Estamos contigo, Kamankola
El pasado viernes 13, a tono con las restricciones impuestas por el coronavirus, El Caimán Barbudo convocó a un grupo de colaboradores de la publicación para presentar las más recientes ediciones del tabloide aparecido en 1966 por iniciativa de esa figura fundamental de la cultura cubana que fue y es Jesús Díaz. Entre los participantes del encuentro estuvo Jorgito Kamankola, una figura harto interesante de lo que se ha definido como Música Cubana Alternativa.
Por razones que no vienen al caso comentar ahora, lo cierto es que el hip hop no vive en Cuba un buen momento y en mi opinión, son pocas las propuestas de verdadera calidad entre los compatriotas raperos y raperas que residen en el país. Uno de esos contados que sobresale entre nosotros es justamente Kamankola, aunque ya en la actualidad él es mucho más que un MC (Master of Ceremonies) pues ha ido transitando de manera paulatina a incorporar en su discurso otros géneros y estilos musicales.
Creo que uno de los primeros temas suyos que seriamente captó mi atención fue «La tira de la momia», primer corte de su disco Antes que lo prohíban y donde afirma:
«HUBO guerra y bomba atómica.
Hubo un muerto y dos heridos.
Hoy hay flor en mi retrato,
y en los países sigue el lío.
La bandera la quemaron
y desterraron conocidos.
Mucho llanto,
mucha rabia,
y por mis restos sigue el lío».
Aquella producción fonográfica independiente de Jorgito gozó de gran popularidad entre los seguidores de la escena de Música Cubana Alternativa, esa que se ha desarrollado al margen del esbozo de industria musical cubana y de las instituciones oficiales del Estado.
Natural del Cerro y rapero desde siempre, Jorge Lian García Díaz (1985) es hijo de la cultura hip hop, del rock y también de la Canción Cubana Contemporánea. Como escribe Rogelio Ramos (un poeta y nagüe amigo) al referirse a este hombre que uno no sabe bien si definirlo como un rapero de la trova o un trovador que rapea: «Descuartiza el país, ponle tu savia, tu amor y reármalo. Pon todas esas palabras en la guitarra y desanda; eso parece hacer Jorgito Kamankola. Con ese nombre barrial, con esa facha de rasta en la mirilla este tipo desgarbado sorprende, atolondra, seduce verso a verso».
Un repaso por la biografía de Jorgito Kamankola deja saber que él inicia su carrera musical en el año 1999, cuando apenas era un adolescente. Por esa época, en barrios habaneros como Alamar y el Cerro, la fiebre por el rap registra altas temperaturas y jóvenes procedentes de tales zonas menos favorecidas optan por asumir dicha cultura para sus vidas. Es el caso de Jorgito, quien por la lejana fecha se vincula con varios grupos, como Sentencia o la orquesta K-fé Habano.
2007 representa un momento importante para su desarrollo, pues en dicho año comienza a trabajar con la agrupación Aceituna sin hueso, y con su eficiente desempeño como MC se abre un espacio como uno más en las actuaciones de la banda encabezada por la vocalista Miriela Moreno.
Ya para 2010 y nutrido de la experiencia que representó la interacción con Aceituna sin hueso, Jorgito opta por armar su proyecto personal y así nace Kamankola, en el que el discurso hiphopero se mezcla con otros géneros como blues, jazz, timba, rumba, trova…, con la idea de que siempre que se pueda todo ello esté respaldado por una banda en directo, un rasgo que ha de caracterizar su quehacer. A partir de entonces, su presencia será habitual en múltiples espacios de la Asociación Hermanos Saíz (AHS).
El primer trabajo de Kamankola que alcanza cierto grado de repercusión fue elCD Musas desechables, que en 2010 estuvo nominado en varias categorías de los premios otorgados por el programa televisivo Cuerda Viva. Por otra parte, su pieza denominada Víctima y culpable resultó laureada en la categoría de Mejor Tema Spoken Word en el Festival de Rap Puños arriba, correspondiente a la emisión de 2012.
Pudiera hablarse también acerca de que la obra de Jorgito Kamankola ha estado nominada a los premios Cubademo, otro importante certamen del pasado en la historia de la cultura hip hop en Cuba, o al Cubadisco, principal evento de la discografía nacional. No obstante, prefiero poner énfasis en lo hecho por él en su fonograma nombrado Antes que lo prohíban, quizá el primer disco de un músico cubano residente en el país que, a tono con los nuevos modelos de gestión cultural, se publicase gracias a lo que se conoce como crowdfunding, una novedosa forma de financiamiento a proyectos artísticos.
Al escuchar los 12 cortes de este álbum, se verifica lo acertado de una promoción que alude al trabajo de Jorgito Kamankola en los siguientes términos: «Canciones que van del alma al alma y de la calle pa’la calle. La poesía que vive en cada gota de sangre de la vida…». Piezas como Sigo haciéndote el amor, Los centinelas me fusilan, La ponina, Molotera y cañona, Con la lengua afuera, Sangre o la que titula el CD, es decir, Antes que lo prohíban, son estupendos ejemplos del feliz matrimonio entre rap y Canción Cubana Contemporánea.
En el presente, Kamankola ya cuenta con otras producciones fonográficas, todas realizadas de forma independiente, pero a ellas no me referiré hoy sino las dejaré para comentarlas más adelante. Ahora, solo quiero agregar que como afirmase mi buen amigo Michel Hernández en el artículo Un músico en busca de la luz, publicado hace unos años en el periódico Granma a propósito del quehacer de Jorgito Kamankola: «En un mundo en el que el futuro es incierto, como dirían los Sex Pistols, hay músicos que deben salir de la noche del anonimato para mostrar que el arte es todavía una fuente de luz, de cambio y de compromiso…».