De Joaco a Jaco, ¡In memoriam! (3ra. Parte)

De Joaco a Jaco, ¡In memoriam! (3ra. Parte)

Más o menos por la propia época del debut fonográfico de Jaco, la cantante y compositora canadiense Joni Mitchell andaba a la búsqueda de un bajista. Ella no se sentía satisfecha con el desempeño de su banda habitual; pretendía grabar una música más compleja, pero sus músicos no conseguían entender lo que deseaba. El bajista del grupo, sobre todo, pensaba que Joni estaba reclamando extravagancias. Mitchell se sentía aburrida del estilo plano de bajo que había caracterizado el pop rock de los sesenta y setenta, algo que le parecía pobre en comparación con las dinámicas líneas de bajo en el jazz o el funk. Empero, para mayor complejidad del asunto, tampoco quería exactamente un bajista que se limitase a trasladar lo jazzístico y lo funkero a su música. Lo que ella anhelaba era alguien que pudiese crear una mayor interacción con las melodías vocales, que supiese armonizar de manera más rica, que sobrepasara dar las notas típicas que componen el esqueleto de cada acorde.

Cierto día, en medio de una de las habituales discusiones con su bajista, el hombre le dijo: «No voy a tocar esas cosas raras que pides. Además, ya hay un bajista que hace tales extravagancias. Se nombra Jaco Pastorius. Llámalo, te gustará». Picada por la curiosidad, Joni llamó a Jaco. En cuanto se pusieron a tocar, rápidamente se dio cuenta de que aquel era el músico que necesitaba. El resultado de la colaboración fue un álbum devenido otro de los puntales con los que Pastorius terminaría ejerciendo una indeleble influencia sobre los bajistas posteriores. Por ejemplo, en la canción que daba título al fonograma, «Hejira», el bajo, en vez de ejercer como mero cimiento, se mezcla con el resto de las armonías y evidencia la mentalidad orquestal con la que Jaco concebía su aportación a las canciones, que en esencia eran melodías vocales complejas que contrastaban y proveían contrapunto a los ritmos de jazz de los arreglos.

La colaboración entre Jaco Pastorius y Joni Mitchell dejó varios trabajos memorables. Imprescindible escuchar el doble en directo de Joni titulado Shadows ad Lights, con una de las mejores bandas que se haya armado nunca para acompañar a un cantante en gira. Jaco y Pat Metheny al bajo y guitarra, Michael Brecker al saxofón, Don Alias en la percusión y Lyle Mays a los teclados. Igualmente resultan espectaculares los arreglos de viento hechos por Pastorius para el tema «The dry cleaner from Des Moines», del disco Mingus, de Mitchell.

Jaco Pastorius estaba revolucionando su instrumento, pero pocos lo sabían. Necesitaba una plataforma con la que darse a conocer entre un público más amplio. La oportunidad se dio cuando fue a ver un concierto de Weather Report, la exitosa banda de jazz fusion dirigida por el teclista austriaco Joe Zawinul, uno de los grupos más populares del estilo iniciado por Miles Davis con el disco Bitches Brew. Tras finalizar la actuación, Jaco se acercó a Joe Zawinul y se presentó de la manera que él consideraba más conveniente: «Hola, me llamo John Francis Pastorius III y soy el mejor bajista del mundo». Zawinul, a quien no caracterizaba la simpatía precisamente, le respondió con un seco «¡vete al carajo de aquí, so comemierda!». Jaco ni se inmutó ante el desplante, sino todo lo contrario. Consiguió iniciar una conversación e insistió en que el teclista escuchase sus grabaciones, cosa a la que este accedió finalmente. Dice la leyenda que cuando Joe Zawinul se encontraba oyendo a Jaco en su habitación de hotel, el que entonces era bajista de Weather Report, Alphonso Johnson, pasó por delante de la puerta y quedó sorprendido por lo que estaba escuchando: «Empecé a sentir que mis horas en Weather Report estaban contadas», recordaría con sorna algún tiempo después. En cualquier caso, Johnson terminó dejando el grupo pocos meses más tarde, descontento con su funcionamiento interno. El abandono se produjo mientras la banda grababa un nuevo álbum. Zawinul no dudó a la hora de llamar a Pastorius para cubrir el hueco.

