Categoría: Música

“Quiero verte otra vez”

“Quiero verte otra vez”

Ya son varios meses en los que el mundo y nuestro país en particular están viviendo una situación atípica para la cual nunca estuvimos, ni estaremos preparados. Son tiempos difíciles, empañados por una pandemia global que azota cada área geográfica de nuestro planeta. Muchas han sido las víctimas y los afectados ante tal situación. Es por ello que, los llamados a la conciencia social, al distanciamiento entre las personas y la necesidad de quedarnos en casa (#Quédateencasa), se han convertido en las consignas más importantes para combatir esta enfermedad.

El arte y la cultura en general se han sumado al mensaje de cuidarnos para vencer este mal, y así, volver a vernos otra vez. En muchos países del orbe, como en Cuba, disímiles artistas han realizado actividades e iniciativas con el fin de llegar al público mostrando esta recomendación por el bien de todos.

Uno de estos creadores es Alexander Abreu, director de Havana de Primera, agrupación muy querida y popular en nuestro país y en muchas partes del mundo. En la memoria del pueblo cubano está siempre presente “Me dicen Cuba”, tema de un fuerte sentir patriótico, el cual enaltece los valores que llevamos arraigados todo aquel que se siente orgulloso de ser cubano. Es una canción que marcó pauta, porque no había un rincón de Cuba en el que no se coreara cada una de sus líneas.

Siguiendo la estela del tema anterior y comprometido con estos tiempos, Alexander Abreu presentó hace un mes “Quiero verte otra vez”. Este es un track que desde sus primeras estrofas aborda lo que sucederá cuando toda esta situación compleja pase, que no son más que aquellas acciones que el cubano por naturaleza más extraña de su cotidianidad, un saludo espontáneo lleno de besos y abrazos. Como él mismo expresa y nos hace soñar, cuando te vuelva a ver, algo que debemos decir a cada uno de nuestros seres queridos y amigos, es tiempo de celebrar, brindar y agradecer por haber ganado esta batalla. La invitación a su vez se convierte en un motivo más para valorar todo aquello que tenemos, y que por cosas de la vida no sabemos lo que el destino les pueda deparar. 

El ritmo y el sabor de nuestra música, esa que nos identifica y nos hace bailar en este tema, viene acompañada por ese mensaje que se repite una y otra vez, pero que nunca es suficiente para hacernos entender, la necesidad de quedarnos en casa. Bailando, cantando o tarareando la letra, volvemos a sentir que la mejor manera de cuidar a nuestra familia y a todo aquel que de verdad nos importa, es concientizando que si hacemos lo establecido y nos cuidamos cada uno, estamos cuidando a los demás. 

A partir de aquí, del disfrute de otra de las grandes creaciones musicales de Alexander Abreu, nos toca a nosotros pensar y reflexionar sobre la importancia que tiene cumplir con las orientaciones que nos hacen para vencer más rápido esta enfermedad. Todo aquel que gusta de la buena música y las cosas que se hacen de corazón, puede encontrar en “Quiero verte otra vez” un mensaje claro, con un lenguaje sencillo y directo, en el que se busca llegar a la población para transmitir lo que extrañamos, pero que para llegar a ello tenemos que cuidarnos cada uno de nosotros.

Todas las noches mientras se aplaude bien merecido al personal de la salud, algunos vecinos se rotan para que en el mismo instante que se agradece a esos héroes de batas blancas, en el barrio bailemos al compás de Alexander Abreu y Havana de Primera con esta canción. Ojalá como mismo llegó a los corazones de cada cubano “Me dicen Cuba”, “Quiero verte otra vez” toque la fibra y haga pensar a todos.

Guinga o la buena música de Brasil

Guinga o la buena música de Brasil

Es una pena que en Cuba no circule como merece la música de Brasil. Con ello nos perdemos lo hecho por nombres del panorama sonoro de aquella nación como el Cuarteto Jobim Morelenmaum, Toque de Prima, el grupo Mestre Ze Paulo o el guitarrista Guinga, por solo mencionar unos pocos ejemplos. Por lo anterior, nunca será suficiente lo que habrá que agradecerle a Pablo Milanés por ser el principal artífice de que, cuando en los 80 se celebraron distintas emisiones del Festival de Varadero, por el escenario de la playa matancera desfilaran numerosos creadores musicales brasileños, de los más importantes en su momento e incluso hasta nuestros días.

Después de aquella gratificante experiencia que, dicho sea de paso, entre nosotros no se supo valorar en su real magnitud si nos guiamos por el poco caso que se le hizo a algunos de esos ilustres instrumentistas y cantantes, no hemos vuelto a disfrutar de un intercambio tan fluido y por el cual a Cuba llegaron importantísimos representantes de la música popular carioca. No se trata de que por acá en años recientes no se hayan presentado artistas brasileños de tremenda valía, pero lo cierto es que cualquier recuento demostrará que la cuantía de visitantes no resiste la comparación con lo acaecido en el decenio de los 80.

En el caso específico de Carlos Althier de Souza Lemos Escobar, conocido como Guinga, es un eminente guitarrista y como compositor, según no pocos especialistas de su país, está ubicado a la misma altura de figuras notables como esos imprescindibles que son para la música brasileña Villa-Lobos y Antonio Carlos Jobim.

Una de mis grandes amigas, la vocalista Danays Bautista, fue la persona que me hizo prestar atención a la obra de Guinga, y desde el instante en que ella me pasó algunas de las producciones fonográficas del guitarrista y compositor, también dentista de profesión durante largo tiempo, me volví devoto del creador nacido el 10 de junio de 1950 en Madureira, un suburbio de clase obrera ubicado en Río de Janeiro.

Según la biografía de Guinga, en la década de los 70, a la par que ejercía su profesión como odontólogo, él acompañó a cantantes como Beth Carvalho y João Nogueira. Asimismo, por esos años grabó con Cartola y Clara Nunes, figuras muy reconocidas en el ámbito de la samba. En la etapa, empezó a colaborar con el poeta y letrista Paulo Cesar Pinheiro, con el que estableció un dueto autoral. De tal suerte, canciones suyas fueron grabadas por gentes como Elis Regina, Nelson Gonçalves, Miúcha y Clara Nunes.

La carrera musical de Guinga despegó en grande en 1990, cuando Ivan Lins y Vitor Martins crearon el sello discográfico Velas, compañía que le posibilitó sacar al mercado en 1991 su ópera prima, el álbum titulado Simples e Absurdo, que tiene un repertorio de canciones compuestas por el guitarrista en colaboración con el letrista Aldir Blanc.

De ese disco hay varias piezas que para mi gusto son pequeñas joyas, entre ellas mencionaría Lendas Brasileiras, Ramo de Del rios, Rio-orleans, Quermesse, y sobre todo, la que da nombre al fonograma, es decir, Simples e Absurdo, orquestada solo con un acompañamiento de guitarra de esos que cualquier ejecutante del instrumento de las seis cuerdas desearía haberlo ideado.

Otros álbumes que recomiendo son Delírio Carioca (1993), contentivo de 15 temas caracterizados por hermosos arreglos y donde las palmas se las llevan las piezas Cançao do Lobisomem, Viola Variada, Choro pro Zé y Age Maria; Cheio de Dedos (1996), material básicamente instrumental y que valoro de obligatoria consulta para los guitarristas de música popular interesados en la vertiente acústica con cuerdas de nailon en el instrumento; Suíte Leopoldina (1999); Cine Baronesa (2001); Noturno Copacabana (2003); el fenomenal Graffiando Vento-Guinga & Gabriele Mirabassi (2004); Saudade Hacer Cordónão-Guinga & Paulo Sérgio Santos (2009) y Francis e Guinga-Guinga & Francis Hime (2013).

Lo más reciente hecho por este cultor de géneros y estilos que abarcan el choro, samba, forró, baião, frevo, modinha, vals, foxtrot, blues, música clásica y jazz, es un trabajo de conjunto con la cantante Mônica Salmaso y la clarinetista Nailor Proveta, pero hasta hoy no he podido escuchar nada de eso. Con un repertorio que, al decir de la crítica, está armado por composiciones que a menudo son armónica y rítmicamente complejas, aunque en el plano melódico resultan accesibles y con mucha resonancia, a quienes aún no hayan podido disfrutar de la obra de Guinga, se la recomiendo con la certeza de que al más exigente melómano, esta propuesta no lo defraudará.

Jade y su nueva propuesta fonográfica

Jade y su nueva propuesta fonográfica

“Hay días en que se juntan mis penas / ganándole la partida a mi pobre corazón / pero hay otros en que amanezco cantándole en sol mayor a la vida / y doy las gracias a Dios. / Días en que el amor de tu vida / a la vuelta de la esquina / se te revela imprudente y fatal / sin embargo hay otros / en que me importa bien poco / si el amor es algo grande, puro / o si es un rollo total. / Canto por no llorar, / lloro de tanto reír / y es que la vida encierra un contraste / con el que hay que convivir. / Acaba de aceptar / que la felicidad / nos dura por un instante / y no por toda una eternidad.”

Lo antes reproducido es un fragmento de una canción titulada “La vida”, uno de los temas que más me atrapa del nuevo disco de Jade. Dentro de la polifonía de voces de los músicos cubanos de la actualidad, la propuesta de Yanaysa Prieto y Maygred Felina Bourricaudy en sí misma representa la quintaesencia de lo mucho y bueno que en materia de cancionística vienen haciendo desde hace varios lustros (en unos casos dentro y en otros, fuera del país) creadores nacidos en este lado del mundo y pertenecientes a la generación finisecular.

En el repertorio aquí defendido por Yanaysa y Maygred, ejemplo de la Canción Cubana Contemporánea, se interpretan piezas en la línea de los géneros y estilos tradicionales de nuestra música (“Caminando”, “Por si el peso”, “La vida”, “Prueba y vete”) y otras donde la asimilación de lo foráneo y de una perspectiva híbrida es lo prevaleciente (“Más lejos que el sol”, “Compás de espera”, “Te soñé”, “Mañana tal vez”). 

La audición íntegra del álbum de Jade deja claro que ellas se han librado del narcisismo insular o exceso de localismo que en buena medida ha sufrido la producción artístico-literaria hecha por nuestros compatriotas. Porque si bien Tagore tenía razón al aconsejar: “Conoce a los de tu aldea y conocerás al mundo”, dado que el amor, la soledad, son iguales en México, Holguín, Tokio y en Berlín, la escenografía sí varía de manera radical. Ello trae aparejado un cambio en la forma de ver el mundo, fenómeno que en particular se ha producido entre las más recientes generaciones de cubanos.

De ese modo y a pesar de que se mantiene vigente el orgullo por la pertenencia a nuestra cultura, en un CD como el que nos entrega Jade se percibe que la noción de arte nacional se ha modificado, al igual que los paradigmas que hasta hace poco prevalecían, en correspondencia con el hecho cierto de que los códigos artísticos universales se han vuelto más cercanos a los creadores de cualquier punto del planeta, dada la expansión de la aldea global de la que nos hablase Marshall McLuhan y el desarrollo de un mundo cada vez con un mayor grado de interconexión. 

A tenor con la nueva realidad, Yanaysa y Maygred continúan haciendo una canción esencialmente muy cubana, pero cada vez también resulta más universal y dueña de una mirada supralocal, por encima de haber sido compuesta en La Habana.

