Autor: Joaquín Borges-Triana

Celebraciones por cumpleaños de Miradas Desde Adentro (III)

Celebraciones por cumpleaños de Miradas Desde Adentro (III)

El próximo 28 de octubre, este modesto sitio del ciberespacio cubiche cumple un año de vida y aquí lo estamos celebrando con la reproducción de varios textos que me he leído recientemente y que me parece son materiales que vale la pena compartir con los seguidores de esta utopía que, al fin y al cabo, es Miradas Desde Adentro. Ojalá que lo disfruten tanto como yo.

 

Una novela que se sueña a sí misma

En Tres en una taza, Froilán Escobar recrea La Habana de los años 70, con sus dolorosas contradicciones y paradojas. Una época hermosa, pero también oscura y terrible

 

Carlos Espinosa Domínguez

 

Los cinco siglos a los que este año arriba La Habana brindan un buen pretexto para leer o releer, según sea el caso, algunas de las obras de escritores cubanos que tiene como escenario nuestra capital. El listado es extenso y hay bastante donde espigar. Entre esos libros, he escogido uno cuya lectura es tan disfrutable como gratificante.

 

Su autor es el escritor y periodista Froilán Escobar (San Antonio de los Baños, 1944), quien en la actualidad reside en Costa Rica, cuya nacionalidad ha adoptado. Su bibliografía es abundante y sólida, y aunque es más conocido por su faena narrativa también ha incursionado en la literatura para niños y jóvenes (El monte en el sombrero, 1978; La vieja que vuela, 1990, Premio de la Crítica; Ana y su estrella de olor, 1994; El cartero trae el domingo, 1995) y el testimonio (El Che en la Sierra Maestra, 1973; Che Sierra adentro, 1988; Martí a flor de labios, 1990). En el campo de la prosa de ficción, ha publicado, entre otros títulos, El patio donde quedaba el mundo (1997), Largo viaje de ceniza (2001), Ella estaba donde no se sabía (2006, Premio Aquileo J. Echeverría) y La última adivinanza del mundo (2009).

 

En Tres en una taza (Ediciones Bagua, Madrid, 2018, 168 páginas; Uruk, San José, 2016, 151 páginas), Froilán Escobar recrea La Habana de los años 70, con sus dolorosas contradicciones y paradojas. Una época hermosa, pero también oscura y terrible. Todo eso se plasma en la novela a través de un contrapunto de opuestos, pues como sostiene su autor, “solo así podía ser fiel a lo que viví. Solo así podía salirme de lo encapsulado, de lo unilateral, para mostrar, a la vez, un mundo donde la realidad perturbadora se mezcla con el delirio hasta el punto de crear dimensiones esquizofrénicas, inesperadas, inquietantes”.

 

“La ciudad se me va. Abro los ojos y los vuelvo a cerrar para cerciorarme de lo que está ocurriendo (…) Aún faltaba mucho para que llegara el mañana prometido, el futuro que se proponía, pero ya la gente estaba yéndose. A diario. En avalancha. ¿Tú también te vas?, me preguntó visiblemente angustiado un amigo con el que me encontré cuando atravesaba el Parque Central. No, ¿y tú? Era la pregunta obligada. Porque, poco a poco, todos se iban. Abandonaban la ciudad. Se valían de cualquier medio de transporte. Una lancha, una balsa, un salto de garrocha, un ataúd incluso. Tenía la sensación de que la gente y los edificios que uno todavía podía ver o que me pasaban por el lado, no eran más que las últimas representaciones configuradas por las propias palabras de los que se despedían. Me estaba quedando solo en La Habana”.

 

El fragmento anterior pertenece al inicio de la novela. En medio de ese tropel de personas que se van, el narrador siente la sirena de la ambulancia que había salido hacia el número 162 de la calle Trocadero. Allí la aguarda el escritor José Lezama Lima, sentado en su sillón. Un viento aciclonado e inaudito asola la ciudad y se lo lleva todo. El narrador advierte que todo lo que estaba donde siempre había estado, ya no está: las calles, los edificios, la gente, “habían sido sacados, sustituidos, como si en ese momento acabara de llegar el futuro y borrara todo lo de atrás. O como si en ese irse estuviera el virus, la evidencia irrefutable de que estábamos contaminados de irrealidad”.

 

En la primera página se lee esta cita de Lawrence Durrell: “Quisiera escribir un libro que soñase”. Y eso es en buena medida Tres en una taza, una novela que se sueña a sí misma. Froilán Escobar se decanta por la experimentación y el riesgo y ha escrito una obra en la que la realidad y la fantasía se entrelazan indisolublemente. De esa relación entre una y otra surge un universo singular, en el que los planos temporales se alternan y se superponen, y lo real se ve desbordado por sus múltiples aristas. Pero como apunta Cintio Vitier en un breve texto que se reproduce, lo que poéticamente Froilán Escobar se imagina nunca es irreal, sino un ejemplo de “la capacidad que tiene la realidad misma de producir las imágenes que mejor la revelan”.

 

Una novela al modo convencional difícilmente podría atrapar el grado de paradoja y esquizofrenia de la sociedad en la cual le tocó vivir al narrador. De ahí que para tratar de entenderla se invente una alucinación que le permita expresarla. Asimismo, no bastaba para ello que contase solamente su historia, y por eso incluye las de otros personajes que también compartían las mismas ilusiones que entonces empezaban a perder.

 

El narrador es un joven periodista a quien han expulsado de la revista donde laboraba. ¿La razón? Junto con otro colega, preparó un número dedicado al Che en la Sierra Maestra, por el cual lo acusaron de “diversionismo ideológico”. En la reunión en el Colegio de Periodistas no lo acusaron directamente, solo le dijeron que a partir de ese momento no continuaría en la revista y que se iría a laborar en la agricultura. Finalmente, lo enviaron a la construcción de un hospital, lo cual lo hace comentar: “El trabajo que hacen los que sustentan el país, era el castigo. Qué ironía para los que lo hacían. ¿Ellos también, entonces, estaban castigados? ¿Por qué nos empeñamos en hacer creer que los paraísos son ejemplares? Un galimatías”.

 

Lezama Lima recorre toda la novela

 

Entre las historias contadas en la novela, está la del viaje iniciático por La Habana que realiza el narrador. Lo hace en un autobús que, en lugar de desplazarse por calles y avenidas, atraviesa la ciudad por dentro: “Fue un azaroso viaje por corredores, baños y azoteas a punto de caerse, en el que finalmente, luego de un largo y tortuoso recorrido, paralelo a una calzada más bien enorme de Jesús del Monte, bajamos a un primer piso, donde quedaba el apartamentico de Wichi, en La Víbora (…) La guagua tuvo que esquivar una tendedera con calzoncillos colgados al sol antes de, luego de un viraje, detenerse en el cuarto. No tenía mucha diferencia con el mío, pero sí tenía baño. Todo estaba regado allí, con muchos libros tirados sobre la cama. ¿Un café?, preguntó, y el chofer y yo, al unísono, les dijimos que sí”. En algún momento del periplo, la guagua se topa en Miramar con otra que ha chocado contra la cerca de una embajada. Inmediatamente, los pasajeros que iban en ella aprovecharon el hueco que se hizo y corrieron a meterse.

 

Asimismo, hay historias surreales que corresponden a una realidad surreal. Un antiguo miembro del Partido Socialista Popular, acusado de microfracción de deslealtad, pasó de miembro del Comité Central a ser un simple ciudadano y tuvo que estudiar leyes para comenzar de nuevo. Entre otros casos, le tocó defender a un chino a quien se le imputaba por tenencia ilegal de divisas. El fiscal calificó su delito de contrarrevolución y pedía treinta años de cárcel. Al defenderlo, el abogado alegó que el señor fiscal no se había fijado en la fecha de los dólares. Estos carecían de otro valor que no fuese el numismático: eran una herencia dejada por el bisabuelo y databan de finales del siglo XIX. Y como aparte de la realidad, la novela se nutre de la imaginación también se cuenta el suceso de una negra vieja que camina en contra del viento huracanado y se va volando por los techos de la ciudad, agarrada a un gajo de paraíso. Mientras se remonta por el aire, va diciendo constantemente: “Paraíso santo, como tú sabes quiero subir…”.

 

Entre los otros personajes, hay figuras de la vida cultural de esos años: Luis Rogelio Nogueras, Guillermo Rosales, Eloy Machado “el Ambia”, José Lezama Lima. Este último recorre toda la novela, que refleja, con una mezcla realidad y ficción, sus días finales. Era su etapa de marginación y el narrador lo visitaba en su casa: “Ya son pocos los amigos que vienen a visitarme, dijo como si pronunciara un significante vacío, con tono de queja, como si estuviera a punto de un silencioso sacrificio. ¿Usted sabe, joven, a qué se debe esa ausencia de cifra cabalística y presagios oscuros? Le dio vuelta al tabaco en su boca y echó un humo que le escondió la cara (…) Aunque estoy muy lejos de estar abriendo con las uñas un pequeño hueco en la pared, me hacen invisible. Ya no espero a nadie, sin embargo insisto en que alguien como usted tenía que llegar. Cuando me han negado con furia yo he sabido esperar. Hay que saber esperar”.

 

En una novela pródiga en pasajes conmovedores y hermosamente escritos, el autor de Paradiso ocupa varias de ellas. Lo cual responde, talento aparte, a los encuentros personales y al profundo conocimiento de la obra lezamiana de Froilán Escobar. Eso nos permite, anota en el prólogo Luis Manuel García Méndez, “literalmente, escuchar a Lezama en estas páginas sin que el autor pretenda suplantar su voz, algo muy de agradecer entre tanto neolezamiano trasnochado”.

 

Hasta aquí me he referido al narrador de Tres en una taza en singular. Lo cierto es que no es así. El autor deviene protagonista y se desdobla en Yo y Tú. El primero es el que escribe la novela, el segundo el que la vive. Yo es un personaje de carne y hueso, mientras que Tú es una figuración. Ambos están enamorados de B, una mujer peregrina y cimbreante que se siente más cercana a Tú. Uno y otro son el mismo personaje, que se halla escindido por la doble existencia que le tocó vivir. Esa rivalidad trágica entre dos posibles alternativas del mismo, probablemente hará que más de un lector o lectora exclame: “Qué jodienda, coño”. En todo caso, es pertinente decir que no resulta difícil entrar en ese recurso técnico, que cobra sentido a medida que se avanza en la lectura. Y, además, siempre es saludable aquello que estimule la reflexión.

 

En Tres en una taza, Froilán Escobar pone de manifiesto su maestría narrativa, al convertir unos elementos tan numerosos y heterogéneos en un entramado coherente y compacto. Las numerosas historias se engarzan de modo orgánico, y de igual modo al permanente juego de realidad e irrealidad que es la novela, logra incorporar vivencias autobiográficas que le dan valor como testimonio generacional. Está escrita además con ritmo trepidante y con una prosa elegante y fina, que, sin embargo, no vacila en incorporar expresiones de nuestra habla popular. Acierta, pues Luis Manuel García Méndez, al expresar que más que un libro, Tres en una taza es una fiesta de la imaginación y del lenguaje.

 

Tomado de: www.cubaencuentro.com

Celebraciones por cumpleaños de Miradas Desde Adentro (II)

Celebraciones por cumpleaños de Miradas Desde Adentro (II)

El próximo 28 de octubre, este modesto sitio del ciberespacio cubiche cumple un año de vida y aquí lo estamos celebrando con la reproducción de varios textos que me he leído recientemente y que me parece son materiales que vale la pena compartir con los seguidores de esta utopía que, al fin y al cabo, es Miradas Desde Adentro. Ojalá que lo disfruten tanto como yo.

 

La utopía paralela de Iván de la Nuez

 

Por Magaly Espinosa

 

Tomás Moro jamás habría llegado a soñar que una isla utópica iba a existir algún día en la realidad.

Gerardo Mosquera

 

En el centro histórico de Barcelona, La Virreina Centro de la Imagen exhibe desde el 20 de julio y hasta el próximo 27 de octubre La utopía paralela. Ciudades soñadas en Cuba (1980-1993), curada por Iván de la Nuez con la colaboración de Atelier Morales (integrado por los arquitectos Teresa Ayuso y Juan Luis Morales).

 

Esta muestra reúne un numeroso grupo de arquitectos y algunos artistas que pensaron la ciudad desde ese espíritu de renovación que caracterizó el proyecto socialista cubano en sus primeras décadas, precisamente el período en el que crecieron y se educaron la mayoría de los participantes[1].

 

Para una comprensión eficaz, la museografía ha dispuesto ocho salas temáticas: “Ciudad Prólogo”, “Monumentos en presente”, “Una habitación en el mañana”, “Utopías instantáneas”, “Reconstruir el Malecón para romper el Muro”, “Guantánamo: última frontera de la guerra fría”, “La ciudad invisible” y “Luces de la ciudad”; organización pensada para brindar una visión compacta y a la vez extraordinariamente impactante de lo que significó ese sueño volcado en el espacio público y acotado en apenas una década.

 

El propio curador hace hincapié en que la exposición “constituye una arqueología que rescata distintos proyectos de ciudades y estrategias urbanas concebidas por la generación de arquitectos nacidos con la Revolución y que emergieron a la luz pública en la década de los ochenta del siglo pasado”.

 

En el aval de un pensador como Iván de la Nuez, ya es usual encontrar proyectos que penetran la esencia de los procesos culturales. En esta ocasión, como en algunas anteriores —Cuba, la Isla posible, Cuba y sus futuros e Iconocracia. La imagen del poder y el poder de las imágenes en la fotografía cubana contemporánea—, el ardid de reunir obras y creadores fue un pretexto para pensar la realidad cubana partiendo de una historia que se remonta, en este caso, a más de tres décadas.

 

Cuba, la Isla posible (CCCB, 1995) se acercó al teatro, la literatura, el cine y las artes visuales, aglutinando obras y pensadores de esos campos; en Cuba y sus futuros (CCCB, 2009) coincidieron un grupo de expertos de distintas áreas de las ciencias sociales; Iconocracia (CAAM, Las Palmas de Gran Canaria, 2016) se resumió en un catálogo.

 

Siguiendo esta perspectiva, si se estudia en conjunto el trabajo de Iván de la Nuez como curador y ensayista, se puede apreciar la correlación que existe entre una y otra actividad: un binomio por medio del cual texto e imagen nos ayudan a comprender, entre otras cosas, lo rico y complejo que es el concepto de utopía cuando se plantea considerando la cultura como una totalidad.

 

Este enfoque ha estado presente no solo en las muestras antes señaladas, sino también en otras de carácter internacional, como es el caso de Inundaciones (Proyecto multimedia, CCCB-Editorial Península, 1999), Parque humano. Una exposición de criaturas globales (Palau de la Virreina, 2002), Postcapital (La Virreina Centro de la Imagen, 2006), Atopía. El arte y la ciudad en el siglo XXI (CCCB, 2010) y Nunca real / Siempre verdadero (AzkunaZentroa, Bilbao, 2019).

 

Tal metodología de trabajo es uno de los modelos más definitivos entre los emprendidos por curadores cubanos, tanto los que trabajan en la Isla como los que lo hacen fuera de ella[2]. De la Nuez consigue que la cultura se exprese desde sus producciones, combinando el artefacto artístico con las vivencias y reflexiones que lo rodean, permitiendo con ello que el interesado conozca no solo de obras de arte, sino del contexto en el que germinaron y de su destino social.

 

Para postular sobre ese destino, con esa facilidad que posee para entrelazar sucesos y acontecimientos, de la Nuez combina arte con sociología, teoría política, historia, estética y antropología, situando en paralelo los pasados difíciles y complejos del presente cubano. Pensar sobre el futuro es una constante a lo largo de su obra.

 

La lógica de La utopía paralela aflora a partir de los años que comprende y, como afirma su gestor, cada uno de sus componentes concentra el significado y el sentido de su totalidad. Solo así es posible acercarse a una historia que nos devela, a su vez, la lógica bajo la que se estructuró un movimiento de arquitectos y artistas que, al igual que el movimiento de las artes plásticas que lo acompañó temporalmente, no tenía programa ni manifiestos concretos, y cuyas contingencias —a contrapelo de lo ocurrido en América Latina, en un tiempo en el que las luchas políticas eran intensas— no se caracterizaron por una lucha entre clases y sectores sociales, sino por las acciones concretas de algunos participantes que se consideraban a sí mismos como parte de la transformación social que vivía Cuba[3].

 

En este sentido, el propio Iván ha insistido sobre las particularidades del proceso cultural cubano, argumentando que era el único modelo socialista de inspiración occidental, no regido por el mercado y con ideales sólidos de transformación social; ello connotó sobremanera las iniciativas urbanas que esta muestra exhibe, acotando una experiencia que iba más allá del gesto constructivo, penetrando el terreno de una ideología ética: “En el hecho de saber que, cuando soñamos ciudades, en realidad lo que buscábamos es la posibilidad de reconstruirnos como conglomerado humano”.

 

La dimensión temporal, 1980-1993, se argumenta en las palabras finales del plegable: “Entre una y otra fuga se activa esta arquitectura crítica que, paradójicamente, solo hubiera podido existir dentro de un modelo socialista. Una utopía colectiva obsesionada por convertir la arquitectura en ciudad. Y la ciudad en ciudadanía”.

 

La utopía que lo sustenta se adhiere a la idea de lo que esta puede implicar como concepto al procurar hacer el socialismo en una isla del Caribe; por eso es tan importante comprender la implicación personal de sus participantes, porque las ilusiones no cumplidas, que caracterizan a cualquier utopía, fueron vividas como posibles para ellos.

 

La amplitud de propuestas abarcan escenarios que van desde proyectar una Casa de Cultura en el pequeño pueblo de Velasco, una serie de intervenciones urbanas para la remodelación del también poblado de Caimanera (bordeando la Base Naval de Guantánamo), la posibilidad de un crecimiento adecuado y de bajo costo para Habana Vieja y el plan de una plaza para bailes populares (el Congódromo, concebido en homenaje a Chano Pozo y situado en pleno Centro Habana), hasta la reinvención del Malecón de cara al futuro, planteándose ajustar un espacio que es frontera y al mismo tiempo apertura.

 

Reunir proyectos sobre el trabajo con espacios de valor cultural, al lado de otros más arraigados en la vida cotidiana, sirvió de base a una museografía ingeniosa, ya que transitando por cada una de las salas nos acercamos a la tremenda fuerza de un proceso creativo que implicaba una ideología que fluía en una estética urbana. Este binomio, entre otros factores, domina las paradojas del pensamiento de Iván de la Nuez; paradojas que en esta ocasión han tenido la particularidad de expresarse entre proyectos, dibujos, collages, maquetas y animaciones.

 

Es de agradecer el trabajo de pesquisa “detectivesca” de curadores y colaboradores para localizar proyectos, dibujos y documentación original, tanto en La Habana como en varias ciudades del mundo, al que se unió la gestión decisiva, con enfoque patrimonial, realizada por el equipo de La Virreina Centro de la Imagen para que se pudieran apreciar estas obras con la calidad debida.

 

La exposición ha devenido también encuentro social de altos quilates, que hizo coincidir en Barcelona a los participantes que vivieron y crearon esas utopías, y que la vida dispersó más allá del paisaje insular. El maestro Gilberto Seguí se acompañó de varios de sus discípulos, compañeros de trabajo y amigos como Teresa Ayuso, Daniel Bejerano, Rosendo Mesías, Juan Luis Morales y Rolando Paciel, quienes se movían entre el público intercambiando con la misma afabilidad de aquellos días de hace tres décadas, como si la distancia de los años no tuviera más significado que el de contar anécdotas.

 

Valga esta muestra, además de lo que significa como evento artístico, por este espacio que le dio vida a la utopía, convirtiendo la memoria en acontecimiento y a los sueños en la posibilidad tangible de su concreción, y dándole a esa ciudad mágica que es La Habana el poder para adueñarse de una parcela de Barcelona.

 

Demos las gracias a Iván de la Nuez, una vez más, por su enorme contribución para pensar el arte como cultura, la cultura como sociedad y el presente como futuro.

 

Estas palabras en Hypermedia Magazine son solo el preludio de una intención, mi deseo de que la presente muestra nos regale en algún momento un catálogo, con las reflexiones de inspiración marxista que despiertan el ánimo de hacer espacio ciudadano. Porque aún habría que desbrozar el camino de cómo el “Hombre Nuevo” tuvo en sus manos la posibilidad de perfilar un “Mundo Nuevo” en su mismo tiempo histórico.

