Otro logro para Rialta Ediciones
Por Joaquín Borges-Triana
Alguna vez habrá que escribir la historia de lo que en materia de ediciones se ha hecho en la diáspora cubana durante los últimos años del pasado siglo y lo que va de la presente centuria. En ese texto, de seguro un capítulo harto interesante ha de ser el dedicado a Rialta Ediciones, proyecto que se desarrolla desde Santiago de Qerétaro, en México, y que persigue como objetivo “gestionar, difundir y compartir contenidos y documentos relacionados con la literatura, el arte, el pensamiento y la crítica cultural en general.”. Además del magazine cultural que nos entregan de forma sistemática, para mi gusto personal una de las mejores publicaciones en el actual abigarrado universo de las revistas artístico literarias hechas por los cubanos dentro y fuera de Cuba, ya han puesto en el mercado una atractiva colección de libros.
Entre los títulos que han visto la luz gracias al quehacer de Rialta Ediciones podría mencionar Los años de Orígenes, de Lorenzo García Vega; Rumbos sin Telos. Residuos de la nación después del Estado, de Román de la Campa; El libro perdido de los origenistas, de Antonio José Ponte; Moleskine Sergio Pitol, de Gerardo Fernánde Fe y con prólogo de Reina María Rodríguez; Últimos días, de Roberto Brodsky; y Cartas de Hallandale, de José Kozer; Casa no sitiada por la luz, una antología de la obra poética de Roberto Friol seleccionada por Ibrahim Hernández Oramas.
El libro más reciente que Rialta Ediciones ha puesto a la consideración de los amantes de la literatura es Quince cuentos, del autor Ryūnosuke Akutagawa, con traducción, prólogo y notas de nuestro compatriota, el poeta José Kozer. Contentivo de 184 páginas y perteneciente a la Serie Convivio, en la nota promocional que ya circula por la red de redes y escrita por el aludido José Kozer se afirma:
“En Akutagawa, la necesidad del aislamiento se vuelve lectura y esta, escritura. Aislarse para leer y escribir; leer y escribir para aislarse y amparar así un sistema nervioso que lo desbarata. Una escritura, en última instancia, percibida como imposibilidad, sufrimiento y fracaso («Cuando escribo voy punto por punto, momento a momento. Si salto una etapa, me trabo. Y no puedo seguir. Si me fuerzo, algo sale mal. He de permanecer alerta. Pero por muy alerta que esté, ocurre que a menudo lo que quiero decir se me escapa. Ese es mi problema.») Una escritura en que ficción es mentira y esta un intento último, sobrecogedor, de acercarse a la verdad. ¿Cuál es la verdad? En una nota manuscrita que dejó Akutagawa al margen del original de su Juventud de Daidoji Shinsuke, dice: «Mi tragedia fue intentar la grandeza y encontrar mi pequeñez.» Tal vez Akutagawa vio cuando se moría que aquello no era trágico sino más bien algo cuyos términos sencillamente había que invertir.”
Así pues, con la publicación de Quince cuentos, original de Ryūnosuke Akutagawa y con traducción de José Kozer, Rialta Ediciones se anota otro logro en el camino de promocionar siempre algo bueno en relación con la literatura, el arte, el pensamiento y la crítica cultural en general.