Categoría: Cuba

Poemas de Rosie Inguanzo

Poemas de Rosie Inguanzo

Conocí a Rosie Inguanzo gracias a Alfredo Triff. Confieso que hasta ese instante, no había leído nada de esta escritora, actriz y profesora de origen habanero, pero radicada en Miami desde 1985. A Triff lo admiraba desde que yo era un adolescente y supe de su trabajo musical con el grupo Arte Vivo, una agrupación que allá por la segunda mitad de los setenta me voló la cabeza. Por ese camino, muchos años después, yo había reseñado un disco de Alfredo y no recuerdo cómo, un día en una visita suya a Cuba, él se me apareció en casa junto con Rosie.

Aquella tarde hablamos largo rato sobre lo humano y lo divino. Así, fuimos pasando del tema musical (pasión que nos une a Alfredo y a mí), al mundo de la literatura, al teatro, a la puesta que por esas fechas  tenía montada El Público bajo la dirección de Carlos Díaz y de tal suerte, supe que Rosie era una actriz poeta o una poeta actriz. Por supuesto que de ahí en adelante, busqué sus textos en Internet y me enteré de la caracterización que hace de su alter ego Eslinda Cifuentes.

Obra de Rosie Inguanzo

Doctorada en Español y Literatura Iberoamericana por la Universidad Internacional de la Florida (FIU), los escritos de Rosie Inguanzo pueden ser leídos fundamentalmente en Tu miami blog y en lo que ella denomina su Blogoarchivo.

Hasta el presente, esta importante creadora cubana ha publicado tres libros, uno de narrativa titulado La Habana sentimental (Bokeh, Leiden: 2018), y dos de poesía, Deseo de donde se era (Nos y otros Editores, Madrid: 2001) y el más reciente, La vida de la vida(Hypermedia, South Carolina: 2018). De este último, para los lectores de Miradas Desde Adentro, en especial los que viven en Cuba, reproduzco hoy algunos poemas, con la intención de que, aunque sea de forma breve, tengan una mínima idea de por dónde se mueven las inquietudes estéticas de mi admirada y apreciada Rosie Inguanzo.

Tres poemas

Rosie Inguanzo

1¿Qué comen las princesas?

(W. G. se pregunta desde La Habana, ¿qué comen las princesas?)

La princesa de mi cuento

come carne humana

traga perlas

semen

zumo de violetas

una gota de miel de flor de azahar sobre un labio

dos hojas de menta

espuma del Pacífico

cáscara de piña

casquitos de guayaba

mejunje de polvillo de mariposa azul brasileña

virutas de nube

algas untadas al atún

ajonjolí escaso sobre el blanco

arroz mosqueado

y flotando en zumo de melón

masa de mamoncillo

salpicado con pepitas de almendra blanca

declarándose en régimen de flores de estación

volcada sobre el monto del jardín

mordisquea la corola de una lila

su pecho transparente

retumba como tambor africano

cuando consume melaza

y ella se excusa con un mohín, “es el pecho, no yo”

y enfunda sus manitas agitadas en chiffon tornasolado

come termitas

colectadas por los mbuji

—pigmeos del río Ituri—

traídas con dificultad

desde los densos bosques que dominan los bantú

come pececitos dorados

vivos

batallan en su boca

boca

cobre nacarado

hurga desganada la memoria etílica:

alacranes en vodka

boquerones ahogados en aceite de ajonjolí

luego rociados con absenta

antojadiza

ñoña

sopla polvorones de avellanas

minas de limón estallan en su boca mínima

digiere chucherías tales

fierecilla la princesa

un cuadro que es un crimen, ella

una niña que es un animal voraz

tragante perfecto su boca

infestada de sangre

para dañársela

lastimarle la boca

loto oscuro su boca

orificio humectado

cuando timbra la voz

tiembla la llaga morada de su boca

molusco enano

la boca

se restriega contra el cojín de seda azul

lame el té con desgano

en las encías

masa de coco

ahí abajo

baba blanca

blanda membrana

hoyo inescrutable

grutas de pétalos sus bocas:

deshilachado el corpiño

la oreja

el seno

el ano

sudado

brocado sobre el lino blanco

una inicial ignota

talle tatuado

zanja de tinta

golosa Su Alteza:

engulle golosina prieta

dulce de leche quemado

le chorrea por las comisuras

de la otra boca

y para mortificar al esclavo jenízaro que maltrata

unta vinagre dulce a la mordida

y en ardor

relame el glande magullado

empujando con la lengua

—partida en dos—

cual culebrilla roja.

Las nalgas de la princesa

Cáliz cilíndrico la oreja

quebradiza la mirada negra

hojuelas rosadas en el pecho

clavel el seno

aguanosa fruta dentro

cangrejo de oro con ojos de jade

horadado al ombligo

su útero que es un caballito de mar

víscera de acero

deformada cinta de sangre

duro y tenaz el músculo del sexo

pielcilla en dos tajos

gajos de la pulpa

de tinta de cúrcuma

de resina la raíz sanguínea

marañón el ano

pliego embadurnado en olor agrio

zarzas en la tela del lago

y los ojos gastados como almendros mustios

y esboza un silencio de pez

y la tibieza de sus nalgas sobre la seda del agua.

Costumbres masculinas

Frecuenta a hombres

los escoge de la soldadesca

(y entregándose a las sevicias carnales)

los azota con una vara de bambú

y bajo la seda

se complace en las marcas que deja el gajo

de sus escarceos amorosos y afición a los efebos

dice que son calumnias difundidas por los ministros.

no tiene interés en visitar el gineceo imperial y su millar de hembras

—bajo sombrillas bordadas

jóvenes inocentes se comportan con vergüenza y con arte

durante el reinado del emperador amarillo

al sur del Río Azul

cuando llega la noche

una multitud de bellas mujeres se prende como antorchas

y los hombres se precipitan a tomar sus flores

sus miembros de sándalo blanco —los brazos rémoras

sus labios de cúrcuma

sus senos medusas

sus nalgas de nieve

sus muslos cardúmenes

Nan Nan se ha lavado los pies con agua de loto

y se pregunta —como quien busca donde posarse—

¿es esto la felicidad?

mientras bajo un cerezo rojo

se oyen los rezos

de ciertas mujeres que nacen en cuerpos equivocados.

Vámonos al concierto de Erick Méndez

Vámonos al concierto de Erick Méndez

Quienes son activos seguidores del escenario trovadoresco nacional, saben que el habanero Erick Méndez es de los cantautores más aventajados en su generación. Él es un artista que ha exteriorizado su forma de ver la vida a través de la fe en Cristo, algo que ha plasmado en buena parte de sus creaciones. Uno de los rasgos  que le ha caracterizado desde su irrupción en el mundo de la trova cubana es el crecimiento que se percibe en su quehacer de manera sostenida y constante, algo que no sucede con la frecuencia que todos desearíamos. Eminente guitarrista, Erick aprovecha al máximo los recursos que ofrece el instrumento de las seis cuerdas, con un trabajo de acompañamiento de esos que no abundan por los días que corren.

Para fortuna de quienes disfrutamos de su propuesta artística, el próximo viernes 9 de agosto a las 9:00PM, Erick Méndez será el protagonista de un concierto en la Sala Covarrubias del Teatro Nacional, ocasión propicia para presentar su más reciente producción fonográfica, el álbum titulado Mi guitarra sigue sonando.

En este disco, si bien las motivaciones de índole cristiana que caracterizan toda su proyección artística y personal se mantienen presentes, en comparación con su anterior trabajo, el denominado Canto a Jesús, ahora son un tanto más matizadas, para dar espacio a otras preocupaciones, también de corte humanístico.

De tal suerte, incluye composiciones acerca del fenómeno diaspórico entre los cubanos, uno de los temas recurrentes en la actual producción artístico literaria entre nuestros compatriotas, a propósito del amor por su compañera Tatiana, sobre uno de sus hijos, Samuel, o en relación con el impacto sufrido ante la pérdida de un colega trovador.

Fragmento de canción de Erick Méndez

Véase el siguiente fragmento de la canción que da nombre a su nuevo álbum, presentado a escala internacional de inicio en una gira por Dinamarca hace ya casi un par de años:

“Mirando afuera veo como lejos de aquí / el futuro parece estarse gestando, / de vez en cuando algún amigo que hace un tiempo se fue / ahora sí parece estar triunfando. / Mas vuelvo a mirar dentro y veo por aquí / a todos los que tras del triunfo un día se fueron, / todo este tiempo el triunfo esperándoles venir / y ellos por allá como yo aquí, padeciendo.

Y siempre parece que algo quiere pasar / y siempre a la par acaban olvidando, / los que resisten todo, los otros que se van / y los que terminan regresando.

Y siempre parece que me tengo que ir / y otro año pasa y yo me sigo quedando / y aunque cada año uno de los míos se larga, / mi guitarra sigue sonando”.

Contentivo de 13 piezas, en mi opinión, aparecen aquí algunas de las mejores muestras de lo que está sucediendo hoy en la Canción Cubana Contemporánea. En tal caso, mencionaría “Para que no te apagues”, “Gente que ve por espejo”, “Salmo del desierto”, “Paradoja”, “Con los ojos de la madrugada”, pero sobre todo, “Mi guitarra sigue sonando” y especialmente “Con la guitarra y la voz”, sentido y hermoso tributo al desaparecido Santiago Feliú, que es de esos temas llamados a perdurar al margen del transcurrir del tiempo. No quiero obviar en este comentario la única versión registrada en el CD, llevada a cabo a propósito de una composición de Gerardo Alfonso, “Eres nada”, que en el arreglo de Erick asume un aire más cercano al blues.

A lo largo del fonograma encontramos los ecos del folk, del pop, de la música tradicional cubana, del blues, del rock, en señal del amplio diapasón de intereses que rondan por la cabeza de Erick Méndez.

Así pues, si eres amante de la canción de autor en específico y de la buena música en general, creo que no deberías faltar el venidero viernes 9 de agosto al concierto de Erick Méndez en la Sala Covarrubias del Teatro Nacional, donde  presentará su fonograma Mi guitarra sigue sonando pues me parece que este CD, en su conjunto es de lo más atractivo e interesante que se ha grabado en los últimos años en el ámbito trovadoresco nacional y que varios de sus cortes resistirán la prueba del tiempo.

ANA MENDIETA: LA IMPRONTA DE ECHAR RAÍCES EN SU ORIGEN

ANA MENDIETA: LA IMPRONTA DE ECHAR RAÍCES EN SU ORIGEN

El agravio, la desesperación, la incertidumbre invaden la mente, en el preciso momento en que surge una paradoja entre el recuerdo de las raíces brotadas del lugar de nacimiento con la realidad del lugar a donde fueron a parar. Cuando las raíces se truncan, se cortan abruptamente y se impone otra tierra que no es eficaz para enraizarlas, no puede crecer el sentimiento de pertenencia. Una solución a esta infertilidad de identidad sería partir otra vez desde el inicio para lograr la impronta de echar raíces en el origen.

Ana Mendieta retornó a su tierra materna cubana, en los primeros años de la década del 80 del siglo pasado. Al reconocerse y familiarizarse con sus orígenes, decidió enraizarse en Cuba. Ana realizó conversatorios sobre las nuevas tendencias artísticas con varios jóvenes que integraron el movimiento del nuevo arte cubano de los 80 y produjo varias obras de artes. De esas siembras, la historia de Cuba cosechó la actualización del arte cubano y la presencia del quehacer de una artista cubana-americana.

Su gran legado empezó a nacer en 1981 con su serie Esculturas Rupestres o también conocida como Siluetas Rupestres, las cuales enraizó en el Parque Escaleras de Jaruco –específicamente en un abrigo rocoso llamado Cueva del Águila y en una faja casi perpendicular a una loma -. Las siluetas, además de ser  un ejemplo del vínculo que Ana siempre creó entre su arte y la naturaleza, también conmemoran a las culturas aborígenes de Cuba. La artista se apasionó e investigó la cosmovisión taína a través de los librosMitología y Artes Prehispánica de las Antillas (1975) y Leyendas Cubanas (1978), escritos por José Juan Arrom -profesor de literatura española y latina en la Universidad de Connecticut-

Las obras esculpidas en relieves sobre la tierra y las piedras calizas y delineadas con tintas negras y verde oscuro representan a las deidades femeninas de la cosmogonía Taína, como: I yaré (la Madre), Maroya (La Luna), Guabancex (Diosa del Viento), Guanaroca (La Primera Mujer), Alboboa (La Belleza Primera), Bacayú (La Luz del Día), Guacar (Nuestra Menstruación), Atabey (Madre de las Aguas), Itiba Cahubaba (La Vieja Madre Sangre). Desde el punto de vista formal, todas las deidades contienen como ícono el cuerpo femenino opulento que alude a la maternidad, y en casos como la silueta de Maroya  y de I yaré aparecen definidos los genitales y los senos respectivamente.

Las obras simbolizan el regreso de la humanidad a sus inicios. Cuando la artista retorna al seno natural y al pasado aborigen cubano, pondera los nexos comunes entre su arte y la cultura taína. Su cuerpo femenino fue el vehículo de un discurso relacionado con la violencia de género, el racismo y las identidades subalternas, mientras que la cultura taína idolatró a la mujer y su fertilidad.

Desde el punto de vista biográfico e histórico, también se puede establecer una analogía entre la vida personal de Ana Mendieta y las tribus taínas. Tanto ella como los aborígenes fueron separados de sus entornos naturales y sometidos a convertirse en el otro cultural de una hegemonía eurocentrista.

No obstante, nuestros aborígenes dejaron sus huellas en Cuba con su arte rupestre y Ana tomó el mismo ejemplo. Muchas publicaciones consideran las obras de Jaruco como arte rupestre contemporáneo, alegando que son esculturas realizadas dentro de la naturaleza que representan sencilla e irregularmente los cuerpos de las diosas taínas, sin embargo va más allá de esa noción en la medida en que es continuidad del trabajo que Mendieta venía desarrollando con las siluetas.

La artista funde su arte con la naturaleza de diferentes lugares porque anda buscando su identidad, su pertenencia a una tierra y si se apropió de la mitología taína es porque se sintió identificada con su origen cubano. Por tanto, no es sólo arte rupestre sino también un arte de identidad con motivaciones sociológicas, que intenta establecer canales de comunicación para regresar a su seno materno. (1)

Hoy en día la Cueva del Águila está abandonada y cubierta de maleza, tal es así que la silueta de Guanaroca –realizada en la entrada de la cueva- es casi imposible de localizar. Algunos investigadores y escritores están sobresaltados porque las esculturas se encuentran en peligro de desaparecer debido a la acción de la naturaleza. Sin embargo, por qué mejor no ver ese crecimiento de la vegetación del mismo modo que Nancy Morejón en su poema “Ana Mendieta”.

En un fragmento de la última estrofa referente a las esculturas de Jaruco, la poeta expresa:

(…)

Tus siluetas, adormecidas,

van empinando el papalote multicolor

que huye de Iowa bordeando los cipreses indígenas

y va a posarse sobre las nubes ciertas

de las montañas de Jaruco en cuya tierra húmeda

has vuelto a renacer envuelta en un musgo celeste

que domina la roca y las cuevas del lugar

que es tuyo como nunca. (2)

La naturaleza cubana, útero materno, ha acogido a Ana como una hija auténtica. Si las esculturas son las raíces de su arte sembradas en Cuba, sería lógico y hasta deseable por la artista su integración con la tierra.

De esta acción de retorno se tiene documentación. Son fotografías de las obras -pertenecientes a la colección de la galería Lelong de Nueva York- que se han expuesto en diferentes espacios relevantes bajo el título Esculturas de Jaruco.

Hasta donde se conoce, no corren igual suerte otros eventos en los que se sabe que participó pero no se tiene registro de sus obras presentadas, ejemplo de ello es la exposición colectiva del salón Lalo Carrasco del Hotel Habana Libre en septiembre de 1981 y su exposición personal en el Museo Nacional de Bellas Artes.

