Categoría: Poesía

Selección de poemas de Louise Glück

Selección de poemas de Louise Glück

La poeta estadounidense Louise Glück fue la galardonada en este 2020 con el Premio Nobel de Literatura. Nacida en New York, la también profesora universitaria  ha sido reconocida por publicar doce libros de poesía y ensayos sobre el género.

El primer título de Louise Glück que vio la luz fue  Firstborn, el texto con el que se le comenzó a promocionar como una de las mejores poetas estadounidenses del período comprendido entre finales del siglo XX y comienzos del XXI. Para divulgar algo de la poesía de Louise Glück, poco o nada conocida en Cuba, hoy en Miradas Desde Adentro publicamos algunos textos de esta destacada escritora estadounidense.

Amante de las flores

En nuestra familia, todos aman las flores.

Por eso las tumbas nos parecen tan extrañas:

sin flores, sólo herméticas fincas de hierba

con placas de granito en el centro:

las inscripciones suaves, la leve hondura de las letras

llena de mugre algunas veces…

Para limpiarlas, hay que usar el pañuelo.

Pero en mi hermana, la cosa es distinta:

una obsesión. Los domingos se sienta en el porche de mi madre

a leer catálogos. Cada otoño, siembra bulbos junto a los escalones de

ladrillo.

Cada primavera, espera las flores.

Nadie discute por los gastos. Se sobreentiende

que es mi madre quien paga; después de todo,

es su jardín y cada flor

es para mi padre. Ambas ven

la casa como su auténtica tumba.

No todo prospera en Long Island.

El verano es, a veces, muy caluroso,

y a veces, un aguacero echa por tierra las flores.

Así murieron las amapolas, en un día tan sólo,

eran tan frágiles…

Del libro Ararat (1990)

Traducción de Abraham Gragera López. Pre-Textos, 2008

Lago en el cráter

Entre el bien y el mal hubo una guerra.

Decidimos que el cuerpo fuese el bien.

Eso hizo que el mal fuese la muerte,

que el alma se volviera

completamente en contra de la muerte.

Como un soldado que desea

servir a un gran señor, el alma

desea cerrar filas con el cuerpo.

Se puso en contra de la oscuridad,

en contra de las formas de la muerte

que reconocía.

De dónde viene la voz

que dice: y si la guerra

fuese el mal, que dice

y si fue el cuerpo el que nos hizo esto,

nos hizo tener miedo del amor.

Del libro Averno (2006)

Traducción de Abraham Gragera López y Ruth Miguel Franco. Pre-Textos, 2011

Las siete edades

En mi primer sueño el mundo parecía

lo salado, lo amargo, lo prohibido, lo dulce

En mi segundo sueño descendía,

era humana, no veía nada de nada

bestia como soy

debía tocarlo, contenerlo

me escondí en la arboleda,

trabajé en los campos hasta que quedaron yermos

un tiempo

que nunca volverá-

el trigo seco en gravillas, cajones

de higos y aceitunas

Hasta amé alguna vez, a mi manera

repugnante, humana

y como todo el mundo llamé a ese logro

libertad erótica,

por absurdo que parezca

El trigo cosechado, almacenado; seca

la última fruta: el tiempo

que se acumula, sin usar,

¿también termina?

Del libro Las siete edades (2001)

Traducción de Mirta Rosenberg. Pre-Textos, 2011

La decisión de Odiseo

El gran hombre le da la espalda a la

     isla.

Su muerte no sucederá ya en el

     paraíso

ni volverá a oír

los laudes del paraíso entre los olivos,

junto a las charcas cristalinas bajo los cipreses.

   Da

comienzo ahora el tiempo en el que oye otra vez

ese latido que es la narración

del mar, al alba cuando su atracción es más

     fuerte.

Lo que nos trajo hasta aquí

nos sacará de aquí; nuestra nave

se mece en el agua teñida del puerto.

Ahora el hechizo ha concluido.

Devuélvele su vida,

mar que sólo sabes avanzar.

Del libro Praderas (1996)

Traducción de Andrés Catalán. Pre-Textos, 2017

El vestido

Se me secó el alma.

Como un alma arrojada al fuego,

pero no del todo,

no hasta la aniquilación. Sedienta,

siguió adelante. Crispada,

no por la soledad sino por la desconfianza,

el resultado de la violencia.

El espíritu, invitado a abandonar el cuerpo,

a quedar expuesto un momento,

temblando, como antes

de tu entrega a lo divino;

el espíritu fue seducido, debido a su soledad,

por la promesa de la gracia.

¿Cómo vas a volver a confiar

en el amor de otro ser?

Mi alma se marchitó y se encogió.

El cuerpo se convirtió en un vestido demasiado

grande

para ella.

Y cuando recuperé la esperanza,

era una esperanza completamente distinta.

Del libro Vita nova (1999)

Traducción de Mariano Peyrou. Pre-Textos, 2014….

Foto Tomada de: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:LOUISE-GL%C3%9CCK-1170×876.jpg

Para conocer más a Louise Glück, Premio Nobel de literatura 2020.

Para conocer más a Louise Glück, Premio Nobel de literatura 2020.

Aunque para los cubanos la poeta estadounidense Louise Glück, ganadora del Premio Nobel de Literatura 2020, es una perfecta desconocida, ella resulta una figura con sumo prestigio en el ámbito de las letras en su país natal. Profesora de la Universidad de Yale (uno de los centros de altos estudios más afamados en el ámbito académico de USA), Glück, de 77 años, fue muy elogiada en 1968 con su primer libro publicado, Firstborn, y a partir de entonces se convirtió en una de las poetas y ensayistas de mayor destaque de la literatura contemporánea estadounidense.

Temas en la obra de Louise Glück

La infancia y la vida en familia de esta escritora nacida en Nueva York, la estrecha relación entre los padres y los hermanos y hermanas son algunos de los temas en los que ha centrado su obra. Según ha trascendido, cuando el pasado jueves 8 de octubre la Academia Sueca informó del galardón concedido a Louise Glück, ella  fue premiada por su “inconfundible voz poética, que, con una belleza austera, torna la existencia individual universal”.

El presidente del Comité del Nobel expresó que Glück es “una poeta del cambio radical y del renacimiento. No solo está comprometida con los errores y las condiciones cambiantes de la vida, sino que también es una poeta del cambio radical y el renacimiento, donde el salto adelante se da desde un profundo sentimiento de pérdida. En uno de sus libros más elogiados (en total son 12, tanto de poesía como de ensayo), The Wild Iris (1992), por el que recibió el premio Pulitzer, describe el milagroso regreso de la vida después del invierno en el poema “Campanilla de las nieves”.

La Academia Sueca dijo que en la obra de Louise Glück “el yo escucha lo que queda de sus sueños e ilusiones y nadie puede ser más duro que ella para confrontar las ilusiones del yo”. Al compararla  con otros autores, los encargados de concederle el Premio Nobel de Literatura manifestaron que Glück recordaba a la poeta estadounidense del siglo XIX Emily Dickinson en su “severidad y su renuencia a aceptar los simples dogmas de la fe”.

Esta autora estadounidense es la decimosexta mujer en ganar la distinción literaria más prestigiosa del mundo desde que se lanzaron los premios Nobel hace más de un siglo. Erica McAlpine, profesora asociada de Inglés de la británica Universidad de Oxford, afirmó que Glück “ha conseguido sentirse urgentemente contemporánea y al mismo tiempo atemporal”.

“La tristeza ocasional de su voz habla especialmente bien de nuestro momento presente y, aún así, su poesía siempre ha estado íntimamente conectada con la extensa tradición poética que hay detrás”, agregó la profesora Erica McAlpine. Según esta propia académica, en los poemas de Louise Glück, “el amor, la pérdida, el deseo y la belleza usan el vestido específico de su propia vida mientras vuelve lo cotidiano en algo mítico”.

Aunque como escritora en su poesía Louise recurre a las experiencias vividas por ella (se divorció dos veces y sufrió de anorexia en su juventud), la crítica considera que en su discurso poético  explora temas universales que resuenan con los lectores de Estados Unidos y el extranjero.

