Etiqueta: Bladimir Zamora

Yunier sí entendió todo

Yunier sí entendió todo

La cinco de la tarde, hace ya que el pico te arde… bar de la EGREM. Un muchacho se acerca al Joaco (Joaquín Borges-Triana) y al Fide (Fidel Díaz Castro), y les pregunta: “¿Puedo echar un tema?”. Después se va feliz para el escenario. Alguien desde el público le grita y le pide que toque el Himno de los machos, varones, masculinos y allá, entre las luces rojas del escenario de San Miguel y Campanario, canta Gape (Yunier Pérez García).

Mientras tanto, en el público, Fidelito sonríe y le dice a Joaquín: “este muchacho sí lo entendió todo”.

Se impone una pregunta. ¿Qué has estado haciendo durante este tiempo de pandemia?

Durante este tiempo he compuesto algunas de mis mejores canciones. Han sido meses de exploración, estudio y crecimiento en materia de música. Solo en 2020 escribí más de una treintena de canciones. Este 2021 he decidido aprovecharlo para terminar una obra de teatro musical en la que desde 2019 vengo trabajando. Su nombre es Soldemar.

¿De qué va la obra?

Todo ocurre en La Habana de inicios de los años 30, durante el machadato. Una muchacha (Soldemar) es traída de contrabando a la capital y, es obligada a prostituirse para pagar la deuda que contrajo con su marido, un proxeneta (Tin sentimental). La obra procura, desde cierto humor, recrear una parte de la sociedad habanera de aquellos años.

Ya estuve investigando y sé que siempre te has sentido artista, pero ¿cuándo fue la primera vez que cogiste una guitarra en las manos y dijiste: soy trovador? ¿Cómo llegaste a ese momento?

Viví muchos años en el reparto Miraflores Viejo, en el municipio capitalino Boyeros. Casi toda mi infancia transcurrió allí. Varios de los amigos de mi primo, mayores todos por más de cinco años que yo, tenían guitarras, y andaban en el ruedo de la trova, procurando componer sus propias cositas. Aún conservo la imagen del grupo apurándose entre ellos para no llegar tarde a los conciertos de Polito Ibáñez. Siempre que tenía un chance, ya fuera porque estuvieran jugando dominó o lo que fuere, aprovechaba para pedirle la guitarra a alguno. Entonces podía estar durante horas reproduciendo melodías. Lo cómico era que me sobraban siempre cinco cuerdas y ocho dedos, pues todo sucedía con un pulseo básico y mucha calma. Aunque es en 2009 cuando comienzo a componer mis primeras canciones, me gusta pensar que fue en aquel momento donde todo comenzó.

Recuerdo que la segunda vez que te vi fue como telonero en un concierto de Silvio en Matanzas, en el festival Casa Abierta. Además, tú lo reconoces como influencia. ¿Qué representa para un trovador tan joven tocar invitado por Silvio Rodríguez?

Me sorprendió mucho cuando Amín, su representante, me contactó para decirme que a Silvio le habían gustado mis canciones. Dos meses atrás había logrado hacerle llegar al maestro un disco comenzado en el estudio de mi amigo y excelente trovador Erick Méndez, y concluido gracias a la colaboración de otro gran amigo y trovador, Rey Montalvo. Te imaginarás la alegría de poder compartir escenario, además invitado por él, con quien es considerado la cumbre de la poesía cantada en castellano, junto a Serrat. Siempre me ha cautivado de Silvio lo cristalino de sus imágenes líricas y la gran organicidad entre su música y sus textos, pero sobre todo ese genio para encontrar resquicios temáticos, y no solo escribirle a lo común, también a lo extraordinario. Silvio consiguió crear un universo entero, del que sale y entra a capricho, para explicarnos por qué siempre trae las manos llenas de canciones, cómo entonces no querer, un poco, parecerse a él.

No nos vemos porque no nos ponen,

Pero no nos ponen porque no vendemos,

Y no vendemos –dicen- porque no gustamos,

Pero no gustamos porque no nos vemos.

¿Cómo te ha tratado particularmente esto? ¿Cuánto tienen que cambiar nuestras instituciones? (ya sabemos que mucho, pero específicamente qué).

Siempre es insuficiente la difusión de lo que edifica. Luego, nuestra labor es discriminar acertadamente. Elevar el techo en la demanda de apreciación estética y ética en quienes tienen el poder para permitir o impedir la aparición de los artistas en los medios es fundamental. Carencias éticas vinculadas a carencias estéticas suelen ser un potente combustible para la degradación de toda cultura. Yo, por suerte, no he tenido que sufrir directamente desagravios mayores a los del común de mis colegas de la canción. Considero que aún sigue siendo mejorable el trabajo de los medios en cuanto a la promoción de la trova.

En una entrevista que te hiciera Gisselle Lucía Navarro dices que el artista debe educarse para hacer arte y el público educarse para apreciar arte. ¿Qué retos tienes tú como artista (siempre que no te descarriles), en estos tiempos donde hay tanta banalidad en nuestros medios?

Mi mayor reto siempre ha sido crear, entendiéndose por crear, el acto de traer a la realidad física obras auténticas. Luego, me gustaría arribar a un arte que estremezca musical y textualmente en igual medida.

Tú eres licenciado en Historia del Arte. ¿Cuánto te aportan (o no) estos conocimientos académicos a la hora de «trovar», ya que la trova ha sido siempre un arte un poco empírico…?

Siempre tuve claro la función de la Historia del Arte en mi vida: complementar mi voluntad de componer. Todavía mi madre y yo solemos rememorar la conversación previa a mi primer día de universidad, cuando le dije que solo ingresaba, uno, por conocer más sobre arte, y dos, para complacerla en su deseo de verme licenciado en alguna carrera universitaria.

