Categoría: Poesía

En el ochenta cumpleaños de José Kozer

En el ochenta cumpleaños de José Kozer

Profesor de literatura hispana durante tres décadas en Nueva York y luego en Vermont, José Kozer es uno de los grandes poetas cubanos de las últimas décadas, aunque en Cuba se conozca poco su obra. En el presente 2020, él cumple ochenta años de vida y en Miradas Desde Adentro queremos festejar dicho aniversario con la publicación de un par de poemas de quien, nadie lo dude, resulta uno de los autores vivos de obligatoria consulta en el actual panorama de nuestra literatura.

Retrato de anciano a plena luz del día

Ahora resulta que. Siempre tiene que haber

algo. Pega un puñetazo

en la mesa. Se retracta

en su interior, de

inmediato: eso va

contra la sana intención,

su nuevo fundamento,

de alcanzar la quietud.

Tranquilidad, no de

tranca. Cabeza baja

y aplaca. Erguida en

distensión la espalda.

Postura, postura, todo

es cuestión de postura.

Disciplina. Un buen

zurriagazo del Maestro

no le hace daño a nadie.

No le vendría de vez

en cuando mal. Y

coger camino sin

dar un paso.

Su monasterio, llevadero, es un cuarto de un

piso alto, zona subtropical,

ni terremotos ni volcanes,

sólo ciclones, y ésos

de la breva al higo: su

práctica diaria consiste

en no ver gente, no hacer

compromisos sociales

(sexuales) alimentar el

cuerpo con harinas sin

gluten (tapioca y alforfón,

ideales: los considera

claves, quizás la clave

de la longevidad): fruta

bomba, verdura de la

era (WholeFoods) no

escuchar las noticias

del día, cero revistas,

y menos cero periódicos:

leer a Stanley Elkin.

Ducharse lo considera práctica y ejercicio de

concentración al enjabonar

las zonas erógenas, tres

veces por semana: otra

base más de la vida

monástica. Se remite

a la vía negativa en

cuanto hace, sanas

son sus prohibiciones,

y luego de ajustar sus

costumbres, medidas

de cordura y moderación

a favor de la prolongación

paradiso terrestre del

cuerpo, se queda con

cuatro o cinco asuntos

aque atenerse: comer

frugal (fundamental)

lecturas edificantes,

a diario ver una

película bobera que

lo haga llorar, no

pensar, y estudiar

a la manera cubana

temas de filosofía

basados en preguntas

canónicas del tipo por

dónde le entra el agua

al coco, o sensu strictu

si el cangrejo camina

lateral o hacia atrás.

Para una biografía literaria

Las tardes se le iban en un abrir y cerrar de ojos,

las noches gravitaban

minuto a minuto en sus

pupilas: cerraba los

ojos que permanecían

abiertos minuto a

minuto, la noche

bogaba en sus

pupilas, imágenes

entrecortadas

aparecían para

desaparecer en

la superficie de los

ojos. Tal vez prender

la lámpara sobre la

mesa de luz, leer un

rato el libro de historia

dedicado a la época

manchú, tal vez poner

al día las cuentas de la

semana, oír un rato los

cuartetos últimos de

Beethoven, hacer la

lista de la compra o

concentrarse en uno

que otro de sus

diversos ejercicios

mentales y corporales

destinados a conservar

no hay de otra la salud

mediante la ataraxia.

Ya son años, por lo menos un lustro en que

no cambia su situación.

Nada sirve de nada, los

somníferos lo espabilan,

a veces sin embargo,

pero no, bien pensado,

a qué hablar. No dormir.

Se echa a reír, sólo de

pensar que dormiría

unas cuantas kalpas,

par de eones, de doce

a quince nuncas y un

par más de jamás (de

los jamases). En

absorta vigilia, ciencia

oscura de hipermétrope

que ausculta y ve que

no (se) ve nada. Orina.

Hace por relajar los

hombros, manos, en

la postura yacente ora

se pone de costado,

decúbito supino, prono,

corre a formar fila con

un montón de monjes

budistas que regresan

con sus cuencos

abarrotados de limosna

(arroz hervido) se pone

en fila, eran hormigas,

motas que en sus

pupilas de pronto

alzan el vuelo, unas

son cuervos, otras

grajas, todas en

última instancia la

inmensa redondez

de su insomnio.

Duerme. Algo se duerme por un rato. Se cree

despierto pero duerme,

no muy a fondo ni

mucho tiempo pero

al abrir los ojos se

siente refrescado, y

no está muerto.

Durmió boca abajo

en el regazo de la

madre, entre los

esqueléticos pechos

del padre, sumido

en la mansedumbre

teológica del abuelo

y entre unos bichos

candela que surgen,

o son jejenes o

cocuyos, de la

peluca que la

abuela ha descuidado

(demostración que ha

muerto).

Se va. Está despierto. Se lavó la cara, comió

dos huevos duros con

pan de cebada, y se

plantó ante el espejo

de medio cuerpo a

ver qué: se puso la

muñequera, mañana

se pondrá la tobillera,

alternará día tras día

ajorcas, coderas,

rodilleras, ríe: no le

sucede nada, está

entero de salud, por

Dios no le crean nada,

duerme como un lirón,

no hay cosa que haga

que no haga para

satisfacción del espejo

del botiquín o la luna

del tocador: y para

consentir su imaginación

que de la noche extrae

lo que durante el día

convierte a medias en

invención, a medias

en biografía.

Poemas de Manuel Sosa

Poemas de Manuel Sosa

Este domingo 28 de junio, el poeta Manuel Sosa celebró su cumpleaños 53. Lo sé no porque él y yo seamos amigos sino gracias a Facebook, ese sitio que tanto me hace pensar en las viviendas solariegas de mi querido y destruido barrio de San Leopoldo en Centro Habana. De inicio, pensé en felicitarlo de forma pública, pero a la postre me pareció algo rutinario y a fin de cuentas forzado.

Preferí entonces dejar transcurrir 24 horas y en vez de tener un simple cumplido, dedicarle el espacio de hoy en Miradas Desde Adentro, con el añadido de compartir en el sitio algo de su excelente producción poética. Lo hago, sobre todo, porque las nuevas generaciones cubiches, tanto de lectores como de escritores, desconocen en su gran mayoría lo que en materia de literatura se hizo en este país durante las dos últimas décadas del pasado siglo XX. Y es que son muchos los que entre nosotros se esmeran en hacer realidad lo que proclamaba desde su título aquel viejo libro de Aldo Baroni: Cuba, país de poca memoria.

Natural de Sancti Spíritus, a Manuel Sosa lo asocio de inmediato con los nombres de un grupo de escritores procedentes de la región central de Cuba y salidos a la palestra pública entre fines del decenio de los ochenta y comienzos del de los noventa. Son los casos de figuras como Heriberto Hernández, Sonia Díaz, Frank Abel Dopico, Arístides Vega  y Héctor Miranda.

Licenciado en Lengua y Literatura Inglesa, entre los libros publicados por Manuel Sosa están Utopías del Reino (Premio David 1991, Premio Nacional de la Crítica 1993), Saga del tiempo inasible (Premio Pinos Nuevos 1995), Canon (2000), Todo eco fue voz (antología, 2007) y Una doctrina de la invisibilidad (2009).  En la actualidad, Sosa reside en la ciudad de Atlanta, Georgia.

Del par de textos que hoy reproduzco, incluyo uno que, según tengo entendido, Manuel Sosa escribió allá por los lejanos ochenta y que versa justo acerca de las palabras como delimitación. El otro es perteneciente a su producción hecha ya en la diáspora.

LA QUEDA

I

La primera palabra en la primera puerta no

advierte y retribuye con su papel de bastimento a la

palabra que golpeará un rostro en el final.

La segunda cita en sombras es otra mentira

como mentira han sido las tumbas, las quedas

anticipadas y estos pobladores sentados en toda su brevedad.

El precio de abdicar se intuye:

si llegara raudo el estafeta,

si vibrase entonces,

si dejara un manto como recuerdo.

Y de recuerdos vive el hombre:

una tregua para amonestarse sin pudor,

una bifurcación cuando los anfitriones rueguen

o acometan.

No es un sitio para evocar, pero hasta donde la vista alcanza,

se vislumbran puntos insalvables,

riscos de sueños y petición,

(adonde nunca llegarán los elegidos)

Acaso alguien camina sin violar la queda

porque no todo descubrimiento es conciliador.

No es un sitio para merecer, pero esta noche se

descubre como una angosta puerta,

y pasan taciturnos a borrar sus cuadernos.

(La primera palabra está en otra página)

La calma suscita un sometimiento que no

importará si es que no importa dividir una casa.

¿Precisan el parlamento esos hombres?

La batalla que interrumpen será olvidada pese a

todo, y en sus memorias continuarán las flaquezas,

los reparos.

«El tiempo que toma hacernos inactuales es el

tiempo del delirio y el afiebramiento»,

y como reza el motivo de los guardas,

y así será, así vendrá la luz sobre sus predicciones.

«La primera palabra, que nadie pronuncie otro

nombre y encontrarán el rastro seguro, el final

prescrito».

Si esta es la noche, decidirá la experiencia:

el asedio comienza inexplicablemente

y alguien confiesa sus delaciones.

(La casa parece tan segura, y será la única razón

para abandonarla esta vez)

II

Palabras: en camino quien desciende y anuncia.

Palabras: esperando como una estación revisitada.

Las palabras en la boca de los sitiadores, que hacen

las paces a espaldas del gobierno.

Para cada gobierno un peldaño, y volver a empezar.

(Valgan los oficios que siembran el desconcierto)

El color local, la caridad de provincia,

el azoro de un delegado amenazante: no todo fluye, poeta.

La noche en la poesía regional es simplemente la queda.

La segunda citas, la segunda muerte, la primera

palabra en su antigua voz.

¿Y quién cambia de parecer, sino el guarda?

