Categoría: Cuba

Amaury Muro y sus mil formas de estar

Amaury Muro y sus mil formas de estar

Afortunadamente, desde hace varios años las industrias culturales se han democratizado. De tal suerte, ya los músicos no tienen que esperar por un sello discográfico para registrar un fonograma. Entre las formas que hacen posible dicha realidad se encuentran las campañas de crowdfunding. Como resultado de una de ellas es que ve la luz el CD Mil formas de estar, primer álbum llevado a cabo por nuestro compatriota Amaury Muro.

El caso de este cantautor corrobora que el actual panorama musical cubano ha devenido un fenómeno que desborda con creces nuestras fronteras. Radicado desde hace alrededor de seis años en España, la obra de Amaury Muro, como se comprueba en la audición de su ópera prima, se inscribe dentro de lo que se ha dado en llamar Canción Cubana Contemporánea.

Así, a lo largo de los 11 cortes que arman su propuesta discográfica, se persigue la integración entre lo foráneo y lo puramente nacional, si bien en el tratamiento concedido a cada pieza se trasluce  el interés por no estar ajeno al mercado y sus dictados.

Este es un CD en el que señorea la canción y en correspondencia con ello está concebido para escucharlo de manera reposada. Es, por tanto, un material que fluye de forma tranquila y donde hay que prestar atención a los textos y a las líneas melódicas.

En conjunto, cabe resaltar lo funcional de las orquestaciones de las 11 piezas aquí recogidas, en una producción musical que corrió a cargo de Julián Olivares y del propio Amaury Muro y donde por momentos se sienten aires de vivificantes influencias de figuras como el uruguayo Jorge Drexler.

Con la participación de los invitados Leo Minax, Ro Trejo, José Luis Medina y Jorgito Kamankola, entre mis piezas favoritas de la grabación mencionaría la que le da nombre al fonograma, es decir, “Mil formas de estar”, “Unido al camino” (con clara remembranza  a la música latinoamericana), “Curvas” (suerte de declaración filosófica de la concepción de la vida del cantautor), “Más allá de ti” (con la intervención de José Luis Medina y Jorgito Kamankola) y, especialmente, “Pensando la Isla”, composición que transmite los sentimientos de alguien que experimenta la condición de ser un transterrado.

Mezclado y masterizado por Rubén García Motos y con diseño gráfico a cargo de Roberto Rojas, como músicos intervienen en el álbum Raúl Chiocchio, Cary Rosa Varona, Yago Salorio, Ana Cuenca Ramón, Reynier Aldana, Rodrigo Díaz “El Niño”, Víctor González Aceituno, Miguel Reyes, Jorge Barrero, Frank David Santiuste y los antes aludidos Julián Olivares y Rubén García Motos.

Fonograma muy disfrutable en su conjunto, el trabajo desarrollado en Mil formas de estar por Amaury Muro atestigua una vez más el actual transnacionalismo de la sociedad cubana, fenómeno en el que se incluyen la música y en general las restantes manifestaciones artístico literarias.

Imagen tomada de https://amaurymuro.com/

Regalo por el día de la mujer

Regalo por el día de la mujer

Como cada 8 de marzo, este lunes celebramos el Día Internacional de la Mujer. Establecido por la Organización de las Naciones Unidas en 1975, la conmemoración recuerda la lucha de las mujeres contra todo acto discriminatorio y en pro de la búsqueda de la equidad de géneros.

El origen de la celebración se remonta al 8 de marzo de 1857, cuando las mujeres que trabajaban en la industria textil, conocidas como ‘garment workers’, en Nueva York, organizaron una huelga para demandar salarios justos y condiciones laborales más humanas. Dos años después, las manifestantes crearon su primer sindicato para pelear por sus derechos y 51 años  más tarde, el 8 de marzo de 1908, 15.000 mujeres volvieron a llenar las calles de Nueva York para exigir un aumento de sueldo, menos horas de trabajo, derecho al voto y prohibir el trabajo infantil bajo el lema “Pan y Rosas”.

En 1910, se celebró una conferencia internacional en Copenhague a la que acudieron más de 100 mujeres procedentes de 17 países diferentes. En ella, la alemana Clara Zetkin sugirió la idea de conmemorar un día de la mujer a nivel global y la propuesta fue aprobada por unanimidad.

Miradas Desde Adentro no quiere pasar por alto la fecha del 8 de marzo y hemos pensado en regalarle a nuestras lectoras tres textos dedicados a las féminas. En la breve selección que proponemos como homenaje, incluimos el poema “La mujer y la casa”, de José Lezama Lima, así como dos letras de canciones surgidas en el seno de la Nueva Trova. Son ellas “Mujeres”, de Silvio Rodríguez, y “Mujer si la distancia es esa huella”, compuesta por Rodolfo de la Fuente.

Vaya pues con estos textos la más sincera felicitación por el hecho de ser mujer, que es sinónimo de vida.

La mujer y la casa

José Lezama Lima

Hervías la leche

y seguías las aromosas costumbres del café.

Recorrías la casa

con una medida sin desperdicios.

Cada minucia un sacramento,

como una ofrenda al peso de la noche.

Todas tus horas están justificadas

al pasar del comedor a la sala,

donde están los retratos

que gustan de tus comentarios.

Fijas la ley de todos los días

y el ave dominical se entreabre

con los colores del fuego

y las espumas del puchero.

Cuando se rompe un vaso,

es tu risa la que tintinea.

El centro de la casa

vuela como el punto en la línea.

En tus pesadillas

llueve interminablemente

sobre la colección de matas

enanas y el flamboyán subterráneo.

Si te atolondraras,

el firmamento roto

en lanzas de mármol,

se echaría sobre nosotros.

Mujeres

Silvio Rodríguez

Me estremeció la mujer que empinaba a sus hijos

hacia la estrella de aquella otra madre mayor.

Y cómo los recogía del polvo teñidos

para enterrarlos debajo de su corazón.

Me estremeció la mujer del poeta, el caudillo,

siempre a la sombra y llenando un espacio vital.

Me estremeció la mujer que incendiaba los trillos

de la melena invencible de aquel alemán.

Me estremeció la muchacha

hija de aquel feroz continente,

que se marchó de su casa

para otra de toda la gente.

Me han estremecido un montón de mujeres,

mujeres de fuego, mujeres de nieve.

Pero lo que me ha estremecido

hasta perder casi el sentido,

lo que a mí más me ha estremecido

son tus ojitos, mi hija,

son tus ojitos divinos.

Me estremeció la mujer que parió once hijos

en el tiempo de la harina y un quilo de pan

y los miró endurecerse mascando carijos.

Me estremeció porque era mi abuela además.

Me estremecieron mujeres

que la historia anotó entre laureles.