Otros galardones otorgados

Otros galardones otorgados a Louise Glück, además del Premio Nobel de Literatura y el premio Pulitzer, son el Poet Laurate de Estados Unidos en 2003/04, el National Book Award por su colección Faithful and Virtuous Night en 2014 y la Medalla Nacional de las Artes y Humanidades de USA en 2015, entregada a la escritora por el entonces presidente estadounidense Barack Obama. En aquella ocasión, hace ya cinco años, Obama expresó que sus “poemas inquisitivos capturan el drama silencioso de la naturaleza y las emociones silenciosas de la gente común”.

Vale recordar que el premio de 10 millones de coronas suecas ($1,1 millones) lleva su nombre por el inventor de la dinamita y empresario Alfred Nobel y se ha otorgado desde 1901 a los logros en ciencia, literatura y paz, de acuerdo con su testamento. En 2019, la Academia Sueca nombró de manera excepcional a dos ganadores luego de posponer el premio de 2018 tras un escándalo de abuso sexual que involucró al marido de una de sus integrantes.

Como ha sucedido con buena parte de la vida pública en todo el mundo, los premios de este año han tenido lugar bajo la sombra de la pandemia de coronavirus, que condujo a la cancelación de la ostentosa ceremonia de entrega de los galardones, tradicionalmente llevada a cabo en diciembre en Estocolmo y que  en el actual 2020 será sustituida por un evento televisado en el cual los ganadores recibirán los honores en sus respectivos países.

Es de desear que la obra de la muy premiada Louise Glück en un futuro cercano circule entre los amantes cubanos de la poesía contemporánea, no por los numerosos galardones que se le han entregado sino porque su obra tiene el don de hablar directamente a los lectores a través de su gran y sutil arte

Foto tomada de: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:LOUISE-GL%C3%9CCK-1170×876.jpg

Poemas de Pedro Llanes Delgado

Poemas de Pedro Llanes Delgado

Me parece que fue ayer cuando en pleno período especial, en la Editora Abril se estuvieron haciendo libros con la recortería de papel dejada como materia prima sobrante en los poligráficos habaneros. Aquella iniciativa, llevada a cabo en los tempranos años noventa, permitió publicar cuadernos literarios que, más allá de su tamaño reducido, tenían tanta calidad que llegaron a ganar el Premio de la Crítica. Entre esos títulos que nunca olvidaré por el impacto que causó en mí su lectura estuvo Diario del ángel, obra poética de Pedro Llanes Delgado, aparecida en 1993.

Nacido en Placetas en 1962, además del libro antes mencionado, entre los títulos publicados por Pedro Llanes Delgado están Sibilancia (1996), Icono y ubicuidad (2000), Sonetos de la estrella rota (2000), Partitura hecha por el sinsonte (2001), El fundidor de espadas (2003) y Del Norte y del Sur (2008).

Igualmente, textos suyos han sido incluidos en las antologías Mapa imaginario (con prólogo de Rolando Sánchez Mejías y patrocinio de la Embajada de Francia, La Habana, 1995), Las palabras son islas (panorama de la poesía cubana del Siglo XX) (Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1999), Muestrario de la poesía placeteña (Editorial Capiro, Santa Clara, 2000), Antología de la poesía cósmica cubana (Frente de Afirmación Hispanista, México, 2001), Una mirada (Editorial Luminaria, Sancti Spíritus, 2003), La estrella de Cuba(Inventario de una expedición) (Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2004), Antología de los Premios de Poesía Nosside-2004 (Editorial Letras Cubanas y Citta´ del Sol Edizioni Reggio Calabria, Italia-La Habana, 2004), Yo he visto un cangrejo arando (Antología de la décima humorística cubana) (Editorial Capiro, Santa Clara, 2004), La madera sagrada (Vigía, Matanzas, 2005) y Rapsodia para el Che(Editorial Capiro, Santa Clara, 2005).

El libro de Pedro Llanes Delgado En la isla de las velas azules obtuvo el XIV Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén. Después de eso, muy poco he sabido de este poeta (hoy residente en Estados Unidos), dueño de un discurso cohesionado por una suerte de lúdica simulación, cuyo sujeto es el lenguaje. Para Miradas Desde Adentro es un honor reproducir algunos poemas de Pedro Llanes Delgado.

PARA KATY

En tu copa veo las lápidas arremolinadas

y veo las ciudades en el silencio.

En tu copa veo las inmensas planicies

y también el rocío del amanecer.

Veo la lluvia maravillosa,

por la que escapan las bestias y los guerreros.

En tu copa veo sus rostros y sus ojos,

veo a una muchacha sobre las mieses.

En tu copa veo el vuelo de la gaviota hacia el norte

y las mariposas hechas de ascuas oscuras.

En tu copa veo los abismos sin fin.

En tu copa veo los árboles encantados

cuyas sombras caen dobladas contra el vacío.

En tu copa veo venir el abanico del fuego,

profuso y silencioso como la muerte.

En tu copa veo animales ajedrezados

y el resplandor del tilo y de la ciruela.

En tu copa veo un patio fragante y un mantel muy blanco.

OSCUROS GUERREROS AL BORDE DE LA PLANICIE…

Oscuros guerreros al borde de la planicie

derrumban el lucero chisporroteante

y el naipe nocturno de la floresta.

El espacio de las amapolas gira dentro del grillo

escondido en la hoja recién abierta

mientras la música sobre las tejas y las tataguas

incrusta su responsorio a ras del molino.

Siento a los oscuros guerreros,

deslizarse por las paredes del pozo

hasta una dimensión embebida

en la concavidad y la espuela en el liquen.

Oscuros guerreros al borde de la planicie

me buscan entre el susurro del agua

y los escarabajos que vienen a remansar.

La noche recompone en las sombras

sus guanteletes y sus rostros que escrutan

el cintillo húmedo de las pilastras.

He visto a los oscuros guerreros

  llevarme a través de las hilazas

de sus múltiples manos decapitadas,

para marcharse bruscamente por el agujero

y el batir de alas de la floresta.

AGUA, FULGOR

Hacia el atardecer las sombras son más suaves

y los maniquíes con lenta turbulencia vienen

a remover el agua de nosotros dos.

La misma agua que hechiza las siluetas,

donde corren los animales movedizos

y el flechero silencia sin saberlo.

Amada, déjame decir tu nombre

recóndito y misterioso como las aguas

que abren el círculo de la cuaresma.

En lo oscuro el desfiladero parte,

las entrecruzadas líneas de los maniquíes,

a quienes he visto irse por el remanso,

casi letánicos al atardecer.

Al atardecer el flechero se evapora,

y la araña de la sala ya no sueña,

porque está ardiendo también con tu fulgor.

EL PÁJARO REVOLOTEA…

El pájaro revolotea,

va y viene hasta el cielo,

y luego prueba a devorarme,

abrazado angustiosamente al abismo.

Lo he visto picotear con desaliento

enhiesto y resplandeciente mis manos y mis sienes,

como un nuncio de la inanición.

El pájaro se balancea

traído en la tempestad.

Siento su hoguera muy cercana

y uno a uno sus picotazos

que viajan siguiendo la muerte.

He despertado mientras se iba

aún ahíto de mi cuerpo

y no hice nada por detenerlo

ni detener su incesante revoloteo,

porque el pájaro dejaba de existir.

JINETES OSCUROS

Deja que la noche entre con sus nieblas

y sus jinetes oscuros en el molino;

deja que desparrame sus manos

recién llegadas a través del vacío,

y ven junto a mí por las sombras,

donde cantan sigilosas las bestias.

Ven sin mirar las siluetas

que mueven el espejo en la luz

y deja que la noche desparrame sus manos

y sus jinetes oscuros en el molino.

MINUET CON ARENA

Nada escucho en tu rostro

hecho de un cendal tembloroso,

ni en tus manos donde se abisma

la transparencia de las vastas marinas.

Te siento venir por la luz

y entre la luz escurrirte

en la ignición de la lluvia

cuando la pradera se enciende.

Amada, dame tus manos,

hermosas como la ceniza

para beber en la oscuridad

su melodía abisal.

Amada, toma mis manos,

refluyentes de fría arena

y escóndelas para siempre,

en el filo de los arroyos,

donde bate la inanición

y somos como ramilletes

lamidos por el vacío.

NADA SINO EL HILO…

Nada sino el hilo

difícil de la araña,

vuelta a la oquedad

ístmica del desván,

ora maestresala

donde plañe lo oscuro.

