María Teresa Vera y su Conjunto: Una huella perdurable
Para los que amamos lo más auténtico de la música tradicional cubana, sin lugar a duda escuchar a María Teresa Vera y su Conjunto, en el que sobresale la voz y la guitarra de Lorenzo Hierrezuelo, representa una fiesta innombrable, al decir de José Lezama Lima. El dueto de María Teresa y Lorenzo dejó registrados algunos de los temas capitales de nuestro devenir sonoro.
El virtuosismo que animó el trabajo por ellos realizados, queda plasmado ciento por ciento en un álbum como el publicado por la EGREM en el 2007, como parte de la Colección Las Voces del Siglo. Las 14 piezas incluidas en el CD deberían constituirse en base material de estudio para todo aquel que aspire a comprender y valorar la cadencia auténtica de nuestra música, conocimiento fundamental no sólo para quienes pretendan preservar la memoria sonora de la nación sino, incluso, para los que aspiren a renovarla mediante procedimientos como el de la deconstrucción.
Composiciones como «Las perlas de tu boca» (Eliseo Grenet), «He perdido contigo» (Luis Cárdenas Triana), «Mujer perjura» (Miguel Campanioni), «Aurora» (Manuel Corona) o «Porque me siento triste» (María Teresa Vera y Guillermina Aramburu), algunas de las compiladas en el fonograma, resultan clases magistrales o prototipos de cómo desarrollar el arte trovadoresco en sus esencias fundamentales.
Se incluyen también en el CD las piezas «La rosa roja» y «Ella y yo» (Oscar Hernández), «Ausencia» (Jaime Prats), «Aquella boca» (Eusebio Delfín), «No me sabes querer» (María Teresa Vera y Guillermina Aramburu), «Para que te recuerdes de mí» (Manuel Corona y H. Cabrisas), «Lágrimas negras» (Miguel Matamoros), «Eso no es na´» (Graciano Gómez) y «Arrolla cubano», composición firmada sola por la propia María Teresa Vera.
Ahora, mientras me deleito con la audición de los 14 temas compilados en este delicioso disco que viera la luz en el 2007 pero que lamentablemente apenas resulta difundido por nuestras emisoras radiales, pienso que el Premio Nacional de Literatura, el avileño Reynaldo González, tenía total razón cuando hace algún tiempo escribió:
«El virtuosismo de María Teresa Vera consistió, exactamente, en cuidar que el sentido dado a la pieza por su compositor no resultara enrarecido con añadidos y divismos. Por eso esas piezas son, también, documentos de las arcas musicales de Cuba, algo que sentimos palpitar en mucho de lo compuesto luego, pues constituyen una raíz poderosa y saludable. (…) Como me gustaría no haberla escuchado tanto para hacerlo por primera vez y descubrir la almendra pura de la isla. Y devolverme a las extensas joyas del archivo de una gran cantante popular –y ella lo fue en el sentido más amplio y definitivo del vocablo– justo cuando las raíces y otros ritmos que conformaron el acervo de la trova tradicional se refrescan y exaltan como herencia cuya continuidad palpita en las multitudes».
Coincidentemente, escucho el fonograma en un momento en que proliferan debates en relación con el tema de la mujer en la música y las investigaciones desde la perspectiva de género, una riquísima discusión que se da en diversos puntos de la geografía internacional.
Ello me conduce a meditar en helecho de que entre nosotros no son abundantes las exégesis concebidas con semejantes enfoques o, por lo menos, tal clase de abordajes en Cuba no están bien visibilizados, algo significativo porque a estas alturas del siglo XXI es obvio que en cualquier análisis que se realice a propósito de una práctica musical, no es posible soslayar las cuestiones de género. Por supuesto que no se trata de apelar tan sólo a investigaciones provenientes de la Musicología sino de animar a otros especialistas de nuestras ciencias sociales a que se motiven con el tema, porque hay mucha tela por donde cortar.
Por lo pronto y mientras esperamos porque en nuestro contexto se produzcan esos estudios acerca de la obra legada al panorama sonoro cubano por tantas y tantas mujeres en el pasado y el presente, disfrutemos de un fonograma como éste de María Teresa Vera y su Conjunto.