Dócil, distanciada otra mujer se estremece.

Nadie necesita esta sorpresa.

No saber del cerco para hacer juego.

En alguna buharda quedan los retratos, las

estampas, las malas noticias.

A la mesa los hijos, las madres que les desconocen

las próximas víctimas.

Así saben cuan larga es la noche, y en la queda

madura el arrobamiento de quienes tardarán

en salir al ruedo.

Así valga el cántico en las afueras, un rumor

casi inaudible y que nadie confiesa.

LUNAS

En cada transposición del silencio, un nido abierto

que busca otro nido triunfal,

dos estoques contra las rejas:

allí he visto juntarse las lunas, en mi piel,

en la garganta que intenta el grito.

Cuando desciende el crisol y sangra la bestia

las lunas se posan sobre yacijas irreales.

Son las noches de untarse esa pócima

abandonada a la indiferencia del muro.

Son las noches de evitar ciertos cumplidos que seducen.

Inapresable mi ánima salvo cuando se juntan

los portentos que ahora confieso,

he tenido que ver cómo talan los sicomoros

y se mella el filo contra la corteza.

He tenido que ver cómo desmenuzan los nidos,

y cómo a mis lunas, en la fragua de la lucidez,

de un golpe separan.

Cumpleaños 40 de un poema de Osvaldo Sánchez

Cumpleaños 40 de un poema de Osvaldo Sánchez

Allá por 1980 yo estudiaba en el preuniversitario habanero Saúl Delgado y era (como dice la frase) un adolescente  feliz e indocumentado, seguramente lo uno por lo otro. Han transcurrido cuarenta años  y sin embargo, lo vivido por entonces permanece aferrado a mi memoria.

Fue por aquella época que supe de la existencia de un poeta nombrado Osvaldo Sánchez Crespo (La Habana, 1958) y que para la fecha era estudiante de la carrera de Historia del Arte. El primer poema suyo que leí fue el titulado “Declaración política familiar” y al que he vuelto una y otra vez en el transcurso de estas cuatro décadas, dándole al texto diferentes lecturas bajo las influencias de la época en cuestión y de mis propias vivencias personales.

Para los que no sepan quién es este creador, les informo que en 1981 Osvaldo resultó el poeta laureado con el Premio David por su libro de poemas Matar al último venado, publicado por Ediciones Unión al año siguiente. Tiempo después, al graduarse de Historia del Arte, laboró como profesor en la Escuela de Artes Plásticas de San Alejandro y en el Instituto Superior de Arte, pero sobre todo -en mi opinión- se convirtió en uno de los culturólogos más notables que hemos tenido en nuestro país.

Siempre le agradeceré reflexiones como las que publicase en trabajos suyos aparecidos en El Caimán Barbudo de la etapa y que en su momento me ayudaron a una mejor comprensión del arte hecho en Cuba durante el decenio de los ochenta.

Hoy comparto con los lectores de Miradas Desde Adentro el poema de Osvaldo Sánchez del que hablé líneas atrás y que aborda el tema de la fractura de la familia cubana, con un  discurso textual donde se transmite ¿acusación?, ¿complicidad? Como diría la frase de Taladrí: “Saque usted sus propias conclusiones”.

DECLARACIÓN POLÍTICA FAMILIAR

Osvaldo Sánchez

…………………………………………………Mariel, 1980.

matamos a mi hermana

con un golpe de patria……ahí en la puerta

cómo iba a romper nuestro corazón de cinco

……puntas

cruzando el agua

ella……la que planchaba mi magia de crecer

la de manos perfectas como lo cotidiano

la culpa fue nuestra

la vimos detenerse

decapitarse con el filo derecho que tiene el

……matrimonio

su marido soñaba plataformas de papel de espejo

lluvias de neón……él

no tenía brazos……ni bolsillos

y pronunciaba perfectamente……yellow submarine

tuvimos que matarla

aunque me hacía las maletas

aunque tenía hija y corazón

aunque mi madre llore ahora burguesamente de

……espalda a las ventanas

las gavetas están llenas de arena

y en lo que fue

vientos sepias barren y barren

dividiéndola a ella

todavía muerta en la puerta de mi casa

hoy hemos puesto la bandera y el televisor

matarla fue difícil

pero sabemos sonreír

claro

diferente que los niños.

Poemas de Sonia Díaz Corrales

Poemas de Sonia Díaz Corrales

El prejuicio con la literatura escrita por mujeres tuvo larga data en el universo literario cubano. Los patrones machistas que han prevalecido en nuestro contexto son responsables en gran medida de dicha situación. Afortunadamente, creo que lo antes expuesto ha ido cambiando poco a poco. La madurez expresiva y calidad del quehacer de nuestras féminas se ha impuesto en la novela, el cuento, la poesía y el ensayo.
Para mi generación, es decir, los que nacimos en el decenio de los sesenta de la pasada centuria e irrumpimos a la esfera pública en la década de los ochenta, hay un grupo de poetas femeninas que impactaron con su decir a quienes amamos la poesía. Entre ellas y de forma rápida pudiera mencionar a Bertha Caluff, Damaris Calderón, Liutmila Quincoses, María Elena Hernández, Odette Alonso, Rita Martín o Teresa Melo
En lo personal, Sonia Díaz Corrales es una de las mujeres poetas que más me gusta de aquel grupo perteneciente a mi generación. Concuerdo con quienes han visto en ella una especial sensibilidad que le posibilita el cuestionamiento de todo acto y en correspondencia con ello, el lector se siente incluido, tentado por el autoexamen que la poeta nos propone. Otro rasgo de su discurso lírico sería la fluidez que posee en el lenguaje utilizado y que pareciera traducir el fluir del pensamiento y de las preocupaciones éticas de buena parte de sus contemporáneos.
Nacida en Sancti Spíritus en 1964, Sonia Díaz Corrales ha sido galardonada en concursos como el David de la UNEAC, 13 de Marzo de la Universidad de La Habana, Abel Santamaría de la Universidad Central de Las Villas, el de la revista El Caimán Barbudo, América Bobia de la ciudad de Matanzas y el Bustarviejo de Madrid. Entre sus libros publicados se encuentran La cáscara y la nuez (1991), la plaquette Diario del grumete (Sed de Belleza y Taller Editorial Vigía, 1997), y Minotauro (Ed. Letras Cubanas, 1998) y aparece incluida en las antologías cubanas Tertulia poética, Poesía infiel, Retrato de grupo, Poesía espirituana, Mis barcos nuevamente, así como en la antología de la Universidad Autónoma de México Un grupo avanza silencioso.
Hoy dejo aquí en Miradas Desde Adentro un par de textos de esta espirituana, en la actualidad residente en España, que tienen méritos suficientes para figurar en cualquier selecta antología de poesía cubana de los últimos cuarenta años. Digo yo.

Poemas de Sonia Díaz Corrales

Ya MÁS NUNCA MÁGICA

Cuando todos nos mirábamos al espejo
y yo era mágica
cuando le daba a cada uno mi brillo
y maldecía de antemano a quien lo perdiera
cuando creía que estaba loquísima
y me llenaba el gorro de guisasos
cuando comíamos y dormíamos la misma siesta
y yo era correcta y no daba gritos
cuando vivíamos felices
y el milagro era yo transparentando mi desnudez
cuando casi no teníamos guerras
cuando nacíamos y moríamos sin que nadie preguntara
por qué esta mujer se ensarta con su lanza
y nadie aquí se mueve del espejo.
Cuando flotaba y ustedes no bajaban a la tierra
cuando pregunté por nosotros
y nadie quiso responderme..Cuando lo bueno y lo peor
lo ácido y lo que no quiero decir ahora
se fundan
y yo avise.
Cuando los hijos no estén en África o en Miami
y los padres no se mueran de cáncer
cuando las mujeres salgan
de los hoteles
de todas las oscuridades
sin que el espejo se empañe.
Cuando me pueda cercenar un brazo
y hallar un hombre que me quiera manca y neurótica
ya más nunca mágica
sin nada que repartir
cuando me quede sola
y ni el espejo devuelva mi imagen verdadera
cuando ni yo me reconozca
cuando volvamos todos y no sea igual
cuando ninguno esté tan puro
como para reírse delante del espejo
cuando yo pregunte
cuando todo se repita
y ustedes no me quieran ver.
Cuando me desarme
cuando me arme
cuando me canse
cuando los acuse
cuando me despierte
cuando llore
cuando me rinda.
¿De parte de quién estará el espejo?

APOLOGÍA DE LA NADA

Amo los caballos cuando van veloces hacia la nada
amo el mar cuando llega a la nada de la arena.
De los caballos amo su altivez
la brillante sagacidad del ojo
del mar amo como envuelve a la arena
y le deja esa huella lisa y fugaz
en ambos el leve temblor de lo imperecedero
ese instante en que saltan los recios músculos
ese mínimo instante en que el agua salta sobre el agua
y tiemblan ambos
porque saben
yo lo sé
que van hacia la nada
y aún asíno se detienen.SEIS HORAS DE DIFERENCIA
Son las diez de la mañana
y del otro lado del mundo duermen
estas seis horas de diferencia
de atraso
de disminución
de franca desesperanza
aún en los relojes.
Son las diez de la mañana
y alguienme ha recordado de modo despectivo
que aunque despierte seis horas antes
en realidad sigo siendo de allá
del otro lado del mundo.

Poemas de Ramón Fernández-Larrea

Poemas de Ramón Fernández-Larrea

Una de las figuras más influyentes en sus contemporáneos durante la década de los 80 fue sin la menor discusión Ramón Fernández-Larrea. NO se trata solo del legado que transmitió con su poesía de entonces, ejemplificada en ese tremendo poema denominado “Generación” y que funcionó como una suerte de declaración de principios para un grupo de artistas e intelectuales de la época. Su huella en muchísimos jóvenes también respondió a su quehacer como director en lo que fue el espacio radial más importante de aquellos años: El Programa de Ramón, transmitido por Radio Ciudad Habana y que continúa siendo modélico para el humorismo entre nosotros.