Una hebra es a otra

tabla, zaquizamí,

sin que sea la araña

quien desdobla nocturna

tensando la espiral

—tiara, pífano, luz—

y una y otra vez,

devenga para brujas,

ya jánica, dos caras,

hilandera luctuosa.

Poemas del libro Los perros de Amundsen

Poemas del libro Los perros de Amundsen

Una de las cosas que más he hecho durante los meses de confinamiento en casa por el coronavirus ha sido leer. No puedo decir la cantidad de libros que he consumido entre los que he leído en formato digital con la ayuda del software que empleo como lector de pantalla, mi querido Jaws, y los que me ha leído mi novia, en unas sesiones de intercambios de criterios muy enriquecedoras para ambos. Sí tengo claro que uno de los títulos que más me ha impactado en este período es el titulado Los perros de Amundsen, poemario del holguinero José Luis Serrano publicado por la Editorial Letras Cubanas y que en el 2018 recibiera el premio Nicolás Guillén.

El puñado de sonetos aquí recogidos y galardonados por un jurado que estuvo integrado por Edel Morales, Rogelio Riverón y Yanelis Encinosa debería ser materia de estudio para todo el que se interese por los actuales derroteros de la poesía cubana. Ahora bien, solo una advertencia: nadie se piense que es una lectura fácil, ¡todo lo contrario! Quien desee adentrarse por lo que José Luis Serrano ha escrito en Los perros de Amundsen, debe hacerlo a sabiendas de que tendrá que disponer de un buen diccionario a mano, porque de no ser así, se perdería buena parte de lo que el autor nos propone.

Selección de poemas del libro Los perros de Amundsen

Por lo pronto y como pequeña muestra, en Miradas Desde Adentro publicamos una breve selección de un libro que en materia de poesía, nadie lo dude, es de los más importantes editados en nuestro país en los últimos años.

¿Depuraciones en la ludoteca?

¿Quiénes son los estúpidos que temen

a los frágiles músicos de Bremen?

Los masoquistas pagan su hipoteca.

Yo intercambio las cláusulas. Yo digo

una cosa por otra. En algún lado

estarán los botones, el cableado

de la perversa máquina. Al abrigo

de conjeturas tópicas confrontas

la realidad, las disyuntivas tontas

que nos conducen a engordar un cerdo.

Hay una dimensión en que la práxis

entra en conflicto con la profilaxis.

Hay una lógica del desacuerdo.

Hay sin lugar a dudas un desfase

entre la máquina que nos vigila

y la estructura sorda que asimila

la crudeza del dato. En el trasvase

los parámetros mutan. Toda magia

es un chantaje. Todo pase mágico

consiste en imponer un orden trágico.

Una fatalidad que se presagia.

Imperceptibles superestructuras.

Disfruta el cerdo sus enjuagaduras.

Detrás del esplendor está la inopia.

Mientras hay progreso habrá declive.

Es importante que el dolor se archive.

Todo lo que es verdad se fotocopia.

Bailan los muñecones tenebrosos.

La mano izquierda lava a la derecha.

Entre la multitud Pilato acecha.

Las utopías llegan con endoso.

Bestias que rumian en los pastizales.

Una felicidad inconsistente.

En el placer hay un dolor latente.

Olvidamos los ritos primordiales.

Los que van a acoplarse en el granero

no calcularon el cucarachero,

ni la humedad, ni el polvo. Habitaciones

donde solo se escucha el pizzicato

de la desilusión. Meprobamato

Diazepam. Tropicales depresiones.

Aquí terminan los desciframientos.

Entre los superhombres y la plabe

Hay un muñeco de impoluta nieve.

Combinatorias. Encadenamientos.

Un cúmulo de formas discursivas.

Una interpretación que desvincula

la causa del efecto y manipula

al objeto desde otras perspectivas

Montaje sin fisuras. Entre el acto

y la conciencia hay mecanismos, tracto,

carne deshidratada, tortas ácimas,

lipotimias, axiomas, arbolitos

de navidad, alcohol, pescados fritos,

insurrectos colgados de las guásimas.

Como por arte de birlibirloque

el receptor contagia al emisario.

Reducidos de placer involuntario

en el instante del electrochoque.

Levantan los apóstoles sus carpas.

Hemos comprobado todos los boletos

y seguimos ausentes e incompletos.

¿Dónde están los salterios y las arpas?

¿De qué sustancia somos el envase?

¿Escrutar a un objeto que no hace

más que fingir obedecer las leyes

mecanicistas por así complace

a los peritos? ¿Similar enlace

vincula a los bufones y los reyes?

Una felicidad que decepciona.

Que nadie se aproxime a la mezquita.

Aquí lo que hace falta es dinamita.

Aquí nos sobra la testosterona.

Trasplantes. Diálisis. Urocultivos.

¿Enfrentar de una vez al que más mea?

¿Darle estricnina al perro de pelea?

Hipotensores. Anticonceptivos.

Anatemas disueltos por la bula

Fornicación. Concupiscencia. Gula.

Adulterio. Pereza. Clic derecho.

Un par de bofetones y una multa.

El policía bueno nos indulta.

Salimos bien. Salimos por el techo.

Cuerpos que tienden a variar de estado

Es un error llamarles disolutos.

Para contravenir los estatutos

hay cierto personal autorizado.

Hay prendas de vestir fosforescentes.

Hay humo, hay frío, albaricoques, fresas.

Hay lagunas mentales. Hay tres mesas

ocupadas por tres adolescentes

con máscaras doradas. Pobrecitos.

Qué precarios, qué audibles, qué bonitos,

dentro de sus costosos envoltorios.

El huracán de la belleza amaina.

Hernán Cortés su espada desenvaina.

Convalecencias. Posoperatorios.

Nos inventamos acontecimientos.

La democracia encuentra a sus vasallos.

Dos cosas igualitas son los gallos

y las mujeres. Desmantelamientos.

Estaban dando la telenovela.

Es un revólver lo que necesitas.

Nos van a liquidar con sus tacitas

y sus biscochos de obediente muela.

Con más presión esperan que te ablandes.

Hay demasiados clítoris y glandes

en las pantallas. Válvulas pilóricas.

Contribuciones que no van al fisco.

Chivos expiatorios en el risco.

Retóricas. Retóricas. Retóricas.

El carnaval te aplica sus charangas

La oveja negra y el patico feo

pagan de sus bolsillos el paseo.

Prósperos vendedores de fritangas

capturan a la reina. Mojigangas

del carnaval. Feroz chisporroteo.

Las congas, las sirenas, el goteo

de los sueros, las incisivas tangas.

Se acercan los behiques con sus brevas

apestosas. ¿Abrirnos a las nuevas

causalidades? Sarta de guiñapos

que empinan sus canecas en cuclillas.

Han llegado los tristes cabecillas.

los malolientes y rabiosos capos.

La historia asoma su colmillo trunco

Las interpretaciones nos marean.

Tragedias que lo cómico bordean.

Rebaños infectados de carbunco.

Amordazada la ciudad se ahoga.

Esquizofrenias. Embrutecimientos.

Borrachos con disímiles talentos.

Convoyes que tantean el Ladoga.

Después que la utopía se desnutra

tendremos que elegir: el Kama Sutra,

el tornillo de banco o las chinampas.

Descalificación archisabida.

La culpabilidad es tu comida.

El plato de lentejas que te zampas.

¿Es una broma de los fabricantes?

¿Cuál es el truco? ¿Dónde está el piloto?

¿Al simulacro quién le pone coto?

¿Quién detiene al hatajo de farsantes?

Empiezan a bailar los primerizos.

Objetos ilusorios. Formas puras.

Distribuciones. Tráficos. Texturas.

Cámaras lentas. Nudos corredizos.

Nos quedan los museos, la impotencia

de los museos, la supervivencia

ficticia del zoológico. ¿Hasta cuándo

será el reinado de los energúmenos?

¿Una conspiración de catecúmenos?

¿Una prosperidad de contrabando?

¿Dónde estaban los toros de Pamplona?

¿Quiénes hicieron el primer envite?

¿Algún chivato dijo el escondite?

¿Un agujero negro nos succiona?

Pajas mentales. Cápsulas de ideas.

Un montón de utopías confinadas

en pomos de cristal y etiquetadas.

Un sistema de válvulas y apneas.

¿Caminar por lo oscuro como necios

o disfrutar la luz que a los efesios

recomendara Pablo? Consanguínea

precariedad que pone en entredicho

los despojos plantados en el nicho.

