Poemas de Juan Carlos Valls
Nacido en la localidad habanera de Güines en 1965, es este uno de los poetas más importantes de su generación, gracias a libros suyos como Los animales del corazón, Los días de la pérdida,Conversaciones con la gloria, La soberanía del deseo y La ventana doméstica.
THE POET DOG
por su vida de perro
el poeta convierte en soles los días verdaderos.
es un sitio donde desfilan caras conocidas
la perra madre con su hueso de hombre
la raíz solitaria que alimenta
los círculos concéntricos
y su canción
ese aguanilebongó triste
tartamudeado en su memoria.
el oro no vive en sus colores
y quien lo mira piensa:
es un regalo del cielo su miseria.
sabe que no es ladrar su mejor suerte
y es que en verdad ni canta.
lo que nos manipula
es que escupe a la cara con dulzor.
LOS MUCHACHOS DE ORO
en la ciudad de nadie
dos jóvenes dibujan la belleza
dos muchachos de oro imaginan el rumbo de las cosas.
la belleza es un duelo para ellos
una farsa en el aire
y aún así son fuertes impredecibles mansos.
los muchachos de oro
siembran en mí un silencio inacabado
un silencio de rosas
en el que veo nacer una grave columna
negándose a aguantar el falso techo falso.
veo morir sus flores
veo subir de nuevo a sus cabezas algo
es otro joven de oro
o es la ambigua humedad la que queda esperando
que no sea posible ese regreso frío
esa mueca de asco
esa orgía tan alta por la que estoy llorando.
los muchachos se alejan y mientras pasan paso
son manzanas podridas son almendras que parto
son margaritas secas que por amar rechazo
será que soy tan viejo
y encuentro mal su ramo de rosas mal cortadas
o es que están desgajando mi corazón de esmalte
ridículo y cansado.
en la ciudad de nadie casi me voy quedando
y aunque me duela vivo
aunque padezca me alzo
los muchachos de oro son perlas en mi espacio
son pájaros que admiro son ostras donde nazco
y aunque parezca torpe aunque parezca extraño
cortaría por ellos mi cabeza y mi mano
mis libros mi rareza
mi corazón que es algo.
DE LA SINCERIDAD
siempre supe que la sinceridad no era una flor
para llevar hermosamente en el pecho
sin embargo
envidiaba la amargura de esta noche sábado
en la que mancho el cuerpo
en la que soy la rosa negra de la ciudad
que hospeda y sobrecoge mis veintisiete años.
cambiaba jazmines por noches como esas
afilaba mis brazos para atrapar
la corrupción soberbia del verano
pero he ahí que nunca fui dichoso
nunca el joven hermoso de los hermosos jóvenes
más bien cerré mi puerta
para evitar el hambre con que colmé mis sueños
y con que defendía esos años difíciles
que luego vi morir en noches como estas
en las que ser sincero puede costar
las tardes del olvido.
ofrecía jazmines
pero a cambio encontré casas vacías
hombres vacíos que buscaban en mí
una pequeña muerte diaria y repentina
en la que recostar sus sueños a mis sueños
hombría contra sexo delirante.
siempre supe que la sinceridad no regiría mi destino
sin embargo reconozco a mi madre
clavando flores muertas en mis senos
destrozando las cartas con las que me decía
palabras duras y exactas para el vicio
pero el hombre que soy
tiene miedo de su verdad difícil
y la extrañeza de no saber qué pájaro soltar
que canción para ensanchar su olvido
también está otro hombre
y descubro en vano que es hermoso
yo que casi me pierdo jugando a serle fiel
yo que hice estos versos
después de abrir mi rosa casi cielo
estoy perdido
sigo ahogando jazmines sin conmover a nadie.
el torpe
la rosa estrafalaria del verano
sigue buscando a alguien para el sueño
sigue estando en hoteles en pueblos en países
y la sinceridad sigue siendo aquel diálogo
con el que perseguir amores que terminan
como simples jazmines en el pecho.
UNA DULZURA IMPLÍCITA
hay una dulzura implícita
en el hombre que pasea a su perro
son idénticos modos de pernoctar
en los recovecos de la memoria
en mis cuatro caminos
y en mi sola cabeza trunca de soledad.
a quién le importa
mi luna llena y metafórica
el vicio de animal
el sueño de animal
la vieja herida injusta y necesaria
para que yo aprendiera que un perro es una mancha
hasta en el corazón de un niño.
eso soy
un perro desde el hocico tibio
hasta mi rabia peligrosa.
son días de no sentir
el manotazo de una palabra
de no despertar en medio de la noche
con el graznido metafísico de un pájaro
de no padecer el amor
como ordenan las escrituras.
creí tener tiempo para limpiar
lo que ensucia la memoria
pero el agua desterró la espuma de mi boca
y a cambio de la continuidad
le dio a mis manos un olor seco
y un chirrido mecánico
mis manos
único sitio que desconozco
la única herramienta
que se convierte en osamenta de la noche.
hay una dulzura implícita
en el hombre que pasea a su perro.
quién lleva a quien.
quién escribe.
quién ladra.