Nacido en Bayamo, en 1958, lo primero que supe de Ramón Fernández-Larrea fue que él era el artífice de una revista radial nombrada “Todo en 90”, que salía por la COCO y que resultó el antecedente más directo de El Programa de Ramón. Luego entré en contacto con su poesía, gracias a que algunos de sus textos salieron en El Caimán Barbudo, revista de la que yo era lector y en la que no pensaba llegaría a trabajar tiempo después.

Entre los libros de poesía que Ramón Fernández-Larrea ha publicado están El pasado del cielo (Ediciones Unión, La Habana, 1987),Poemas para ponerse en la cabeza (Editora Abril, La Habana, 1989), El libro de las instrucciones (Colección Ciclos, UNEAC, La Habana, 1991), Manual de pasión (Universidad de Guadalajara, México, 1993). El libro de los salmos feroces (Ediciones Extramuros, La Habana, 1995) y Terneros que nunca mueran de rodillas (Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, 1998). Sus libros de poemas más recientes, ya publicados tras  marcharse de Cuba a vivir primero en España y luego en Estados Unidos, son Cantar del tigre ciego (Arlequín, Guadalajara, México, 2001), Nunca canté en Broadway (Lingkua, Barcelona, 2005), Yo no bailo con Juana (Lingkua, Barcelona, 2010) y Todos los cielos del cielo (Verbum, Madrid, 2015)

Pensando especialmente en las nuevas generaciones de lectores cubiches residentes en el país, que en la mayoría de los casos desconocen la obra de este inmenso escritor, a continuación se reproducen algunos de sus textos para incentivar la búsqueda en el enorme legado de su quehacer poético.

 

Poesía de Ramón Fernández-Larrea

 

GENERACIÓN

Nosotros los sobrevivientes

a nadie debemos la sobrevida

todo rencor estuvo en su lugar

estar en Cuba a las dos de la tarde

es un acto de fe

no conocía mi rostro el frank con su pistola

yo tampoco conozco la cara

de quien va alegremente a joder en mi cama

en mi plato sin la alegría que merece

o que merecería si soy puro

viejo tony guiteras el curita los tantos

que atravesaron una vez la luz

no pensaron que yo sería ramón

sudaron porque sí porque la patria gritaba

porque todas las cosas estaban puestas al descuido

este es mi tiempo lleno de alambres y beirut

de esa bomba callando

era verdad lo que juanito dijo

la felicidad es una pistola caliente

un esplendor impensado una rosa

todos tenemos alguna estrella en la puerta.

EL GRITO

no mates,/ si vas a hacerlo,/ a un presidente o a un rey/ o a un hombre/ que tenga un despacho…

                                                     Charles Bukowski

alzó su dedo su gran dedo

sobre la mugre y la insolencia

su dedo henchido

aquel dedo que nunca

se metiera a la fuerza

en el alma de nadie

ni siquiera en su propio

corazón

alzó el dedo

con un ojo en la punta

y señaló gritando

con su uña podrida

las causas del dolor

y del fuego y de todo

el barro del olvido

puso un dedo

su gran dedo

en la sien

la izquierda o la derecha

según se le mirara

porque él tenía

de frente

la misma angustia que de espaldas

una rabia profunda

contra el sol contra el borde del mar

contra los hermosos jardines

contra los pelotones

de fusilamiento y de los otros

contra la miel y sus venenos

contra el silencio y las medallas

contra el polen de las cartas de amor

contra las órdenes de despido

contra la risa contra el viento

contra las madres que ponen

en la ventana un búcaro con flores

contra la sed contra el amanecer

contra el grito inhumano de la alondra

contra sí mismo y contra

aquel dedo tan suyo

tan inmenso su dedo

que no sabía otra cosa

que señalar y señalar

por encima de la mugrienta uña

por encima

de su cartílago y su hambre

por encima del horizonte y las abejas

por encima del hombre

de los hombres

que tienen dedos similares

y que los hunden en el alma de otros

y de él mismo que se quedó sin dientes

sin palabras

sin una almohada de arena en la playa

alzó el dedo su gran dedo profundo

serenamente

contra la piel del cráneo

y se voló la tapa de los sueños.

AGUJERO LLAMADO NEVER MORE

a Leopoldo María Panero

a ver cuántos fantasmas tuvo siempre en la sangre

arteria abajo arteria arriba en la noche

en la mañana en cada momento espumoso

donde la bruma se interponía a los colores

ahora a ver qué le sacan de todos sus cuerpos

si el bisturí logra hacer brotar sus raíces

ya frío en esa planicie que se parece a la palabra nunca

a la palabra siempre a todas las palabras

a ver cómo le sacan los sueños de su esófago

y las bolitas que hace la coca cola rodando

momento tras momento en la oscuridad de su planeta

liberado por fin de su país lleno de rejas

y cerrojos y horarios y pastillas redondas

que espantaban los perros que iban a herirle minuto tras minuto

a ver cuántos delirios huyen tristes

en esa grieta donde se le ha muerto para siempre la sombra.

THE LONG GOOD BYE

el resto es humo

me cansé de olvidarla.

ESOPO ERA UN TONTO DE ATAR

vive en un país donde el amor lo mezclan con la sangre

otros lo mezclan siempre con la sangre

amanece en un país donde otros

decidieron qué color ha de tener la luz

qué bordes para el mar

qué dimensiones la ilusión

qué rostro el sexo y cuánto olor la sábana

vive en un país donde el ayer se transforma

lo transforman

en cuentos increíbles que aturden a los niños

donde ya nunca más habrá princesas ni dragones

o donde el dragón es a su vez otro país

camina en un país donde el horizonte te aplasta

te cae encima cada tarde

se burla de tus dientes el horizonte

y aúlla

para que te sientas más rodeado por sombras extrañas

duerme en un país que nadie sabe mañana

qué tendrá para ti

ni siquiera qué tipo de mañana ha de tener

qué animal cruzará por tus puertas moviendo los colmillos

vive en un país donde el sueño lo mezclan con la sangre

otros lo amasan con sangre y miedo y cuentos de camino

y fotos de quienes no llegaron porque fueron traicionados

abre la puerta y no entra el aire

sino un viento el viento de la historia

que ya no tiene labios ni ojos

vive en un país donde la puerta tiene sangre.

COSAS QUE PUEDEN HACER LOS DEMÁS Y YO NO

por ejemplo

vivir

todos

de una manera u otra

viven

guardan sus sueños

la ropa de invierno

ven acercarse

desde la ventana

a la persona

que han esperado

mucho tiempo

o siempre

por ejemplo

se alegran

cuando la lluvia cae

dicen

qué bendición

abren sus bocas

como si fueran

los labios de la tierra

por ejemplo

cierran

los ojos y aparecen

cuando eran niños y no olían

como ahora yo

a catástrofes

a lágrimas quemadas

a empujones

por ejemplo

se desnudan

se dejan desnudar

y no sangran

por esa hendija

obstinada y oscura

que se llama memoria

sudan brindan florecen

duermen conversan vuelan

sin ruido de fantasmas

sin esa bruma espesa

que llevo a todas partes

como si haber nacido

hubiera sido un pacto

con no sé qué consorcios

con el laboratorio de los diablos

por ejemplo

se peinan

y mantienen tranquilos

a pesar de la brisa

sus recuerdos

luego se mienten

se llaman por teléfono

comen hasta morirse

crecen gritan

o hablan en voz baja

y hasta parecen vivos

nadie los echa de la fiesta

nadie les dice que no lloren

nadie los mata olvidándose de ellos.

SIN SOÑAR

la luna es luna y callan

lo que vieron aquellos hombres en su arena

los monstruos en su aire la poca luz

los fantasmas de los que antes vivieron

hundidos en la tierra

la luna ya no es luna

el mar es agua negra

desde el fondo

los ojitos tremendos del erizo

miran mi vida desde su corta vida

los leviatanes pasan a su lado

y a él le da lo mismo

a mí tampoco

la vida del erizo va en mis ojos

y eso basta

para que sean dos vidas en una

el mar ya no es el mar

el mar es una casa

aquella que perdí

o fueron muchas casas

en sus verdes paredes

dibujaba con dedos invisibles

los sueños invisibles que he perdido

hoy el silencio es un niño de nieve

en la memoria

solamente muescas

huellas de un eco viejo

allá hay sombras dibujadas

por un loco

inalcanzables líneas de mar

bajo la luna

y el ruiseñor callado

muerto de no sentir

oído humano alguno

se cierra el mundo

todo acaba

de lejos la luna brilla

como si fuera una muchacha.