Yo te conocí a ti más profundamente en la peña Trovándote de la EGREM. Esa peña gira alrededor de figuras como son Joaquín, Fide y Bladimir (Zamora). ¿Es cierto que te hiciste trovador en esa peña? ¿Cuánto aprendiste aquí?

Si entendemos por trovador aquel que se hace acompañar de una guitarra para decir cosas cantando, desde una determinada estética, no es cierto que me hiciera trovador en la peña Trovándote de la EGREM. Ya era trovador cuando me presenté en ella. Sin embargo, sí es totalmente un hecho que fue allí donde por primera vez canté y comencé a presentarme de modo regular ante un público mayor que el habitual de mis amigos, o de alguna que otra actividad aislada, convocada por la Casa de Cultura de Altahabana.

El Blado, El Fide y El Joaco, sin olvidar al Ihosva, a golpe de constancia y dar mucha batalla contra la mediocridad, han conseguido hacer de la peña del Caimán Barbudo un verdadero oasis capitalino, donde todo hacedor de la canción trovadoresca tiene su oportunidad. No puedo, entonces, menos que estar agradecido con todos ellos por su grandeza humana y profesional, por su amistad, por mostrarme cómo defender hermosamente un sueño, y sobre todas las cosas, por decidir echar su suerte también con los que incursionan en este mundo de la trova con poco más que las ganas de virarlo todo de una vez.

6 poemas de Felipe Lázaro

6 poemas de Felipe Lázaro

La primera persona que me habló de Felipe Lázaro fue nuestro común amigo Bladimir Zamora Céspedes. Fue al regreso de uno de los viajes del Blado por España, allá por 1995. Ël venía de Madrid más que feliz pues por esos días recién se publicaba una antología titulada Poesía cubana: La isla entera, un proyecto que había preparado con Felipe Lázaro y que salía al mercado a través de la Editorial Betania. El libro  reúne a 54 poetas cubanos residentes en la Isla y la diáspora, algo que hoy puede parecer lo más normal del mundo, pero que por aquella fecha aún no era bien asimilado por los clásicos extremistas de uno y otro signo.

Desde aquel remoto 1995 he seguido, en la medida de lo posible, el quehacer de Felipe Lázaro al frente de Betania, proyecto fundado por él hace 33 años y que sin la menor discusión resulta una de las editoriales cubanas en la diáspora de mayor importancia por la magnitud de la obra que ha desarrollado. Pero Felipe Lázaro (Güines, 1948). No es solo un destacado editor sino también un poeta que los interesados en la literatura cubana deberían leer. Entre los méritos de este gennuino creador figura el haber obtenido la muy importante Beca Cintas en 1987-88. Sus últimos títulos publicados son: Tiempo de exilio. Antología poética, 1974-2016  (2017), el libro de relatos Invisibles triángulos de muerte. Con Cuba en la memoria (2018) y  la 5ª edición de Conversaciones con Gastón Baquero (2019), que se puede adquirir en AMAZON.

Para Miradas Desde Adentro es un honor publicar este puñado de poemas, que el propio Felipe Lázaro envió para nuestro sitio. Ojalá que con ello motivemos a nuestros lectores a buscar la obra de este poeta de Güines, de Cuba, de España y del mundo.

Díptico del eterno exiliado

  Para José Mario, in memoriam

Soy un exiliado total

  GUILLERMO ROSALES

                                                    I

Nos quedamos con tantas dudas e interrogantes

que faltó más de una conversación

con la frecuencia del abrazo que todo lo sella.

No obstante, ahora revives en la cercanía de nuestra memoria,

justo cuando has iniciado un viaje sin retorno

con tus ciudades amadas como equipaje:

esas interminables calles neoyorquinas.

tus sueños en un tranvía lisboeta,

taciturno quizá en Café de Flore

o la presencia en Praga del verdadero rostro humano

sesenta y ocho veces congelado.

Hasta tu cotidiano caminar por los madriles

-de Lavapiés a Sol y viceversa-

donde repites con la ebriedad de tus versos

la travesía de los deseos.

Pero aún falta regodearte en otras latitudes

que reclaman tu regreso,

en este preciso instante

cuando deambulas en la nada.                    

Ahora que no necesitas ningún trámite

para volver a tu Isla,

porque llevas su mapa incrustado en tus neuronas.

Y así trasnochas como fantasma en tu Habana,

Ansioso de recuperar todo aquello que te sostuvo en vida:

El Gato Tuerto, La Roca, el puerto;

El Pastores o la Rampa,

hasta la escalinata que libertino frecuentabas

con la lucidez de tus poemas más subversivos,

irremediablemente proféticos de tu posterior destino:

¡Un Rimbaud que ardía en el trópico

mientras toda querencia se convertía en cenizas!

Volver a ese espacio vital

de tu primer bautizo amoroso.

como el alegre y travieso adolescente

que asombraba a su entorno familiar leyendo a Proust.

Sentar tu precocidad en la lujuria del Malecón

y ver escapar los abrazos idos

que retornan con la incertidumbre del oleaje,

donde el susurro de otras voces

danzan en la intimidad de un caracol

y repiten con la sonoridad de la nostalgia

el ceremonial de esas canciones

-preferiblemente de Bola de Nieve o de Vicentino Valdés-

grabadas en lluvia de tus recuerdos

en un bar sin nombre

de una esquina cualquiera…

                                           II

Tan caro precio pagaste por el amor de ese paisaje

que tan solo se escucha el triste eco solitario de u voz.

Con tu poesía rodeas la esencia del verdor insular,

vitral ausente de todo tipo de emblemas patrios.

