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Polémicas con niveles chancleteros

Polémicas con niveles chancleteros

En mi opinión, la intolerancia (problema que, como advirtiese Octavio Paz, no estaría tanto en el tipo de doctrina que se porta sino en la forma) entre cubanos que piensan distinto a la hora de discutir un problema, va más allá de las diferencias políticas e ideológicas, para formar parte de nuestra (in)cultura cotidiana. Pensar lo que otro nos dice y admitir que puede tener parte de o toda la razón, para nosotros es una proeza y así, hemos obviado una moraleja de Jorge Luis Borges: “Hay que saber elegir los enemigos, porque al final terminamos pareciéndonos a ellos”. De ahí el hecho cierto de que entre nuestros compatriotas perduran las equívocas tendencias que confunden el debate y la discrepancia de corte intelectual, en el peor de los casos, con el linchamiento del enemigo o, en la menos desafortunada de las situaciones posibles, con el mero y llano intercambio de cortesías, por lo que promover y auspiciar la discusión con las múltiples voces e ideas de la esfera pública, no es solo un acto legítimo sino también indispensable para progresar en la aspiración de alcanzar alguna vez un diálogo carente de dogmas y juicios totalizadores, en el que predomine un consenso signado por una buena dosis de serenidad y respeto.

Es este un problema de larga data entre nosotros y sigue siendo una asignatura pendiente. Como pequeña muestra de una de tantas polémicas entre cubanos que han registrado niveles chancleteros, reproduzco un trabajo de Carlos Espinosa Domínguez a propósito de una discusión entre Desi Arnaz y Joaquín M. Condall, ejemplo de lo que no debería ocurrir pero que tristemente en el mundillo cubiche continúa sucediendo en la actualidad.

Un avispero alborotado

En 1954, la acusación de Desi Arnaz de que Joaquín M. Condall plagiaba su popular programa de televisión, dio lugar a una acalorada polémica en la que se involucraron otras personas

Carlos Espinosa Domínguez

Aranjuez | 06/09/2019 10:38 am

En 1954, la revista Bohemia, la más popular y leída de la Isla, dio cabida en sus páginas a una acalorada y curiosa polémica que tuvo como centro a Desi Arnaz (1917-1986), pero en la cual se involucraron otras personas. De hecho, el famoso actor y músico de origen cubano solo intervino al inicio, cuando unas declaraciones suyas prendieron la llama de una controversia que subió bastante de tono e irritación verbal.

Todo empezó cuando Vicente Cubillas Jr., corresponsal de Bohemia en Nueva York, publicó en el número del 11 de abril de 1954 un reportaje titulado “Desi y Lucy: el Matrimonio Ideal”, que iba ilustrado con fotos de Osvaldo Salas. En el mismo, entrevistó a Desi Arnaz y a Lucille Ball, quienes formaban una exitosa pareja sentimental, televisiva y empresarial.

En ese momento, se estrenaba en Nueva York la película The Long, Long Trailer, protagonizada por ambos, y se hallaban en la ciudad. La semana anterior, la firma de cigarros Phillip Morris había contratado su programa I love Lucy por la fabulosa suma de 8 millones de dólares. Era el espaldarazo definitivo para el espacio de media hora que por casi tres años ocupaba el número 1 de audiencia. Cada lunes, a las 9 de la noche, millones de personas se sentaban ante el televisor para seguir la historieta semanal del matrimonio integrado por Lucy y Ricky Ricardo.

De acuerdo al periodista, la visita de la pareja a Nueva York fue un hecho sin precedentes, y la prensa la consideraba como la más importante desde la realizada por la reina Isabel y su esposo. En el aeropuerto, Lucy y Desi fueron recibidos con una banda de música, así como por millares de admiradores. Y después celebraron una conferencia de prensa a la cual asistieron 400 periodistas. The Long, Long Trailer se estrenó en el Radio City Music Hall y batió los récords de taquilla. Del hotel Waldorf Astoria donde se hospedaban, la pareja tuvo que mudarse en secreto, para eludir a centenares de visitantes.