Entre el cuerpo y el alma hay una línea.

Cadáveres envueltos en sus mantas.

La conmiseración y sus enmiendas.

Al infierno se va por siete sendas

y las bifurcaciones no son tantas.

Desbordamientos. Cláusulas. Tembleques.

Formas de articular el amasijo.

Acepta el antropólogo cobijo

en los narcotizados bajareques.

¿Estamos en Ceilán? El agiotista

puede determinar a simple vista

la solvencia del prójimo. Un compendio

de alocuciones disimula el fiasco.

Pájaros que regresan al peñasco.

Objetos sustraídos del incendio.

Inoperantes focos de insurgencia

Los pobres ovacionan al famoso.

Ventrílocuos del títere rabioso.

Islas tocadas por la incandescencia.

No vamos a lograr con la docencia

lo que no pudo el sueño riguroso

de los patriarcas. El facineroso

sabe delimitar nuestra incumbencia.

Antes de comenzar te desmoronas.

Los cuerpos de caballos y personas

carbonizados. Un buche de sake

que nos haga volver. Unas granadas

que desmantelen nuestras barricadas.

Algo que nos obligue al contrataque.

Reflexiones debajo del enebro.

El triste beneficio de la duda.

Las ocho etapas que propone Buda.

Las circunvoluciones del cerebro.

El homo faber ama sus tarecos

tecnológicos. Nadie nos educa

en la contemplación. Dios se acurruca

en nuestro búnker, cámara de ecos

o campana de Gauss. ¿Incursiones

de las lesbianas y los maricones

en el dominio del dolor? Arcillas

que no comprendo, dices, que no culpo.

Los viscosos tentáculos del pulpo.

La perfección que muere de rodillas.

¿Alguien comprende las necesidades

de los vencidos? Frágil estamento.

¿Alguien sabe tocar el instrumento

dentro de cuyas posibilidades

y límites se expresa el repertorio

de los vencidos? Marcas de familia.

Estratos que conforman la vigilia,

las diferentes capas del velorio.

Que nadie se levante del pupitre

sin un par de utopías. El salitre

es un verdugo silencioso. Trepa

el buen salvaje al árbol, idolatra,

sufre… Lo mismo en Cuba que en Sumatra.

¿Alguien de estos capítulos discrepa?

Dos poemas de Legna rodríguez Iglesias

Dos poemas de Legna rodríguez Iglesias

Nadie puede negar que una de las escritoras cubanas más exitosas en los últimos años hes la camagüeyana Legna Rodríguez Iglesias, en la actualidad residente en Miami, Estados Unidos. Uno de los últimos libros suyos que ha salido al mercado es el titulado Mi pareja calva y yo vamos a tener un hijo (Ediciones Liliputienses, Cáceres, 2019). Este cuaderno resultó ganador del Premio Centrifugados de Poesía Joven 2019, que organiza Ediciones Liliputienses.

El texto está escrito a partir de la experiencia del embarazo / maternidad vivida por la creadora, quien además de poeta es narradora y autora de una obra teatral con la que ganase el Premio auspiciado por la Casa de las Américas en la categoría de teatro en el año 2016.

Según ha considerado la crítica, como libro en su conjunto “Mi pareja calva y yo vamos a tener un hijo expande el mapa personal que es, definitivamente, la poesía de Legna Rodríguez”.

En Miradas Desde Adentro publicamos dos poemas de este reciente libro de Legna Rodríguez Iglesias, volumen que aún no se ha editado en Cuba.

Llega un día en que la tristeza te abandona

He estado triste toda mi vida.

Incluso cuando he sido feliz

También he sido

A la par

Triste.

La tristeza me ha beneficiado

Y yo la tomo en cuenta

Para cuanta cosa

Emprenda.

No sé cómo será el mundo

El día que la tristeza me abandone

Cómo será mamá

Y el resto de las personas

Que ya no existen.

Me parece que hace días

Nada existe

Sólo yo y una uva

De dos centímetros

En mi útero.

La cosa en perspectiva

La figura del pez, tan manida,

La encuentro en un libro de crónicas sobre la caída del muro.

Una madre es un delta y su hijo es un pez.

Si el pez sale del delta antes de tiempo fallece.

Error.

El pez no se entera.

Fallece la madre.

Una madre es un muro hasta que su hijo fallece.

Cuando se produce el fallecimiento se produce también la caída.

Yo escribo la crónica sobre mí misma en forma de poema.

El poema es para mi pez.

Es decir para mi hijo

Que salió de su delta antes de tiempo.

Los escombros del muro están en una esquina.

Nadie toque ese cemento.

Poemas de Alberto Rodríguez Tosca

Poemas de Alberto Rodríguez Tosca

Alberto Rodríguez Tosca es un nombre imprescindible de la poesía cubana. Y digo es, así en presente, porque aunque él haya muerto en la madrugada del miércoles 16 de septiembre de 2015 para quienes le conocimos o simplemente fuimos sus fieles lectores, no cabe hablar en pasado de alguien que tan memorable literatura nos ha regalado.

En esa zona donde uno se guarda todo aquello que forma la memoria o, para ser más explícito aún, nuestra particular biblioteca cerebral, del decenio de los ochenta atesoro los decires de un grupo de poetas pertenecientes a mi generación y en el que figuraban, entre otros, Ramón Fernández Larrea, Teresa Melo, Sigfredo Ariel, Damaris Calderón, Omar Pérez, María Elena Hernández, Carlos Alfonso, y de manera muy especial  Alberto Rodríguez Tosca  o Tosquita, como se le solía decir en los predios de la emisora Radio Ciudad…

Para Miradas Desde Adentro es un honor reproducir algunos textos de este gran poeta, cubano y universal.

Las derrotas

Aquí comienza la enumeración de mis derrotas. Las que me propiné y me propinaron. Les ordeno marchar en fila india como bestias marcadas con broquetas de azufre a la vista de una horda de ángeles. Les tapo los oídos para que no se distraigan con la euforia de los triunfadores. Las beso en la boca para que se distraigan con mi beso mientras pasa la quinta columna de los hombres felices. Este lunes, mis derrotas y yo nos pusimos de acuerdo para mirarnos a los ojos. Ya nos estamos viendo, rozando con los dedos, casi amándonos a la sombra indiferente de un cielo en llamas: Amigos idos, cuerpos enfermos, espíritus en ruina, vinos baratos, endiablados alcoholes, heridas en la cara, lenguas traidoras, mujeres en fuga, puertas clausuradas, plegarias, miedos, hambres, fiebres, cansancios, filias, fobias, héroes, mártires, extravíos de fe, hojas en blanco, naves a la deriva, falsos poemas, entierros, destierros, nombres propios, recónditos adioses, mis 38 años, todas las tumbas: mi madre en una de ellas, y polvo, polvo, mucho polvo cayendo sobre la realidad como chispas de agua sin consagrar en un bautizo embrujado. Ya fueron despedidas todas las plañideras. No habrá lamentos pero habrá un gemido. Un solitario gemido de papel a la luz de dos lunas. La mía y la vieja luna del mundo sobre cuyas laderas se acuestan con la muerte todos los derrotados. Buenos días, siglo. Por fin nos encontramos. Ojalá no hayamos llegado tarde a la cita.

Los muertos y la luna

al milagro de vivir suma el milagro

de seguir viviendo no preguntes por qué

no preguntes conserva tu ignorancia

sobre la seducción de los escarabajos

nocturnos ladea el rostro y esquiva la mirada

de esos arqueólogos del conocimiento

compra un ramo de espinas y sale a repartirlo

cada peatón espera con ansia su pequeña

mordedura de plata no preguntes por qué no

preguntes simplemente camina y al filo

de la noche acércate a una vidriera contempla

fijamente tu rostro como si fuera de otro

(en realidad no es tuyo) ese otro sabrá explicar

lo que sucede después lava tus manos en todas

las pilas bautismales sécalas con el viento

no mires hacia atrás no mires camina

simplemente camina y ruega porque ningún

desprevenido reproduzca el juego (es peligroso

jugar cuando se borraron las reglas de antemano)

no preguntes por qué no preguntes lo que sólo

los muertos y la luna podrían responder.

