Categoría: Canción

El Noel de mis recuerdos

El Noel de mis recuerdos

No fui lo que se dice amigo de Noel Nicola. Nos saludábamos cuando nos cruzábamos en alguna parte y nunca en vida le dije lo mucho que disfrutaba de su obra. Recuerdo que lo conocí en persona allá por 1983 o tal vez 1984. Por entonces un grupo de amigos de los que estudiábamos en la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, en carreras como Periodismo, Filología, Historia del Arte y Bibliotecología, nos reuníamos todos los fines de semana en el apartamento donde vivía una amiga polaca, hija de un funcionario de la embajada de aquel país europeo en Cuba.

Ella estudiaba con nosotros y la vivienda que el Minrex le tenía asignada al padre y su familia, ubicada en el edificio de la esquina de G y 5ta. en el Vedado, nos servía como maravillosa sede para hacer descargas trovadorescas que podían durar hasta 12 horas corridas. En uno de aquellos encuentros alguien llevó a Nicola y después él participó varias veces en nuestra tertulia.

Por esa época Noel vivía en San Nicolás, entre Ánimas y Laguna, a menos de un par de cuadras de Virtudes, el lugar donde siempre he residido y de cuando en vez coincidíamos en el barrio, pero nunca pasamos del saludo formal. Quizá yo me cortaba un poco ante el carácter de Nicola y por eso no llegué a preguntarle cosas que me habría encantado que él me respondiese en torno a su quehacer.

Como se sabe, Noel Nicola fue uno de los fundadores de la Nueva Trova, compositor de varios temas devenidos clásicos de la cancionística nacional. Sin embargo, por razones diversas, en un momento de su carrera él renunció a presentarse ante el público, dejó de grabar, y cuando volvió a hacerlo, hay que decir que los resultados no se correspondieron plenamente con su calidad como artista. A lo anterior ha de añadirse que, con excepción de una que otra composición, en conjunto su obra tampoco ha recibido la promoción que se merece y continúa siendo en buena medida desconocida tanto internacional como nacionalmente.

Al margen de lo antes expuesto, cualquier estudioso de nuestra cancionística de fin del siglo XX, sabe que por el conjunto de sus temas, Noel Nicola resulta un trovador imprescindible entre los surgidos en los últimos 50 años en nuestro país. No sorprende, por tanto, que figuras de tremenda valía en el plano musical hayan expresado su admiración a propósito de lo hecho por este creador.

Sucede que un repaso breve por las composiciones de Noel deja claro que él abordó disímiles propuestas genéricas y estilísticas, que pasan por el son, el rock, la canción y los aires de la trova tradicional, con el agregado de que como cantante poseía, en sus mejores tiempos, un registro vocal impresionante.

Ahora, mientras redacto estas líneas, evoco algunas de las piezas de Noel que de un modo u otro me impactaron desde que las escuché por primera vez. Entre ellas pudiera mencionar “Esa mujer es un dolor”, “Comienzo el día”, “Se fue a bolina”, “Llueve en agosto de 1981”, “Calma y algo más”, “Leí su carta ayer”, “Cuatro cosas bien”, “María del Carmen”, “Nana para despertar a una muchacha”, “Tema del miedo”, “El son oscuro”, y sobre todo, “Laura, milonga y lejanía”, para mi gusto personal una de las canciones más memorables de la obra de Nicola.

Por último, quiero evocar a mi otrora vecino del barrio de San Leopoldo, Centro Habana, por medio de parafrasear unas palabras de Silvio Rodríguez, dichas en la Casa de las Américas durante el acto de presentación del fonograma 37 canciones de Noel Nicola (doble CD realizado como sincero reconocimiento al quehacer de este trovador) y en las que se deja claro que en la cancionística de Noel encontramos un hombre que ama con intensidad, a la vez que combate la muerte, el machismo, la burocracia, el oportunismo, la indolencia… y en el que prevaleció, no ya solo en su obra artística sino en todo su accionar, la ética como estandarte.

Encuentro con la poética de Leonardo García

Encuentro con la poética de Leonardo García

Por Joaquín Borges-Triana
Leonardo García es sin la menor discusión uno de los trovadores más completos en la actualidad en Cuba. Él domina la técnica guitarrística como pocos de sus colegas de oficio, sabe interpretar vocalmente sus canciones y escribe como si fuese un poeta de mayor edad. Pero si todo lo anterior fuese poco, Leo es una buena persona, algo que cada vez nos hace más falta. Por ello y porque soy fanático absoluto de sus
composiciones, hoy publico un puñado de textos de sus canciones y que dan idea de por donde se mueven las motivaciones de este fundador de la Trovuntivitis en Santa Clara, esa reunión de amigos que tuviese en
el núcleo inicial a gentes como Alain Garrido, Diego Gutiérrez y Roly Berrío.