 

Notas:

 

[1] En la exposición están representados Ramón E. Alonso, Teresa Ayuso, Nury Bacallao, Juan Blanco, Francisco Bedoya, Daniel Bejerano, Inés Benítez, Walter Betancourt, Emilio Castro, Felicia Chateloin, Orestes del Castillo, Mario Durán, Adrián Fernández, José Fernández, Rafael Fornés, Maria Eugenia Fornés, Vittorio Garatti, Eduardo Rubén García, Óscar García, Universo Francisco García, Florencio Gelabert, Roberto Gottardi, Hedel Góngora, Alejandro González, Juan-Si González, Gilberto Gutiérrez, Héctor Laguna, Lourdes León, Julio Le Parc, Teresa Luis, Jorge Luis Marrero, Rosendo Mesías, Juan Luis Morales, Huber Moreno, Rolando Paciel, Ricardo Porro, Enrique Pupo, Ricardo Reboredo, Carlos Ríos, Patricia Rodríguez, Abel Rodríguez, Alfredo Ros, Gilberto Seguí, Regis Soler, Antonio Eligio Tonel y Eliseo Valdés.

[2] Diversos comisarios y críticos cubanos se han acercado al tema de la utopía a través de publicaciones y exposiciones, entre ellos se puede destacar a Gerardo Mosquera, Antonio Eligio Tonel y Eugenio Valdés. En el plano internacional, valga señalar los textos y ensayos de Rachel Weiss, Luis Camnitzer y Kevin Power.

[3] “Entre el 25 de octubre del 2012 y el 11 de marzo del 2013, en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid, España, se presentó la exposición Perder la forma humana. Una imagen sísmica de los años 80 en América […] se encontraba entre las piezas un documental cuyo título era El canto del cisne, realizado por el artista cubano Glexis Novoa. Ella se centraba en el arte de esos años en Cuba, al que se le denominó, por su riqueza y los cambios formales y de contenido, como un Renacimiento del Arte Cubano […] diferente de lo que se mostraba en la exposición, como sucesos ocurridos en el resto del continente en esos años, pues no se trataba de luchas callejeras o enfrentamientos policiales, era una lucha con otra tenacidad, nacida de artistas que en cierta medida se consideraban parte del proceso”.

 

Tomado de Hypermedia Magazine.

Celebraciones por cumpleaños de Miradas Desde Adentro (I)

Celebraciones por cumpleaños de Miradas Desde Adentro (I)

El próximo 28 de octubre, este modesto sitio del ciberespacio cubiche cumple un año de vida y aquí lo estamos celebrando con la reproducción de varios textos que me he leído recientemente y que me parece son materiales que vale la pena compartir con los seguidores de esta utopía que, al fin y al cabo, es Miradas Desde Adentro. Ojalá que lo disfruten tanto como yo.

 

La bailarina cubana Alicia Alonso y su último Giselle

Por Juan Orlando Pérez

La noche del 2 de noviembre de 1993 en el Gran Teatro de La Habana había una atmósfera de enorme tensión y desasosiego. Una multitud bien dispuesta y pintiparada había desbordado la platea y los balcones, y había ascendido hasta lo más alto, asomándose por el borde del gallinero y rozando con la cabeza el estucado del techo. Hasta espectadores habituales del teatro habían sido desplazados de sus lugares y se les veía entonces acompañados lo mejor posible en rincones bien molestos para el buen gusto. Ni siquiera la claque de balletómanos empedernidos había evitado ser relegada a puestos de malos aficionados. Todos haciendo severos pronósticos sobre lo que ocurriría en aquella función.

Alicia Alonso iba a bailar el pas de deux del segundo acto de Giselle, cincuenta años después de haber debutado en ese papel. Todo el mundo había dejado escapar un suspiro al oír esa noticia. Verdaderamente, es algo insólito que una bailarina pueda asistir al cincuentenario de su consagración estando todavía en activo, y aún mas que pueda enfrentar un personaje riguroso. Por lo tanto, los presagios sobre lo que ocurriría en la gala del homenaje no eran halagüeños. Los más optimistas esperaban que Alicia estuviera digna y que no se empañara demasiado la reputación de la gran artista. Los menos condescendientes habían pronosticado un desastre y tenían algún motivo para hablar así. Las temporadas de los años 92 y 93 habían sido regulares. El ballet languidecía tristemente y solo alguna figura extranjera, de paso fugaz por los festivales reavivaba la emoción de los aburridos espectadores. Las grandes bailarinas cubanas habían visto terminar sus mejores años y su lugar, por entonces, era acaparado en estricto monopolio por Rosario Suárez, Charín, cuyos trepidantes dúos con Lienz Chang se anunciaban por toda la ciudad, colmaban de público el teatro y levantaban en el aire a los fans en plena gritería. Poco después, Charín abandonó la compañía y sus fans quedaron mudos como una tapia. De repente, el público se había quedado sin estrellas a las que adorar y salvo alguna faena ocasional y sorpresiva, las funciones no pasaban de aceptables. En cuanto a Alicia, los escépticos no se ocultaban para manifestar su oposición a que continuara bailando. Después de haberla visto protagonizando Dido abandonada, Cleopatra eterna y otras piezas en que su esfuerzo físico era notable, muchos en La Habana consideraban que debía retirarse y culminar con honor una de las carreras más gloriosas del ballet. Solo unos pocos comprendían que Alicia siente por su oficio una pasión tan arrebatadora que se ha dispuesto a desafiar los pudores y cortapisas de la gloria. Por seguir bailando aunque sea pasajes mínimos y sin posibilidad de destaque, ha puesto sistemáticamente en juego su enorme prestigio. Probablemente ella piense que nada puede hacer ya que destruya el recuerdo de su prodigiosa y larga juventud en la memoria de los amantes del ballet. Tiene razón. Pero los jóvenes que van al ballet desde hace poco jamás la vieron en sus días de esplendor. No la vieron cuando Alejo Carpentier decía que Alicia dejaba de ser una persona para convertirse en una verdad. Ni cuando Lezama, viéndola bailar a los pies del Castillo de la Fuerza, creía que todos los hechizos sombríos habían sido vencidos. La mayoría solo ha visto por televisión el video de la función memorable en la que Alicia bailó Giselle con Vassiliev, y el de Carmen. Por el 93 muchos culpaban a Alicia de deteriorar su propia reputación, considerada patrimonio nacional.

Es bueno aclarar que esas opiniones eran francamente exageradas desde el punto de vista de un observador imparcial. Sucede que el público del ballet es un tanto especial, y si no se le ofrece un espectáculo a la altura de los de la época clásica del teatro imperial de San Petersburgo o de los tiempos de Diaghilev en París, se siente estafado y cree que lo que ha visto es un desastre. Curiosamente es el público más fiel. En el Gran Teatro de La Habana, en las funciones del domingo a media tarde, es posible encontrar personas que vieron nacer el Ballet Nacional en 1948, cuando se llamaba Ballet Alicia Alonso. Algunos estaban en el teatro la noche tremenda cuando Alicia bailó Carmen por primera vez. Han visto El lago muchas veces, tal vez más de cien, interpretado por bailarines de estilos y temperamentos muy diferentes. Pueden por eso comparar las nuevas figuras con las de antes, que son siempre las que salen ganando. Muchos miran con desdén a los jóvenes balletómanos que no han visto nada. Estos últimos, por su parte, manifiestan las adhesiones más furibundas y los desprecios más rotundos. Ahora adoran a Lorna Feijóo, como antes a Charín, aunque algunos, para no dar el brazo a torcer, digan que le preocupa más encantar al público con su poderío físico que con su interpretación integral. Pero cuando Lorna hace su ronda de fouettés en el tercer acto de El lago, o en un arabesque despampanante, no les queda más remedio que reconocer ante los amigos que estuvo divina. En propiedad, el público del ballet es muy heterogéneo. Se puede encontrar tanto artistas y escritores que están en el bombo como estudiantillos que acuden a su iniciación. También oficinistas, secretarias, bohemios, desocupados y turistas bien acompañados. Van vestidos de traje y corbata o de la manera más informal, aunque la administración ha puesto recientemente un cartel prohibiendo pasar en short. En suma, un conjunto pintoresco, emotivo y hasta pasional.

Esa multitud era la que esperaba aquella noche de noviembre del 93 que Alicia Alonso bailara otra vez el pas de deux del segundo acto de Giselle, pieza con la que encontró la gloria cuando pertenecía al American Ballet Theatre, pero aún no era una primera figura. La gran Alicia Markova debía interpretar Giselle pero enfermó repentinamente cuando ya el teatro había sido completamente vendido. Los directivos del Ballet Theatre preguntaron a las bailarinas jóvenes si alguna de ellas se atrevería a sustituir a Markova. A Alicia dudaron en preguntarle porque recién había sido operada en los ojos, pero fue precisamente ella la que se mostró dispuesta a hacer Giselle ante un público que esperaba a otra. Lo que ocurrió esa noche de 1943 parece haber sido excepcional puesto que los cronistas apenas saben describirlo. La más arrolladora y compensadora noche de triunfo, dijo Antón Dolin, el partenaire. Los pies de Alicia terminaron ensangrentados por el esfuerzo hecho en tan poco tiempo y se cuenta que, al finalizar la función, irrumpió en el camerino George Schaffe, un famoso coleccionista de objetos históricos del ballet, y arrancó la zapatilla de los pies de Alicia mientras daba gritos de «¡Para la historia! ¡Para la historia!» Esa historia estaba siendo desafiada medio siglo después «por pura obstinación», según la mayoría de las opiniones.

Fue una larga función. Hubo varias piezas en el programa, entre ellas un apreciable Grand pas de quatre, al que pocos prestaron atención. Todos estaban concentrados en el momento final, cuando Alicia saldría a escena y pudiera ocurrir una catástrofe no personal, de prestigio, sino cultural. El ballet en Cuba no es, como pudiera pensar un extraño solo una pieza de vitrina que se muestra como uno de nuestros logros. Da a nuestra cultura un secreto regocijo, el de lo cubano que se cuela en el salón clásico, que penetra en extrañas edades de oro a las que no ha sido invitado y baila en ellas desaforadamente en el centro del círculo de asombro. El Ballet Nacional y la obra de Alicia Alonso significa la tradición central de la cultura europea tomando formas perfectas en la plenitud cubana. Eso estaba en peligro si Alicia Alonso no hubiera cumplido aquella noche uno de los pocos milagros a los que asistiremos en la vida.

Ella lo hizo. Nadie que la haya visto podrá olvidar nunca su levedad y su pureza. Un suave trazo blanco atravesaba el aire, recogiéndose en puntos de grave y honda densidad, o difuminándose en ligeras y frágiles prolongaciones. Habitó durante un instante en una zona intermedia entre la muerte y la naturaleza superior, donde el cuerpo pierde el arbitrio de sus extensiones y adopta en cambio la fijeza de una hermosura inmortal. Tal vez, mientras bailaba, Alicia Alonso nos dijo algo que no podemos comprender en otro lenguaje que el suyo. Ella debe haber sentido una interrupción en la linealidad del tiempo, un instante abierto entre las sucesiones, por donde se cuela desde otra escala el fragor de la transfiguración de lo humano en la sustancia original. El pas de deux terminó y el teatro se vino abajo. Sobre Alicia llovieron pétalos de rosas, detalle un tanto kitsch, pero que llevó al paroxismo al respetable.

Alicia Alonso tal vez no bailara más. Ya en el último festival no lo hizo. Pero ahora no importa. Es la artista más grande de Cuba, y la compañía que creó, una de las instituciones fundamentales de la cultura de este país. Aunque uno no vaya al Gran Teatro de La Habana, es tranquilizador saber que allí siguen bailando Giselle y El lago. Mientras eso ocurra, de alguna manera, todos nosotros estaremos a salvo.

 

 

 

Este texto fue originalmente publicado en la revista Alma Máter.

Polémica a propósito de la edición de un disco de Miles Davis.

Polémica a propósito de la edición de un disco de Miles Davis.

Los amantes del jazz concordarán conmigo acerca de que Miles Davis ha sido uno de los más grandes renovadores en la historia de dicho género. Su capacidad para ir cambiando de orientación estilística según el paso de los tiempos fue sencilla y llanamente asombrosa. Solo habría que recordar que él fue el padre del jazz rock, una de las hibridaciones sonoras de mayor legado en las últimas cinco décadas. En fecha reciente se ha puesto en circulación un disco suyo denominado Rubberband y que está causando enconadas polémicas en las redes sociales y entre los seguidores del jazz. Hoy reproducimos en Miradas Desde Adentro la opinión de un prestigioso crítico musical, nuestro compatriota Carlos Olivares Baró, quien escribiese este texto para la revista digital cubaencuentro.com.

 

Editan un «disco perdido» del trompetista Miles Davis

Muchos se preguntan si Davis hubiera autorizado la impresión de Rubberband, un material que no está a la altura de sus grandes momentos

Por Carlos Olivares Baró

Los incondicionales del legendario trompetista, líder de banda, compositor y arreglista de jazz Miles Davis (Alton, Illinois, Estados Unidos, 1926-Santa Mónica, California, Estados Unidos, 1991) están de plácemes con la edición de Rubberband (Warner Records, Rhino, 2019): el proyecto discográfico que el creador de Kind of Blue (1959) abandona en 1985. Indiscutible genio de la música contemporánea, algunos de sus adeptos, después de escuchar la grabación, se preguntan si Davis hubiera autorizado la impresión de un material que armoniosamente no está a la altura de sus grandes momentos. Dicen los más exigentes que el “Rey de todas las metamorfosis del blues instrumental”, no lo hubiera permitido.

Hay que revisar el año de esta producción, 1985: el trompetista de Alton ya había puesto en circulación You’re Under Arrest (Columbia Records, 1985) con las colaboraciones de los guitarristas John Scofield y John McLaughlin. Robert Irving III en los sintetizadores y las percusiones de Steve Thornton. Para la crítica especializada, un viraje que se alejaba de sus axiomáticas aportaciones al jazz en los años 50. Todavía escuchamos con éxtasis las versiones que realizó en esa placa de “Human Nature” (Michael Jackson) o “Time After Time” (Cyndi Lauper). Renovada prosodia con instrumentos electrónicos, que produjo extrañeza en los espacios musicales estadounidenses.

Todo indica que Rubberband es un esbozo aplazado de Tutu (Warner Records, 1986), producido por Tommy LiPluma con Marcus Miller, George Duke, Omar Hakim, Michael Urbaniak y Paulino da Costa. / El álbum ‘encontrado’: recorrido por el soul, funk, sutiles concordias flamencas, señas de R & B y elípticos apuntes de hip-hop. Davis tenía el propósito de invitar a los entonces jóvenes vocalistas Al Jarreau y Chaka Khan (Ivette Marie Stevens). Rubberband, propuesta que no cuajó. Miles Davis se distanció, las cosas no salían como él quería: abandona los estudios de grabación, se aboca a Tutu.

Piezas de Miles Davis, Adam Holzman, Attala Zane Giles, Vince Wilburn, Randy Hall y Neil Larsen. Intervenciones en la posproducción de los vocalistas Ledisi, Medina Johnson y Lalah Hathaway. Y, asimismo, de los instrumentistas Mike Stern (guitarra), Michael Paulo (sax/flauta), Randy Hall (guitarra rítmica), King Errisson (percusiones), Attala Zane Giles (bajo), entre otras destacadas figuras del funk y del soul. Todo en reconstrucción del baterista Vince Wilburn Jr., sobrino del trompetista.

Programa de once composiciones que Miles Davis ejecuta con su trompeta amparada por la conocida sordina de acero Harmon en pronunciaciones subjetivas y personales. / Bajo, percusiones, batería, tumbadoras, timbales, guitarra, saxofones, flauta, teclados, sintetizadores, programaciones, vocalistas y coros. Destacan “Paradise” (Feat. Medina Johnson) en arreglo de Michel Legrand desde tenue acentuación flamenca/caribeña, “This is It”, “So Emotional” (Feat. Lalah Hathaway), “Maze”, “See I See”, “Carnival Time” y “I Love What We Make Together” (Feat. Randy Hall). Los soplos del creador de Milestones se imponen: suave lirismo, notas fragmentadas y empalmes melódico-armónicos incitantes.

Rubberband —placa dispareja, no revisada por el autor— que tendría años después, otra acotación: Doo-bop (Warner, 1992), donde Davis subraya las pretensiones por trascender y ser escuchado entre los jóvenes. Figura clave en la crónica del jazz del siglo XX, vale la pena adentrarse en esta “acústica banda elástica” que nos legó el irrepetible hijo de Illinois. “He tocado la trompeta con tanto fervor y compromiso con el jazz que duermo con su resonancia. Ha sido lo único bueno y elegante que hice en mi vida”, dijo unos días antes de morir frente al mar de Santa Mónica.

 

Tomado de cubaencuentro.com,

https://www.cubaencuentro.com/cultura/articulos/editan-un-disco-perdido-del-trompetista-miles-davis-335999

Premio Gabo 2019 para Mónica Baró

Premio Gabo 2019 para Mónica Baró

La historia de un barrio habanero que descubre en 2006 que se encuentra expuesto al plomo y emprende una lucha por ponerse a salvo que perdura hasta hoy es el núcleo de La sangre nunca fue amarilla, trabajo investigativo llevado a cabo por la colega Mónica Baró Sánchez para la revista digital Periodismo de Barrio y que le ha permitido obtener el Premio Gabo 2019 en la categoría de texto.

Para los que como yo creemos en el periodismo así sin apellidos, es decir, que no compartimos las segmentaciones entre periodismo oficial, independiente, revolucionario, contrarrevolucionario…, un galardón como el concedido a nuestra compatriota nos llena de regocijo. El hecho de que una colega, por demás joven,  se haya alzado con el Premio Gabo 2019 debió ser noticia de primera plana en los medios cubanos, pero lamentablemente no ha sido así. No importa el silencio circunstancial. Lo cierto es que  el día futuro en que se realice un compendio de periodismo investigativo en Cuba, este texto de Mónica Baró Sánchez de seguro estará entre los materiales seleccionados en virtud de la excelencia del trabajo. Por ello, aunque sea largo, recomiendo a los lectores de Miradas Desde Adentro leer de principio a fin la propuesta de esta chica, graduada de Periodismo en 2012 y que ya ha sido reportera de revistas como Bohemia, Periodismo de Barrio y El estornudo, publicación para la que en la actualidad escribe.

La sangre nunca fue amarilla

Por Mónica Baró

Los pollos no marchan. No se supone que lo hagan. Si un pollo marcha, o camina con las patas estiradas y tiesas, es porque algo anda mal con ese pollo.

En La Habana, sin embargo, existe un lugar donde la gente estuvo observando a los pollos marchar por más de cuarenta años.

Yanet Cáceres vivió en ese lugar, desde 1997 hasta diciembre de 2013, junto a su esposo Geovanny Montenegro y su hija Rachel Romiño. Ella fue una de las que tuvieron pollos en el patio de su casa y los observó marchar hasta caerse muertos.

—Tú los tirabas en el piso y al mes ya estaban así: con las patas rígidas y marchando. Se ponían tiesos… Se morían.

A los que aparecían muertos no se los comían. Quienes crían animales saben que los que aparecen muertos no se deben destinar al consumo, porque si murieron pudo haber sido por causa de alguna enfermedad que tal vez afecte su carne.

Hubo algunos que, una vez degollados, desplumados y despellejados sobre la meseta de la cocina, la espantaron de tal manera que no creyó que fuera buena idea ingerirlos. Mostraban un aspecto muy desagradable: malformaciones en los huesos, las coyunturas desgastadas, tejidos morados.

—Se veían como cuando tienes artrosis en los dedos, como yo, por ejemplo, que tengo los dedos de las manos con callosidades.

Las gallinas, además, malograban los huevos. Lo que expulsaban era una flema. La cáscara jamás se formaba.

Pero no solo con los pollos había algo que andaba mal.

—Ahí no había un perro que durara más de cuatro años. Se volvían locos. Convulsionaban, echaban espuma por la boca. Cachorros más todavía. Yo no sé si es porque los perros están constantemente olfateando el piso… Los que más duraban eran los gatos. Los gatos sí duraban.

Unos cinco o seis perros calcula Yanet que se le murieron en aquellas condiciones, antes de que ella decidiera no adoptar a más ninguno.

Alberto Manzanero e Hilda Brito, sus suegros, no lo tuvieron fácil para criar cerdos. Si querían que sobrevivieran y se desarrollaran, debían mantenerlos en un corral de cemento.

—¿Te acuerdas de la puerca que parió y tuvo contacto con la tierra? –pregunta Alberto a Hilda–. No quedó un puerco de aquellos. Empezaron a coger diarrea, se iban de lado… Salvamos dos o tres y al final nos los robaron.

Hilda recuerda a las vacas de su infancia, allá por los años sesenta. Tres vacas tuvieron y tres vacas murieron convulsionando. Ninguna duró más de dos meses.

En esa época, la fundición de plomo de su padre todavía funcionaba. Cerró en 1968. La cerraron. Y ella sospechaba que la tierra había quedado envenenada, que por eso los pollos se ponían a marchar, porque comían con el pico directamente de esa tierra.