Así, con este fonograma, en el que para su resultado final Yanaysa Prieto y Maygred Felina Bourricaudy han contado con el apoyo de una tan prestigiosa figura de nuestro panorama sonoro como Yusa,  se verifica que ellas han logrado construir una cancionística que les trasciende como entes artísticos individuales, para devenir forma de legitimación de toda una promoción, con lo cual Jade ya es algo mucho más que un simple proyecto musical.

Cofradía: Tal como son

Cofradía: Tal como son

En la historia de la Canción Cubana Contemporánea, desde fines del decenio de los 80 de la anterior centuria y hasta nuestros días han existido distintos dúos. En una breve enumeración podrían mencionarse nombres como Superávit, Hobby, Cachivache, Gema y Pavel, Postrova, Buena Fe, Karma e Iris. Es como parte de dicha corriente ideoestética que surge el proyecto artístico denominado Cofradía, integrado por Eusebio (Pachi) Ruiz Silvén, que se hace cargo del respaldo guitarrístico así como de los arreglos de voces, y Liamer (Lía) Llorente Góngora, quien además de cantar toca algunos instrumentos de percusión menor.

Conocí a Pachi y a Lía hace ya unos cuantos años, cuando ambos eran miembros de un grupo radicado en Moa y se presentaron en Holguín a propósito de las Romerías de Mayo. En aquella ocasión, ellos interpretaron como parte de su repertorio una muy hermosa canción escrita por Fernando Cabreja y que en un tiempo funcionó, junto con la “Oda a la alegría” de la 9na. Sinfonía de Beethoven, como tema central de la gran fiesta del arte joven cubano. 

Después de que se desintegrara la agrupación y de nuevo gracias a las “Romerías”, me los volví a topar en la ciudad de los parques cuando ya conformaban un dúo, con el que intervinieron en numerosos eventos de los organizados por la Asociación Hermanos Saíz, como los encuentros trovadorescos “Longina”, “Trova Viva” o “Al sur de mi mochila”, así como en otros certámenes al corte de la Fiesta de la Cultura Iberoamericana y la de la Nacionalidad.

En un primer momento, Pachy y Lía estuvieron muy influenciados por el quehacer de Gema y Pavel, pero de entonces a acá ha llovido mucho y el dúo Cofradía ha madurado, gracias a su intensa labor de investigación musical, así como por sus frecuentes presentaciones en Trinidad (ciudad donde hoy residen) y en otros escenarios, tanto en Cuba como fuera de nuestro país (Argentina, Italia, Noruega, Dinamarca, Suecia, Alemania y España). Semejante cúmulo de experiencias la vierten ahora en la grabación del que será su nuevo  disco, nombrado Tal como somos, con producción musical a cargo de Rainer Pérez y Manolito Simonet.

Afortunadamente ya he podido escuchar la grabación y puedo asegurar que estamos ante un álbum en el que no se pasa por alto el legado de la música tradicional cubana; claro que aquí este no es jerarquizado por encima de lo contemporáneo, sino que son justipreciados en idéntica medida. 

La apuesta por hibridar sin el más mínimo prejuicio elementos de múltiples orígenes se perciben a través de la totalidad de las piezas del fonograma, todas compuestas por Pachy. Por ello, si bien la canción es el plato fuerte de la propuesta, en el CD se aprecia una propensión a lo lúdico y que hace que la dicotomía entre lo reflexivo y lo bailable desaparezca.

Con orquestaciones realizadas por Rainer Pérez, uno de los rasgos más sobresalientes de este disco es la nómina de invitados a participar en el mismo. Son ellos Gema Corredera, Liuba María Hevia, Lucimila Rodríguez del Rey y Alain Pérez. De tal suerte, si me pidiesen recomendar algunos cortes del álbum, mencionaría “Abeja reina”, “Más arriba”, “Estandarte”, “Blue para ti” y en especial “Testigo único”.

Así pues, el disco que muy pronto estará a la disposición de los seguidores de Cofradía y en general de la Canción Cubana Contemporánea es una propuesta donde conviven tradición y vanguardia, continuidad y ruptura. Resulta otra estupenda muestra de lo que el cantautor Julio Fowler, al referirse en conjunto a este tipo de cancionística,  describe como un proceso convergente de asimilaciones estéticas y culturales, de una sabiduría abierta siempre que incorpora préstamos y “los transforma en un incesante trasiego e intercambio y donde lo único que no varía es esa capacidad de permeabilidad, de innovación y metamorfosis de la experiencia creadora”.

Cucu Diamantes: en defensa del performance

Cucu Diamantes: en defensa del performance

Quizás, como ninguna otra manifestación, la música cubana facturada en los últimos tiempos, tanto en el país como en la diáspora, le ofrece a las ciencias sociales un campo para el análisis de cómo se producen los procesos de nacionalización de lo global y globalización de lo nacional pues, como han argumentado George Lipsitz y Simon Frith, la música popular es el producto cultural que cruza fronteras con mayor facilidad mientras demarca espacios locales. A fin de cuentas, la obra de estos creadores habla de una avidez esencial por los sonidos, esa que no se detiene a pedir pasaportes, sino que digiere cuanto tengan de valioso para nutrir las ideas que asedian a los verdaderos artistas, protagonistas de una Cuba que –como nunca antes en nuestra historia– hoy se desborda de sus fronteras insulares, con lo que la extraterritorialidad cubana vive un momento de consagración.

La imagen de un futuro más o menos cercano en relación con lo que probablemente suceda con la diáspora musical cubana, para mí queda representada en la figura de la cantante Cucu Diamantes, un rostro de esas generaciones de nuestros artistas inmigrantes. Y digo rostro con toda intención, porque lo cierto es que no hay mucho que hablar de la voz. Muchos recordarán la entrevista que Amaury Pérez le realizara para su programa televisivo Con dos que se quieran (tercera temporada).

Las mejores palabras para describir en breve síntesis a la otrora vocalista de la agrupación Yerbabuena, las ha escrito el periodista Alejandro Armengol en su bitácora personal:

“Difícil definir a esa mujer que por momentos hace todo lo posible por desbordar sensualidad y otras se comporta casi como una excéntrica; a veces ´´chea´´ en el escenario y aguda en más de una ocasión durante cualquier entrevista; alguien que sabe defenderse en un solar habanero y comportarse en una galería de arte en Roma; una artista que en un primer momento uno piensa que podría destacarse más con un mejor repertorio, para conocer luego que algunas de las composiciones que interpreta son de ella o que ha intervenido en su elaboración.”

Habanera radicada en Estados Unidos desde la última década del pasado siglo (según confiesa, no se fue de Cuba por motivos políticos ni económicos sino porque hay seres que, como en su caso,  tienden a la errancia), con estancias prolongadas en La Habana  y a la que le importa más el performance a realizar que el hecho de ser o no una buena cantante, representa esa diáspora en la que lo cubano es una parte pero no un todo. 

Con el agudo columnista Alejandro Armengol, comparto su idea de que ella haya cantado en la Fiesta Latina durante la toma de posesión del presidente Barack Obama y que pocos meses después, la vocalista residente en New York se presentase en la Plaza de la Revolución como parte del macroconcierto organizado por Juanes en Cuba, puede (y debe) subrayarse como un dato significativo, no en el planteamiento de un vínculo directo entre uno y otro evento sino en la evidencia de un elemento común entre ambas actividades. 

Tras una votación por la presidencia de Estados Unidos, en la que el clásico enfoque del exilio cubano intransigente resultó perdedor, la actuación de Cucu en La Habana junto a figuras como Miguel Bosé, Olga Tañón, Luis Eduardo Aute, Orishas, Silvio Rodríguez, Carlos Varela, los Van Van… y su posterior gira por el país (la primera llevada a cabo por un músico cubano no residente en Cuba y recogida en el filme Amor crónico, del actor devenido realizador Jorge Perugorría), constituyó otra derrota para la línea recalcitrante de Miami y señal inequívoca de los tiempos que, quiérase o no, están por venir.

De lo de la semana pasada. Una conversación con Lino Betancourt.

De lo de la semana pasada. Una conversación con Lino Betancourt.

Hace exactamente veintiún años, viviendo en La Habana mientras hacía la investigación para mi tesis doctoral sobre la comercialización de la cultura y la música en Cuba, entrevisté a Lino Betancourt. Había hecho amistad con él durante mi trabajo de campo etnográfico en Radio Taíno, el cual tuvo lugar intermitentemente entre 1996 y 1999. 

Betancourt en aquel entonces era autor intelectual y conductor del único programa de la emisora dedicado a la Vieja Trova, Cita con la Trova, y un gran conocedor y erudito de esa tradición musical. Mi objetivo al entrevistarle era tomarle el pulso a la situación de dicha música en el panorama comercial que se estaba desarrollando en aquel momento en que pequeñas compañías discográficas extranjeras incursionaban en Cuba en busca de nuevas fuentes de materia prima musical. Eran en su mayoría empresas españolas -y alguna que otra británica, francesa o norteamericana registrada en un tercer país- que no temían al bloqueo comercial estadounidense sino todo lo contrario. Buscaban la ventaja que ese aislamiento comercial les daba al no tener competencia de las multinacionales. Sin embargo, estas disqueras, en pos del éxito comercial en sus países, prefirieron la música bailable, y guiaban sus decisiones según la recepción de la música entre la audiencia nacional, suponiendo que lo que hacía bailar a los cubanos, haría bailar al público.  En Radio Taíno, sin ir más lejos, era incomparable la audiencia de un programa de salsa como De Cinco a Siete, con el de Cita con la Trova. De hecho, hacía unos meses que el programa que Betancourt realizaba desde 1989, había sido cambiado a un horario de madrugada por ese motivo.

No es sorprendente, pues, que aquellos productores extranjeros que pusieron su atención en la música tradicional cubana fueron minoría, como minoritaria fue su penetración en el emergente mercado internacional de las músicas del mundo donde casi todos ellos se insertaban. Productores como Eduardo Llerenas, de Discos Corasón, en México, o Manuel Domínguez del sello español Nubenegra, fueron algunos de los que se aventuraron más allá de La Habana, con un instinto a veces más musicológico que comercial. Proyectos como el de la Vieja Trova Santiaguera, mencionado en esta entrevista por Lino Betancourt, se insertan en esa corriente dirigida a un público entendido y no tan joven: el público urbano de la world music que acogería de brazos abierto al Buena Vista Social Club, éxito que tomó de sorpresa a todo el mundo, y no solamente en Cuba. 

Visto desde el presente, Lino Betancourt fue un visionario que nunca perdió la confianza en la vigencia de la música tradicional para el público de hoy. Él entendía el poder de los medios de comunicación en la formación de los gustos y las preferencias del público, y sabía que una vez los mismos se tradujeran en dinero, el panorama musical de un país se reconfiguraría por fuerza, y que quedaba en manos de las instituciones públicas servir de correctivo, ya que una cultura representativa y democrática no es necesariamente la que el mercado haya de propiciar. 