Textos de canciones de Leonardo García

DÍAS CORRIENDO

Días corriendo, caminos fuertes
Por entre las rocas del callejón
Busco rincones donde acampar
Para descifrar mi silencio
Río revuelto, partes o cauces
Separando el cuerpo y el corazón
Puertos distintos, Firme almirante
teniendo dónde desembarcar

Divertir el aire de la esperanza
Me consuela
Preparar el huerto
Me hace la vida pasajera
Castigar el polvo de los años,
No vale la pena.

La casa, la ventana abierta,
El mundo riéndose afuera
Hay que morir un poco cada día
Para escribir el cuento,
Para intentar la vida

Días corriendo,
Vueltas y vueltas
Llegaremos locos hasta el final
Suerte a la suerte,
Penas partidas,
Continuaremos a la deriva

Divertir el aire de la esperanza
Me consuela
Preparar el huerto
Me hace la vida pasajera
Castigar el polvo de los años,
No vale la pena

LA NIÑA SE DIVIERTE

Llega una voz de la cocina,
La niña se divierte
Las hormigas aplauden
Su cancioncita

Soñando con los peces
Que volarán al jardín
Las flores te llaman
Adriana, contesta,
Está llegando el aire
Que te arrodillará la vida

Tus pasos susurran
Por no dañar a nadie
Todo lo que juega en tus ojos
Se elevará

Canta una melodía
Alborotando la casa
Y la pared está poniendo
Una mancha
Adriana, contesta,
Te están gritando un nombre
Que nos aliviará la vida.
Tus pasos susurran
Por no dañar a nadie
Todo lo que juega en tus ojos
Se elevará

CAFÉ

Hoy caminé la cuerda floja del tiempo
Y me miré de animalejo en un cuento
Salió corriendo el destino,
Se puso viejo el camino.

Las hojas en los árboles, riendo de mí,
Se montan en mi frente,
Arrugada, feliz.
Las cuevas y los bosques que me hicieron llorar
Hoy solo se presienten, dejándome pasar

Lenta, llega. Torpe, llega,
Caníbal de mi fe,
Y mi suerte, tropezando
Depende de un café

Que puede hacerse hoy domingo,
Si me levanto de lunes y no me encuentro
De pasajero en las nubes

Películas y cuentas que aturdieron mi paz
Sacuden sus arañas, mirándolas brillar
Memorias y paredes que soñaron llegar
Resuelven sus instintos y aprenden a callar

Lenta, llega. Torpe, llega,
Caníbal de mi fe,
Y mi suerte, tropezando,
Depende de un café

EMIGRO

Monto en el auto
Ya casi termino
Sostengo una foto de algunos amigos
Comienzo a moverme
Sopla la confianza en la ventana

Pasan las últimas casas
Y el pueblo se pierde
Detrás de los perros
Las cercas me ladran
Y estallan mis ojos
Las pupilas rotas me delatan
Los tiempos se han vuelto duros

Correr sin un sentido
Es intentar el sueño de vivir
Llevo el alma de abrigo
No debo detenerme a pensar
No volveré la cabeza
No quiero mirar

Hay una garza volando a la izquierda
Su sombra y mi sombra
Se cortan y juegan
Vendrán juntas al valle
Abandonan el río
Y ya se alejan

Cuentan los campos
Que en campos vecinos
Los ciervos se escapan
Rozando dormidos
Sobrecargas del tiempo
Nos apartan los pasos
Del camino

Y el mundo será testigo
De esta carretera
De entregarme adentro
A mis arenas

Ya oscureciendo, las luces despiertan
Aprieta el invierno
Y es la niebla muerta, todo lo que vivo.

Correr sin un sentido
Es intentar el sueño de vivir
Llevo el alma de abrigo
No debo detenerme a pensar
No volveré la cabeza
No quiero mirar

37 VERSOS PARA UNA MUJER

Estoy velando la esquina
por donde pasan tus gatos
Se está quemando el arroz en la cocina
Mi humanidad te respira
Y entre el olor a tostado
Se concentran los pecados de mi vida
Hoy que llegué tan lejos
Hasta el salón donde bailan
Los caramelos largos que me faltan
Y es que no hay encanto mayor
Que escuchar los pies de tu corazón
Cuando se acerca al mío.
Aquí está el pecho, mujer,
Que ya sé que lo herirás:
¡Más grande debiera ser,
para que lo hirieses más!