Mi sombra y yo

No estamos para nadie mi sombra y yo. No estamos para el cobrador de impuestos, la prostituta, el argonauta, el ministro, el alienígena, el banquero, el

bibliotecario, la viuda alegre, la monja, el cura, el pastor cuáquero, el hijo pródigo, el aprendiz de brujo ni para el último de los Mohicanos. No estamos

para el Señor de los Anillos, el Corsario Negro, el dueño de las nubes, el cazador solitario, la voz de la conciencia, la mejor usanza, los días de guardar,

el Ángel de la Jiribilla, los ratones de Hamelin, el Cardenal Masarino, Rómulo y Remo, Hansel y Gretel, Tristán e Isolda, Jonás y su ballena, San Jorge

y su dragón. No estamos para el coleccionista de mariposas, el general de cinco estrellas, el soldado desconocido, el vendedor de Biblias, la niña, el

parapléjico, el suicida, el borracho, el proxeneta, el médico de guardia, el terrorista talibán, el falso amigo, el jugador de póker, el corredor de bolsa,

el contrabandista de huracanes. No estamos ni para Dios si llega con sus perros a llevarse mi sombra.

Todos los días lo mismo

todos los días lo mismo levantarse

tomar café bañarse vestirse salir a

caminar lo mismo todos los días todos

lunes martes miércoles jueves viernes

la misma resurrección después de una

madrugada de muerte todos los días

saludar beber comer besar a una mujer

desear la del prójimo sentir envidia por

el que sonrió sábado domingo lunes

martes miércoles jueves pagar cuentas

hablar siempre de más despedir amigos

masturbarse con rabia vender el alma

al diablo negar asentir (no señor sí señor)

redactar burdas lamentaciones que no

conducen si no a todos los días lo mismo

burlar las leyes acatarlas sortear deudas

dudar mentir reír llorar huir pedir perdón

arrepentirse hojear la prensa arrepentirse

escuchar la radio arrepentirse (se acaba

el mundo) viernes sábado domingo vagar

como alma en pena por calles de otros

tropezar en ellas con lánguidos transeúntes

enceguecidos por la indiferencia del ser

la inmortalidad del miedo y la rueda dentada

de la repetición todos los días lo mismo

todos los días lo mismo todos los días.

Poemas de Nelson Simón

Poemas de Nelson Simón

Hace años que conozco la obra de Nelson Simón (Consolación del Sur, 23 de noviembre de 1965) y siempre he admirado la tremenda capacidad de trabajo de este creador pinareño. El quehacer desarrollado por él como poeta, narrador, editor y escritor radial o para la grey infantil ha sido intenso y demostrativo de que cuando se quiere, se logra vencer el tan llevado y traído fatalismo geográfico de no residir en La Habana sino en otro punto del país, experiencia que comparte con coterráneos suyos como el pintor Pedro Pablo Oliva, la escritora Nersys Felipe y la trovadora Yamira Díaz. 

Prueba de lo mucho y bueno hecho por Nelson Simón son libros de poesía suyos como El amolador de tijeras pregunta por su casa (1987), Ciudad de nadie (1992), El peso de la Isla (1994), Criatura de Isla (1995), Con la misma levedad de un náufrago (1996), el que es mi favorito de todos:  A la sombra de los muchachos en flor (2001), Carta inconclusa a Dulce María Loynaz (2002), Para no ser reconocido (2002), De la mala memoria y el verano (2008).

No pueden obviarse sus títulos de literatura para niños, como por ejemplo,  En el cofre de un pirata (1998),  Brujas, hechizos y otros disparates(2000), Cuentos del buen y mal amor (2007) y  Marilola la vaca que canta (2008). 

Como consumidor de la poesía de Nelson Simón y sin ser especialista en la materia, puedo asegurar que la misma es serena, fina y hermosa. Sus textos son de esos que nos inspiran. En algunos de sus versos se transmite una profunda y diría que estimulante melancolía, siempre sin ningún tipo de estridencias en el tono. En su poética sobresale la pureza en el empleo del lenguaje y algo así como una belleza clásica de imágenes de un enigmático lirismo. 

En mi caso personal, nunca olvido versos suyos y que cada día hago más míos, como esos donde dice: “Y ahora que soporto el peso de la isla, / que cargo con mi país / como quien carga una pesada cruz/ o el más necesario de los equipajes; / no sé hacia dónde voy, / no sé lo que me aguarda si logro amanecer…” o estos otros: “Y ahora que llevo mi país / como quien lleva una corona de espinas / hiriéndome la frente, / es mi país el sitio más querido, / también el más odiado, / es el ruedo de muerte, es la desesperanza, / otro golpe de mar, su inminente presencia.” 

Lírica a la que hay que acudir si nos interesa conocer uno de los derroteros de la actual poesía cubana, hoy en Miradas Desde Adentropublicamos una pequeñísima muestra de la obra de ese notable escritor que es Nelson Simón.

CASA QUE NO MUEVE EL VIENTO

Ya llegan. Esto es un escenario,

un espacio de transparencias sin inicio ni fin

o un rechinar de campanas

que en algo se asemejan a una tarde de abril recién llovida.

Siempre supe que el telón de fondo no era un telón.

La ciudad no era la ciudad sino la ausencia,

el vacío, la navaja en la cal,

esa herida que va trazando el miedo en los recuerdos.

Ya llegan. Para entrar a la noche yo preferí tus ojos

y jugué a ganarme o perderme en su brillo, jugué

y el juego fue cierto hasta morder mi carne

y la noche voló en círculos,

borrándose despacio al pié de los ciruelos.

No se puede salir a recoger ciruelas en la lluvia

y exponer las blancas llanuras de la infancia a sus agujas.

No se puede esperar nada de la espera

ni de las aves que se vuelven efímeras al doblar de la esquina.

No se puede esperar.

…………….…………..Siempre lo supe y esperé.

Soñé todas tus latitudes

reuniéndose allí

donde no llego yo ni mi memoria,

donde el mar y las sombras y los barcos se unen

y son un mismo nudo encendido por la espuma del tiempo.

Ya llegan, mi casa es hoy el vértice

y a mi casa ya no la mueve el viento.

¿Dónde están las ventanas

abiertas hacia la infinitud vertiginosa de la sangre?

¿Dónde quedó el murmullo del cazador,

los poemas que colgaban del techo como flautas

cuando yo era una sombra entre tus brazos

y tu eras otra sombra a la sombra de mis brazos enmudecidos?

Ya llegan, ¿Soy acaso otra vuelta de espiral?

Hay una estación del año que me olvida;

hay una escalera que siempre me conduce

al necesario ronquido de la lámpara.

¿Alguien presiente mi urgencia

el olor de los altísimos ciruelos?

No soy el historiador de las lluvias

pero su filo clavado en los terrones

es el anuncio del sueño donde sigues.

Yo también vi verdades roídas por el sueño.

Busqué entre los días y auguré que faltaría uno.

Yo también te imaginé como una hoguera

en la pupila de los peces

y oí los techos levantarse

y los trenes tragarse los paisajes

y tu voz llenarse con la inmovilidad

de los enamorados de Pompeya,

quise irme con las últimas señales del invierno,

tocarme, sentir que ya no estaba;

pero entre ojos miro y entre equilibristas

acecho el equilibrio.

. Ya vienen. En algún lugar siempre estuvo escrito que vendría.

De qué vale mentir, decirles:

-no, yo no soy el que fui ni soy el que seré.

De qué vale ocultar la cicatriz que va dejando el miedo

y resultar ajeno. Han entreabierto el humo.

Está aquí la lluvia y su salvaje ejercito de recuerdos.

El túnel continúa y yo sigo cayendo hasta tu vientre.

¿Dónde surge esa música?

¿Qué reloj me oculta en su inmunidad?

¿Qué maderas son estas que me envuelven?

Hay un niño que escribe sobre las hojas secas,

repletos de distancia veo moverse sus ojos.

Hay un patio inmenso donde no cabe el niño

ni el límite entre su corazón y la sonrisa

ni el animal que gota a gota se fuga hasta sus pies.

Hay árboles talados y un abuelo de polvo colgando en las paredes.

Hay un miedo feroz a los silencios,

que espera en la lluvia de un sábado sin fecha ni estatura,

que regresen los trinos nunca vueltos

y le traigan noticias de todo lo que aguarda,

allá, tan lejos,

en la casa que no mueve el viento.