Gerardo Mosquera en las líneas finales de su texto “Esculturas Rupestres de Ana Mendieta” alude al primer evento mencionado. Dice Mosquera que Ana fue invitada a participar fuera del concurso del Primer Salón Nacional de Pequeño Formato y en la exposición hundió cinco corazones hechos de raíces de areca en 25 centímetros cuadrados de tierra colorada cubana. Con esta acción performática, la artista empeña su amor a Cuba, a la tierra de sus raíces.

De su exposición personal se sabe que se realizó en el año 1983 y se tituló Geo-Imago, pero en el archivo del Museo nada más existe el catálogo de la exposición con las palabras del curador Alberto Quevedo.

La descripción que hace el especialista de la muestra declara que la misma se basó en cuatro obras: dos fotografías y dos dibujos hechos de tierra negra y roja. En su afán por acercarse a la naturaleza y lo primigenio, Ana utiliza los mismos recursos que nuestros ancestros. Ahonda en los inicios de la historia y de la propia humanidad, al igual que hizo en la serie Esculturas Rupestres.

El catálogo empieza con unas palabras de la artista, las cuales dicen así:

“Durante los últimos doce años mi trabajo ha consistido en establecer un diálogo entre la Naturaleza y el cuerpo femenino. En esto pesa el hecho de haber sido arrancada de mi patria en plena adolescencia y sentirme desgarrada por la violenta ruptura con mi matriz.

Mi arte es la manera con que yo restablezco los lazos que me unen al Universo. Es un retorno a mi tierra, a la madre tierra.

Estos actos obsesivos de reanudar mis vínculos ancestrales son realmente una manifestación de mi necesidad de ser. En esencia, mi trabajo es una reactivación de las creencias primordiales presentes en la psiquis humana.” (3)

Las explicaciones y la retórica de los historiadores del arte son aplacadas ante esta declaración de búsqueda incesante del ser. Ana desnuda su alma y la viste de arte para auto-conocerse y para invitarnos a todos a reflexionar sobre nuestra constitución como seres humanos.

Referencias:

(1) Gerardo Mosquera. Esculturas Rupestres de Ana Mendieta, en Esculturas Rupestres (Catálogo) Nueva York, A.I.R. Gallery, del 10 al 28 de noviembre de 1981.

(2) Nancy Morejón. Ana Mendieta. Disponible en: www.lyrikline.org. Consultado el 30 de octubre del 2018 a las 9:20 am.

(3)  Palabras de Ana Mendieta, en Geo-Imago (Catálogo), La Habana, Museo Nacional de Bellas Artes, abril de 1983.

Bibliografía:

Avendaño Santana, Lynda E. Ana Mendieta: trazas de cuerpo-huellas que obliteran improntas. Pdf descargado de internet.

Benavides, Sofía. Ana Mendieta, una mirada latina y femenina con eco hasta nuestros días. Disponible en: www.infobae.com. Consultado el 25 de septiembre del 2018, 8:47 am.

Cabrera, Yarisleidy. Ana Mendieta: una exponente del arte rupestre contemporáneo en las cuevas de Jaruco. Disponible en:www.jarucoradioweb.icrt.cu. Consultado el 25 de septiembre del 2018, 8:45 am.

Dias Laranjeira, Maira. Ana Mendieta y Las Esculturas Rupestres (1981). Una lectura semiológica.

Furfari, Sergio. Referencias Ana Mendieta, cuerpo transcultural. Pdf descargado de internet.

Gluzman, Georgina Gabriela. Ana Mendieta: Alma. Silueta en fuego, 1975. Pdf descargado de internet.

Gutiérrez Calvache, Divaldo y José B. González Tendero. Arte rupestre contemporáneo. Ana Mendieta y la cueva del águila. Disponible en: www.rupestreweb.info. Consultado el 25 de septiembre del 2018, 9:20 am.

Mosquera, Gerardo. Esculturas Rupestres de Ana Mendieta, en Esculturas Rupestres (Catálogo) Nueva York, A.I.R. Gallery, del 10 al 28 de noviembre de 1981.

Palabras de Ana Mendieta, en Geo-Imago (Catálogo), La Habana, Museo Nacional de Bellas Artes, abril de 1983.

Velasco, Carolina. Ana Mendieta: el cuerpo como campo de batalla. Disponible en: www.elsalto.com. Consultado el 25 de septiembre del 2018, 8:40 am.

Viso, Olga M. Ana Mendieta: Earth body, sculpture and performance, 1972-1985. Hirshhorn Museum and Sculpture Garden, Smithsonian Institution, Washington DC, 2005.

Poemas de Roberto Fernández Retamar

Poemas de Roberto Fernández Retamar

No es noticia: el poeta, ensayista, profesor universitario y Presidente de Casa de las Américas, Roberto Fernández Retamar recién hace una semana ha pasado a otra dimensión. Yo pudiese escribir un larguísimo texto para referirme al importante rol que este hombre, autor de versos memorables al corte de ”Elegía como un himno” o “Juana y otros poemas…”, por solo mencionar un par de ejemplos, y de ensayos tan trascendentes como Calibán, ha desempeñado en la historia de la literatura cubana y de toda nuestra cultura.

Empero, en mi caso personal prefiero rendirle tributo según lo que para mi concepto resulta el mejor modo de evocar a un poeta, es decir, justo por medio de leer su poesía. Por ello, en el cúmulo de su numerosa obra en versos, escojo varios textos para compartirlos con los lectores de Miradas Desde Adentro y así, estimular a quienes no han leído a Fernández Retamar a que busquen sus libros y disfruten de una poética que, desde lo íntimo y cotidiano, nos estremece tanto por lo que dice como por la fidelidad que expresa al sempiterno reino de la poesía.

Breve selección de poemas de Roberto Fernández Retamar

A MIS HIJAS

Hijas: muy poco les he escrito,

y hoy lo hago de prisa.

Quiero decirles

que si también este momento pasa

y puedo estar de nuevo con ustedes,

en el sillón, oyendo el radio,

cómo vamos a reírnos de estas cosas,

de estos versos y de estas botas,

y de la cara que ponían algunos,

y hasta del traje que ahora llevo.

Pero si esto no pasa,

y no hay sillón para estar juntos,

y no vuelven las botas,

sepan que no podía

actuar de otra manera.

Estén contentas de ese nombre

que arrastran como un hilo

por papeles.

Disfruten de estar vivas,

que es cosa linda,

como nosotros lo hemos disfrutado.

Quieran mucho las cosas.

Y recuérdenme alguna vez,

con alegría.

LA PRIMERA VEZ

En países y más países,

Casas, hoteles, embajadas,

Suelos, hamacas, autos, tierra,

Rodeados de agua o sobre el lino.

Olor de desnudez primera.

Vasija de arcilla sonora.

Sorprendente, augusta, profunda.

Camanances, colinas, bosques.

Como leones, como santos.

Lo antiguo, lo simple, lo súbito.

La plegaria, el descubrimiento.

La conquista, la reconquista.

El relámpago de ojos de humo.

Cada desgarradura sólo

Para encenderse con más fuego,

Con más seguridad de aurora.

Ya él no puede perderla más.

Ya la perdió toda una vida.

Ahora de nuevo y para siempre

Va a amarla por primera vez.

EL PRIMER OTOÑO DE SUS OJOS

Hojas color de hierro, color de sangre, color de oro,

Pedazos del castillo del día

Sobre los muertos pensativos.

Mientras la luz se filtra entre las ramas,

El aire frío esparce las memorias.

Es el primer otoño de sus ojos.

Cuánto camino andado hasta la huesa

Donde se han ido ahilando

Los amigos nocturnos del vino

Y los lejanos maestros.

Quedar como ellos profiriendo flores,

Quedar como ellos perfumando umbrosos,

Quedar juntos y dialogar

En plantas renacientes,

Para que nuevos ojos escuchen mañana

En el cristal de otoño

Los murmullos de corazones desvanecidos.

ANIVERSARIO

Me levanto, aún a oscuras, para llevar a arreglar unas ruedas del auto, que sigue roto,

Y al regreso, cuando ya ha brotado el hermoso y cálido día,

Te asomas a la ventana que da al pasillo de afuera, y me sonríes con tus ojos achinados del amanecer.

Poco después, a punto de marcharme para ir a revisar unos papeles,

Te veo cargando cubos con nuestras hijas,

Porque hace varios días que no entra agua, y estamos sacando en cubos la poca que haya en la cisterna del edificio.

Y aunque tengo ya puesta la guayabera de las reuniones, y en una mano la maleta negra que no debo soltar,

Ayudo algo, con la otra mano, mientras llega el jeep colorado.

Que demora poco, y al cabo me arrastra de allí: tú me dices adiós con la mano.

Tú me decías adiós con la mano desde este mismo edificio,

Pero no desde este mismo apartamento;

Entonces, hace más de veinte años, no podíamos tener uno tan grande como éste de los bajos.

El nuestro era pequeño, y desde aquel balcón que no daba a la calle,

Pero que yo vislumbraba allá al fondo, cuando cruzaba rápido, en las mañanitas frías, hacia las clases innumerables de introducción al universo,

Desde aquel balcón, allá al fondo, día tras día me decías adiós, metida en tu única bata de casa azul, que iba perdiendo su color como una melodía.

Pienso estas cosas, parloteando de otras en el jeep rojo que parece de juguete,

Porque hoy hace veintidós años que nos casamos,

Y quizá hasta lo hubiéramos olvidado de no haber llegado las niñas (digo, las muchachas) a la hora del desayuno,

Con sus lindos papeles pintados, uno con un 22 enorme y (no sé por qué) dos plumas despeluzadas de pavorreal,

Y sobre todo con la luz de sus sonrisas.

¿Y es ésta la mejor manera de celebrar nuestros primeros veintidós años juntos?

Seguramente sí; y no sólo porque quizá esta noche iremos al restorán Moscú,

Donde pediremos caviar negro y vodka, y recordaremos a Moscú y sus amigos, y también a Leningrado, a Bakú, a Ereván;

Sino sobre todo porque los celebraremos con un día como todos los días de esta vida,

De esta vida ya más bien larga, en la que tantas cosas nos han pasado en común:

El esplendor de la historia y la muerte de nuestras madres,

Dos hijas y trabajos y libros y países,

El dolor de la separación y la ráfaga de la confianza, del regreso.

Uno está en el otro como el calor en la llama,

Y si no hemos podido hacernos mejores,

Si no he podido suavizarte no sé qué pena del alma,

Si no has podido arrancarme el temblor,

Es de veras porque no hemos podido.

Tú no eres la mujer más hermosa del planeta,

Esa cuyo rostro dura una o dos semanas en una revista de modas

Y luego se usa para envolver un aguacate o un par de zapatos que llevamos al consolidado;

Sino que eres como la Danae de Rembrandt que nos deslumbró una tarde inacabable en L`Ermitage, y sigue deslumbrándonos;

Una mujer ni bella ni fea, ni joven ni vieja, ni gorda ni flaca,

Una mujer como todas las mujeres y como ella sola,

A quien la certidumbre del amor da un dorado inextinguible,

Y hace que esa mano que se adelanta parecida a un ave

Esté volando todavía, y vuele siempre, en un aire que ahora respiras tú.

Eres eficaz y lúcida como el agua.

Aunque sabes muchas cosas de otros países, de otras lenguas, de otros enigmas,

Perteneces a nuestra tierra tan naturalmente como los arrecifes y las nubes.

Y siendo altiva como una princesa de verdad (es decir, de los cuentos),

Nunca lo parecías más que cuando, en los años de las grandes escaseces,

Hacías cola ante el restorán, de madrugada, para que las muchachas (entonces, las niñas) comieran mejor,

Y, serenamente, le disputabas el lugar al hampón y a la deslenguada.

Un día como todos los días de esta vida.

No pido nada mejor. No quiero nada mejor.

Hasta que llegue el día de la muerte.

HACIA EL ANOCHECER

Hacia el anochecer, bajábamos

Por las humildes calles, piedras

Casi en amarga piel, que recorríamos

Dejando caer nuestras risas

Hasta el fondo de su pobreza.

Y el brillo inusitado del amigo

Iluminaba las palabras todas,

Y divisábamos un poco más,

Y el aire se hacía más hondo.

La noche, opulenta de astros,

Cómo estaba clara y serena,

Abierta para nuestras preguntas,

Recorrida, maternal, pura.

Entrábamos a la vida

En alegre y honda comunión

Y la muerte tenía su sitio

Como el gran lienzo en que trazábamos

Signos y severas líneas.

OYENDO UN DISCO DE BENNY MORÉ

Es lo mismo de siempre:

¡Así que este hombre está muerto!

¡Así que esta voz

Delgada como el viento, hambrienta y huracanada

Como el viento,

es la voz de nadie!

¡Así que esta voz vive más que su hombre,

Y que ese hombre es ahora discos, retratos, lágrimas, un sombrero

Con alas voladoras enormes

¡y un bastón!

¡Así que esas palabras echadas sobre la costa plateada de Varadero,

Hablando del amor largo, de la felicidad, del amor,

Y aquellas, únicas, para Santa Isabel de las Lajas,

De tremendo pueblerino en celo,

Y las de la vida, con el ojo fosforescente de la fiera ardiendo en la sombra,

Y las lágrimas mezcladas con cerveza junto al mar,

Y la carcajada que termina en punta, que termina en aullido, que termina

En qué cosa más grande, caballeros;

Así que estas palabras no volverán luego a la boca

Que hoy pertenece a un montón de animales innombrables

Y a la tenacidad de la basura!

A la verdad, ¿quién va a creerlo?

Yo mismo, con no ser más que yo mismo,

¿No estoy hablando ahora?

EL OTRO

Nosotros, los sobrevivientes,

¿a quiénes debemos la sobrevida?

¿quién se murió por mí en la ergástula,

quién recibió la bala mía,

la para mí, en su corazón?

¿sobre qué muerto estoy yo vivo,

sus huesos quedando en los míos,

los ojos que le arrancaron, viendo

por la mirada de mi cara,

y la mano que no es su mano,

que no es ya tampoco la mía,

escribiendo palabras rotas

donde él no está, en la sobrevida?

FELICES LOS NORMALES

Felices los normales, esos seres extraños.

Los que no tuvieron una madre loca, un padre borracho, un hijo delincuente,

Una casa en ninguna parte, una enfermedad desconocida,

Los que no han sido calcinados por un amor devorante,

Los que vivieron los diecisiete rostros de la sonrisa y un poco más,

Los llenos de zapatos, los arcángeles con sombreros,

Los satisfechos, los gordos, los lindos,

Los rintintín y sus secuaces, los que cómo no, por aquí,

Los que ganan, los que son queridos hasta la empuñadura,

Los flautistas acompañados por ratones,

Los vendedores y sus compradores,

Los caballeros ligeramente sobrehumanos,

Los hombres vestidos de truenos y las mujeres de relámpagos,

Los delicados, los sensatos, los finos,

Los amables, los dulces, los comestibles y los bebestibles.

Felices las aves, el estiércol, las piedras.

Pero que den paso a los que hacen los mundos y los sueños,

Las ilusiones, las sinfonías, las palabras que nos desbaratan

Y nos construyen, los más locos que sus madres, los más borrachos

Que sus padres y más delincuentes que sus hijos

Y más devorados por amores calcinantes.

Que les dejen su sitio en el infierno, y basta.

Tres en uno

Tres en uno

México-crónicaSon las 5 de la mañana hora de México y escribo para resumirle de modo sensorial, tres días en uno.

I

No confío en nuestra aerolínea, le escribí cuando supe que era Cubana de Aviación. Yo que amo viajar, paradójicamente no soporto los aviones y controles migratorios.

Me quité los zapatos y pensé en mis ampollas, en el concierto de Polito en la Habana, en él. En las cinco semanas de felicidad sin marcharnos del país.

Luego vino el café caliente. Su técnica para tocar… La escalera eléctrica, yo y mi despiste planetario profesionalizado como le dije. Le pido que imagine cuando baja escalones y en el tercero se vira un tobillo. Aún no acaba la escalera, lo sabe, pero cae. Así de tonta fue.

Llegamos a la pecera del aeropuerto capitalino. Y le dije a los viajeros Ellas vienen conmigo. Sí, todas mujeres sin equipaje, narradoras del charco-isla-ciénaga, juglares feministas del siglo. Unas más, otras menos. Masticando en letras un país. Subimos.