Porque noto, alma torcida,
Que en mi pecho milagroso,
Mientras más honda la herida,
Es mi canto más hermoso.

Hoy que llegué tan lejos
Hasta el salón donde bailan
los caramelos largos que me faltan;
Y es que no hay encanto mayor
Que escuchar los pies de tu corazón
Cuando se acerca al mío.

BAILANDO EN LA TELARAÑA

Pasa la gente del brazo de la situación
Los árboles se ríen de los caprichos del tiempo
Este y Oeste se pierden en contradicción
Por un sano aguacero que salvará mis cultivos.

La felicidad tocará a la puerta y tú
Tienes que aprender a reconocerla
Son esos momentos los que te dan la luz
No dejes que la vida te pierda.

Suelo transitar por la llovizna retando al sol
Sobre una calle lenta que abre sus piernas
Humedeciendo el sudor
Un canto humano ha desarmado las cadenas
Y mi palabra blanca te enseñará
Que soy gente buena

Suéltale las manos a la cabeza y ven
Vamos a bailar en la telaraña
Es inteligente convocar al bien
Para subir la montaña.

Lobos cruzando la calma de luna
Llegarán de lejos
Compartiremos la carne más dura,
El agua y el juego.

La felicidad tocará a la puerta y tú
Tienes que aprender a reconocerla
Son esos momentos los que te dan la luz
No dejes que la vida te pierda

Suéltale las manos a la cabeza y ven
Vamos a bailar en la telaraña
Es inteligente convocar al bien
Para subir la montaña.

Buen concierto de William Vivanco en Bellas Artes

Buen concierto de William Vivanco en Bellas Artes

Por Joaquín Borges-Triana
William Vivanco es uno de los creadores que dentro de lo que se ha
dado en llamar Canción Cubana Contemporánea sobresale por el conjunto
de su quehacer. No es únicamente que él sea un buen compositor y un
excelente intérprete, sino que además de eso tiene muy claro lo que se
propone con su música. Ello se pudo comprobar una vez más el pasado
jueves 21 de marzo, cuando fue protagonista de un hermoso concierto en
la sala teatro del Museo Nacional de Bellas Artes.
Bajo el título de “Vívelo ahora”, la presentación de casi dos horas de
duración, sirvió para que este trovador procedente de Santiago de Cuba
hiciera un repaso por varios de los temas de su nueva producción
fonográfica, el disco denominado 13 con magia y que todavía no ha
salido al mercado ni está firmado con ninguna empresa discográfica.
Por supuesto que también interpretó canciones de sus anteriores CDs y
una que otra pieza de las grabadas por él como parte del grupo
Interactivo. En tales casos, es lindo ver el modo en que su público
natural y que repletó la salita de Bellas Artes, se suma a cada
interpretación, como parte de una suerte de gran masa coral.
Un recuento de la función permite asegurar que Vivanco sigue apegado a
las raíces de su natal Santiago de Cuba. Fue por aquellos lejanos y
duros años noventa cuando lo conocí, como parte del dúo Wiler, que
integraba con el también cantautor Ernesto Rodríguez, luego miembro de
Postrova. Desde esos días, William ha sido un verdadero estudioso de
la producción musical no solo de la zona oriental cubana sino en
especial de la facturada en el área del Caribe, algo que se percibe en
no pocos de sus composiciones y que le otorga un rasgo singular entre
sus colegas de oficio.
En el disco 13 con magia, la vocación por lo que vendría a ser la
world music vuelve a hacerse presente. Como que he tenido la
posibilidad de escuchar completa la producción fonográfica, puedo
asegurar que este nuevo CD resulta un trabajo de plena madurez,
gracias a cortes como “Palo haitiano”, “Bailarina”, “Ríos que no
vuelven”, “Tu danzón”, “Changüí en París”, “La flor de mi jardín” o
“Verano Mozambique”.
De los cortes del disco 13 con magia que William presentó al público
en su reciente concierto en Bellas Artes, el más aplaudido fue
“Charleston 21”, un corte compuesto e interpretado con Israel Rojas,
de Buena Fe, y que de ser bien promovido por los medios de
comunicación, estoy seguro de que puede llegar a ser muy popular.
En espera de que la nueva propuesta discográfica de William Vivanco
aparezca de forma oficial en el mercado, ya sea en Cuba o el
extranjero, la misma comienza a circular por vías alternativas de mano
en mano y los que estén interesados en escuchar en vivo algunas de
esas canciones y otras de este auténtico santiaguero, les recomiendo
llegarse al espacio que él ha abierto cada dos semanas los domingos a
las seis de la tarde en el Jazz Café, donde se presenta con el
respaldo de su grupo e interpreta algunos de los mejores ejemplos de
lo que está pasando por estos días en la Canción Cubana Contemporánea.
Allí nos vemos.