Lo que nunca sospechó fue que también los humanos podían envenenarse. No supo que eso era posible hasta finales de 2006, cuando un día preguntó a su vecina Milvia González por sus nietos y Milvia le respondió que estaban ingresados. “Ingresados por el plomo”, le precisó.

—Y yo me quedé: “¿Por el plomo? ¿Cómo que por el plomo?”.

***

Cuando Jacinto Beato vino a vivir a San Miguel del Padrón a los seis años, ya al final de la calle Villalobo, justo en la cima de una cantera de piedra blanca, en los márgenes del río Luyanó, existía una fundición de plomo que pertenecía a un señor de apellido Balán. En los alrededores apenas había viviendas. No llegarían ni a diez. La madre de Jacinto compró un cuarto de tablas con un excusado externo, o más bien un terreno para construir la casa adonde se mudaría su familia.

Eso fue en el año 1953.

La fundición de Balán estaba ubicada a unos veinte metros del sitio donde Jacinto viviría y se interpretaba como un símbolo de prosperidad. Todas las semanas entraban y salían vehículos cargados con materia prima o lingotes de plomo. Se decía que sus obreros eran gente afortunada.

Arturo Brito era uno de esos obreros. Hasta que un día decidió independizarse, convertirse en su propio jefe, y en el patio de su casa instaló una fundición, al pie de la cantera donde se hallaba la otra. Un negocio modesto, aunque suficientemente atractivo y prometedor como para convencer a varios parientes suyos y de su esposa Onelia Serpa de dejar atrás sus vidas en otras provincias del país, emigrar a la capital, adquirir una parcela en la desolada Villalobo y ponerse a trabajar en la producción de plomo a partir del reciclaje de baterías.

Elio Serpa, un sobrino de Onelia, fue de los primeros en venir. Llegó de Las Villas en 1958, solo y con 14 años. Trabajó como palero durante tres meses –echando las rejillas de plomo a fundir– y volvió a Las Villas para traer consigo a su padre, madre y cinco hermanos.

En 1962 llegaron Sergio y Narcisa, recién casados y con un hijo en camino, que a los pocos meses nacería muerto. Arturo, que era hermano de Sergio, había ido a buscarlos a Matanzas y les había propuesto sumarse al floreciente negocio.

El horno se encendía a medianoche. Antes del amanecer, se apagaba.

—Por el humo, el calor y la peste –explica Elio.

Eso ocurría tres veces a la semana. Se necesitaba un día para que se enfriara el horno y otro más para restaurarlo con barro, antes de volver a encenderlo.

La fundición comenzó a crecer. La materia prima nunca faltaba, cada lunes se traía un cargamento de unas diez toneladas, y producían lingotes de 45 libras. Tampoco faltaban los clientes. Las funerarias siempre demandaban plomo para hacer los crucifijos y agarraderas de los ataúdes. También, en enero de 1967, se firmó un contrato con la Empresa Distribuidora de Útiles Domésticos del Ministerio de Comercio Interior, que se comprometió a comprar por seis meses toda su producción.

Para entonces, ya la industria de Balán había cerrado y Arturo había sacado la suya del patio de su casa para reubicarla a unos diez metros de distancia, en un extremo de la urbanización. En un punto donde el humo molestaba menos a los residentes, porque la chimenea daba a una zona boscosa y quedaban más cercanas las aguas del río, que a veces servían de vertedero para las impurezas que le retiraban con una espumadera al plomo hirviente. Hasta 1968, permanecería en ese mismo punto.

El 13 de marzo de 1968, en la escalinata de la Universidad de La Habana, el Comandante Fidel Castro anunció que había llegado el momento de “emprender a fondo una poderosa ofensiva revolucionaria”.

No aclaró en ese discurso en qué consistiría concretamente dicha ofensiva, la expresión solo la utilizó una vez y casi al final, pero sí había advertido antes: “no tendrán porvenir en este país ni el comercio ni el trabajo por cuenta propia ni la industria privada ni nada”.

Al día siguiente, el periódico Granma, órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, convirtió la cita sobre la ofensiva revolucionaria en un titular de primera plana, y en el resto del mes se encargó de explicar de qué iba aquello. No hubo una edición que no tuviera noticias, reportajes, ilustraciones o comentarios al respecto.

La cobertura fue tan intensa como parcializada. Para abril era improbable que a algún lector de Granma le quedaran dudas de que la ofensiva revolucionaria no era un simple eslogan en medio de la propaganda oficial, sino el nombre con el cual había sido bautizada una de las medidas más radicales y osadas que implementara el gobierno revolucionario hasta esa fecha: la expropiación, en muchos casos forzosa, de todos los negocios privados de Cuba, de sus locales, ganancias, mercancías, de todo lo que tuviera algún valor.

El 29 de marzo ya en el país se habían expropiado 55 636 comercios, entre ellos 682 industrias de metales, 98 de las cuales se encontraban en La Habana.

Hilda no olvida la noche que llegaron, sin avisar, a tumbar con ímpetu la fundición de su padre.

—Fue una destrucción… Lo que servía se lo llevaron y lo que no, lo tiraron por el barranco, para el arroyo. Pero la materia prima se quedó ahí, tirada en el suelo.

Según los cálculos de Elio, unas tres o cuatro toneladas de rejillas de baterías, contando el peso de la tierra que hay entre una y otra, quedaron esparcidas en la zona. Y quedaron igualmente los cimientos del local donde se fundía el plomo, el horno frío, instrumentos de trabajo, carbón, residuos.

Hilda, que había nacido y crecido en la zona, ya en ese momento había perdido todos sus dientes y masticaba con una dentadura postiza. Aún no había cumplido quince años. Nadie en su familia ni en el barrio sabía que ese era el tipo de cosas que podía provocar el plomo. Porque nadie sabía, en primer lugar, que el mayor peligro en una fundición de plomo no era exactamente quemarse con el horno.

***

Jacinto Beato: Año 71. El niño estaba bien, bien, bien, sin ningún problema de salud. Y de buenas a primeras, el niño se enfermó. Aparentemente por un catarro. Eso fue un jueves, y el domingo, falleció. El domingo empezó a convulsionar en La Balear (Hospital Pediátrico de San Miguel), en el momento que lo trasladaron para el William Soler por una fiebre muy alta, ya había tenido hundimiento en los parietales, el frontal se le hundió, y ya en el William, a las cinco y cuarto de la mañana, el niño falleció. A los siete meses y dos días. Ya mi esposa había tenido dos abortos. Uno como con cuatro meses de embarazo, que hubo que correr con ella, y otro, de una hembra, con casi siete meses. Después de eso es que nace el primer niño, el que falleció, y después nació otro, que con un mes de nacido hubo que correr bastante con él para los hospitales, porque eran diarreas y fiebre. El chiquito hizo, como se dice, un dengue, pero logramos salvarlo.

***

Junto con el oro, la plata, el cobre, el hierro, el estaño y el mercurio, el plomo conforma los siete metales de la antigüedad. En la alquimia, se simbolizaba con Saturno; por eso luego se denominaría saturnismo al envenenamiento que causa cuando se absorbe en grandes dosis. De acuerdo con los científicos estadounidenses Herbert Needleman y David Bellinger, especialistas en el tema, “el plomo es el veneno más conocido y mejor estudiado”.

En 1892, los médicos John Lockhart Gibson y Jefferis Turner reportaron en el Congreso Médico Australiano diez casos de envenenamiento por plomo en niños, atendidos en la ciudad de Brisbane. Al principio, hubo quienes no les tomaron en serio. Hasta ese momento se pensaba que el plomo solo afectaba a adultos que trabajaban en minas o fundiciones. Gibson y Turner, para colmo, no precisaban cómo los niños se habían envenenado.

Más de una década después, en 1904, Gibson descubrió la fuente: carbonato de plomo en la pintura doméstica. Que no suponía un grave inconveniente en las paredes, siempre y cuando no comenzara a cuartearse, desprenderse en pedazos y volverse polvo.

Los niños que se comían las uñas y se chupaban el pulgar resultaron ser los principales afectados. También, aquellos que, atraídos por el sabor dulce del plomo, comían entusiastamente trocitos de pintura. Entre 1891 y 1908, Gibson y Turner llegaron a detectar 262 casos de envenenamiento infantil con pintura a base de plomo, solo en Brisbane.

Los hallazgos científicos de los australianos hicieron avanzar las investigaciones al respecto y contribuyeron a la implementación de regulaciones para el uso de plomo en la fabricación de pintura. Sin embargo, no bastarían para impedir que, en 1923, Estados Unidos iniciara la comercialización de un producto más peligroso incluso que la pintura plomada: la gasolina elaborada con tetraetilo de plomo.

La idea se le había ocurrido en diciembre de 1921 a Thomas Midgley, un ingeniero estadounidense contratado por el laboratorio de investigaciones de la General Motors, que desde hacía seis años buscaba un aditivo para la gasolina que optimizara el funcionamiento de los motores de los automóviles. Y aunque ya se había descubierto que el alcohol podía ser ese aditivo, en términos de rentabilidad, no competía con el tetraetilo de plomo.

Quienes se encargaron de patentar, producir y comercializar a gran escala el tetraetilo de plomo como antidetonante en la gasolina fueron General Motors y Standard Oil de New Jersey. Ambas corporaciones asociaron sus capitales y fundaron la Ethyl Gasoline.

En 1924, ya habían abierto la primera planta, y al mes de abrirla, ya habían muerto quince trabajadores de intoxicación por plomo y otros tantos se hallaban gravemente enfermos. Sin embargo, este incidente no afectaría el matrimonio entre las industrias automovilística y petrolera.

Para 1970, el consumo de gasolina plomada en Estados Unidos superaba las 270 000 toneladas y, a nivel mundial, las 375 000. Hasta 1973 no empezaría un proceso significativo de eliminación del combustible a base de plomo del mercado estadounidense, que culminaría con su prohibición oficial en 1996.

En otros países no sería muy distinto. Hasta mediados de los noventa no se registrarían cambios notorios en este sentido. En Cuba no se prohibiría hasta finales de 2005, según el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

Ya en 1964, en la Isla existían al menos ocho estudios que reportaban casos pediátricos de saturnismo; según un texto titulado “Hiperaminoaciduria en la intoxicación por el plomo”, publicado en octubre de ese año en la Revista Cubana de Pediatría. Desde 1967, además, se utilizaban como referentes normas soviéticas para controlar la exposición ocupacional. Pero, en general, pasaba lo mismo que pasaba en el resto del mundo en esa época: la exposición ambiental al plomo no constituía una prioridad del gobierno.

Las políticas, normas y regulaciones que protegieran a la población tardarían décadas en aparecer. En 2015, atendiendo a un reporte del PNUMA, Cuba establecía el límite de componentes de plomo en la pintura en 20 000 partículas por millón (ppm), uno de los más altos de los países del mundo que establecen límites numéricos, pues muy pocos admiten hoy concentraciones de plomo en la pintura superiores a las 600 ppm; aunque el límite recomendado por el PNUMA es 90 ppm.

Todavía, en 2019, falta bastante por hacer.

***

Los nietos de Milvia no eran solo dos hermanos que se llevaban mal. Los hermanos pueden llevarse mal, pero existen límites. Los nietos de Milvia vivían del otro lado de los límites. Inquietaron tanto a sus padres, que terminaron llevándolos al psiquiatra.

Una tía, Sunia Baró, dice que sus sobrinos, de 7 y 5 años en aquel entonces, eran “insoportables”, que “se alteraban mucho”. Los vecinos, por su parte, los recuerdan como niños agresivos, intranquilos, aunque reconocen que en la zona no eran los únicos con esas características.

Los padres, que actualmente residen fuera de Cuba, no concedieron entrevistas, porque lo que pasaron les resultó “muy doloroso” y no quisieran “revivirlo”. Solo confirmaron las versiones ofrecidas por otras personas.

Cuando empezaron a atenderles en el Hospital Pediátrico de Centro Habana y les pusieron tratamiento, los niños progresaron. Al menos les iba mejor en la escuela y estaban más calmados, aunque nadie conseguía entender por qué se habían vuelto tan irascibles en primer lugar.

Las luces en torno al asunto comenzaron a surgir cuando vieron un programa de televisión estadounidense que contaba de un caso de exposición al plomo y de sus efectos perjudiciales. Ahí, más que una respuesta, surgieron preguntas.

¿Podían sus hijos estar envenenados? ¿Sería el plomo la causa, la explicación, de sus problemas de comportamiento? ¿Cómo descubrirlo?

Enseguida le contaron al psiquiatra sus preocupaciones y, desde el hospital, gestionaron unos análisis para averiguar si lo que padecían sus hijos, más que trastornos psiquiátricos, era envenenamiento.

Tras varios meses de espera, los resultados confirmaron las sospechas. Ambos niños presentaban niveles de concentración de plomo en sangre que superaban los 30 mcg/dl (microgramos por decilitro): tres veces superiores al nivel a partir del cual la Norma Oficial Mexicana (NOM-199-SSA1-2000) recomienda intervención médica en menores de 15 años. Y aunque dicha norma se encuentra un poco desactualizada, es la que las autoridades sanitarias de Cuba emplean como referente.

Adriano y Bryan, hijos de Ariel Baró y Yanmaris Rondón, fueron los dos primeros niños de Villalobo hospitalizados por exposición al plomo en el Hospital Pediátrico de Centro Habana, a finales de 2006.

Muy pocos vecinos se enterarían de ese diagnóstico. Pasarían más de tres años antes de que la mayoría de los niños del barrio fuera hospitalizada por la misma causa, en el Hospital Pediátrico Juan Manuel Márquez.

***

Sunia Baró: Nosotros fuimos a vivir para ahí cuando yo tenía dos años de edad. Éramos cinco hermanos. Yo soy la más chiquita. Mis dos hermanas se fueron para Estados Unidos. Ariel se fue hace dos años nada más. Pero ahí nacieron mis sobrinas, los niños de mi hermano, y el niño de mi tío René, que vivía en una casita en el patio, al final de la casa, y bueno, su niño nació aparentemente normal, pero no recuerdo a cuántos meses le dieron unas convulsiones y se quedó muertecito como un vegetal. Era un bebé sano, hasta que le dieron esas convulsiones. El plomo afectaba a los niños de diferentes formas. Por ejemplo, los niños de mi hermano eran insoportables. Una dice que eran insoportables pero el médico que los atendió les puso hasta tratamiento psiquiátrico. El niño mío lo que tenía era mucha pérdida de memoria. Un niño chiquito y se le olvidaba todo. En ese momento tenía más o menos ocho, nueve, diez años, no más. Todo se le olvidaba. Él no se acordaba ni de qué había comido en el mismo día o el día anterior. Se le olvidaba dónde dejaba los juguetes. Había veces que tenía el juguete enganchado en el cuello y él lo estaba buscando y no lo encontraba. Y le dolían mucho las articulaciones. Se quejaba de mucho dolor en los huesos. A mí de niña siempre se me cayó el pelo. Actualmente, se me cae el pelo a chorros, pero de niña, yo no entendía por qué a mí siempre se me caía el pelo. Pero siempre supimos que ahí había plomo, lo que no sabíamos lo grave que era. Si cuando niños nosotros jugábamos con las rejillitas: las derretíamos en un jarrito, abríamos un huequito en la tierra con cualquier forma, echábamos el plomo caliente y cuando se enfriaba sacábamos un muñequito. Tú excavabas un poco la tierra y salían las rejillas por montones. Había muchas que estaban a flor de suelo. En el río yo no recuerdo haberme bañado, pero sí jugábamos metiendo los pies. Hubo un tiempo en que la gente del barrio cogió eso como una poceta. Venía gente de todas partes a bañarse en el río.

***

La posición de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es clara: “no existe un nivel de exposición al plomo que pueda considerarse seguro”. Para nadie.

La cantidad exacta de plomo que requiere el organismo humano para el óptimo desarrollo de sus procesos bioquímicos es cero. A diferencia de elementos como el calcio, el cobre, el fósforo o el hierro, el plomo no es necesario para ninguna función fisiológica conocida.

Una vez que es inhalado o ingerido pasa a la sangre y se aloja en los tejidos blandos (riñones, hígado, cerebro, corazón, pulmones) y en los óseos. Ataca los sistemas nerviosos central y periférico, el renal, el reproductivo, el hematopoyético, el gastrointestinal, el cardiovascular, el inmunológico.

En la sangre, el plomo puede permanecer entre 20 y 40 días, mientras que en los huesos, entre 50 y 60 años. Es en los huesos donde se acumula la mayor carga de plomo. En el caso de los adultos: más del 90 %; en el de los niños: más del 70 %.

El plomo es similar a varios elementos que demandan los huesos, como el calcio y el flúor, por tanto, el cuerpo lo confunde y lo distribuye como si fuera un elemento que de veras necesita, sobre todo si existe un déficit nutricional.

El que se acumula en los tejidos óseos no se queda metabólicamente inactivo durante tanto tiempo, sino que tiende a movilizarse otra vez a la sangre y a los órganos. Eso significa que el esqueleto puede funcionar como una fuente endógena de exposición al plomo, en especial, ante determinados eventos fisiológicos y patológicos: embarazo, lactancia, osteoporosis, envejecimiento.

El feto que se forma en el útero de una embarazada necesita, entre tantas cosas, calcio. Entonces, si la embarazada acumula plomo en sus huesos, su organismo suministrará plomo al feto cuando este demande calcio, pues atraviesa la barrera placentaria. Los riesgos de esta exposición intrauterina son varios. Incluyen malformaciones, partos prematuros y hasta abortos.

La eliminación natural del plomo es un proceso lento. Mayormente, el que no es absorbido se defeca, y el que se absorbe se orina. Además, en menor medida, se excreta por el cabello, el sudor, los dientes, la leche materna.

Cuando ocurre exposición aguda, ese proceso debe ser asistido con un tratamiento quelante, que remueva el metal a los tejidos y acelere la excreción urinaria. Se administra por vía oral, intramuscular o intravenosa. Sin embargo, ningún tratamiento evitará las secuelas negativas.

En 2016, la exposición al plomo, tanto ambiental como ocupacional, provocó en el mundo más de 540 000 muertes; según los cálculos más recientes del Instituto para la Métrica y Evaluación Sanitaria.

Un estudio publicado en marzo de 2018 en la revista Lancet Public Health reveló que en Estados Unidos cada año mueren alrededor de 400 000 adultos por afecciones, en su mayoría cardiovasculares, asociadas a niveles de plomo en sangre inferiores a 5 mcg/dl (si se siguen las indicaciones de la norma mexicana, las acciones de protección de las personas adultas no deberían comenzar hasta que los resultados de sus análisis no superen los 25 mcg/dl).

Los niños, principalmente los menores de seis años, son la población más vulnerable a los efectos tóxicos del plomo. En su contra tienen las características biológicas y psicológicas de esta etapa de la vida.

No solo comen más alimentos, beben más agua y respiran más aire por unidad de peso corporal que los adultos. También absorben mayores proporciones del veneno. Mientras que los adultos solo absorben entre un 10 % y 15 % del plomo que ingieren, los niños pueden absorber hasta un 50 %.

El típico hábito de llevarse juguetes y otros objetos a la boca es otro de los factores que incrementan los riesgos de exposición. Se calcula que, en un día, los niños ingieren 100 mg de tierra y polvo.

Pero es su frágil cerebro, en desarrollo, crecimiento y diferenciación, el órgano que más suele sufrir el impacto del plomo. La interferencia del metal en disímiles procesos neurológicos daña las funciones cognitivas y puede provocar desde dificultades en el habla y agresividad hasta disminución del coeficiente intelectual y retraso mental.

En 1943, el pediatra y neurólogo estadounidense Randolph Byers demostró que el descenso de los niveles de plomo en sangre, en pacientes diagnosticados con saturnismo, no debe entenderse como una cura definitiva, pues los efectos tóxicos de la exposición en edades tempranas son irreparables y se expresarán a lo largo de la vida.

La OMS, en Envenenamiento infantil por plomo, un compendio científico publicado en 2010, refiere que la exposición al plomo en edades tempranas se ha asociado en distintas investigaciones con el incremento de las tasas de hiperactividad, dificultades para concentrarse, fracaso escolar, trastornos de conducta, delincuencia juvenil, consumo de drogas y encarcelamientos.

Si bien en las décadas de los sesenta y los setenta del pasado siglo se aceptaba un nivel de hasta 60 mcg/dl en la población infantil, con el auge de los estudios epidemiológicos ese umbral se ha ido reduciendo drásticamente. Desde comienzos del siglo XXI existe evidencia científica que relaciona niveles inferiores a 10 mcg/dl con disminución del coeficiente intelectual en niños de entre 1 y 5 años.

En 2012, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos determinaron que no era prudente continuar utilizando el término “nivel de preocupación”, que habían delimitado para los niños en 10 mcg/dl, a la hora de referirse a los casos de exposición al plomo. La bibliografía especializada ya era reiterativa en cuanto al hecho de que cualquier nivel de plomo en sangre que se detectara en niños debía preocupar.