EL ÚLTIMO AMOR SOBRE LA TIERRA

                     He utilizado la palabra amor como un bisturí,

y después he contemplado esa cicatriz verdosa que queda en lo amado y en el amante,

y esa cicatriz verdosa brilla también en estas palabras…

                                                                           José Carlos Becerra

pasado ya el peligro del olvido el filo del olvido

que rasga hiere hunde acaba todas las sensaciones

pasados los ardores apagado el volcán

que me obligaba siempre a devorar tu boca

a tragarme tus pechos a masticar tu aliento

domado el fuego el humo de la nada

lo que hay tras la montaña de la aparente nada

la nada que aparenta no tener vida ni temblor

en el ojo amarillo del destino

quedamos tú y yo bajo la noche

solo tú y yo y encima

la larga y ancha noche del mundo

este es el último amor sobre la tierra

porque tocar tu mano saber que está tu mano

es mejor que tu mano se hunda en mi delirio

soñar tu boca saber que tu boca sigue ahí

que tu boca existe para decir mi nombre

y con mi boca el tuyo

es como la certeza

es la melancolía que se convierte en júbilo

de este último amor sobre la tierra

porque todo eres tú

el aullido salvaje del oso cazando y la brisa que peina los pinos

la cigarra solemne bajo una hoja en el otoño y la lengua

la húmeda lengua que hace saltar mis alarmas

eres el fuego y el rumor de la lava

el aleteo de la polilla nocturna

la marea que devuelve maderas mordidas

y el tigre que ciega los ojos de la noche

eres la sed del tigre y la sangre fría de todos los peces

y el salto del músculo en tus piernas

y la piel erizada de tus largas piernas moviendo mi memoria

el musgo la soledad del musgo las canciones del musgo

que canta el musgo allá en su verde angustia sola

y el olor que desprende la muerte contra el musgo

eres la puerta y todo lo que pudiera haber detrás

el ruido de esa puerta en el amanecer y en la noche

abierta tirada chirriante puerta que abren a veces los fantasmas

por donde entran los vivos a arrancarme hilachas

de corazón que también tiene musgo

por donde un tigre disimula sus alientos de fiera

eres mis huesos y la ceniza de mis cenizas eres

todo el aire que estuvo en mis pulmones eres

el miedo que me clava lanzas doradas

el vómito y la sangre haciendo lazos de humo

la caricia y su golpe cuando hace mucho que no pasa

eres lo que sucede y lo que no se espera nunca más

eres el fin del mundo el fin de mi universo las alas

que me llevan alegremente hacia el país

donde ya nunca espero nada de nada

en la santa paz de tu boca en el musgo.

LA COPLA ROTA

Acuérdate cuán amada,

señora, fuiste de mí.

              Luys de Narváez

lo que no sea piedra que sonría

que se levante y salte

lo que no sea piedra que vuele

que me muerda los dedos el pescuezo

el borde de los sueños

lo que no sea piedra

que se desangre y palidezca

que diga mi nombre lo que no sea piedra

y quede

regada en los rincones

con sus ojos enormes de piedra o de ceniza

lo que no sea el amor que baje su cabeza

que busque una cabeza que pierda dientes y ojos

que riegue sus colores sobre la sed del hombre

sobre sus lados más oscuros

lo que sea del color del odio que no vuele

lo que sea piedra que sonría

que se levante y hable

lo que no sea mi vida que se espante

que se ahorque debajo de ese pájaro

que se desangra en la mañana.

AMORES COMO PERROS QUE PASAN

pasa un perro en la sombra mordiendo aquel color

de los ojos que tuvo en la sombra una muchacha

olvidé el nombre

he olvidado

cuáles colores entraban rápido en mi sangre

queda una bruma como si fuera

el color del recuerdo

de un perro que pasa en la sombra mordiendo

aquel color

que eran los ojos de la noche

entrando a una muchacha

y cuando llega el día

aquel día

el día actual

solo pasan sus ojos de cualquier color

en los ojos de un perro que salta hacia la luz

y se queda la sombra dentro de mí muriendo

aullando como un perro que ya no tiene ojos

agonizando cerca de donde aún flota el color

de los ojos que tuvo una muchacha que pasó

por esa sombra que ha sido mi vida.

EL ÚLTIMO EN VOLAR SOBRE EL NIDO DEL CUCO

                                    A Raúl Hernández Novás

el sábado se llena de colmillos el sol cae

sobre un ojo y es el chacal que  te siguió en la vida

de modo que las pastillas son las niñas con lazos

que hacen tu pobre cuerpo vibrar sobre una playa inventada

en la arena se confunden todas las huellas

pero el olfato de los chacales es sabio y hambriento

hueles al hermano polvo y nada

abrazas a la hermana brizna y nada

sino un bosque que han puesto junto a ti

tampoco tus venas resistirán seguir siendo el equilibrista

entre el conejo y el sabueso

entre el abuelo en la poltrona y la zorra que llora

lágrimas falsas y fatales

revoleteas sobre el nido del cuco

rompes los huevos para que el sol meta su lanza en los polluelos

tirando duro hacia adentro revoloteando

con efedrina en las vértebras

o caes muerto en el aire decapitado en el aire

lloviendo tú la sangre que va a alimentar a los imperturbables chacales

el sábado se llena de uñas pintadas

pestañas falsas que piden el peyote de luz

la ambrosía barata de una penumbra rara para ocultarse de la persecución

hermana brizna ayúdame dices revoloteando

hermano polvo respira dentro de mí

a pesar de que vuelo dejo huellas en la arena

el último que ha volado sobre el nido

de huevos manchados donde laten indicios de vida

renuncia al agujero de la solemnidad

mediante un pistoletazo en la sien

con la puerta cerrada y un arma melancólica

un arcabuz un vampiro del siglo pasado

cae sobre el estruendo y el disparo se oculta

para engañar a los chacales que afuera

siguen aullando con el hocico lleno de arena

las huellas no se marcan en el cielo

el nido del cuco espera su próximo candidato

al vestido de víctima que revolotea a distancia

amiga brizna que sea bendito tu humo

hermano polvo tu camino es imperfecto pero aún

siempre es mejor que caer devorado.

PASADO DE MODA

caigo sin fin desde mi nacimiento,

caigo en mí mismo sin tocar mi fondo…

                Octavio Paz

por mucho que me esfuerce

por mucho que pretenda estar al día

aunque mis pensamientos nazcan así

de pronto

ahora mismo en el instante que puede

ser mañana

siempre estoy pasado de moda

tú pasas junto a mí y el olor

del amor es como de una piedra

que gira interminable

tú me miras interminablemente

te me hundes con pelos y señales

tú no giras los labios ni los ojos

hoy te escapas

hoy se agota la línea oscura de tus pasos

con una tinta seca que me dice hasta aquí

hoy te me burlas en la cara

me tiras el olvido interminable

hoy te me vas interminablemente.

Poemas de Alberto Acosta-Pérez

Poemas de Alberto Acosta-Pérez

A Alberto Acosta-Pérez (La Habana, 1955-2012) lo recordaré siempre no solo por sus poemas sino por su desempeño en el área de las relaciones públicas del Gran Teattro de La Habana. Por años, él fue la persona encargada de atender a los que en funciones de nuestra labor periodística asistíamos a la instalación de Prado y San Rafael.

Como era un verdadero creador, sabía tratar con sumo respeto a todos los que le buscábamos a fin de asegurar una localidad para determinada función artística que pretendíamos cubrir. En esos intercambios, nunca le escuché ni supe de una mala respuesta sino todo lo contrario.

Ya como poeta, cabe asegurarse que con un discurso poco ansioso de irrupciones violentas (algo que le diferenciaba de sus contemporáneos), Alberto Acosta-Pérez fue uno de los adelantados de su generación. Con vivificantes influencias de escritores como Octavio Paz, Luis Cernuda, Cavafis, Anna Ajmátova, Dulce María Loynaz, Sylvia Plath o Pere Gimferrer, entre sus principales logros cabe mencionar el haber ganado el premio internacional de poesía Gerardo Diego en 1989, el Pinos Nuevos en 1996 y el de la Crítica Literaria en 2002.

Con su plaquette ¡Éramos tan puros!, de 1990, se unió al breve grupo que por aquel entonces empezaba a escribir sobre el homosexualismo en la literatura cubana sin ambages de ningún tipo. Importante en el quehacer de Alberto resultó su aproximación a Gastón Baquero. Así, los ecos de la obra del autor de “Saúl sobre la espada” y el “Testamento del pez” se perciben en el largo poema de Acosta-Pérez denominado “Isla”.

Entre los libros que publicó están Como el cristal quemado, La noche de Paolo, Alabanza del sueño, Monedas al aire, Música vaga (Premio de la Crítica), Fotos de la memoria y Experiencias de amor correspondido. Poco después de su muerte, Ediciones Unión puso en el mercado una selección de toda su obra poética, con títulos como “California”, “La balada de Jack y Ennis”, “Fin de siglo”, “lamentación” e “Isla”, algunos de los cuales son reproducidos a continuación.

Poemas de Alberto Acosta-Pérez

Fin de siglo

Nosotros los de entonces ya no somos los mismos

Pablo Neruda

Aquí estoy en medio de la Plaza

haciendo fotos para la memoria

hurgando bajo las camisetas hinchadas por el odio

con la esperanza de encontrar algún niño que me

tienda la mano.

en medio de la plaza construyendo poemas para no sentir

miedo,

para no estar dormido cuando se abran las semillas,

para levantar la lámpara y alumbrar los rincones

con la pureza y el aplomo de quien nada espera,

solo la satisfacción de no rendirse nunca,

a pesar de las evidencias.

LAMENTACIÓN

Yo no tengo un amigo

yo no puedo decir: este es mi techo

mi árbol este es mi pan

Yo no tengo un amigo que me diga

—soy tu hamaca descansa

Soy tu fuego come

No tengo una sombra de aguas tranquilas

para refrescar mi pie y besar a mi hijo

Yo no tengo un hijo que me pida un beso

ni un amor pequeño o solitario

que piense alguna vez que estoy llorando.

Yo no tengo un sitio para decir es mío

y será tuyo si quieres plantar aquí tu árbol

no tengo ni siquiera un perro de ojos trágicos

con pequeñas luces para acompañar mi sueño

(si es que alguna vez logro dormir)

Yo no tengo a nadie que me mire y piense:

—es feo pero por dentro está lleno de hermosas señales

Nadie para trenzar mis cabellos ahora

antes de que muera definitivamente

Y si no tengo nada si no tengo a nadie

¿dónde está entonces esa felicidad que me había

prometido?

DESTINO

Absorto en la triunfal desarmonía de este cuerpo

que no tiene otro destino que morir,

y tal vez exhalar una o dos líneas hermosas sobre el papel,

me pregunto si todo estuvo mal,

si no hubo otro camino.

No son dulces los antiguos recuerdos

sino espadas que se hincan

y dejan al aire los tendones.

¿Adónde marcha la belleza que se borra?

¿Adónde voy yo mismo?