Tomé la ventanilla y pensé en el hilo de agua de las nubes, en el olor insecticida de la cabina aeronáutica. Y en contarle que el Centro de Cancún huele a comida todo el tiempo (pollo y papas fritas quizá).

Esa parte de la ciudad suena latina: música en los taxis, películas melosas, de las que llaman fresas en los ómnibus colectivos y filas (en México también se hace cola).

La cara de los aduaneros del SAT (Sistema de Atención Tributaria en México) sabe a café: amargo y fuerte. Más los otros adjetivos que él conoce. Los choferes de renta de autos a la salida del aeropuerto tienen el sabor de la melcocha y la textura de una loma de gravilla. Juro que les aplicaría el legado del compositor  John Cage en su pieza 4′33″, obra de tres movimientos que se interpretan sin tocar una sola nota. Vale ir con la respuesta “No, gracias” instalada en el sistema operativo. La llevé y se me gastó.

Son las 5 de la mañana hora de México y escribo para resumirle de modo sensorial, tres días en uno.

 

II

Estuve mirando las vidrieras con guitarras. Otras repletas de zapatos y maniquíes de Plaza Las Américas. Pensé en las nuestras: aburridas de esperanza y escasez. Torturadas de olvido y carcomidas de consignas.

Entonces quise contarle cómo convencer a mi generación de que una Patria no es el Estado. Y mucho menos, las reuniones de unanimidad.

Salí a la calle mexicana y encontré una tienda con un nombre: La Cubana. A su modo, eso es Patria. Llevar a donde vayas un pedazo, una energía. Nunca supe si la dueña tenía ascendencia de la isla. Tal vez.

Luego el sabor a chocolate caro en el aire se mezcló con la silla de un lustrador de zapatos. Me sonó a ficción. Ahora le cuento que era cierto. El hombre esperaba a su próximo cliente.

Le escribo que Patria es plural y desigual, como la nuestra. Con máscaras y boutiques. Entonces le digo que me gusta México y Benito Juárez y también Martí, quien llegó hasta aquí a pesar de la maldita circunstancia. Y dice que no es lo mismo. Yo le digo que sí. Igual es Patria traspasar fronteras sin la carga del rencor.

Tomo un helado y subo al taxi. Regreso a una casa en la calle Roble. Pienso en la mía que es un número. Y en la Patria, que también son números: 11 millones, 1959 y otros etcéteras.

Le explico que para convencer a una generación (la mía) basta con dejarla VIVIR.

 

III

2 de la tarde, hora de México.

3, 2, 1 Vuelo demorado. Tenía que ser Cubana: si no llego hoy, llego mañana. En el aeropuerto un hombre manotea. Ese es cubano, puro ejemplo de otra versión de la Patria.

No demoro al chequear. La espera será infinita. Voy al baño. Una mujer llora desconsoladamente. Dio una patada al cesto. Salgo y sigue llorando ¿Por qué llora? Será un misterio. Un océano de dolor donde no la escuchan.

 

*******

3:30 pm, hora de México.

Para pasar el tiempo juego en una perfumería boutique. Quiero decirle que busco su perfume en cada estante. Ese Old Spice no aparece. Igual, hay mil frascos que no puedo comprar. Pruebo cuatro y selecciono el Blue Water. Lo llevo en la epidermis de mi cuello, entre mis tetas pequeñísimas.

 

*******

5 de la tarde en México.

Debo abordar por la puerta A3. Me siento frente a la farmacia. Saco un paquete de papas fritas con picante. El colorante me pone los dedos anaranjados. Los chupo profundamente. Pienso en su sexo. La verdad es que el erotismo me camina por todas partes. Despega un vuelo de Copa Airlines con destino a Panamá ¿Y si nos vamos hasta allá? Me aburrí de las papas.

Reproducen música: una piedra en el camino, me dijo que mi destino era rodar y rodar…El día que yo me muera sé que tendrás que llorar. Pienso en la joven del baño… Que no hay que llegar primero, sino hay que saber llegar. Consejo ideal para nuestra aerolínea. Tomo un galón de paciencia.

Espero, espero, espero.

Otro avión sale. Esta vez Avianca con destino a Colombia por la puerta A8.

 

*******

6 de la tarde en Cancún México.

Huelo mis manos. Saben a perfume y papas picantes. Todo mezclado. El asiento reconoce mi espalda. El aire acondicionado nunca ha sido un buen aliado de estas manos de escarcha. Bostezo, tengo sueño.

Espero, espero, espero.

 

*******

8:50 hora de México.

¡Al fin! Vuelo con destino a La Habana, favor de abordar por la puerta A3. Dichosos quienes duermen en el avión. Me toca el asiento de la salida de emergencia. Siento escalofríos. Sobran asientos y me cambio. Las saco a Ellas, las que vienen conmigo. Leo.

 

Faltan 3 pasajeros por llegar y abordar. Más demora. Sacan su equipaje de la bodega. Llegan. La tripulación vuelve a guardarlas. La gente aplaude a los reyes de la tardanza. Una mujer exclama “Viste, paré un vuelo”. Pienso, ni que fuera una gracia. Ay Cubana. Tiempo de vuelo aproximado 50 minutos.

 

*******

9 y media de la noche hora de Cuba.

Estamos descendiendo. Entonces le cuento que siento peste a quemado. Mi olfato es demasiado sensible.

Aterrizaje… La Isla. Los aduaneros de caras gastadas. Amargas sonrisas, mis 120 kilos, el viaje del año.

Mientras tanto, dejo pasar una canción en la Emisora del Patrimonio por culpa también de Cubana. Le aviso que estoy en casa. Así le conté mis tres días en un solo viaje.

Acercándonos a Jamila Medina

Acercándonos a Jamila Medina

Excepto por los amigos que quiero a toda costa y otros congéneres cuya obra admiro, no tengo ninguna sensación particular de “pertenencia”, orgullo generacional ni bandera estética que alzar en este punto.

Por Joaquín Borges-Triana

Una de las escritoras cubanas que más admiro en la actualidad es la holguinera Jamila Medina. Disfruto de su escritura porque me pone a pensar. No siempre estoy de acuerdo con lo que dice, pero me mueve las ideas y eso me parece fundamental. Hoy reproduzco en Miradas Desde Adentro una entrevista que le hiciera hace algún tiempo la ensayista y profesora universitaria Yailuma Vázquez. Espero que disfruten el material tanto como lo hice yo cuando lo leí en las páginas virtuales de Hypermedia Magazine.

 

Habitando el país de la siguaraya

Por Yailuma Vázquez

Cuando hace más de quince años conocí a Jamila Medina Ríos en un aula de la Facultad de Letras donde ambas éramos estudiantes, no podía imaginar la amistad que nos iba a unir desde entonces. Tampoco imaginé, mientras esperábamos formar parte de algo más grande que nosotras mismas, que esa chica rara —me refiero a la categoría descrita por la escritora española Carmen Martín Gaite: la chica rara entra dentro de una tipología de personaje femenino que rompe de a lleno con la tradición literaria anterior—, siempre caminante, siempre espacios afuera, iba a conseguir cavar un hueco de araña en la cultura de este espacio movible, en la arenilla de esta isla desaparecida a ratos. Sin embargo, lo ha hecho.

Las largas amistades también son viajes; es difícil comenzar a preguntar lo que ya sabemos o intuimos que sabemos. Por eso esta entrevista se siente también como un monólogo interior, una conversación que entre las dos construimos sin que se deslinde claramente quién tiene el deber de preguntar o de responder.

A menudo los escritores se jactan de su enorme capacidad de trabajo y de su disciplina. Para muchos, escribir es una labor que lleva tiempo, ejercicio, entrenamiento. Yo jamás he visto a Jamila teclear una oración o un verso. Solo veo noticas suyas por todas partes, talladas en letra minúscula —patas de araña—: recibos, papelitos de colores… Dentro de algunos años, es posible que se establezca una polémica sobre la autoría en su obra. Para evitar el malentendido es que hago esta primera pregunta:

¿Cuándo escribes? ¿Qué necesitas para hacerlo?

Me impresionan quienes esgrimen una rutina ante preguntas así. Aunque soy fan de las madrugadas, no tengo sistema. Puedo escribir o leer en una guagua andando, y apostada en cualquier sitio no necesariamente bucólico ni apacible (ser anónima es la armadura perfecta, como si estuviera debajo de un mosquitero).

En la casa zafo el teléfono fijo, apago el celular y prefiero estar sola. Si hay alguien rondando, no quiero que me mire ni que me hable y mucho menos que lea por encima de mi hombro (casi nunca enseño lo que aún no tiene punto final). Tampoco resisto la televisión encendida o tener algo por hacer (aunque justo entre “tareas urgentes” la escritura puede presentarse, como la mueca del estudiante que se sienta al final del aula en el repaso para el examen extraordinario, y prefiere leer un libro cualquiera mientras finge resumirlo todo en una hojita suelta. Es como decidir masturbarse cuando se nos está haciendo tarde para llegar al trabajo. Una pataleta de autoafirmación).

La Jamila manuscrita no es la única. Tengo un montón de libretas comenzadas o repletas de jeroglíficos y tachaduras, y agenditas y papelitos que voy guardando entre sus páginas o en el libro que estoy leyendo. También gloso los bordes de lo que leo y utilizo las páginas de cortesía de cualquier volumen para anotar datos curiosos o escribir poemas completos.

Paralelos a esa maraña, pululan en mi teléfono noticas, versos o ideas sueltas; y en el disco duro hay una batería de words y txts, a veces solo abiertos para escribir un título, un índice, o las secciones de un libro probable. Cuentos y ensayos (muchos plagados de notas al pie) son hijos naturales de la PC, como casi todos mis poemas en prosa.

Con mi poesía tengo un pensamiento atávico: cuando la releo, recuerdo si la escribí a mano (pasando el texto de una hoja a otra, tachando y cogiéndole el ritmo) o si fue tecleada en la laptop, o pensada a partir de intertextos. Ahí donde predomina el intelecto o en los que tecleé desde su origen, siento mucha menos vibración emocional, como si su cerebralidad dejara fuera una alta nota que busco y solo a veces creo alcanzar. (Majaderías, rezagos de la edad analógica).

Tu obra recorre un amplio espectro. Aunque es fundamentalmente poética, has abarcado la narrativa de ficción —Ratas en la alta noche (Malpaís, México, 2011)— y también el ensayo —Diseminaciones de Calvert Casey (Letras Cubanas, 2012)—. ¿Piensas el ensayo como un modo de expresión personal? 

Ensayar es como remontar un puente (o mejor, una montaña rusa con todo y el salto en el estómago). Cohabito (copulo) con esx que elijo rescribir, y sobre todo con sus obsesiones, donde pesco o proyecto las mías (así: muerte, eros, política, liberación…).

En la (pos)crítica de cine, arte o literatura —lo que más practico, al paso y compelida por revistas o amigos—, pespunteo un discurso que enhebra y asume la voz/faz de su objeto de deseo, como encarnándolo o dejándome montar por su espíritu. Estos hábitos suelen hallar resonancia en el sujeto autoral del que se quedan prendidos o prendados (¿maniatados?), pero pueden ser menos productivos en relación con aquellxs en quienes debieran avivar el antojo de un acercamiento.

Lo confieso: no me importa; mi ensayística busca ser, ante todo, un coloquio de tú a tú con el pensamiento y el discurso de quien interpelo, apropiándome de sus máscaras (en una especie de puesta teatral). Mis textos se sustentan en una mirada cómplice, porque los hago primero para mí y en segundo lugar para esx que halagó mi inteligencia (o viceversa); si de paso abro también el apetito de tercerxs, pues qué suerte, pero no me impongo la crítica como virtud o servicio, sino más egoístamente, como creación y gozo, una performance.

La emprendo —para qué mentir— como una alquimista golosa y coqueta: por gula, por morbo, por seducir al objeto de estudio que me sedujo, por empatía, por el regusto de desencriptar (craquear, religar asociando) las fuentes que se entremezclaron en un texto…. De ahí que no cultive tintes acérrimos, ya porque siempre me cautiva algo hasta en la creación más “funesta”, o ya porque, si voy a escribir, prefiero hacerlo de lo que me guste mucho (eso que me hala la lengua).

¿Por qué has dejado a un lado la ficción?

Narrar —como ensayar— me exige más dedicación, un esfuerzo de método y estructura. Entre el magisterio y la edición llevo una década deseando mudarme a Castalia para no hacer más que investigar.

Durante ese tiempo, presa en los matorrales de lo que se espera de una (en la academia, en sociedad, en el mundillo intelectual) me he obligado a parir (sin obviar el disfrute que hayan significado) dos tesis, un montoncito de reseñas o ensayos, algunos paneos por los Años Cero y un policiaco por encargo. A los poemas los he tenido que enlazar a veces (cosa que siento cuando los remiro), pero habitualmente (a)fluyen.

Tengo por ahí (entre libretas y txts) dos proyectos de libros de cuentos y un par de bocetos de novela. ¿Miedo a un género en que no me he ejercitado? ¿Falta de tiempo y disciplina o simplemente que no he estado de ánimo para volver a narrar? Todo a la vez.

Justo hace poco he estado resucitando uno de esos monstruos durmientes. A ver si lo escribo, a ver qué pasa.

Cada libro de poesía de los que hasta el momento has publicado tiene una concepción que lo diferencia de los anteriores. Es posible delimitar temáticas y búsquedas, experimentaciones distintas en cada caso. Por ejemplo, en tu primer volumen,Huecos de araña (Unión, 2008), es fácil intuir que se trata un poemario que juega ampliamente con lo intertextual, sobre todo con referencias grecolatinas. 

Los Huecos… son una sombrilla que enmarca ocho años y dos lugares de enunciación (Holguín y LaVana), dos inicios de carrera y una travesía completa (de Socioculturales a Letras pasando por Teología), junto al bregar por amores y amoríos.

La intertextualidad explícita y tales referentes vienen convoyados con los contextos de vida y estudio en que me movía en los 2000 (los libros que leí por placer u obligación; mis deslumbres de entonces; el regusto por las etimologías, la filosofía y los mitos, acendrado en la Facultad de Artes y Letras). Creo que es una especie de empacho que muchos de los escritores-filólogos traslucen en sus óperas primas y más allá.

Curiosamente —si lo pienso mejor— ese no es el primer libro que armé; aunque publicado luego, puede que Ratas en la alta nocheestuviera terminado antes que Huecos de araña; y ambos son bien polifónicos. También puede que mi modo de conducirme respecto a las fuentes que entremezclaba fuera —visto así— más inocente (en el sentido de menos malicioso) y más ostentoso; o sea, menos macerado o digerido.

En cualquier caso, seguí trabajando con y sobre la intertextualidad —porque de eso van (desde la lingüística o la literatura) mis repasos de Calvert Casey y Nara Mansur.

Primaveras cortadas asume la voz de mujeres suicidas y heroínas míticas, a la par que abunda en revoluciones abortadas por doquier; mientras, Del corazón de la col y otras mentiras entra en lo suyo lo mismo a través de conquistadores o poetas místicos que de diosas, princesas o asesinas; y Anémona se hace eco de la crítica feminista y se emparienta con los manuales de botánica o de especies marinas.

Uno de mis textos preferidos de Huecos de araña (probablemente el más publicado), sobre cuya hechura y sentido tuve que volverme hace poco —obligada por el inquisitivo escritor y traductor austriaco Udo Kawasser—, se opone in situ al paradigma escritural del libro: dinamita —o eso quiere— el abrazo del autor con la multivocidad, propone salir al ruedo con “una cabeza por fin descoronada” de lo ajeno.

Sin embargo, (est)ética o autosuficiencia aparte, ¿es posible cancelar así “Langustia” de las influencias? ¿Es posible hablar/pensar sin ser herederx de nada ni nadie? ¿Con qué símbolos?

Más que defender una especie de ascetismo o un estilo solipsista, este texto nació en cuarto año de Letras, de uno de esos exámenes en que debíamos leernos un sinfín de ensayos para opinar citando a los críticos; en el trasfondo (pasados aquellos semestres felices de asignaturas convalidadas, en los que tecleé unas cuantas Ratas…), yacía mi sordo rencor contra los deberes que no me habían dejado —creía yo— escribir de o desde mí (una avanzadilla de lo que me pasa hoy, cuando edito y lo disfruto pero sufro a mi vez, impedida de llegar, entre la selva de pendientes, a mis propios libros).