Y otras desconocidas, gigantes,

que no hay libro que las aguante.

Mujer si la distancia es esa huella

Rodolfo de la Fuente

Mujer si la distancia es esa huella

De caminos distantes que me envuelven

Tú no eres la distancia ni lo lejos

Sino lo cerca que se me disuelve

En tantas noches cuando nos buscamos

En la ciudad que ajena parecía

Y con tu risa se fue haciendo mía

La sólida certeza de encontrarte

Mujer en la razón misma de amarte

Está presente el acto de la vida

La vida que construyo con los días

Con estas mismas manos de besarte

Mujer y si los pasos me hacen lejos

Y en otro suelo se me va la vida

Yo sé que en la razón misma de amarte

Está presente el acto de mi vida

Mujer en la razón misma de amarte

Está presente el acto de la vida

La vida que construyo con los días

Con estas mismas manos de besarte

Mujer y si los pasos me hacen lejos

Y en otro suelo se me va la vida

Yo que en la razón misma de amarte

Está presente el acto de mi vida.

El odio a Ben Lerner y otros poemas de Dolan Mor

El odio a Ben Lerner y otros poemas de Dolan Mor

El poeta y narrador Dolan Mor nació en Pinar del Río, en 1968. Licenciado en Literatura y Español, reside en España desde 1999. Por el conjunto de su obra, fue nominado al International Grand Prize for Poetry 2010 de Rumania. Textos suyos han sido traducidos al inglés, francés y polaco.

Entre sus poemarios publicados se encuentran la tetralogía Maladie bleue, una colección de libros híbridos y experimentales inspirada en la obra esencial de Lewis Carroll y en la Fuente Q de los Evangelios. Los títulos que integran Maladie bleue son: Poemas míos escritos por otros (volúmenes I y II), Después de Spicer (volumen III), Dolan y yo (volumen IV), todos  salidos al mercado a través de la editorial española Aduana Vieja.  En fecha más reciente ha dado a conocer los libros Antología de Spoon Raven (Candaya, Barcelona, 2019) y En los extramuros de Zaragoza. Poemas escogidos (Verbum, Madrid, 2021). En Miradas Desde Adentro publicamos una breve selección de la copiosa obra poética de este compatriota.

El odio a Ben Lerner

Hay mucho más consenso en el odio a la poesía

                        que en la propia definición de lo que es realmente la poesía.

                                                                        Ben Lerner (El odio a la poesía)

                    He salido a recoger unas cartas al buzón

del edificio, con el pijama puesto debajo del abrigo,

y me preguntaba si había empezado a volverme loca.

—¿Te encuentras bien? —me preguntó el vecino

una vez que salió del ascensor,

con las llaves de su apartamento en la mano.

—He salido a mirar la nieve —le respondí.

En realidad no me di cuenta que estaba medio loca

sino unas horas más tarde, cuando me encontraba dormida

y pensé, en vigilias, que el vecino no me había preguntado

«si estaba bien», sino «si me encontraba bien».

Un simple cambio de verbo arruinó mi sueño.

¿Qué vio en mi aspecto que le hizo preguntarme

por mi salud o por mi estado de ánimo?

Estoy casi segura que fue mi vestimenta

lo que le hizo reaccionar de ese modo

porque nadie en su sano juicio sale

con el pijama puesto y un abrigo encima

a recoger una carta en el buzón de su edificio.

Nadie tampoco se levantaría a las tres

de la madrugada, desnuda, como yo ahora,

con la temperatura bajo cero, para escribir estos versos.

Sin embargo, la razón es demasiado simple

para un poeta o para alguien que ame la poesía:

Tal vez en este momento en que me siento desnuda

ante el ordenador (y aquí la palabra «siento»

posee un doble e infinito significado),

en realidad, el pijama y el abrigo se encuentran

debajo de mi piel (como mi propia carne), o sea, dentro de mí.

Puede que esta idea imposible de invertir las prendas

de ropa, y ponérmelas debajo, como si fueran mis músculos

o mi sangre, parezca más demencial todavía que salir

con un pijama y un abrigo a recoger una carta

en el buzón de mi edificio; pero si no lo entiendes,

Ben Lerner, entonces ignoras con qué mierda celestial

se construye de lo ordinario un poema.

Ahora la poesía no menciona los sauces a orillas…

Ahora la poesía no menciona los sauces a orillas
de la alberca, ni escribe cisne o dalia al pie de un cardenillo.

Sólo habla de McDonalds, drogas, viajes a Europa,

 la práctica promiscua del sexo en los hoteles.

No está bien ser poeta si no fumas cannabis,

 si no besas a un perro en su esfera de muerte.

Sólo se necesita un coche en la cartera, un anillo

 en la oreja, un polvo en la nariz. No importa

 si eres hembra o macho en tus costumbres

siempre que un vibrador descanse en tu bolsillo

 cual pez de silicona bajo un lago de escarcha.

No debes olvidar las playas de nudismo o leer

 a Bukowski en medio de un spa (aunque ignores

 que Spa se llama un pueblo en Bélgica,

 o que salut per aquam proviene del latín).

Lo importante es decir palabras en inglés e ignorar

 que Lezama vivió dentro de un mulo asmático y rapsoda.

También que lleves gafas en medio de la noche,

 o que hagas como yo que me pongo una gorra

 hasta para ducharme en los meses de invierno.

Un sello en el mercado, los enigmas del marketing

 en cada laberinto que construyen tus dedos

 mientras subes un día al tren, al ascensor que te lleve

 a ese suave destino que es el arte.

Eso sí, nunca olvides borrar de tus poemas las hojas

 de los sauces o ir a un restaurante donde la carta ignore

 ese plato exquisito: el cisne de Darío

 (desplumado y enfermo) con la dalia en el pico.

El poeta

Para J

Dejemos al menos que tenga una silla

de metal que recogió del tanque de basura

Dejemos que escriba por la madrugada

en un pueblo inexistente de un valle en Aragón

Dejemos que juegue como un niño con letras

en la pantalla o en las hojas que hay

sobre la mesa (una mesa que también recogió

de la basura) Dejemos que escriba y escriba

en la arena cuando todos duermen

o hacen el amor en las nubes

Dejemos después que se levante de la silla

vaya a la cocina       abra la nevera vacía

y beba ese último pétalo de leche

que queda en un enano vaso de cristal

Después lo dejaremos entrar en el lavabo

echarse agua en la mente       suspirar en silencio

nadar en el espejo       tocarse la barbilla

y pensar que está viejo y sucio como un perro

Dejemos que regrese del baño a su escritorio

se siente      mire al techo     sepa que no armará

el poema perfecto ni rozará de lejos la blanca eternidad

Aun así dejaremos que vuelva a (re)intentarlo

que escriba al fin sus versos en la arena

en el agua sin fondo de lo efímero

Puede que sea ésta su última función

su velada en un reino que él nunca ha comprendido

y en el que va de un sitio a otro sin carruajes

como un bufón de siervo o un vulgar extranjero

Puede que al menos duerma escribiendo y que sueñe

que el cielo es solo un vaso de leche por las noches

y que vivir       si es niño      le resulta posible

La belleza de la muerte

No es lo mismo conocer la muerte

que oler su perfume.