Solo hay una certidumbre:

no nos veremos más allá,

no nos inclinaremos juntos otra vez sobre la hierba,

nuestros rasgos no se confundirán de nuevo en el espejo.

Como cualquier criatura

nos pudriremos solos al borde del camino,

entre dos pulsaciones,

con un clavo de oro hincado en las espaldas.

ISLA

Yo soy quien vela el trazo de tu sueño

Gastón Baquero

Yo te amo isla

aunque seas un límite tejido y destejido gravándome la sombra

llevándose el verano en una hoja negra y traslúcida

aun cuando frágil juegas en los dedos de la lluvia

y te padezco en mi memoria y me presiento libre

porque tu corazón es un bosque de furias y benevolencias.

Yo te amo isla

fuerza y moneda entre los dedos

invitando a la sublevación de los cuerpos

en los que yo sé que me repito

en los que yo sé que existo

cuando la noche renueva el cristal de su mejilla

y nace súbita

haciéndome sentir que nunca me abandonas

que me inventas

que me finges jardines y cristales

en la pequeña eternidad de arena e inocencia

donde tú me posees mejor y para siempre.

Yo te amo isla

aun cuando el sueño me obliga a disolverte

escanciando arena entre nosotros

aun cuando hasta las cuerdas inventadas donde sobrevivo

se deshacen

y dejamos de ser esos dos personajes de una misma película

dos seres que yo siento ahora como una vocación extraña y

definitiva

aun cuando jugando al escondite nosotros perdimos ese algo

que se yergue y acaba haciéndonos

igual a los demás hombres.

Yo te amo isla

conspiración en la conspiración

fuerza en la fuerza

llena de dardos y sonidos.

Nadie lo sabe todo mejor que tú.

Yo te amo ínsula

¡quién viene a lamer en mi cara tu pasado

la extraña indiferencia de par en par abierta como un hombre o

un país

o un manojo a medio despertar!

Yo te amo ínsula

donde familias tonsuradas con un hijo plantado en el desierto o

en la selva

me hablan sólo de la gloria y la paz de los museos

y los cuerpos extendidos levemente de una boca a otra boca

propagan esas manchas increíbles que asustan como muros o

niños asesinos

Yo te amo isla

espía de mi esfuerzo y de mi vida

porque ríes en la luz amarilla del espejo

y me haces recordar que he sido amenazado por un gesto

superviril

que me he perdido en una red vacía

que estoy enfermo de flores ácidas

que así responde un niño ante una trampa o una marca.

Yo soy un silencio de voces reunidas

de muertos amigos repitiendo la turbia indiferencia

soñando siempre la belleza de algún lugar remoto

algo como París o la irrealidad la alta ceniza que llenará las bocas

el mundo es un bello libro donde leer cómo huele una época

para descifrar a través de sus carbones

el sentido último del delirio o la tristeza.

justo cuando lo maduro y lo imposible arrancan un pez al paraíso

y la adrenalina rellena los cuerpos aplastados

y los hipocampos y los jardines invisibles

y los rumores enemigos tiemblan en su origen

he creído verte uniendo los dedos en una orquídea o en un Cristo adolescente

que escribe nombres a lo largo de la costa

con un dedo tan agudo como una fibra de ballesta.

Yo te amo ínsula

ruiseñor ensimismado en la vigilia

arrasado en la nube crujidora

pero quisiera que me miraras como si no existiese.

Yo nací deshabitado.

Ah ínsula que entras al poema y te conviertes en su centro

en su rey imaginario

en el súbito horizonte

en mi rostro

en el caballo de la muerte

yo quisiera sentirme y perderme en las raíces jinetes de los muros

en la ciudad que recorren los cuerpos fosforescentes y capaces de llorar

en las piedras la flauta el estero

en la fruta de escarcha

en el padre loco y su cuchillo

en el rectángulo de aguas donde vive la luna.

Yo soy esa historia tan serena de ser dos

de ser lana y niño maldormido

pobres muros vagas llamadas telefónicas

alguien que se despide como si tras la puerta hubiera siempre

un maëlstrom o una flor carnívora

(Soy un poeta de la mano izquierda

y esa noticia partirá mi memoria en dos pedazos.)

Yo te amo ínsula

a esas horas suntuosas cuando las miradas son tulipanes amarillos

y después

sin una excusa

tenga o no tenga estas ganas enormes de abrazar.

Yo te amo ínsula

estoy en ti sepultado bajo el bello peso de tu cuerpo

sarmentoso y de jugos oscuros

estoy muriendo hablando de otro tipo de desnudez

y perderme en el aliento de tu cielo

sentir la sombra de tu ángel

ser tu criatura gemidora

los ojos inventados una tarde sobre el mar

el gigante que te mira a la cara fijamente

y te levanta febril sobre la muerte.

¡Ah isla vine a contemplarte mientras persistes

como un dios en cuyo cuerpo

se olvidan esos juegos de luces contra natura donde yo sé que existimos!

BIG BANG

Toda la materia del universo está en ese punto debajo

del omóplato

donde tú me has mordido tantas veces.

PALABRAS ADECUADAS

Tudor Arghezi

Yo no quise cantar ni al amor, ni al país ni a mí mismo,

pero todos,

el amor, el país, yo mismo,

en una bocanada fatal

a mi través se alzaron

y como deidades invencibles,

por encima del miedo,

deslizaron en mi boca

las palabras adecuadas para herir y amar,

más altas que el invierno,

más fuertes,

más perennes que el diamante;

palabras que cerraron las puertas de la huida

y cruzaron mi corazón de una cuchillada

y se escribieron solas,

contra mi voluntad de ser totalmente libre,

contra mi raciocinio,

e incluso a veces

contra mi propio corazón!

Poemas de Aramís Quintero

Poemas de Aramís Quintero

Supe de la obra del matancero Aramís Quintero a inicios de los años ochenta de la anterior centuria. Yo estudiaba Periodismo en la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana y una amiga de la carrera de Filología me prestó el libro titulado Diálogos, publicado por Aramís en 1981.

Por aquellos días entre mis lecturas favoritas en materia de poesía estaban Dacapo y Enigma de las aguas, de Raúl Hernández Novás, así como La extraña fiesta, de Emilio de Armas. Cuando me llegó Diálogos, me atrapó ese modo de escribir de Aramís, en el que uno aprecia un total dominio del lenguaje, sin adornos superfluos y manteniendo todo el tiempo el equilibro del discurso.

Quehacer de Aramís Quintero

Licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad de La Habana, Aramís Quintero (Matanzas, 1948) es recordado por su quehacer como guionista y director artístico del grupo escénico La Seña del Humor, una de esas agrupaciones punteras del movimiento humorístico que, encabezado por Nos-y-otros, se desarrolló en Cuba allá por los ochenta.

looksfrominside-Aramis
Foto tomada de https://arteyculturaenrebeldia.com

Con numerosos libros publicados, entre los que cabe mencionar Diálogos (1981), Una forma de hablar (1986), Cálida forma (1987), Como la noche incierta (en colaboración con L. Lorente, 1991), La sal estricta(1996), Voz de la madera (1999), Caza perdida(2006), un listado de títulos donde sobresale Cielo de agua, gracias al cual en 2013 resultó galardonado con el Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños, desde hace alrededor de dos décadas Aramís Quintero reside en Santiago de Chile. Allí él ha ofrecido talleres de escritura literaria y cursos de capacitación para la animación a la lectura, así como participado en la Corporación Lectura Viva.

Poemas de Aramís Quintero

SAGA

Avanza libremente

entre los témpanos

en los fiordos helados,

la nave como un pájaro.

La proa delgadísima,

se alza

airosa, en suave curva,

avizorando los leones marinos

y el blanco sobre el blanco

de los osos polares en la nieve.

“¡Adiós, Escandinavia: con nosotros

va Odín, y nos llevamos

el martillo de Thor!”

Irlanda, Escocia, Islandia

¡la fantástica Islandia, hielo y fuego!

Y luego, como sueño

del Ártico, Groenlandia,

tierra verde en los hielos.

Y cercana

– pero otro mundo ya, bajo los mismos

cielos purísimos y transparentes -,

Su nombre cristalino

enterrado quizás bajo un macizo

y lapidario nombre: Terranova.

El pájaro vikingo

por los mares del Norte va dejando

solitarias hogueras, en las costas

heladas i desiertas.

ELEGÍA DEL PONIENTE

Baja Arturo al occidente

  1. C. Zenea

Como la muchedumbre de las olas será nuestro duelo,

llanto sin fin pero temible, hermoso

como el canto del viento entre los pinos que se alzan

en apretadas filas, dolor y fuerza y orden,

llamados como siempre por la cima y la luz

con la mirada fija en ellas, las raíces en verdad delgadísimas

pero soñadas como áncoras poderosas.

Turbión de arena, remolino

que alzará el viento como un puño

innumerable y único, sufriente pero sólido, que en lo más alto

de su dolor sereno, iluminado, se abrirá ciertamente

y se dispersará: espuma, granizada,

menudísima lluvia que no cae.

Duelo del mar y el viento, su conocido canon,

y el afán de los pinos, flexibles, ondulando

como leves espigas, cañas ante el vacío

que no se cuidan de Pascal. El puño

de arena echará al aire el ligerísimo

pañuelo seco de un adiós

que se anunciaba duradero y grave frente al túmulo eterno.

Pero graves y duraderos, si los hay, irán siendo,

y dolorosos e incontables, los golpes

del viento y de la arena desatados, reales

sobre el mármol, oh astillas,

y será la solemne colina vasta y fértil, no bien la estación llegue,

un breve, mustio campo abandonado a la langosta.