Sin datos inscritos en tu pasaporte

deshaces la telaraña de tus ensueños

y confirmas la más trágica verdad:

los hombres son más libres después de muertos.

Al final, quemaste tu vida a grandes sorbos:

rebelde, iconoclasta, irreverente,

doblemente exiliado,

poeta maldito en tierra y en el destierro.

Precursor de tantos enfrentamientos,

rechazas la fugacidad de las vanidades

-incluido los transitorios ismos-

y nos dejas tu paso por este mundo

como un enigma injustamente inacabado.

Portador de la más cínica sonrisa,

ya saltas y brincas a tu libre albedrío,

a carcajadas te retuerces

de toda pequeñez humana.

Repiensas tu vida como un misterio

al borde del más inusual abismo.

Rehaces tus huellas

como testigo de una época

teñida de sangre a borbotones:

¡Ay Cuba!

La historia se equivoca tantas veces. *

————–

·         José Mario.

Espejo de impaciencia

 Mi memoria prepara su sorpresa.

JOSÉ LEZAMA LIMA

Para Manuel Díaz Martínez

                                                     I

No traigan al vidente Orlando a la gran fiesta.

Jamás a Silvia en cuyas piernas baila un colibrí.

Tampoco a Sergio, el tartamudo,

porque para palabras bastan las nuestras

y los oradores ya no son de esta época.

No digamos a la exquisita Matilde o al titiritero Osiris.

Aquí no necesitamos a los aguafiestas.

En este torbellino sucesorio ya somos jefes inmutables.

¡Eso nos basta!

Dictaremos las directrices maestras para el novísimo ismo

perfeccionando nuestro más caprichoso ghetto.

Nosotros juzgamos según nuestro más íntimo pasado.

Algunos conversos agazapados

-el disfraz siempre ha sido muy útil en tiempos convulsos-

otros esperando

-siempre esperando-

el cambio de piel o la mejor marea,

soñando con propiedades, aunque –por ahora-

sólo sean ficticias.

Y esas palabras disparatadas que suenan a ensoñación:

¡Jamás serán admitidas en nuestro nuevo Club social!   

Queremos construir una nación casi perfecta

donde quizá exista toda arbitrariedad ,

pero con mercado cautivamente atractivo.

Aspiramos a reunir a los más inútiles

para que nos sea más fácil toda posible permuta encubierta.

Y así poder vender la dichosa Isla por la levedad del peso

evitando la imparable tragedia                 

de una inmensa oleada tardía de futuros desterrados.

Los amantes amados de la patria

queremos construir un vergel dogmáticamente exclusivo

y ordenamos que en la nueva República sobrarán:

los colores ácrata del arcoíris,

todos los librepensadores,

algún que otro sospechoso por s caminar cadencioso,

las ninfas con su flor en la más íntima entrepierna

o los escribanos, los más temibles de todos.

Hasta los mudos, porque no podrán repetir consignas

y, sobre tofo, los payasos,

capaces de escenificar nuestros horrores más sublimes.

No hablemos de los idealistas, esos son traidores de raíz.

Y de las musas, todo es opinable.

¡Ah, amor mío! Y de los poetas:

¡Di todo, di más!, si te atreves.

Esos son pequeños tiranos

y, a veces, hasta libertadores.

Son románticos de profesión,

taciturnos y rebeldes, siempre opositores,

y los inocentes jamás podrán reinar

pues de su canto sólo debe creerse

lo estrictamente necesario.

                            II

De la tartamudez de un pueblo

cuídense todos los caudillos,

las máscaras perdurarán hasta el instante oportuno.

Esas simples marionetas del capricho vitalicio

de un solo hombre,

se hundirán en el abismo absurdo

de un destino geopolítico.

Definitivamente, las revoluciones interminables han caducado.

Ha llegado la hora de la ciudadanía activa:

Ansias de ser algo más que un puñetero país

en un estercolero repleto de alacranes.

A Bloody Mary, please

La única certeza que encierra Manhattan es su atardecer.

Posponer el desayuno habitual por algo más tonificante

se impone tras una musical juerga nocturna por el Village.

Es llegar al primer bar visible

y pedir solemnemente un rotundo Bloody Mary,

como única contraseña de todo verdadero visitante neoyorquino.

Después, en un improvisado, brunch,

comprarse –al peso-

un kilo de un humeante arroz amarillo

-con camarones gigantes-

y tener que degustarlo con algún refresco

porque las bebidas alcohólicas están prohibidas

en esta exquisita tienda coreana del antiguo barrio judío.

Satisfecho camino hasta el Soho,

donde entro en otro barucho que me atrae.

Unos pocos parroquianos ven, al unísono, varios televisiones.

¡Los Yankees juegan hoy!

Y es una ceremonias asistir al silencio contemplativo

que rompo al pedir mi segundo trago del día:

A Bloody Mary, please.

Jack Daniel’s galopa de nuevo

El dolor en la nuca es extenuante,

los poros destilan un sudor ebrio de felicidad

para saciar la sed intempestiva de cada mañana.

Es como un amanecer azucarado

con unos brillantes ojos achinados

que reclaman amor a destajo

en la impaciencia de toda memoria.

Es la vida misma, como carrusel cotidiano,

dictando vaciar el cáliz de un solo trago

cuando los hielos no llegan a consumir

su inevitable tiempo de desgaste,

pues el calor verbal consume todo líquido

y el mejor espejo es el fondo de cualquier vaso.

Ella, la escurridiza

Para Alfredo, en su reino salmantino.

Ella presidía el desayuno de poetas.

Era la más animosa,

la más concreta presencia de nuestros versos.

Gozaba, saltaba de una loncha de salmón ahumado

a las copas del cava casi congelado,

que cómplice libaba a hurtadillas;

despejadas las reales dudas de esa mañana.