Cuando gané el David y me preguntaron de qué iba aquello, elucubré que los Huecos… no eran solo los habitáculos del patio de casa de mi abuela, sino esos agujeros negros sobre los que bailamos como en una telaraña, intentando ser nosotros mismos, sin que nos abduzcan la familia, los amores, nuestros escritores favoritos o el país, el sexo y la herencia que nos tocaron en suerte.

Con el tiempo, mi negativa (mi actitud defensiva) ante esos boquetes de los que salían voces que no deseaba escuchar, dice más de mí que lo que habría imaginado, pues una de las dominantes de mi literatura ha venido a ser la intertextualidad, la apelación a lo(s) otro(s), gozando por suerte de la potestad de elegir mis compañeros de asiento.

Como has mencionado, en Primaveras cortadas (Proyecto Literal, México, 2011) hay un tema central que tiene que ver con intentos abortados. ¿Propones que las revoluciones fallidas y las pérdidas, en sentido general, son una metáfora de la existencia?

Lo pensé como un libro enfocado en la fuerza (imantación, seducción) que ejercen las vidas y los procesos políticos/filiales/amorosos que no se agotaron en su devenir, sino que sufrieron una interrupción y, por tanto, no desgastaron su simbolismo, más bien lo dejaron en una especie de fermento concentrado del que muchos han bebido y aún van a beber hoy, con devoción y empalago.

Jóvenes mujeres suicidas, revoluciones abortadas, despedidas que congelaron e idealizaron un amor o un lazo familiar… No me atraía la idea de la pérdida o de lo fallido en que estuvieron implicados, sino más bien el frenesí de lapsus intensamente vividos, llenos de significado (y vitalidad, y belleza, y juventud y, por qué no, utopía).

Todavía me pregunto si es el corte mismo (en retrospectiva o como sombra que acechara y empujara a los actores a ser de cierto modo) lo que los hace tan vibrantes; o si es su carácter cerrado en medio de su esplendor lo que nos/me hace interpretarlos así; o el idilio (el morbo, la nostalgia) del espectador por el pasado y los muertos… lo que los dota de ese inquietante poder simbólico.

No es que escribiéndolo encontrara una respuesta; en Primaveras…, además de mi incomprensión sobre las dinámicas que matan el amor, viven mi fervor/pavor por ese engranaje desgastado (desemantizado) que todavía hoy se hace llamar Revolución cubana y pervive (ya para siempre incumplido) mi viejo y romántico deseo de morir joven. Son perspectivas. No niego lo que ves allí; sin embargo, siendo que entre mis frustraciones está la no aceptación de los finales, el no saber despedirme, Primaveras… dibuja para mí la ilusión (ese géiser) de los primeros años, del primer escalofrío, del último grito de guerra.

En Anémona (Sed de Belleza, 2013; Polibea, Madrid, 2016) se funden tres grandes temas: sexo, muerte y liberación femenina. Lo que Julia Kristeva ha definido como la “irrepresentabilidad” (es decir, el afán posmoderno de definir de un modo nuevo, a través de la exacerbación de lo obsceno, lo pornográfico y lo escatológico) encuentra un espacio privilegiado en este libro. ¿Con esos recursos germina un discurso de la liberación?

Saliendo del bosque de Primaveras cortadas (donde muerte y caída tienen el protagónico) quise probar algo más suave (léase menos dolido), entrar en una especie de discurso líquido que congeniara con las mareas oceánicas como con los fluidos femeninos y fuera menos ríspido o frontal o chillón o plañidero, menos quejoso y furibundo.

En principio, no me dispuse a un libro contestatario ni feminista, sino a algo más embebido en y pagado de sí, como una galaxia flotando en pleno cosmos, como un archipiélago happy paseando sin prisa a la deriva, sin amarras o rencores, sin medias tintas.

El libro reposó un par de años, fue mencionado en el Premio Calendario, la poeta y editora Isaily Pérez lo quiso para Sed de Belleza y fue así que pulí, restructuré, sumé y resté, al tiempo que me convencí de subrayar su veta militante. De ahí quizás que no pocxs lo vean como un poemario disparejo, atonal; mientras otrxs lo prefieran por sus sobresaltos.

Entre caminos y veredas, el subalterno (sin disquisiciones sobre lo que la libertad es o sobre si finalmente es) puede hallar su liberación excavando en el espejo, dinamitando los discursos que le devuelven/endilgan un retrato-jaula de sí. La representabilidad (aunque vaya corriendo sus márgenes) pasa por el canon (blanco, occidental, heteronormativo) incluso en el ámbito de lo pornográfico: donde entre la diversidad hay una producción mayoritaria destinada y pensada desde el hombre y para él.

A estas alturas puede parecer demodé articular un desmontaje de los estereotipos genéricos poniéndonos en guardia sobre la planificación familiar y las prácticas sexuales o de acicalado; sin embargo, las categorías de lo bello, lo vulgar, lo moral, lo sofisticado, lo natural siguen rigiendo al valorar/modelar la imagen y los imaginarios de las mujeres contemporáneas.

Creo que la otra corriente que atraviesa el libro (su intención primigenia) es más liberadora, porque no se identifica por oposición a,no se defiende; más bien explora su cuerpo de nanadora y nadadora (incluidos los menstruos y la gelatina vaginal), entrando a especular en los intersticios de lo que cree que es (armadillo, anémona), de lo que le han dicho que es (hueco de araña, corazón de la col), de lo que pretende ser (liquen, sargazo, hongo).

¿Muy metafórico como para ser instrumentalizado, convertido en lema o bandera? Mejor así.

No me parece que Del corazón de la col y otras mentiras (Sureditores, 2013) haya sido muy atendido por la crítica… Sin embargo, hay lectores que lo prefieren. ¿Qué significa para ti ese poemario?

Como La gran arquitecta (Legna Rodríguez, 2014) que pertenece a Hilo + hilo (2015) o Balada del buen muñeco (Oscar Cruz, 2013), que es parte de La maestranza (2013), Del corazón de la col y otras mentiras es un poemario incompleto (más específicamente, un libro de amor incompleto, que pensé acompañar de una camarilla de hombres suicidas). La culpa la tuvo el concurso Wolsan, que premiaba solo 30 cuartillas.

Son un puñado de textos expurgados de algo que nunca he terminado de escribir o publicar y que, siendo una monografía de tema tan resbaladizo, ha tenido sus nombres cursis: “Novios del mediodía”, “La casa de los novios”, “El arte carnal…”, como un poema que extraje del cuaderno premiado y que solo consta en una revista Amnios y en mi antología Para empinar un papalote (Casa de Poesía, San José, 2015).

La mención probablemente me salvó del desastre de publicar un libro más voluminoso y únicamente de amor, para (con suerte) terminar copiada y recopiada en aquellas libretas adolescentes entre los románticos que sabemos y otros anónimos conocidos (¡qué lástima!, y, ¿existirán todavía esas libretas?). Como todo lo que no tuvo punto final (o linda con lo biográfico), ese libro todavía me persigue, y ahora mismo estoy en peligro de mostrar un poco (pero no muchas mentiras) más de ese pastel, tentada por la editorial Amagord.

Con Del corazón… (que tiene hasta dedicatoria) me siento como en uno de esos sueños en que vamos desnudos por la calle sin hallar dónde meternos ni con qué taparnos. Hay un juego de espadas pasión vs. razón, feminismo vs. feminidad, abandono vs. posesión/rebelión, corporalidad fáctica y contemporánea vs. tradición, que resuena entre los propios textos, y más al enfrentarlo a laAnémona militante (donde hay asimismo zonas contradictorias).

De la recepción, tanto sé de quienes lo han devorado y marcado como de otrxs que no quisieran verlo ni en pintura. Es un libro sobre lo difícil ya no solo de amar o de escribir de amor, sino de hacerlo en tiempos tan mordaces, sin inocencia, con tanto machismo y feminismo pesando sobre los hombros (y tantos referentes shakespeareanos, corintelladescos, hollywoodenses, y sus respectivas deconstrucciones y más, hablándonos al oído).

La voz hace equilibrios sobre esos acantilados, demuele unas estructuras del amor tradicional y refuerza otras, mientras busca resonar en ese al que iban dirigidos los poemas… Como sin querer queriendo. En todo el poemario late tal contradicción (que se parece a la incertidumbre de los que aman).

La nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, en su ensayo Todos deberíamos ser feministas, se refiere a la necesidad de que se hable del tema a pesar de las etiquetas, porque lo que se necesita es cambiar, a través de la educación, cómo entendemos y vivenciamos el género. Escribe esta autora: “¿Por qué usar la palabra ‘feminista’? ¿Por qué no decir simplemente que crees en los derechos humanos o algo parecido? Pues porque no sería honesto. Está claro que el feminismo forma parte de los derechos humanos en general, pero elegir usar la expresión genérica ‘derechos humanos’ supone negar el problema específico y particular del género. Es una forma de fingir que no han sido las mujeres quienes se han visto excluidas durante siglos. Es una forma de negar que el problema del género pone a las mujeres en el punto de mira. Que tradicionalmente el problema no era ser humano, sino concretamente ser una humana de sexo femenino”. ¿Qué piensas de este asunto?

Quiero creer que reacciono ante todo o ante casi cualquier tipo de discriminación, estando incluso en guardia contra la que puede provenir de mi intolerancia frente a hábitos o actitudes X.

Al feminismo, no lo he paneado como tú, teóricamente, y me he negado a veces a que me encuadren en él, al igual que rehúso que me peguen otras etiquetas, siempre queriendo creer que soy más un proceso que una persona “hecha y derecha”.

Pero está claro que las cosas deben ser llamadas por su nombre cuando se trata de derechos transgredidos, vivencias y marginaciones históricas concretas, con siglos de conductas estereotipadas y normadas de acumulación, todo lo que a su vez (co)varía en contexto, al sumarse a los hechos otros rasgos de esas “humanas de sexo femenino” que nos preocupan (muchos compartidos con los “humanos de sexo masculino”, si bien vistos con otros prismas en ellos).

Me refiero, por ejemplo, a pasar de los 35 años sin haberse casado ni parido, a ser o no madre soltera, a asumirse o no hetero, a estar gorda o flaca, a lucir o no “buen cuerpo”, a ser habanera o “palestina”, a tener de congo y de carabalí, a escribir narrativa o poesía, a “gozar” o no de horario abierto, de doble jornada y poco jornal, a teñirse o dejarse (ver) las canas, y a ser, por añadido una mujer “susceptible”, “idealista”, “intelectual” y “feminista”… ya en la Conchinchina o en la Cuba de hoy.

Cada rasgo complejiza el entramado (sin entrar en las dinámicas familiares ni en meollos como los de tener o no —más que cuarto— casa propia, los padres vivos pero enfermos, ser hija única o la única hembra entre varios hermanos, etc., etc.).

En Anémona bojeé, junto a otros asuntos espinosos, esa malla o nata vital de quien lleva el rol de “cuidadora”: “Nanadora. Acunadora. Sanadora. Vaina”; “[l]a madre del hijo, la madre del padre, la madre del esposo, la esposa de la madre. La pareja. La emparejada en la pareja. La de orejas cortadas”; sin ser concluyente ni objetiva, fui del “Déjate hacer. Dejarse hacer. Dejarse ser” a la invitación a transmutarse en hongo, para diseminarse por doquier “que existan otras formas de vida”.

No es por caricaturizarlo, porque es mi propia agonía, pero lo mejor es reírse un poco de ello. Vivir el feminismo dentro de la pareja puede ser una labor como de espía verdaderamente agotadora, más si se crece queriendo ser una eterna chiquilla a la par que comportándose como una madre retadora, o soñando ser deseada a la vez que admirada. Se está en vilo, en una continua suspicacia sobre qué y cómo te lo dicen, sobre si te dan la mano al bajar de la guagua o si dar un saltico atlético al tirarte, sobre quién friega cuando es más divertido pintar las paredes, sobre quién para o paga el taxi (y todo lo demás); nos debatimos entre odiar cocinar y querer que te elogien la comida, entre desear que te regalen una florecita y el vade retro a los ramos de los actos públicos, entre poder con todo y no querer hacer nada sola (entre liberalismo e incertidumbre, entre independencia y susceptibilidad).

Bajarse de ese tren y amoldarse a los estereotipos podría parecer más llevadero, pero no es lo mío. Lo esencial sería conducirnos con agudeza para devenir dueñas de nuestro tiempo y de nuestros cuerpos, actos, palabras, sentimientos, sin vivir permanentemente furibundas ni parapetadas como guerrilleras.

Fluir (dejarse ser e incluso dejarse hacer…): reaprender el recibir; el ser bellas, frágiles o sensuales (si cabe, si nos late); y entrelazarlo con el batiburrillo de rasgos que más nos plazca.

Tan normativo puede ser el machismo como el feminismo, si nos pauta no permitir nunca que un hombre invite, cargar estoicamente con nuestros bártulos (y hasta con los de él), evitar que nos cedan el asiento, trabajar más que nadie (en los frentes “masculino” y “femenino”) o educar a los hijos en la reticencia al padre.

Una de las razones de mi feminismo (y de mi rechazo a otras discriminaciones) es que me saca de las casillas que nos encasillen. De ser en cuerpo de mujer, me gusta, por ejemplo, lo inclusivo, lo abierto a la exploración; cuando se ha peleado tanto porque se expandan y liberen las posibilidades de elección, sería de locas constreñirlas.

Habría acaso que hallar una utópica tercera vía… Porque (como en la sexualidad o en el arte) al definirnos por oposición, entre lo blanco y lo negro, nos perdemos demasiadas gamas de color.

Tu último libro, País de la siguaraya (Letras Cubanas, 2018) recientemente presentado en la Feria del Libro de La Habana, es un libro de viajes estructurado mediante poemas en prosa altamente narrativos. Creo que es además un libro de amor, de uno que no está frustrado o fallido: de un amor feliz que se extrapola a la vida. Es un libro muy reflexivo también, desde el punto de vista existencial.

Como Huecos…, País de la siguaraya me ocurrió en un arco temporal: 2012-2016. Al comienzo me seducía su aire agreste, de reflexión y observación contenidas (constatable en la tríada de textos que publicó La Gaceta de Cuba en 2012). Luego ese tono se mistificó, y la intención de juntar poemas que recorrieran la Isla de cabo a rabo se parcializó con mis estancias entre LaVana y Matanzas, justo porque sobrevino (como espacio-tiempo de cruce inevitable) ese amor que dices (permeando todo al paso, reabriendo el libro a la tempestuosa emotividad acostumbrada).

Los textos sí dibujan allí una lucha: viajes de ida y huida buscando un centro (o asidero) en ese amor, todavía animados por exploraciones en compañía, camino del país o al rencuentro de fragmentos de paisajes vitales interiores.

El primer texto que escribí (“Almendares-Mariel”) era una larga remembranza o mise en abyme que formaba parte de un cuento todavía inédito. Es decir, que me hallaba escribiendo algo de ficción y la realidad (de un paseo con mi padre) irrumpió de tal modo (en un tono tan discerniblemente distinto) que tuve que desgajar aquello y darle cuerpo aparte.

¿Espiga madura, madurada? ¿Anuncio del peso de la edad? Primordialmente, contumacia: ganas de vagabundear, de (ad)mirarlo y devorarlo todo; de auscultar el cuerpo moral y geográfico del país, como quien lo prepara para una inhumación: un bojeo morboso por sus pústulas y llagas (de niña que toquetea con un palo a un animal caído, con ínfulas de que se pare y luche).

Y ganas también de repasar mi historia (husmeando entre fotos de la infancia); necesidad de detenerse y observar lo desandado, sopesar el propio cuerpo (físico, espiritual) que nos trajo hasta aquí (sus blanduras y callosidades, sus cegueras, fobias y malformaciones: sus “mentiras favoritas”, como dice Sandra Ramy), para entender dónde pisamos entre las galerías o carrileras del yo (si es que todavía pueden pronunciarse, tenerse, dubitaciones del tipo “quién soy” o “adónde voy”).