Charles Pomeratz, su agente, aseguró a Cubillas Jr. que en los diez días que pasarían en Nueva York Desi y Lucy no tenían tiempo libre, y que la suya era la única entrevista individual que concedían. Tuvo lugar en el hotel Carlyle, y al entrar el saludo de Arnaz fue: “¡Buenas tardes para todo el elemento!”. Su nombre completo era Desiderio Arnaz y de Acha, y el periodista lo define como “un santiaguero alegre y decidor a quien veinte años lejos de Cuba no han hecho mella en su campechanía”.

Acerca de sus orígenes, Arnaz cuenta: “Nací en Santiago de Cuba, en marzo de 1917. Mi padre tenía mucha plata y fue dos veces alcalde de la ciudad, hasta 1932 en que lo eligieron representante de la Cámara. Vino la revolución del 12 de agosto de 1933 y mi padre cayó preso. Mamá y yo nos fuimos a Miami con 500 pesos, que era la única fortuna que nos quedaba. Desde allí hicimos mil gestiones hasta que seis meses después, papá pudo reunirse con nosotros en Miami”.

¿Le guarda rencor a los revolucionarios que prendieron a su padre?, le pregunta el periodista. A lo cual Arnaz responde: “¡Nunca! ¡Al contrario! Les estoy muy agradecido, pues, de no haber sido así, seguiría siendo un santiaguero más, con algunos pesos, pero perdido en el montón. Si ellos no tumban a Machado, todavía andaría yo por Santiago de Cuba, bañándome en La Socapa, o diciéndole piropos a las muchachas en la Plaza de Marte”.

Habla luego de los primeros trabajos con los que se ganó la vida en Miami; de sus inicios en la música; de su paso por Broadway; de cómo conoció a Lucy durante el rodaje de Too Many Girls. Pero no dedicaré espacio a esos aspectos y pasaré referirme a las declaraciones suyas que dieron lugar a lo que después se suscitó. Nada más empezar la entrevista, Arnaz le confiesa a Cubillas Jr. que tenía mucho interés en ella, pues Bohemia le da la oportunidad para desenmascarar a un “individuo poco escrupuloso”. La persona a quien alude es el productor y director Joaquín M. Condall (1923-2010), sobre el cual expresa: “¡Ese tipo es un caretudo!”. Y pasa entonces a explicar por qué.

“Condall me ha robado la producción de I love Lucy y la vendió en Cuba como propia. Estoy enterado de todo, pues recibí una carta de una amiga mía llamada Elena Rivas, con varios recortes de periódicos y revistas hablando del asunto. Y para colmo, este individuo ha tenido el descaro de decir que se entrevistó conmigo en Hollywood y que lo autoricé a usar los libretos de I love Lucy”.

A lo anterior Arnaz agrega este comentario: “Lo que me duele es que sea un cubano el que haga esto. Yo sé que en Cuba el programa Mi esposo favorito que aparece escrito por Condall, no es más que un plagio de nuestro I love Lucy. Así que mientras yo me esmero en que el público americano se ría con las ocurrencias del «cubano» Ricky Ricardo y en elogiar las cosas de mi patria de origen, que será siempre mi verdadera patria, en casi todos los programas, se aparece un paisano a despojarme inicuamente”.

Un enemigo de todos los cubanos

Al final del reportaje, Cubillas Jr. le pregunta si quiere decir algo especial al público cubano. Copio la respuesta que le dio Arnaz: “Segurísimo. Que llevo a Cuba en el corazón. Y que a mí no me ha alcanzado el tiempo para enseñar a amar a mi patria a mi esposa, a mis hijos y a mis amigos. En Hollywood, en Nueva York, donde quiera que me encuentro yo soy el cubano Desi Arnaz. Y Lucy, con orgullo, dice que ella es la esposa del cubano Desi Arnaz”.

El 25 de abril, Bohemia publicó un reportaje de Bernardo Viera titulado “¡Desi Arnaz es enemigo de todos los cubanos!”. Era una entrevista al “joven libretista” Joaquín M. Condall, quien responde a las acusaciones de Arnaz. En realidad, lo que se dice responder, no lo hace. En lugar de contestar con argumentos convincentes, se dedica a lanzar insultos contra Arnaz: “¡Desi Arnaz es un mentiroso! Que busque la publicación donde salieron esas declaraciones que me atribuye, en las que yo digo que recibí permiso de él para reproducir los libretos… ¿Cómo voy a decir eso si mis libretos son originales?”.