En pandilla caminamos juntos hacia la Plaza Mayor

-a donde siempre se vuelve

y pasea toda la juventud del Universo-.

Recordábamos poemas y anécdotas de bardos,

buscando la complicidad del mediodía,

de la tarde o de la noche salmantina

hasta ese amanecer único de piedras rojizas

que nos incrusta la Historia en cada poro de nuestra aturdida piel.

Ella, la escurridiza, nos seguía a todas partes.

La recuerdo tomando tragos a mansalva hasta la madrugada,

rastreando nuestras huellas:

de bar en bar,

de taberna en taberna.

Sí, ella ha bebido a nuestro lado.

Doy fe de ello.

Sentada en una alta butaca,

como una silente señorita aristócrata,

nos platicaba a susurros, de amores y desamores

hasta desvanecerse en la niebla de la ebriedad

y volver sigilosamente –como cada mañanita-

a su perfecto estado pétreo

para que los incesantes visitantes la busquen en la piedra.

Ella, socarrona y divertida,

duerme, ya eterna, su resaca milenaria.

Memoria de mandarín

En la Isla Entera.

Sigiloso cabecea con un largo suspiro,

como si hiciese un gesto afirmativo.

En su sueño, un gato deslumbrado

degusta

el contenido de la neverita del hotel.

A sorbos acompasados,

el felino bebe lo etílicamente posible:

botellines de cerveza,

botellitas de whisky, vodka o ginebra

-según su más estricto estado de ánimo-.

Rituales engulle, glotonamente,

bombones de varios sabores,

casca maníes en abundancia.

Adereza el condumio con diminutas bolsas de patatas fritas

que le encanta rasgar con sus finas uñas bien cuidadas.

Ya en el protocolario acto,

ante el tedioso turno de lectura

-entre aturdido y soñoliento.

el poeta rememora con sabiduría de mandarín

su propia afición de catador

y todos sus recuerdos bebibles

se mezclan como el más eficaz somnífero.

De repente, todo el auditorio se percata de su dormidera.

El salón se estremece con una estruendosa ovación.

Todavía se escucha el bullicioso lenguaje de aprobación

de un público entregado a la poesía

Mientras, el soñador ausente,

silente y taciturno,

solo deja escapar una lágrima.

Gastón Baquero: El sinsonte sigue cantando a todo pecho

Gastón Baquero: El sinsonte sigue cantando a todo pecho

Siempre he dicho que para mi formación Professional y para mis gustos estéticos, mucho le debo a la huella que en mí dejaron mis padres. Entre las tantas cosas que le agradezco a mi ya desaparecido viejo, una de las que más significado tuvo es el amor por la radio. MI padre fue alguien totalmente apasionado por la práctica del diexismo y de él adquirí la costumbre de escuchar la onda corta. Aunque hoy ya no lo hago, entre otras razones por carecer de un equipo elemental para ello (los radios que hay en casa solo disponen de AM y FM) en buena parte del decenio de los setenta y ochenta de la anterior centuria, pasé muchas horas nocturnas moviendo el dial por disímiles frecuencias de la onda corta.

Una de mis emisoras favoritas de por entonces era Radio Exterior de España. Fue a través de dicha frecuencia radial que escuché por primera vez la voz de Gastón Baquero, quien laboraba en esa redacción radiofónica y de cuando en vez dejaba circular su peculiar acento caribeño a través del éter, en comentarios que discursaban sobre lo humano y lo divino con amenidad y socarronería, si mis ya lejanos recuerdos no me engañan.

En una jornada de aquellas transmisiones, en la que compartía la audición de los decires de Gastón con mi padre, fue que el viejo me proporcionó los primeros datos que supe acerca de quién era Baquero y qué representaba en el devenir de la cultura cubana. Por razones que he olvidado, ambos se conocían de los tiempos en que el mítico poeta ejercía el periodismo en las páginas de El Diario de la Marina, órgano acerca del cual yo estaba haciendo un trabajo investigativo para una asignatura de mi carrera universitaria. Por supuesto que papi aprovechó la ocasión y me recomendó que si yo pretendía conocer periodismo del bueno de verdad (más allá del maniqueísmo de considerar que identificarse con la obra de un creador es sinónimo de asumir su proyección política), no dejase de leer los trabajos firmados por Gastón Baquero en la prensa cubana anterior a 1959, fecha en la que el autor se marchó de Cuba para nunca volver.

La celebración en el 2014 del centenario del natalicio del poeta, ensayista y periodista Gastón Baquero (Banes, mayo de 1914-Madrid, mayo de 1997) propició la publicación de varios textos que rinden homenaje a esta figura fundamental de la literatura cubana y acerca del cual, el poeta y ensayista Jorge Luis Arcos ha escrito:

«Comentábamos una tarde, César López, Enrique Saínz, Efraín Rodríguez y yo, cómo Baquero padeció las cuatro o cinco parcas: era pobre, mulato, homosexual, provinciano y, como por añadidura, poeta, y después padeció una sexta: la del exiliado. Pero el poeta, en cierto sentido, ¿no es todas esas cosas, siempre, y muchas más? Entonces el poeta da testimonio de su insondable temporalidad, y es siempre el huérfano, el hijo errante (¿de la mar?) –el eterno niño de su poesía–, el peregrino, el huésped, el forastero, el exiliado, el pobre, el mendigo, el viajero incesante –y el viajero es el que hace el tránsito, el que transita–, el inocente, el que escribe en la arena el testimonio fugitivo e imperecedero de la poesía, como si la belleza solo pudiera existir a costa de desaparecer; más: como si la belleza de las formas en la luz fuera el testimonio rapidísimo de otra Belleza eterna, invisible. Por eso el poeta es como el guardián de ese misterio profundo –tal en su poema «El río», por ejemplo–; pero es también el que padece como un desamparo, una orfandad cósmica («la orfandad del planeta / en la siniestra llanura del universo») –el conocimiento tiene ese precio, también–, y de ahí su profundo pathos vallejiano, chaplinesco incluso –tal en su conmovedor «Con Vallejo en París -mientras llueve» (suerte de alter-ego suyo)–; en su desolado, «El viajero» («Silbar en la oscuridad para vencer el miedo es lo que nos queda»); en ese poema tan inquietante, tan extraño, tan turbador, «El viento en Trieste decía»; o en las desesperadas preguntas de Paolo al hechicero, del poeta a su ¿indiferente? Creador. Ese como nihilismo profundo, que no llega a albergar esperanzas ni siquiera –y repárese en que Baquero fue un hondo creyente– después de la muerte, como se aprecia en su poema «El huésped», fue el reverso de su zona luminosa, prístina, matinal, lúdicra incluso. Baquero tuvo, pues, los dos tonos absolutos, los dos eternos registros: el de la Muerte y el de la Vida, y una zona como intermedia, transitoria, existencial, el del viajero incesante entre esos dos reinos intercambiables, que puede entonces, siempre, despedirse así de nosotros: Volveremos de nuevo a decirnos adiós».

Entre los textos que aparecieron para celebrar el centenario de Gastón Baquero, la Fundación Banco Santander puso en circulación en España el volumenFabulaciones en prosa, un conjunto de artículos, ensayos y cartas inéditas de este escritor y que abordan sus preocupaciones por el devenir de la humanidad. En el puñado de escritos sobre historia, filosofía, música, religión y literatura, seleccionados por el investigador Alberto Díaz-Díaz, conviven personajes tan dispares como Cristóbal Colón, Víctor Hugo, George Bernard Shaw o Simón Bolívar, reflejados desde el particular punto de vista que sobre ellos tenía el autor banense.

A propósito de su quehacer periodístico, Baquero le confesó lo siguiente al poeta y editor Felipe Lázaro:

«Quiero tratar ese asunto con guantes de seda, porque en general se me ocurren cosas bastante desagradables cuando pienso en lo que es el periodismo. Balzac dijo una verdad tremenda: «Si el periodismo no existiese, habría que no inventarlo». Lo contrario de lo que se ha dicho de Dios. Porque el periodismo –no los periodistas– es una cosa que no está en la inteligencia. Como se le entiende habitualmente, como se le practica, es algo deplorable y dañino para el espíritu, porque es una escuela cotidiana y pertinaz de vulgaridad (de vulgaridad impuesta por la demanda del mercado). ¿A qué seguir? Uno está en el periodismo y no debe, ni puede, subestimarlo, porque tampoco es una prisión ni un infierno. Sólo que es una profesión que apenas si tiene que ver con la literatura, no obstante que se hace con letras, y apenas tiene que ver con la filosofía no obstante que maneja ideas. El periodismo cotidiano gasta y vuelve roma la sensibilidad de un artista, de un pensador, de un poeta. Comprendo el horror con que vieron algunos amigos de la juventud mi entrada en firme en un periódico. Por cierto buen concepto que tenían formado sobre mis posibilidades en lo literario, se enojaron bastante, y me tuvieron por frívolo y por sediento de riqueza, cuando no sólo entré en el periodismo, sino que a poco fui en la profesión esa cosa nauseabunda que se llama un triunfador».

Otro de los libros que salió al mercado para rendir tributo al centenario de este gran humanista, que en la década de los noventa abogó por la publicación conjunta de textos de escritores de la Isla y la diáspora y por la idea de que la cultura cubana era una sola más allá de la política, es Poderosos pianos amarillos. Poemas cubanos a Gastón Baquero, perteneciente a la colección Capella de Ediciones La Luz, casa editorial holguinera de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y que surgiese allá por 1997. Con trabajo de compilación y edición a cargo de Luis Yuseff y prólogo de Virgilio López Lemus, se recogen aquí textos de alrededor de 140 autores, residentes tanto dentro como fuera de nuestro país.

En su totalidad, el material corrobora que, como pensaba Jorge Luis Borges, Cada generación de escritores crea a sus precursores y el primer acto de creación, como se sabe, no es la escritura sino la lectura, por lo cual no resulta casualidad que el lema de las Romerías de Mayo en Holguín –embrión de donde nacen las Ediciones La Luz– sea justamente la frase »porque no hay hoy sin ayer». El enorme significado cultural de un proyecto como el de este libro, en el que intervienen poetas que van desde Eugenio Florit, Fina García Marruz, Luis Marré, Domingo Alfonso, José Koser y Lina de Feria, hasta Maya Islas, Felipe Lázaro, Bladimir Zamora, Daniel Díaz Mantilla, Norge Espinosa, José Félix León, Alejandro Querejeta, Juan Carlos Recio, Orlando Rossardi, Pío E. Serrano, Jesús Barquet, Gleyvis Coro, Milena Rodríguez, Juan Carlos Valls, Camilo Venegas, Carmen Serrano, Ricardo Riverón, Juana García Abás, Lourdes González, Manuel García Verdecia, Alfredo Zaldívar, Alberto Acosta-Pérez, Roberto Méndez, León Estrada, Reinaldo García Blanco, Arístides Vega Chapú, Rigoberto Rodríguez Entenza, Francis Sánchez, Zurelys López, Carlos Esquivel, Luis M. Pérez Boitel, Ronel González, José Luis Serrano, José Luis Fariñas, Luis Yuseff, Frank Castell, Irela Casañas, Yanier H. Palao, Yunier Riquenes, Moisés Mayan, Jamila Medina y Legna Rodríguez…, se sintetiza en lo asegurado por Erian Peña Pupo al comentar la aparición de la compilación:

«Este es un libro cofre: texto misterioso y sobrecogedor, más que una antología o una selección de poemas inspirados en la lírica de Baquero, Poderosos pianos amarillos… es un puente, una necesidad imperiosa del quehacer editorial cubano, una comunión para rendir tributo a un poeta vital».