La solución que encontraron para diagnosticar los casos de exposición al plomo fue utilizar un valor de referencia que fuera representativo de la población infantil de entre 1 y 5 años, a partir de los niveles registrados en encuestas de salud nacionales; de esta manera, los casos que arrojaran resultados superiores a ese valor –que se estableció en 5 mcg/dl– serían los que ameritarían asistencia médica.

Ciertamente, 5 mcg/dl es una proporción que pudiera parecer irrisoria. Un decilitro es apenas la décima parte de un litro: una taza de café. Un gramo es una aspirina de mil miligramos. Un microgramo es la millonésima parte de un gramo, es decir, que solo veremos a simple vista un microgramo cuando logremos partir una aspirina de un gramo en un millón de partes iguales: nunca. Pero cuando se trata del plomo, esas partículas imperceptibles resultan lo suficientemente tóxicas como para dañar el funcionamiento del organismo humano.

En el transcurso de esta investigación solo se identificaron dos estudios que ofrecen resultados de mediciones de plomo en sangre en población infantil, publicados en la Revista Cubana de Higiene y Epidemiología en 2003 y 2009, aunque ambos trabajan con muestras limitadas del municipio Centro Habana.

El de 2003 examina a un grupo de 84 niños de entre 3 y 8 años, residentes en viviendas construidas antes de 1928; y el de 2009, a un grupo de 65, de entre 7 y 10 años, en busca de una relación entre niveles elevados de plomo en sangre y problemas en el aprendizaje –que lograrían establecer al final.

Los resultados del primero revelaron que el promedio de plomo en sangre en los 84 niños ascendía a 9,6 mcg/dl. Mientras, el segundo concluyó que había 54 niños con niveles superiores a 8 mcg/dl, y 30 de ellos, con más de 10 mcg/dl.

La situación de los países de América Latina y el Caribe no dista demasiado de la de Cuba. Una investigación de 2016 concluye que el porcentaje de niños en riesgo de envenenamiento por plomo en la región es desconocido. Solo en México y Perú existen estudios que determinan el promedio de plomo en sangre en la población infantil. En el resto de los países se analizan casos directamente asociados con fuentes de exposición al plomo.

***

El caso de Adriano y Bryan trajo a “una comisión médica” al número 11211 de Villalobo, entre Iris y Final, a la casa donde ellos residían con sus abuelos, sus padres, sus tíos y un primo contemporáneo, que era hijo de Sunia. Los niveles de plomo en sangre que mostraban, superiores a 30 mcg/dl, habían activado una alerta. Podían no ser ellos los únicos niños.

Hilda la vio llegar. Recuerda que fue entre finales de 2006 y comienzos de 2007.

La comisión seguía un protocolo. En los casos de pacientes pediátricos que presentan niveles elevados de plomo en sangre, la intervención no es meramente médica sino también ambiental. Una de las primeras medidas que suelen tomarse, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, consiste en detectar la fuente de exposición, que, por lo general, se encuentra en el hogar, en la escuela o guardería, o en la comunidad, en los principales espacios donde los niños conviven. El objetivo, por supuesto, es eliminarla.

Hilda, que ya sabía que algo grave estaba pasando y que eso grave que pasaba tenía que ver con el plomo, esperó a que la comisión saliera del número 11211 para abordarla. Porque ella tenía una preocupación: en su patio había estado la fundición de su padre durante varios años. Creía que eso lo debía contar.

—Los especialistas venían incluso con unas varillitas para medir el tóxico –cuenta Hilda– y cuando pasaron a mi casa y caminaron por donde estaba el horno en el patio, eso fue… A partir de ahí empezaron a hacer los análisis de sangre. Pero no a todo el mundo en ese primer momento. Eso fue poquito a poco, poquito a poco.

También, según los testimonios de los residentes, en varias ocasiones a Villalobo llegaron personas de instituciones estatales con instrumentos que servían para detectar el plomo disperso en la zona. Iban por distintos puntos midiendo y recolectando muestras de tierra, polvo doméstico, agua, plantas. La gente recuerda que pedían que no se barriera la vivienda por unos cuantos días y que luego pasaban y recolectaban el churre acumulado.

Los resultados de esos estudios ambientales nunca se divulgaron entre los vecinos. Ni los de esos ni los de otros que harían en el transcurso de los años, hasta 2016. Lo que sí se supo en el barrio, porque se concretó en acciones que impactaron en la vida cotidiana, fueron las medidas que se tomaron progresivamente a partir de los resultados de los distintos estudios.

Primera: nadie podría, legalmente, permutar o vender su vivienda, construir para ampliar o reparar, ni dividir su propiedad en dos o más propiedades.

Segunda: información a la comunidad acerca de las afectaciones del plomo para la salud y de las precauciones que se debían tomar para disminuir los riesgos. Varios médicos, en reuniones públicas, recomendaron que no se ingirieran alimentos cultivados en los alrededores, que los niños se lavaran bien las manos antes de comer, que las mujeres no se embarazaran, entre otras cosas.

Tercera: saneamiento ambiental. Se deforestó gran parte de la zona donde se encontraban las fundiciones –solo sobrevivirían dos matas de mango–, se extrajeron residuos de los patios domésticos y se arrojaron en un vertedero lejano y en una fosa tapada con concreto, se pavimentó el último tramo de la calle Villalobo y la mayor cantidad de suelo posible.

Cuarta: exámenes sistemáticos de dosificación de plomo en sangre, principalmente a la población infantil. Se ingresó a la mayoría de los niños con cifras elevadas en el Hospital Pediátrico Juan Manuel Márquez.

Quinta: extracción de los residentes en Villalobo entre Iris y Final. Se inició un proceso gradual de entrega y demolición de viviendas, en el cual fueron priorizadas las familias donde hubiera menores de edad con cifras elevadas de plomo en sangre.

En agosto de 2007 extraerían a las primeras familias y entregarían las seis primeras viviendas. Las dos últimas, en marzo de 2016. Todavía en mayo de 2018, al final de Villalobo, quedaban cinco viviendas de familias que una vez fueron identificadas como expuestas al plomo. Y una sexta, en un asentamiento ilegal que, desde inicios de los noventa, se extiende por las canteras de piedra blanca, los márgenes del río y otros parajes silvestres que conforman la no calle que se llama Final.

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Yanet explica que si se enteró de la cifra de concentración de plomo que había en el suelo fue porque su casa funcionaba como punto de operaciones para los médicos, toxicólogos, investigadores y funcionarios del gobierno que aparecían, y ella siempre estaba pendiente de sus conversaciones sobre el caso, que era lo mismo que estar pendiente de su vida y la de su familia.

La cifra que refiere, sin pensarla dos veces, es la misma que refieren otros vecinos: 24 000 miligramos de plomo por kilogramo de suelo (mg/kg). Una cifra que es 45 veces superior al valor a partir del cual se considera que hay riesgos potenciales para seres humanos, animales y plantas, y se orienta la intervención ambiental, según los estándares holandeses para medir la calidad de los suelos. (Debido a que no existe una norma cubana que estipule las concentraciones máximas admisibles de metales pesados en suelos urbanos, quienes estudian el tema en Cuba suelen guiarse por la de Holanda, que es una de las más actualizadas).

Internacionalmente, los niveles de concentración de plomo que se reportan en suelos no contaminados, localizados en parajes remotos, oscila entre 10 y 30 mg/kg; en ciudades y en puntos próximos a autopistas, por encima de 100 mg/kg; y en los alrededores de fundiciones o fábricas de baterías, hasta más de 60 000 mg/kg. Mientras, en La Habana, de acuerdo con una investigación publicada en 2011, el nivel medio de plomo en suelo urbano asciende a 101 mg/kg.

El máximo admisible que establece Holanda es de 530 mg/kg, aunque ya a partir de 85 mg/kg considera que hay riesgos potenciales para los ecosistemas.

Sin embargo, ninguna de las personas afectadas por exposición al plomo en San Miguel del Padrón, de las que fueron entrevistadas para este reportaje, cuenta con documentos que confirmen el dato de los 24 000 mg/kg. Los documentos que se conservan de esos años son, sobre todo, resultados de exámenes médicos, principalmente de dosificación de plomo en sangre, y cartas de respuesta a quejas presentadas en distintas instituciones del Estado, por dilaciones en el proceso de otorgamiento de viviendas. Hay también quienes no conservan nada, porque los papeles les traían malos recuerdos o porque no se quejaron con tanta frecuencia en instancias tan disímiles.

Yanet y Yamilet González son de las personas que más se quejaron y menos papeles botaron. Presentaron cartas varias veces entre 2008 y 2012, a título individual o colectivo, en el Comité Central del Partido Comunista de Cuba, en el Consejo de Estado, en la Fiscalía General de la República y hasta en las oficinas del entonces presidente Raúl Castro. Luego, las quejas ahí presentadas eran remitidas a instituciones provinciales y municipales, que casi siempre les respondían que, a pesar de que el caso de Villalobo había sido priorizado por el país, la demanda de viviendas en la capital superaba la disponibilidad del fondo habitacional y, por tanto, debían esperar, junto con los casos sociales y los miles de personas que se encontraban albergadas desde hacía décadas.

Y si bien en casi todas las cartas se reconoce la existencia de “contaminación por plomo”, en ninguna se ofrecen datos que sustenten científicamente ese criterio. En rigor, para poder afirmar que dicho sitio se encontraba contaminado por plomo sería indispensable contar con los resultados de los estudios ambientales. Pero, para ello, el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), que es la fuente más autorizada en el país para responder las preguntas al respecto, tendría que acceder a que esa información se volviera pública.

Aymara Linares, residente del 11224 (interior), junto a su esposo Freddy Ayala, presentó una queja en la oficina del entonces ministro del CITMA, José Miguel Miyar, en octubre de 2011, para que tuvieran en cuenta a su hijo Quiomar Alejandro, que tenía diez años. A Quiomar no lo habían ingresado, su madre tampoco contaba con título de propiedad de su vivienda, pero el niño había nacido y crecido en el área.

En marzo de 2014, casi tres años después, cuando ya la actual ministra del CITMA, Elba Rosa Pérez, había entrado en funciones, a Aymara le entregaron una respuesta de la Oficina de Atención a la Ciudadanía. Un resumen del expediente de su caso. Ese es el único documento emitido por CITMA que fue encontrado durante la presente investigación. Sin embargo, no ofrece datos científicos relevantes.

El documento refiere que desde 2007 la Delegación Provincial del CITMA de La Habana trabaja en conjunto con la Oficina de Regulación Ambiental y Seguridad Nuclear (ORASEN), el Centro Nacional de Toxicología, el Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología, el Instituto Nacional de Higiene, Epidemiología y Microbiología, el Instituto Nacional de Salud de los Trabajadores y el Instituto de Nutrición e Higiene de los Alimentos “para la atención de la contaminación por plomo en la calle Villalobo en San Miguel del Padrón”; que desde febrero de 2008 el Consejo de la Administración Municipal y el Consejo de la Administración Provincial lideran tres grupos encargados de realizar estudios epidemiológicos y caracterizar ambientalmente la zona; y que esos tres grupos “han mantenido la cohesión en su accionar” con las instituciones del Gobierno y el Partido Comunista de Cuba a nivel municipal y provincial. Incluso, concluye clasificando la queja “como con razón”. Pero nada más.

Periodismo de Barrio, en junio de 2017, presentó por escrito una solicitud de entrevista a Adela Haber Vega, delegada provincial de CITMA de La Habana, con el propósito de “indagar en los resultados de los estudios ambientales realizados en la zona, antes y después del proceso de saneamiento”. Semanas después, Desiré Urbay Morales, jefa de la unidad de organización y gestión integral de la Delegación Provincial de CITMA de La Habana, respondió por vía telefónica que ellos no tributan información a los órganos de prensa que no son oficiales. Posteriormente, en julio de ese mismo año, Periodismo de Barrio contactó por correo electrónico a Odalys Goicochea, directora de medio ambiente de CITMA, y un mes más tarde recibió una segunda negativa: “no es posible aportar dicha información debido a que la revista digital para la cual trabaja no pertenece a ninguno de nuestros medios de prensa nacional”.

De acuerdo con Yanet, una vez que concluyó el saneamiento ambiental, a mediados de 2009, el nivel de concentración de plomo en suelo descendió a 4 000 mg/kg. Por supuesto, tampoco cuenta con evidencias sólidas que permitan corroborar esta otra cifra. Solo cuenta con su palabra, su memoria. Lo que sí sabe y puede probar la gente es que el saneamiento no consiguió sanear la zona lo suficiente como para eliminar todos los peligros. La mayoría de las mudanzas, de hecho, se hicieron entre 2011 y 2016, cuando ya habían transcurrido al menos dos años del saneamiento ambiental.

Hay, además, una inspección sanitaria firmada por la doctora Ana Tacoronte, entonces vicedirectora del Centro Provincial de Higiene y Epidemiología de La Habana, quien, a partir de una visita a casa de Yanet, declaró por escrito lo siguiente: “en análisis efectuado a nivel provincial se propuso nuevamente la salida del lugar a todos los vecinos que queden, siendo Salud Pública quien establezca las prioridades, esto debe suceder antes de que finalice el año en curso”. Y la fecha que consta en la inspección es 10 de noviembre de 2012.

A Yanet y su familia, a pesar del ultimátum dado por la doctora Tacoronte, no les mudarían hasta diciembre de 2013.

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Helena Rodríguez: Ahora todo el mundo le echa la culpa al plomo. Mi tía dice que mi abuela se murió de plomo. Mi abuela se murió porque se le regó el líquido en los pulmones. Que no le echen la culpa al plomo. Todo el mundo es: el plomo, el plomo, el plomo… Ah, mi hijo sí sé que es el plomo porque a mi hijo le hicieron los análisis y los resultados le dieron elevados. Alejandro fue el caso más crítico. Yo en Villalobo levanté cuatro tablas, cuatro bloques, para hacer mi casita, en el terreno donde estaba una de las antiguas fundiciones. Fabriqué encima de la placa, por viva. Quise ser viva y lo que hice fue joderme, porque mi hijo vivía adentro del plomo. Plomo afuera y plomo adentro, porque en la misma placa del piso de la fundición, nosotros levantamos los bloques, porque así ya no había que fundir dados. ¿Dónde estaba el plomo? Estaba enterrado allá adentro. Alejandro caminó con 16 meses. Se atrasó, porque nació con problemas psicomotores. Nació además con el tubo digestivo desviado. Le daban unos cólicos, que el barrio entero caminaba con él chiquitico para que se le quitaran. Lo atendí en la iglesia, lo atendí con el brujo, lo atendí con acupuntura, lo atendí con todo el mundo, para que al niño se le quitaran los dolores. Yo no comía nada. Por poco me desaparezco. El médico me decía a mí que era la teta, que había que ver qué cosa yo comía. Todo era sopita, sopita, sopita, para que a mi hijo no le dieran cólicos. Yo el problema lo tuve desde el vientre, porque tuve contracciones desde que salí embarazada hasta que lo parí. La hemoglobina en ocho, las vomiteras, yo me orinaba, yo pasé de todo por mi hijo. Alejandro era un vegetal. Y si a los 16 meses caminó fue porque Alberto, el marido de Hilda, cogió un taburete y le dijo: “Pon una manito aquí y la otra manito aquí”, y él fue jalando el taburete poquito a poquito, poquito a poquito, y así me lo empinó a caminar, porque Alejandro, ¿caminar? Era un vegetal. Yo trabajaba en una escuela de auxiliar de cocina y pedí la baja por mi hijo. ¿Yo iba a darle mi hijo en esas condiciones a alguien para que me lo cuidara? Si se hizo caca hasta cuarto grado en los calzoncillos.

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El plomo es un metal maleable, resistente a la corrosión y lo bastante denso para funcionar como un escudo ante radiaciones nucleares. Es muy útil para quienes trabajan en laboratorios y hospitales. También, para asegurar los cables de energía y comunicaciones subacuáticos.

La Asociación Internacional del Plomo informa que cada año en el planeta se producen cerca de diez millones y medio de toneladas. Poco menos de cinco millones provienen de la explotación minera y el resto, más de la mitad, del reciclaje.

La industria de las baterías ácidas de plomo, que echan a andar automóviles, buses, camiones y motocicletas, demanda el 85 % de esa producción. Sin embargo, hoy se logra reciclar hasta más del 95 % del plomo que contienen las que se desechan. El otro porcentaje se destina a la fabricación de compuestos de plomo, láminas, municiones, aleaciones y coberturas para cables.

El plomo, a pesar de ser tóxico, es vital para el desarrollo de las sociedades modernas. Al menos hasta el presente. Los problemas surgen cuando no se toman las precauciones necesarias para manejarlo, ni se implementan regulaciones estrictas que eviten usos inapropiados.

Ninguna nación se encuentra completamente a salvo. Tanto las desarrolladas como las que están en vías de desarrollo reportan casos de intoxicación por plomo, de individuos, familias o comunidades, y distintos niveles de exposición ambiental.

El promedio de plomo en sangre en población adulta no expuesta ocupacionalmente en Estados Unidos (2013-2014) asciende a 0,84 mcg/dl; en Canadá (2012-2013), a 3,3 mcg/dl; en México (2000-2010), en zonas urbanas, a 5,36 mcg/dl; en Italia (2000), a 3,06 mcg/dl en mujeres y a 4,51 mcg/dl en hombres. Pero, sin dudas, son las naciones de bajos y medianos ingresos las más vulnerables en este sentido.

De acuerdo con la OMS, el 99 % de los niños afectados por elevada exposición al plomo en el mundo residen en esos países.

En Cuba, hay dos estudios publicados en la Revista de Salud y Trabajo que miden el promedio de plomo en sangre en población adulta no expuesta ocupacionalmente. Ninguno, de alcance nacional.

Uno se efectuó entre 2005 y 2006 en la capital e incluyó a los municipios Regla, Diez de Octubre, Guanabacoa y Arroyo Naranjo, “atendiendo a los diferentes niveles de contaminación atmosférica identificados en un estudio previo realizado por el Centro de Contaminación y Química Atmosférica”, y dio como resultado 6,3 mcg/dl. El otro, a partir de cuatro áreas de salud, midió los niveles de la población de Pinar del Río en 2007: 4,7 mcg/dl.

El investigador Enrique José Ibarra, químico especializado en salud de los trabajadores y uno de los autores que participó en ambos estudios, explicó a Periodismo de Barrio que, aunque esos valores no pueden extrapolarse al resto del país, sirven de referencia para evaluar distintos casos de exposición, ocupacional o ambiental.

—Por las características de nuestras ciudades –concluye Ibarra– no debe haber exposición importante al plomo en la población general. En principio, y esto es entre comillas porque no hay una investigación que lo demuestre, La Habana debiera ser la más contaminada.

Pero Pinar del Río hace poco se convirtió en la sede de una de las industrias más importantes del país. Desde julio de 2017 en el municipio Minas de Matahambre se puso en marcha la mina a cielo abierta más profunda y moderna del territorio nacional: Castellanos. ¿Y qué explota? Plomo y Zinc.

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Alejandro Banderas fue el niño de Villalobo que registró los niveles más elevados de plomo en sangre. Lo ingresaron en cinco ocasiones en menos de dos años, en la sala de misceláneas del Hospital Pediátrico Juan Manuel Márquez, ubicado en el municipio Marianao. El primer ingreso fue el 2 de agosto de 2007, acababa de cumplir cuatro años.

Su madre, Helena Rodríguez, guarda un resumen de historia clínica –par de hojas deterioradas con datos escritos a mano, aunque formalmente firmadas y acuñadas por los doctores que le atendieron–, en el cual consta que a Alejandro lo remitieron desde su área de salud “con diagnóstico de intoxicación por plomo”, luego de que lo detectaran en una pesquisa que se efectuaba en su barrio.

No tenía síntomas físicos severos, apenas dolores esporádicos en los huesos y en el abdomen. Nada de náuseas, vómitos, debilidad, encefalopatía, ataxia o convulsiones. Sin embargo, la concentración de plomo en su sangre ascendía a más de 76 mcg/dl y, atendiendo a la norma mexicana, clasificaba como “caso de emergencia para atención médica inmediata”.

La bibliografía, desde hace décadas, alerta que no es raro encontrar casos crónicos en los cuales los pacientes, tanto niños como adultos, se muestran asintomáticos. Por eso, para determinar si una persona ha estado o no expuesta al plomo resulta imprescindible realizar una dosificación de plomo en sangre y, para complementar, rayos X.

La primera prueba mide la exposición reciente, ocurrida en los últimos 35 o 40 días, porque es el tiempo que permanece el plomo en la sangre, y la segunda refleja la acumulación de plomo en los huesos y articulaciones a lo largo de los años.

El primer ingreso de Alejandro duró ocho días. Lo trataron por 72 horas con Penicilamina, un agente quelante que se ingiere, y el 10 de agosto ya había egresado del hospital.

