Etiqueta: Amaury Gutiérrez

Boris Larramendi: Yo vine a querer

Boris Larramendi: Yo vine a querer

“Era primavera y hacía calor,
no sé si te acuerdas,
sobre las baldosas tiré el colchón,
cerraste la puerta.
Casi no teníamos nada más,
solo la belleza
y la profecía de una canción,
que puede ser esta.
NO me la sé todavía,
no tiene nombre, mi amor,
no importa, desde aquel día
yo te la toco.
Es tuya la melodía
y el ritmo es tu corazón,
por siempre, toda la vida,
yo te la toco.”

Los anteriores son los versos iniciales de una canción de Boris Larramendi, titulada “Yo te la toco”. La pieza es el octavo tema del nuevo álbum de dicho cantautor habanero, puesto en el mercado internacional a partir del pasado viernes 5 de marzo de 2021.

El CD Yo vine a querer es el sexto fonograma como solista del otrora integrante de la agrupación Habana Abierta (los anteriores son Yo no tengo la culpaLibreFelicidadLa Cibertimba & El Bárbaro y Samurai). En formato digital se encuentra disponible en iTunes, Spotify, Amazon, Bandcamp, así como en todas las principales tiendas y servicios de streaming online.

Contentivo de diez cortes, en Yo vine a querer Boris continúa la apuesta que desde el primer quinquenio de los 90, cuando encabezaba el grupo Debajo,  le ha caracterizado en cuanto a su interés por hibridar géneros y estilos de la música cubana con sonoridades contemporáneas procedentes de otras áreas del mundo. Esto se percibe ya en la pieza que abre el álbum, “Siempre estaré”, hermosa composición en compás de 6 por 8, en clara reminiscencia de nuestras raíces campesinas e hispanas.

El apego a la tradición rítmica cubana vuelve a registrarse en temas como “Haz lo que te dé la gana”, “I like you”, «Guajira del pelícano», “Llegó el animal”, “De verdad”, “La próxima fiesta” y “Allá en Cuba”. Por su parte, un corte como “La realidad” (Otro de mis favoritos del material y de donde sale el nombre del CD) me hace evocar una vieja e inédita grabación de Boris Larramendi con el grupo Estado de Ánimo, en virtud del trabajo de la batería y en especial por el formidable solo de aires jazzísticos desarrollado en la coda de la pieza por la guitarra eléctrica.

De tal suerte, en el álbum disfrutamos de desprejuiciadas mixturas entre la guajira, la rumba, el changüí, la timba y el bolero, con elementos de clara orientación hacia el rock, el funk, el jazz y el pop. Con ello y como en trabajos anteriores de Larramendi, lo reflexivo pasa por lo lúdrico, con lo cual el que escucha, a la par de  meditar sobre complejos asuntos de nuestra realidad y concordar o discrepar con las ideas del cantautor, puede también -si es su gusto- gozar del baile.

En ese sentido, el disco se inscribe en la tendencia de la Música Cubana Alternativa en la que hallamos materiales trasmisores de colores armónicos y un entusiasmo que se refleja en la búsqueda, evidente en trabajos fonográficos como 24 horas (Habana Abierta), Civilización (X Alfonso) o Goza pepillo (Interactivo), de un encuentro poligenérico. Mientras a lo largo de su sexto  CD Boris habla “a lo cubano” desde cada una de las canciones, los ritmos y géneros universales abordados por él generan climas y ambientes que enriquecen las composiciones, aunque en sus piezas el horizonte siempre está a la vista.

Mezclado y masterizado en El Cerrito, California, por el ingeniero de “El Cerrito Records”, Oscar Autié, al buen resultado final de Yo vine a querer contribuyen los aportes de músicos tan reconocidos como Armando Arce «Pututi», Pável Urquiza, Kelvis Ochoa, Amaury Gutiérrez, Luis Bofill, Nam San Fong, Roberto Carcassés, Yusa,  Daniel Stable, Eduardo Rodríguez, Dianela de la Portilla, William Paredes, Pável Vitier, Segundo Mijares, José Alabre, Yusely Sierra, Néstor Jiménez e Ivette María Falcón, esta última, compañera en la vida de Larramendi y suerte de mano derecha en los proyectos artísticos del cantautor.

Álbum que no parece pretender una unidad predeterminada, en la variedad se encuentra su clave, sostenida por el claro protagonismo rítmico de la música, la cual –en comparación con anteriores producciones de Boris Larramendi- pone mayor énfasis en lo cubano. Así pues, quiero concluir mis palabras a propósito de este disco, volviendo a los decires del propio creador, quien en el tema “La próxima fiesta”, compartido con sus viejos amigos Kelvis Ochoa y Pavel Urquiza, nos transmite un mensaje pletórico de energía positiva al afirmar:

“Tira al dado, dale a la ruleta,
mueve fichas, métete en el lío,
que te espero en la próxima fiesta
para volar por encima del gorrión.”

De todo un poco

De todo un poco

Tengo el privilegio de conocer el trabajo de Jóvenes Clásicos del Son desde su fundación, allá por 1994. A lo largo de todo este tiempo la nómina de integrantes de la agrupación ha ido cambiando, como suele suceder en la historia de cualquier grupo. Sin embargo, el director del colectivo, el contrabajista Ernesto Reyes y que responde al sobrenombre de “Palma” por proceder del poblado homónimo en la zona oriental de nuestro país, ha conseguido el harto difícil y anhelado sueño de cualquier formación musical, es decir, alcanzar un sello propio, un estilo original y un timbre inconfundible que les identifique.