El país es el pretexto: el país soy yo que viajo a través mío, y a través del otro intentando llegar a mí; aunque todo puerto se aleje como en un mal sueño, aunque sean búsquedas carentes de sentido si se emprenden creyendo en el origen y no en la travesía, sin entender que lo que queda es saborear el paseo…

Para finalizar, quiero preguntarte qué constantes o prácticas escriturales recurrentes crees que son propias de tu generación. Y cómo se siente pertenecer a ella. 

De tan trillado en conferencias, revistas, entrevistas, ensayos y antologías, no veo qué podría añadirse sobre esa que Aram Vidal llamó una vez “de-generación”. Por complacerte, seré enumerativa, contrastiva y anafórica (para de paso usar algunos procedimientos que los marcan a nivel formal): ¿des-territorializados?, des-naturalizados, ¿des-memoriados?; des-cubanizados y cubiches al punto de actualizar las mambisadas y des-automatizar la retórica revolucionaria; velociraptores: consumidores intertextuales e intermediales natos; cultores de jergas (g)locales; arqueólogos testarudos de lo que sea; hijos y padres de medios y espacios alternativos; amargos y lúdicos, escatológicos y des-dramatizados, anticanónicos y antiépicos, dis-tópicos y aun utópicos; transgenéricos, performáticos, paródicos, epigramáticos, fragmentarios; observadores sarcásticos y filosóficos, actores libidinosos, lectores exhibicionistas, (falsos) escritores autobiográficos, panlingüísticos y palimpsestuosos… como la web.

Excepto por los amigos que quiero a toda costa y otros congéneres cuya obra admiro, no tengo ninguna sensación particular de “pertenencia”, orgullo generacional ni bandera estética que alzar en este punto. Llegamos después de unos y otros ya están en camino de diferenciarse de esa sombrilla bajo la que nos reúnen.

Existieron Espacio Polaroid y su “liberatura”, La caja de la china, 33 y 1/3, TREP, Desliz; sigue en pie La Noria y andan por ahí El Estornudo y El Oficio… pero no hemos hecho por tener sostenida ni monocromamente lo que antes definía a generaciones y movimientos artísticos: líder o manifiesto, estética ni publicación señeras.

Aunque para ser exactos sí ha habido voluntad —más bien postrera, posterior a la de compiladores extranjeros y extemporáneos, casi siempre nacida de un pedido que busca visibilizar algo más que los hallazgos literarios de los Años Cero— de juntar en volúmenes y dossiers, acá o acullá, lo más “granado”, la “flor y nata” de la hornada.

Pienso en antologías orquestadas por Lizabel Mónica, Orlando Luis Pardo Lazo, Oscar Cruz, Jorge Enrique Lage, Gilberto Padilla, Duanel Díaz, Anisley Negrín, José Ramón Sánchez, Ángel Pérez, Javier L. Mora y hasta por mí, varias de las cuales hacen declaraciones prescriptivas sobre la escritura cubana hoy.

No es por miedo al qué dirán (siquiera por terror a lo que queda inscrito, aunque también), pero me gustaba más cuando estábamos en lo nuestro, sin atacar a nadie ni predicar sobre ética o estilo, y sin sed de empoderamientos simbólicos o de otra laya. Espero que esas páginas preceptivas no digan la última palabra sobre lo que somos o hemos sido, ni sean lo más cacareado por las historias de la literatura cuando de “nosotros” se trate.

Tengo mis favoritxs de todas las épocas entre lxs escritorxs de la Isla, claro está; sé qué me gusta y por qué, como sé lo que quiero o sobre todo de lo que no quiero escribir (hasta hoy). Sin embargo, no me interesa embarcarme en la aventura de pautar la creación de los demás ni de trazar políticas culturales. Quiero ser lo más libre posible al escribir lo que me dé la gana. ¿Cómo normar en otros lo que no toleraré conmigo?

Como en la práctica del feminismo, si hubiera un rasgo distintivo por el que apostar, me gustaría pensarnos anti-dictados, sin uniforme, llevados por aquel promisorio retintín que decía: “somos pioneros exploradores…”, o lo que es lo mismo: caminando al ritmo del primer pasito de baile de Neil Armstrong en la luna (bamboleantes al probar a ser fuera del cerco de la gravedad); desprejuiciados, en fin, para asumir cualesquiera de las “forma[s] de las cosas que vendrán” —a la manera jacarandosa del Wichy.

Tomado de Hypermedia Magazine,

https://www.hypermediamagazine.com/entrevistas/habitando-el-pais-de-la-siguaraya/

El reparto no es obliga’ o, es si tú quieres

El reparto no es obliga’ o, es si tú quieres

Un acercamiento al reguetón de reparto

“La Música tiene poder. La Música puede ser vulgar, suave o vigorizante, noble, filosófica u orgiástica. Tiene poder para el mal, así como para el bien”.

Howard Hanssen (1)

En la Cuba de todos los días la vulgaridad del reguetón es un tema de debate entre académicos, trabajadores, estudiantes, vecinos, y personas desconocidas en una parada de ómnibus. Su presencia –para desgracia de muchos y para beneplácito de otros- es constante en las calles, en los ómnibus, en lugares de recreación, y en toda la escena pública. A cobrado tanta fuerza en estos últimos años que ya forma parte de la cotidianidad del cubano.

Es necesario aclarar que la presencia del lenguaje callejero no es nada nuevo hoy en día. Debido a la pérdida de valores y al auge de la marginalidad en la sociedad cubana después del Período Especial en Tiempos de Paz, surgieron de los barrios de Cuba un movimiento arrollador de rap y luego de reguetón. Sin bien podían ser groseros en algunas ocasiones, lo hacían a conciencia porque era la calle la que estaba cantando.

Las canciones de Elvis Manuel, quien se considera haber implantado un nuevo estilo de reguetón en Cuba fusionándolo con rumba y bailes populares, fueron acusadas –cuando salieron a la luz pública- de poseer un lenguaje de barrio marginal. Ejemplo de ello son sus temas “La Tuba” y “El Di Tu’”. Las canciones de Elvis musicalizaban los suburbios, muchas personas se veían reflejadas en ellas, y varios adolescentes querían llegar a ser como él.

Claro está, la expresión callejera ha cambiado, la de hoy no es igual a la de ayer ni a la de mañana. Por tanto, dentro de algunos años el vocabulario del reguetón que ahora está causando desconcierto será aceptado por el público, a tal punto que se incorporará al argot popular del cubano y perderá la novedad del momento.

Mientras tanto, se percibe actualmente el lenguaje agresivo y sexualizado en el llamado reguetón de reparto o radamorfa, considerado como una vertiente o subgénero del reguetón cubano. Chocolate MC se autodenominó creador de este nuevo reguetón, algo cuestionable en esta época posmoderna donde es muy poco probable crear un producto original.

El reguetón repartero (2) o morfa es otro híbrido posmoderno (3) –como diría Néstor García Canclini- en la cultura cubana. Posee una sonoridad similar al raggamuffin jamaiquino, un subgénero del reggae que se caracteriza por su instrumentación electrónica. Además, está relacionado con la música popular bailable cubana ya que se concibe en compás de 4×4.

Es cierto que este reguetón no es igual al de Puerto Rico, pero no se puede considerar aún como símbolo de la identidad cubana –como lo han querido calificar los que lo defienden-. No por el hecho que sea un género nacido en los sectores marginales de La Habana es que se está en contra de esa idea, porque el guaguancó también surgió de los barrios bajos y hoy es parte imprescindible de la cultura cubana. Además, Fernando Ortiz cuando se refiere a la cubanía dice que es un proceso dinámico y en constante cambio (4), pero actualmente la sociedad no ha incorporado este género. Si bien existe un público que se identifica o le gusta el reparto, es repudiado por un sector -también cubano- que teme al mentarse el término.

Las personas se encuentran sugestionadas negativamente debido a que la primera canción denominada como reguetón de reparto que salió a la luz fue “El palón divino” (2017) de Chocolate MC. El tema fue precursor de una horda de canciones de igual contenido -sexual y racista, bajo un lenguaje vulgar y sucio- cantadas por jóvenes de barrios marginales. Es por ello y porque tienen un ritmo común que algunos no consideran música a dichas canciones.

Pero, qué es la música sino el arte de organizar sonidos y silencios bajo los principios de ritmo, melodía y armonía mediante la intervención de complejos procesos psico-anímicos. Puede que el ritmo del reguetón de reparto sea reiterativo en las canciones, pero cumple con el primer parámetro ya que posee correlación rítmica caracterizada por el desplazamiento de los acentos propios de la clave de guaguancó, superpuestos con el tiempo fuerte marcando por el bombo. En ocasiones con el propio bombo o con el bajo se marcan las dos corcheas que ocupan los tiempos 2 y 4 del compás (5).

Otro factor importante que rige a la música es la estética. Tal es así que en el siglo XVIII la música se caracterizaba por ser racional, armónica y perfecta porque esa era la concepción de lo estético en el pensamiento ilustrado. Pero la metafísica occidental se direccionó hacia la modernidad, se rompieron los límites estéticos y por ende se dilató el concepto de música.

Como lo estético sería todo aquello sensible o perceptible para el hombre a través de los sentidos, en el siglo XX surgieron movimientos como el ruidismo que cuestionaba la clasificación en música y ruido que se le había establecido al sonido. También se crearon composiciones como 4′33″ del autor estadounidense de vanguardia John Cage, que consistía en tres movimientos sin tocar una sola nota musical.

Si bien es cierto que Chocolate no fue alumno de John Cage y que “El palón divino” carece de un bagaje teórico que lo valide como una gran obra maestra, eso no significa que la canción no sea uno de los nuevos aportes de la estética posmoderna a la música. Es cierto que la letra es prosaica y vulgar pero lo sucio, repulsivo y abyecto también es parte de la estética.

Si se decodifica la retórica de barrio que posee el estribillo de El palón divino:

Soy negro,

soy feo,

pero soy tu asesino,

no es la cara,

ni el cuerpo,

es mi palón divino

(…)

El mensaje no es más que Chocolate contando que es deseado sexualmente, y no que va a asesinar a alguien con su arma homicida: el palón divino. Realmente el mensaje es común. Varias letras románticas al analizarse su contenido están declarando en su esencia lo mismo. La diferencia está en la retórica utilizada en las canciones. El cómo se dicen las ideas es un factor importante que evidencia la existencia de una cultura urbana dentro de Cuba que ha creado un producto cultural y musical.

Reparterismo en acción. Apuntes sobre la cultura del reparto.

Se considera entonces, el reguetón de reparto como la expresión cultural de grupos subalternos originarios de los suburbios bajos de La Habana. Alude a un estilo de vida de barrio que se representa, en primera instancia, por sus cantantes. Ellos hacen vida social en la cuadra, juegan dominó con sus vecinos o bolas en el medio de la calle con sus amigos, fuman cigarros criollos, toman ron, se bañan en el río y algunos han estado presos por actividades ilícitas o por violencia.

Los reguetoneros del reparto –en su mayoría- tienen hecho santo y algunos utilizan como seudónimos los nombres de plantes abakuá. En sus canciones hacen alguna que otra referencia a los orichas o a la terminología de la religión yoruba y los pasillos del baile –con la punta del pie y movimientos de hombros específicos-  proceden de las danzas que hacían los íremes o diablitos.

El contenido de las canciones refleja el pensamiento de esta cultura del reparto, el cual remite hacia las teorías de Sigmund Freud, cuando dice que al hombre le es inherente la violencia y la libido –deseo sexual- (6). Pero como la cultura está regulando las pulsiones primigenias del hombre, una vez manifestadas suelen ser castigadas con la prisión o el manicomio según Freud.

La mentalidad del repartero –según las canciones- se caracteriza por tener como móvil las prácticas sexuales y las dispuestas de hombres por mujeres o viceversa. Como se direcciona en contra del sistema ético-educacional de Cuba es visto como un pensamiento marginal y como un problema que debe ser erradicado por el trabajador social.

Otro elemento propio de la cancionística repa y de esa misma cultura es el vocabulario. Chocolate y los demás reguetoneros del reparto comparten el mismo glosario, donde se encuentran palabras de inhóspito significado y otras que se han modificado para que exista rima en las letras, como por ejemplo malecón por maleca, rico por ricanbele, bajando por bajanda- También se utilizan frases que aluden a los genitales y al sexo, como: palón divino o palito presidiario, totica delincuente o tota divina y me la diste con maldad. Confundir las canciones y a sus cantantes es algo común si no se es docto en el reguetón de reparto.

Tal es así que el 2017 se conoce como el año de los palitos porque cuando salió “El palón divino” I y II, atrás apareció “El palito presidiario”, del Koquito, el Negrito y Manu Manu, “Me Mataste”, de Maqueta, y “Tu Carita”, de El Enviado. El dialecto callejero utilizado en la letra de las canciones es la estética del barrio marginal, es lo que los distinguen y con lo que han logrado auto-reconocimiento. Como dijera la doctora Elaine Morales Chuco, del Instituto de Investigaciones Culturales Juan Marinello:

“Hay expresiones culturales que se están apoderando que no armonizan con otros patrones culturales que son más sólidos, pero tiene que ver con que ese grupo que la defiende ha elaborado la manera de hacerse ver”. (7).

La maleca inunda la ciudad. El auge de la música de reparto

Chocolate MC

Como se ha mencionado, actualmente existe una avalancha de nuevos cantantes reparteros que se han hecho muy populares en poco tiempo, no sólo en Cuba sino también en Miami. La mayoría reconocen a Chocolate como su ídolo. Pero, ¿quién es ese Chocolate MC? Para empezar, es un músico de reguetón cubano que vive actualmente en Miami, se caracteriza por su estrafalaria forma de vestir y de peinarse. Habla con mala pronunciación e inventa palabras. Posee un canal en YouTube en donde constantemente está presumiendo y retando de manera irrespetuosa a otros reguetoneros.

Chocolate es un personaje construido por las experiencias vivenciales y los complejos psicológicos de Yosvany Arismin Sierra Hernández. Él nació y se crio en el barrio habanero, Los Sitios. Su conducta inadecuada desde pequeño pudo más que el sistema educacional de un país, ya que fue expulsado de varias escuelas, constantemente no asistía a clases y se fugaba de la secundaria. Cuando abandonó completamente la escuela se empezó a dedicar a la música para continuar el camino truncado de su gran inspirador musical, Elvis Manuel. Pero el inicio de su carrera musical no significó que Yosvany se comportaría como un ciudadano integral, ha estado en varias ocasiones condenado a meses de prisión por incidentes de violencia.

Debido a la formación de Yosvany es que la música de Chocolate posee una letra agresiva, chabacana y que a veces no se entiende. El barrio y la cárcel le enseñó el lenguaje de los callejones habaneros y también le creó ciertos complejos psicológicos en torno a la racialidad, el estatus social y la sexualidad.

Uno de sus primeros éxitos fue en el año 2015 “Guachineo”, aún se desconoce el significado de la palabra, pero como el tema estaba acompañado por una coreografía sencilla que gustó tanto, el público consumidor le llamó guachineo al baile con la punta del pie.

Una vez que Chocolate emigró hacia Miami –después de haber sido encarcelado en Cuba- sus canciones se tornaron más obscenas. Fue entonces cuando salió a la luz en el año 2017 el célebre “El palón divino”. La canción tuvo muchas visitas en YouTube y Chocolate se ganó más seguidores.

Luego apareció el tema “Bajanda”. Mediante el uso de una frase popular: Cuando el gato no está en casa los ratones hacen fiesta, Chocolate defiende su estatus superior en el reparto. Él –quien se cree ser el gato- arremete contra los jovencitos reguetoneros que han surgido de los barrios bajos –las ratas de cloacas-. En la canción, el Choco se proclama monarca del reparto. Las llamadas “tiraderas” por la corona son constantes. Él y el reguetón de reparto han envuelto al público en la expectativa constante de quien es el rey.

Otro suceso que ha llamado la atención en las redes sociales y que ha dejado con la boca abierta a las personas menos versadas en el reparto es la versión de Chocolate a la tan conocida canción de Silvio Rodríguez “El Necio”. Si bien es cierto que fue una manera de lograr mayores visitas en su canal de YouTube, hay que reconocer que a partir de esta versión muchos adolescentes y jóvenes que idolatran a Chocolate conocieron y se aprendieron la canción de Silvio.