La llegada de Jaco a Weather Report fue providencial. El estilo del grupo estaba evolucionando y todo lo que necesitaban para alcanzar la perfección era un músico tan libre de restricciones al tocar como Pastorius. Su aportación ya se dejó notar considerablemente en el disco Black Market, de 1976; aunque solo intervino en dos temas, aportó una composición propia que anticipaba el venidero sonido del grupo, «Barbary Coast». En la siguiente producción, Heavy Weather, Jaco ya era un miembro completamente integrado en la agrupación. Este fonograma supuso el momento de máximo esplendor comercial de Weather Report, siendo el álbum más vendido de toda su discografía. Dos cortes del larga duración, «Rumba Mama» y «Palladium», ponen de manifiesto las influencias de la música cubana en el grupo dirigido por Joe Zawinul, aspecto acerca del cual se ha hablado poco y que de seguro obedeció a una iniciativa de Pastorius.

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Jaco disfrutaba a tope los momentos más felices de su existencia. Casado con su novia del instituto, tenía dos hijos y llevaba una vida despreocupada. Su prestigio como músico crecía a pasos agigantados. Todo iba bien. Hasta que la cosa empezó a cambiar. Cuando surgieron los problemas, nadie a su alrededor supo muy bien cómo reaccionar. El carácter de Pastorius siempre había sido extrovertido y algo excéntrico, esto no era una novedad para nadie. Bromista y juguetón, le gustaba comportarse como un niño malcriado. Sus locuras eran habituales; en una ocasión desapareció del bus de gira, ¡mientras el carro estaba en marcha por la autopista! Dado que solía esconderse para tomarle el pelo a sus compañeros, todos dieron por hecho que se había metido en algún rincón inverosímil de la guagua y que aparecería en cualquier momento. Sin embargo, pasaban los kilómetros y no había rastro de él. Cuando llegaron al lugar del concierto, descubrieron con asombro que Jaco ya estaba allí, esperándoles. Al parecer, se las había arreglado para salir del autobús en marcha, descolgándose por una ventanilla y saltando al auto de unos admiradores que le habían reconocido y le habían saludado.

Semejante clase de tonterías, que eran habituales en él, no suponían mayor problema. Por lo demás, era un tipo responsable y muy entregado a su vida familiar. Sin embargo, el carrusel de la fama lo absorbió. Empezó a beber y consumir drogas, en especial cocaína; sus fiestas cada vez se alargaban más, a veces durante días enteros. Su aureola de individuo imprevisible pasaba de boca en boca. Es difícil determinar si ese desordenado tren de vida ayudó a despertar unos problemas psicológicos que ya estaban latentes, lo cual es probable. Lo cierto es que la conducta de Jaco fue empeorando. Se separó de su mujer, se volvió a casar y tuvo gemelos, pero las cosas no mejoraron. El humor de Pastorius se estaba transformando de manera cada vez más radical e imprevisible. Comenzó a tener arranques de megalomanía mística que ya no se parecían a la egolatría adolescente de otros tiempos, y que iban seguidos de momentos de hundimiento en los que daba la impresión de venirse abajo por completo. Esto arruinó su segundo matrimonio y enrareció al máximo el ambiente en Weather Report.

Ya para ese momento, Jaco Pastorius soñaba con formar una banda propia. Así, en 1981 firma un suculento contrato con Warner Bros, para grabar su segundo disco en solitario, Word of Mouth. El álbum contenía trabajos tan curiosos como una versión de un tema de los Beatles, «Blackbird», otro cover muy sorprendente acerca de una obra de Johann Sebastian Bach o un corte no menos llamativo como «John and Mary». Pero nada de esto era lo que la compañía esperaba de aquel fonograma. Habían confiado en que Jaco grabase algo más parecido a su ópera prima, bien centrado en su virtuosismo como bajista y no tanto en las técnicas de composición y orquestaciones. Estaban decepcionados. Para colmo, les entró el pánico cuando Pastorius insistió en abrir la producción con «Crisis», una nerviosa pieza que los músicos habían grabado ¡sin escuchar lo que hacían los demás! La verdad es que resulta un tema fascinante. Aunque el bajista se salió con la suya, en Warner respondieron no dándole al disco el apoyo que su protagonista creía merecer.