Lo que Betancourt, ni nadie en la industria de la música en Cuba en aquella época entendió, fue que el potencial comercial de la música tradicional cubana sólo podía desarrollarse “modernizando” el sonido mediante la potenciación de algunos de los elementos que justamente lo hacían sonar antiguo. Ello, además, requería de un marketing que al mismo tiempo también uniera modernidad y tradición: una tradición vista desde un presente consciente de su abandono. Requería, en otras palabras, de una cierta “orientalización.”  Mientras, en La Habana, la peña de Compay Segundo en la Casa de la Amistad apenas atraía a unos cuantos turistas, con su pobre sonido y aún más pobre visualidad, en esos mismos días Ry Cooder y Wim Wenders le vendían al mundo no sólo una “materia prima” sino una imagen y una narrativa que conectó con corazones y bolsillos. Fue justo a los pocos días de la presentación tanto del documental de Wenders como del proyecto musical Cooder en La Habana – a los que asistí y que tuvieron lugar en el cine Chaplin, el 26 y 27 de marzo de 1999, por estricta invitación y con muchos asientos vacíos – que conversé con Lino Betancourt sobre estos temas. 

Lino y su esposa me recibieron calurosamente en su apartamento del Vedado. Recuerdo el sol que lo inundaba, resaltando la sobriedad y limpieza absoluta del lugar. Lino Betancourt nunca rechazaba una oportunidad de conversar sobre lo que más amaba: la música tradicional cubana.  A continuación, editados y seleccionados, incluyo algunos segmentos de aquella larga entrevista. Era el 20 de Abril de 1999.

AHR.  Cuénteme de su vida profesional.  ¿Cómo se inició usted en la radio? 

LB. Yo provenía de Radio Rebelde, donde era también vicepresidente del Círculo de Periodistas de Turismo de Cuba. Al iniciarse Radio Taíno en 1985 como una emisora eminentemente dedicada al turismo, la dirección de Radio Rebelde estimó mi traslado a la nueva emisora. Y me sentí bien porque el perfil de Radio Taino era de turismo, y además tenía como premisa fundamental la música cubana, y como yo soy un entusiasta de la música cubana, pues vi los cielos abiertos. Dije, ‘me voy a hacer dos cosas que a mí me gustan mucho, turismo y música.’ Y empecé allí cuando se fundó, en noviembre del 85, a cargo del noticiero de la mañana.

AHR. ¿Y se escuchaba?

LB. Desde luego, aunque yo siempre pensé que el turista no oye nunca Radio Taíno, ni antes ni ahora. En las entrevistas que yo les hacía por ahí a los turistas, que entrevisté a muchos turistas, les preguntaba si escuchaban Radio Taino y no sabían que cosa era. Y en el interior, bueno, pues en Santiago de Cuba, desgraciadamente nunca se ha escuchado bien Radio Taino. Ahora mismo, yo fui en marzo, al Festival Nacional de la Trova Pepe Sánchez, me hospedé en un hotel que no tiene ningún tropiezo de sistemas para interrumpir las comunicaciones, Villa Trópico, un hotel que esta fuera de la ciudad, y pude coger Radio Taino una sola mañana, pero con una interferencia tremenda. Entonces hablé con la gente allí, amigos míos y amantes de la trova que han seguido el programa de Cita con la Trova, pese a que ya no tiene la audiencia que tenía antes, porque lo quitaron de por la tarde y lo pusieron nada más que a las seis de la mañana, y me dicen, ‘nos cuesta mucho trabajo escuchar Radio Taino.’ 

AHR, ¿Y cómo fue que pasó de informativos a hacer ese programa?

LB. Mira, yo siempre… Yo he sido un fanático de la música trovadoresca, de la trova. Desde hace como 35 años he venido escribiendo artículos para toda la prensa, nacional e internacional, acerca de música, y específicamente de trova. Y siempre anhelé tener un programa de trova, pero no me daban esa oportunidad porque era reportero. Periodista en activo, y tenía que ir a cubrir esto, tenía que ir al interior, a los festivales de turismo, a la convención de turismo. No tenía tiempo. Entonces cuando yo cumplí 60 años, que es la edad que dice el Ministerio de Trabajo que uno se puede retirar, aunque yo estoy perfectamente bien, de salud, de mente y de todo, digo, ‘me voy a retirar’. Y lo plantee en Taíno y pusieron el grito en el cielo. En ese tiempo vino Pedro Pérez de director, y le propuse lo del programa. Y Pedro Pérez me dice, ‘tráeme el proyecto.’ Y les gustó. “¡Bueno, empieza ya!” Y comencé a hacerlo. Eso era en el 89. Y no estuve jubilado nunca. Pero me quedé sólo con el programa.

AHR. ¿Y le redujeron el salario?

LB. No. Porque el programa lo pagan, y entonces completo bien mi salario. Aunque me lo hubieran reducido, no importa. Hago lo que siempre yo he anhelado hacer y lo que me gusta hacer.

AHR. ¿Siempre ha sido grabado?

LB. Grabado siempre.

AHR. ¿Quién lo dirige? 

LB. ¿Ahora? Un muchachito nuevo que pusieron ahí que se llama Rey Noa. Uno jovencito él alto. Y antes Migdalia, que lo dirigía muy mal. Me alegro muchísimo que ya no lo dirija. ¡Porque estaba acabando con mi programa! ¡Acabando con mi programa estaba! [risas] ¡Todo el mundo me lo decía! ¡Me quería poner música que no era de trova! ¡Lo que se le ocurría a ella! Como ella no sabe lo que es trova, ni lo que es son, ni lo que es guaracha, ni lo que es música moderna, ni lo que es música antigua, ni lo que es nada, entonces me hacía unas producciones, y yo decía, ‘esto que cosa es?” Entonces no me quedó más remedio que ver a Pedro Pérez. Y por fin tomaron las aguas su lugar, y volví a hacer mi programa de trova.

            AHR. ¿Pero usted que es lo que hace en el programa? ¿Escribir?

LB. Mira, yo lo escribo, busco la música, lo conduzco, y hago la locución. Nada más que hay que montarlo y ya. Yo pudiera dirigirlo, pero no quiero. Tengo muchísimo trabajo. Tengo muchas cosas que hacer. Yo escribo muchos libros.

AHR. ¿Por qué el cambio de segmento horario?

LB. Hasta hace como un año mi programa se transmitía a las seis de la mañana, y se retransmitía a las cuatro de la tarde.  Digo mi programa, porque es lo que yo más quiero como periodista. Mi programa de “Cita con la Trova”. Y fue gracias a Pedro Pérez que yo tengo ese programa actualmente desde hace diez años ya. Pero hace como un año vendieron el espacio de las cuatro de la tarde. Lo compró una empresa, o una firma, no sé qué cosa. Sólo sé que una firma patrocinadora compró ese espacio. Pedro Pérez me dio una explicación. Me dijo, ‘yo no quería quitar Cita con la Trova, ¡pero tú sabes que nuestra emisora tiene que recaudar dinero!’.  

Eso perdió mucho espacio. Perdió mucha audiencia. El 80% creo yo. O el 90%. ¿Porque quien oye un programa a las seis de la mañana? Ni yo. ¡Ni yo lo oigo! Aunque te quiero decir una cosa. Para sorpresa mía, por la calle me llaman y me dicen, ‘oí hoy el programa tuyo, que bonita canción…’ Y en Santiago de Cuba, pese a que la audiencia en Santiago de Cuba es fatal, por problemas técnicos, me he encontrado personas… Mira, te voy a contar una anécdota. Yo fui a ver a Daniel Castillo, un trovador octogenario ya, y muy buen trovador y muy bien compositor, que tiene números muy bonitos, que se cantan por los trovadores, y fui a su casa. Y me dice, ‘todas las mañanas te escucho; paso muchísimo trabajo, pero te oigo.’ Dice, ‘y, es más, mira, ahí están tus programas.’ Digo ‘¿Dónde están mis programas, tú de que hablas?’ Dice, ‘¡mira!’ Y me enseñó como cincuenta cassettes. Dice, ‘yo lo grabo todos los días.’ Digo, ‘¿pero tú haces eso?’ Dice, ‘mira, coge un cassette cualquiera.’ Y cogí al azar un cassette, y lo puse en la grabadora, y ahí salió mi programa. Con regular sonido. Con interferencias… ¡Pero estaba ahí! ¡Estaba ahí! Y hay una señora, aquí en el Vedado, que se llama Irma Rodríguez, que vive en J esquina a 23. El padre de ella era santiaguero. Estuvo enfermo de cáncer. Y oye mi programa todos los días a las cuatro de la tarde. Y cuando él se sintió morir, llamó a Irma, la hija, y le dijo, “Irma, ven acá, quiero que tú me prometas una cosa, hija, que cuando yo me muera, vas a seguir escuchando este programa.” Y se murió como a los tres días. Y entonces Irma escucha el programa y lo graba también. Y me enseñó unas grabaciones que tiene. Entonces ella me escribió, y yo fui a su casa. El día del aniversario de la muerte del padre, yo le llevé un ramo de flores, que pagué de mi bolsillo. No lo pagó la emisora, lo pagué yo. Digo, ‘mire Irma, ve al cementerio, ¿tú vas a al cementerio mañana?’ Dice ‘si’. Digo, ‘hazme el favor, llévale este ramo de flores a tu padre de parte mía.’ ¡Se emocionó mucho ella! Y yo también me emocioné, claro. Yo no le conocía a ese señor, pero la hija, Irma, que es la que oye el programa, por recuerdo del padre, y por mandato del padre, me llama constantemente aquí a la casa, y me escribe a la emisora… Es decir, que son vivencias muy interesantes. Son como premios que uno recibe. 

Pero las seis de la mañana no es un horario óptimo, los oyentes ínfimos. No es la cantidad de oyentes que tenía antes. ¡Que incluso cuando yo fui a Santiago de Cuba hace poco me dijeron, ‘oye quitaron Cita con la Trova!’ Digo, ‘no, es a las seis de la mañana’. – “¡A las seis de la mañana!” Entonces, nadie sabía que era a las seis de la mañana. ¡Yo quisiera que mi programa lo auspiciara una firma comercial! Yo quisiera eso para que me pusieran un horario estelar. Y además para que no corriera el riesgo de que alguien se enamorara de ese horario y me quitaran el programa. Porque si viene un comercial y dice, ‘yo quiero hacer un programa a las seis de la mañana y voy a pagar tanto a la emisora’, psssst, ¡adiós programa ya! Pero si una firma comercial me auspicia mi programa, pues entonces tendría cierta seguridad de que no me lo van a quitar nunca. ¿Te das cuenta?

AHR. ¿La música del programa de donde la saca?

LB. Bueno, mira, casi toda la música la he buscado yo. Los trovadores me dan sus cintas. Antes cuando tenía posibilidad de que grabaran en Radio Taino, en el estudio de Radio Rebelde, yo llevaba a los trovadores, y ellos grababan ahí y me quedaba con la cinta para mi programa. Otras veces trovadores de Sancti Spiritus, por ejemplo, trovadores de Santiago de Cuba, graban en una emisora de Santiago de Cuba, graban en una emisora de Sancti Spiritus y me dan la cinta. Los trovadores famosos, como por ejemplo Eliades Ochoa, Compay Segundo… … ¡Que no eran famosos antes pero que ahora son famosísimos! Hasta tal punto que ya no actúan en Cuba, sino en el extranjero. Que tienen CDs, discos compactos, y entonces cada vez que graban un compacto me lo dan enseguida, y vienen aquí a mi casa y me lo traen. Por amistad. A ellos no les interesa siquiera que lo pongan en la emisora, porque total, ellos no necesitan ya propaganda. Ellos tienen contratos para cien años ya, mientras vivan. Pero como son amigos míos, y saben que yo soy fan de ellos, y que me gusta ponerlo, pues entonces mira… ahí lo tengo.