Poderosos pianos amarillos… se ajusta a lo afirmado por el homenajeado, cuando a un cuestionamiento acerca de qué le parecía la nueva generación de jóvenes poetas cubanos, que muestran un seguimiento de su obra y que se acercan a él con amistad y respeto, respondió:

«Lo que me encanta, me hace muy feliz para ahora y para después de la muerte, es comprobar cada día la pasión de los y las jóvenes de los territorios en que se desenvuelve hoy la gente cubana, por la poesía. ¡Qué maravilla, cuánta poesía buena se está haciendo dondequiera que late un corazón cubano! El sinsonte sigue cantando a todo pecho. (…) Y soy feliz. Las muestras de cariño que me llegan de la plural geografía cubana, las recibo como una señal de continuidad, de sucesividad invariable de lo cubano en poesía».

Recuerdo que gracias a Bladimir Pascual Zamora Céspedes (O el Blado, como solían decirle, aunque yo prefería llamarlo Pascual) supe por primera vez del trabajo de la editorial Betania, obra del güinero Felipe Lázaro, quien para iniciar dicho proyecto en 1987 decidió comenzar con ese importantísimo libro que esConversación con Gastón Baquero, un título de obligatoria lectura y que ya cuenta con tres ediciones. De la última de ella, que además de aparecer en letra impresa está en formato digital, reproduzco la respuesta que el autor de Memorial de un testigo (poemario considerado por la crítica como esencial en la lírica baqueriana) da a la pregunta de cómo influyó en su formación y vida literaria el haber nacido en un pueblo como Banes, más en contacto con la naturaleza, el campo, los cultivos y su posterior descubrimiento de La Habana, más cercana de lo foráneo, de la influencia extranjera:

«Mi pueblo natal no era exactamente un pueblo campesino con predominio de lo rural sobre lo urbano. Por la presencia allí, desde el año 2, de la United Fruit Company (seamos justos, mal que moleste) la calidad de vida de ese pueblo, que presumía de haber sido la capital indígena de Cuba, Baní, era deseada y envidiada por muchos otros pueblos del contorno.

«Una de las consecuencias o razones de esa calidad de vida era la abundancia de las escuelas públicas y privadas. Hasta los que por razón de pésima condición económica no asistíamos a la escuela a la edad conveniente conocíamos de la fama de los maestros y maestras, caracterizados casi todos ellos por el amor a los versos y por el hábito de decir poesías, en el aula o en la tribuna patriótica, en el café o en las reuniones familiares».

(…)

«Esta persona dominada por la fantasía -por la necesidad o por el gusto de fantasear- es la que sale un día de su pueblo y va a vivir a la capital. A la capital de un país con tradición larguísima de poesía. Y de poesía llena de fantasía, de imaginaciones, de poetas que por lo mismo que no han visto jamás la nieve, escriben cantos y cantos a la nieve, que es lo debido. Hablar de lo que no se ha visto es crear. Intentar describir lo visto es una utopía, porque lo real es inapresable por la palabra y aun por la mirada».

Allá por el primer quinquenio de los noventa de la pasada centuria, el Blado (mi buen amigo Pascual) iba con frecuencia a España y siempre a su retorno, organizábamos unas tertulias en su cuartico de La Habana Vieja, más conocido como La Gaveta. No sabría decir cuándo fue la primera vez que mi siempre recordado hermano y compañero de redacción en El Caimán Barbudo me habló con suma emoción acerca de sus encuentros con Gastón Baquero, en su casa ubicada en la madrileña calle de Antonio Acuña y que, según cuentan los visitantes de la morada, era algo así como una extensión de Cuba en España. A lo mejor fue en 1995, cuando a su regreso de Madrid el Blado (Pascual) se nos apareció en la Editora Abril con un ejemplar de un libro titulado Poesía cubana: La isla entera (1995), una hermosa antología poética que Bladimir Zamora realizó en colaboración con Felipe Lázaro para la Editorial Betania. Esta obra, que reúne a 54 poetas cubanos de dentro y fuera de Cuba, se publicó después del evento madrileño «La Isla entera», en el que participaron ambos compiladores.

El quehacer de Felipe Lázaro al frente de su editorial Betania merece ya un serio estudio, así como el reconocimiento entre nosotros de lo mucho y bueno que le ha aportado a la cultura cubana. Aunque poseedora de un extenso catálogo, a decir verdad un solo título de dicho sello editorial le basta y sobra como puerta de entrada a la perdurabilidad. Por supuesto que me refiero al ya aludidoConversación con Gastón Baquero. Gracias a la maravilla del ciberespacio, atesoro en mi computadora la edición electrónica de este libro, disponible para su descarga gratuita en la red. DE las páginas digitales que dan testimonio del diálogo sostenido por Felipe Lázaro con Baquero, extraigo la respuesta de este último ante una interrogante referida a lo que Roberto Fernández Retamar ha denominado «la generación de poetas trascendentalistas», que gira en torno a José Lezama Lima y la revista Orígenes:

«Ese tema de la «generación de Orígenes«, los trascendentalistas, etcétera, tiene que ser tratado, me parece, con mucho cuidado, para no dejarse arrastrar por el tópico, por el juicio que por inercia se hace lugar común y acaba por convertirse en tradición o en ley fija.