Canción propuesta

Canción propuesta

Por Joaquín Borges-Triana.

A cualquier observador minucioso de la escena musical cubana contemporánea, no se le escaparía el hecho de que a finales de los ochenta comenzó a gestarse una tendencia en la composición e interpretación muy diferente a la de los patrones clásicos o convencionales por los cuales ha transitado la canción nacional, una corriente que poco a poco se ha ido extendiendo a otras manifestaciones. Para los analistas del tema está claro que las raíces de dicho fenómeno hay que buscarlas en lo que fuera la Nueva Trova, que en su momento significara una auténtica revolución.

Cuando términos como trovador, cantautor, nueva canción, son objeto de cuestionamientos tanto por protagonistas como por espectadores, hay quienes desde hace seis lustros, y al margen de ese debate, vienen desarrollando una obra de carácter fundacional. En los temas, asuntos y peculiaridades formales que los seducen y particularizan, se detecta desde bien temprano un lenguaje propio en el abordaje de problemáticas recurrentes en las zonas ideoestéticas comunes de las recientes hornadas de artistas e intelectuales nacidos en la Isla.

Como otra verificación en la práctica de la teoría de que en arte la sucesión generacional se produce en un lapso aproximado de diez años, a fines de los ochenta comenzó a gestarse lo que sería una tercera generación de la Nueva Trova. Por aquellos días, varios cantautores entre los que figuraban Raúl Ciro, Vanito Caballero, Alejandro Frómeta, José Luis Medina, Carlos Santos, Alejandro Gutiérrez, Boris Larramendi, Luis Alberto Barbería, José Luis Estrada, Mario Incháustegui…, acostumbraban a reunirse junto a poetas y cuentistas en una peña sabatina –conocida inicialmente como El puente– que tenía por sede el museo ubicado casi en la esquina de las calles 13 y 8, en el Vedado habanero, y que había surgido como el resultado de la fusión de varias tertulias capitalinas de jóvenes artistas, entre ellas una llevada a cabo en la Finca de los Monos, y de un proyecto o brigada que se llamó El Quijote, de donde salieron figuras como el videasta Ernesto Fundora. Dicho espacio,[1] que funcionaba como un encuentro entre amigos, significó un momento importante para el despegue de todo lo que vendría durante el transcurso del último decenio de la anterior centuria e, incluso, de lo que está pasando hoy en la cancionística nacional y en ese híbrido sonoro en el que el rock, el son, la timba y el rap se integran para dar vida a una nueva sonoridad totalmente desprejuiciada, que Alejandro Gutiérrez ha bautizado en una de sus composiciones con el nombre de «Rockasón».

En el libro CONcierto cubano. La vida es un divino guión he señalado que el diferendo que tiene lugar entre instituciones y creadores en Cuba a inicios de los noventa, en cuanto a los niveles de permisividad que se le otorgaba al arte como expresión de la conciencia social, llevó a la clausura de la atmósfera que propició el proceso de renovación en la cultura cubana, roto de repente debido a la falta de diálogo. Ese momento, muy vinculado a lo transnacional, visto dicho concepto como apertura en los términos de la creación y su espacio, no fue entendido y, con ello, se perdió la efervescencia polémica, de debate y de crítica, que existió en la segunda mitad de la década de los ochenta. El hecho de que las instancias de la política cultural, bajo el influjo del síndrome de fortaleza sitiada que por causa del bloqueo y la agresividad estadounidense ha padecido el país, y que perennemente mantiene una postura defensiva que no viabiliza la plena democracia y una verdadera libertad de expresión, no hayan interpretado de forma acertada la esencia de lo que estaba ocurriendo, puede explicar muchos de los fenómenos que han sucedido después.