Cuando mi marido ingresó en una clínica

de psiquiatría en Zaragoza

estuve presa del tiempo y de las ideas

que venían por las noches como pájaros

sin alas a nuestra habitación.

Rodeados de cristales y de médicos

sufríamos como dos ramas separadas

por el invierno. Después le dio

el infarto y comprendí que la muerte

usa diferentes lenguajes

para dejar su huella en el mundo.

A partir de su enfermedad, me convertí

en demente: conversaba con las piedras,

interpretaba el sonido de las nubes

antes de la lluvia en verano,

leía dormida El pabellón de oro

de Mishima, sin despertarme.

Todo lo que escribí antes de ese tiempo

fue vanidad, como un cazador

que se pierde en el bosque del idioma

buscando una presa inexacta.

Hablaré sencillo como las mariposas, dije,

pero sin usar más prendas de ropa

que el vuelo (ni colores ni luz

ni sombra en la mirada).

Confundí en el pasado el brillo,

o la apariencia de las cosas con la joya.

Ahora entiendo que la poesía en esencia era esto:

poner las vísceras llenas de sangre

encima de una hoja vacía.

Un sitio que es tal vez el fin del universo…

Un sitio que es tal vez el fin del universo,

donde escribo un poema sin lógica ni espíritu.

Un silencio muy breve, con versos construidos

bajo golpes de Artaud, un magnolio en la orilla

del ventanal izquierdo, las barandas

repletas de azaleas marchitas, cubiertas

de cristales, ahumadas mientras suena

la música de Mozart en el fondo del patio,

a un lado del salón, incluso entre las plantas

que crecen de los verbos, adjetivos con lluvia

desfilan ante mí, me siento un bello fámulo,

levanto las cortinas del sujeto primario,

voy al televisor, construyo ahora una tila,

después bebo la mesa, pero el poema sigue

sin lógica ni espíritu, se parece más bien

a un hijo de este mundo: suele crecer con lujo,

observa la belleza entre la fealdad,

pero a la hora cero, a la hora de amar

también el universo, ese sitio que dicen

un día tendrá fin, entonces da la espalda,

pronuncia un sustantivo, por ejemplo «mudanza»,

y es entonces que empiezo a cambiar de lugar,

de ciudad, de país, pero siempre termino

bajo el mismo elemento, en idéntico espacio

donde no cabe otro, donde la ceguedad

pronuncia el mismo verso, el mismo

desconsuelo, la misma capital de un sitio

que es tal vez, de un tal vez que no existe

a no ser en el punto final de este poema.

Amaury Pérez y Meme Solís: dos artistas hechos y derechos

Amaury Pérez y Meme Solís: dos artistas hechos y derechos

“Este es un disco para fatigar con agrado los equipos de música, con mucho que descubrir y agradecer a dos artistas hechos y derechos que se dan la mano en 12 oportunidades bien maduras, en la coincidencia y la devoción artística, sin un reproche. Es un acto de justicia cubana y es también una acción de gracias. No por gusto la primera frase de este fonograma es: Señoras y Señores: ¡Qué emoción!”

Las anteriores son las palabras con las que mi amigo, el lamentablemente fallecido poeta, director de programas radiales e investigador de nuestra música, el villaclareño Sigfredo Ariel, concluía su nota de presentación al fonograma Amaury canta a Meme Solís, hermosa idea de Petí González Gutiérrez y que el compositor de “Acuérdate de abril” concretó en 2018, a fin de rendir tributo a uno de los imprescindibles hacedores de canciones entre nosotros: José Manuel “Meme” Solís.

Por un instante trato de evocar el momento en que conocí la obra de Meme y me resulta imposible precisarlo. Solo consigo percatarme del hecho de que desde muy niño, en el ya lejano decenio de los 60, en el tocadiscos de casa y por iniciativa de mi querida vieja, Elga Triana, resultaba presencia constante la música del cuarteto Los Meme. Así, piezas como “Destino de los dos”, “Estos días de lluvia”, “Te dije quédate”, “Todo eso eres” u “Otro amanecer” (esta última, suerte de himno para una generación de compatriotas) han sido importantes componentes de mi particular banda sonora.

Tampoco puedo establecer la fecha exacta en la que Meme se fue en parte de Cuba y digo así, porque está demostrado que nadie se va del todo. Más allá de que tristemente en una etapa sus canciones dejaron de escucharse en la radio cubana por la censura de que fue víctima, siempre hubo intérpretes que, como Rosita Fornés y Elena Burke, mantuvieron de forma activa en sus repertorios creaciones de Solís. Luego, con el transcurrir del tiempo, comenzaron a circular informaciones acerca de los grandes conciertos que, con frecuencia anual, Meme ha protagonizado en Miami y para los que ha armado cuartetos ocasionales con la intervención de figuras como Xiomara Laugart.

Al margen de la lectura de una que otra reseña en periódicos miamenses como El Nuevo Herald y Diario las Américas sobre dichas presentaciones, debo decir que yo no había podido escuchar nuevas composiciones de Meme. En ese sentido, uno de los principales aciertos del álbum grabado por Amaury Pérez viene dado por el hecho de que nos permite conocer, al menos una porción, de la reciente obra de alguien que no se ha conformado con vivir de repetir lo que en el pasado hizo en Cuba.

Y es que, como ha escrito el ensayista Emilio Ichikawa en un texto suyo a propósito del teatrista habanero Víctor Varela, mantener “fuera del locus domiciliar, más allá del jardín fecundo, un nivel de inconformidad creativa que conduzca, una y otra vez, a la obra de arte, requiere una energía descomunal”.

De los 12 cortes que arman el CD Amaury canta a Meme Solís, una producción que -para no perder la costumbre- ha resultado mal promocionada por los medios de comunicación en Cuba, 11 son temas desconocidos por los seguidores de Meme en nuestro país. Se trata de piezas en las que señorea la balada y en las que apreciamos el estilo que ha signado el trabajo de Solís, tanto en lo concerniente a las líneas melódicas como al tratamiento armónico.

La última pista del fonograma es un muy atinado popurrí de viejos éxitos del cuarteto de Meme y en el que se incluyen “Traigo mi voz”, “Ese hastío“, “Vida si pudieras“, “En la distancia“, “La orquídea“, y, por supuesto, “Otro amanecer”.