«En rigor, no hay tal generación de Orígenes. Usted no puede hallar nada más heterogéneo, más dispar, menos unificado, que el desfile de la obra de cada uno de los presuntos miembros de la generación. Siempre he tenido la impresión de que Lezama, que era una personalidad muy fuerte, que tenía un concepto exigentísimo para la selección y publicación de un material en «su» revista, aceptó a muchos de nosotros a regañadientes, porque no tenía a mano a nadie más. Creo que literalmente no nos estimaba en lo más mínimo. Lo que cada uno de nosotros hacía estaba tan lejos, a tantos kilómetros de distancia, de lo que él hacía, que la incompatibilidad era no sólo obvia, sino escandalosa.

«En lo personal mismo nos llevábamos bastante mal. Pero esto es propio del ambiente literario, o de los literatos de todos los tiempos. Mi veneración y mi respeto por la obra de Lezama y por su actitud ante la cultura, no me impidieron nunca reconocer que su carácter era muy fuerte, intransigente, con rigor excesivo para enjuiciar personas y obras. Casi siempre estábamos, como los niñitos en el colegio, «peleados». No nos reuníamos en grupo jamás, porque no existía tal grupo, sencillamente. Cuando por una simpleza, nos echó de Orígenes a Cintio, a Eliseo, a mí y a otros, puso una nota que me produjo una risa enorme, porque decía que a partir de ahí la revista iba a ser «más fragante». ¡Y metió a Rodríguez Feo! La palabra «fragante», que nos calificaba de apestados, tenía una gracia enorme, como producto de una rabieta infantil que era.

«Esto no quiere decir que desconozca o niegue el valor de la revista Orígenes. Una cosa es la revista y otra es lanzarse, por comodidad y por obediencia al lugar común, a hablar de «la generación de Orígenes«. La revista fue la expresión de unas tendencias literarias actuales (actuales en aquel momento, por supuesto), pero no fue sino una expresión más del amor sempiterno de los cubanos por la literatura y por la publicación de buenas revistas. Es explicable que los extraños hablen de Orígenes como si se tratara de algo único, insólito y excepcional en Cuba. Dejando a un lado la cuestión de la calidad, que es, en definitiva, cuestión de preferencias y de gustos, ¿cómo desconocer la importancia de revista como la de la Universidad de La Habana, como la Revista Cubana, como la Bimestre, como la del Lyceum, como la de la Biblioteca Nacional, como la de los arquitectos, etcétera? Desdeñar olímpicamente todo lo que hacen los demás, todo lo que no responda textualmente a nuestro criterio, es una agresión a la cultura, es un acto de barbarie. Siempre, en todo tiempo, la nueva generación de poetas hace heroicamente «sus revistitas», como decimos peyorativa e injustamente. Las hemerotecas cubanas deben estar llenas de publicaciones modestas, humildes en la presentación, pero llenas de fe en la poesía. Piénsese en una revista como Orto, de Manzanillo, la revista de Sariol, y se tendrá un ejemplo magnífico de lo que quiero decir. O en aquella santiaguera que tenía el estupendo título de Una aventura en mal tiempo. ¿Y Cuba contemporánea y tantas otras?»

Con una trayectoria artístico literaria en todo tiempo al servicio de la cultura cubana (en particular) e hispánica (en general), acerca de este banense de talla universal cabe expresar lo afirmado por Felipe Lázaro al decir:

«Convertido así, definitivamente en Maestro, por su visión global de todo hecho cultural, Baquero ha trascendido como literato y ya es hoy un faro que ilumina con sus versos y su prosa, que plasmaron el amor a todo lo cotidiano que importa al hombre. Transparente y ejemplar puente por donde debe transitar todo posible derrotero que nos recuerde su mayor anhelo: descubrir el sendero que lo lleve / a hundirse para siempre en las estrellas».

Poesía de Heriberto Hernández Medina.

Poesía de Heriberto Hernández Medina.

Por Joaquín Borges-Triana

Heriberto Hernández Medina (Villa Clara, 1964 – Miami, 2012) formó parte del destacado grupo de poetas que se dio a conocer en el contexto cubano en la década de 1980. En 1987 se gradúa de arquitectura. En la nómina de sus libros publicados se incluyen:Poemas e Historia del caballero rojo y la dama en la casa de los espejos, Ediciones Matanzas, 1991; Discurso en la Montaña de los Muertos, Ediciones Unión, 1994 (este poemario fue Premio David 1989 compartido con María Elena Hernández, pero  no fue publicado por Ediciones Unión  hasta cinco años después); La Patria del Espejo, Ediciones Unión, 1994; Los Frutos del Vacío, Ediciones Matanzas, 1997, Linkgua Ediciones, 2006, Bluebird Editions, 2008; Verdades como templos, Iduna Ediciones, 2008; y Las sucesivas puertas, el frágil aire eterno, Bluebird Editions, 2009. Entre los galardones que se le concedieron, recibió el Premio Internacional de Poesía “Nicolás Guillén” 2006. Fue partícipe de Bluebird Editions, un proyecto personal del poeta George Riverón (además diseñador de todos los libros), al cual se unieron el poeta Carlos Pintado y Hernández Medina, con la intención de publicar libros de escritores cubanos en los Estados Unidos.

El nombre de Heriberto Hernández Medina inevitablemente ha de asociarse al movimiento poético que se dio en Santa Clara en la segunda mitad de los 80 y del que participaron escritores como Arístides Vega, Bertha Caluff, Joaquín Cabezas de León, Frank Abel Dopico y  Emma Artiles,  por solo mencionar algunas figuras. Desde que conocí su poesía, no recuerdo bien si gracias a la trovadora Tania Moreno o a Bladimir Zamora, pero que sí tengo claro fueron las primeras personas que me recomendaron leerlo, sentí que en el discurso poético de Heriberto Hernández Medina, pletórico en metáforas y largos versos, había una angustia siempre soterrada y que tal vez fue la que lo llevó a suicidarse en el 2012.