Por lo antes expuesto en el libro aludido, espacios como la peña de 13 y 8 se ven imposibilitados de continuar. Al cierre, sus protagonistas pretendieron dar un concierto en una institución que siempre había acunado a la música vinculada a la trova. A tales efectos, a manera de muestra de por dónde iría la presentación, se entregó la grabación de un tema titulado «El Reyezuelo», en el que en un arreglo coral de Alejandro Frómeta intervenían este, Raúl Ciro, Boris Larramendi, Vanito Caballero y Mario Incháustegui; sin embargo, la aludida entidad se negó a aceptar la propuesta, y entonces no les quedó otra alternativa que hacerlo (para las pocas amistades que asistieron) en las márgenes del río Almendares, como una especie de performance. En la función, nombrada significativamente Canción Propuesta y de la cual todavía conservo el programa de mano preparado para la ocasión (creo que una de las noches en que he sido más víctima de los mosquitos), recuerdo que mi hermano Raúl Ciro, cantautor recientemente fallecido y alguien de marcada propensión hacia lo conceptual, rompió una guitarra en pedazos, en un gesto simbólico que (quizás sin él mismo proponérselo) transmitía el sentimiento de desencanto que de una u otra manera experimentaban todos los muchachos vinculados a aquella hoy memorable tertulia. En entrevista concedida para el blog Efory Atocha de Santiago Méndez Alpíza, Raúl Ciro evocaba el suceso del siguiente modo:

«Brother, los ochenta fueron duros. También los cincuenta para mis padres. No quisiera que viviéramos un nuevo 29 en crack. Como ya te dije, «si callas, algo hablará…». Siempre alguien ocupará tu lugar si lo desprecias. Aquella noche nos alumbrábamos Mario Incháustegui, Frómeta, Vanito, Boris y yo con un farol chino. Teníamos otro, por previsora suerte, cuando falló el primero. Boris nos protegió a todos con la suerte de su Santa Madre, el Almendares. Aquello no fue una despedida, fue un golpe bajo pactado. Pasa que «la institución» estuvo fina, no nos dieron un break… Más tarde, la rosa, la espina. Asere, nosotros estábamos en una talla impresionante. Hasta Frómeta y yo vestíamos unas camisas de peloteros, una negra y otra roja, que al frente decía en tipografías diferentes: Superávit. A nuestras espaldas números distintos en cada una, un 13 y un 8. Pasado el tiempo lo he entendido todo, «en esta vida nada es un accidente» (ver Kung fu Panda, qué divertida, genial película). Ese era el estigma: nacimos bajo ese signo.

«Al otro día estrené guitarra nueva, la única que tengo y aún conservo. Recuerdo que el Boris llevaba orgulloso entonces uno de los sellitos que repartimos esa noche con el símbolo de nuestra gran tomadura de pelo. Todo estaba preparadísimo, e igual todo se rompió en pedazos para dar paso a algo mejor. “Un arpón, un perdigón, el buzo, el cazador…”»

Aunque a la salida del Anfiteatro hubo que alumbrarse con «chismosas» (faroles improvisados) preparadas para guiar a los asistentes en su retirada a través de parajes carentes de una elemental iluminación, el concierto (al margen de su nula repercusión en los medios de prensa de aquellos días) quedó como un hermoso testimonio de lo mucho y bueno que se puede hacer, aun cuando determinados acontecimientos despierten en nosotros la sensación de que todas las puertas están cerradas, trampa en la que el artista verdadero no deberá caer pues, como los muchachos de 13 y 8 demostraron esa noche, el revés de la negativa fue compensado en cierta medida con amigos cercanos, lealtad de seguidores y obstinación luminosamente creativa, de esa que en nuestros creadores sobra.

[1] Con el transcurrir del tiempo, la peña de 13 y 8 ha sido mitificada, por haber marcado la música de la más joven generación durante los años noventa, al ser el embrión, primero, del proyecto artístico de la Asociación Hermanos Saíz denominado Te doy otra canción y, después, de lo que se conoció como Habana Oculta y luego como Habana Abierta.

Raúl Ciro: Evocación de un hermano

Raúl Ciro: Evocación de un hermano

Por Joaquín Borges-Triana

Aunque yo intuía que algo así podía ocurrir en cualquier momento, como lo puede testificar Humberto Manduley pues pocos días antes del suceso le dije  que este sería el final de Raúl Ciro, quedé noqueado al leer temprano en la mañana del jueves 21 de febrero el siguiente correo de Gladys Hernández Gómez:

“Hola amigos este email es para decirles que hoy he recibido la triste noticia de la muerte de mi hermano,  nunca se está preparado para un desenlace así. No sé qué más decirles, solo que estoy destrozada. Él no pudo ser feliz y decidió quitarse la vida. Que descanse en paz.”