La gira de Word of Mouth terminó de confirmar las preocupaciones sobre el estado mental de Jaco Pastorius. El batería de su nueva banda era hijo de un psiquiatra, quien le dio los primeros indicios de que podría estar padeciendo un trastorno bipolar. Ante la insistencia de su familia para hacerse examinar, fue diagnosticado como maníaco-depresivo en 1982. Empezó a tomar litio para controlar el trastorno. Sin embargo, como muchos pacientes bipolares, tuvo problemas para asimilar lo que le estaba pasando y en especial para sobrellevar los efectos secundarios de la medicación. En 1982 se editó su último disco con Weather Report, donde ya no había ninguna composición suya. Mientras tanto, su tercer álbum en solitario se quedó sin publicar. Herido por la enfermedad y por estos fracasos musicales, comenzó a recorrer una espiral descendente que lo alejaba de todo. En 1983 no hizo nada con su carrera, salvo dar a la luz un directo grabado en la gira de Word of Mouth. Su desánimo y los abandonos de la medicación hicieron empeorar todavía más la situación.

Poco antes, Jaco Pastorius había ocupado la portada de todas las revistas especializadas. Los bajistas, los demás músicos y muchos aficionados lo consideraban ya una leyenda viva, pero él era incapaz de salir del pozo. Su dinero se esfumó, en buena parte por culpa de la cocaína. Le desalojaron de su apartamento neoyorquino por no pagar el alquiler. No demasiado tiempo después, se le vio tocando en la calle a cambio de monedas. Sus allegados supieron que estaba durmiendo en un parque de Manhattan, pero él rechazaba toda ayuda y parecía querer quedarse allí. Estando en un banco del parque, le robaron su legendario bajo, que permaneció desaparecido durante años (al saber que lo tenía un inescrupuloso coleccionista, Robert Trujillo lo recompró y se lo cedió a la familia).

Por entonces Pastorius grabó un vídeo educativo sobre técnicas de bajo junto a uno de sus ídolos, el también legendario bajista Jerry Jemmott (en sus momentos de bajón, Jaco había llegado a decir «todo lo que hago es una mala imitación de Jerry Jemmott»). En el vídeo, Pastorius aparece con mal aspecto —aparenta bastante más años de los que tiene— y cuando un respetuoso Jemmott le comenta que el mundo le considera un músico increíble y le pregunta cómo le hace sentir eso, Pastorius responde con un descorazonador «pues conseguidme un concierto». Aún era famoso y respetado; incluso sus ídolos hablaban de él con veneración. Pero estaba solo. No porque no tuviese a nadie. Tenía una mujer, tenía hermanos, tenía amigos, tenía admiradores. Pero era incapaz de aceptar la ayuda que le ofrecían. Como si estuviese en otra dimensión.

La caída a los infiernos del divino Jaco Pastorius parecía no tener final, hasta que regresó a Florida, donde su mujer y sus hermanos consiguieron por fin que aceptase ingresar en un hospital. Aquel noble intento no duró demasiado. Al poco tiempo, Jaco salió y en un abrir y cerrar de ojos, volvió a estar durmiendo en un parque. De nuevo se negaba a recibir ayuda. Nadie sabía qué hacer para sacarlo del hoyo; no se veían capaces de conseguir mucho más que aferrarse a la idea de que quizá el paso del tiempo le devolvería algo de equilibrio, como pasaba con otros pacientes. Pero era demasiado tarde, no por culpa de la enfermedad, sino del arrebato criminal de un portero de un club nocturno.

(Continuará).

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