Digno de resaltar es el desempeño interpretativo de Amaury Pérez a través del álbum, en el  que logra identificarse con la esencia del repertorio de Meme, en lo cual ayuda mucho el hecho de que en lo fundamental sean baladas, manifestación que por excelencia Amaury ha trabajado como compositor. También es sobresaliente lo hecho por Juan Manuel Ceruto, responsable de la producción, los arreglos y la dirección musical, con una propuesta orquestal que mucho le debe a atmósferas jazzísticas.

Así, en la primera versión del material, la sonoridad es acústica, a partir de un formato de quinteto, en el que participan el aludido Juan Manuel Ceruto (saxofón tenor y flauta), Rodney Barreto a la batería (brillante en los pasajes con escobillas), el contrabajista Roberto Vázquez, Dayron Ortiz en la guitarra con cuerdas de nailon y el pianista Víctor Campbell (recomiendo especialmente escuchar con atención lo que hace en el tema “No soy yo”). En una segunda versión, al anterior formato se añaden unas cuerdas, que aportan diferente color y textura a la grabación.

Para concluir, deseo señalar que un CD como este de Amaury canta a Meme Solís, en el que intervienen otros muchos colaboradores, cumple una doble función: sociocultural y sicosocial, dado que posibilita a un músico como Meme incorporarse al que es su ámbito mayor, el constituido por las audiencias de Cuba, y al país le permite recobrar un fragmento de nuestra propia memoria colectiva, hoy desperdigada en los más diversos rincones del mundo. Cuando se piensa en el hecho de que los cubanos no somos un pueblo milenario sino que tenemos una historia bastante joven, apenas cinco siglos, hay que concluir que no podemos darnos el lujo de no incentivar la memoria cultural y perder del patrimonio nacional a figuras que, al margen de vivir en disímiles puntos del planeta y/o de discrepar del sistema sociopolítico imperante en la Isla, son glorias de nuestro devenir musical.

Con la poesía de Osmany Oduardo Guerra

Con la poesía de Osmany Oduardo Guerra

Nacido en Las Tunas, en 1975, Osmany Oduardo Guerra  es Poeta, narrador y crítico. Entre otros galardones  ha recibido el Premio Nacional Décima Joven de Cuba, 1998; Premio Tomasa Varona, 1998; Primera mención del Premio Décimas para el Amor, 1998; Premio Nacional de la Narrativa Joven Reyna del Mar Editores en cuento, 2001; Mención David en poesía, 2002; Mención en Casa de las Américas, 2004, con el libro Poeta en La Habana, publicado al año siguiente por la editorial Letras Cubanas. Ediciones Sanlope publicó su plegable Reflexiones desde el pesebre.

Residente en Canadá desde hace varios años, hoy evocamos a este compatriota transterrado por medio de publicar en Miradas Desde Adentro una representación de su obra poética.

RAZONES PARA GUILLOTINAR LA FELICIDAD

Una manada de sueños

 se precipita al abismo

 de algún féretro

Sadismo

 del bufón en sus empeños

 de hacer llorar mis pequeños

 impulsos

Ahora disfruto

 si mastico el escorbuto

 que se lanza por sus venas

 Ya soy un retazo apenas

 de esta vida que le amputo

No importan las bufonadas

 El corazón no es espejo

 que se asfixia

no es espejo

 que suda cuentos de hadas

 El corazón tiene espadas

 para invocar al infarto

 Evocaciones de un parto

 de sangre sobre el cristal

 Mi corazón animal

 se estrangula

Ya estoy harto

Importa ser el bufón

 pirueteando en el cadalso

 Importa soñar descalzo

 de caminos

Tener don

 de pobreza y un bastón

 amenazando la holgura

 Importa la mueca dura

o la risa carcomida

 Importa la puerta herida

 cuando no roza estatura

 Todo es besar el hechiza

 si la bruja no es princesa

asesinar la corteza

 en tu nombre

árbol sumiso

 bajo un cielo movedizo

 que llueve puertas cristales

 Todo es saberse mortales

 aunque después haya cielo

 que compartir y el consuelo

 de equivocar los portales

Bufón es la carcajada

 importunando el espanto

 de la corte

Todo es canto

 de cuchillos en manada

 Qué bufón no es risotada

 con lágrimas en el pecho

Qué bufón tiene derecho

 al hachazo

Qué bufón

 no se quita el corazón

 para dormir al acecho

Me pierdo en un cuadro intenso

 de piruetas contra el humo

 del holocausto y asumo

 sus bufonadas

propenso

 a desterrarme en un lienzo

 de ironías

Soy infame

 cortesano que se lame

 las cuentas

Yo necesito

 ser feliz bufón proscrito

 sin ojo que se derrame

Es difícil la sonrisa

 impotente desde tronos

 Difícil cubrir de enconos

 la felicidad

Qué risa

 desprenderá la sonrisa

 de sus deseos burlones

 Difíciles los punzones

 Difícil quitar la mano

 Difícil ser cortesano

 guillotinando bufones.

MIEDO

Me trago este frío amargo

 busco razón en mis huesos

 Tiemblo

El camino de sesos

 y cráneos se torna largo

 El miedo es sucio letargo

 que asfixia mi boca abierta

 Tú vendrás porque es incierta

 la soledad

Resucitan

 mis ojos se decapitan

 Disparo absurdo en la puerta

Regreso al centro del miedo

 a desatar las palabras

 perdidas

Oh Dios las cabras

 despedazan ya este dedo

 inquisidor y no puedo

 hablar porque está podrida

mi voz

porque la mordida

 se hizo costra entre mis manos

 No hablaré porque hay gusanos

 aguardando la estampida

1

Todo lo que diga a partir de este momento,

de este sencillo momento en que acomodo mis uñas

en la carne infernal de las paredes,

serán sólo palabras amordazadas por la intemperie,

por los rasgos de la ciudad yerta a lo lejos.

Me acosan los jardines,

las calles populosas y sus pasos.

Me enervan esos cantos que se ausentan

y el estertor que nunca escuché

sino hasta este día bendecido por las aguas.

Puedo decir que hay cientos de escaleras

pero nada contendrá mis pies en el vacío.

Es vacía mi edad sobre los muros,

es vacío el hedor de las paredes,

es vacía la piel sin rasgaduras y sin llagas.

Puedo gritar que muchos detestan la ciudad

y se acurrucan mordidos por su historia.

Es mi deber, o al menos mi osadía,

no reprimir el llanto de los Otros.

Los Otros soy yo mismo

ensimismado y rabioso de nostalgia,

ruborizado y muerto.