IMPOSIBLES

Ahórcate un momento.     Cuelga de uno de esos días

en que el país asfixia.

Cae y deja fluir la leche de tu carne

pasto para el gusano y el absurdo.       Permanece.

El sueño no basta.        La escritura no libera tu espíritu.

La culpa ha de ser la misma

y a esta hora las vacas pastan sigilosas

en sus jugosos cuartones turísticos

bien diseñados, de un verde que deslumbra

y seduce.     Para ti la fiebre.

La cabeza que se parte de tanto pensamiento atascado

y tanto animalito fosforescente e imposible

que entra por los ojos.

El mundo ante ti,     virtual,     ajeno,     futurista;

pero aclimátate en la cueva

donde sueñas aquello que ya soñaron otros hombres.

No alces la mirada.      Sé humilde

hasta en el modo en que te tiendes a contemplar el cielo.

Envejece con resignación

ahorrando el oxígeno y los días

que se deslizan bajo tus pies:

“se están vendiendo parcelas en la luna…”

“Dolly tiene otra hermana…”

“El Euro ha unido a Europa…”

“Por la calle Alcalá un millón de homosexuales

demuestran que las aguas de un río 

nunca son las mismas…”

Las palabras no alivian.     Son la cáscara

atascada en los remolinos del fregadero.

Entramos al milenio y creo oír las mismas voces. 

Pedaleo en mi bicicleta forever siempre forever

azul pastel                    

y el cielo oxidado sobre tus párpados,

el plátano que abunda

y el sinsonte sin argumentos sobre la madrugada:

maneras de asumir la resignación y el sexo 

cada vez más escaso y necesario,

cada vez más caro un minuto de tierno placer.

Asómate.     Sé el gato que imperturbable,

en la ventana,   

ve pasar la vida.

Ahórcate un momento.    Cuelga de uno de esos días

en que el país asfixia.

Poemas de Carlos Augusto Alfonso

Poemas de Carlos Augusto Alfonso

Creo que sanamente puedo afirmar que me siento orgulloso de la generación a la que pertenezco, esa que en el decenio de los ochenta de la anterior centuria pidió y asumió la palabra, con el resultado de representar  un parte aguas para la cultura cubana. En aquella histórica movida, la poesía no se quedó atrás, como lo demuestra una antología al corte de Retrato de grupo, publicada en 1989 por Letras Cubanas. Uno de los gestores de dicho proyecto (se desempeñó como co-compilador), fue el habanero Carlos Augusto Alfonso, nacido el 20 de enero de 1963. 

No digo nada nuevo al expresar que Carlos Augusto Alfonso ha devenido uno de los poetas de mayor originalidad en el panorama literario cubano de entre siglos, en virtud de su capacidad para hacer del poema una suerte de manifiesto o de hecho conceptual. Su trascendencia en la lírica nacional se corrobora por los numerosos galardones que ha recibido, como el Premio David, otorgado por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en 1986; el Premio Abril, el  Pinos Nuevos, el Dador, el Julián del Casal, el Raúl Hernández Novás, el de la Crítica Literaria y la Distinción por la Cultura Nacional.

Entre los libros de poesía que ha publicado, se encuentran: El segundo aire (1987), Población flotante (1994), La oración de Letrán (1996), Fast Delivery (1997), Cabeza abajo (2001), Cerval (2004) y El rey sastre (2010).

Hoy Miradas Desde Adentro se honra con la publicación de un puñado de textos de Carlos Augusto Alfonso, alguien que ya se ha ganado con creces su espacio propio en la historia de las letras cubanas. 

Poemas de Carlos Augusto Alfonso

PASTOREO IRRACIONAL.

………………………..se producirá mayor cantidad de pasto,

……………………..en la misma área, y por tanto se

……………………..alimentará un mayor número de cabezas

……………………………..André Voisin, Científico..

No sé mi alma

en qué hades del mundo está penando.

Pasto en silencio.

En mi cuartón, apacentado,

aprovecho los metros en redondo.

Como a nadie le importo,

me alejo de la estaca sin los metros de soga.

No crean que me escapo

(porque ya lo viví),

ya no soy un marcado, no soy un manierista,

que al salir de la escena sin el retraimiento

convierte inmolación en detalle de un cuadro.

Se amplía un sarraceno con su bastón de médula,

en la pradera me guía con ajenos cencerros.

Mi Trinidad de estómagos

son ahora el padre y el hijo del espíritu,

lo dijeron en silencio,

como a los desperdicios de las ideologías;

todo ese pienso líquido fue pensado por mí,

vertido en los ríos

por doncellas de viejos intereses,

matarifes de soplos en el pecho.

No sé ahora si mi alma resiste,

quien dijo conducirme no es otro que mi hermano.

Ya no doblan campanas en mi oreja,

porque sabe con quienes me han cruzado.

Cuando cierro los ojos los embisto,

pero me voy de lado.

Yo no sé si mi hambre,

es un hambre de alma,

yo no sé mi alma,

de qué hambre me engaña.

Siento a las consonantes

como los banderines,

que en su hierro caliente me penetran,

porque todos insisten en darme el pedigree,

oigo a las multitudes,

en estadios norteños del Pradesh.

Yo sé ahora mi alma de qué hades me engaña.

He limpiado de hierbas la redonda.

Al comerme los vitros de un libelo,

al mudarme de cuadro,

convertido en pastor,

he vuelto de la especie,

adentro,

muy adentro de la vaca sagrada.

EL CINE AL QUE NO IBA LEZAMA 

Salgo de mi butaca hacia el proscenio 

(como sucede siempre) 

orín de Menelao a la ciudad perdida. 

Para los que vivimos películas vaqueras el Cine Majestic 

es modus operandi en Trocadero, 

pase a la diligencia que hay que frenar; 

rienda la tendedera en Consulado. 

El nailon que colgué se me tiró en el suelo. 

—No lo voy a asfixiar, Cabrera no. 

Dentro en la oscuridad de Pernambuco, 

se molestan hablantes, porque a otros, 

abanican libretas que se desencuadernan. 

Cine pundonoroso a cine vándalo (pequeño recadero) 

pasa sus anteojos para cazar alondras. 

Por los tantos huequitos que le infringe 

se las ve con los degenerados y chiflistas; 

el cara de muñeca; el ofiuco de la media en el rostro; 

el maestro de piano que deshonra. 

Le sacan el sillón para que los case. 

Los Montenegro, los Melgares, los músicos de Chuki. 

Se lo ponen allí concretamente donde hace calor, 

en la gaveta de Bladimir, en una recogida de carnés, 

en la ciudad perdida de Menelao. Te lo ratificamos bostas. 

Después del tokonoma viene el nai-lón, el combate pancrasio, 

Pascasio, los Speek. Te lo ratificamos bostas, 

los travestis (los negros) los bozales, los nietos de Nené.

REBAÑOS

Rebaños de trashumantes segovianos, 

pastando en el invierno de la Ciudad Real. 

Rebaño de trashumantes. 

Rebaño de trashumantes segovianos 

pastando en el invierno de la ciudad real. 

Hora de percutir 

Hora de aseo. 

Rebaño 

Rebaños 

Rebaño 

Rebaños de trashumantes segovianos 

oh ya! 

vetas que parten, 

porque le hemos dejado 

por fin 

en paz. 

MITAD DE STEPHEN HAWKING

……………………………………………(la carta)

Ayuno inmediato en memoria del asedio

y la destrucción de los dos templos Que estalle estado denso y caótico en creación perpetua

(nebulosa tardía como púlsar) dejándome la masa de la explosión

en calabozo mal ventilado.

Que estalle la estructura del Common Wealth

con todos sus adeptos en Tonga

respirando los gérmenes de Mali.

Que sean de La Franja (cenefas de Esquilache).

Entre Savonarola al trompo inquisidor.

No piense que lo cuelgan (como seso de mono)

granjeros de lo hidrogeno luchando

contra virus del moteado plumoso.

Rendidos mis exámenes de Amauta,

(después que decidí hacerme notar,

y lo pensé al revés al saco viejo

colgado construyendo paredes nuevas)

usaré la expresión “Lúa del templo”.

Uno de la estructura: una del templo.

Cierto que mi esclerosis da que pensar.

Un colono ya frío sin agujeros

deja de producirme en criogenia.

Tan solo producir precipitados,

un verso que me acerque y me aleje.