AHR. ¿Entonces el Grammy a Buena Vista Social Club no ha hecho que su programa se valore más? 

LB. No me ha afectado ni me ha beneficiado. Ni el boom que está teniendo la música tradicional cubana en Europa, tampoco me ha beneficiado. En Radio Taíno han entrado muchos muchachos, muchos jóvenes, que no aman nuestra música cubana. Dicen que esto es música de viejos, que es música antigua. La música, ni es de viejos, ¡ni es música antigua! ¿Entonces Beethoven que cosa es? Si Benny Moré es música de ayer, entonces Beethoven y Mozart ¿de cuándo es? ¿De la semana pasada?

En Cuba, tú sabes que ese gran entusiasmo por la música tradicional cubana que tiene Eliades Ochoa, que tiene la Vieja Trova Santiaguera, que tiene Compay Segundo, Ibrahim Ferrer y toda esa gente… En Cuba no se dan por enterados de eso. En Cuba dicen, ‘ah, ganaron un premio, ah que bueno, aplaudir’. Y se acabó. Y no se vende su disco. ¡Sal a comprar un disco de Compay Segundo, a ver si tú encuentras! En ningún lugar. ¡Sal a comprar un disco de la Vieja Trova Santiaguera! ¡No lo hay! 

AHR. De Compay Segundo si, se vende una antología.

LB. Si, una que yo tengo aquí, ahora se lo estaba diciendo por teléfono a Rey Noa. Pero esa hace poco ahora, porque antes no había, no había ningún disco. ¿Buena Vista Social Club se ha vendido en Cuba? ¡No se ha vendido! Sin embargo, en los Estados Unidos, en Francia, en España… se venden todos estos discos.

AHR. ¿Usted supo cuando se grabó? ¿Estaba al tanto de que se estaba grabando?

LB.  ¡Siempre! ¡Como no! Sí, sí. Me lo dijo Compay Segundo. Que iba a grabar eso. Inclusive fui a su casa, y estuvimos hablando de esto. Y me lo dijo Eliades Ochoa también, que es gran amigo mío. Decían que alguien tiene que venir del extranjero a ocuparse de nuestra música, sin embargo, en Cuba no se ocupa nadie de nosotros. Y es verdad.  Aunque estaban un poco escépticos, porque decían, ‘¿y cómo ahora?, al cabo de tantos años, si nosotros estamos jubilados, y esta gente, están locos…’ ¡Pero bueno! Lo hicieron, primero por amor a la música, porque ellos son gente muy enamorada de su arte, gente que nunca pierde el sentido, el sentimiento, ese gran cariño que tienen a lo que han hecho durante toda su vida. Y en segundo, porque les dieron un dinerito para vivir. 

Mira, yo hace unos años, a mí me daba una pena tremenda ver a Santiago Crea, la voz prima de la Vieja Trova Santiaguera, con los fondillos rotos, con una javita en Santiago de Cuba, caminando así, pasaba por la Casa de la Trova, y digo, ‘Santiago, que vaya bien!’ Y dice, “Que vaya bien, Lino, que vaya bien.” Y seguía de largo. Ni llegaba a la Casa de la Trova. Pobrecito. Iba al mercado, ¡qué sé yo! ¡Mal vestido! Y hace como dos años, yo voy… El año pasado o el antepasado, voy a un festival de trova en Santiago de Cuba, donde iba la Vieja Trova Santiaguera, y yo voy en el mismo avión con Reinaldo Hierrezuelo, muy amigo mío, desde que estaba con Los Compadres, ¿no? Salimos de La Habana, y cuando llegamos a Santiago de Cuba, me encuentro en el aeropuerto a Santiago Crea, ¡con un traje negro azul!! ¡Lindísimo! ¡Cortado a la medida! ¡Unos zapatos de charol relucientes! ¡Un sombrero de castor y una corbata de seda! ¡Le di un abrazo! Le di un abrazo emocionado. Digo, ‘caramba, que bien’. ¡Que contento me sentí! Que contento me sentí, de ver este hombre, como ha resurgido a la vida. Lo vi más fresco, más lozano, haciendo chistes, contento, ¡con sus dientes puestos de nuevo! ¡Ya tiene cinco CDs, la Vieja Trova Santiaguera! ¡Ahora está haciendo una gira por diecisiete ciudades de España, con un éxito tremendo! ¡Tremendo, tremendo! Entonces, bueno, y por qué en Cuba no hicieron eso. ¿Por qué la EGREM no les grabó a ellos? ¿Por qué la EGREM no le grabó a Compay Segundo? ¿Ah, hay que esperar que vengan de fuera a grabarles? ¿De fuera tiene que haber sido? De los Estados Unidos, de España, ¡de Francia! Mira, ahora mismo vino aquí un francés, que se llama Sirius Martínez. Apellido Martínez. Yo lo conozco. Ha venido aquí a la casa varias veces. Hizo un disco para la firma Erato Disc. Francesa. Con viejitos trovadores que estaban ya… Mira. Erato Disc. Lo grabó en Santiago de Cuba. Las Hermanas Fáez, de Camagüey. El trío Miraflores, de Sancti Spiritus. Zaida Reid, que es una viejecita que en Santiago de Cuba la tienen cantando en la Casa de la Trova como una limosna. ¡Ahora se va para Francia! ¡Para París! A presentar el disco este. Las Hermanas Ferrin, que se habían jubilado ya, ¡y estaban sin hacer nada! Él fue y las buscó en el Reparto Chicharrones, creo que Vivían, y las puso a cantar con el Orfeón Santiago. Cantan maravillosamente.  ¡Y mira, el CD es fantástico! Yo lo tengo en Radio Taíno, yo lo pongo en mi programa. Él me trajo el CD, y me trajo el cassette, porque yo no tengo aparato para escuchar CDs en casa. 

AHR. Hábleme de su colaboración con Eurotropical.

LB. Eurotropical se enteró a través de los músicos de que yo conocía mucha gente que hace música cubana. Por ejemplo, una amiga mía que se llama Mayelín Naranjo, que grabó un disco ahora muy bueno para Eurotropical… 

Mira, yo te voy a hacer la historia de esa muchacha. Yo voy de jurado al festival de música popular Sindo Garay que se celebra en Bayamo cada dos años y me hablan de ella. Y que tesitura tiene esa muchacha con esa voz…. Tendrá una tesitura quizá de contralto. ¡Levantó al público! ¡Ganó once premios!  Entonces le dije al marido de ella, un gran músico, arreglista. Le digo, ‘chico, ustedes tienen que irse para La Habana, y buscarse horizontes nuevos, aquí en Bayamo…’ Vivían en Veguita, un pueblecito que esta entre Bayamo y Manzanillo. Le digo, ‘¡váyanse de aquí! ¡Se está echando a perder la voz de esta muchacha aquí!’ Entonces vinieron, ‘no, que no tenemos donde vivir en La Habana…’ Pero bueno, por fin encontraron un pariente, y tuvieron la suerte de llegar adonde está este señor, Segura, González Segura [director de Eurotropical]. Él la oyó, se enamoró de su voz, y se la llevó para Tenerife. Ya grabaron un CD, y están viviendo ya en Tenerife y ¡tiene un dossier de prensa tremendo! 

A partir de ahí, Segura se apoyó en mi para descubrir a algunos músicos que están por ahí olvidados. Fuimos hace poco a hacer una audición a Sancti Spiritus y

audicionamos el coro de clave espirituana, que es el único coro de clave que existe, y que hace este tipo de música. Formidable. Unas voces exquisitas, maravillosos. Audicionamos el mejor trio de América, que se llama Cuerdas de Oro. De Sancti Spiritus. ¡Es el mejor de América! ¡No cabe duda! Vimos allí un quinteto formidable. El Quinteto Cali. Maravilloso quinteto. El Conjunto Espirituano. Conjunto de sones, que tiene un cantante fabuloso, Marrero, que tiene ya cerca de ochenta años. Y una voz tremenda de sonero. El Septeto Juvenil de Sancti Spiritus. ¡Tremendo septeto! Tan bueno como Jóvenes Clásicos del Son, o quizás mejor. Y sin embargo, viven en Sancti Spiritus, están allí y nadie se acuerda de ellos. Pero como yo viajo por toda la República oyendo música, fuimos allá, y creo que van a contratarlos por Eurotropical. Aquí en La Habana le presenté…

AHR. ¿Cuánto hace que trabaja con ellos? 

LB. Hace como un año, pero no me pagan absolutamente nada. 

AHR.  ¿Y por qué?

LB. Porque mi pago lo recibo yo con la satisfacción de que mis amigos van a grabar para una firma importante de discos. ¡Gente que se iban a morir sin oír sus voces grabadas en un disco! Y gracias a mí, van a tener un disco compacto. Y eso es una satisfacción para mí tremenda, ¡¡y es el mejor pago que yo puedo recibir, muchacha!! ¿por qué me van a pagar a mí?, ¡si yo no he hecho nada! ¿Qué hago yo? ¡Nada!

            AHR. ¡Usted hace de intermediario!

            LB. ¿Pago por intermediario? ¡Eso no se paga!

            AHR. ¡Sí, cómo no!

            LB. Ah, bueno, que yo sepa… Bueno, ¡a mí no me pagan nada! El pago que yo recibo es la satisfacción de que esos viejitos y que esa gente olvidada va a grabar. Y que van a coger su dinerito también, y van a comer caliente. ¡Yo me siento muy contento, muy contento! ¡Mira! La mejor voz de Cuba, inédita, está en Santiago de Cuba. Una muchacha que se llama Zulema Iglesias. ¡Tremenda! ¡Tremenda! Canta con un quinteto con un hermano de ella, dos hermanos de ella y una muchacha. Precioso. ¡Hay que grabarle a esa muchacha! ¡Antes de que esa muchacha pierda su voz!  Mira, Voces del Caney, un dúo de dos voces, primo y segundo, ¡maravilloso! ¡Cantan canciones tradicionales cubanas al más puro estilo! Tal como las cantaban Sindo Garay, Alberto Villalón, Manuel Corona, Rosendo Ruiz, Salvador Alas, todos los grandes de la trova. ¡La cantan auténticamente! ¡No han grabado un solo disco! Se los presenté a Eurotropical. Van a grabarles ya. El Septeto Típico de Sones, fundado en el año 1924, el único septeto que tiene botija y marimba de flejes. Nada más que grabó un disco hace muchísimos años. Los viejitos se están muriendo ya. Ahora van a grabar. Para Eurotropical. Ah! ¿No me pagan? ¡Si me pagan! ¡Cómo no! ¡¡La satisfacción inmensa!! Y la contentura que tengo yo cuando esa gente va a firmar su contrato, que yo los vea en el estudio grabando. ¡Eso para mí es el mejor pago, muchacha! ¡No siempre el mejor pago es recibir dinero, acuérdate de eso! A veces el pago es la satisfacción de ver a sus amigos felices y contentos. Por lo menos para mí. ¡Yo tengo una gaveta llena de medallas! Y un stand lleno de diplomas. Pero cuando una persona en la calle me felicita de todo corazón, me da un abrazo, porque yo he hecho un trabajo bueno, eso vale más que una medalla. Yo me siento muy feliz con eso.