Tras esas declaraciones, a la entrevista llegan Rosita Fornés y Armando Bianchi, protagonistas de Mi esposo favorito, quienes han suspendido un ensayo para venir a animar a Condall. “Lo que sucede es que siempre atacan al que triunfa y Condall es un triunfador”, comenta Bianchi. Rosita, por su parte, expresa: “¡Es injusto Desi Arnaz! Nuestro programa no es un plagio de I love Lucy… Ese señor no puede guiarse por cartas irresponsables”. A ellos se suman luego los actores José Antonio Rivero y Velia Martínez. El primero declara: “Mi personaje «El Truco», igual que otros creados por Condall, son sacados de la calle y puestos en la televisión. Son tipos muy cubanos, cubanísimos, para que el esposo de Lucille Ball diga que son copias de los de su programa”. Por su parte, Martínez opina que “es ilógico lo que dice Arnaz. Él nunca ha visto el programa ni ha leído un libreto para hacer semejante acusación”.

Condall interviene de nuevo: “Lo que sucede es que Desi Arnaz es enemigo de todos los cubanos. Su personaje de la televisión, Ricky Ricardo, es el tipo chusma y marrullero que se imaginan los norteamericanos que somos los nosotros los cubanos. Además, ¿cómo me va a acusar de plagio un señor que lleva muchos años viviendo de la música que le ha robado descaradamente a Miguelito Valdés y a Xavier Cugat?”. Expresa después algo que le desmentirán documentalmente en la propia revista Bohemia: “Yo no sé lo que le pasa a este tipo, a él le duele que yo haya sido hombre de confianza y coproductor de Max Liepman, el mejor productor de la televisión americana y enemigo de Arnaz. Él ve en mí a uno de los que puso en peligro su programa cuando sacamos el Show de Shows con Imogene Coca y Sid Caesar, que sí son comediantes de verdad”.

Condall finaliza la entrevista diciendo: “El señor Arnaz me llama caretudo injustamente. Él sí usa una falsa careta de patriotero para humillar a Cuba y todos los cubanos. Cualquiera de nosotros que hemos vivido en Nueva York nos hemos sentido humillados viendo el programa de este «esposo con suerte»”. Y concluye: “Si Desi Arnaz quiere venir a discutir conmigo, tiene que hacerlo como turista, porque renunció a Cuba desde hace muchos años, cuando tuvo que abandonarla por machadista”.

La polémica no quedó ahí, sino que continuó. Pero curiosamente quienes la prosiguieron no fueron Arnaz ni Condall. El 9 de mayo, Cubillas Jr. publicó, bajo el título de “Voy a sacar la cara por Desi Arnaz…”, un artículo en el que pasa a defender a este. Explica que lo hace porque Arnaz “es un hombre muy ocupado, metido en negocios de millones de dólares”, y “no tiene tiempo disponible para sacudirse la mosca de la solapa o, hablando en términos más respetuosos, para ponerse a discutir con el improvisado escritor con apellido que huele a blasón”. A él, en cambio, le alcanza el tiempo, y, además, le molesta el tono de las mentiras dichas por Condall, “libretista de hace un ratito”.

Comienza por apuntar que todos los lunes ve I love Lucy y en ningún momento ha observado que Arnaz humille a los cubanos. Por el contrario, contribuye a que muchos norteamericanos “se den cuenta, a través de la elegancia con que viste Desi Arnaz y el ingenio y la gracia con que actúa, que somos un país civilizado, a un tiro de piedra de las costas de la Florida”. Por eso, entre otras razones, se considera aludido, así que, empleando el lenguaje que mejor entiende Condall, va a cogerse la bronca para él y dar la cara por Arnaz.

Su primer argumento contra Condall es que considera cuando menos sospechoso que los personajes de Mi esposo favorito son cuatro, como en I love Lucy. Asimismo, el de Rogelio Hernández, el vecino, parece “una copia al carbón” de Fred Metz, el vecino de Ricky Ricardo interpretado por William Frawley. El periodista recuerda luego que cuando Mi esposo favorito se empezó a emitir, los críticos del patio acusaron a Condall, de plagiar los libretos de I love Lucy. Y apunta: “Después, me imagino, ocurrió lo del cubaneo… ¡y todo se quedó así!”. (A modo de información, anoto que Mi esposo favorito comenzó a emitirse al año siguiente de I love Lucy, cuyo primer episodio se estrenó el 15 de octubre de 1951.)