No se suponía que retornara a su vivienda. Para Alejandro, el retorno a la fuente de exposición podía implicar un incremento del valor de plomo en sangre, incluso superior al que provocó el tratamiento en primer lugar. Pero Helena no tenía otro sitio adonde ir.

Y junto con Alejandro regresaron al mismo barrio, a la misma fuente de exposición, otros cuatro niños de su numerosa familia, a quienes también habían ingresado con niveles de plomo que oscilaban entre 30 mcg/dl y 50 mcg/dl: su hermana Mari Karla Reyes, de ocho años; sus primas Lisbianis Cuevas y Yusimí Domínguez, de ocho y cuatro, respectivamente; y su primo Julio César Domínguez, de tres.

El 13 de diciembre, los cinco ya estaban de vuelta en el Juan Manuel Márquez. Segundo ingreso.

En esta ocasión, Alejandro entró con 68 mcg/dl, e igual de asintomático. Una vez más, le indicaron tratamiento quelante, al quinto día le dieron el alta: “sin complicaciones”, ante una “evolución favorable”, y le orientaron “seguimiento por consulta y tratamiento ambulatorio”.

Con sus parientes ocurrió lo mismo.

El tercer ingreso ya no transcurriría sin sobresaltos. Cuando Alejandro llegó al Juan Manuel Márquez, el 20 de febrero de 2008, el nivel de plomo que tenía en la sangre era casi de 84 mcg/dl. Presentaba dolores en el abdomen, la cabeza y la espalda.

A partir de 100 mcg/dl, los pacientes infantiles enfrentan el riesgo inminente de entrar en coma y morir.

Justo al día siguiente, a Alejandro lo instalaron en una sala de cuidados intensivos y lo sometieron de nuevo a tratamiento quelante (EDTA y BAL), esta vez sí fue por vía intravenosa e intramuscular. No obstante, tuvo varias complicaciones. Enfermó de neumonía y sufrió una convulsión que le provocó lesiones en el tórax.

Más de cuarenta días permaneció ingresado. Permanecieron. Los cinco niños no saldrían del hospital hasta el 3 de abril de 2008, directo para las viviendas que el Estado había otorgado a sus padres, lejos del plomo.

A la familia numerosa, que habitaba en una casa dividida en tres partes independientes, sin contar la de Helena, que era como un apéndice, le entregaron en total cinco viviendas en distintas zonas de La Habana, en esa misma fecha. Lo que dejaron atrás, el asentamiento familiar completo, fue echado abajo. Ahí, en ese terreno, la Dirección Municipal de Planificación Física de San Miguel del Padrón no autorizaría la construcción de nuevas viviendas.

Pero la trayectoria hospitalaria de Alejandro en particular no concluyó tras su mudanza. Hubo un cuarto y un quinto ingresos. Hubo más sueros, más medicamentos orales, más días de hospital.

El quinto y último fue en marzo de 2009. Helena lo recuerda bien porque hacía menos de dos meses se había vuelto a mudar. El apartamento que le habían entregado en el municipio Boyeros quedaba no solo lejos del plomo sino también de la vida que conocía y de las escuelas de sus hijos, así que permutó para otro en San Miguel del Padrón, donde residen en la actualidad. A unos cuatro kilómetros del barrio donde ella y sus hijos nacieron.

Después de ese último ingreso, en dos ocasiones, en abril y junio de 2009, a Alejandro le mandaron a buscar de su antigua área de salud. Por Villalobo las autoridades sanitarias municipales estaban orientando análisis de dosificación de plomo en sangre a los niños que ahí continuaban residiendo y a Alejandro, aunque se había ido hacía un año, lo incluyeron.

Helena nunca supo los resultados. Dice que no se los dieron, aunque ella tampoco los solicitó. Cree que, al igual que en ocasiones anteriores, si hubieran sido elevados, le hubieran avisado.

—Él salió de alta con el nivel de plomo en 41 –dice la madre–. Ese fue el último conocimiento que yo tuve. Ya no tuve conocimiento de más nada. No sé si le ha bajado o le ha subido, porque a mí más nunca me han dicho nada.

Alejandro ahora tiene quince años. Habla de lo que le pasó como si no se tratara de él. Estaba muy chiquito. Una de las cosas que no olvida es que no lograba entender por qué su sangre, si tenía plomo, era roja y no de otro color. Siempre le asombró que su sangre fuera roja.

***

Mari Karla Reyes: Yo pienso que nosotros podíamos seguir viviendo ahí. De eso se dieron cuenta por los análisis que empezaron a dar alterados, pero si no, nosotros no nos hubiéramos dado cuenta. Todo el mundo vivía normal. Yo no me sentía nada. A mí lo que sí me dio fue cansancio en la vista, en el cuerpo, pero como era una niña y siempre estaba jugando, me decían que eso era de tanto correr y saltar. Hoy por hoy todavía tengo dolores. Hay días que me duelen las piernas, los brazos, que no puedo caminar porque me duelen mucho los pies. Ahora con la barriga me duelen aún más, pero antes de estar embarazada también tenía el cansancio en el cuerpo. Ahora, mi problema es el carácter. Hay días que soy como un fósforo. Me tiran un poquitico de gasolina y enseguida me enciendo. Mi mamá dice que yo no me parezco en nada a la niña de antes. Que yo era una niña alegre, dulce, buena, pero que después que terminé la primaria me volví un ácido de batería, pesadísima, amargada, problemática. En la primaria yo era un amor de Dios, cantaba en los matutinos, bailaba, tenía amiguitas. Después de que entré en la secundaria, ya era otra cosa. Y yo no soy inteligente, pero tampoco soy bruta. Bruto es mi hermano, yo tengo mi agilidad.

***

Alejandro Banderas: Lo malo que yo tengo es que nunca entiendo nada. Algo sí, pero no todo. ¿Las tareas? Yusimí mi prima que me ayuda. Yo no sirvo para la escuela. Mi mamá me dijo que cuando terminara la secundaria iba directo a trabajar con mi papá. Mi papá es jardinero, chapea y hace diseño en las matas. Para eso no tengo que estudiar.

***

En 2008, el consultorio médico 27 del Policlínico Docente Universitario Bernardo Posse de San Miguel del Padrón daba cobertura de salud a 657 personas. Entre ellas, al menos 122 residían en Villalobo entre Iris y Final o en sus alrededores, es decir, que se hallaban o bien expuestas al plomo o en riesgo de exponerse.

Sándor Díaz, un estudiante de medicina, quiso estudiar los casos, en particular, los de la población pediátrica, que ascendían a 25. El saturnismo no es igual de ordinario que una gripe, no es un padecimiento que se trate a diario en una consulta, menos en pacientes infantiles, y eso, la rareza, fue lo que motivó a Sándor Díaz.

En ese momento, él cursaba el primer año de su carrera en la Facultad Miguel Enríquez de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana y se encontraba realizando prácticas en el consultorio 27; así que no tendría dificultades para acceder a los resultados de los análisis de dosificación de plomo que se venían haciendo a los niños desde el año anterior –los adultos deberían aguardar un poco más.

La doctora Leticia Cruz, metodóloga del Bernardo Posse, accedió a servir de tutora. Los resultados los presentarían en los fórums científicos de la facultad y el policlínico, algo provechoso desde el punto de vista académico, pero también aportarían información sobre las características sociales y familiares de los niños expuestos, para apoyar a la comisión que llevaba adelante las pesquisas en el barrio.

—Nadie había hecho lo que hizo él, que llegó a las casas, entrevistó a las madres, a los niños, fue a ver los patios, hizo fotos –dice la doctora Cruz, diez años después, en una entrevista con Periodismo de Barrio.

(Sándor Díaz actualmente reside fuera de Cuba, y aunque fue contactado en agosto de 2016 por correo electrónico para que contribuyera a reconstruir la historia, y su primera respuesta fue afirmativa, al final no compartió su testimonio ni volvió a responder a otros mensajes).

El estudio, aparte de mostrar en una serie de gráficos las relaciones entre los niveles de plomo en sangre y la edad, el sexo o las condiciones estructurales de las viviendas, revela que de los 25 niños que conformaban la muestra, había 10 con niveles de plomo en sangre que oscilaban entre 10 mcg/dl y 19,9 mcg/dl, y 8 con niveles que superaban los 20 mcg/dl. Y la mayoría, 16, eran menores de diez años.

En otras palabras: había alrededor de 18 niños que requerían una evaluación médica integral, según las acciones que recomienda la norma mexicana en casos de menores que sobrepasan los 15 mcg/dl. Pero ninguno sería hospitalizado hasta que no concluyera, un año más tarde, el saneamiento ambiental.

De lo que pasó en San Miguel del Padrón, en el curso de esta investigación, no se localizó ningún otro estudio que estuviera público. Solo los testimonios de las personas afectadas permitieron determinar que en la sala internacional del Hospital Pediátrico Juan Manuel Márquez, en el primer semestre de 2010, se ingresaron hasta 12 menores.

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Leslie Figuerola: A Bryan como con tres años le diagnosticaron neuropatía periférica y una pérdida auditiva del oído derecho. Los médicos dijeron entonces que la neuropatía iba a ser de por vida, los dolores en las piernas, el cansancio, y le mandaron vitaminas. Y por la pérdida auditiva le mandaron a poner prótesis, lo que yo luego conocí a Cristo y lo declaré sano. No le he puesto más nunca la prótesis, no le he puesto nada. Lo que sí habla un poco más alto, como si estuviera gritando, para poderse oír. Ya por el plomo no nos dieron más consultas, después de que nos sacaron de ahí a finales de 2010, ya se olvidaron de nosotros. Pero bueno, como madre al fin, resolví en otros hospitales. Un día una ortopédica se da cuenta de que el niño tiene una cadera más alta que la otra y le manda una placa. Cuando ve la placa, se asusta, y lo manda al somatón, porque pensaba que el niño tenía como un tumor en una pierna. Ya, imagínate cómo me puse. Eso fue en 2015. Con esa placa fui entonces al oncológico y la doctora del oncológico me dijo que no, que tranquila, que eso podía ser de la misma enfermedad, porque en las placas salían como las láminas de la contaminación por plomo. Ahí fue cuando me desesperé y dije: “Ya, ya no puedo hacer más nada, si hay que hacer algo yo no lo voy a hacer, porque no tengo poder para hacer nada, que lo haga Dios”. Porque te desesperas y tienes que acudir a algo, ¿me entiendes? Y la doctora le dio el alta y me dijo que lo llevara en seis meses, pero no lo he llevado más. Ahí tengo el disco, ahí tengo todos los papeles, ahí tengo la prótesis que le mandaron para la pérdida auditiva, ahí tengo todo. Yo lo veo bien. Yo, como madre, lo veo bien.

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La Empresa de Movimiento de Tierra Número 1 Contingente Raúl Roa García fue la encargada de ejecutar el saneamiento ambiental, específicamente, sus tres brigadas: Redes Soterradas, Movimiento de Tierra, y Trabajos Especiales; pero las que más trabajaron en la zona fueron las dos últimas, sobre todo la de Trabajos Especiales.

Los contratos no se conservan. Mileidys Cruz, especialista en medio ambiente de la empresa desde 2016, dice que los contratos solo se archivan por cinco años, luego se convierten en materia prima. Para saber en qué consistió el saneamiento habría que apelar a la memoria de la gente que trabajó en eso, la que queda viva.

Hay quienes fallecieron (un ingeniero de Trabajos Especiales, el director de la Brigada de Movimiento de Tierra, un jefe de brigada de Trabajos Especiales), hay quienes no saben, aunque recuerdan haber escuchado cosas al respecto, y hay quienes no se acuerdan de nada o se acuerdan de muy poco.

Gisela Estrada, entonces especialista en medio ambiente de la empresa, hoy especialista en calidad, dice que no se acuerda de nada.

Julia Fernández, entonces directora de operaciones, hoy directora adjunta del Contingente Raúl Roa García, estuvo varias veces en la obra, claro que la recuerda, pero dice que no puede precisar si hubo o no un proyecto que sirviera de guía, ni de dónde vino la orden.

Fernando Virosta, ingeniero de Movimiento de Tierra y jefe técnico en aquella época, es de los que no sabe, porque no atendió esa obra y nunca estuvo en la zona, aunque sí recuerda haber escuchado cosas al respecto. Resume que eso fue “un cohete que le mandaron al director”.

Cosme Pérez, director actual de la Brigada de Movimiento de Tierra, dice que ellos fueron para desviar el río y limpiar la zona.

—Pero, ¿quién diseñó eso? –pregunto a Pérez.

—Eso fue un pie. Nada de diseño, ni plano ni nada.

—¿Y quién decidió que había que desviar el río?

—No, quién lo decidió, yo no sé. El MICONS (Ministerio de la Construcción) cuando es pie, se hace, y después se resuelven los problemas.

—Ustedes fueron la brigada ejecutora.

—No, no, no. La brigada ejecutora fue civil (Trabajos Especiales). Nosotros fuimos de apoyo para desviar el río y limpiar el área con los buldóceres. Eso fue lo que hicimos.

Jorge Luis Vaillant, trabajador de Movimiento de Tierra, calcula que su Brigada movilizó a unos diez hombres, para que operaran dos buldóceres, un cargador y al menos cinco camiones de volteo. Recuerda que hicieron una excavación, recogieron escombros y desechos y los trasladaron hacia un vertedero que el Contingente tiene en la cantera Villena Revolución, ubicada en el municipio Boyeros.

Kenia Márquez, directora actual de la Brigada de Logística y Trabajos Especiales, tiene conocimiento de la obra, referencias que le han llegado de quienes estuvieron ahí excavando y sacando tierra durante varios meses. Ella entró a la Brigada en 2011 y es directora desde hace poco más de un año. Lo que puede agregar es que, por lo general, no hacen ese tipo de trabajo especial. Reparan aceras, contenes, túneles populares, hacen demoliciones, y a veces, ante desastres naturales, sanean zonas afectadas. Nada que tenga que ver con metales pesados o desechos tóxicos.

Quien dirigía Trabajos Especiales entre 2008 y 2009 era Lázaro Rivero, ahora jubilado, pero con bastante buena memoria.

—Ahí trabajamos nosotros como unos caballos, de lunes a sábado, como diez horas cada día, porque a eso se le dio prioridad uno. Hubo días que tuvimos hasta 30 hombres trabajando.

—¿Antes habían hecho un trabajo similar?

—No, yo nunca lo había hecho, que yo recuerde, ese fue el primer trabajo que se hizo de ese tipo.

Rivero, quien es técnico medio en mecanización, llevaba en ese momento tres años al frente de la Brigada, y al igual que Cosme Pérez, no puede responder quién diseñó la labor de saneamiento que emprendieron. Dice que cuando llegaban al lugar las instrucciones las recibían directamente de Servicios Comunales, del Gobierno Municipal de San Miguel del Padrón o de “compañeros de medio ambiente”, probablemente de CITMA.

—Los compañeros de medio ambiente no salían de ahí, estaban más tiempo en la obra que yo, mirando el trabajo que hacíamos y haciendo mediciones, y eran los que nos avalaban, pero nunca nos señalaron nada. Todo fue bien hasta que terminamos.

Una vez que la Brigada de Movimiento de Tierra terminó su parte, la de Trabajos Especiales se concentró en los patios de las viviendas: excavaban, “donde había necesidad de excavar”, hasta donde la tierra no se viera contaminada con “materias extrañas”; a veces, hasta diez centímetros de profundidad, otras, hasta veinte, y revestían con hormigón.

El patio de la casa donde vivía Yanet fue uno de los puntos donde más hubo que excavar. Alberto, el padre de su suegra, había enterrado un conjunto de desechos y herramientas en una especie de pozo de cuya existencia nadie en la familia tenía conocimiento, porque la yerba crecía encima, y hasta que el contingente no empezó a dar pico y pala, no se enteraron de que bajo sus pies había todo tipo de “suvenires” de la primera fundición.

—Hasta las calderas donde se fundía el plomo estaban allá abajo enterradas –dice Yanet–. Y nosotros no sabíamos. Las calderas, los cucharones. Todo eso lo sacaron.

Como en las excavaciones en los patios continuaban apareciendo desechos peligrosos, el antiguo Jefe de Brigada cuenta que se abrió una trinchera al final de la cuadra, como del tamaño de una cancha de tenis y de unos cuatro metros y medio de profundidad, para depositarlos en ella. Ese hueco, y nada más, fue lo que hizo la Brigada de Redes Soterradas, que era la que disponía de una retroexcavadora. Luego los hombres de Trabajos Especiales se ocuparían del resto.

—Todo lo que iba saliendo, como pedazos de baterías, cosas que no se podían dejar, se iba tirando para allí; para no estar trayendo camiones y equipos –explica Rivero.

—¿Y toda esa trinchera se llenó con desechos?

—No, no, no fue mucho lo que se recogió. No era una cosa alarmante.

Una vez que terminaron con los patios, utilizaron la misma tierra que habían sacado –que según Rivero no estaba contaminada– para tapar la trinchera, pusieron encima una capa de hormigón de 20 centímetros, y en los costados, lozas hexagonales.

En Villalobo entre Iris y Final no quedó un patio sin cementar después del saneamiento. Yamila Jiménez, vecina del 11212, dice que en el suyo apenas dejaron con tierra al descubierto la medida exacta del fondo de un cubo para que sembraran una planta.

Solo las viviendas del asentamiento ilegal, que colinda con la zona donde estuvieron las fundiciones, quedarían con la tierra sin tocar. Ni en las adyacentes a la trinchera hormigonada, ni en las más alejadas, ni en las que incluso se detectaron casos de menores expuestos al plomo se echaría una gota de mezcla.

Las familias del asentamiento ilegal más temerosas, o precavidas, harían una versión personal de saneamiento: colocarían retazos de mantas impermeabilizantes de techos o sembrarían flores.

Pero, con los años, el saneamiento ambiental se iría deteriorando.

Ya en 2018, el panorama es drásticamente distinto al que había nueve años antes. Se han perdido varios metros de lozas hexagonales y se ha desgastado el asfalto de los trillos del asentamiento ilegal y del final de la calle.

El sitio donde se levantaba la casa de Helena Rodríguez es un basurero al que, a cada rato, cuando Comunales pasa demasiado tiempo sin aparecer, le prenden candela. Ahí, en particular, lo que ha desgastado el asfalto o más bien lo ha hecho desaparecer por completo ha sido una combinación de incendios esporádicos con empleo de maquinaria pesada para recoger la basura.

Hoy, en Villalobo, entre la maleza exuberante, apenas se distingue la trinchera donde se enterraron los desechos que iban saliendo en las excavaciones de los patios. Y encima de la trinchera: niños jugando fútbol, niños jugando cartas, niños jugando cualquier cosa.

La zona del desastre, compuesta por ruinas de viviendas, escombros, dos matas de mango y un basurero casi siempre rebosante, se ha convertido en la principal zona de recreación infantil de la comunidad.

***

En octubre de 1994, Cuba firmó su adhesión al Convenio de Basilea sobre el control de los movimientos transfronterizos de los desechos peligrosos y su eliminación. Desde entonces, entre sus obligaciones como Parte se encuentra asegurar que tales desechos –entre los que se identifican al plomo y sus compuestos– se gestionen y eliminen de una manera ambientalmente racional.

En 1999, el Centro de Inspección y Control Ambiental (CICA) de la Oficina de Regulación Ambiental y Seguridad Nuclear, adscrita al CITMA, fue designado como Autoridad Competente y Punto de Contacto del Convenio de Basilea en el país, y en septiembre de 2009, en la Gaceta Oficial de la Rep

De aquí y de allá

De aquí y de allá

A continuación ofrecemos un compendio de noticias y comentarios acerca de declaraciones del viceministro de cultura Fernando León Jacomino al medio ruso Sputnik, a propósito de la polémica desatada en Miami por el reciente concierto de Gente de Zona en La Habana, la presentación de un ciclo de obras cinematográficas de Ricardo Figueredo, la salida al mercado de nuevos libros sobre arte cubano contemporáneo, la entrega del Premio Gabo 2019 a la joven y talentosa periodista Mónica Baró Sánchez y mucho más.

 

Obras del cineasta Ricardo Figueredo en ciclo de INSTAR

Conocí a Ricardo Figueredo cuando él trabajaba en Radio Ciudad Habana y era partícipe de espacios como Disco Ciudad, ese maravilloso programa de Juanito Camacho al cual hay que agradecerle haber promovido por acá tanta música buena e ignorada por el gran público cubano. Desde entonces, siempre que Ricardo y yo nos encontramos en cualquier rincón de la capital de los cubiches, nos damos un gran abrazo y en pocos minutos nos ponemos al día de los respectivos proyectos en que ambos andamos. Por eso he sentido enorme satisfacción al enterarme de la muestra que, con obras de Figueredo, tuvo lugar recientemente en el Instituto de Artivismo Hanna Arendt (INSTAR), ciclo dirigido y organizado por la actriz y escritora Lynn Cruz.