“Se nos fue William”: otra alma del rock

“Se nos fue William”: otra alma del rock

En el mundo del rock and roll siempre hay tipos peculiares. Siempre hay quienes dejan huella. Y este era uno de ellos. No fui su amiga. Pero, me hubiese gustado serlo. Es grandioso tener al lado alguien que destila alegría y pasión aun cuando se está perdiendo la luna. William Bonachea era así. Entraba a la noche para ponerle música. Siendo exacta, para ponerle rock and roll, pero con un entusiasmo que imponía estilo.  

Lo vi unas cuantas veces. Sobre el escenario del Submarino Amarillo,  en la Casa de la Música, en otros sitios. Su actitud de rockero, esa de escuchar una melodía y sentirla en las venas, y la estirpe que mejor reflejaba el mundo al que pertenecía: sus tatuajes, las argollas, y otros metales sagrados, las acompañaba con un espíritu especial. 

No importaba si cantaba una versión o los temas propios de la banda que integraba. Él parecía decirte: “lo que viene ahora es único o, mejor, lo vivirás como único”. Hacía unas breves visitas al drummer, al guitarrista, al resto de los músicos. Daba unos aplausos como para acelerar el corazón de cada instrumentista y el suyo. El tema empezaba a rasgarse. Y se hacía real la magia prometida. Porque además él continuaba haciéndola posible. Muchas veces tomaba el micrófono, lo colocaba a la altura de la cintura y tocaba sus cuerdas de aire, como si quisiera sacar de ellas música o fuego.  

William Bonachea fue un músico underground. Él mismo lo afirmó con esas palabras en El desafío, un audiovisual de Ruffo de Armas, que aborda algunas problemáticas de la escena rockera habanera a través de la banda Challenger. Quizá es uno de los pocos registros que muestra cómo William mantenía viva e idéntica su aura también fuera del escenario. Pero, ya se sabe que en materia de rock and roll hay mucha historia perdida o guardada en la memoria de los devotos de esta música como un tesoro al que no muchos llegan a tiempo. 

En ese mismo documento, él abre las puertas de su casa. Tampoco esta era muy común. Las propias paredes advertían que aquí la relación con el arte iba más allá de la música. William se graduó de Artes Plásticas en San Alejandro en 1987. Las paredes de “la casa del terror”, como él la llamó, estaban tapizadas con grafitis y pinturas. Pudiera decirse que estaban tapizadas con una filosofía directa. Una puede inferir a través de ello que la sonrisa de William moldeaba y torcía una conocida dureza de la vida. E igualmente, teniéndolo otra vez sobre el escenario— o en descargas a las que se unían los frikis como eslabones de una cadena que no podía quebrarse—, asegurar que la alegría perenne solo puede estar sostenida por un espíritu libre.  

Este 22 de abril cuando se supo de su muerte por cáncer, muchos recordaron Estirpe, la banda de  heavy metal en español del que fuera vocalista. Pero antes, él fue cantante de Cénith. Dejó la universidad y en ese grupo  comenzó a hacer rock and roll a ·”todo pecho”. También integró, entre otras bandas como Los Tackson y Challenger, el grupo Gens, el cual consideró “la mejor historia de mi vida”.  

Tal vez, que William naciera en los sesenta es un dato místico. Porque a pesar de cualquier cambio y trabas de los tiempos, siempre se mantuvo fiel al rock. Él fue uno de esos músicos que, aun perteneciendo al circuito profesional, no dejaba de ser un servidor de las insinuaciones de las noches rockeras. Quizá sintió que no hacía falta despegar demasiado para ofrecer, con su voz y movimientos, el rock y toda la atrayente energía que llevaba adentro. 

Pie de Foto: William Bonachea junto a Ángel Luis Fundichel (teclados) y Ruffo de Armas (bajo). Crédito: Challenger

Los Barba: voces de la nostalgia

Los Barba: voces de la nostalgia

A propósito de un encargo reciente que me han realizado, por estos días reviso la producción cubana de pop y pop rock del período comprendido entre fines de los 60 e inicios de los 80 del pasado siglo. Confieso que al escuchar varios de esos viejos temas, me he llevado toda una sorpresa. Aunque en la actualidad semejante tipo de música solo permanece en el recuerdo de quienes fueron sus hacedores y como parte de las nostalgias personales de algunos de los que vivieron la época, hay mucho de bueno en dicha creación sonora, comparable con lo mejor que se venía haciendo en el ámbito hispano de aquel entonces.

Entre las añosas grabaciones que he descubierto o redescubierto, las que más han captado mi atención son las llevadas a cabo por Los Barba, banda fundada por el teclista, compositor y orquestador José Luis Pérez Cartaya. A partir del interés que la propuesta de la agrupación me motivase, he buscado información y apenas he hallado material acerca de la nómina de sus integrantes, las diferentes etapas del ensamble, el repertorio que interpretaban y en fin, un elemental estudio en relación con el período de auge y el de decadencia de un colectivo que fue muy popular en Cuba.

Procedentes de una institución docente de la que tampoco uno halla casi información, la Escuela de Música Moderna, Los Barba nacen hacia fines de 1967 y entre sus fundadores, además del aludido Pérez Cartaya, estuvieron el guitarrista líder Alfonso Fleitas, «Kikutis»; Mario Moro en el bajo y el vocalista y guitarra acompañante Miguel Velazco (en algunos sitios de internet dan como apellido de Miguelito el de Díaz). Es interesante comprobar que algunos de estos músicos si bien laboraban profesionalmente en Los Barba, canalizaban sus intereses más roqueros como integrantes de Los Kents, de los primeros que por acá en un momento dado endurecieron el sonido.

Me llama la atención que en el primer repertorio de Los Barba, compuesto en lo fundamental por Fleitas, Pérez Cartaya y Moro, también incluían versiones de nombres en apariencia tan distantes como Silvio Rodríguez (contagiosa la interpretación que hacen de «Viven muy felices») o The Rolling Stones, de quienes realizaron un cover renombrado «Es tiempo de terminar». De esa etapa inicial, disfruto en especial oír «Porque no estás», «Mi Mercy Cha» y sobre todo «Si de verdad» (temas originales de Kikutis), esta última pieza con un cautivante sonido de guitarra procesada por el Wah. Claro que el gran éxito de Los Barba en esos años fue «O bem bem o bam bam», una de las tres composiciones de la escena cubana de rock que de verdad han trascendido al gran público nacional (en mi opinión, «La soga», de Raúl Gómez con Los Bucaneros, y «Ese hombre está loco», de Fernando Rodríguez en voz de su hermana Tanya).

En la periodización que a priori he armado para la historia de este grupo (no he mencionado que en él debutó como cantante Beatriz Márquez), según las grabaciones encontradas por mí, en una segunda etapa la agrupación amplía la nómina de integrantes al incorporar una cuerda de metales, con lo que el sonido se acerca al que por los tempranos 70 poseían bandas como Chicago.

De ese momento sobresalen cortes como «Dany» (excelente el pasaje de los metales), «Eres» (las dos firmadas por José Luis) y «Como aquella canción», perteneciente al dueto de Kikutis y Pérez Cartaya, una maravilla por el derroche técnico que se aprecia en la intro de batería, así como por los calientes solos de organeta y guitarra.

La etapa también está signada por el arribo al grupo de la vocalista Mireya Escalante y del bajista, compositor y luego destacado productor discográfico Juan Carlos González. De este son piezas como «El cristal», «Debe ser», «Las tardes» y «Al sonar la hora», obras que me sorprenden por el nivel de orquestaciones que poseen y lo contemporáneo que muchos años después siguen sonando.

Tristemente, el 24 de febrero de 1975, cuando la agrupación estaba en pleno apogeo, sus integrantes sufrieron un accidente al retornar de una actuación en la provincia de Pinar del Río, ocasión en que tres de ellos murieron (incluido el director y fundador José Luis Pérez Cartaya).

Pese a lo duro del suceso, la banda prosigue adelante y se establece lo que sería una tercera etapa, en la que predomina el repertorio escrito por Juan Carlos González (fallecido hace algún tiempo en Miami) e interpretado por Mireya Escalante y un nuevo cantante, José Armando.

Es el momento de temas como el instrumental «Ciento once compases de ritmo», «Para quien sé que está pensando en mí», «Es lo nuevo» y «La felicidad de cada día». Si bien hay garra y buen hacer en cortes como «Algo al fin», del desaparecido José Luis, «Al pasar del tiempo» (de Oreste Piñal) o en la versión que hacen de «Mr. Duke», de Stevie Wonder, ya nada era igual.

Aunque con cambios de alineación y de estilos musicales como grupo, Los Barba se mantuvo creo que hasta los 90, su legado está en lo hecho entre los 60 y los 70, con trabajos que deberían ser estudiados por quienes hoy se interesan en cultivar el pop y el pop rock entre nosotros.

¿A dónde vamos a parar?

¿A dónde vamos a parar?

“La anécdota, en la Tumba, siempre se hace canción. Nunca el canto recoge una ofensa. Uno busca siempre comportarse bien. Aquí jamás verá usted una pelea” (1)

Esta sería, quizás, la manera más hermosa de transmitir el legado musical o de interpretar los ritmos de hoy; pero de ello poco queda en nuestros días. Nos encontramos solo con recuerdos de lo que fue una buena música hecha para bailar. Es triste saber que lo que un día nos movió el piso -o los pies en todo caso- ahora se nos ha ido de las manos y de las mentes. Y la pena es aún mayor porque somos sujetos sonoros, estamos hechos de música, la escuchamos, la respiramos, la sentimos, la bailamos; a ella nos debemos porque de ella aprendemos que la vida puede ser más hermosa si la llevamos con nosotros, pero a ella no podemos recurrir porque hoy la encontramos deformada.

La razón de nuestra tristeza lleva el sello de la desesperanza y es compartida, en buena medida, por una parte de esta generación que ahora se encuentra desilusionada. Tal vez nos llamen locos, o reconozcan en nuestra posición una visión conservadora, pero la inquietud que nos mueve va mucho más allá. Compartimos la idea de que nada se mantiene igual, que incluso las esencias pueden variar porque en este mundo nada es absoluto. Pero no admitimos la intención que tienen algunos de corromper las almas, ni mucho menos, hacer del cuerpo un lugar de vergüenza. Esta opinión, por muy distópica que pueda sonar, es la base de este análisis que ahora les proponemos. Y quizás esta propuesta no devenga catequesis, sino terapia para una sanación espiritual, porque la música es eso, salud para el alma. Espero que, juntos, podamos encontrar en estas interpretaciones la cura para nuestros oídos enfermos y para nuestros ojos afectados por la “vulgaridad”. Las líneas que leerán a continuación guardan, también, una visión nostálgica de la música popular bailable de antaño. Los ritmos del ayer se recuerdan con sabrosura así como se disfrutaron, y sirven de base para comprender de dónde le viene ese toque de discriminación de género que ahora se ha afianzado en la música popular cubana.