Le pregunté a Gladita por detalles pero nunca me dio respuesta en ese sentido. Al final, creo que así es mejor, ¿para qué saber más? Total, con mayor o menor conocimiento de lo acaecido no se puede hacer nada.

Es esa la clase de noticia que yo nunca habría querido recibir ni tampoco, tener que dársela a amistades comunes como Enrique del Risco, Susan Thomas, Darsi Fernández  o Humberto Manduley. Yo había hablado con Raúl Ciro poco más de una semana atrás y me di cuenta de lo mal que estaba pues solo me contestaba con monosílabos. Pensé timbrarle el martes 19 (o hasta pasar por su casa en Playa), para invitarlo al concierto que esa noche ofrecía Yusa, pero no lo hice porque supuse que se negaría.

Sé que una llamada no habría marcado la diferencia y que ya él lo había decidido todo, no obstante hubiese querido conversar con él una y muchas veces más, como hicimos en tantas ocasiones. Porque La gente no se daba cuenta, pero Raúl Ciro, uno de los tipos más romántico, sensible, trágico y desinteresado que he conocido en mi existencia y un amigo de verdad (el primer celular y la primera laptop adaptados para un ciego como yo, los tuve gracias a que me los regaló durante una visita que le hice a Granada, España, donde radicó una temporada),estaba enfermo de los nervios y alguien así, por más que quiera, no tiene las herramientas para poder enfrentar los problemas de la vida cotidiana.

Músico de carácter propositivo, tanto en sus primeros trabajos cuando participaba en la peña de 13 y 8, como en los últimos que realizara en Granada, España, antes de retornar a La Habana,  se percibe el claro objetivo de subvertir el canon valorativo al uso con miras a no dejarse arrastrar por algo tan efímero e insustancial como la moda. Mientras escribo las presentes líneas, recuerdo el impacto que me causó hace ya 30 años escuchar su tema “Bachiller”, para mí una excelente canción que devenía una suerte de retrato de grupo de los por entonces graduados de preuniversitario. Ya por aquella fecha se notaban muchos de los rasgos que caracterizaron su obra autoral con posterioridad.

Entre los signos distintivos en el quehacer de este hermano que nunca se visualizó como un trovador o cantautor sino como un músico en el sentido integral de la palabra, sobresale su vocación por rendir tributo a la sonoridad y en general a la cultura de los sesenta. «Ciro crack» e «Imágenes que sanan» representan en su repertorio el gusto que él tenía por la onda retro.

Asimismo, en sus creaciones se trasluce el remarcado interés que experimentó por la atmósfera sonora del folk, cosa perceptible en la labor de los distintos proyectos en los que se involucró, pero en particular destacable en piezas suyas como «De todos los ángeles» y todavía de manera más acentuada en «No cruces tan rápido el puente”. Igualmente, en él se hacían presentes los aires de blues, como lo demuestran «Dinero y miel» y sobre todo, esa pequeña joya titulada «Déjame cuidarte», así como inspiraciones de corte marchoso como son los casos de «Películas de sábado» y «Mi mono y yo».

Aunque en las disímiles formas de hacer música asumidas por Raúl Ciro, quien escucha las grabaciones que nos dejó se da cuenta que ahí detrás hay un profesional, creo que como compositor su verdadero lado fuerte estuvo en la elaboración de canciones. Dentro de tal vertiente, entre mis favoritas figuran “Elefantes”, que no me aburro de oír gracias a la belleza de su línea melódica, “Natalia”, que en la versión realizada con el proyecto denominado Queso posee una coda de estupenda factura, y de un modo muy especial «Villa de París», de la cual una vez más vuelvo a hacer mío lo ya afirmado por mi buen amigo Humberto Manduley: si un día tuviese que marcharme a una isla solitaria y me dieran a elegir una única canción para llevar conmigo, «Villa de París», de Raúl Ciro, sería por mí la escogida.

Con Textos desgarrados y juguetones por momentos, irónicas asociaciones e imágenes dignas del tecnicolor, en lo concerniente a la poética de este desaparecido creador, la misma esboza una alternancia entre un lenguaje metafórico, lírico e introspectivo y otro en el que está presente cierto toque de humor ácido y la mirada aguda en torno a nuestra realidad, sin caer en el hipercriticismo. Compárense las diferencias de discurso en los siguientes fragmentos:

Todo el mar beberé / si al mirarte tus pies rozan lo azul siempre azul / y a la sombra de labios que dancen estará mi nadir.