He jurado, ante las puertas de La Habana,

maldecir tantas calles como espejos,

ignorar sus bellezas,

los animales que escarban en la noche,

las columnas besadas por el tiempo amargo,

insobornable.

He jurado decir la verdad, o no callarme,

o al menos escaparme del silencio,

o inventarme una piel tatuada a gritos,

aunque gritar sea cosa de anormales

y esos ya no nos pertenecen,

ellos hacen las paces con nosotros

y se desnudan tercos sobre el fuego.

He jurado,

y también sé que eso es cosa de asesinos,

es cosa de calar en los rincones

con un hacha de espuma.

Imagino que el mar es un abrazo

pero no tengo frío ni amanece

porque esta noche

es noche de inocentes tentaciones,

o de fracasos que aumentan la impaciencia.

Por eso es que camino por la orilla

con los pies detenidos en los ojos de los Otros,

esos que tampoco nos pertenecen

pero han perdido su fe,

y eso es muy bueno.

Los Otros, qué demonios tan dulces e impacientes,

qué castrados de toda alevosía,

qué infelices los Otros, ellos mismos

que condenaron todas nuestras puertas

con los cuerpos arenosos de los náufragos.

Tan sencillos los Otros

martillando mi piel en la madera.

Es fácil ser Los Otros sin que nos reconozcan.

Es fácil, tan fácil que me aterrra

y estremece los contenes agrietados

donde duermo con sed de madrugada.

Difícil es ser Dios

en una ciudad que goza con mi suerte.

Difícil es morder la sien al puerto.

Difícil es, sin dudas,

conversar con el cuello abierto a todo,

reírse con puñales clavados en la espalda,

abrazar al traidor,

vivir,

qué pena.

Avergüenza nacer ya sin zapatos,

avergüenza morir

y no tener más hazañas que esa muerte

y unos pocos recuerdos y caricias,

y unos extraños besos.

Qué nostalgia.

Hoy no importan los barcos ni la nieve

ni los vientos calados en mi orilla

porque al besar la ciudad

me he descubierto absorto, impredecible,

negado ser el pasto de los Otros,

imposibles los Otros en su histeria.

Hoy no importan las ruinas.

“La Habana es sólo un barrio marginal”, dice mi amigo

mientras abraza fiel los basureros,

y yo trato de huir de mi cerveza amarga.

Tampoco importa el pan,

ese que sí nos pertenece

pero tiene unas grietas invisibles

por donde escapa el tiempo.

Soy eterno y fugaz como las avenidas,

imberbe como los aeropuertos,

condenado a vivir en altos campanarios,

jorobado y sediento,

encarnizado por el polvo.

cuando vengan a buscarme

me encontrarán sin hambre ni rencores

abrazado a esta ciudad

que sabe a veces a nostalgia,

a veces sabe a muerte desgarrada,

a retornos que rezuman el vacío de la espera.

Qué importan los teléfonos si azules.

El azul no es tan triste

como para llorar las tardes sin marcharse.

El azul no es inmenso,

nos hicieron creer tantas mentiras

que ahora sentimos asco por la ciudad.

Nos mintieron.

Dijeron que La Habana era el centro de la historia,

que tenía ese mar inconfundible,

un cielo diferente

y nos mintieron.

La Habana es sólo el centro del pantano,

un abismo aferrándose a una rama,

un puerto sin retorno,

una pequeña aldea donde se invoca al miedo.

Qué hacer si la ciudad nos contamina

a pesar del residuo de uno mismo.

Qué hacer si los demás cercenan nuestros hijos

y quedamos sin nanas para el desayuno.

Es mejor olvidar hasta la sangre,

remontarnos al tiempo del deseo,

ignorar las semillas que alguna vez comimos

y el árbol que no nació jamás.

Es preferible ser el vagabundo

y errar por los pasajes de una historia inaudita

sin siquiera haber palpado la humedad de los muros.

Sé que luego vendrán a condenarme por profanar las calles,

por imprudente y cruel y despiadado.

Sé que nada ni nadie podrá salvarme

y que todo lo que he dicho aquí de la ciudad

será usado en mi contra.

Menta: un cuento de Jorge Fernández Era

Menta: un cuento de Jorge Fernández Era

Nacido el 11 de noviembre de 1962 en La Habana, el humorista Jorge Fernández Era es Licenciado en Periodismo. Ha laborado en el semanario Cartelera de La Habana,  en el periódico Cubadisco, así como  en el Ministerio de Cultura, la Biblioteca Nacional José Martí, la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, el Centro de Estudios Martianos y el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello.

Otrora integrante del grupo Nos y Otros, sus cuentos han sido incluidos en diversas antologías en Cuba, entre las que cabe mencionar: Humor de puño y letra, Editorial Pablo de la Torriente Brau; Cuentos de la bruja (Premios Aquelarre), Editorial Sed de Belleza, Villa Clara; Nota de prensa y otros minicuentos, Ediciones Cajachina; y Escribas en el Estadio, Editorial Unicornio.

Menta

Nuestro personaje vive en un apartamento del último piso. Merienda un caramelo y arroja al vacío la envoltura tras convertirla en una diminuta esfera. La pelotita cae justo sobre el ojo del conductor de un auto que desvía el rumbo, roza un muro y se araña. El tipo llega malhumorado al hospital a cumplir su faena como cirujano, pica donde no debe a un paciente y lo manda a terapia intensiva. La madre del enfermo se ataca de los nervios y prende candela al almacén del centro hospitalario. Al almacenero se le imputa negligencia, pierde el trabajo, llega a casa y, para descargar su rabia, la emprende a golpes con su inocente mujer, hija de un representante en la ONU. Éste recibe el fax con la noticia minutos antes de arengar contra un país vecino por asuntos de disputas territoriales. En el plenario se exalta y lanza tres palabrotas a la delegación oponente. La nación ofendida, en voz de su Presidente, jura vengar la afrenta y declara la guerra de inmediato. El primer cohete impacta en la azotea del edificio donde reside adivinen quién.

MANDRÁGORA (y otros poemas) de Pedro Marqués de Armas

MANDRÁGORA (y otros poemas) de Pedro Marqués de Armas

Pedro Marqués de Armas tiene un título como siquiatra, pero más allá de su formación profesional, antes que otra cosa es poeta.  Nacido en La Habana en 1965, él resulta uno de los pocos estudiosos que entre los cubanos se ha dedicado a investigar y a escribir acerca de la apenas comentada pero importante tradición del suicidio entre nosotros. 

Como hacedor de versos, obtuvo el Premio de Poesía Julián del Casal, de la UNEAC, y el Premio de la Crítica. Fue de los integrantes del mítico grupo Diáspora(s). Entre otros títulos ha publicado: Fondo de ojo (1988), Los altos manicomios (1993), Fascículos sobre Lezama (1994), Cabezas (2002) y Óbitos (2015). Actualmente reside en Barcelona.