Poemas de Edelmis Anoceto Vega

Poemas de Edelmis Anoceto Vega

No podría expresar con precisión las razones que hacen que la ciudad de Santa Clara sea una fuente inagotable de importantes nombres para la poesía cubana. Entre esas numerosas figuras villaclareñas que cuentan con una sobresaliente obra en el mundo de los versos se encuentra Edelmis Anoceto Vega.

Nacido en el convulso año de 1968, Edelmis es licenciado en Lengua y Literatura Inglesas por la Universidad Central de Las Villas (UCLV). Dicha formación, le ha posibilitado a Anoceto Vega desempeñarse como traductor, editor y colaborador de numerosos medios de prensa, tanto en su provincia natal, como en diversas publicaciones de carácter nacional e incluso, algunas en el extranjero. Textos suyos pueden ser leídos en SignosVanguardiaHuellaArielCauceJuventud RebeldeUmbralHacerse el CuerdoEl Caimán Barbudo y El Cuervo (Puerto Rico).

Entre los libros publicados por el villaclareño Edelmis Anoceto Vega pueden mencionarse Cantos del bajo delta (1998); De todas las almas creadas, traducciones de Emily Dickinson (1998); A una alondra y otros poemas, traducciones de  Percy B. Shelley (2003); Mortgana (2002); Imago Mundi (2002); La cólera de Aquiles (2005); La cosecha y el incendio (2005); Desertor del cielo (2007); Poemas agrestes, Traducciones de Robert Frost (2008) y El sueño eterno (2009).

Con los poemas de Edelmis Anoceto Vega que hoy se publican en Miradas Desde Adentro va una exhortación a los amantes de leer poesía a buscar la obra de este creador, con la certeza de que encontrarán en ella una de las voces harto interesante en el panorama actual de la literatura cubana.

MATERIA OSCURA

Sospecho de la flor, de la silueta que no se deja esculpir.

El agua trae muertos, movimiento de la naturaleza

para seducirme, hacer de mí un nombre,

un número.

No hay otra cosa en el lugar donde estuvo la flor.

Yo creo en lo vacuo y es esa perfección la que me tienta

a quedarme en el límite del límite,

desguarnecido, al centro de apagadas intemperies.

La luz tiene fronteras que el hombre no atraviesa.

El agua trae muertos virtuales a mis ojos,

deposita sus cuerpos,ojos de mis ojos.

PELIGROS.

Cansado del tropiezo y de la burla, por ese breve albedrío 

que es estar vivo,

muerto de sed y de palabras dulces por decir en oídos extraños,

diamantes, resplandores,

ya no sé cuánto tiempo me separa del destierro,

los hierros oxidados de las horas finales,

sus ruidos en lo remoto se dejan escuchar desde el pasado,

la rosa mirada a través de los remolinos del viento

no sabe la espera en los umbrales de un bosque

cada vez más lejos de casa,siempre menos creíble, inalcanzable.

Nada me incita.

Sin rumbo es la marcha cuando no hay espíritu 

dentro de los cuerpos

y en las calles de aceras sucias con restos de comida 

y periódicos de ayer,

los ritos de la muerte se entremezclan

unos en otros convertidos, como páginas de un mismo libro,

hojeado por quien busca en él su rostro

y solo puede visualizar una pequeña estrella que se apaga

y se aleja sin sentido,

queda únicamente un poco de sosiego, un canto de alabanza para nadie.

Dejarse seducir por el aliento de una bestia, 

entrar en los laberintos sin muros del olvido,

vida sin nombre, hacia el amanecer de cualquier fugitivo en la noche.

Callar es el peligro, sentarse a ver el suicidio de los hijos,

ver los rostros morirse poco a poco,

con el silencio cayendo en las espaldas.

Salideros por donde se filtra la demencia

acumulada en recipientes hechos con la arcilla de un osario,

es una trampa de fuego que han puesto en la ventana

para saquear toda la esperanza, incinerar las mariposas

que antes vendrían a bendecirme,

cegar la luz divisada en la mañana. Pequeñas sumisiones,

harán de mí un cuerpo abandonado con desdén en una playa.

Pequeños ocasos,

harán de mí el ocaso definitivo.

SALTOS 

Si lo que te conmueve es la piedra,

así pondrás en el diamante tu esperanza

y tendrás el cuerpo exhausto.

Si lo que te conmueve es el fuego,

así serás el pico del águila en la víscera del héroe

y tendrás lumbre.

FÚNEBRE 

Miserable el temblor en los espejos,

la sorda transparencia del cristal

en los bares donde perdí el amor

por no tener respuestas que poner sobre la mesa.

No podré ver la llamita sobre la piel

acercarse al rojo de las paredes

como en cualquier película.

Mejor no desandar ese trayecto

que va desde el festín a los despojos,

mejor quedarse con la vida

gratuitamente

observando el escombro que florece

en el borde donde fuimos dos amantes,

a punto de asumir cualquier mentira,

una extinción que nos dejara todo.

Desde ese desfiladero me pregunto

cuán triste es en verdad nuestra estancia

en una geografía devastada por las olas

que regresan de una orilla imaginaria,

traen sus humedades a los puertos

de donde no parte ni siquiera el viento.

Nadie es culpable de la fiebre y la náusea

a la salida de un túnel sin amigos.

Nadie es culpable de ser el último en marcharse,

el que cierra la escotilla de mármol

y nos deja encerrados para siempre.

CASTILLO DE IF

La poesía no sirve para cavar un túnel

si este me conduce hacia otra celda

y no hacia el salto desde el desfiladero.

Preciso es fingir alguna muerte

para quedar con vida y ver el mar.

Para recordar a Albis Torres

Para recordar a Albis Torres

Albis Torres

Aunque La Habana es una ciudad pequeña y promiscua, no conocí a Albis Torres. O tal vez sí, hasta fuimos amigos de algún modo secreto, gracias a las muchas lecturas que hice de textos suyos como los incluidos en la antología Usted es la culpable o a que nunca me perdía su extraordinario programa Palabras contra el olvido, transmitido en Radio Ciudad, en la época que la emisora ubicada en el quinto piso de N 266 evidenciaba que, talento mediante, sí se puede hacer una radio que valga la pena, bien distante de la mediocridad que hoy prevalece en la radiodifusión cubana.

Solo han transcurrido 16 años de que Albis Torres desapareciera físicamente el 15 de marzo de 2004 y sin embargo, los más jóvenes desconocen quién fue esta genuina creadora. Por eso, al margen de que yo no tuve el privilegio de visitar su apartamentico en Jovellar número 111 y participar en las charlas y discusiones que allí se daban sobre lo humano y lo divino entre personajes a los que admiro como Atilio Caballero o Lázaro Sarmiento, en la medida que puedo, intento que en Miradas Desde Adentro se mantenga viva la memoria cultural de este país. Así, para que el posible interesado de las nuevas generaciones tenga una mínima idea de quién es Albis Torres, reproduzco un texto sobre ella escrito por mi hermano Sigfredo Ariel y que sí fue un gran amigo de esta promotora cultural, poeta y directora de programas radiales.

DORMIDA SOBRE LA DICHA 

Por Sigfredo Ariel

Hace veinte años Albis Torres está sentada en una silla de oficina, mirando al objetivo de la cámara (mirándonos) con su linda cara burlona. Unos datos breves bajo la fotografía la describen de manera somera. En la página de al lado unos poemas: “Mamá está en el balcón”, “Ciencia ficción”, “Cocosí”… hablan acerca de ella más y mejor. Yo la había conocido fugazmente un par de años atrás, en Topes de Collantes; la había leído un poco antes en Breaking the Silences, aquella antología de escritoras cubanas que preparó Margaret Randall en el 76 o en una fecha cercana a ese año. Ahora (1985) coincidíamos en Usted es la culpable, con Reina María, Novás, Soleida, Marylin, Escobar, Osvaldo, Víctor, Bladimir, Lorente, Larrea, Codina… Formamos una especie de familia, me dice, y ya sabes, uno no escoge a sus parientes.