Insultos y bajezas

Cubillas Jr. estima pertinente advertir a los lectores que no es “ni perdonavidas, ni matón, ni guapo a sueldo de Desi Arnaz. Solamente soy un periodista amante de la verdad y la justicia, con dieciocho años de ejercicio activo y en cuyo historial no se ha anotado nunca un insulto, ni una mentira, ni una rectificación”. Y agrega que, si emplea un lenguaje un tanto violento al dirigirse a Condall, ruega que se tome en cuenta cuál tiene que ser su estado de ánimo al enterarse de “los insultos y de las bajezas en que ha incurrido este impostor”.

Justifica su defensa de Arnaz expresando que no puede permitir que Condall “llame mentiroso y machadista a Desi Arnaz, cuando el mentiroso es él, y Desi era un chiquillo de dieciséis años, ajeno al trajín político el 12 de agosto de 1933”. Y de inmediato pasa a descargar su artillería pesada y le plantea al “desafiante Condal” este cuestionario:

“¿Quiere que le diga a casa de quién iba él todos los lunes por la noche, cuando vivía en Nueva York, bien provisto de libretas y lápices, para anotar las incidencias del programa I love Lucy? ¿Y los sábados por la noche, para copiar también los eventos del programa Your Show of Shows, producido por Max Leibman y estelarizado por Sid Caesar e Imogene Coca? ¿Quiere que le diga cómo le sacaron en limpio sus anotaciones y le dieron forma, para que pudiera enviar algunos libretos de muestra a cierto productor de la televisión cubana? ¿Quiere que le repita, asimismo, el día que llegó por primera y única vez a Nueva York; en qué línea aérea hizo el viaje; en qué hotel y en qué cuarto se hospedó aquí; en qué academia de televisión se matriculó en junio de 1952, permaneciendo solamente una semana en la misma? ¿Quiere que le diga por qué se firma Joaquín M.? ¿Quiere que le diga qué esconde el apellido cuya inicial es esa M?”. (Tras leer esas preguntas, este cronista se pregunta si, aparte de ser corresponsal de Bohemia en Nueva York, Cubillas Jr. no tendría también un empleo a tiempo parcial también en la Agencia de Detectives Pinkerton.)

El periodista revela algo que pone en entredicho una afirmación de Condall. A través de su Jefe de Relaciones Públicas, se puso en contacto con Max Liepman, quien le hizo saber, indignado, que no conocía al señor Joaquín M. Condall; y que lo considera un “enfermo mental” y un “mentiroso psicopático” por haber manifestado que él era enemigo de Desi Arnaz, pues es un gran amigo y admirador. Para reafirmarlo, citó a Cubillas Jr. para hacer una declaración pública que, de acuerdo a lo que adelanta este, “aparecerá en Bohemia, desmintiendo los infundios de Condall”.

El reportaje finaliza con estas palabras del periodista dirigidas al libretista: “Si él quiere, yo puedo decirle todas las verdades encerradas en este avispero que él mismo ha terminado de alborotar. Pero tiene que pedírmelo públicamente… para que todos los cubanos que se ríen con la interpretación de los libretos que él dice que escribe, se rían esta vez con él o de él, como personaje de una trama originalísima que escapó a su mente genial de libretista-productor-director. Que me lo pida, y se lo diré en Bohemia. Y por radio y televisión. Si esto buscaba, ahí lo tiene. Para que no sea parejero”.

Como se había anunciado, el 16 de mayo apareció en Bohemia un reportaje de Cubillas Jr. en el cual, además de su entrevista a Max Liepman, se reproduce una foto de su declaración pública. En la misma, se lee: “I would like to stat that Mr. Condall was never in any way connected with YOUR SHOW OF SHOWS, and that I am not an enemy of Desi Arnaz. I have no recollection of ever having met Mr. Condall and I do not recall any interview about Desi Arnaz”.