Mandrágora

En el borde interior de la frontera, que otros prefieren llamar callejón sin salida, —B. se mató.

Claro que todas las fronteras son mentales, y en el caso de B. mejor sería hablar de dos.

De modo que B. se mató entre el borde interior y la cresta de un pensamiento que ya no se le desviaba.

Para catapultarse, tomó aquellas raicillas de un alcaloide que había clasificado, y, echándose sobre el camastro de trozos fusiformes, al fin encontró lo que buscaba: calle de una sola dirección en la que todos los números están borrados, y los blancos pedúnculos mentales se desvanecen en una materia de sueño.

CLARO DE BOSQUE (semiescrito)

las puertas se abren hacia

dentro y

con horror infinito

hacia fuera los pensamientos

pienso

en una escritura intensidad

pero no es escritura la palabra exacta

(exacto es claro de bosque)

ni siquiera la que más se aproxima

ya que

ninguna palabra es tan intensa

para ser escrita

en el horror infinito de unos caracteres de tierra

el cerebro desenterrado

de esas tierras al margen y

sin embargo

en algún punto o claro de bosque

calculado

(en la cabeza)

aunque el término punto también inexacto

y aún, todavía las rayas excavan

cada uno de esos puntos dispersos

(pilar de lengua viva)

los caracteres se desprenden

al simple roce de las manos

así también la tierra

al borde de ciertos farallones o mantos de pizarra

ininterrumpidamente hacia

dentro y

con horror infinito

con (más) horror infinito hacia fuera luego

campos

cabezas

molinillos organillos en Mandelstam,

Nietzsche (¡que crujen!)

y ahora

en la nunca espectral y absorbente cabeza de este Bernhard

con intensidad cada vez más creciente

más sin salida

hacia dentro y

fuera

lo mismo hacia la intersección

entre una idea, clara

de suicidio (sostenida a lo largo

de una existencia todo ella entregada al suicidio)

y el acto

al abrirse la puerta en la sima

—sismática

con fondo de hueso gris y libre

de todo resto de tejido humano

«allende los humanos»

así en las minas al aire libre de Serra Pelada

400 kms al sur de Belén

donde los humanos

(moléculas rientes de negror corredizo)

han sustraído

en un corte sagital

la órbita de un ojo infinitamente horrible

semiescritos

emergen de la mina y

la tierra (pilar de lengua)

escala los bordes

reproducen el movimiento (ardoroso)

de la masa (de tierra)

que no va a ninguna parte

ningún pájaro atraviesa el aire libre

de estos yacimientos

el cielo ha perdido su convexidad característica

y, además

su oficioso —y noble— speculum

como si en estas minas de oro

400 kms al sur de Belén

se hubiera operado ya

en la intersección

el corte sagital del cerebro

de manera

que

la cabeza y el ojo

el ojo y la cabeza y

así los campus (de ojos) y los campus (de cabezas)

expresen la superficie

(ya,

exclusivamente

extirpada)

o sólo es,

exclusivamente,

el fondo de la mina

en uno y otro sentido no debemos ceder

en la intensidad

así Bernhard

con horror infinito

ante el claro.

AUNQUE DISIMULADO

aunque disimulado

por esa flor blanca

(plumeria)

que rendía su sombra

aunque disimulado

viste

en la techumbre de la nave

un hueco

y, alrededor

como dormida

la misma gente

(gente de 1844)

abriendo la tierra

con mandíbulas

reciamente

con el ángulo facial de Camper

y pensaste

un hueco

un hueco

un hueco

cuán profundo

aunque disimulado

SEPTIEMBRE, 1957

¿Estabas o no de fuga del hospital? ¿Y qué hicieron contigo en las Ánimas, a tu regreso? Cambió de aspecto el cine y la vasca del Parque Zayas devino el proscenio de un barco excéntrico. Desde entonces, la densidad del aire alcanza cuotas insoportables. Pero ese día eché mano del calendario que me regalaste, para no ver tu cara. Eloy, Errol Flynn, Turtós. Ya nadie se llama así. Cuarenta años y solo hoy entiendo (¡) qué querías decir cuando decías pañuelito embebido en alcohol. Una derrota aplastante, la nuestra. Todavía es y no se sacian. Agua y ceniza. Fue lo que puse sobre tu vieja radio.

NOCIONES DE PATERNIDAD

Ya está bien que no quieras opinar, ni permanecer en la cerca, ni mucho menos subir con la circunstancia. Pero que no veas ese aspecto sombrío que han cobrado las cosas, y a todo digas sí sin sombra de entusiasmo…

Te lo dijo el encargado antes de marcharse, y esos pobres decentes, ahora ancianos de mandíbulas giratorias. Por cierto, ninguno acampa ya en La Maravilla: uno tras otro fueron llamados y resulta que no hay sobrevivientes.

Primero retiraron los camiones de mudanzas, luego las máquinas de hacer música (aun cuando no habían dejado de sonar). Hasta que se vino pedazos el Hotel Roma.

Pero eso es el derrumbe y podría devenir Metáfora de Todo.

En realidad, hablo de otra cosa. Por ejemplo, del padre de Kafka, tendido sobre un mapa, intentando sofocar las naciones.

Un cuento de Manuel Cofiño López

Un cuento de Manuel Cofiño López

Manuel Cofiño López es un nombre que hoy no se menciona y que para los jóvenes lectores cubanos resulta un perfecto desconocido. Representante del llamado realismo socialista en la literatura cubana, él fue un escritor que en una época gozó de gran popularidad.

Nacido en La Habana, el 16 de febrero de 1936, falleció el 8 de abril de 1987. Premio de novela Casa de las Américas 1971 con La Última mujer y el próximo combate. En el Concurso UNEAC 1975 obtuvo mención por su novela  Cuando la sangre se parece al fuego. Entre otros  títulos publicó los libros Borrasca (poemas), 1962; Un informe adventicio (cuento), 1969; Tiempo de cambio (cuentos), 1969 y Los besos duermen en la piedra (cuento), 1971.

Tiempo de cambio

Lo cuento ahora porque todo ha cambiado y hoy, cuando la vi, me di cuenta de que no se acordaba de mí, o por lo menos de aquello. Y que no se acordara de mí está bien, pero de aquello, que no se acordara de aquello que fue tantas veces. Pero puede ser, porque no se parecía, y aunque uno supiera que era ella, se daba cuenta de que no era la misma.