Al versionarse “El Necio” se notan dos aspectos, uno es la suplantación. El Choco adopta el lugar de Silvio, dando a entender que cree o aspira poseer el mismo prestigio y fama del trovador cubano. El segundo, es la identidad nueva que adquiere la canción “el necio se convierte a repa”, es decir el contenido de la canción se ha transpolado al estilo de vida del reparto, y es que:

Toda versión es el producto, pero también la marca de una experiencia de subjetivación. (8)

Los nuevos reparteros

Es obvio que la juventud que vive en barrios marginales vea al Choco como un maestro e incluso que quieran superarlo. El pasado circunstancial de Yosvany Sierra es el presente de esa juventud y la audiencia –ya sea por amor o repudio- que tiene Chocolate es lo que siempre desea todo marginado. Aunque la enseñanza de Chocolate no es políticamente correcta y va en contra de la cultura y la educación cubana, ha estimulado el florecimiento de los sueños de grandeza de varios jóvenes cubanos que no se conforman con ser panaderos o auxiliares de mantenimientos.

Ejemplo de ello son el Kokito, el Negrito y Manu Manu, los cuales son seguidores de Chocolate. Los tres proceden del barrio habanero La Corea. Se dieron a conocer a finales del año 2017 con “El palito presidiario”. La canción trata sobre quien es mejor sexualmente, si el palito presidiario o la tota divina. Cuando este tema empezó a sonar en las guaguas y en las calles por vía de aquellos adolescentes que andaban con sus bocinas ambulantes, se pensó que se trataba de otra pieza  de Chocolate.

Luego de “El palito presidiario”, la agrupación lanzó nuevas canciones en las que se pueden definir una propia terminología prosaica, como es el caso de “Follankele”. El tema en gira en torno a la invitación para ir a follankele o en palabras más claras, para tener sexo.

A Follankele,

no es obliga ‘o,

es si tú quieres

(…)

follanquele pudiera acontecer en el propio campismo. El Kamel -cantante de reguetón repartero procedente del barrio Jesús María- canta que al campismo se viene a chingar-. El Kamel es otro de los jóvenes que está gozando de popularidad en estos días, sin bien es por sus temas como “El campismo” o “Hazte de un pocho” (9), también lo es por sus colaboraciones con reguetoneros mejores conocidos por el público cubano.

Otros jóvenes se han encargado de musicalizar el lenguaje callejero también son Harryson, Un Titico y Kaneca, el Bococo, Uniko, El Enviado, el Lobo King Dowa y muchos otros que existen, pero todavía no se destacan como los mencionados.

Como la música de reparto de estos jóvenes cubanos no es una instrucción cívica para la vida y carece de valores morales, no van a ser producidas por las disqueras institucionalizadas y ni promocionadas por la televisión o la radio de Cuba. Sin embargo, las canciones tienen una fuerza omnipresente y todos somos obligados a escucharlas. ¿Cómo la música de reparto de estos jóvenes -que no han incursionado estudios de música- nace y se conoce en toda Cuba?

La respuesta se puede encontrar en las declaraciones de la agrupación El Kokito, el Negrito y Manu Manu en una entrevista que le hizo la revista Vistar. Ellos grabaron “El palito presidiario” en un concierto que dieron en el anfiteatro de La Corea y la canción se fue pasando de celular en celular por la aplicación de copia inalámbrica, zapya.

Tanto ellos como los demás jóvenes cantantes se gestionan su visibilidad en La Habana. Sin tener conocimientos de promoción han realizado un buen trabajo para hacerse conocer. Ellos le facilitan su música a todo el barrio, a los adolescentes y jóvenes para que la escuchen a un volumen excesivo cuando transitan la calle y a los choferes de los ómnibus interurbanos para que se la pongan a los pasajeros durante el viaje.

El siguiente paso que dieron El Kokito, el Negrito y Manu Manu y otros muchachos como el Kamel y el Enviado fue acercarse al estudio Celula Music dirigido por el Dj Unic. Celula Music ha sido la principal encargada de producir la música de reparto en Cuba y Dj Unic su mayor consejero. En una entrevista hecha por el youtuber Adrián Fernández a el Dj dijo:

Hemos –refiriéndose a Celula Music- abierto caminos a gente que han soñado toda su vida ser conocidos. (10)

Las canciones de reparto que produce Celula Music se difunden mediante el Paquete Semanal, aunque los jóvenes músicos sin contar con la ayuda de Celula Music se dirigen personalmente a las matrices del Paquete para que se incluya sus discos a cambio de un pago considerable. Este canal de memorias y alternativo a la programación de la televisión cubana es la plataforma superior de promoción de la música repa que se hace desde Cuba. También YouTube es otra vía para promocionar la música repa, sobretodo de la que se produce desde Miami.

El Dj y productor cubano radicado en Estados Unidos Dj Conds se ha encargado de producirle los discos a Chocolate MC y también ha atendido las propuestas musicales de otros jóvenes del reparto cubano. Se está en presencia de un género que rompe cierta frontera geográfica y que se ha ido internacionalizando, ya que los reguetoneros de reparto han dado conciertos en Miami, Francia, Italia, etc.

A la 1 el repa entra al baile. El posicionamiento de la música de reparto en el mundo de la farándula.

El público principal de la música de reparto reside en los mismos barrios de donde proceden los cantantes, sin embargo, esto no significa que el consumo de la música de reparto esté compuesto de personas marginales. El reguetón suena en escuelas primarias, en secundarias, en fiestas infantiles y en las descargas de adolescentes y jóvenes, lugares donde confluyen diferentes niveles culturales y desiguales valores éticos.

También hay que reconocer que la música de reparto ha invadido el mundo de la farándula cubana. Actualmente está siendo consumida por un público que sigue modas y establece estereotipos que son vendidos a los extranjeros como si fueran parte de lo que es ser cubano.

La presencia de la música repa en la farándula es debido a que aquellos jóvenes de origen marginal que se dieron a conocer por canciones prosaicas ahora se han vuelto comerciales. Dj Unic además de abrirle las puertas de su estudio se ha encargado de insertar la música de los nuevos cantantes de reparto en el mercado. Debido a ello el reguetón que están haciendo ahora el Koquito, Negrito, Manu Manu ya no están agresivo verbalmente, el ejemplo está en “Amiga Mía” y en su éxito “Ojalá” o más conocida “Para que guarachee Santa Claus”.

Se ha dado que varios cantantes de la farándula cubana desean hacer colaboraciones y cantar junto a estos jóvenes que hoy en día están de moda. El Chacal cantó con el Koquito, el Negrito y Manu Manu la canción “Maltrataita” y “Loca” y el Taiger y Yomil & Dani han cantado junto al Kamel en las canciones “La Win2” y “El Cuadro” respectivamente. A pesar de no contener obscenidades siguen siendo música de reparto porque se nota la sonoridad característica de ese reguetón.

Sin bien la música repa era segregada en bares, cafés y discotecas de farándula, ahora componen siempre la parrilla de música grabada y la pista del Dj. Por lo general siempre el Dj del bar condiciona el ambiente para insertar la música repa, primero le pone al público música en inglés, luego electrónica, música urbana extranjera, trap y, por último, alrededor de la 1 o 2 de la madrugada empieza a sonar la música de reparto.

Pero si estos cantantes ahora trabajan con reguetoneros consolidados y se escuchan en lugares bien conocidos por el público es porque pertenecen a la farándula, lo cual significa que han dejado de ser humildes y del reparto, aunque esas sean sus raíces. Por tanto, los que justifican su expresión callejera diciendo representar a su gente, no es más que doble moral y falsedad en sus intereses. Ya no encarnan a un barrio sino el ideal de reconocimiento que desea todo marginado.

Sus canciones ya no son burdas y agresivas como las iniciales y como las de Chocolate –personaje al que hay que reconocerle el carácter imperecedero de su estilo-. Como existe un cambio notable en el reguetón de estos jóvenes debería tomar un nombre nuevo para diferenciarse del término reparto, ya que este se encuentra estigmatizado negativamente en el público cubano.

Perspectivas del futuro del reguetón de reparto. Conclusiones finales

Aunque los llamados reparteros se hayan comercializado no significa que el lenguaje chabacano desaparezca de las canciones. Todos aquellos que han triunfado han emigrado del país y no están produciendo porque ya tienen sus necesidades saciadas. Sin embargo, están surgiendo otros jóvenes de estos mismos sectores marginales que desean llegar a donde mismo han llegado sus vecinos, y para ello realizan el mismo modus operandi. El reguetón de reparto no desaparecerá, pero cambiará de artífices constantemente.

Entonces ¿se pudiera ver al reguetón de reparto como una salida de la marginalidad para todos aquellos jóvenes de barrios? La expresión cultural de estos reguetoneros se está convirtiendo en centro dentro de Cuba y la mejor forma para erradicarla no es que se censure ni que se arremeta contra ella, eso sólo genera más segregación. Lo que hay que hacer es tratarla como parte del centro mediante una política cultural musical (…), que no dependa tanto de restricciones sino más de inserciones en la realidad y su dinámica de movimiento y cambio. (11)

El arte cubano actual le ha dado importancia y seguimiento a este fenómeno. El artista y fotógrafo Leandro Feal propició en Galería Continua –en septiembre del año 2018- un performance de música de reparto que consistía en la presentación de un Titico y el Kaneca cantando “Bum Bum Ye”. A partir de esa acción la música de reparto se convierte en arte, y como se rompieron las barreras que dividen la alta cultura de la baja se aceptó, por un solo día, al reguetón de reparto como parte de la cultura cubana, lo cual deja mucho que reflexionar al respecto.

Notas

(1) Profesor de la Escuela de Música Eastman, Nueva York

(2) Perteneciente a reparto, barrio

(3) García Canclini, Néstor. Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad. Argentina: Editorial Grijalbo, 1990.

(4) Ortiz, Fernando. «Los factores humanos de la cubanidad.» Bimestre Cubana (Fondo de Cultura Económico), 19449: 161-186.

(5) Cárdenas Díaz, Leannelis. Magazine AM PM. 2018. http://www.magazineampm.com (último acceso: 4 de mayo de 2019).

(6) Freud, Sigmund. El malestar de la cultura, en Selección de lecturas de Teoría de la Cultura Artística. Soporte digital.

(7) Orta Rivera, Yailin. Mesa Redonda. 9 de noviembre de 2013. http://mesaredonda.cubadebate.cu (último acceso: 9 de mayo de 2019).

(8) López Cano, Rubén. «Lo original de la versión. De la ontología a la pragmática de la versión en la música popular urbana.» Consensus 16, 2011: 57-82.

(9) Significa novio según la jerga callejera.

(10) Unic, Dj, entrevista de Adrian Fernández. Del reparto al mercado internacional (23 de noviembre de 2018).

(11) Orozco, Danilo. «Padriiino, quítame esta sal de encima.» La Gaceta, 2013: 19-23.

Referencias bibliográficas

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Novedades para el desarrollo de la producción cinematográfica en Cuba

Novedades para el desarrollo de la producción cinematográfica en Cuba

La aceptación de “la condición laboral del creador audiovisual y cinematográfico independiente” implica una obligada jerarquización de roles

La publicación del Decreto Ley No. 373 “Del Creador Audiovisual y Cinematográfico Independiente”, en el número 43 de la Gaceta Oficial de la República de Cuba (edición ordinaria del 27 de junio de 2019), representa una suerte de epílogo para una batalla iniciada en 2013 por parte de los realizadores cubanos. Por la importancia del tema, a continuación reproducimos un texto del crítico Antonio Enrique González Rojas, quien formula algunas consideraciones acerca del actual proceso, trabajo que fuese publicado por la agencia IPS.

¿Habemus Ley de Cine en Cuba?

Ideas urgentes sobre el Decreto Ley 373 “Del Creador Audiovisual y Cinematográfico Independiente”.

Por Antonio Enrique González Rojas

La publicación del Decreto Ley No. 373 “Del Creador Audiovisual y Cinematográfico Independiente”, en el número 43 de la Gaceta Oficial de la República de Cuba (edición ordinaria del 27 de junio de 2019), deviene epílogo sin dudas relevante para una brega iniciada en 2013 por parte de los realizadores cubanos, cuando (casi) todos a una solicitaron la atención de las autoridades para legitimar el entramado de relaciones, colaboraciones e iniciativas independientes que desde hace décadas aportan una amplia porción del audiovisual cubano.

Lanzado hace apenas unas horas al espacio público, este decreto no es la ley de cine que poseen otras naciones, pues en su proemio de “por tantos” y “por cuantos” suscribe la Ley 169 “Creación del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos” (Icaic), del 20 de marzo de 1959. El actual documento deviene entonces una suerte de enmienda, de adaptación institucional a las circunstancias, o de adaptación de las circunstancias a la institución. La institución revalidada por la ley.

Como refiere en la entrevista que concedió al diario Granma, Ramón Samada, el actual presidente del Icaic, esta se ratifica “como la institución rectora del Cine cubano”, la aceptación de “la condición laboral del creador audiovisual y cinematográfico independiente” implica una obligada jerarquización de roles. El Icaic ya no es el único productor y administrador legal de bienes fílmicos, sino que acepta hacer lugar a los denominados Colectivos de creación audiovisual y cinematográfica. Léase este leve eufemismo como empresas productoras independientes, pero aún carentes de personalidad jurídica plena, que sí se les concederá a sus integrantes, cuando individualmente se anoten en el Registro del creador audiovisual y cinematográfico.

Antecedentes

Los decretos que hoy se publican son otra respuesta a la descentralización discursiva y productiva audiovisual, que reconfiguró desde finales del siglo XX el mapa fílmico cubano.

La creación en 2001 de la hoy conocida como Muestra Joven ICAIC, el festival de los cineastas noveles, resultó una de las primeras acciones dialógicas institucionales de reconocimiento directo del cine independiente.

El crecimiento exponencial de las posibilidades tecnológicas que satisfacían cada vez más las necesidades de filmar, de registrar y ensayar Cuba de disímiles maneras, suscitado durante las siguientes décadas, desembocó en una imprescindible y perentoria necesidad de actualizar el entramado legal referido a los audiovisuales.

La hegemonía institucional sostenida entre los años sesenta y los ochenta del siglo XX sobre esta zona de la creación por entidades como el ICAIC y el ICRT, ya no era en lo absoluto la realidad “real”. Aunque seguía siendo la realidad “legal”.

Y no puede faltar la mención del trabajo arduo del g-20, un grupo elegido en asamblea abierta el 4 de mayo de 2013, que representó al gremio y dialogó con las instituciones en busca de transformar el sistema del cine cubano e impulsar la todavía pendiente Ley de Cine.

Acorde el artículo 7.1 de la ley, la inscripción en dicho Registro tiene como “requisito indispensable la aprobación del Comité de Admisión”. ¿Quiénes conformarán esta entidad que otorgará o negará el status legal a los creadores independientes? ¿En qué criterios estéticos, discursivos, éticos y políticos basarán sus decisiones?

Ahora se requiere un mínimo de tres “registrados” para que un colectivo sea reconocido como tal ante la legalidad, y sí goce de la anuencia del Banco Central de Cuba para gestionar cuentas como casa productora. Además de seguir haciendo con más libertades lo que han estado haciendo: buscar financiamiento, rodar, posproducir, prestar servicios a nacionales y extranjeros, o recibir tales servicios. Y ahora podrán comercializar los materiales.

El resto del equipo de una productora podrá ser completado con operadores que no tienen que considerarse propiamente artistas del registro. Para dar cabida al personal técnico “se aprueban tres nuevas figuras del trabajo por cuenta propia: Operador y/o arrendador de equipamiento para producciones artísticas; el Agente de selección de elenco y el Auxiliar de producción artística”, apuntó Samada.