Ello se puede comprobar si uno escucha de conjunto la discografía de Jóvenes Clásicos del Son, concebida a partir del apego al formato y la sonoridad de un septeto que defiende lo más auténtico de la música tradicional cubana pero que, al propio tiempo, en virtud de las sabias y funcionales orquestaciones que emplea, también suena muy contemporáneo.

En esta nueva producción fonográfica de la agrupación, la octava  en su devenir y que lleva por título De todo un poco, la fórmula por la que han apostado “Palma” y sus compañeros de grupo continúa siendo la misma que ellos han defendido en los pasados 25 años, o sea, interpretar un repertorio en el que están presentes distintos géneros de nuestra música pero con la elegancia y el decir característicos de la trova.

Así, en los doce cortes que recoge este álbum, podemos disfrutar desde un son a la manera en que se interpreta en el oriente cubano, de una trovada tradicional a dos voces, de un bolero o hasta de un riquísimo nengón con rumba. Igualmente, el buen gusto para escoger los temas que se incluyen en el disco se pone de manifiesto todo el tiempo y por dicho camino encontramos aquí, por solo mencionar unos ejemplos,  composiciones de creadores tan prestigiosos como Miguel Matamoros, José A. Nicolás y Amaury Gutiérrez.

Con producción de Ernesto Reyes “Palma” y la participación de varios invitados que también aportan lo suyo en aras de lograr un fonograma atractivo y que solo necesita ser bien promovido, estoy convencido de que el disco De todo un poco, de Jóvenes Clásicos del Son, es de esos trabajos que deleitan al más exigente devoto de la música tradicional cubana de ayer, de hoy y de siempre. Digo yo.

El club Hoy Como Ayer dice hasta luego

El club Hoy Como Ayer dice hasta luego

El club Hoy Como Ayer, todo un símbolo de la vida nocturna en Miami, ha cerrado. Me entero de ello por medio de un artículo de la periodista Sarah Moreno, aparecido el pasado viernes 16 de agosto en la edición digital del periódico El Nuevo Herald.

Pude visitar dicha instalación más de una vez durante mis estancias de paso por Miami. Incluso, llegué a intercambiar uno que otro correo electrónico con el fundador del local, Fabio Díaz Vilela, alguien que en La Habana de los noventa estudió par de años la carrera de periodismo y que ya radicado en USA, en 1999 compró el Café Nostalgia, fundado por Pepe Horta y Bobby París.

Como he expresado en mi libro Nadie se va del todo: Músicos de Cuba y del mundo, entre los posibles asuntos a estudiar en relación con el tema de la más reciente diáspora musical cubana, están el del devenir del circuito de locales que en el pasado reciente y en la actualidad han servido de espacios para la sistemática presentación de grupos y solistas cubanos transterrados, lugares como La Reina de Cuba y el Yemayá en Madrid, el bar Los Íntimos en el D.F. de México, o el Hueco, Café Nostalgia, Kímbara Cumbara, el Hoy Como Ayer,  La Cueva, el Cuba 8, el Vedado Social Club, el Real Cafe,  el Ocho Live y el Neme Gastro Bar en Miami.

De Amaury Gutiérrez a Luis Bofill

En el período transcurrido entre 1999 y junio del 2019, fecha del cierre del Hoy Como Ayer, por la instalación de la Calle Ocho y la avenida 22 en Miami desfilaron músicos cubanos tan diferentes en cuanto a géneros y estilos por ellos cultivados, como las cantantes Albita Rodríguez, Malena Burke y Aymée Nuviola, jazzistas como el bajista José Gola, el pianista Michelle Fragoso o el baterista Alexis “Pututi” Arce, agrupaciones como Los 3 de La Habana y el grupo Palo, o vocalistas como Luis Bofill y Leslie Cartaya.

“Yo decía que era un centro cultural con licencia de licor y así lo vi y lo defendí siempre”, manifestó Fabio Díaz Vilela en el artículo publicado por Sarah Moreno en El Nuevo Herald.

Según lo trascendido, en el pasado mes de junio se venció el contrato de arrendamiento de 20 años que Fabio Díaz Vilela tenía con el dueño del local y, dada la subida de los precios de los alquileres en general en Miami y particularmente en el área de la Pequeña Habana, le resultó imposible llegar a un acuerdo que complaciera a ambas partes y le permitiese continuar con el proyecto del Hoy Como Ayer.

Cerradas las puertas de esta ya mítica instalación, un breve recuento por la trayectoria del club Hoy Como Ayer permite afirmar que, más allá de las discusiones acerca de si los precios del local resultaban excesivos, el sitio brindó una posibilidad laboral a un nutrido grupo de músicos cubanos de altísima calidad y que, por las características de su propuesta, no encontraban espacios en otros centros nocturnos de Miami. Así pues, aunque fuese por esa única razón, hay que agradecerle a Fabio Díaz Vilela haberle dado vida en 1999 al Hoy Como Ayer y mantenerlo activo durante 20 años de prolífera existencia.

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