Me sorprendió cuando estaba sentado, porque aunque estuve un rato esperando que se desocupara la banqueta, tenía apetito y los ojos se me iban para los perros calientes, los batidos, los helados de chocolate y los bocaditos especiales. El caso es que me senté y casi choqué con su cara, pero una cara diferente, sin aquel enfermizo matiz verdoso, preguntándome:

¿Qué desea?

Quedé mudo. No sé si se dio cuenta, porque siguió como si nada preguntando a los demás, anotando las órdenes en el talonario. Iba y venía, disponiendo platos y cubiertos. Sonriendo. Haciéndole gracias al niñito que pedía más pastel. Se echó hacia atrás un mechón de pelo y volvió a preguntarme:

¿Qué desea?

Y no tuve dudas, porque era la misma voz de:

¡Oye, ven acá!

¿Oye, ven!

¡Oye!… ¡Oye!… ¡Oye!, que para ella en aquel tiempo no debió representar mucho, pero que yo no he podido olvidar. Y por eso lo cuento ahora, porque a ella no la he olvidado nunca, pero lo que pasó sí, porque me di cuenta de que no me acordaba de todo hasta ahora que la he vuelto a ver. Y de pronto, me ha dado miedo que se me olvidara esta historia, que a muchos les habrá pasado, pero quizás no quieran contarla, y es necesario que alguien la recuerde, porque todo ha cambiado y puede ser que la gente se olvide. Porque si de algo estoy seguro, es de que la gente tiene mala memoria. Hay que oírlos hablar nada más y uno se da cuenta.

Quién me iba a decir que la encontraría en la fuente de soda, trabajando sonriente, hasta bonita con su uniforme de poplín blanco y con esa banderita que dice: Muerte al invasor, prendida en el pecho, y no parece la misma y está como más joven; aunque han pasado doce años de cuando ella empezó, después de yo dar más de seis vueltas a la manzana, temeroso y desesperado, con aquellas llamadas a mi espalda:

¡Oye, pollo, mi vida!… ¡Ven acá!

¡Oye, ven acá!

¡Ven, entra!

Y parece que notó que no me atrevía y entonces entreabrió la puerta y me agarró por la mano y me hizo entrar en aquel cuartico reducido, dividido por cajas de cerveza, casi en sombras, alumbrado por un bombillo paliducho y desnudo.

Y, ¿cómo estará el niño? Por eso, porque después que la reconocí sentí deseos de preguntarle, pero no me atreví. No podía hacerlo, porque no es la misma, y estoy seguro de que no se acuerda de aquello, o no quiere acordarse, que es suficiente. O si se acuerda, seguro que ahora, que parece feliz, no quiere que le recuerden aquellas noches, porque no debió sucederle conmigo solo, sino con otros también. Y más de una vez debió ponerse la toalla alrededor de la cintura y separar las cajas para llegar al niño. Y quizás no todos hayan sido como yo, que cuando me dijo: Lo hago por el niño, para que no se muera de hambre. No tengo trabajo. No creas que me gusta esto, pero, qué voy a hacer, me ablandé y antes de irme le dejé todo el dinero que llevaba. Quizás algunos la hayan hasta obligado a quitarse los ajustadores, porque a mí, cuando todavía no había oído el llanto del niño, ni los toquecitos en las cajas de cerveza, y estábamos tirados en aquella cama vieja de hierro, que chirriaba cada vez que nos movíamos, ella me dijo: No, chino, los ajustadores no, y me callé y no dije nada, aunque todavía no sabía que el niño se iba a poner a llorar y a dar golpecitos en las cajas y no íbamos a poder seguir haciendo aquello, porque después, cuando ella volvió, yo ya estaba vestido. Porque cuando ella me dijo que esperara, me asomé y vi al niño pegado a sus senos. Y ya sabía que no podría hacer eso, porque de repente me aflojé.

La verdad es que uno es ingenuo cuando tiene quince años. Me acuerdo que le pregunté por el papá. Ella encogió los hombros y me dijo: Qué sé yo. Me preñó, se fue, y si te vi no me acuerdo. Quería que me quedara. Se había dado cuenta de que era la primera vez que me acostaba con una mujer, y me dijo: Vamos, quédate. Ya él está dormido. Si casi no molesta. Para ser la primera vez no quiero que te lleves esta impresión, porque la primera vez nunca se olvida. Yo no sé lo que le pasó hoy, porque nunca molesta. Quería que me quedara. Empezó a desnudarme, y decía que no había hecho la cruz, que la noche había sido mala, que no tenía para la leche, que me quedara, que me iba a hacer gozar mucho. Lo que tú quieras. Me quito los ajustadores si quieres, pero no te vayas. Sabía que no iba a poder, y le dejé la plata. Y ella me dio un beso y me dijo: Vuelve cuando quieras. Él casi nunca molesta.

Y nunca la olvidé, porque fue la primera mujer desnuda que tuve debajo de mí, y esa mujer nunca se olvida. Ella tenía razón. Lo otro sí, lo que pasó; hoy, cuando la vi de nuevo, fue cuando me acordé de todo. Porque uno se olvida de algunas cosas, como ella que seguro ya no se acuerda de aquello, o no quiere acordarse, que es suficiente. Por eso, para que no se me olvide a mí tampoco, no ella, sino lo que pasó, es que cuando salí de allí y dejé en su mano, de propina, mucho menos de lo que le dejé aquella noche, he venido aquí a pedir un trago, sin tener ganas, con el sabor del chocolate todavía en la boca, para contar esto que no quiero que se olvide, porque todo ha cambiado y de las cosas de aquellos tiempos hay gente que se olvida. Hay que oírlas hablar nada más y uno se da cuenta.

Música cubana: verla desde una historia de su tecnología

Música cubana: verla desde una historia de su tecnología

Confieso que en no pocas ocasiones me resulta harto difícil comprender el proceder de las discográficas cubanas. Sé que la tarea que acometen es muy compleja y que lo hacen con la mejor voluntad posible, pero más allá de ello, con frecuencia dejan pasar propuestas signadas por la calidad artística y que no asumen, supuestamente, por no resultarles interesantes para comercializarlas.

Por suerte, hoy la técnica le facilita al músico poder registrar en soporte digital su quehacer, por encima de que sea o no puesto en circulación por una disquera. Dicha realidad ha sido comentada hasta por el ex ministro de Cultura, Abel Prieto, quien en una entrevista concedida a la periodista Vladia Rubio durante el Taller Internacional sobre Redes Sociales, efectuado en La Habana en diciembre de 2011, expresó lo siguiente:

«Las industrias culturales se han democratizado. Antes tú tenías que hacer una cola en la Egrem para que te hicieran un disco, o tenías que presentar un guion al Icaic y esperar turno para que te lo aprobaran y, después, que se pudiera disponer de presupuesto. Hoy, puedes hacer una película y un disco en tu casa. Las nuevas tecnologías favorecen formas que antes eran industriales. (…) Por eso las instituciones tienen que tener la flexibilidad, la atención suficiente, a los procesos creativos novedosos que pueden considerarse “alternativos”».