En este sentido creemos necesario aclarar -para evitar mayores confusiones- por dónde correrán las aguas que llevan y traen esta propuesta. Primero, los términos vulgaridad y discriminación no serán tratados de manera profunda en este análisis, aunque no por ello dejarán de tener peso en las conclusiones a las que se pueda arribar. Y segundo, vale la pena advertir que no trataremos de enjuiciar vigorosamente la música popular cubana, esta intención debería cargarse de un conocimiento profesional -musicalmente hablando- con el que hasta este punto no puede contarse. Lo que intentamos es poner en práctica ese caudal del que nos nutrió la Historia del Arte y la Teoría de la Cultura Artística para poner a dialogar los temas de géneros con algunas cuestiones de la música popular bailable cubana. Estos aspectos actualmente también preocupan a musicólogos, sociólogos y psicólogos, por solo citar algunas ramas.

El tema no es tan abarcador pero entronca con algo que ya había sido tratado desde el periodismo en la música cubana. El reggaetón, por ejemplo, ya había suscitado varias críticas entre los profesionales de la musicología. Es un género que naturalmente despierta curiosidad, pero también rechazo. Sus letras llaman la atención por lo tan “populares” que llegan a ser y despiertan la incomodidad de aquel que ha educado su oído hacia la “buena música”, la “culta”. Los periodistas hacían alusión a lo tan “mal paradas” que salían las mujeres luego de servir de inspiración a cualquiera de las canciones de este género. Y este, resulta ser la clave en el análisis. El reggaetón es un ejemplo más y el tema que mueve los hilos corre con una suerte parecida a la de él.

La música popular bailable cubana tuvo una mejor aceptación, es algo que lleva en las raíces. Tiene su origen en el siglo XIX y su influencia es variada. Trae consigo los ritmos de los africanos, a los que se le ha introducido una mezcla de música occidental, algo entre rock, jazz y música española, que los ayudó a conformarse y luego a desarrollarse. Conocemos de esa música que surgió para bailar, que se nutre de una raíz afro cargada de una “fuerza natural”, de ahí su carácter intuitivo.

Quizás esto sea parte de una interpretación que es, por mucho, subjetiva. Pero la idea que nos transmite la música popular bailable es más de lo que dicen de ella. La vemos como lo sonoro que va más de la intuición, del impulso natural, porque tiene ritmos fuertes y algo a lo que particularmente nos gusta llamar “sazón cubano”. Pensamos que surgió, justamente, con la intención de poner a mover todo un país y para hacer salir los deseos escondidos. Tal vez por eso tiende a tener letras ligeras de contenido y a proponer una “posición dudosa” para ciertos “agentes” en la sociedad.

A pesar de estas razones reconocemos que el proceso de desarrollo de la música popular bailable en Cuba está atravesando por un momento de crisis. Y no lo decimos desde un enfoque técnico. La idea ronda en torno a lo que las canciones llegan a transmitir. Recordemos que la música es un arte universal, y así como el cine, recorre todas las fronteras y se impregna en el universo cognoscitivo de cada cual que la disfruta. Nos entendemos a través de los sonidos, sean musicales o no, y tomamos las letras de las canciones como guía de nuestro comportamiento. Por tanto somos lo que vemos y oímos, y, finalmente, lo que escogemos de ello para conformarnos como personas.

Y hemos llegado al punto. Personas, una palabra que marca nuestro análisis y que de cierta forma es cuestionable. Este concepto denota un comportamiento civilizado, racional, y, por ende, de respeto los unos entre los otros. En este sentido cabe preguntarnos ¿se respetan las personas entre sí? ¿los hombres respetan a las mujeres y viceversa? Estas interrogantes mueven el tapete y desempolvan un asunto muy delicado que abriga indudablemente a las cuestiones de género. De ahí partimos para realizar un análisis en el que se incluye a la música popular bailable cubana. A cómo su origen, que posee un carácter esencialmente volcado hacia los impulsos naturales –por lo menos a nuestra forma de ver-, influye de manera directa en la visión que puede tenerse de cualquier género humano.

Por ello nos proponemos indagar en sus características, en las letras de sus canciones y en su evolución a lo largo de los años. Todo ello para dar respuesta a una inquietud que pesa sobre nuestras cabezas, relacionada con la imagen de la mujer proyectada desde este tipo de música. Con esto podremos responder a la interrogante que es base de nuestro análisis: ¿Ha sido o no cosificada la mujer cubana en las canciones de la música popular bailable? Esta pregunta suscita otras tantas para las que quizás no se tenga una respuesta definitiva, pero sobre las que cabe hacer mención ¿Hasta qué punto se sataniza a la mujer en las piezas musicales?, ¿de dónde proviene este impulso inmediato por poner en boca de todos a la mujer? y ¿será la propia fémina, culpable de este fenómeno que termina por degradarla como ser humano?

Así damos inicio a un estudio que, además, tiene la intención de servir de preámbulo a investigaciones posteriores. Su basamento teórico incluye textos relacionados con los estudios de género, la feminidad, la sexualidad, la religión,  sobre las diferencias entre hombre y mujer, y los roles que ocupa cada uno en la sociedad. El centro de la diana será la valoración que pueda hacerse acerca del contenido de las canciones y de los videos clip, pero será necesario, también, tocar aspectos relacionados con el mercado y el consumo musical. Precisamente por ser estos últimos elementos los que han inducido a la creación de canciones vacías de sentido y sentimiento.

Para empezar, debemos reconocer que las influencias de la música popular tradicional cubana no han llegado hasta nuestros días con la misma fuerza con la que supo mover los cuerpos de antaño. Los grandes géneros populares bailables, aquellos que vienen de los años 20 y 30, y se expanden en los 70, 80 y 90, no se ven reflejados en la música de hoy. Quizás nos quede la técnica, el modo de hacer, mas de las letras poco nos resta. Si bien, en algunos casos encontrábamos canciones con versos que reprochaban una traición o un engaño de la mujer hacia el hombre, el respeto siempre estuvo presente. Recuérdese que “lo popular” no puede ser sinónimo de vulgaridad o grosería.

Quizás debamos echarle la culpa a la postmodernidad, ¡que bastante deformada nos ha dejado la cultura!, pero realmente ¿quién le pone el cascabel al gato? No pretendemos apoyarnos en estas cuestiones para justificar una opinión que no trata de someter a juicio crítico toda la producción musical, sea cual sea el género. Las tomamos como referencia para enjuiciar aquellas canciones que pecan de pedestres y cuyas letras encierran un carácter en ocasiones prosaico.

Si partimos de la idea de que la música es una forma particular de producción subjetiva que, en tanto expresión artística, posee una función estética, tanto para el compositor-intérprete-creador como para el público-oyente-cocreador, condicionada por su contexto histórico, social y cultural (2) podemos decir, sin temor a equivocarnos, que sí, la música actual de Cuba es un reflejo de la sociedad en que se desarrolla. Si admitimos tal opinión debemos reconocer, entonces, que nuestra sociedad atraviesa por grandes problemas, éticos, morales, identitarios, etc. Queremos creer que el público oyente –por lo menos el que disfruta de la música popular bailable- no padece la ignorancia de aquellos que realizan un producto musical sin calidad o sentido. Sin embargo este ha sido arrastrado por esa avalancha de banalidades en las que ahora se encuentra inmerso un considerable por ciento de la música cubana. Una vez más el mercado gana la pelea y lo importante es que el producto se consuma, venga con la calidad que venga.

Por otro lado existe un gran segmento de población que ahora se toma para sí el contenido de algunas malas canciones, con lo que eleva su valor. Parte de esa masa, impulsada hacia la “nueva música”, fue la misma que reaccionó de manera positiva -y porque lo valía- hacia la rumba, el son, el danzón, el guaguancó, la salsa y la timba, tocada y cantada por los mejores músicos que ha parido la nación. Lo hizo ante aquellas figuras y lo hace ahora ante una nueva oleada de “artistas” que pretenden –aunque con poco esfuerzo- parecerse a ellos. Con esto no queremos decir que la música actual carece de valor artístico, no, no nos corresponde emitir tal juicio. Solo intentamos señalar lo que creemos está afectando la calidad musical de aquellos géneros constitutivos de una identidad cubana.

Vivimos en una era en la que la música instrumental le cedió el primer lugar a la cantada, ya fuese de manera voluntaria o no. Ya no se escucha de la misma manera una pieza musical si no contiene letra. Esto forma parte del proceso de desarrollo por el que ha atravesado la música y el arte en general. En el medio plástico, el concepto predomina sobre la forma; y en el musical, la letra define, a oídos del público, la calidad de una pieza y con ello el grado de aceptación que puede tener. Y esto se incrementa si de música popular se trata (3). Ello quiere decir, en palabras menores, que el público prefiere escuchar, y mejor aún, bailar una canción con letra, que una donde solo predominen los instrumentos. El lenguaje toma partido, o mejor dicho, se hace protagonista de un juicio de gusto por parte del receptor.

Era cierto entonces cuando admitíamos el hecho de que los oyentes hacían suyas las letras de las canciones. Y es que eso tiene la música popular, un ritmo “pegajoso” y una letra que –como dirían aquellos que la cantan- “suena”. Definitivamente las letras suenan, y muy fuerte, retumban en la conciencia pública, travisten normas, o las deforman. Los textos de las canciones se adaptan a los nuevos tiempos y nos asusta saber de qué manera lo hacen y a qué tiempos se están adhiriendo. Hoy día hasta la lengua materna está en crisis, ¡cómo no ver ese penoso hecho manifestado en la música! Sin dudas este es uno de los elementos que afecta la calidad artística y musical de los géneros.

Por otro lado, pensemos en aquellas coreografías que se hacían para representar lo cantado. El cuerpo se descomponía –en el buen sentido de la palabra- a la hora de bailar. Los pasos de baile, creados para un género u otro eran tomados como referencia e imitados en cualquier fiesta. Eran sanos y no representaban síntomas de desvergüenza para los que lo bailaban. Ahora qué podemos decir de esas formas excesivamente se(x)nsuales de mover la cintura. Cierto es que desvía las miradas, pero inmediatamente vuelve a nosotros ese sentimiento de “vergüenza ajena” por la extrema vulgarización de los gestos. Algunas formas de baile para la salsa y la timba, por ejemplo, se han convertido en el escenario para que el hombre luzca sus mejores movimientos, facilitando el doble sentido y la ambigüedad, advirtiendo sobre una posible referencia a los actos íntimos.

Podemos reconocer en este performance masculino una invitación a la mujer a que se una a la “pachanga”. Entonces será ella la protagonista, y a ella deberán prestar atención porque su cuerpo ha sido y es más sexualizado que el del hombre. Esto tiene que ver con un fenómeno que pasa por la antropología hasta llegar a la psicología. Y en este último caso no nos referimos precisamente a la ciencia. El cuerpo, en su ser sexual, se reconoce en los estudios de fenomenología no como “una especie natural” sino “una idea histórica”. Esto quiere decir que el cuerpo se ha construido no como algo material, sino como una idea de lo que él debe ser para la sociedad. El cuerpo se convierte en portador de significados culturales, más que en reservorio de componentes biológicos previstos para la procreación. Es lo que se ha pensado, y por ende, se ha  hecho de él. Para la mujer el cuerpo es una idea de lo que ella debe portar. Quizás podemos decir que es lo que la mujer debe ser. Estas teorías toman al género como un estilo corporal y por tanto se reconoce a la mujer como uno de los géneros, y a su vez, como un cuerpo. No es ya la mujer que porta el cuerpo, sino el cuerpo que es mujer.