Desde la condición de cineasta, Ricardo ha tenido como principal objetivo en sus filmes mostrar las vivencias y carencias del cubano de a pie. En la muestra de Cine Independiente-Cine Pendiente, celebrada del 27 al 29 de septiembre, se exhibieron cuatro de las obras de Figueredo, a saber: Despertar y Operación Alfa (2011), La singular historia de Juan sin nada (2016) y La teoría cubana de la sociedad perfecta (2018), el más reciente trabajo de este creador.

En sus documentales, Ricardo Figueredo expone, por medio de apelar a testimonios y entrevistas, fenómenos de la sociedad cubana de nuestros días, como los problemas generados por la doble moneda, el emergente sector privado y sus dificultades para desarrollarse, la prostitución, el consumo de drogas y la discriminación hacia minorías como la de los homosexuales.

A la par de su carrera como cineasta independiente, Ricardo Figueredo se ha desempeñado como productor en el ICAIC, donde ha participado en disímiles proyectos de dicha institución. En la actualidad, Figueredo labora en un nuevo material fílmico acerca de la emigración cubana en sus múltiples variantes y cómo ha marcado el devenir nacional en las últimas décadas, tema recurrente desde finales del pasado siglo en las distintas manifestaciones artísticas llevadas a cabo por los nacidos en la mayor isla del Caribe y que residen en el país o son parte de su diáspora

La «tortura mediática» que sufren los artistas que tocan en Cuba y regresan a EEUU

Son los cubanos más conocidos del reguetón latino, pero se encuentran en medio de una polémica en EEUU tras ofrecer un concierto gratuito de su popular grupo Gente de Zona en La Habana. El viceministro de Cultura de Cuba, Fernando León Jacomino, dijo a Sputnik que los músicos «han sido torturados mediáticamente» tras su regreso a Florida.

La agrupación cubana de reguetón Gente de Zona es reconocida internacionalmente por hits como Bailando, junto a Enrique Iglesias, y La Gozadera, con Marc Anthony. El 7 de septiembre, la banda se presentó en La Habana por el cierre del verano en la isla.

Al evento, que tuvo lugar en el malecón habanero, asistieron más de 5.000 jóvenes, según estadísticas oficiales, además de personalidades de la cultura y del Gobierno cubano. Sin embargo, cuando los artistas regresaron a Estados Unidos, donde son residentes legales y tienen convenios con la discográfica Magnus, los medios de Miami  criticaron su concierto en la isla y arremetieron contra los reguetoneros.

Incluso, la candidata republicana al Congreso de EEUU, la cubana María Elvira Salazar, incitó a a través de las redes sociales a apoyar una campaña que circula en redes sociales para retirar la green card* a los reguetoneros.

Para el viceministro de Cultura, lo que hacen hoy con Gente de Zona, forma parte de un mecanismo de «tortura» mediática que los obliga a declarar en contra de Cuba para mantener su carrera internacional, a pesar de residir en el supuesto país de la libertad.

«Cuando llegaron a Estados Unidos, los amenazaron con quitarles la green card (…). Los muchachos terminaron declarando contra Cuba. Es mucha la presión, lo que hacen con Gente de Zona es torturarlos mediáticamente hasta que terminan declarando lo que ellos quieren», denunció Jacomino.

«Pero no podemos distanciarnos de ellos, tenemos que hablar y seguir trabajando. Además, ¿nos vamos a distanciar de esos muchachos que se formaron en Cuba y que además fueron a La Habana y no cobraron un peso por hacer ese concierto? Nosotros no nos podemos dar ese lujo», agregó.

Asimismo, el viceministro afirmó que «así ha pasado siempre». Contó, por ejemplo, un episodio en 1983, cuando el salsero venezolano Óscar de León visitó Cuba mientras vivía en EEUU, y a su regreso tuvo que retractarse ante los medios de todo lo que hizo y dijo en la isla caribeña.

«En Cuba besó la tierra, dijo que era la tierra de Benny Moré y que era la más grande», recordó.

No obstante, a pesar de los dimes y diretes, «la visita del salsero a Cuba transformó por completo el universo de la música popular cubana, y tuvo un valor cultural que no puede negar ninguna censura», resaltó Jacomino.

Durante la 42 Feria del Libro de Uruguay, en la que Cuba es el país invitado de honor, Jacomino también dialogó con Sputnik sobre el intercambio cultural entre la isla y EEUU, que a su juicio «se ha reducido drásticamente» desde que asumió la Presidencia Donald Trump en 2017.

«El intercambio cultural se mantiene, aunque cada vez más aislado. Se ha reducido drásticamente, pero todavía hay muchas agrupaciones artísticas cubanas que viajan a Estados Unidos aún en estas condiciones», dijo.

Según explicó, hoy día el intercambio está muy fragmentado, «van un fin de semana, tocan en Los Ángeles, Nueva York o en Puerto Rico, pero no existe la posibilidad de armar un circuito».

A pesar de las limitaciones, destacó que hay mucho interés de los artistas estadounidenses por presentarse en los escenarios cubanos aunque no pueden cobrar.

Sin embargo, hasta ahora solo se atreven «los que tienen una postura de izquierda irrenunciable o los que están dispuestos a correr riesgos», indicó el jerarca.

«Nosotros estamos en la mejor disposición de sostener el intercambio cultural con EEUU (…) lo que a ellos les preocupa es que el pueblo estadounidense descubra qué es lo que les están prohibiendo, porque eso sería fatal para el bloqueo contra Cuba», concluyó Jacomino.

* Nota del editor de Miradas Desde Adentro:  green card es la tarjeta que otorga el permiso de residencia en EEUU.

Tomado de Sputnik Mundo, URL:

https://mundo.sputniknews.com/sociedad/201910021088851946-la-tortura-mediatica-que-sufren-los-artistas-que-tocan-en-cuba-y-regresan-a-eeuu/

Nuevos libros sobre arte cubano contemporáneo

Dos nuevos libros se suman al catálogo de obras que estudian el arte cubano contemporáneo. Se trata de los títulos El fin del gran relato y Pan fresco, ambos salidos al mercado en el presente 2019.

Pan fresco, editado por Almenara, es un compendio de textos críticos a propósito del arte cubano, preparado a cuatro manos por Henry Eric Hernández y Clemens Greiner. En el texto se incluyen ensayos de artistas y críticos cubanos residentes en el país y fuera de él, como Mailyn Machado, Héctor Antón, Orlando Hernández y Anamely Ramos.

Por su parte, El fin del gran relato es un material que se aproxima analíticamente a obras cuestionadoras de la realidad nacional, concebidas por  artistas como Carlos Garaicoa, Luis Manuel Otero Alcántara, Ezequiel Suárez, Isabel Cristina Gutiérrez y Laura Pérez Insua, José Ángel Toirac, Los Carpinteros, Celia & Yunior, Yornel Martínez y Reynier Leyva Novo. Entre los ensayistas participantes en este libro figuran Suset Sánchez, María A. Cabrera Arús y Carlos Alberto Aguilera.

Tanto El fin del gran relato como Pan fresco son libros cuestionadores, de esos que ponen a pensar al lector, para estar de acuerdo o no con las opiniones de los autores, y a la postre resultan testimonio de las complejidades del arte cubano contemporáneo.

La cubana Mónica Baró, Premio Gabo 2019 por ‘La sangre nunca fue amarilla’

La cubana Mónica Baró Sánchez obtuvo el Premio Gabo 2019 en la categoría de Texto por el reportaje «La sangre nunca fue amarilla», que reconstruye un caso de envenenamiento por plomo en el municipio de San Miguel del Padrón acontecido a mediados del siglo pasado y que fue publicado por la revista digital independiente  Periodismo de Barrio.

«Estamos rodeados por venenos que nunca percibimos (…) No sabemos que muchos de los problemas de salud que padecemos se deben a tóxicos en el ambiente», manifestó Baró, al recibir el galardón en Medellín.

«¡Ganamos! Y ganamos en plural porque no gané sola. Este Premio Gabo es para Cuba, para el  periodismo independiente, para Periodismo de Barrio, y para todas las personas que creen en las libertades de prensa y expresión y en la búsqueda de la verdad», dijo Baró en Facebook.

La investigación y denuncia periodística de problemas sociales como los daños causados por la contaminación, los desaparecidos, la trata de mujeres y la persecución a los inmigrantes indocumentados fueron galardonados este jueves (3 de octubre) en la edición de este año de los premios dedicados a Gabriel García Márquez.

Esta séptima edición del Festival Gabo, que distingue las mejores historias del periodismo de Iberoamérica, escogió en su séptima edición a los ganadores entre 1.730 postulados a las categorías de Texto, Imagen, Cobertura e Innovación.

Univisión Noticias Digital, de EEUU, fue premiado en la modalidad de Imagen con «America First: El legado de una redada migratoria», trabajo compuesto por un especial multimedia bilingüe y un documental de 42 minutos sobre las consecuencias de una operación contra 389 indocumentados, en su mayoría guatemaltecos, llevada a cabo en 2008 en Postville, en el estado de Iowa.

Al recoger el premio, la periodista española Almudena Toral habló en nombre del equipo de Univisión y dedicó el galardón «a la gente muy resiliente de Postville, a las familias que todavía siguen rotas» por las redadas migratorias.

El mejor trabajo de Cobertura fue «El país de las dos mil fosas». sobre el drama de los desaparecidos en México, producido por un grupo de periodistas independientes.

Esta investigación hecha por A dónde van los desaparecidos, Quinto Elemento Lab (México y EEUU), mostró por primera vez «la expansión del hallazgo de fosas clandestinas en México entre los años 2006 y 2016», durante el periodo de la llamada guerra contra las drogas.

«Era el momento de buscar las lógicas al terror ante la necesidad de buscar lo inexplicable», expresó la periodista Marcela Turati, quien habló en nombre del equipo galardonado.

Agregó que al hacer esta investigación decidieron «desenterrar las cifras ocultas, sabiendo que no son cifras, son personas, sabiendo que cada número representa uno que nos falta y una familia que lo está buscando sin descanso».

Una tragedia de similares características, la trata de mujeres en México y Venezuela, muchas de las cuales acaban asesinadas y desaparecidas, recibió el Premio Gabo en Innovación.

Esta investigación tuvo como punto de partida el asesinato de mujeres venezolanas, argentinas y mexicanas que estaban involucradas con el portal de servicios sexuales zonadivas.info.

«Mujeres en la vitrina, migración en manos de la trata zonadivas.info» es un trabajo de los medios Pie de PáginaFusiónEnjambre Digital (México) y El PitazoTalCualRunrunes (Venezuela).

La periodista Mónica González, que habló en nombre del equipo premiado, señaló que las víctimas de estas redes de trata de mujeres dejan sus países para ir en busca de un sueño «y encuentran acoso, violencia y muerte».

El punto alto de la ceremonia llegó al final de la noche cuando Jesús Abad Colorado subió a la tarima por el Reconocimiento a la Excelencia, galardón más que merecido por los 26 años que lleva recorriendo Colombia con su cámara al hombro para retratar la tragedia del conflicto armado y el dolor y la capacidad de resistencia y resiliencia de las víctimas.

En su discurso, repleto de citaciones a su familia y de homenajes a los campesinos que son «los que ponen los muertos en la guerra», pidió que cese el asesinato de líderes sociales, algo que, según dijo, «debería avergonzarnos».

«Cada uno de los que estamos aquí podría ser un líder en el Pacífico o en el Cauca, en el Catatumbo o en el Bajo Cauca, en Nariño o en el Meta, y que tal que cada uno de ustedes fuera asesinado por defender la vida, proyectos medioambientales que lideran para que no se repita la guerra», dijo a los asistentes.

Colorado llevó como invitadas a la gala a varias víctimas del conflicto armado, como Domingo Chalá, que en mayo de 2002 tuvo que recoger los restos de numerosos familiares y vecinos asesinados en Bojayá, en el departamento del Chocó (oeste). La matanza se cobró la vida de al menos 74 personas.

El Festival Gabo también destacó el trabajo de Luis Enrique Rodríguez, director alterno del servicio informativo de Caracol Radio, a quien le fue otorgado el Reconocimiento Clemente Manuel Zabala a un editor colombiano.

Información procedente del Festival Gabo.

De 3ra. Y G hasta el Yale MacMillan Center

A propósito del 60 cumpleaños de la Casa de las Américas, el próximo 11 de octubre se celebrará en el Council on Latin American and Iberian Studies (CLAIS), del Yale MacMillan Center, el taller Casa de las Américas en sus sesenta: reflexiones sobre su historia, su impacto y su futuro.

Según lo trascendido, el evento persigue como objetivo promover el debate, la reflexión y la “exploración académica de la historia, el impacto social y cultural, y el futuro” de la institución radicada en 3ra. Y G, Vedado.

Para la ocasión han sido convocados prestigiosos especialistas vinculados de una u otra manera con la historia intelectual de Cuba de 1959 hasta nuestros días. Entre ellos se hallan los cubanos Rafael Rojas, profesor e investigador de El Colegio de México, quien dictará la ponencia “La teoría de la literatura latinoamericana como capítulo de la Guerra Fría”, Odette Casamayor, de la Universidad de Pennsylvania, que hablará sobre “El Caribe negro de la Casa de las Américas” y Maité Hernández-Lorenzo, Directora de Comunicación e Imagen de la propia Casa, que presentará el “Proyecto Línea del Tiempo” de la institución. Igualmente, estarán presentes los ensayistas y profesores puertorriqueños Juan Carlos Quintero Herencia, de la Universidad de Maryland, y César Salgado, de la Universidad de Texas en Austin, quienes abordarán temas relacionados con “Leer la Casa de las Américas hoy” y “La espectralidad en Casa”.

Es válido señalar que el Council on Latin American and Iberian Studies es un centro de investigación dedicado a auspiciar el intercambio cultural con América Latina, España y Portugal. Como parte de su política de vinculación con distintas facultades de la Universidad de Yale, organiza y apoya conferencias, simposios, clases magistrales y demás eventos que cubren un amplio espectro de atención que va desde cuestiones culturales e históricas hasta medioambientales. En 2016 CLAIS inauguró un programa para estudiantes norteamericanos en la isla denominado Cuba Initiative.

El Apartamento con Diana Fonseca y Arlés del Río en Expo Chicago 2019

Por Jamila Medina Ríos

En la recién concluida Feria de Chicago, acontecida del 19 al 22 de septiembre, se exhibieron en la sección Exposure varias obras de los artistas visuales Diana Fonseca y Arlés del Río, de la nómina galerística de El Apartamento.

Diana Fonseca (La Habana, 1978) es una creadora multidisciplinaria que se ha desenvuelto con soltura entre el dibujo, la escultura, la instalación y el videoarte. Como se ejemplifica, entre lo exhibido en Chicago, con esa brújula intervenida que nos compele (You are the way), la artista tiene la gracia de convertir los eventos y elementos cotidianos, pasados a través del tamiz de su mano y de su mirada, en piezas de tono lírico, extraordinario y profundo a un tiempo –como destaca su propia galería.

Las piezas de Diana de la serie Degradaciones nos sumergen en distintas semblanzas de La Habana, contemplada no ya sólo desde el realismo –como en tantos casos– sino desde la abstracción. En lo abstracto, justamente, coinciden las muestras de este dueto creativo que ha asistido a uno de los eventos del arte contemporáneo que anima el otoño de Chicago. La sección Exposure, donde coincidieron Arlés y Diana (como Booth #361), fue curada por Naima J. Keith y albergó tanto exposiciones en solitario como a dúo de artistas emergentes, promovidos por galerías que llevan diez o menos años de trabajo.

En lo que respecta a Arlés del Río (La Habana, 1975), su desenvolvimiento se halla marcado –según El Apartamento– por la creencia en el azar y, por tanto, por el trabajo con el objet trouvé, así como por la ironía y el sarcasmo, en busca de devolvernos una mirada desautomatizadora sobre nuestras realidades, ya sea en el orden de lo social, lo artístico o lo político.

Los títulos de Arlés (Cirugía plástica, Resiliencia) hacen patente su diálogo con referentes extrartísticos que entrelazan sus obras con públicos y ámbitos de mayor alcance. Asimismo, la instalación suya que fue llevada a Chicago toca, entre otros, el tema de la (in)comunicación: el entramado de voces (comidillas, susurros, orejas paradas/oídos sordos) en que nos desenvolvemos, ya en el ámbito de lo personal como en el de lo profesional, sin saber salirnos a veces de esos laberintos autofágicos que nos mancan para mirar más allá de nuestras narices, de nuestro coto de caz/sa, de nuestro patio.

La Expo Chicago es una exposición internacional de arte contemporáneo y moderno, establecida en esa ciudad como feria que acontece cada septiembre. Según su propia página, “se lleva a cabo en el histórico Navy Pier, cuya vasta arquitectura abovedada alberga galerías de arte internacionales [y] una de las plataformas de más alta calidad para el arte y la cultura contemporánea global, […] paneles de discusión, proyectos específicos del sitio curados de forma exclusiva, cine de vanguardia y trabajo en nuevos medios, visitas guiadas y exposiciones especiales de instituciones de renombre.”

Dedicados “a una programación rigurosa y desafiante”, sus organizadores convocaron, además de la habanera El Apartamento, otras galerías de diferentes países y regiones, como Ascaso Gallery de Miami, Bergamin & Gomide de São Paulo, la madrileña Javier López & Fer Francés, la Galeria Nara Roesler con sedes en New York y São Paulo y Galleria Continua con representación en Italia, Canadá, China y Cuba.

Tomado del Blog de Noticias de Rialta Magazine, URL:

http://rialta-ed.com/el-apartamento-con-diana-fonseca-y-arles-del-rio-en-expo-chicago-2019/

Polémicas con niveles chancleteros

Polémicas con niveles chancleteros

En mi opinión, la intolerancia (problema que, como advirtiese Octavio Paz, no estaría tanto en el tipo de doctrina que se porta sino en la forma) entre cubanos que piensan distinto a la hora de discutir un problema, va más allá de las diferencias políticas e ideológicas, para formar parte de nuestra (in)cultura cotidiana. Pensar lo que otro nos dice y admitir que puede tener parte de o toda la razón, para nosotros es una proeza y así, hemos obviado una moraleja de Jorge Luis Borges: “Hay que saber elegir los enemigos, porque al final terminamos pareciéndonos a ellos”. De ahí el hecho cierto de que entre nuestros compatriotas perduran las equívocas tendencias que confunden el debate y la discrepancia de corte intelectual, en el peor de los casos, con el linchamiento del enemigo o, en la menos desafortunada de las situaciones posibles, con el mero y llano intercambio de cortesías, por lo que promover y auspiciar la discusión con las múltiples voces e ideas de la esfera pública, no es solo un acto legítimo sino también indispensable para progresar en la aspiración de alcanzar alguna vez un diálogo carente de dogmas y juicios totalizadores, en el que predomine un consenso signado por una buena dosis de serenidad y respeto.

Es este un problema de larga data entre nosotros y sigue siendo una asignatura pendiente. Como pequeña muestra de una de tantas polémicas entre cubanos que han registrado niveles chancleteros, reproduzco un trabajo de Carlos Espinosa Domínguez a propósito de una discusión entre Desi Arnaz y Joaquín M. Condall, ejemplo de lo que no debería ocurrir pero que tristemente en el mundillo cubiche continúa sucediendo en la actualidad.

Un avispero alborotado

En 1954, la acusación de Desi Arnaz de que Joaquín M. Condall plagiaba su popular programa de televisión, dio lugar a una acalorada polémica en la que se involucraron otras personas

Carlos Espinosa Domínguez

Aranjuez | 06/09/2019 10:38 am

En 1954, la revista Bohemia, la más popular y leída de la Isla, dio cabida en sus páginas a una acalorada y curiosa polémica que tuvo como centro a Desi Arnaz (1917-1986), pero en la cual se involucraron otras personas. De hecho, el famoso actor y músico de origen cubano solo intervino al inicio, cuando unas declaraciones suyas prendieron la llama de una controversia que subió bastante de tono e irritación verbal.

Todo empezó cuando Vicente Cubillas Jr., corresponsal de Bohemia en Nueva York, publicó en el número del 11 de abril de 1954 un reportaje titulado “Desi y Lucy: el Matrimonio Ideal”, que iba ilustrado con fotos de Osvaldo Salas. En el mismo, entrevistó a Desi Arnaz y a Lucille Ball, quienes formaban una exitosa pareja sentimental, televisiva y empresarial.

En ese momento, se estrenaba en Nueva York la película The Long, Long Trailer, protagonizada por ambos, y se hallaban en la ciudad. La semana anterior, la firma de cigarros Phillip Morris había contratado su programa I love Lucy por la fabulosa suma de 8 millones de dólares. Era el espaldarazo definitivo para el espacio de media hora que por casi tres años ocupaba el número 1 de audiencia. Cada lunes, a las 9 de la noche, millones de personas se sentaban ante el televisor para seguir la historieta semanal del matrimonio integrado por Lucy y Ricky Ricardo.