Como la muchedumbre de las olas, pero ácidas,

sin el canto del mar, royendo, descargando

contra la piedra el trueno amargo y verdadero

―no el canto sino el grito del viento entre las dunas―,

tendrá su duelo la langosta,

su merecido, doloroso júbilo: la plaga al fin en su estación,

sin orden y certera, pasando y regresando

sobre el eterno túmulo,

cubierto el megalito de langostas voraces y veraces,

élitros, ojos, dientes de cada una desatados,

mordiéndolo y mostrándonos, oh astillas

a la luz cruda y fiel de la estación, cada una

su pedazo de mármol: sólo arcilla vidriada

que se deshace en el poniente.

EL DESIERTO.

Si los años le alcanzan, el desierto

hace su propia criatura.

Confundida en la arena, no se mueve

sino para arrancar algún yerbajo

de entre las piedras, y ovillarse

junto a una duna, mínimo refugio

del sol, del frío nocturno, del látigo del viento

que levanta torbellinos de arena.

Las estrellas son mudas, la criatura del páramo

no escucha más que el viento en las dunas,

alguna alimaña entre las piedras.

No padece espejismos.

Ni siquiera imagina el espejismo

de ir en alguna dirección. No la aterran

sus propias huellas siempre en círculos.

¿Y si ese vasto páramo

fuese un vasto espejismo?

¿Si tuviera una falla, una fisura,

si se quebrara en mil pedazos irreales

y dejara a la vista otro espejismo?

La criatura del páramo comenzaría

a caminar en una dirección, y no en círculos.

Tendría quizás este espejismo.

PASO EN LO ALTO

Firme paso en lo alto, desfiladero

que amo. Difícil, ciertamente, mas

no traicionero, sino acoge

mi pie, que cruza

el más amable y entregado a su hierba.

Hondo paso, reducida distancia:

el más amable cruce es el mío,

paso en lo alto que recorro y amo,

si por tan frágil, ofrecido,

por la distante, rechazada lejanía

que es valle o lago y al fin cercanos ojos.

Paso en lo alto, y yo me cruzo, y callas

Mientras algo más hondo que los dos, más fuerte,

calla o habla, es lo mismo, sobre nosotros, votiva hierba,

y es la distancia que no rindes ni rindo,

la distancia que ha ardido en esta suave oblación,

si enemiga y hermosa,

sacrificada, fiel, hermosa, desmentida por este

paso en lo alto, ofrecida feliz, violentada,

qué cruce es este en que hemos puesto piedra de fundación

amada más que la ciudad a que renuncias y renuncio

y amada más que todo

porque podemos removerla, volvernos

y llegarnos a este sitio y edificar de nuevo

y con los mismos nombres, en memoria de

conocidos lugares, repetir este gesto

de fundación, que es nuevo. Y otra vez,

paso en lo alto, tú sonríes.

CÁLIDA, SIMPLE FORMA

Mis palabras se han vuelto suave escoria.

Un color va envolviéndolas,

y les va dando ese leve desprecio,

ese callado vencimiento

con que lo nuestro acaba y se olvida.

No tienen voz, se quedan

cada vez más donde las llama

su propio peso, su pobreza.

La poca luz en que estuvieron

-amigo fuego, mínimo-

era la de unas pocas manos

que las pasaban entre sí como el pan.

Cálida, simple forma

de estar aquí nosotros, con lo nuestro.

Y decir poco, apenas algo que ilumine

Brevemente la mesa, tan desnuda,

Y las manos, por un momento duraderas,

Sólo por un momento tan hondamente

Acompañadas.

Luego el pan, solo

se va secando y es barrido.

LA MORADA

Un humo nuevo, todavía en la noche,

tiende su escala irreparable al viento.

Qué pocas tablas guardan este sitio.

Qué pocas tablas son el sitio

en que unas ascuas mínimas

quiebran el primer hueso

a la armazón dura y cerrada de la sombra.

Algo se quema entre esas tablas

con el pretexto ingenuo de la leche.

Otro animal, no ya la sombra,

deja su grasa en ese fuego y proyecta

su voz en las paredes, sus gestos,

y azota el techo con el lomo, y sale

lleno de avisos, deshaciéndose.

Acaso es nada ese animal, y nada

se quema en esas brasas: sólo

la leche puesta allí, que se quema

subiendo sola en su vasija.

Tras esas pocas tablas,

que en tanto sigan juntas son la casa del hombre.

Poemas de Rosie Inguanzo

Poemas de Rosie Inguanzo

Conocí a Rosie Inguanzo gracias a Alfredo Triff. Confieso que hasta ese instante, no había leído nada de esta escritora, actriz y profesora de origen habanero, pero radicada en Miami desde 1985. A Triff lo admiraba desde que yo era un adolescente y supe de su trabajo musical con el grupo Arte Vivo, una agrupación que allá por la segunda mitad de los setenta me voló la cabeza. Por ese camino, muchos años después, yo había reseñado un disco de Alfredo y no recuerdo cómo, un día en una visita suya a Cuba, él se me apareció en casa junto con Rosie.

Aquella tarde hablamos largo rato sobre lo humano y lo divino. Así, fuimos pasando del tema musical (pasión que nos une a Alfredo y a mí), al mundo de la literatura, al teatro, a la puesta que por esas fechas  tenía montada El Público bajo la dirección de Carlos Díaz y de tal suerte, supe que Rosie era una actriz poeta o una poeta actriz. Por supuesto que de ahí en adelante, busqué sus textos en Internet y me enteré de la caracterización que hace de su alter ego Eslinda Cifuentes.

Obra de Rosie Inguanzo

Doctorada en Español y Literatura Iberoamericana por la Universidad Internacional de la Florida (FIU), los escritos de Rosie Inguanzo pueden ser leídos fundamentalmente en Tu miami blog y en lo que ella denomina su Blogoarchivo.

Hasta el presente, esta importante creadora cubana ha publicado tres libros, uno de narrativa titulado La Habana sentimental (Bokeh, Leiden: 2018), y dos de poesía, Deseo de donde se era (Nos y otros Editores, Madrid: 2001) y el más reciente, La vida de la vida(Hypermedia, South Carolina: 2018). De este último, para los lectores de Miradas Desde Adentro, en especial los que viven en Cuba, reproduzco hoy algunos poemas, con la intención de que, aunque sea de forma breve, tengan una mínima idea de por dónde se mueven las inquietudes estéticas de mi admirada y apreciada Rosie Inguanzo.

Tres poemas

Rosie Inguanzo

1¿Qué comen las princesas?

(W. G. se pregunta desde La Habana, ¿qué comen las princesas?)

La princesa de mi cuento

come carne humana

traga perlas

semen

zumo de violetas

una gota de miel de flor de azahar sobre un labio

dos hojas de menta

espuma del Pacífico

cáscara de piña

casquitos de guayaba

mejunje de polvillo de mariposa azul brasileña

virutas de nube

algas untadas al atún

ajonjolí escaso sobre el blanco

arroz mosqueado

y flotando en zumo de melón

masa de mamoncillo

salpicado con pepitas de almendra blanca

declarándose en régimen de flores de estación

volcada sobre el monto del jardín

mordisquea la corola de una lila

su pecho transparente

retumba como tambor africano

cuando consume melaza

y ella se excusa con un mohín, “es el pecho, no yo”

y enfunda sus manitas agitadas en chiffon tornasolado

come termitas

colectadas por los mbuji

—pigmeos del río Ituri—

traídas con dificultad

desde los densos bosques que dominan los bantú

come pececitos dorados

vivos

batallan en su boca

boca

cobre nacarado

hurga desganada la memoria etílica:

alacranes en vodka

boquerones ahogados en aceite de ajonjolí

luego rociados con absenta

antojadiza

ñoña

sopla polvorones de avellanas

minas de limón estallan en su boca mínima

digiere chucherías tales

fierecilla la princesa

un cuadro que es un crimen, ella

una niña que es un animal voraz

tragante perfecto su boca

infestada de sangre

para dañársela

lastimarle la boca

loto oscuro su boca

orificio humectado

cuando timbra la voz

tiembla la llaga morada de su boca

molusco enano

la boca

se restriega contra el cojín de seda azul

lame el té con desgano

en las encías

masa de coco

ahí abajo

baba blanca

blanda membrana

hoyo inescrutable

grutas de pétalos sus bocas:

deshilachado el corpiño

la oreja

el seno

el ano

sudado

brocado sobre el lino blanco

una inicial ignota

talle tatuado

zanja de tinta

golosa Su Alteza:

engulle golosina prieta

dulce de leche quemado

le chorrea por las comisuras

de la otra boca

y para mortificar al esclavo jenízaro que maltrata

unta vinagre dulce a la mordida

y en ardor

relame el glande magullado

empujando con la lengua

—partida en dos—

cual culebrilla roja.

Las nalgas de la princesa

Cáliz cilíndrico la oreja

quebradiza la mirada negra

hojuelas rosadas en el pecho

clavel el seno

aguanosa fruta dentro

cangrejo de oro con ojos de jade

horadado al ombligo

su útero que es un caballito de mar

víscera de acero

deformada cinta de sangre

duro y tenaz el músculo del sexo

pielcilla en dos tajos

gajos de la pulpa

de tinta de cúrcuma

de resina la raíz sanguínea

marañón el ano

pliego embadurnado en olor agrio

zarzas en la tela del lago

y los ojos gastados como almendros mustios

y esboza un silencio de pez

y la tibieza de sus nalgas sobre la seda del agua.

Costumbres masculinas

Frecuenta a hombres

los escoge de la soldadesca

(y entregándose a las sevicias carnales)

los azota con una vara de bambú

y bajo la seda

se complace en las marcas que deja el gajo

de sus escarceos amorosos y afición a los efebos

dice que son calumnias difundidas por los ministros.

no tiene interés en visitar el gineceo imperial y su millar de hembras

—bajo sombrillas bordadas

jóvenes inocentes se comportan con vergüenza y con arte

durante el reinado del emperador amarillo

al sur del Río Azul

cuando llega la noche

una multitud de bellas mujeres se prende como antorchas

y los hombres se precipitan a tomar sus flores

sus miembros de sándalo blanco —los brazos rémoras

sus labios de cúrcuma

sus senos medusas

sus nalgas de nieve

sus muslos cardúmenes

Nan Nan se ha lavado los pies con agua de loto

y se pregunta —como quien busca donde posarse—

¿es esto la felicidad?

mientras bajo un cerezo rojo

se oyen los rezos

de ciertas mujeres que nacen en cuerpos equivocados.