Partimos de esta idea para argumentar el hecho de que se cosifique constantemente a la fémina en un fenómeno u otro. Para nadie es un secreto que ésta ha sido, sino “el tema”, uno de los más tratados en la música cubana de manera general, ya fuera en canciones escritas y cantadas por ellas o en las dedicadas a ellas. Lo cierto es que, en la visión mostrada en las piezas musicales populares, ésta ha pasado de ser respetada y venerada a convertirse en un objeto de deseo, o de rechazo en la mayoría de los casos. Su cuerpo ha sido históricamente visto como un objeto que engendra pasiones desatadas, hecho que no ha cambiado hasta nuestros días. Los psicólogos ya advertían sobre el tema cuando anunciaban el fenómeno de la sexualización en las niñas, de una cosificación resultante de la excesiva materialización de las sociedades, aspecto del que Cuba no se haya exenta.

La mujer se ha convertido en objeto de burla, de negación, de ataque. Su figura se ha vulgarizado a tal punto que, actualmente, solo se piensa en ella cuando se tratan los temas del amor, o mejor dicho del sexo. Poco se reconocen ya sus logros profesionales o la devoción con que son capaces de entregarse a la persona que dicen amar, porque las mujeres de hoy día, según lo muestran algunas de las canciones, ya no aman. Se les dibuja, entonces, como las manipuladoras, las que solo usan y desechan a su antojo a cualquiera que se les acerca, las “sin sentimiento”. Su imagen ante la sociedad ha entrado en crisis. Y a estas alturas ya no vale preguntarse sobre quién recaen las culpas. Hemos de ponernos en función de advertir sobre esta transformación para, por lo menos, garantizarle un futuro menos vergonzoso.

No se comparte la idea de ver al ser humano en una constante corrupción o degradación espiritual. En este sentido resulta intolerable la visión que se proyecta de las mujeres cubanas en algunas de las canciones. Y no queremos pecar de absolutistas, pero la opinión ha sido tan generalizada que ya no cabe establecer límites, porque algunas de estas canciones dedicadas a las mujeres tampoco lo hacen. En algunas, nos encontramos letras con un contenido sexual, y de no ser el caso, los videos clips terminan haciendo todo el trabajo. En otras, las banalidades le ganan a los buenos propósitos o actitudes socialmente correctas; mientras, aparecen las que vuelven a reiterar la veneración al cuerpo seductor.

Esta opinión, que compartimos una buena parte de la generación actual, puede ser cuestionada, si se piensa en la posición en la que se han situado las propias mujeres hoy día. Algunas se esmeran en sacar a relucir los tatuajes que adornan las partes bajas de sus muslos, o los de la media espalda. Otras se niegan a esconder los senos dentro de la pieza de ropa interior que, cuidadosamente, fue confeccionada con tal fin. Mientras, encontramos aquellas que no pretenden darle abrigo a sus glúteos bajo algún pantalón o que, peor aún, deciden intentar mostrarlos por encima de él. Estos comportamientos evidentemente son sometidos a juicio y no del bueno. Son castigadas por sus propios actos de vulgaridad y exhibicionismo. Valdría la pena preguntarse qué tan en serio se han tomado las mujeres la idea de que son, a ojos de los hombres, un cuerpo y nada más. Pero no por estas actitudes debemos “pagar todas justas por pecadoras”. Más allá de lo que algunas mujeres de hoy puedan llegar a proyectar, no todas debemos cargar con las culpas.

Entonces, por qué tener que escuchar, de boca de los que supuestamente nos representan en la música, palabras no precisamente de irrespeto, pero sí de extrema sensualización. No pretendemos aguar la fiesta con estas apreciaciones, pero la realidad, por muy cruda que sea, debe ser mostrada. Qué pasaría si las letras de las canciones que escucharan nuestras nietas no dijeran otra cosa que:

Mulata mueve la cintura…

Duplicándote la dosis de rumba…

Mueve la cintura que esto es lo que hay…

Mueve la cintura, dale movimiento, no te reprimas, este es tu momento…

¡Permiso!, o ¡perdón!, no conocíamos el hecho de que, además de ser vistas como cuerpos sin extremidades, nos habían quitado también la parte superior del tronco. ¡Bienvenidas! las “cinturas en movimiento”, pasen a la fiesta, ¡esto es lo que hay! Nos han reducido las opciones. Si en el mundo solo quedara la posibilidad de mover mi cintura me la pondría de titanio. Dónde han quedado esas ganas de ver a la mujer triunfadora. Creemos que en este ambiente no encontraremos algo más sano dedicado a la mujer. Recordemos que su “mala fama” viene desde los pasajes bíblicos, cuando fue portadora del pecado por hacerle caso a la serpiente e imbuir al hombre a que comiese del fruto prohibido. Por ello hoy la mujer es mala, ingrata, al menos eso dicen estas letras que les invitamos a leer, mientras les pedimos, por favor, evitar participar de ellas:

Ay, ay, ay, ay esa mujer está loca, loca de atar…

¡Ay, ay, ay, ingrata y mala hembra!

(…)Me ha destrozado el corazón (…) que mala hierba…

Por un lado quedamos mutiladas, y, por otro, somos tratadas como plantas, y no precisamente flores ¿Dónde quedó lo que un día fue motivo de orgullo para la fémina, su belleza física sutil, delicada, pero también sus méritos como mujer? La exaltación de la belleza física y la quimera de la eterna juventud, forman parte del culto a la imagen, a la apariencia, por encima de valores éticos, intelectuales o artísticos (…) (4). Y estos versos hacen eco de ello. La imagen de la mujer se ha corrompido. Se ha trasmutado la figura humana en una hierba, en un engendro de la naturaleza que envenena las almas de los hombres.

Y por si fuera poco, pasamos de ser cintura, hierba, a convertirnos en codiciosas, orgullosas, y, fundamentalmente, materialistas. No negamos la veracidad de los hechos, pero no creemos necesario que se deba ser tan reiterativo en cuanto a ello, sin siquiera perseguir un fin educativo. Si las mujeres son superficiales o falsas como bien se quiere hacer saber, creemos que le tocaría a la música –como creación artística que es, encaminada a transformar una realidad social- subvertir este que ahora es un problema. No se trata de presentarlo como un motivo de burla ante todos. El humor o la sátira solo destacan un fenómeno, pero no resuelven su esencia problemática.

El caso que vamos a presentar no expone la materialización de la actitud femenina en la letra propiamente dicha, sino en la imagen. No aborda la grosería, la violencia o la discriminación de género, pero trae a colación un tema por el que también la mujer ha sido apuntada con el dedo. Conocemos de esa característica intrínseca en nosotras de querer “lucir bien”, aspecto que le es común a ambos géneros. Pero !Cuidado! el orgullo y la vanidad no deben cegar. La mujer es ciertamente orgullosa, pero no por ello debe ser considerada superficial.

Sin embargo el ejemplo siguiente la muestra como tal. La mujer no es ya el ser maligno, o el cuerpo pecaminoso, sino la futura extranjera que se pavonea por las calles con su pelo recién estirado por el famoso invento de nuestros tiempos: la queratina; o la mulata que se avergüenza de su pelo “malo” y ahora expone orgullosa sus largas extensiones. Pero ¡y cómo cuesta la queratina, y qué decir de las extensiones! El texto no ofende pero la imagen hiere. El video clip como manifestación visual de estos versos nos hace ver lo que las mujeres representan actualmente, lo que el mundo ha hecho de ellas, lo que los hombres han hecho de ellas y lo que ellas han decidido ser para todos.

Entonces sí podríamos decir que existen culpables en esta vergonzosa situación. Quizás el hombre se ha dado mucha importancia y ha dejado para la mujer lo pensado durante siglos: que solo es cuerpo y su función en este mundo se limita a la procreación. Una idea que puede sonar machista y anquilosada, pero domina muchas de las sociedades actuales, incluyendo por la nuestra. Tal vez haya sido la mujer la culpable. Ella, en ese intento por hallar su espacio como figura social de significación se ha hecho notar tanto, que ahora poco se le critican las vías utilizadas. O a lo mejor han sido los propios medios, que bajo la tutela del mercado y el consumo musical han reproducido a tal forma la visión antaña de la mujer, y a esta no le ha quedado otra opción que aceptarla.

Alguien decía, refiriéndose al avispero provocado por la censura del famoso Chupi chupi, algunos años atrás, que los medios influyen fuertemente en el gusto de la población, pero no deciden. Cabe ahora preguntarse si es cierta esta afirmación. Y de hecho puede parecer una verdad, pues los medios han promovido un tipo de música y un estilo de video clip que ha sido difícil de remover del gusto popular. La salsa, la timba y el resto de los géneros que responden a la música bailable tienen algo en común: las melodías pegajosas, el ritmo rápido o lento (tributando a lo sensual) y las letras ligeras, para que fije mejor. De todas formas esa es la intención de los medios audiovisuales de este tipo, mientras más directo llegue el mensaje, mejor asimilado será.

Pueden proyectarse cientos de videos dedicados a la “música sana”, y otros tantos a la música hecha para “poner a mover las cinturas de las mulatas”; pero el público receptor va a decantarse por aquella que le provoque goce y no precisamente un ejercicio de pensamiento. Esto no delimita las capacidades de disfrute musical del público, pero alude a un juicio de gusto personal, que luego se vuelve colectivo. Además tiene que ver con la función de los medios de difusión. Vale aclarar que dichos espacios cargan con la responsabilidad de promover la cultura en el país y, a su vez, de educar.

Si se proyectan videos clip donde la mujer es vista como objeto de deseo y no como figura de relevancia para la sociedad, de manera inmediata se va a pensar en ella como algo objetual y no como un ser en sí. También pasa por el filtro la intención de colocar en los medios productos musicales que diviertan, que provoquen placer, para de alguna forma “enganchar” al público. Entonces no cabe una discusión sobre el contenido de las canciones y la manera en la que se recibe, porque el medio se ha encargado de legitimarla de esa forma.

Pero si bien existe un tipo de medio que aboga por la educación cultural de sus receptores y se preocupa por ello, también hay que tener en cuenta aquellas otras formas de comunicación que resultan ser su contrapartida. Hoy existen medios alternativos a través de los que se mueve aquella música que no puede ocupar las pantallas. Este tipo de producción no se rige por políticas institucionales, pero responde de manera certera a los gustos de la mayoría. Por estos medios conocidos también como los “no legales” circula hoy el reggaetón y alguno que otro tipo de género bailable que se adhiere como sanguijuela al público oyente. Mientras que estos últimos se desarrollan, nosotros intentamos hacer ver el peligro que corre la música cubana en manos de tales agentes.