Además del registro y las productoras, el “Decreto Ley genera otras normativas jurídicas que legalizan, complementan y crean nuevos mecanismos para el desarrollo de la producción cinematográfica, por ejemplo, la creación del Fondo de fomento al cine cubano, institución que desde el Icaic y con ingresos principales del presupuesto del Estado apoyará financieramente y a través de concursos los mejores proyectos presentados por los creadores y las productoras cinematográficas. Hay que destacar el apoyo del Estado y el Gobierno cubanos para garantizar estos respaldos financieros, a la vez que incluye la posibilidad de que toda figura natural o jurídica, cubana o extranjera, participe también en los aportes a este Fondo”, comentó Samada en su entrevista a Granma.

Sobre ese punto, se derivan varias preguntas: ¿Quiénes serán los jueces de estos certámenes? ¿Qué presencia y representación pudieran tener los creadores fílmicos, los críticos y los intelectuales en estos grupos decisores? ¿Qué criterios, raseros, parámetros y principios determinarán la escogencia de unos proyectos sobre otros?

Por fortuna, este fondo no será la única fuente nutricia de un cine independiente que hasta este minuto ha encontrado dineros en varias fuentes singulares o sistemáticas. Y aspiro a que lo sigan haciendo. Como el Icaic que comenzará a convivir con sus pares, el Fondo parece que no rechazará compartir méritos con iniciativas homólogas, empresas, embajadas y otros tantos patrocinadores. ¿O no? ¿Cuán colaborativo será el espíritu de este fondo con otros fondos que nutran a un mismo producto audiovisual?

En jornadas venideras será creada la llamada Comisión fílmica, que según Samada, buscará “facilitar la producción cinematográfica nacional y extranjera, y promover a Cuba como destino fílmico, como una vía para generar ingresos y para incrementar empleos en el sector cinematográfico. Y para completar las facilidades para la producción cinematográfica se crean en el Icaic y en el ICRT (el estatal Instituto Cubano de Radio y Televisión) las oficinas de atención a los creadores”. Por lo pronto, se conoce que por separado cada una de estas oficinas se encargará de inscribir a los creadores independientes.

De lo anterior surge una duda taxonómica, motivada por la naturaleza de estas instituciones que responden a los esquemas clásicos del cine y la TV, de la pantalla grande y la pantalla chica. ¿Qué sucederá con los creadores que apuestan a plataformas del nuevo panorama mediático? ¿Quién “atenderá” a los gestores de las series web, canales de Youtube y dispositivos de realidad virtual (VR)?

Aunque un poco tarde, pero con la seguridad inevitable de las lógicas históricas, en Cuba ya hay un apreciable monto de youtubers y varias series web han calado fuerte en los públicos. La VR y la realidad expandida ya son posibilidades prácticas para emergentes estudios especializados en la producción de audiovisuales. Por muchos prejuicios que despierten, los videojuegos no pueden aislarse de la esfera audiovisual, con su carga interactiva. De hecho, las primeras producciones oficiales al respecto han corrido a cargo de los Estudios de Animación del Icaic, en calidad de tácito reconocimiento. Los relatos transmedia implican multiplicidad de formatos fílmicos y extrafílmicos. Nada de esto es cine o televisión, aunque los cuenten como sus indiscutibles antepasados. ¿Qué serán a los ojos de la ley?

Las múltiples preguntas que provocan este decreto ley para el audiovisual cubano apenas han comenzado a hacerse. El segmento de sucesos demarcado entre la salida de la legislación y su aplicación aún está por trazarse. Las mediaciones por suceder. Las consecuencias por medirse. La connotación por identificarse. Los disímiles acercamientos de realizadores, críticos e intelectuales están por eclosionar. Lecturas a fondo del decreto me provocarán nuevos y prontos criterios, incluso posibles negaciones de las opiniones vertidas en este texto.

Tomado del servicio informativo de IPS,

www.ipscuba.net

La trova, Sin-Do y temperamentos de lo cubano

La trova, Sin-Do y temperamentos de lo cubano

Sindo fue parte de todo un movimiento de trovadores que se desarrolló en Santiago de Cuba a finales del siglo XIX, que como él llevaron la poesía a la canción.

“He compuesto constantemente. Cuándo, cómo, por qué, lo ignoro”

Sindo Garay

Pocas obras tienen el poder de ser trascendentales. Nacen como productos de su tiempo y a la vez no están atadas a él; se deslizan en la historia e inquietan a otras generaciones. Dentro de la trova tradicional cubana, la obra de Sindo Garay es de esas geniales producciones. Sin tener formación académica, se convirtió en uno de los mejores compositores de la música cubana.

Hoy sigue siendo resucitado por importantes cantautores e intérpretes: Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Santiago y Vicente Feliú. Han interpretado títulos imprescindibles del cancionero de Garay: “Mujer bayamesa”, “La tarde”, “Amargas verdades”, “Perla marina”, “Retorna”. Por otro lado, Lynn Milanés publicó un disco en homenaje a Sindo, “Lynn canta a Sindo”, que ofrece 20 temas cantados por ella y otros a dúo con su padre Pablo Milanés.

Frente a la magnitud de la valía de su canción, se hace necesario puntualizar en su vida y en su producción musical como elementos que han pasado a formar parte de nuestra cultura. Su vida aventurada y llena de sucesos, junto a su obra extensa e impresionante, son propicias para un análisis de lo que significó culturalmente y el impacto en la manera que pensamos la música y que nos pensamos nosotros mismos. Y lo digo por su impronta en la cultura musical, así como por su visible arraigo identitario que nunca dejó de defender: el día de su entierro con el espíritu jovial del cubano, como petición suya, todos los presentes tuvieron que velarlo fumando tabaco y tomando ron.

 

La Trova

Sindo fue parte de todo un movimiento de trovadores que se desarrolló en Santiago de Cuba a finales del siglo XIX, que como él llevaron la poesía a la canción. En sus inicios etimológicos, trovador fue el nombre que se les dio a los poetas. La palabra trovar era entonces sinónimo de componer, recitar o improvisar versos.

Desde su génesis, en los tiempos del medioevo “los primeros trovadores iban de pueblo en pueblo, casi siempre a pie o valiéndose de primitivos vehículos tirados por caballos, llevando las noticias recogidas aquí o allá, que transmitían por medio del canto a pequeños grupos de oyentes que se congregaban alrededor de ellos. Casi siempre utilizaban algún instrumento de cuerda para acompañar sus canciones. Lo curioso es que siglos después esa misma escena se repitiera casi idéntica en Cuba, y suponemos que también en otras partes del mundo”. (1)

La trova nace en Santiago de Cuba a finales del siglo XIX, con un gran movimiento musical y con notable participación del pueblo. Está influida por el espíritu romántico que llenaba la época. Ese sentido de guitarra en mano cantarle a la naturaleza, la patria y al amor es propio de la sensibilidad intimista, nacionalista y apasionada del Romanticismo. Por esos años el canon era la canción de salón, de manera que los trovadores, cantando al pueblo humilde son una especie de bohemios que comparten su sensibilidad a contracorriente.

El arribo a Santiago de inmigrantes franceses procedentes de Haití tuvo una significación especial en ese proceso. Y es natural si sabemos que la trova se desarrolló en Francia entre finales del siglo XI y finales del siglo XIII. Los trovadores se inspiraron en el antiguo concepto griego de poema lírico como composición vocal. Sus poemas emplean nuevas formas, melodías y ritmos, originales o copiados de la música popular. El acompañamiento musical se interpretaba generalmente con instrumentos de cuerda como la viella (violín medieval) o el laúd. Entre sus temas predilectos figuran el amor, la caballería, la religión, la política, la guerra, los funerales y la naturaleza.

Los trovadores cubanos, de manera similar, componían para la naturaleza, la patria y la exaltación de la mujer. Así, un proceso cultural arraigado tomó nuevas formas en el espacio cubano. Los aficionados a la poesía comenzaron también a componer versos, y los músicos populares a ponerles música. Surgieron cuartetas y tonadillas que se cantaban con aires populares de moda. Poco a poco se iba gestando la nacionalidad, y de la música foránea se fue pasando a la criolla.

A mediados del siglo XIX estaba de moda en América, y se supone que en Santiago de Cuba, un ritmo llamado bolero (…) Cuando fue escuchado por los músicos santiagueros, lo arreglaron a su manera y estilos, introduciéndole elementos autóctonos tomados de la herencia africana. A los pocos años, aquel bolero español se transformó por completo, pero los músicos santiagueros continuaron llamándole así.” (2)

Entre los cultores del género empieza a destacarse un joven sastre llamado José Sánchez, al que apodaban Pepe. En 1883 da a conocer “Tristezas”, reconocido mundialmente como el primer bolero, que comienza a diferenciarse del español y marcó los patrones para la canción trovadoresca.

Pepe Sánchez se convierte en maestro de la trova y precursor del bolero cubano. Muchos jóvenes santiagueros –entre ellos Sindo Garay- se le unieron como discípulos. Con sus enseñanzas perfeccionaron sus obras y aprendieron a interpretar canciones acompañándose de guitarras. Por lo general todos eran de procedencia humilde y tenían sus oficios para subsistir.

Realmente, el talento natural y la espontaneidad por encima del conocimiento académico musical, el cual estos intérpretes en su mayoría prescindían de él, fueron importantes y matizó en cierta medida la naturaleza de la expresión en la trova.

Tocaban intuitivamente, o como se dice “de oído”. Ese sentido de reflejar frescura y desenfado a la hora de tocar la guitarra y jugar con el texto dejando espacio a la improvisación y la versatilidad del momento se ha transformado con nuevos gustos y modos de sentir la música, claro está, algunos han incluido el humor como expresión del característico choteo cubano; pero se percibe hoy, en la Novísima Trova, por ejemplo, con los más recientes creadores que mantienen el género con esa concepción de sencillez, como un diálogo sincero entre poesía y guitarra.

Volviendo al siglo XIX, es importante señalar que la guerra del 68, iniciada el 10 de octubre por Carlos Manuel de Céspedes, interrumpió de cierta manera la vida cultural de la sociedad colonial.; sin embargo muchos trovadores participaron y ofrecieron la épica de sus canciones a la lucha; inspirados en su patriotismo colaboraron recaudando fondos, expresando sus ideas a través de sus composiciones o directamente en los campos de batalla.  . Tal es el caso de algunos nombres como: Ramón Ivonet, Pepe Sánchez, Patricio Ballagas, Emiliano Blez y el propio Sindo Garay, quien nadó en varias ocasiones la Bahía de Santiago de Cuba trasladando proclamas independentistas para entregar mensajes de las tropas del General Antonio Maceo. Muchos de ellos tuvieron que exiliarse a causa de sus acciones en apoyo a la lucha independentista.

 

Sindo Garay (Sin–Do, como él mismo bromeaba con su nombre por su desconocimiento académico de la música)

Gumersindo Garay (1867 – 1968) nace en Jobito, Santiago de Cuba. Su familia era pobre pero de ambiente artístico. Los padres de Sindo se llamaban Gumersindo Garay y Dolores García Matos: ambos cantaban y tocaban la guitarra.

Hay una famosa anécdota de cómo fue el primer acercamiento de Sindo a la guitarra. En su casa hacían tertulias y Pepe Sánchez era muy amigo de sus padres por lo que era asiduo a estos eventos. En una ocasión, deja su guitarra sola; entonces es cuando, a pesar de estar advertido por su madre de no hacerlo, Sindo empezó a tocarla y a imitar lo que tantas veces había visto hacer a los cantadores que visitaban su casa. Cuando Pepe Sánchez lo supo le pidió que tocara algo para él y quedó asombrado de que tan niño y de solo observar, Sindo pudiera tocar el instrumento tal y como lo hizo. Inmediatamente, Pepe lo acoge como discípulo. Fue el único maestro que tuvo Sindo.

Se ha creado, pudiera decirse, una mitología en torno al talento natural de Sindo. Los especialistas, como Odilio Urfé, Lino Betancourt y Radamé Giró, se refieren con asombro a su facilidad poética y musical:

“Su obra y facultades artísticas alcanzan independientemente analizadas; los más altos niveles en la historia del cancionero cubano. Melodista de ideas originales y profundas; armonía natural de increíble sapiencia; conocedor avezado de los géneros y estilos liricos populares; cantante “segundo” de recursos imaginativos asombrosos y guitarrista de gran estilo y personalidad única e inimitable; hacen de Sindo Garay un caso extraordinario en la musicología americana; pues hay que considerar que este compositor natural desconocía los más rudimentarios elementos de la teoría y la técnica musical”. (3)

“…asombraba a maestros de música por la armonía de sus composiciones. Todavía causa perplejidad escuchar una obra de Sindo, por la complejidad de su interpretación, que lo hacen uno de los compositores más difíciles de cantar.” (4)

“(… )Es el genio de la trova tradicional (…) Los homenajes que se le están haciendo no solo son merecidos sino necesarios. Creo que los jóvenes de hoy en día cuando escuchen la obra de Sindo se darán cuenta de lo que tienen que aprender de su forma de concebir la canción…” (5)

Otra faceta importante en la vida de Sindo fue el circo, al que estuvo vinculado desde muy joven. Fue mimo, payaso, acróbata. Trabajó en varias compañías circenses itinerantes. Se vinculó a un circo con el que viajó por muchos países de América.

Uno de los personajes que crea en esta etapa es el payaso Piripintintín, que expresaba el sentir de los cubanos en aquella época. Con él recita unas décimas a propósito de la promulgación del Tratado de Paz:

Si el yanqui hiciera entrega

de una Cuba independiente,

no tendríamos presente

que está coja, manca y ciega

El americano eleva

Y la rebaja no apoya.

¡Se va a armar una mogoya

difícil de manejar!

El que aquí llegue a quedar…

¡Que de memorias a Goya!

(…)

Sindo recorrió como saltimbanqui los montes y ciudades de Cuba dando funciones en plazas, teatros, salones, parques. Hacían monólogos, cortas representaciones escénicas de carácter jocoso, juego de manos, y cantaba a dúos y trío con sus hijos. Luego eran acogidos por los vecinos de la zona que les daban refugio.

Entre sus viajes durante un tiempo vivió y trabajó entre las ciudades de Tajabón y Santo Domingo. Estuvo en esta última ciudad hasta 1889. Componía a diario y se relacionaba con músicos y cantadores dominicanos. En Tajabón fue donde pudo estrechar la mano de José Martí, una anécdota que estuvo contando a lo largo de sus días.

Su vida fue intensa y bohemia: “En 1906 viaja a La Habana casualmente –se quedó dormido dentro del barco luego de una tremenda juerga– a bordo del vapor Avilés. Al despertar, ya el buque había zarpado y navegaba rumbo a la capital cubana. Vaga sin rumbo por bares y cafés, cantando a cambio de unos centavos para pagar el mísero hospedaje y un plato de comida.” (6)

El ambiente de La Habana tenía muchos lugares de tertulias donde se reunían trovadores. Fueron muchos los teatros y cines capitalinos que sirvieron de escenario a los trovadores. Sindo hacía la segunda voz con su hijo Guarionex en la primera, y conformaron un famoso dúo. Todas las obras que compuso son muy difíciles de cantar, porque componía especialmente para él y su hijo.

Sus canciones son impresiones de una sensación, de un momento, Todas ellas captan con singular sensibilidad el espíritu de algún suceso. En la línea de su defensa de la identidad nacional –que, vale decir, es una forma de sentir el momento con los aires del Romanticismo aún presentes con su nacionalismo y espíritu apasionado- muchas de sus obras pueden ser tomadas como ejemplos claros de rasgos que forman parte de nuestra identidad como nación. Estoy pensando, por supuesto, en “Mujer bayamesa”, en la exaltación de la mujer en la quema de Bayamo, hecho recordado por su heroicidad; pienso en “Vergüenza”, donde refleja su pesar por la Isla y por los cubanos que emigran. También las canciones que compone a figuras que se constituyen en signos de época, y de todos los ámbitos como Martí al lado de las ideas de independencia, o Yarini en el bajo mundo de la República, y momentos de tensión como en la pieza “¿En que parará la cosa?”, durante el gobierno de Machado.

Ciertamente, fue capaz de componer una obra tan amplia y valiosa que logra retratar con ella o casi cartografiar nuestra identidad, como un cronista de su tiempo. Ahora, puntualizar en algunas de estas canciones servirá para demostrar lo anterior.