De acuerdo al periodista, la visita de la pareja a Nueva York fue un hecho sin precedentes, y la prensa la consideraba como la más importante desde la realizada por la reina Isabel y su esposo. En el aeropuerto, Lucy y Desi fueron recibidos con una banda de música, así como por millares de admiradores. Y después celebraron una conferencia de prensa a la cual asistieron 400 periodistas. The Long, Long Trailer se estrenó en el Radio City Music Hall y batió los récords de taquilla. Del hotel Waldorf Astoria donde se hospedaban, la pareja tuvo que mudarse en secreto, para eludir a centenares de visitantes.

Charles Pomeratz, su agente, aseguró a Cubillas Jr. que en los diez días que pasarían en Nueva York Desi y Lucy no tenían tiempo libre, y que la suya era la única entrevista individual que concedían. Tuvo lugar en el hotel Carlyle, y al entrar el saludo de Arnaz fue: “¡Buenas tardes para todo el elemento!”. Su nombre completo era Desiderio Arnaz y de Acha, y el periodista lo define como “un santiaguero alegre y decidor a quien veinte años lejos de Cuba no han hecho mella en su campechanía”.

Acerca de sus orígenes, Arnaz cuenta: “Nací en Santiago de Cuba, en marzo de 1917. Mi padre tenía mucha plata y fue dos veces alcalde de la ciudad, hasta 1932 en que lo eligieron representante de la Cámara. Vino la revolución del 12 de agosto de 1933 y mi padre cayó preso. Mamá y yo nos fuimos a Miami con 500 pesos, que era la única fortuna que nos quedaba. Desde allí hicimos mil gestiones hasta que seis meses después, papá pudo reunirse con nosotros en Miami”.

¿Le guarda rencor a los revolucionarios que prendieron a su padre?, le pregunta el periodista. A lo cual Arnaz responde: “¡Nunca! ¡Al contrario! Les estoy muy agradecido, pues, de no haber sido así, seguiría siendo un santiaguero más, con algunos pesos, pero perdido en el montón. Si ellos no tumban a Machado, todavía andaría yo por Santiago de Cuba, bañándome en La Socapa, o diciéndole piropos a las muchachas en la Plaza de Marte”.

Habla luego de los primeros trabajos con los que se ganó la vida en Miami; de sus inicios en la música; de su paso por Broadway; de cómo conoció a Lucy durante el rodaje de Too Many Girls. Pero no dedicaré espacio a esos aspectos y pasaré referirme a las declaraciones suyas que dieron lugar a lo que después se suscitó. Nada más empezar la entrevista, Arnaz le confiesa a Cubillas Jr. que tenía mucho interés en ella, pues Bohemia le da la oportunidad para desenmascarar a un “individuo poco escrupuloso”. La persona a quien alude es el productor y director Joaquín M. Condall (1923-2010), sobre el cual expresa: “¡Ese tipo es un caretudo!”. Y pasa entonces a explicar por qué.

“Condall me ha robado la producción de I love Lucy y la vendió en Cuba como propia. Estoy enterado de todo, pues recibí una carta de una amiga mía llamada Elena Rivas, con varios recortes de periódicos y revistas hablando del asunto. Y para colmo, este individuo ha tenido el descaro de decir que se entrevistó conmigo en Hollywood y que lo autoricé a usar los libretos de I love Lucy”.

A lo anterior Arnaz agrega este comentario: “Lo que me duele es que sea un cubano el que haga esto. Yo sé que en Cuba el programa Mi esposo favorito que aparece escrito por Condall, no es más que un plagio de nuestro I love Lucy. Así que mientras yo me esmero en que el público americano se ría con las ocurrencias del «cubano» Ricky Ricardo y en elogiar las cosas de mi patria de origen, que será siempre mi verdadera patria, en casi todos los programas, se aparece un paisano a despojarme inicuamente”.

Un enemigo de todos los cubanos

Al final del reportaje, Cubillas Jr. le pregunta si quiere decir algo especial al público cubano. Copio la respuesta que le dio Arnaz: “Segurísimo. Que llevo a Cuba en el corazón. Y que a mí no me ha alcanzado el tiempo para enseñar a amar a mi patria a mi esposa, a mis hijos y a mis amigos. En Hollywood, en Nueva York, donde quiera que me encuentro yo soy el cubano Desi Arnaz. Y Lucy, con orgullo, dice que ella es la esposa del cubano Desi Arnaz”.

El 25 de abril, Bohemia publicó un reportaje de Bernardo Viera titulado “¡Desi Arnaz es enemigo de todos los cubanos!”. Era una entrevista al “joven libretista” Joaquín M. Condall, quien responde a las acusaciones de Arnaz. En realidad, lo que se dice responder, no lo hace. En lugar de contestar con argumentos convincentes, se dedica a lanzar insultos contra Arnaz: “¡Desi Arnaz es un mentiroso! Que busque la publicación donde salieron esas declaraciones que me atribuye, en las que yo digo que recibí permiso de él para reproducir los libretos… ¿Cómo voy a decir eso si mis libretos son originales?”.

Tras esas declaraciones, a la entrevista llegan Rosita Fornés y Armando Bianchi, protagonistas de Mi esposo favorito, quienes han suspendido un ensayo para venir a animar a Condall. “Lo que sucede es que siempre atacan al que triunfa y Condall es un triunfador”, comenta Bianchi. Rosita, por su parte, expresa: “¡Es injusto Desi Arnaz! Nuestro programa no es un plagio de I love Lucy… Ese señor no puede guiarse por cartas irresponsables”. A ellos se suman luego los actores José Antonio Rivero y Velia Martínez. El primero declara: “Mi personaje «El Truco», igual que otros creados por Condall, son sacados de la calle y puestos en la televisión. Son tipos muy cubanos, cubanísimos, para que el esposo de Lucille Ball diga que son copias de los de su programa”. Por su parte, Martínez opina que “es ilógico lo que dice Arnaz. Él nunca ha visto el programa ni ha leído un libreto para hacer semejante acusación”.

Condall interviene de nuevo: “Lo que sucede es que Desi Arnaz es enemigo de todos los cubanos. Su personaje de la televisión, Ricky Ricardo, es el tipo chusma y marrullero que se imaginan los norteamericanos que somos los nosotros los cubanos. Además, ¿cómo me va a acusar de plagio un señor que lleva muchos años viviendo de la música que le ha robado descaradamente a Miguelito Valdés y a Xavier Cugat?”. Expresa después algo que le desmentirán documentalmente en la propia revista Bohemia: “Yo no sé lo que le pasa a este tipo, a él le duele que yo haya sido hombre de confianza y coproductor de Max Liepman, el mejor productor de la televisión americana y enemigo de Arnaz. Él ve en mí a uno de los que puso en peligro su programa cuando sacamos el Show de Shows con Imogene Coca y Sid Caesar, que sí son comediantes de verdad”.

Condall finaliza la entrevista diciendo: “El señor Arnaz me llama caretudo injustamente. Él sí usa una falsa careta de patriotero para humillar a Cuba y todos los cubanos. Cualquiera de nosotros que hemos vivido en Nueva York nos hemos sentido humillados viendo el programa de este «esposo con suerte»”. Y concluye: “Si Desi Arnaz quiere venir a discutir conmigo, tiene que hacerlo como turista, porque renunció a Cuba desde hace muchos años, cuando tuvo que abandonarla por machadista”.

La polémica no quedó ahí, sino que continuó. Pero curiosamente quienes la prosiguieron no fueron Arnaz ni Condall. El 9 de mayo, Cubillas Jr. publicó, bajo el título de “Voy a sacar la cara por Desi Arnaz…”, un artículo en el que pasa a defender a este. Explica que lo hace porque Arnaz “es un hombre muy ocupado, metido en negocios de millones de dólares”, y “no tiene tiempo disponible para sacudirse la mosca de la solapa o, hablando en términos más respetuosos, para ponerse a discutir con el improvisado escritor con apellido que huele a blasón”. A él, en cambio, le alcanza el tiempo, y, además, le molesta el tono de las mentiras dichas por Condall, “libretista de hace un ratito”.

Comienza por apuntar que todos los lunes ve I love Lucy y en ningún momento ha observado que Arnaz humille a los cubanos. Por el contrario, contribuye a que muchos norteamericanos “se den cuenta, a través de la elegancia con que viste Desi Arnaz y el ingenio y la gracia con que actúa, que somos un país civilizado, a un tiro de piedra de las costas de la Florida”. Por eso, entre otras razones, se considera aludido, así que, empleando el lenguaje que mejor entiende Condall, va a cogerse la bronca para él y dar la cara por Arnaz.

Su primer argumento contra Condall es que considera cuando menos sospechoso que los personajes de Mi esposo favorito son cuatro, como en I love Lucy. Asimismo, el de Rogelio Hernández, el vecino, parece “una copia al carbón” de Fred Metz, el vecino de Ricky Ricardo interpretado por William Frawley. El periodista recuerda luego que cuando Mi esposo favorito se empezó a emitir, los críticos del patio acusaron a Condall, de plagiar los libretos de I love Lucy. Y apunta: “Después, me imagino, ocurrió lo del cubaneo… ¡y todo se quedó así!”. (A modo de información, anoto que Mi esposo favorito comenzó a emitirse al año siguiente de I love Lucy, cuyo primer episodio se estrenó el 15 de octubre de 1951.)

Insultos y bajezas

Cubillas Jr. estima pertinente advertir a los lectores que no es “ni perdonavidas, ni matón, ni guapo a sueldo de Desi Arnaz. Solamente soy un periodista amante de la verdad y la justicia, con dieciocho años de ejercicio activo y en cuyo historial no se ha anotado nunca un insulto, ni una mentira, ni una rectificación”. Y agrega que, si emplea un lenguaje un tanto violento al dirigirse a Condall, ruega que se tome en cuenta cuál tiene que ser su estado de ánimo al enterarse de “los insultos y de las bajezas en que ha incurrido este impostor”.

Justifica su defensa de Arnaz expresando que no puede permitir que Condall “llame mentiroso y machadista a Desi Arnaz, cuando el mentiroso es él, y Desi era un chiquillo de dieciséis años, ajeno al trajín político el 12 de agosto de 1933”. Y de inmediato pasa a descargar su artillería pesada y le plantea al “desafiante Condal” este cuestionario:

“¿Quiere que le diga a casa de quién iba él todos los lunes por la noche, cuando vivía en Nueva York, bien provisto de libretas y lápices, para anotar las incidencias del programa I love Lucy? ¿Y los sábados por la noche, para copiar también los eventos del programa Your Show of Shows, producido por Max Leibman y estelarizado por Sid Caesar e Imogene Coca? ¿Quiere que le diga cómo le sacaron en limpio sus anotaciones y le dieron forma, para que pudiera enviar algunos libretos de muestra a cierto productor de la televisión cubana? ¿Quiere que le repita, asimismo, el día que llegó por primera y única vez a Nueva York; en qué línea aérea hizo el viaje; en qué hotel y en qué cuarto se hospedó aquí; en qué academia de televisión se matriculó en junio de 1952, permaneciendo solamente una semana en la misma? ¿Quiere que le diga por qué se firma Joaquín M.? ¿Quiere que le diga qué esconde el apellido cuya inicial es esa M?”. (Tras leer esas preguntas, este cronista se pregunta si, aparte de ser corresponsal de Bohemia en Nueva York, Cubillas Jr. no tendría también un empleo a tiempo parcial también en la Agencia de Detectives Pinkerton.)

El periodista revela algo que pone en entredicho una afirmación de Condall. A través de su Jefe de Relaciones Públicas, se puso en contacto con Max Liepman, quien le hizo saber, indignado, que no conocía al señor Joaquín M. Condall; y que lo considera un “enfermo mental” y un “mentiroso psicopático” por haber manifestado que él era enemigo de Desi Arnaz, pues es un gran amigo y admirador. Para reafirmarlo, citó a Cubillas Jr. para hacer una declaración pública que, de acuerdo a lo que adelanta este, “aparecerá en Bohemia, desmintiendo los infundios de Condall”.

El reportaje finaliza con estas palabras del periodista dirigidas al libretista: “Si él quiere, yo puedo decirle todas las verdades encerradas en este avispero que él mismo ha terminado de alborotar. Pero tiene que pedírmelo públicamente… para que todos los cubanos que se ríen con la interpretación de los libretos que él dice que escribe, se rían esta vez con él o de él, como personaje de una trama originalísima que escapó a su mente genial de libretista-productor-director. Que me lo pida, y se lo diré en Bohemia. Y por radio y televisión. Si esto buscaba, ahí lo tiene. Para que no sea parejero”.

Como se había anunciado, el 16 de mayo apareció en Bohemia un reportaje de Cubillas Jr. en el cual, además de su entrevista a Max Liepman, se reproduce una foto de su declaración pública. En la misma, se lee: “I would like to stat that Mr. Condall was never in any way connected with YOUR SHOW OF SHOWS, and that I am not an enemy of Desi Arnaz. I have no recollection of ever having met Mr. Condall and I do not recall any interview about Desi Arnaz”.

En ese mismo número de la revista se incluye otro artículo, “¿Quién va a tirar a Condall la primera piedra?…”, firmado por Bernardo Viera. Lo primero que expresa es que considera al libretista “víctima inocente de acusaciones por un delito que cometen muchos escritores de nuestra televisión”. A propósito del calificativo de “libretista de hace un ratito”, le expresa a Cubillas Jr. que “si hubiera seguido averiguando datos sobre Condall, se hubiera enterado que antes de ir a Nueva York estuvo escribiendo guiones para el cine mexicano. ¿También estos guiones se los robó a Ricky Ricardo?”.

A continuación, cita opiniones de otros periodistas acerca del trabajo de Condall: “Nadie puede discutir las condiciones de libretista de Joaquín M. Condall. Maneja las situaciones cómicas con verdadera maestría y sabe impartir al programa un ritmo único en nuestro video”, Edgardo Lescano Abella, Pueblo; “Condall maneja las situaciones cómicas con conocimiento de lo que hace. Si fuésemos a hacer un juicio global de Mi esposo favorito, tendríamos que confesar: nosotros nos reímos con el programa”, Enrique Núñez Rodríguez, Carteles; “Joaquín M. Condal es autor humorístico de sensibilidad actualísima. Queremos decir con esto que su comicidad es up to date. En los Estados Unidos, el señor Condall sería libretista muy cotizado y autor predilecto de una Rosalind Russell o una Eve Arder”, Alberto Giró, Diario de la Marina; “La verdadera estrella del programa Mi esposo favorito es su productor-director-libretista. Condall aporta a la televisión de nuestra islita desdichada, un poco de dicha”, Emma Pérez, escritora.

En esa polémica que llegó a tener niveles chancleteros, Viera trae un poco de mesura y sensatez. Así, en su artículo expresa: “Porque estamos a un tiro de piedra de la Florida y porque tenemos una gran influencia del Tío Samuel en casi todo, nuestra televisión parece hecha al papel carbón de la de allá. Y nosotros preguntamos: ¿Todos los que atacan a Condall se han detenido a observar las programaciones de nuestras plantas?… ¿Es que no se han fijado que todos nuestros programas de paneles, sin excepción, son exactos a los de allá?… ¿Es que no se han fijado que Gane con Kresto, por ejemplo, es copiado de What’s my line?… ¿Es que no se han fijado que Conflictos Humanos es lo mismo que Cartas a Loretta, el programa que hace Loretta Young para la televisión americana?… ¿Es que no se han fijado que Pumarejo y sus Amigos y Escuela de Televisión de Pumarejo son exactos a Arthur Godfrey y sus amigos y Arthur Godfrey busca talentos?… ¿Es que no se han fijado que los programas de matrimonios de aquí tienen las mismas situaciones que los programas de matrimonios de allá? (…) Si hay algún libretista en nuestra televisión que ni siquiera una vez haya sacado un programa o haya hecho un libreto con influencia de otro yanqui, que le arroje a Condall la primera piedra… A ver… ¿Quién se atreve a tirársela?”.

En defensa de Condall, Viera les recuerda a quienes lo acusan de plagio otro programa de matrimonio escrito por él: Los Destruidos. Lo protagoniza “una familia cubana, muy cubana, que hace llorar o reír a los televidentes con sus alegrías y sus tristezas. Individuos que jamás, ¡jamás!, por su pobreza y sus sentimientos, podrán ser semejantes a ningún programa norteamericano. ¿De dónde sacó Condal Los Destruidos?… ¿A qué actor americano copia Rosendo Rossett cuando hace el Chucho?… ¿Quién es la actriz norteamericana plagiada por Velia Martínez cuando interpreta a Chicha? (…) Pero desgraciadamente, en Cuba siempre se seguirá atacando al triunfo. Y las buenas opiniones llegan siempre como postre del fracaso”.

Viera concluye su trabajo con estas palabras: “Los que vemos televisión, los que queremos su adelanto y deseamos la eliminación de la astracanada y la grosería en esta, demos un fuerte aplauso a Joaquín M. Condall, que tanto ha hecho por la distracción y la alegría de los que hemos gastado cientos y cientos de pesos en un aparato de televisión Made in U.S.A.”.

Tomado de cubaencuentro.com:

https://www.cubaencuentro.com/cultura/articulos/un-avispero-alborotado-335904

Poemas de Yevgueni Yevtushenko

Poemas de Yevgueni Yevtushenko

Nacido en Zuma, Siberia, en 1933, el poeta y novelista ruso Yevgueni Yevtushenko fue un gran amigo de Cuba, país que visitó en varias ocasiones. Puede asegurarse sin la menor duda que a él lo inundó siempre un deseo inmenso de libertad, reflejado de uno u otro modo en su literatura. La fama internacional le llegó en 1961, con su poema «Baby Yar», texto en el que denunció el exterminio de judíos. La noticia de su fallecimiento el 1 de abril de 2017 conmovió al movimiento poético mundial, que reconoce en este escritor ruso un ejemplo del creador que se identifica con un ideal de comprometimiento con determinada causa. Como sencillo homenaje a Yevtushenko, se reproducen a continuación en Miradas Desde Adentro varias muestras de su poesía, con la esperanza de que ello motive al lector a buscar la obra de alguien que fue un hombre auténtico en su decir.

Poesía de Yevgueni Yevtushenko

Aún todas sus lágrimas

El sauce no ha llorado aún todas sus lágrimas.

A su sombra, en la orilla me quedé pensativo:

¿cómo hacer feliz a mi amada?

¿Es que acaso no pueda hacer más?

No le bastan los hijos, la abundancia, / lo poco que nos damos al cine, a los amigos.

Me necesita enteramente, sin reservas.

Mas, estoy hecho de sobras. Yo soy diamante en bruto.

Entregué mis hombros a las causas de nuestra época, / a toda su dura carga, / no dejé espacio a la ira de mi amada / y privé su llanto de mis brazos, de mi regazo.

Hoy, la amada ya no recibe flores de su hombre.

Arrugas, sí. Faenas domésticas.

El hombre engaña por placer, / la mujer traiciona por dolor.

¿Cómo puedo hacer feliz a mi amada?

¿Qué puedo ofrendarle esta noche / si la manzana que le da la vida / ya está rancia y agusanada?

¿Por qué a la bienamada se le ofende / tan sin razón como tan a menudo?

Cómo hacerla infeliz, todos sabemos.

De cómo hacerla feliz, no tenemos memoria.

Versión de Heberto Padilla

Babi Yar*

I

No existe monumento en Babi Yar; / sólo la agria ladera. Y tengo miedo.

Hoy me siento un judío en el desierto / que de Egipto escapó. Me crucifican / y mis manos conservan los estigmas.

Me parece ser Dreyfus, condenado, / al que juzgan, escupen, encarcelan; / pero de pie resiste la calumnia / y el grito filisteo. Con la punta / de sus sombrillas en mi rostro vejan /

mi indefensión mujeres que se acercan / con vestidos de encaje de Bruselas.

O también soy un niño en Bielostok.

De pronto estalla el pogromo.

La sangre derramada cubre el suelo.

Los que huelen a vodka y a cebolla / salen de la taberna y gritan todos:

“Mata judíos: salvarás a Rusia”.

Un tendero se ensaña con mi madre.

Otro hombre me patea. En vano rezo / plegarias que se pierden en la nada.

Me siento dentro / de la piel de Anna Frank que es transparente / como un ramo de abril.

No hacen falta palabras. Siento amor / y sólo necesito que uno a otra / nos miremos de frente.

Separados del cielo y el follaje.

Solamente podemos abrazarnos / en este cuarto a oscuras.

Quiero besarte una vez más, acércate.

Ya vienen. Nada temas: el rumor / es de la primavera que se anuncia / y del témpano roto en el deshielo.

