéricas y estilísticas que hasta
hace muy poco resultaban infranqueables para los artistas del gremio y
que, según el parecer de los más tradicionalistas y ortodoxos, vienen
a ser algo así como pecados de lesa humanidad. Sucede que en aras de
insertarse dentro de los ambivalentes espacios de la industria
cultural y su circuito de difusión comercial, comprendiéndose en este
la industria discográfica, radiofónica, el espectáculo musical, la
televisión, las revistas y publicaciones especializadas, la publicidad
y sus productos, y la industria cinematográfica, con frecuencia hay
que entrar en un peligroso territorio de pleitesías y desarrollos
inocuos que faciliten la circulación y distribución de la obra
musical, lo cual representa un proceder diríase que mercenario pero
que, paradójicamente, presupone un poderoso filtro que posibilita
visualizar las formas de mayor solidez y vigor en relación con las
veleidades ocasionales y las modas espurias.
Al margen de que por las realidades de un lugar como Cuba lo anterior
registra peculiaridades específicas –pongamos el hecho cierto de que
en nuestro país la industria de la música apenas existe o su
desarrollo es incipiente–, no se puede soslayar la realidad creciente
de que la canción popular moderna, de la que también forma parte la
producción trovadoresca o el híbrido derivado de esta, en la
actualidad flota entre las aguas tormentosas de los criterios y gustos
que exige o demanda una audiencia mediatizada, y las corrientes
sensibles de los autores-compositores que aprecian en este género una
legítima forma de expresión musical seria. Con el arribo de la década
de los noventa, aparece entre nosotros el mercado como fenómeno con el
cual los cantautores y demás artistas cubanos han tenido que aprender
a lidiar.
Hasta ese momento, en el mundo musical de la Isla nadie estaba
entrenado para ello, ni los músicos, ni las instituciones, pues la
Revolución nunca estuvo centrada en que la música fuera generadora de
ingresos; veía su cultivo como una forma de elevar el nivel espiritual
de los individuos. Así, por ejemplo, antiguamente el trabajo
discográfico era parte del sistema cultural del país y no tenía una
proyección comercial, lo que implicó que estuviésemos muchos años de
espalda a lo que en todo el mundo se hacía en materia de marketing (o
mercadeo, como hay que decir en español), un terreno con el cual
todavía no estamos suficientemente preparados para interactuar, lo que
en mayor o menor grado ha afectado a nuestro talento musical.
De lo antes expresado, se comprenderá que los hacedores de la Canción
Cubana Contemporánea, a sabiendas de que para hacer cultura (léase
también música) hace falta economía, se debaten entre hacer una obra
de arte, un producto mercantil o un híbrido a medio camino entre uno y
otro extremo. El dilema apuntado se convierte en un aspecto
significativo en todo análisis que pretenda hacerse en relación con
estos temas. Porque lo cierto es que también entre nosotros se crean y
aúpan gustos, tendencias, arquetipos y cánones estético-musicales, que
llegado el caso pueden ser objeto de actos de franca y llana
manipulación.
Aunque en Cuba resulta imposible hablar de la tradicional y clásica
alianza entre capital y marketing, en materia de música sí existe lo
que se conoce como mainstream, que viene a ser la manifestación
visible de lo que se promueve como el signo de triunfo; es decir, la
sempiterna presencia de una élite de artistas en los principales
espacios de los medios de comunicación, quienes dan la imagen del
hombre o la mujer de éxito, en muchas ocasiones asociado a una
estética estandarizada. De tal suerte, si bien en nuestro país los
volúmenes de venta de discos no resultan indicadores de triunfo en la
misma escala que dicho parámetro lo representa en otras sociedades, el
grado de popularidad registrado sí lo es. Y, por supuesto, el trovador
y/o cantautor, como cualquier músico, se encontrará expuesto a la
tentación de alcanzar la popularidad y todo lo que esta implica.

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