Las llamadas nuevas Tecnologías de la Informática y las Comunicaciones (TIC) brindan posibilidades nunca antes pensadas de grabar, escuchar y producir nuevos sonidos y músicas. Estas emergentes experiencias sonoras son el resultado de un acceso y disponibilidad tecnológicos no predecibles hace solo unos años, y de unas condiciones mediáticas gestadas en las dos pasadas décadas, cuyas consecuencias aún se desconocen. La sociedad de la información y la explosión informática han permitido el desarrollo de un nuevo esquema de consumo de mensajes, que convierte al habitante de una cibercomunidad en un ser democráticamente participativo y respetuoso de las escenas emergentes.

Está claro para todos que las innovaciones tecnológicas transforman las culturas. Eso es algo que ya fuese sobradamente explicado en 1936 por Walter Benjamin  en su célebre ensayo La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. Ahora bien, los procesos de globalización cultural son incipientes, heterogéneos y se encuentran en acelerada transformación como consecuencia de los cambios tecnológicos que los hacen posibles. Así, la expansión de la música popular anglosajona en los últimos cincuenta años no sólo ha conllevado el auge y desarrollo de un nuevo sector comercial para la acumulación de capital, sino a la vez un vehículo de gran magnitud, tanto para la extensión en todo el mundo de la cultura occidental, como para la difusión de una serie de avances tecnológicos que por doquier han sido usados en su reproducción y consumo.

A la par de dicha realidad, la profusa circulación en urbes de las otroras metrópolis, como New York, París y Londres, de sonidos y de músicas provenientes de los países subdesarrollados ha resultado posible a tenor precisamente de la existencia misma de estos medios internacionales de comunicación y gracias a esos propios avances tecnológicos, que son los que han propiciado que la producción de la música popular se haya “democratizado”, al brindarle la oportunidad a numerosos músicos de autoproducirse sus propias grabaciones, sin la necesidad de esperar porque la industria fonográfica (privada o estatal, como sucede en el caso cubano) preste atención a su propuesta, la cual ahora se puede encauzar sin tener que pagar enormes cifras de dinero por el alquiler de un estudio, así como comercializar directamente sin la intervención de intermediarios.

El enfoque aportado por las zonas de alta tecnología en cuanto al principio descentralizado de hágaselo-usted-mismo respecto a la producción (proveniente de la frase en inglés do-it-yourself del movimiento punk), en convergencia con las características propias de la “ética hacker” y del “cortar y pegar” (cut ‘n paste), derivado  de los movimientos artísticos previos que utilizaron el bricolaje y el collage como formas de composición, de cuyas prácticas dejó constancia el inglés Dick Hebdige en su libro Subculture: The meaning of style, ha introducido una nueva dinámica en el panorama cultural cubano.

El bajo costo y la diversificación de las herramientas a utilizar han posibilitado que hoy el músico iguale los estándares que la industria discográfica impusiera en relación con la técnica de grabación y niveles cualitativos del audio, a partir de apoyarse en elementos como la computadora personal o de escritorio, que funciona como oficina y centro laboral, y las estaciones de trabajo de audio digital o DAW, es decir, programas para crear, grabar, producir y masterizar audio (pro Tools, Reason, Ableton Live…). Esto corrobora la idea de Keith Negus en cuanto a que los sonidos y prácticas musicales no solo dependen de la manera en que la industria produce cultura, sino que a su vez están condicionados por el modo en que la cultura produce una industria.

El metainstrumento que es el estudio de grabación multipista, algo a lo que hasta hace muy poco tiempo resultaba un privilegio acceder, en la actualidad se ha incorporado a un metainstrumento mayor: la computadora personal o instrumento total, al decir de Israel V. Márquez, “capaz de albergar en su interior todo tipo de recursos y materiales para la edición y creación musicales, esto es, un verdadero estudio de grabación digital.” Como apunta Pierre Lévy, uno de los primeros efectos de la digitalización es que ha situado el estudio de grabación a la disposición del bolsillo individual de cualquier músico, que en el presente posee la capacidad para controlar personalmente todas las fases de producción de la música, desde la etapa de creación hasta la de las orquestaciones, mezcla, masterización y distribución.

El hecho de que un músico se anime a asumir las (virtuales) riendas del carruaje e ir hacia la montaña (léase industria privada o estatal) cuando esta no viene a él, como ha afirmado Manuel Santín, «genera la policromía y también la dispersión cualitativa, hay que reconocerlo, pero que se convierte en testimonio fiel de los tiempos que corren».

Afirmaba Roland Barthes acerca de la pintura que sería posible escribir una historia distinta de la misma, de forma que atendiera no ya a las obras ni a los artistas, sino a los instrumentos y a los materiales, es decir, a la tecnología utilizada por los autores para la realización de estas obras. Semejante proyecto vale por igual para la pintura como para el resto de las artes y resulta mucho más evidente en una época donde la tecnología se halla cada vez con mayor presencia en nuestras vidas, configurando las formas de sentir, experimentar y pensar la actualidad.

La música siempre se ha creado y transmitido mediante distintas tecnologías. El arribo de la computadora y la era digital ha hecho más evidente este proceso mediante el cual la tecnología incide en lo musical. De lo anterior se desprende que la historia de los instrumentos musicales (y por supuesto, también de la grabación, producción y recepción) es, en este sentido, una historia de tecnología. Así pues, siguiendo a Barthes,la historia de la música puede interpretarse, no sólo como una historia de sus obras y artistas, sino además de sus instrumentos y materiales: una historia de su tecnología. En sintonía con lo anterior, ya existe una copiosa bibliografía que persigue describir y comprender los numerosos cambios ocurridos en el campo de la producción musical de nuestros días, a partir de la digitalización de la música, su distribución y el impacto originado por la incorporación de las nuevas tecnologías en el proceso creativo. Así pues, a  tono con la nueva circunstancia, la triste realidad de antaño de que valiosos trabajos se perdían al no poder quedar grabados, en la actualidad es cosa del pasado.

¡Feliz fin de año!

¡Feliz fin de año!

Aunque 2020 ha sido un año muy complicado, hemos podido mantener las energías para que este modesto sitio defensor de toda la cultura cubana estuviese activo. Ahora, como corresponde, nos vamos de vacaciones hasta inicios de enero de 2021, que ojalá sea un año mucho mejor que este que concluye el próximo 31 de diciembre. De parte del pequeño  equipo que aquí laboramos, gracias por seguirnos y de corazón te deseamos lo mejor.

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