Poemas de Roberto Fernández Retamar

Poemas de Roberto Fernández Retamar

No es noticia: el poeta, ensayista, profesor universitario y Presidente de Casa de las Américas, Roberto Fernández Retamar recién hace una semana ha pasado a otra dimensión. Yo pudiese escribir un larguísimo texto para referirme al importante rol que este hombre, autor de versos memorables al corte de ”Elegía como un himno” o “Juana y otros poemas…”, por solo mencionar un par de ejemplos, y de ensayos tan trascendentes como Calibán, ha desempeñado en la historia de la literatura cubana y de toda nuestra cultura.

Empero, en mi caso personal prefiero rendirle tributo según lo que para mi concepto resulta el mejor modo de evocar a un poeta, es decir, justo por medio de leer su poesía. Por ello, en el cúmulo de su numerosa obra en versos, escojo varios textos para compartirlos con los lectores de Miradas Desde Adentro y así, estimular a quienes no han leído a Fernández Retamar a que busquen sus libros y disfruten de una poética que, desde lo íntimo y cotidiano, nos estremece tanto por lo que dice como por la fidelidad que expresa al sempiterno reino de la poesía.

Breve selección de poemas de Roberto Fernández Retamar

A MIS HIJAS

Hijas: muy poco les he escrito,

y hoy lo hago de prisa.

Quiero decirles

que si también este momento pasa

y puedo estar de nuevo con ustedes,

en el sillón, oyendo el radio,

cómo vamos a reírnos de estas cosas,

de estos versos y de estas botas,

y de la cara que ponían algunos,

y hasta del traje que ahora llevo.

Pero si esto no pasa,

y no hay sillón para estar juntos,

y no vuelven las botas,

sepan que no podía

actuar de otra manera.

Estén contentas de ese nombre

que arrastran como un hilo

por papeles.

Disfruten de estar vivas,

que es cosa linda,

como nosotros lo hemos disfrutado.

Quieran mucho las cosas.

Y recuérdenme alguna vez,

con alegría.

LA PRIMERA VEZ

En países y más países,

Casas, hoteles, embajadas,

Suelos, hamacas, autos, tierra,

Rodeados de agua o sobre el lino.

Olor de desnudez primera.

Vasija de arcilla sonora.

Sorprendente, augusta, profunda.

Camanances, colinas, bosques.

Como leones, como santos.

Lo antiguo, lo simple, lo súbito.

La plegaria, el descubrimiento.

La conquista, la reconquista.

El relámpago de ojos de humo.

Cada desgarradura sólo

Para encenderse con más fuego,

Con más seguridad de aurora.

Ya él no puede perderla más.

Ya la perdió toda una vida.

Ahora de nuevo y para siempre

Va a amarla por primera vez.

EL PRIMER OTOÑO DE SUS OJOS

Hojas color de hierro, color de sangre, color de oro,

Pedazos del castillo del día

Sobre los muertos pensativos.

Mientras la luz se filtra entre las ramas,

El aire frío esparce las memorias.

Es el primer otoño de sus ojos.

Cuánto camino andado hasta la huesa

Donde se han ido ahilando

Los amigos nocturnos del vino

Y los lejanos maestros.

Quedar como ellos profiriendo flores,

Quedar como ellos perfumando umbrosos,

Quedar juntos y dialogar

En plantas renacientes,

Para que nuevos ojos escuchen mañana

En el cristal de otoño

Los murmullos de corazones desvanecidos.

ANIVERSARIO

Me levanto, aún a oscuras, para llevar a arreglar unas ruedas del auto, que sigue roto,

Y al regreso, cuando ya ha brotado el hermoso y cálido día,

Te asomas a la ventana que da al pasillo de afuera, y me sonríes con tus ojos achinados del amanecer.

Poco después, a punto de marcharme para ir a revisar unos papeles,

Te veo cargando cubos con nuestras hijas,

Porque hace varios días que no entra agua, y estamos sacando en cubos la poca que haya en la cisterna del edificio.

Y aunque tengo ya puesta la guayabera de las reuniones, y en una mano la maleta negra que no debo soltar,

Ayudo algo, con la otra mano, mientras llega el jeep colorado.

Que demora poco, y al cabo me arrastra de allí: tú me dices adiós con la mano.

Tú me decías adiós con la mano desde este mismo edificio,

Pero no desde este mismo apartamento;

Entonces, hace más de veinte años, no podíamos tener uno tan grande como éste de los bajos.

El nuestro era pequeño, y desde aquel balcón que no daba a la calle,

Pero que yo vislumbraba allá al fondo, cuando cruzaba rápido, en las mañanitas frías, hacia las clases innumerables de introducción al universo,

Desde aquel balcón, allá al fondo, día tras día me decías adiós, metida en tu única bata de casa azul, que iba perdiendo su color como una melodía.

Pienso estas cosas, parloteando de otras en el jeep rojo que parece de juguete,

Porque hoy hace veintidós años que nos casamos,

Y quizá hasta lo hubiéramos olvidado de no haber llegado las niñas (digo, las muchachas) a la hora del desayuno,

Con sus lindos papeles pintados, uno con un 22 enorme y (no sé por qué) dos plumas despeluzadas de pavorreal,

Y sobre todo con la luz de sus sonrisas.

¿Y es ésta la mejor manera de celebrar nuestros primeros veintidós años juntos?

Seguramente sí; y no sólo porque quizá esta noche iremos al restorán Moscú,

Donde pediremos caviar negro y vodka, y recordaremos a Moscú y sus amigos, y también a Leningrado, a Bakú, a Ereván;

Sino sobre todo porque los celebraremos con un día como todos los días de esta vida,

De esta vida ya más bien larga, en la que tantas cosas nos han pasado en común:

El esplendor de la historia y la muerte de nuestras madres,

Dos hijas y trabajos y libros y países,

El dolor de la separación y la ráfaga de la confianza, del regreso.

Uno está en el otro como el calor en la llama,

Y si no hemos podido hacernos mejores,

Si no he podido suavizarte no sé qué pena del alma,

Si no has podido arrancarme el temblor,

Es de veras porque no hemos podido.

Tú no eres la mujer más hermosa del planeta,

Esa cuyo rostro dura una o dos semanas en una revista de modas

Y luego se usa para envolver un aguacate o un par de zapatos que llevamos al consolidado;

Sino que eres como la Danae de Rembrandt que nos deslumbró una tarde inacabable en L`Ermitage, y sigue deslumbrándonos;

Una mujer ni bella ni fea, ni joven ni vieja, ni gorda ni flaca,

Una mujer como todas las mujeres y como ella sola,

A quien la certidumbre del amor da un dorado inextinguible,

Y hace que esa mano que se adelanta parecida a un ave

Esté volando todavía, y vuele siempre, en un aire que ahora respiras tú.

Eres eficaz y lúcida como el agua.

Aunque sabes muchas cosas de otros países, de otras lenguas, de otros enigmas,

Perteneces a nuestra tierra tan naturalmente como los arrecifes y las nubes.

Y siendo altiva como una princesa de verdad (es decir, de los cuentos),

Nunca lo parecías más que cuando, en los años de las grandes escaseces,

Hacías cola ante el restorán, de madrugada, para que las muchachas (entonces, las niñas) comieran mejor,

Y, serenamente, le disputabas el lugar al hampón y a la deslenguada.

Un día como todos los días de esta vida.

No pido nada mejor. No quiero nada mejor.

Hasta que llegue el día de la muerte.

HACIA EL ANOCHECER

Hacia el anochecer, bajábamos

Por las humildes calles, piedras

Casi en amarga piel, que recorríamos

Dejando caer nuestras risas

Hasta el fondo de su pobreza.

Y el brillo inusitado del amigo

Iluminaba las palabras todas,

Y divisábamos un poco más,

Y el aire se hacía más hondo.

La noche, opulenta de astros,

Cómo estaba clara y serena,

Abierta para nuestras preguntas,

Recorrida, maternal, pura.

Entrábamos a la vida

En alegre y honda comunión

Y la muerte tenía su sitio

Como el gran lienzo en que trazábamos

Signos y severas líneas.

OYENDO UN DISCO DE BENNY MORÉ

Es lo mismo de siempre:

¡Así que este hombre está muerto!

¡Así que esta voz

Delgada como el viento, hambrienta y huracanada

Como el viento,

es la voz de nadie!

¡Así que esta voz vive más que su hombre,

Y que ese hombre es ahora discos, retratos, lágrimas, un sombrero

Con alas voladoras enormes

¡y un bastón!

¡Así que esas palabras echadas sobre la costa plateada de Varadero,

Hablando del amor largo, de la felicidad, del amor,

Y aquellas, únicas, para Santa Isabel de las Lajas,

De tremendo pueblerino en celo,

Y las de la vida, con el ojo fosforescente de la fiera ardiendo en la sombra,

Y las lágrimas mezcladas con cerveza junto al mar,

Y la carcajada que termina en punta, que termina en aullido, que termina

En qué cosa más grande, caballeros;

Así que estas palabras no volverán luego a la boca

Que hoy pertenece a un montón de animales innombrables

Y a la tenacidad de la basura!

A la verdad, ¿quién va a creerlo?

Yo mismo, con no ser más que yo mismo,

¿No estoy hablando ahora?

EL OTRO

Nosotros, los sobrevivientes,

¿a quiénes debemos la sobrevida?

¿quién se murió por mí en la ergástula,

quién recibió la bala mía,

la para mí, en su corazón?