Todo marcha tan bien / que a pedazos tu piel es el vacío cenit / y en lo enfermo de mí la rapiña gira y gira en lo alto.

Quiero verte dormir / quiero verte dormir / y que nadie me hale la manga si me hallo tan alto / (…) si me hallo tan alto que ya me pierdo, que ya te pierdo / que ya te pierdo, que ya me pierdo / quiero verte dormir / quiero verte dormir. («Villa de París»)

Siempre en clases solíamos cabecear / tan distante nunca di que decir / hoy en tus ojos hay tanto de aquellas / tardes

De literas podría bien sermonear / filos, «kikos», talco y lejos mamá / pero en tus ojos dan tanto de aquellas / luces que me voy

Elegir nunca asegura acertar / procrear tan atado va al placer / tan unido va que todo un sol me tragué / y tu serpiente guardián de la luz me marcó / como ves

Siempre en clases solíamos cabecear… («Pasillo aéreo»)

Tras la desintegración del nunca bien ponderado ensamble de Superávit, proyecto que de inicio  se trató de un dúo entre Raúl Ciro y ese otro excelente artista y ser humano que es Alejandro Frómeta, y la fructífera experiencia de Queso, este perseverante creador nos entregó su ópera prima como solista. Ciro 3C no es un disco de fácil asimilación para una audiencia no entrenada. Resulta un álbum hecho sin concesiones, que transita por los senderos de la canción y del acid rock, por momentos cercano a la psicodelia. En el material predomina el procesamiento de los sonidos, ya sean procedentes de las ondas radiales o tomados directamente del ambiente. En piezas como “… El carné del grupito” o “Canción precoz”, la manipulación del material sonoro en aras de transmitir determinados mensajes es de altos quilates.

Disco pletórico de guiños que hay que decodificar; nos atrapa y cautiva en (y desde) su complejidad hermosa. En todo caso, como se afirma en su contraportada: ¡que viva y goce quien por bueno no lo estime!

Coherente como pocos en su proyección personal e ideoestética,  el compositor de temas como “Dos x dos”, “Coopere con el artista cubano”, “Regulación menstrual”, “Nubes lentas”, “Churro”, “Qué calmará”, “Verde melón”…, de seguro entre las mejores muestras de la Canción Cubana Contemporánea,  legó a la cultura de este país una obra hermosa y perdurable, aunque sea prácticamente desconocida.

Por la amistad que nos unió durante 30 años y la admiración que profesé por su trabajo artístico, me niego a evocarlo como alguien ya sin aliento vital, sino que quiero recordarlo, por ejemplo,  en la tarde en que Superávit se presentaba en una función en el Café Cantante del Teatro Nacional, ocasión en que despedíamos  a nuestro amigo Enrisco, que partía hacia Europa. O en los días cercanos a un concierto en Granada de nuestro adorado Luis Alberto Spinetta y al que Raúl Ciro pudo asistir, uno de los momentos en que lo sentí más feliz en la vida.

Entrevista a Ihosvany Bernal

Entrevista a Ihosvany Bernal

Quienes son asiduos visitantes del espacio que cada miércoles entre 5:00 PM y 8:00 PM en el patio-bar de la EGREM en Centro Habana desarrolla la revista El Caimán Barbudo, conocen bien el quehacer autoral e interpretativo de Ihosvany Bernal. El Ihosva, como todos le dicen en el ambiente trovadoresco cubano, fue uno de los fundadores de estos encuentros surgidos en marzo de 2009 por iniciativa del periodista y poeta Bladimir Zamora. Y es que si un trovador ha sido activo participante y promotor de peñas, ese es Ihosvany, un hacedor de sones tranquilos al decir de Fidelito Díaz Castro y quien a la par de ejercer el oficio de la trova, trabaja como profesor de educación física pues es graduado de la Licenciatura en Cultura Física. Un recuento de qué ha sido su vida artística desde que debutase en una agrupación allá por 1993 se recoge en la siguiente entrevista y en la que El Ihosva habla de antiguos proyectos en los que se ha visto involucrado, como Puntal Alto, de colegas suyos como Samuel Águila, de los viajes que ha realizado por diferentes países de América Latina y de su hijo Pedro Pablo, quien es estudiante de música en la especialidad de guitarra.