En aquellos años no había muchos refugios para los poetas, músicos y pintores jóvenes, gente errante y enamoradiza de los años 80. El más gregario y democrático se situaba en la casa que tenía Albis Torres en la calle Jovellar. En aquella sala diminuta nos conocimos muchos y estuvimos conversando (o discutiendo) a lo largo de siglos. Nos animaba a veces el nebuloso espíritu de “la venganza de Ceaucescu”, espécimen de vino tinto que cobraba muy alto al amanecer la locuacidad de la alta noche. Oíamos a la Burke y a Génesis, Pink Floyd, Ma Rainey, Afrocuba, Barroso, y a unos grupos alternativos ingleses, finlandeses o nigerianos que albergaban los casetes de Atilio Caballero y de los que nadie, salvo él, se acuerda, pero que conocieron instantes gloriosos en la reproductora aquella, instalada sobre la nevera mínima.

Por Jovellar número 111 pasaban también actores y actrices, productores, locutores de la radio, guionistas y directores de cine. Algunos artistas de mucho nombre iban a parar también, inevitablemente, al gran sofá Gollum sobre el cual dormimos algunos afortunados peregrinos, y se platicó sobre todos los asuntos posibles. Wendy Guerra ha escrito un hermoso poema sobre aquellas noches y una crónica y quién sabe si una novela.

Albis-imán, Albis-comedia-drama-sainete, Albis-poeta finísima, Albis-toda la música. Su amigo predilecto era Lázaro Sarmiento: “el mejor de todos nosotros”, nos decía a los demás, como si nos importara, porque al fin y al cabo nos alcanzaba con la cuota de su atención que nos tocaba, fuera un plato de arroz con almejas o la consulta sentimental o profesional, con su respuesta siempre imaginativa al sucesivo, más bien constante, ¿qué tú crees que haga, Albis?

Cuando necesitaba un abogado en las alturas, le rogaba al fantasma de Machito para que intercediera en un asunto irresoluble, como mejorar los parvos resultados académicos de Wendy. Si añoraba un lugar que visitar en el mundo, dividía su deseo entre Angkor y Florencia, y en su fonógrafo íntimo convivían Moraima Secada y Bob Dylan en apasionado maridaje. Se emocionaba con los versos de Walter de la Mare, Gastón Baquero ¿banense como ella? y Allen Tate, entre otros incontables. Creo que su galán imaginario fue Fayad Jamís, profesor suyo de pintura en los primeros años 60, en Cubanacán, con Rigol y Antonia Eiriz.

Me resulta extraño contar cosas de Albis en tiempo pasado, también de Fayad o Pepe Rodríguez Feo, que se marcharon de uno para siempre, igual que de otros amigos míos que ahora andan dispersos por el mundo: Damaris, Tosca, María Elena, Emilio, no sé cuántos más. Albis sentía vivamente sus huecos de ausencia particulares. Casi todos los días mencionaba a personas que echaba de menos y de las que apenas recibía noticias. A la vez detestaba lo que llamaba “encuentros con el pasado”, pues su nostalgia no era de un tiempo anterior, la bobería de la anécdota vieja, sino de la cercanía en el hoy y ahora de la gente semejante, del afín, del equivalente, incluso del antagonista o el revés. Ahora es que vengo a comprenderla, igual que a su poesía, que me revela hoy relieves que antes no había logrado advertir.

El número de la revista Matanzas dedicado a Marta Valdés* incluye un poema suyo: “Imagen de mujer desnuda dormida sobre un potro”. Permiso para un leve sobresalto (Lezama dixit) ahora que Albis se nos aparece.

Dócil bajo su carga

el potro ni ladea los costados

no sea que se caiga

y de repente rompa

como el cristal del agua con su hocico

este encantamiento. 

Busco los poemas que me dio una tarde “porque si los dejas conmigo los voy a cambiar y cambiar hasta desgraciarlos”. Reconozco los tipos de la misma máquina de escribir: tanque de guerra alemán con que escribía libretos para la radiodifusión ingrata con la que siempre o casi siempre estaba en deuda, pues, aunque concibiera y realizara programas y programas espléndidos ¿Palabras contra el olvido?, los agentes del aire siempre quieren, exigen más y, a cambio, dan un mínimo que apenas da para el sustento cotidiano, la electricidad, el agua, el gas, la latica de almejas. 

Me han contado a Europa.

Una y otra vez los buenos peregrinos

la sustraen de la noche nevada.

mis queridos indianos

entre cenas

frugales y tazas de café amargo

la deslizan ante mí

dibujada en una servilleta

allá en París o Rótterdam

o en la Praga antigua.

Ellos vieron al Giotto de mi alma

y al enorme joyán de Brunelleschi

contra el cielo de la sin par Florencia.

Europa ya me sabe a café amargo

y a comidas frugales.

Confieso tener un mapa de Pompeya

y una foto autografiada de Harold Lloyd

que me parece fiable.

Muchas veces, durante muchos años

me contaron a Europa

mientras las cariátides perdían mansamente

las narices.

Toda su obra ocuparía un volumen de modesta extensión. Rompió mucho, desechó, destruyó sus originales. Publicó pocos poemas, siempre movida por un encargo, el pedido de un antologador o alguien de una revista. Procuraba estar atenta a las noticias de la radio y la televisión, que interpretaba luego muy a su manera. Su mirada no estaba centrada en lo temporal, sino en los espacios y la historia de la gente, el tiempo pasaba sin que lo advirtiera. Siempre dejó para luego el reunir su poesía; en realidad, creo que no dio una sola página suya por terminada. Se sentía contemporánea de todo el mundo, por eso lograba entenderse con caracteres disímiles de todas las generaciones. Sus poemas están mezclados con la historia de Cuba, con su familia, real o fantasmagórica, la actualidad de sus amigos y con algunos puntos de su particular mapa del planeta, que era francamente albiscentrista. 

Hay mitos que nadie ha fabulado,

mitos como universos que habitan

en los seres humildes.

El mío son las olas y un hombre

que las vio diligentes hacer y deshacer,

el paisaje lunar de las Galápagos

y un hombre que no cruzó el océano

e imaginó, mil veces veinte, un viaje

sin riberas.

Mi país es ese instante único

que ahora mismo sucede en todas partes,

orillas de la tierra,

lugares a los que no sé ir

ni puedo, y llego sin embargo.

Amo esa alquimia de olas y pacientes orillas.

No hay mejor patria

ni asta en que poner

bandera alguna.

Amaba la novela gótica, a Bela Lugosi, al libro de Ezequiel, la gran poesía y la gran novela norteamericana del siglo veinte. Le gustaba compartir y leer en voz alta sus hallazgos. Sin embargo, creo que el nexo de comunicación que nos articuló de manera más honda fue la música, lengua común que se enriquecía de continuo. A veces aquel dialecto nuestro lleno de alusiones era ininteligible para quienes nos rodeaban. Adorábamos un tango de Gardel, titulado “Senda florida”, porque parecía encerrar nuestra particular ontología, basada en “las armonías de una dicha singular”. A los boleros que cantaba Vicentico Valdés en nuestra retentiva ¿cientos de ellos? se sumaban un buen día letras de Charly García, un guaguancó de Santos Ramírez (“perdió su barco Colón víctima de un terremoto”), la fase encantada de algún lied, la manera en que alguien (Sarah Vaugham) interpretaba a Lennon-McCartney. Descubrimos juntos muchos mediterráneos y mucho navegamos en ellos. Por no lograr penetrar en nuestra jerga hubo quien llegó a odiar el dueto que formamos.

Albis Torres rendía culto a la memoria viva de todas las cosas, canción o película remotas, una tarde junto a Eliseo Diego que con el tiempo ganaba cada vez nuevos matices e interpretaciones, el Banes de su infancia en el colegio cuáquero, el sabor verdadero de una fruta “que ya no sabe igual” y que en su delicadeza refugiaba su única, indefectible calidad. Por eso resultó tan absurdo que sus recuerdos se confundieran hasta disolverse en un limbo de mutismo en sus últimos años. No sé si porque barruntó su final, creía firmemente en la existencia de una dimensión que acompaña la nuestra, un espacio sin espacio donde no hay pérdidas, melancolía ni evocación, sólo lucidez en medio de las armonías de aquella dicha singular a la que aspiró siempre.

Por ahora

Dejémosla

no sea que la blanda dejadez de sus espaldas

nos diga que está muerta

o que de pronto

sepamos el color de su mirada

y ya no sea más

una mujer dormida sobre un potro. 

*Revista Matanzas. Año VI, Números 2 y 3, mayo-diciembre, 2005.

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