“Mujer bayamesa”, escrita en 1918, es de las más conocidas obras de Sindo. La «conocida criolla Mujer bayamesa, de Sindo Garay, conjuga secuencias de contracantos que expresan un profundo sentimiento patriótico con alto nivel literario.” (7) Se le conoce como “La Bayamesa de Sindo”, para diferenciarla de la de Céspedes, Fornaris y Castillo. Es un homenaje a la mujer bayamesa, y a la mujer cubana. Se ha convertido en un himno a la heroicidad de la mujer. En su funeral fue esa la canción que resonó en el cementerio de Bayamo.

Sindo se codeó de importantes personalidades de la cultura a lo largo de su vida. Fue amigo de Rita Montaner, con quien visitó París en 1928. Trabajó en el Teatro Palace en una revista titulada “Perlas Cubanas”. Y en París compuso para Rita la única creación de estilo afro de toda su obra: “Lupisamba e yuca ñame”. La interpretación de Rita de esa canción fue todo un éxito en París:

Un calabaza men da

ma grande que yo tiengá

en mi conuco a sembrá,

por eso yo tá caliente,

y me bá con la nengrá,

a bé si la`ño que viene

ya yo tá má descansá,

anjá…

(…)

Cuenta con muchos otros temas que retratan ambientes de hechos que conmovieron aquellos tiempos. “Los tabaqueros” fue un bolero que compuso a raíz de la huelga de tabaqueros que reclamaban sus derechos y que culminó con violencia y muchos de ellos fueron asesinados.

Sindo conoció a numerosas personalidades de renombre en las épocas que vivió. Muchas de sus obras son dedicadas a algunas de ellas. Uno de sus poemas es a Martí, cuando muere en Dos Ríos, “Semblanza de Martí”. Además, fue quien primero musicalizó los versos sencillos.

Sindo también musicalizaba letras de poemas de otros autores que llamaban su atención. “La tarde”, una de sus piezas más versionadas, contiene la autoría de dos poetas: Amado Nervo y Lola Rodríguez de Tió.

También hace uso del legado de una importante figura de nuestra cultura, el poeta José María Heredia. Utiliza la letra de su poema “Oda al Niágara” para su “Canción al Niágara”. Vemos como a partir de la obra de Sindo salen muchos caminos que nos llevan a destinos imprescindibles de nuestra historia e identidad cultural.

Fue amigo de una figura famosa de los años de la República, Alberto Yarini, a quien dedicó una de sus canciones. También compuso piezas dedicadas a meretrices, en las que expresaba su pesar por las mujeres que por necesidad entregaban su cuerpo.  Así, se encuentran algunas obras tituladas Meretriz 1, Meretriz 2.

Fue tan longevo Sindo que pudo apresar con su obra trascendentales acontecimientos de generaciones y épocas diferentes. Una de sus obras, La “Clave de Maceo” fue escrita poco después de terminarse la guerrita de “La Chambelona” con interés político, y constituyó en su momento una dura crítica al gobierno. Luego, compone el son “La vida por la patria ¿En qué parará la cosa?”, durante el periodo presidencial de Gerardo Machado.

A lo largo de toda la vida creadora, la obra musical de Sindo siempre estuvo inspirada por el inmediato acontecer. Estuvo componiendo hasta cumplir 92 años. No se tiene una precisión exacta del número total de obras que compuso pero se estima que fueron más de 600 piezas.

Así, Sindo estuvo vinculado al movimiento insurreccional y a causa de ello estuvo en el exilio; sus canciones son expresión de su tiempo y de sus raíces culturales; los nombres de sus hijos (Guarionex, Hatuey y Guarina) son muestra de su interés por reafirmar lo que consideraba parte importante de lo cubano, es decir, el pasado aborigen. Aunque no era lo común en su producción también trabajó lo afrocubano con un tema que interpretado por Rita Montaner alcanzó notable fama en París. Conoce a hombres imprescindibles de nuestra historia política: José Martí y Fidel Castro.

 A través de su obra se puede problematizar sobre lo identitario. En el siglo XIX reconocido como el siglo de la formación de la identidad cubana, más allá de la criollización, se consolida nuestra distinción cultural con patrones propios. “(…) Sindo vivió intensamente pero no solo como trovador, sino que vivió la historia. (…) Su grandeza está también en reconocer la historia de su país.” (8)

Definitivamente, Sindo se envolvió del sentir de su época y supo expresarlo en canciones; pero no fue solo en esa dirección, quiero decir, no únicamente la cultura e identidad cubana fueron un elemento crucial en su producción; él mismo se convirtió en un nombre imprescindible de la cultura cubana; él es signo, se dice Sindo y se piensa en la genialidad de la trova tradicional.

En sus amistades e intercambios con importantes músicos de formación académica, estos se sorprendían con el dominio de la música y la composición que tenía Sindo. Así, algunos importantísimos creadores contemporáneos con él, expresan de su obra, específicamente con respecto al bolero “La tarde” (en entrevista con Odilio Urfé):

“Ese bolero es, Urfé, sencillamente, un milagro, una composición perfecta, no tiene defectos, es insuperable…” (Ernesto Lecuona)

“Qué hubiera dado yo por haber compuesto ese bolero” (Gonzalo Roig)

Notas

(1) Lino Betancourt. La trova y el bolero. Apuntes para una historia. (p.15)

(2) Ibídem (p.25)

(3) Odilio Urfé. Sindo Garay. Acotaciones para una valoración del genial trovador cubano (hoja suelta)

(4) Lino Betancourt Op.cit. (p.102)

(5) Entrevista realizada a Radamé Giró sobre la obra de Sindo para Producciones Colibrí

(6) Lino Betancourt. Op.cit (p.101)

(7) Rodríguez, Victoria Eli y Zoila Gómez García. Haciendo música cubana. Escuela de Música Amadeo Roldán, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 2002.(31)

(8) Entrevista realizada a Radamé Giró. Op.cit

Referencias bibliográficas:

Betancourt, Lino. La trova y el bolero. Apuntes para una historia. Producciones Colibrí, La Habana, 2011.

Entrevista realizada a Radamé Giró sobre la obra de Sindo para Producciones Colibrí

Rodríguez, Victoria Eli y Zoila Gómez García. Haciendo música cubana. Escuela de Música Amadeo Roldán, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 2002.

Urfé, Odilio. Sindo Garay. Acotaciones para una valoración del genial trovador cubano (Fondo personal de Odilio Urfé) Museo de la Música.

Bibliografía complementaria:

Giro, Radamés. Diccionario enciclopédico de la música en Cuba. (4 vol.). Editorial Letras Cubanas, 2007.

Linares, María Teresa. Nación y nacionalidad en la música cubana. Tabloide Música y Músicos cubanos. Universidad para todos. La Habana, 2002.

Poemas de Frank Abel Dopico

Poemas de Frank Abel Dopico

El poeta Frank Abel Dopico fue alguien con un inusual manejo del lenguaje, signado por un particular sentido del humor.

Por Joaquín Borges-Triana

Representante de ese parteaguas que para la cultura cubana fue la generación de los ochenta, el villaclareño Frank Abel Dopico es un poeta al que los amantes de nuestra buena literatura deberían acudir periódicamente. Este también actor y director de teatro, lamentablemente ya desaparecido, publicó los libros de poesía: El correo de la noche (1989), Premio David´88 y Premio de la Crítica, Algunas elegías por Huck Finn(1989), Expediente del asesino (1991), Las islas del aire (1999) y El país de los caballos ciegos (2005). En el afán de estimular en los más jóvenes compatriotas la búsqueda en el legado de figuras como Frank Abel, publicamos hoy en Miradas Desde Adentroalgunos de sus textos

 

Poemas de Frank Abel Dopico

 

UNA HISTORIA DE HUMOR ANARANJADO

 

Mi casa siempre se ha alimentado de los muertos.

En épocas de angustia padre los escondía en el trinar de los rincones

y los muertos se turnaban para dormir en el regazo de mi madre.

Los había morados, con espejuelos, militares, mujeres…

Recuerdo que su costumbre era no desayunar.

Para sus sueños padre mezclaba el arroz con su figura

y así transcurría la mañana junto al pozo.

Yo les hablaba de Marx pero ellos devoraban el Nuevo Testamento.

Los muerto son ateos, repetía.

Fue triste el caso del Doctor González.

Se crucificó mientras tres enfermos lo negaban tres veces:

tuvimos que bajarlo porque las niñas protestaban de sus santas palabrotas.

Alguno se ocupó de inventar una máquina contra las cigüeñas.

El día de probarla padre le otorgó grado científico, post mortem.

Sin embargo mi casa era la miniatura que alguien confundiría con las vicarias.

Como en todos los buenos poemas aquí también hay muertos que son malos.

Madre ordenó construir una celda en el fondo del patio

y veinte veces tuvimos que agrandarla.

Dos fueron presos por la golosina de los muslos de mi prima.

Otros, porque siempre volteaban el espejo.

Los más jóvenes de los muertos delincuentes fueron encarcelados por vestirse de vivos ante la

          mismísima cara de mi padre.

Había un muerto homosexual, le decían La Princesita del Himalaya

y tenía la voz tan dulce como la silla de algunos funcionarios de Cultura.

Yo me enamoré de Matilde, treinta años, divorciada,

que murió de espaldas y sin ponerse el vestido.

Llegó desnuda, contra su propia voluntad

y con telarañas le cubrí los pechos y me contó que la muerte es una sustancia, casi un

          purgante.

Para que no la viera desnuda me zurció los ojos con su propia voluntad.

«Eres tan pequeño, dijo, tan de una sola altura, que tendrás vértigo de mí».

Para que me amara yo le traía viento virgen, cazaba jazmines con mi tirapiedras o la invitaba al

          río que hay debajo de mi casa.

Una noche convino a mis deseos, estaba muy sola, quiero decir, muy muerta.

Con Matilde conocí que a los muertos les gustan los números pares.

También le gustaba oírme: «Qué Pálida estás, amor».

Mi madre prohibía estas relaciones porque los muertos no tienen posición social.

Yo la comprendía, Madre pasó hambre en el Capitalismo.

Pero Matilde y yo duramos día y noche

hasta que la vi besarse con González.

Las muertas son infieles, lloré.

Cierta madrugada, 4 de junio de 1978, se apareció el mejor de los muertos por la puerta.

Canoso, seis pies de eslora.

Habló: «Conmigo traigo dos siglos y la propiedad de la casa».

Mi padre expuso sus manos: «Eres Jiménez?»

«Sí», le contestó el canoso.

Mi padre volvió a exponer sus manos: «Te pagaré la casa».

Muerto a muerto, contantes y sonantes, mi padre pagó el precio de la casa

mientras la luna ejercía su misterioso oficio de Doctora en Derechos.

 

APUNTES DE GULLIVER

 

a Miguel Barnet y a Pedro de la Hoz

 

Crecieron los enanos que huían de las flores.

Creció un arbusto seco tan alto que sostuvo el peso de los cielos.

Creció Yudith aunque sigue escuchando a las hormigas.

Creció el perro blanco a pesar de las piedras y los palos.

Creció el brazo derecho a pesar del brazo izquierdo y a pesar de

……………………/los escalofríos y las playas.

Creció la tormenta. Sin lluvia.

Crecieron los mapas y los diccionarios a pesar de las barricadas

……………………/del reloj.

Creció el príncipe pero no tiene el reinado prometido.

Creció la puesta del sol. Con algunos errores, eso sí.

Crecieron las muchachas de mi barrio, una a una, seno y aire.

Los muchachos también, de pronto, frente a la antigua bodega

……………………/y con permiso de los padres.

Creció mi primer amor y mi segundo amor, el tercero y así hasta

……………………/el infinito.

Fulano se hizo grande, no recuerdo su nombre, pero un día me

……………………/golpeó sobre los ojos.

Creció mi país y salió de viaje por el mundo, como en las aventuras.

Creció el cuchillo del hombre que vendía atardeceres.

Creció la añoranza y ya no le sirven los vestidos.

A José, el mudo, no le hizo falta crecer porque cambió el crecer por

……………………/su jardín de rosas.

Alguien, lejanamente, hace crecer sus sueños pintándole los labios.

Crecieron los piratas, ahora el mar les parece más pequeño, los

……………………/tesoros abundan.

Creció la primavera, alta, pensante, con las uñas postizas..Únicamente los juguetes conservan su estatura. .

 

POEMA SOBRE LA ETERNIDAD

 

¿Amarías la eternidad?

Si ahora mismo no pudieras morir….

 

EL JINETE Y LAS SOLEDADES (fragmentos)

 

Era un diminuto poema de amor, tan pequeño que aún no tenía besos, ni desesperación, ni tan siquiera una sílaba bajo las estrellas. Nadie se fijó en él. Ningún poeta lo sedujo o lo maldijo. Ningún amante lo pidió prestado. El diminuto poema de amor recorrió las calles, las parejas y las noches. Fue atropellado, espantado y casi muerto. Hasta que Eros –nadie sabe cuándo- se lo bebió, como un antídoto, para salvarse.

 

Ella es esa mujer donde alguien silva. Su traje de persona es tan sencillo que una sonrisa y el azar son su persona. Como he visto que alguna vez quiere tenerme, me pongo bien el dedo y la pulgada. Ella es esa mujer donde yo tiemblo.

 

Soledad:

Perdona al visitante que juega con tus hijas. Perdona al que hizo la promesa de quedarse a cenar, jurando que no eras un castigo y que te prefería. Perdona haber sido el visitante y no quien vive en ti. Tienes que perdonarme. Quiero ir muchas veces a tomar el café, a acariciar tus manos y danzar con tus hijas sobre los arrecifes. Si hago el amor contigo, soledad, no te confíes; no cosas en tu viudez otro traje de novia. Tampoco me maldigas:

Yo te prefiero a veces cuando me traen una sombra que nunca había pedido. También yo te perdono. Tus ojos adivinos que todo lo desnudan. Pues tu también me eliges creo yo, cree mi miedo.

 

Aproximadamente una mujer es algo que está entre las manos y el horizonte. Es algo que tiene que ver con el horizonte y las palomas. Una mujer dobla la esquina y su virtud es ser el único animal que desaparece. No esta más. No volverás a arrodillarte a sus caderas. No gritara más tu nombre en el fugaz martirio de los sexos. Aproximadamente imaginaras qué pasa cuando está con otro hombre., pero te habrás equivocado. Otro hombre y esa mujer serán distintos como es ahora distinta tu manera de tenerla. Tu olvido es el olvido de quien entra a una catedral, entre las telarañas, persiguiendo una voz, un susurro, que al final no es sino un disco con aquellas canciones que escuchaban juntos. Aproximadamente tú estás sentado en el principio y ella no está contigo, exactamente.

 

Si tu mujer va dejando de mirar a las estrellas. Si tu vas dejando de mirar a tu mujer en las estrellas. Si los dos duermen de espaldas hacia estrellas distintas, no pienses que es la hora en que llego el olvido. Demasiado peor: ha llegado el recuerdo.

No, fuiste un misterio que no llegó al amor y ni siquiera al odio. Y ahora te pareces a los trenes que parten y a esa ventanilla cerrada, donde dicen que, en urgente asunto de negocios, parte dios.

 

La muchacha que baja de la montaña dice que las piedras estaban tristes, que los árboles tenían una actitud muy seria y que lo que no tiene ojos tiene el nombre de montaña. Le contestamos que por eso íbamos a poner un pájaro en cada piedra, un columpio para el sueño en las ramas de los árboles y, para lo que no tiene ojos y tiene nombre de montaña, le llevamos algo así como una mezcla de vicarias y peces, para que pueda ver los gestos de las nubes, la mímica del sol.

 

ARTE RUPESTRE

 

Y al hombre,

cuando lo llevan de la mano.

Apenas sabe originarse o beber ciertas dosis de su altura

y ya lo dejan sacudido y libre

a la entrada del humo y de los golpes,

a la entrada de su reproducción,

a la puerta invisible de la escuela.

Cuando lo dejan solo que da pena verlo,

solo y con la jaula abierta,

iluminado por un pequeño candil

mientras la madre canta y da palmadas

creyendo que lo demás está previsto,

que siempre ha sido así.

El hombre sale, a bolina, en su afán de ser el séptimo color,

sacudido y libre,

creyendo que la jaula siempre estará abierta.

 

 

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