Pero a estas alturas del campeonato, quién va a querer escuchar otra cosa que no sea el grito voraz de ¡Mamiiiii esto es pa´que goceeee!!!! Ni siquiera la mujer, que termina ofendiéndose con tal llamado, mueve los hilos para transformar la realidad que la circunda. Nos toca a nosotros poner en tela de juicio estas atrocidades para advertir, encender la alarma del pensamiento. Quizás así podamos disfrutar en un futuro, libre de críticas crudas o discriminatorias, letras más frescas y sinceras para nuestros oídos como las parecidas a:

Es tu mirada que me vuelve loco,

Es tu mirada que me contamina,

Es tu mirada que me está matando amor,

Aunque no quiera siempre me domina.

Con estas, fácilmente podría admitirse que la mujer tiene todo el poder, pero sería una falsa realidad. Ella no cuenta ni con la mitad para devolverse a sí misma la vergüenza y la dignidad que ha perdido en manos de las canciones machistas.

De todo esto quizás podamos sacar como aspectos positivos algunos detalles que no pueden escaparse de nuestras manos, porque como dirían algún cantante de rap, aquí hay que tenerlo todo pensado. Para suerte de la mujer todavía quedan algunos artistas -bien llamados por su nombre- que decidieron hacer propuestas musicales más respetuosas para sus presuntas “diosas”. ¡En buen lugar nos han puesto! Ahora no somos más los troncos mutilados, ni las plantas venenosas, ni las locas de atar; somos las de mirada profunda, para las que no va a ser necesario “buscar la policía”. Evítennos, ¡por favor!, que nos de una “cosa mala”. Quizás así nos convenzamos de que lo último que se pierde es la esperanza y que la mujer puede llegar a recuperar su valor por encima de su cuerpo.

Sin embargo hay que reconocer lo tortuoso de los caminos. La mujer debe luchar contra una serie de obstáculos que esperamos la hagan aún más fuerte: el machismo, la vulgarización de su cuerpo, la extrema sexualización y lo peor, la lucha contra la propia imagen que ella ha tomado para sí de una visión histórica impuesta durante años. Pensemos que después de la batalla que le queda por librar termine dedicándose líneas más poderosas  y con mayor sentido que estas:Ya yo sufrí, ya yo lloré, ya yo te hice tu funeral…Y esperemos que la música popular bailable, en la batalla campal que también libra, no termine atropellada por el tren de los “fakers”. El futuro musical lo pide a gritos y nuestra terapia lo necesita.

 

Notas:

(1) Mora Ayora, Antonio. El nacimiento de la música popular cubana en el siglo XIX, 12 de octubre de 2018. Visto en redacción@noticiasdesantiagodecuba.com. Consultado el miércoles 24 de abril de 2019.

(2) Suárez, Pablo Alejandro. Panorama de la música popular cubana actual a través de los Premios Lucas 2016. Publicación, marzo de 2017. Visto en www.researchgate.net el 23 de abril de 2019 a las 11:13am.

(3) (…) lo popular musical se define, como hemos señalado, por la proyección social del hecho artístico (…) Cita tomada de documento oficial. Villar, Juan Manuel. Aparato categorial de definiciones musicológicas. La Habana, 1987. Centro de Investigación y desarrollo de la música cubana. Ministerio de Cultura.

(4) Prieto Jiménez, Abel. Famosos. Sección Mundo, sección Cultura y resistencia. Granma, viernes 24 de mayo de 2019.

 

Referencias bibliográficas

Mora Ayora, Antonio. El nacimiento de la música popular cubana en el siglo XIX. 12 de octubre de 2018. Visto en redacción@noticiasdesantiagodecuba.com. Consultado el miércoles 24 de abril de 2019.

Prieto Jiménez, Abel. Famosos. Sección Mundo, sección Cultura y resistencia. Periódico Granma, viernes 24 de mayo de 2019.

Suárez, Pablo Alejandro. Panorama de la música popular cubana actual a través de los Premios Lucas 2016. Publicación, marzo de 2017. Visto en www.researchgate.net el 23 de abril de 2019 a las 11:13am.

Villar, Juan Manuel. Aparato categorial de definiciones musicológicas. La Habana, 1987. Centro de Investigación y desarrollo de la música cubana. Ministerio de Cultura.

Fuentes Complementarias:

Acosta, Leonardo. Otra visión de la música popular cubana. La Habana: Ediciones Museo de la Música, 2014.

Benítez Rojo, Antonio. Música y nación. El rol de la música negra y mulata en la construcción de la nación cubana moderna. Revista Encuentro de la Cultura Cubana, No. 8/9 (primavera/verano), 1998, Madrid, pp. 43-54.

Bernal Roque, Dayara. «Portal de la Televisión Cubana.» ¿Quién decide hoy la músca que se escucha en Cuba? . 19 de diciembre de 2011. www.tvcubana.icrt.cu (último acceso: 29 de abril de 2019).

Butler, Judith. «Centro Teórico Cultural CRITERIOS.» Atos performativos y constitución del género: un ensayo sobre fenomenología y teoría feminista . (último acceso: 6 de mayo de 2019).

—. «Centro Teórico Cultural CRITERIOS.» Regulaciones de género. 14 de junio de 2006. (último acceso: 6 de mayo de 2019).

—. «Centro Teórico Cultural CRITERIOS.» Fundamentos Contingentes: El feminismo y la cuestión del «Postmodernismo». septiembre de 1990. (último acceso: 6 de mayo de 2019).

Díaz Monserrat, Leslie. «Portal de Cubadebate.» Lo que le gusta a los ¿menores? 2 de marzo de 2018. www.cubadebate.cu (último acceso: 24 de abril de 2019).

Giro, Radamés. Panorama de la Música Popular Cubana. La Habana: Editorial Letras Cubanas, 1998.

Jiménez Cárdenas, Yanelis. Mujeres en la música popular: Son y Timba. Tesis de Diploma. Tutora Msc. Eneicy Morejón Ramos. Universidad de La Habana, Facultad de Filosofía e Historia, Departamento de Sociología. La Habana, 28 de mayo de 2010.

Whiteley, Sheila. «IASPM@Journal.Journal of the International Association forthe Studyof Popular Music.» Popular Music, Gender and Sexualities. 2013. www.iaspmjournal.net (último acceso: 6 de mayo de 2019).

Polémica a propósito de la edición de un disco de Miles Davis.

Polémica a propósito de la edición de un disco de Miles Davis.

Los amantes del jazz concordarán conmigo acerca de que Miles Davis ha sido uno de los más grandes renovadores en la historia de dicho género. Su capacidad para ir cambiando de orientación estilística según el paso de los tiempos fue sencilla y llanamente asombrosa. Solo habría que recordar que él fue el padre del jazz rock, una de las hibridaciones sonoras de mayor legado en las últimas cinco décadas. En fecha reciente se ha puesto en circulación un disco suyo denominado Rubberband y que está causando enconadas polémicas en las redes sociales y entre los seguidores del jazz. Hoy reproducimos en Miradas Desde Adentro la opinión de un prestigioso crítico musical, nuestro compatriota Carlos Olivares Baró, quien escribiese este texto para la revista digital cubaencuentro.com.

 

Editan un «disco perdido» del trompetista Miles Davis

Muchos se preguntan si Davis hubiera autorizado la impresión de Rubberband, un material que no está a la altura de sus grandes momentos

Por Carlos Olivares Baró

Los incondicionales del legendario trompetista, líder de banda, compositor y arreglista de jazz Miles Davis (Alton, Illinois, Estados Unidos, 1926-Santa Mónica, California, Estados Unidos, 1991) están de plácemes con la edición de Rubberband (Warner Records, Rhino, 2019): el proyecto discográfico que el creador de Kind of Blue (1959) abandona en 1985. Indiscutible genio de la música contemporánea, algunos de sus adeptos, después de escuchar la grabación, se preguntan si Davis hubiera autorizado la impresión de un material que armoniosamente no está a la altura de sus grandes momentos. Dicen los más exigentes que el “Rey de todas las metamorfosis del blues instrumental”, no lo hubiera permitido.

Hay que revisar el año de esta producción, 1985: el trompetista de Alton ya había puesto en circulación You’re Under Arrest (Columbia Records, 1985) con las colaboraciones de los guitarristas John Scofield y John McLaughlin. Robert Irving III en los sintetizadores y las percusiones de Steve Thornton. Para la crítica especializada, un viraje que se alejaba de sus axiomáticas aportaciones al jazz en los años 50. Todavía escuchamos con éxtasis las versiones que realizó en esa placa de “Human Nature” (Michael Jackson) o “Time After Time” (Cyndi Lauper). Renovada prosodia con instrumentos electrónicos, que produjo extrañeza en los espacios musicales estadounidenses.

Todo indica que Rubberband es un esbozo aplazado de Tutu (Warner Records, 1986), producido por Tommy LiPluma con Marcus Miller, George Duke, Omar Hakim, Michael Urbaniak y Paulino da Costa. / El álbum ‘encontrado’: recorrido por el soul, funk, sutiles concordias flamencas, señas de R & B y elípticos apuntes de hip-hop. Davis tenía el propósito de invitar a los entonces jóvenes vocalistas Al Jarreau y Chaka Khan (Ivette Marie Stevens). Rubberband, propuesta que no cuajó. Miles Davis se distanció, las cosas no salían como él quería: abandona los estudios de grabación, se aboca a Tutu.

Piezas de Miles Davis, Adam Holzman, Attala Zane Giles, Vince Wilburn, Randy Hall y Neil Larsen. Intervenciones en la posproducción de los vocalistas Ledisi, Medina Johnson y Lalah Hathaway. Y, asimismo, de los instrumentistas Mike Stern (guitarra), Michael Paulo (sax/flauta), Randy Hall (guitarra rítmica), King Errisson (percusiones), Attala Zane Giles (bajo), entre otras destacadas figuras del funk y del soul. Todo en reconstrucción del baterista Vince Wilburn Jr., sobrino del trompetista.

Programa de once composiciones que Miles Davis ejecuta con su trompeta amparada por la conocida sordina de acero Harmon en pronunciaciones subjetivas y personales. / Bajo, percusiones, batería, tumbadoras, timbales, guitarra, saxofones, flauta, teclados, sintetizadores, programaciones, vocalistas y coros. Destacan “Paradise” (Feat. Medina Johnson) en arreglo de Michel Legrand desde tenue acentuación flamenca/caribeña, “This is It”, “So Emotional” (Feat. Lalah Hathaway), “Maze”, “See I See”, “Carnival Time” y “I Love What We Make Together” (Feat. Randy Hall). Los soplos del creador de Milestones se imponen: suave lirismo, notas fragmentadas y empalmes melódico-armónicos incitantes.

Rubberband —placa dispareja, no revisada por el autor— que tendría años después, otra acotación: Doo-bop (Warner, 1992), donde Davis subraya las pretensiones por trascender y ser escuchado entre los jóvenes. Figura clave en la crónica del jazz del siglo XX, vale la pena adentrarse en esta “acústica banda elástica” que nos legó el irrepetible hijo de Illinois. “He tocado la trompeta con tanto fervor y compromiso con el jazz que duermo con su resonancia. Ha sido lo único bueno y elegante que hice en mi vida”, dijo unos días antes de morir frente al mar de Santa Mónica.

 

Tomado de cubaencuentro.com,

https://www.cubaencuentro.com/cultura/articulos/editan-un-disco-perdido-del-trompetista-miles-davis-335999

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