Hoy, al dedicar estas líneas de Miradas Desde Adentro a la memoria de Heriberto Hernández Medina y reproducir aquí algunos de sus poemas, lo hago sobre todo pensando en los más jóvenes y especialmente en una amiga que a tono con sus 26 años y desde su condición de hacedora de versos y narraciones, es arrogante y transgresora y me pregunta que si los poetas de la generación de los 80 que estoy sacando en este espacio son solo míos o dónde están ocultos, porque la promoción literaria a la que ella pertenece, muchachos y muchachas nacidos en los 90 y formados o deformados con las clases de videos, maestros emergentes y profesores generales integrales,  los desconoce. Me río ante la interrogante y le respondo con la consabida y antigua frase que sirviese de título a un viejo libro de Aldo Baroni: Cuba, país de poca memoria.

Poemas de Heriberto Hernández Medina

FÁBULA DEL DELFÍN Y LA SOMBRA DEL PÁJARO

Sentado entre dos muertos, la sombra del pájaro en vuelo convertida,

…………………./sombra sobre la sombra;

……como herida sentado entre dos muertos: la cerveza espuma oleada

…………………./sobre el pecho

……y a nuestro lado dos muertos punzando los rostros de la conversación.

La verdad no es el vuelo del pájaro, es el plumaje penetrando la

…………………./ambigüedad del canto,

……el canto como un pequeño ruido acuchillado en el vacío del pecho.

En la jarra de los bebedores, la espuma de la cerveza como la voz del

…………………./niño que entre dos muertes canta,

……es un ahuecamiento que va el doblez bordeando,

……un penetrar lento del plumaje en la oscura sordidez del sonido.

Viene el volatinero con las palabras del último golpearse,

……del último secreto impulso de estar ciego.

Todos alguna vez vimos su risa azul y el azul tras la risa del que sabe

…………………./que ha recibido la última noticia;

……es el pañuelo, la estrella plateada en el pañuelo que ha lanzado el delfín,

…………………./ahora busca en el agua la hendidura por la que ha de escapar,

……pero el niño ha dejado ya de abrirse el pecho, comienza a juntar

…………………./los fragmentos del salto,

……pero ha vuelto a saltar y la vidriera se quiebra, cae como una lluvia

…………………./de sal sobre los ojos.

Los bebedores alzan las jarras, beben largos sorbos de cerveza y de muerte,

……pero la canción ha cesado, el niño va guardando junto a su pecho

…………………./los vidrios de colores,

……pero el delfín ha vuelto a saltar: cruza el pájaro,

……la sombra del pájaro en vuelo convertida,

……pero el delfín ha vuelto a saltar

……y el niño está tendido junto al agua con el pecho cubierto de hojas secas.

Cruza el pájaro, la verdad no es su sombra.

LAS PAREDES DE VIDRIO

En este cuarto pesa demasiado la luz,

……las sombras son blanquísimas

……y no se pueden abrir las ventanas si aun no ha amanecido.

Una muchacha muy triste no podría sumergirse en las aguas,

……bordearlas,

……o decir que escucha una música transparente y muy húmeda.

Aquí no puede uno disfrazarse de ángel,

……no basta desnudarse.

A la mesa no pueden sentarse todos los que a veces no escuchan,

……no habrá comidas sobre manteles blancos,

……no vendrán juglares, ni citaristas, ni pájaros, ni peces.

La muchacha que estará tendida muy cerca de nosotros

……podrá estar desnuda, podrá estar dormida en la hierba

……o estar aun más desnuda si no se siente sola:

……pero nunca podría dividirse,

……pero no podría volar o ser una muchacha turbia,

……o tener nuestro pecho para decir que sueña;

……no podría soñar que habita un caracol y que a veces se pierde.

En este cuarto las sombras son muy blancas,

……algún día pudiesen pensar que son las nuestras y pedirles que canten,

……que se dejen caer.

Se pudiese pensar que a veces no dormimos,

……pero de hablar del insomnio,

……eso puede impulsarnos a decir que la noche es un borde estrechísimo

……en el que solo se puede estar de espaldas.

Aquí alguna vez se habló de ciervos y figuras que lanzaban unas flechas muy curvas;

……pero todos pensaban en la música,

……pero todos querían animales más dóciles, figuras más heladas.

Una mañana trajeron una piedra,

……la pusieron muy alto, tan alto que a veces se volvía;

……nunca más pensamos en estar muy solos, muy oscuros,

……en tener unas ganas terribles de morder,

……un árbol parecido a esa forma en que a veces callábamos.

Entonces pensamos vender nuestra sonrisa,

……pero quién puede comprar algo que se deshace,

……pero quién puede morirse de tristeza con la sombra tan blanca.

En este cuarto pesa demasiado la luz,

……basta volverse,

……puede ser fácil soñar que estamos solos,

……que abrimos la ventana y nadie nos empuja, o nos recuerda

……lo dulce que fuera despeñarse.

Así, tan ebrios, pudiéramos pensar que somos los más desmemoriados

……y salir con el pecho del suicida, con la caja del músico;

……entonces estaríamos tranquilos

……aunque nadie contara que volvimos muy sucios,

……derribamos los muros, rompimos los pisos

……y gritamos a todos que la ventana fue una mentira

……muy dulce, muy azul;

……aunque nadie contara que tuvimos un poco de miedo,

……que el espejo

……empezaba a mostrarnos las sombras más oscuras.

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