En ese mismo número de la revista se incluye otro artículo, “¿Quién va a tirar a Condall la primera piedra?…”, firmado por Bernardo Viera. Lo primero que expresa es que considera al libretista “víctima inocente de acusaciones por un delito que cometen muchos escritores de nuestra televisión”. A propósito del calificativo de “libretista de hace un ratito”, le expresa a Cubillas Jr. que “si hubiera seguido averiguando datos sobre Condall, se hubiera enterado que antes de ir a Nueva York estuvo escribiendo guiones para el cine mexicano. ¿También estos guiones se los robó a Ricky Ricardo?”.

A continuación, cita opiniones de otros periodistas acerca del trabajo de Condall: “Nadie puede discutir las condiciones de libretista de Joaquín M. Condall. Maneja las situaciones cómicas con verdadera maestría y sabe impartir al programa un ritmo único en nuestro video”, Edgardo Lescano Abella, Pueblo; “Condall maneja las situaciones cómicas con conocimiento de lo que hace. Si fuésemos a hacer un juicio global de Mi esposo favorito, tendríamos que confesar: nosotros nos reímos con el programa”, Enrique Núñez Rodríguez, Carteles; “Joaquín M. Condal es autor humorístico de sensibilidad actualísima. Queremos decir con esto que su comicidad es up to date. En los Estados Unidos, el señor Condall sería libretista muy cotizado y autor predilecto de una Rosalind Russell o una Eve Arder”, Alberto Giró, Diario de la Marina; “La verdadera estrella del programa Mi esposo favorito es su productor-director-libretista. Condall aporta a la televisión de nuestra islita desdichada, un poco de dicha”, Emma Pérez, escritora.

En esa polémica que llegó a tener niveles chancleteros, Viera trae un poco de mesura y sensatez. Así, en su artículo expresa: “Porque estamos a un tiro de piedra de la Florida y porque tenemos una gran influencia del Tío Samuel en casi todo, nuestra televisión parece hecha al papel carbón de la de allá. Y nosotros preguntamos: ¿Todos los que atacan a Condall se han detenido a observar las programaciones de nuestras plantas?… ¿Es que no se han fijado que todos nuestros programas de paneles, sin excepción, son exactos a los de allá?… ¿Es que no se han fijado que Gane con Kresto, por ejemplo, es copiado de What’s my line?… ¿Es que no se han fijado que Conflictos Humanos es lo mismo que Cartas a Loretta, el programa que hace Loretta Young para la televisión americana?… ¿Es que no se han fijado que Pumarejo y sus Amigos y Escuela de Televisión de Pumarejo son exactos a Arthur Godfrey y sus amigos y Arthur Godfrey busca talentos?… ¿Es que no se han fijado que los programas de matrimonios de aquí tienen las mismas situaciones que los programas de matrimonios de allá? (…) Si hay algún libretista en nuestra televisión que ni siquiera una vez haya sacado un programa o haya hecho un libreto con influencia de otro yanqui, que le arroje a Condall la primera piedra… A ver… ¿Quién se atreve a tirársela?”.

En defensa de Condall, Viera les recuerda a quienes lo acusan de plagio otro programa de matrimonio escrito por él: Los Destruidos. Lo protagoniza “una familia cubana, muy cubana, que hace llorar o reír a los televidentes con sus alegrías y sus tristezas. Individuos que jamás, ¡jamás!, por su pobreza y sus sentimientos, podrán ser semejantes a ningún programa norteamericano. ¿De dónde sacó Condal Los Destruidos?… ¿A qué actor americano copia Rosendo Rossett cuando hace el Chucho?… ¿Quién es la actriz norteamericana plagiada por Velia Martínez cuando interpreta a Chicha? (…) Pero desgraciadamente, en Cuba siempre se seguirá atacando al triunfo. Y las buenas opiniones llegan siempre como postre del fracaso”.

Viera concluye su trabajo con estas palabras: “Los que vemos televisión, los que queremos su adelanto y deseamos la eliminación de la astracanada y la grosería en esta, demos un fuerte aplauso a Joaquín M. Condall, que tanto ha hecho por la distracción y la alegría de los que hemos gastado cientos y cientos de pesos en un aparato de televisión Made in U.S.A.”.

Tomado de cubaencuentro.com:

https://www.cubaencuentro.com/cultura/articulos/un-avispero-alborotado-335904

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