Entrevista a Idra María

Entrevista a Idra María

La tradición del cabaret en Cuba es de larga data. Sin embargo, en años recientes, ese riquísimo mundo no ha gozado de la popularidad de antaño. Sobre este y otros temas, Miradas Desde Adentro dialoga con Idra María, cantante que es primera figura en el show de Tropicana, ´sitio que es todo un símbolo de la noche cubana y donde esta sobresaliente vocalista lleva ya 25 años.

Kerry Ellis y Brian May: Dueto de singular belleza

Kerry Ellis y Brian May: Dueto de singular belleza

Entre la copiosa discografía en formato digital que mi amigo Humberto Manduley me ha pasado en años recientes, uno de los fonogramas que más disfruto es el titulado Acoustic by Candlelight, acreditado al dúo conformado por Kerry Ellis y Brian May. El álbum, publicado a mediados de 2013, es el resultado de la gira the Born Free tour, llevada a cabo por el dueto británico durante 2012.

Para los seguidores del rock, la figura de Brian May no necesita de muchas presentaciones, pues de sobra se sabe de su brillante trayectoria como integrante de la archiconocida banda Queen. Empero, el instrumentista que escuchamos en el CD Acoustic by Candlelight en funciones de guitarrista acompañante de una solista femenina, poco o nada tiene que ver con la intensidad sonora a que él nos acostumbrase con anterioridad. Creo que esa dualidad que pueden evidenciar músicos como Brian May, capaces de desdoblarse al tocar diferentes géneros y estilos, es algo digno de admirar y deja claro que se trata de personajes que no solo pueden ser circunscritos a la estética del rock sino que son instrumentistas con un amplísimo diapasón.

En el caso de Kerry Ellis, de verdadero nombre Kerry Jane Townsend y nacida el 6 de mayo de 1979, se trata de una muy popular actriz del mundo teatral inglés, devenida en años recientes cantante tras participar con éxito en varias obras de teatro musical. En la lista de montajes dramatúrgicos en los que la Ellis ha estado involucrada, pueden mencionarse My Fair LadyWe Will Rock YouMiss Saigon Les Miserables. A propósito de su excelente desempeño en We Hill Rock You, es llamada para intervenir en una versión para concierto de la mítica ópera rock Jesus Christ Superstar, en la que asume el rol del personaje de María Magdalena.

La rica experiencia adquirida en el teatro musical, anima a Kerry a iniciar carrera como solista y así, en 2010 ve la luz su ópera prima, el disco denominado Anthems y que tiene a Brian May como productor. Es este el antecedente directo que prepara el camino para la gira que ambos artistas desarrollaron en 2012 y que da como resultado el fonograma Acoustic by Candlelight.

Contentivo de 15 cortes, el álbum editado a nombre de Kerry Ellis y Brian May pertenece a esa clase de producciones que sirven para ratificar el criterio de los defensores de la idea de que la melodía es la reina de la música. De forma resumida puede asegurarse que el CD es una propuesta concebida en torno a la canción y donde la voz, la guitarra y un teclado adicional en una que otra ocasión, tienen todo el protagonismo de la grabación.

El tema que nos introduce en lo que no dudo en catalogar como un muy hermoso fonograma es el conocidísimo «Born free», original de Matt Monro y que tanto disfrutásemos tiempo atrás en la voz de Barbra Streisand. Aquí recibimos la primera grata sorpresa del material, al toparnos con un Brian May que renuncia a su clásica guitarra eléctrica (es uno de los ejecutantes de dicho instrumento que ha conseguido imponer una sonoridad particular) para tocar una acústica, eso sí, con cuerdas metálicas y procesada levemente con algo de reverberación.

A partir de aquí se suceden otras 14 piezas, presentadas en unos casos por Kerry Ellis o por Brian May, con breves pero atinados parlamentos. De todo ese repertorio, los que más me atrapan son los cortes «I (Who have nothing)», original de Ben E. King; «The way we were», de Barbra Streisand; «Love of my life», del material propio de Brian, que él ha interpretado como solista y que ahora es asumido a dúo en una versión memorable; «Crazy little thing called love», recordado tema del período setentón de Queen; así como «Dust in the wind», de Kansas, y «Something», de George Harrison, dos momentos en los que May hace unos sencillos pero harto emocionantes solos guitarrísticos, que demuestran por qué se le considera un maestro del instrumento de las seis cuerdas.

Así pues, para mi gusto personal, el álbum  Acoustic by Candlelight, realizado por Brian May junto a Kerry Ellis es un disco de singular belleza, muy recomendable para los amantes de la Música con letra inicial mayúscula.

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