¿sobre qué muerto estoy yo vivo,

sus huesos quedando en los míos,

los ojos que le arrancaron, viendo

por la mirada de mi cara,

y la mano que no es su mano,

que no es ya tampoco la mía,

escribiendo palabras rotas

donde él no está, en la sobrevida?

FELICES LOS NORMALES

Felices los normales, esos seres extraños.

Los que no tuvieron una madre loca, un padre borracho, un hijo delincuente,

Una casa en ninguna parte, una enfermedad desconocida,

Los que no han sido calcinados por un amor devorante,

Los que vivieron los diecisiete rostros de la sonrisa y un poco más,

Los llenos de zapatos, los arcángeles con sombreros,

Los satisfechos, los gordos, los lindos,

Los rintintín y sus secuaces, los que cómo no, por aquí,

Los que ganan, los que son queridos hasta la empuñadura,

Los flautistas acompañados por ratones,

Los vendedores y sus compradores,

Los caballeros ligeramente sobrehumanos,

Los hombres vestidos de truenos y las mujeres de relámpagos,

Los delicados, los sensatos, los finos,

Los amables, los dulces, los comestibles y los bebestibles.

Felices las aves, el estiércol, las piedras.

Pero que den paso a los que hacen los mundos y los sueños,

Las ilusiones, las sinfonías, las palabras que nos desbaratan

Y nos construyen, los más locos que sus madres, los más borrachos

Que sus padres y más delincuentes que sus hijos

Y más devorados por amores calcinantes.

Que les dejen su sitio en el infierno, y basta.

Poemas de César Franco

Poemas de César Franco

Ganador del premio Got Talent, el joven poeta César Brandon es natural de Guinea Ecuatorial, aunque hoy sea residente en la localidad española de Ciudad Real.

El nombre de César Franco se ha vuelto muy popular en Internet en los últimos tiempos. Ello se debe a que este joven poeta, nacido en Guinea Ecuatorial pero residente en España, resultó el triunfador de la tercera edición del talent show de Telecinco. Gracias a semejante apoyo mediático, Textos suyos han circulado profusamente por disímiles sitios digitales. En aras de que los lectores deMiradas Desde Adentro estén informados en relación con lo que sucede en el actual panorama artístico literario no solo cubano sino universal, reproducimos aquí tres textos de este escritor.

Tres poemas de César Franco

El 0 y el 1

Uno no quería contar con nadie, y Uno no entendía por qué era impar si antes de él había alguien.

Uno no quería contar con nadie, y Uno sentía que después de él estaba el infinito.

Y a Uno lo sempiterno le daba miedo, así que Uno, muerto de pavor, se fijó en Cero.

Y cuando Uno vio a Cero, pensó que cero era el número más bonito que había visto y que, aun viniendo antes que él, era entero.

<

p style=»font-weight: 400;»>Uno pensó que en Cero había encontrado el amor verdadero, que en Cero había encontrado a su par,
así que decidió ser sincero con Cero y decirle que aunque era un cero a la izquierda, sería el cero que le daría valor y sentido a su vida.

Eso de ser el primero ya no le iba, asi que debió hacer una gran bienvenida.

Juntos eran pura alegría y se completaban. Uno tenía cero tolerancia al alcohol, pero con Cero se podía tomar una cerveza cero por su aniversario, aunque para eso tuviesen que inventarse una fecha cero en el calendario.

Cero era algo cerrado y le costaba representar textos pero, junto a Uno, hacían el perfecto código binario.

Eran los dígitos del barrio y procesaban el amor a diario, pero uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde, así que Uno perdió a Cero.

Y para cuando Uno se dio cuenta, Cero ya contaba de la mano con Menos Uno, que a pesar de ser algo negativo le trataba como una reina.

A Cero le gustaba que Menos Uno fuera original, tener un hueco en Menos Uno, un guion con el que podían jugar.

Cero le gustaba que Menos Uno no fuese uno más, que Menos Uno no fuese ordinal.

Que fuese justamente competitivo y que cuando jugasen al UNO, Menos Uno no le dejase ganar.

Cero sentía que a diferencia de Uno, Menos Uno sí le trataba como un número de verdad.

Y Menos Uno no ponía peros, ni pretendía darle valor a cero poniendo comas entre ellos.

Menos Uno no tenía complejos, y cuando hacían el amor, a menos uno le encantaba estar bajo cero.

Y Uno, una vez más se volvió a quedar solo, separado como una unidad.

Sin Cero, su vida se consumía como una vela. Sin Cero, el tiempo en él hacía mella…

Y Uno empezó a contar pero sin Cero, se olvidó de los besos de Cero, del sexo con Cero, de los celos de Cero…

Y uno empezó a contar, pero sin Cero.

Uno se olvidó de Cero y le dijo adiós. Uno se olvidó de Cero y tal vez hasta del amor, y empezó a contar hasta lo que más miedo le daba: hasta el infinito.

… O tal vez solo hasta dos.

La Tierra y la Luna

<

p style=»font-weight: 400;»>Se acercaba el día de su decimoctavo cumpleaños,
y la Tierra se encontraba acostada boca hacia algún lugar del espacio porque desde que vio a la Luna no dejó de provocarse efectos mariposa en el estómago.

A ver si así podía poner un poco de práctica la teoría del caos… Y conocerla.

<

p style=»font-weight: 400;»>Pero la Luna era ordenada, meticulosa y apasionada de las cifras,
al principio no se fiaba de alguien de había tardado solo cinco billones de años en pedirle salir a una chica, que tal vez su interés era superficial y solo le interesaba las vistas, porque se comentaba que con ella los polvos… estelares, se veían de maravilla.

Pero el día de la cita la Luna se esmeró buscando en el armario una fase, preguntándose si no era muy atrevido vestirse ese escotado cuarto menguante, si maquillarse o dejarse ver los cráteres, si darle una oportunidad a una chica después de haber saltado para la humanidad y dado pasitos en falso para los hombres.

Y mientras la Tierra no paraba de preguntarse qué iba a contarle.

Tal vez lo de que después de los dinosaurios de mayor quería ser controlador aéreo de estrellas fugaces, que en la Tierra todos eramos ciudadanos de un lugar llamado Primer Mundo porque el segundo nos sabía a poco y el tercero estaba en vías de desarrollo.

Que en la tierra éramos unos extremistas religiosos un poco absurdos, y nos llenábamos la boca de orgullo gritando: «Mi Dios besa mejor que el tuyo».

Que en la Tierra no importa el color de la piel, que nadie te detiene para que justifiques tu existencia con un trozo de papel, que es más fácil ser mujer, que dos sí se pelean aunque uno no quiera y al revés, que uno no tiene suficiente con dos y busca a tres para inventarse que son felices los cuatro hasta que se multiplica el problema y cuatro acaba llamando al cero dieciséis.

Que los refugiados no están hechos de opiniones en internet, que en la Tierra no nos rompemos el corazón para recordar al pasado, que no somos tan simples, que después de una relación «fuimos» no se conjuga en el pretérito perfecto complicado.

¿Cómo iba a impresionar a la lúnatica que afectaba su gravedad? A la que dijeron que era imposible tapar el Sol con un solo eclipse y demostró que no era verdad.

Cuando lo único genuino era que la Tierra somos unos rebeldes a la hora de amar, que toda la Vía Láctea ya puede declararse en huelga que ese día iremos a trabajar, que no somos más que un instante en este lugar, pero vivimos como si la eternidad no fuese más que una hora que todavía no ha cumplido la mayoría de edad.

La Tierra podía contarle todo eso a la Luna, con algún que otro engaño, o simplemente empezar la cita diciéndole que era su cumpleaños.

Poema a su madre

Hola,

<

p style=»font-weight: 400;»>Esta carta debía haberla escrito hace dos años,
así que por esta vez permitirme hablar en primera persona
y os prometo que ya acabo.

<

p style=»font-weight: 400;»>Mamá, me encanta escribir a ordenador,
aunque detesto todo lo que trae el Word 2016 como predeterminado.

<

p style=»font-weight: 400;»>Sonará extraño, pero es como si la existencia me hubiese concedido la habilidad de leer entre opciones de interlineado
y la verdad es que detesto el cuerpo del Calibri, los once puntos y el 1,0 de espaciado.

Mamá, me enseñaste que la vida resumía en pedir disculpas, dar las gracias y decir por favor.

Y también en guardar cada cinco minutos los archivos de Word, porque en cualquier momento podía producirse un apagón y nos quedábamos días sin luz.

Mamá, gracias por tu gratitud, por todo lo bueno, de preocuparte del cuándo, del cómo, del dónde y con quién salía.

Yo y mi juventud.

A veces contestándote con mala actitud hasta que tú y tus collejas me recordabas que, pa mala, tú.

Mamá, lo siento por entender demasiado tarde que por más veloz que sea el amor a primera vista siempre quedará segundo si se enfrenta al amor de madre.

Por enseñarme que padre no sólo es aquel que tiene un hijo, padres son todos aquellos a los que los sueños les quedan pequeños, a lo poco que duermen para cumplirlos y aparte.

Lo siento por buscar lo extraordinario en otros planetas, por contestarte con mensajes cuando ya había encontrado vida en llamarte.

Mamá, ahora, ahora el mundo se detiene cuando hablo mamá, porque tú te casaste con la felicidad y no firmaste la separación de bienes.

Y ahora… jamás volverá a pasar por mi cabeza la idea de quitarme la vida, porque la felicidad me debe la mitad de todo lo que tiene.

<

p style=»font-weight: 400;»>Mamá, tal vez yo solo sea un instante,
como una de esas faltas de ortografía que en el Word 2016 se corrigen solas,
o se borra.

Mamá, tal vez yo sea eso.

Pero yo te quiero recta, a doble espacio y en Times New Roman.

Gracias.

Suscríbase a nuestros boletines diarios

Holler Box

Suscríbase a nuestros boletines diarios

Holler Box