Y en torno a Babi Yar suena la hierba / que ha crecido salvaje desde entonces.

Los árboles nos juzgan. Todo grita / pero el grito está hecho de silencio.

Al descubrirme observo mi cabello.

También ha encanecido. También grito / por los miles de muertos inocentes / masacrados aquí. En cada anciano / y en cada niño al que mataron muero.

Pueblo ruso, mi pueblo: te conozco.

Tú no odias ni razas ni naciones.

Manos viles trataron de infamarte / al usurpar tu nombre y al llamarse / “Unión del Pueblo Ruso”.** No perdono.

Que La Internacional llene los aires / cuando el último / antisemita yazga bajo la tierra.

No soy judío. Como si lo fuera, / me odian todos aquéllos.

Por su odio / soy y seré un verdadero ruso.

*Babi Yar o Baby Yar es un barranco en las proximidades de Kiev. En dos días de septiembre de 1941 más de treinta y cinco mil judíos fueron asesinados allí por las tropas nazis. En esta versión de 1997, reproducida del libro Adiós bandera roja (Selección de poesía y prosa de 1953 a 1996) se tomaron en cuenta los cambios introducidos por el propio Yevtushenko de la traducción inglesa de Robert Milner.

**La Unión del Pueblo Ruso fue el grupo antisemita que actuó en Rusia entre el asesinato del zar Alejandro II y el comienzo de la primera Guerra Mundial. Sus miembros organizaron pogromos -linchamientos de judíos rusos y destrucción y robo de sus propiedades- e, infiltrados en la policía secreta zarista, fabricaron los apócrifos Protocolos de los sabios de Sión.

Versión de Heberto Padilla

Me gustaría…

Me gustaría / nacer en todos los países, / tener un pasaporte / para todos / que provoque el pánico de las cancillerías; / ser cada pez / en cada océano / y cada perro / en las calles del mundo.

No quiero arrodillarme / ante ídolo alguno / ni hacer el papel / de un ruso ortodoxo hippie, / pero me gustaría / hundirme / en lo más hondo del Lago Baikal / y salir resoplando / en otras aguas, / ¿por qué no en las del Mississippi?

En mi maldito universo amado / me gustaría / ser una hierba humilde, / nunca un Narciso delicado / que se besa / en el espejo.

Me gustaría ser / cualquiera de las criaturas de Dios, / incluso la última hiena sarnosa, / pero nunca un tirano, / ni siquiera el gato de un tirano.

Me gustaría / reencarnar como hombre / en cualquier imagen: / víctima de una cárcel de tortura, / un niño vagabundo en los tugurios de Hong Kong , / un esqueleto viviente en Bangladesh, / un pordiosero sagrado en el Tíbet, / un negro de Ciudad del Cabo, / pero nunca encarnar / la imagen de Rambo.

Sólo odio a los hipócritas, / hienas sazonadas en espesa melaza.

Me gustaría tenderme / bajo el bisturí de todos los cirujanos del mundo, / ser un tullido, un ciego, / sufrir todo mal, toda deformidad y herida, / ser un mutilado de guerra, / o el que recoge las colillas del suelo, / con tal de que no las penetre / el infame microbio de la prepotencia.

No quisiera formar parte de la élite, / ni, por supuesto, del rebaño de cobardes, / ni perro de manada, / ni pastor servil al abrigo de su rebaño.

Y quisiera ser feliz, / pero no a costa de los infelices.

Y quisiera ser libre, / pero no a costa de los que no lo son.

Quisiera amar / a todas las mujeres del mundo, / y ser también una mujer / sólo una vez…

La madre naturaleza ha menospreciado al hombre.

¿Por qué no lo hizo capaz de ser madre?

Si se agitara un niño / bajo su corazón, / acaso el hombre / sería menos cruel.

Quisiera ser el pan de cada día, / digamos, / ser la taza de arroz / de la sufriente madre vietnamita, / el vino barato / en las tabernas de los obreros napolitanos, / o el tubito de queso / en la órbita lunar.

Que me coman / que me beban, / dejadme ser útil / en la muerte.

Quisiera pertenecer a todas las edades, / atolondrar la historia / y atontarla con mis travesuras.

Quisiera llevarle a Nefertiti / en una troika a Pushkin.

Quisiera multiplicar / cien veces el espacio de un instante / para que al mismo tiempo / pueda beber vodka con los pescadores siberianos, / y junto a Homero, / Dante, / Shakespeare / y Tolstoi / sentarme a beber cualquier cosa, / salvo, por supuesto, / Coca-Cola.

Y bailar al ritmo de los tam-tam en el Congo, / estar en huelga en Renault, / jugar a la pelota con los muchachos brasileños / en la playa de Copacabana.

Quisiera hablar todas las lenguas, / como las aguas ocultas bajo la tierra, / y hacer todo tipo de trabajo de una vez.

Me aseguraría / de que sólo fue poeta un Yevtushenko, / el otro un clandestino / en alguna parte, / no puedo decir dónde / por razones de seguridad.

El tercero, un estudiante en Berkeley, / y el cuarto un entusiasta huaso chileno.

El quinto sería tal vez / un maestro de niños esquimales en Alaska, / el sexto / un joven presidente / en cualquier parte, modestamente digamos Sierra Leona, / el séptimo / podría entretenerse en la cuna con un sonajero, / y el décimo, / el centésimo, / el millonésimo…

Para mí, ser yo mismo no es bastante,

¡dejadme ser todo el mundo!

Estaré en miles de ejemplares hasta mi último día / para que la tierra vibre conmigo / y las computadoras enloquezcan / procesando mi censo universal.

Quisiera combatir en todas tus barricadas, / humanidad, / y morir cada noche / como una luna exhausta, / y amanecer cada día / como sol recién nacido / con una suave mancha inmortal / en la cabeza.

Y cuando muera, / un Francois Villon siberiano, / que no descanse mi cuerpo / ni en la tierra francesa, / ni italiana, / sino en la tierra rusa, amarga, / en una colina verde, / donde por vez primera / me sentí todo el mundo.

*Poema escrito originalmente en español

La llave del comandante*

Nuestros caballos caminan / hacia La Higuera.

El abismo, a la derecha; / a la izquierda, el abismo.

Pensar en ti, comandante, / no es una carga ligera.

Dentro de mí hay silencio / muy parecido al sismo.

Por aquí, para los guerrilleros / no hay monumentos.

Sus monumentos son las rocas / con las caras cansadas, humanas.

Las nubes están inmóviles, / como los pensamientos, / como los pensamientos / de las montañas bolivianas.

Yo me siento como la sierra.

Estoy lleno de las quebradas, de las rocas ásperas, duras.

Mis nervios están tensos / como la brida de un ganadero.

El ritmo de este poema / me lo dictan las herraduras / que tropiezan con las piedras / de este mortal sendero.

Comandante, tu nombre caro / querrán venderlo tan barato.

La industria quiere comprar con tu nombre / a sus nuevos clientes.

Comandante, / te juro, / yo he visto en París tu retrato / sobre los pantaloncitos / que se llaman “calientes”.

Comandante, / tu rostro imprime en las camisas.

Tú fuiste fuego: / te quieren convertir en humo.

Pero tú caíste abatido por las balas: / por las venenosas sonrisas / no para ser una parte / de la sociedad de consumo-

“¿Dónde está la llave de la escuela?”

Los campesinos no me contestan.

Siento el olor de la muerte.

La pared está blanca, / como la vela / del barco / abandonado a su suerte.

Silencio total.

Solamente el buitre vuela.

La bosta de los caballos / son tus póstumos crisantemos.

“¿Dónde está la llave de la escuela?”

Los campesinos contestan:

“No sabemos, señor, no sabemos…”

¿Dónde está la llave del destino del Che Guevara?

¿Dónde está la llave del futuro?

El miedo de no encontrarla, / el pánico me agarra.

Pero la llave está en nuestras manos, / estoy seguro.

Muchachos, gritar promesas / y no cumplirlas es una mierda.

A los demás engaña / nuestro propio tropezón.

A la izquierda, muchachos, / siempre a la izquierda, / pero no más a la izquierda / de vuestro corazón.

*Poema escrito originalmente en español

Tomado del libro  Adiós bandera roja, 1997.

De aquí y de allá

De aquí y de allá

A continuación ofrecemos un compendio de noticias y comentarios acerca de declaraciones de Antolín El Pichón al programa Esto no tiene nombre, confesiones del actor Héctor Noas desde Moscú, Rusia, nuevo tema musical del bajista y cantante Alain Pérez y adelantos de la telenovela Del otro lado del paraíso.

Antolín El Pichón revela por qué está fuera de la televisión cubana

El humorista Ángel García, más conocido como “Antolín El Pichón”, ha declarado que «por ahora» no puede hacer televisión en Cuba y ha explicado las supuestas razones durante una entrevista en el programa Esto no tiene nombre, en Miami.

«Hace como tres años me enseñaron una encuesta que decía que yo no gustaba en Cuba y que todos los programas que yo hago son de muy mal gusto», expresó el humorista y agregó que desde hace dos años no ha hecho nada en la Televisión Cubana.

Según declaró Antolín, la encuesta se la mostró Víctor Torres mientras se emitía su show No quiero llanto, a él y a José Miguel Mena, director del programa y también del espacio  Palmas y Cañas. En palabras de Ángel García,  Víctor Torres les dijo que el show televisivo No quiero llanto era «considerado de mal gusto y no le gustaba al público cubano». En tal sentido, en las declaraciones al programa Esto no tiene nombre, Antolín acota que para él «eso no es así, eso es mentira».

Y añadió: «Desde que yo vi la entrevista a Lázaro Junco en el programa Confesiones de Grandes, que Junco bateó pa’ 400 y no lo llevaron ni al equipo Matanzas, ¿qué voy a hacer yo, un guajiro?».

En opinión del humorista, la situación se la achaca a «cositas de pasillo» como también le pasó al actor cubano Jorge Martínez, porque, y agrega,  «yo realmente no creo que ningún grandón de allá arriba tenga tiempo para hacer ninguna encuesta sobre Antolín».

«Son cosas que pasan, ahora no puedo hacer televisión», dijo.

Al margen de esta situación,  aseguró que él ha podido experimentar el cariño del público cubano y que estas cosas no lo amedrentan. En ese sentido, evocó el hecho de que tuvo la oportunidad de conocer hace años en Miami a Guillermo Álvarez Guedes, quien le dijo que era de los mejores humoristas que el había conocido en los últimos 60 años.

«A mí me importa más su opinión que la de 20 directores de televisión juntos», sostuvo lleno de sano orgullo.

Declaraciones del actor Héctor Noas a propósito de su papel en la película Sergio y Serguéi

El popular actor Héctor Noas ha confesado que el mayor reto al que se ha enfrentado en su ya larga carrera ha sido el personaje que interpreta en la película Sergio y Serguéi: un astronauta ruso que queda atrapado en el espacio.

En una entrevista concedida a la agencia española Efe durante el estreno de la cinta en Moscú, Héctor Noas afirmó: «El mayor reto que he tenido en mi vida como actor es esta película».

La complejidad del personaje, que se queda atrapado en la estación espacial Mir en el momento en el que se desintegra la Unión Soviética, y tener que hablar en ruso, hicieron de su interpretación la «más difícil» de toda su carrera, que aúna más de una treintena de películas y series en Cuba y países como España, donde el actor pasa largas temporadas desde la década de los noventa.

Para interpretar a Serguéi, Héctor Noas le declaró a EFE que se sometió a una fuerte preparación física para simular el estado de ingravidez: «Tuve que ir para allí tres semanas antes para hacer el entrenamiento de cuerdas y filmé durante cuatro semanas en Barcelona», contó acerca de una réplica de la Mir que se hizo para rodar la película.

Para aquellos que todavía no han visto la película, vale informarles que la trama del filme ocurre entre Serguéi y Sergio, un profesor de filosofía marxista-leninista cubano, interpretado por Tomás Cao, y que se comunica por radio con el astronauta ruso, asumido por Héctor Noas, y lo ayuda a buscar soluciones para su rescate.

El personaje de Noas está inspirado en el cosmonauta Serguéi Krikaliov, el ser humano que más tiempo ha pasado en el espacio y al que le sorprendió allí la desintegración de la otrora Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Más allá de cualquier semejanza con la realidad, Héctor Noas apunta que no es una historia sobre el cosmonauta soviético, aunque de alguna manera «es un homenaje a su inmensa hazaña».

De acuerdo con las palabras de Noas, Sergio y Serguéi «muestra a dos hombres abandonados que han tenido que enfrentarse a su destino y que se unen en estas circunstancias tan terribles y gracias a la solidaridad humana logran resolver una situación».

Acerca del estreno de la cinta en Rusia, Noas le dijo a la agencia EFE: «Que me propusieran venir aquí con la película, ya para mí ha sido la realización de un sueño. Espero que me lo perdonen y lo entiendan, que uno lo ha hecho con todo el respeto y todo el amor del mundo. Para Cuba y para ellos», y aseguró que le preocupaba «qué podían pensar los rusos sobre esta película».

Adelanto del nuevo disco de Alain Pérez

El bajista, cantante, compositor y productor Alain Pérez estrenó el pasado viernes 20 de septiembre en las plataformas digitales el tema “Pa’ eso estamos”, un sencillo que formará parte de su sexta producción musical y que llevará por título  El cuento de la buena pipa.

Según reporta la Agencia Cubana de Noticias (ACN), el fonograma, bajo el sello de la estatal Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (EGREM), es un proyecto con el cual Alain Pérez persigue “volver a las raíces, con un nuevo enfoque y expresión”. Esta nueva producción fonográfica del destacado músico de la región central de Cuba cuenta con la colaboración de varios artistas, entre ellos Mario Rivera, ex vocalista de Van Van.

Nacido en Manaca Iznaga, Trinidad, provincia de Sancti Spíritus, Alain Pérez empezó a moverse en la escena musical cubana desde una edad muy temprana. Durante su trayectoria profesional formó parte -como director musical- de la agrupación de Issac Delgado; igualmente, en una etapa integró la nómina del prestigioso grupo Irakere.

Su carrera en solitario se consolidó en España, país donde residió por largo tiempo. Allí grabó el primer disco  a su nombre como figura protagónica, titulado El Desafío, en 2001. Luego de esto lanzó En el aire (2006), Apetecible (2010) y Hablando con Juana (2014).

En su estancia por tierras españolas, además de ser el productor de álbumes como Boomerang, de Habana Abierta y editado por Calle 54 / EMI Music, sin discusión alguna lo más importante hecho por Alain Pérez fue haber sido bajista de la agrupación del gran guitarrista Paco de Lucía, trabajo que le permitió conocer a fondo los secretos del flamenco.

Tras el fallecimiento de Paco de Lucía, Alain decidió retornar a Cuba para incursionar nuevamente en la timba, género que practicó en los años de vínculo con el grupo del vocalista Issac Delgado.

El último álbum conocido de Alain Pérez fue ADN, salido al mercado en 2017, un fonograma que gozó de una buena acogida entre bailadores y la crítica especializada. Incluso, le valió a Pérez una nominación al premio Grammy Latino en la edición de 2017 y un galardón en los Cubadisco.

Ese disco, compuesto por 12 temas, mezclaba el son, la timba, la salsa y la guaracha. A la par, contó con la participación de figuras claves del panorama sonoro nacional e internacional como: Omara Portuondo, Rubén Blades, El Micha, el trompetista Guajiro Mirabal, el laudista Barbarito Torres, y los coros e instrumentos del grupo Osain del Monte.

Avances de la telenovela El otro lado del paraíso

La nueva telenovela brasileña que está saliendo al aire tres veces a la semana, en horario estelar, por Cubavisión, fue escrita por Walcyr Carrasco y dirigida por Mauro Mendonça Filho, dos figuras harto reconocidas en el universo televisivo de Rede Globo. O Outro Lado do Paraíso fue filmada en el estado de Tocantins, región de Jalapao, y en su ciudad capital, Palmas, en lo profundo del Brasil interior. La telenovela cuenta con imágenes de esas regiones, tanto rurales como citadinas.

En un ambiente de campo y de pequeña ciudad del interior, transcurre la trama principal, que ocurre en dos etapas: alrededor de 2007 y en el presente. En la primera etapa Clara, una joven huérfana que vive con su abuelo, se enamora del joven heredero de una familia local, pero el sueño del príncipe azul se convierte en pesadilla cuando ella es maltratada por su esposo, cuya madre solo pretende adueñarse de la mina de esmeraldas que Clara heredó. La primera etapa llega hasta el punto en que el marido de la muchacha, y la suegra, la internan en una clínica siquiátrica.

Como buen culebrón que se respeta, en la segunda etapa, se relata el regreso y la venganza de Clara, diez años después. La escapada de la clínica, e incluso la venganza de Clara de quienes la encerraron injustificadamente tiene claras alusiones no solo al Conde de Montecristo, sino también a la telenovela mexicana La Patrona.

Aunque la trama principal, en torno a Clara, se relaciona con la violencia doméstica, y la corrupción de los poderes instituidos (la policía, el juez, la empresaria, los médicos), no faltan otros ingredientes para cautivar al público televidente. Así,  en las diversas subtramas se abordan el racismo (la esposa del juez es de un racismo dudosamente simpático), la homosexualidad (al doctor le gusta ponerse ropa interior de prostituta en moteles de mala muerte), la pedofilia (el delegado de policía violó a su hijastra)… entre otras bajezas que la telenovela describe en detalle y que prometen cautivar a cubanos y cubanas amantes de esta clase de historias en la pequeña pantalla.

O Outro Lado do Paraíso fue estrenada en Brasil en octubre de 2017 y estuvo al aire hasta mayo de 2018, así que en Cuba que solo se pone tres veces por semana su transmisión ha de durar unos cuantos meses más. A lo largo de la historia de la telenovela permanece en suspenso el triángulo amoroso entre Clara (Bianca Bin), el falso príncipe azul Gael (Sérgio Guizé) y el verdadero príncipe azul, en la piel del abogado Patrick (Thiago Fragoso), con una ocasional interferencia del ambicioso médico Renato, interpretado por Rafael Cardoso. Así pues, la damita joven tendrá no uno sino tres galanes  para elegir.

Entre los intérpretes consagrados que aparecen en la telenovela está la malvada Sofía Monserrat, interpretada por Marieta Severo, una actriz de 73 años con actuaciones en el teatro, el cine y la televisión brasileña. El abuelo de la protagonista está a cargo del mítico Lima Duarte, y a su lado, como su pareja, aparece ese patrimonio nacional de Brasil llamado Fernanda Montenegro.

En fin, aunque la telenovela brasileña Del otro lado del paraíso también será evasiva, poco realista y se extenderá como un chicle, de seguro hará las delicias de los amantes del género en Cuba, donde esta clase de culebrones  ha devenido vehículo para que el espectador lidie con temas muchas veces ausentes en la televisión cubana y, de paso, escape de la realidad cotidiana.

Al habla con Eduardo del Llano

Al habla con Eduardo del Llano

Conozco a Eduardo del Llano desde que ambos estudiábamos en la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana. Fui testigo del nacimiento de Nos-y-Otros, grupo fundamental en la historia del humorismo en Cuba a partir del decenio de los 80 de la anterior centuria y he seguido el quehacer de Eduardo tanto en la literatura como en las artes audiovisuales. Con más de 15 libros publicado, su novela El Enemigo resultó galardonada en el concurso literario de mayor pegada entre los escritores en Cuba, el Premio Carpentier.

Asimismo, su serie sobre el personaje de Nicanor O´Donell es de esos materiales de obligatoria consulta para tener idea de por dónde se ha movido el cine independiente en Cuba. Por esas y otras muchas razones, para mí resultó un placer leer la entrevista que Eduardo del Llano concediera a la revista digital Oncuba y que comparto hoy con mis lectores de Miradas Desde Adentro. Espero que la disfruten como yo.

Eduardo del Llano: Nicanor O’Donell para presidente

La pasada semana Eduardo del Llano estrenó oficialmente en La Habana «Dos veteranos», el último corto de su serie de Nicanor. A propósito de su estreno, OnCuba conversó con el cineasta y escritor sobre su más célebre personaje, su carrera en el cine y la literatura, y Cuba.

por Eric Caraballoso y Michel Hernández

En la Cuba ideal de Eduardo del Llano, Nicanor O´Donell debería ser presidente. Al menos “yo votaría por él”, afirma.

A lo largo de 15 años, el escritor y cineasta nacido en 1962 en Moscú, en la difunta Unión Soviética, ha realizado una serie de cortometrajes con Nicanor como personaje central, como arquetipo del cubano común que, desde la mordacidad y el humor, desvela las contradicciones y absurdos de la sociedad cubana contemporánea.

Los cortos –protagonizados por Luis Alberto García y Néstor Jiménez– han pasado de memoria flash en memoria flash como pan caliente en la Isla, aun cuando el recelo y el silencio oficial los hayan marginado de los circuitos estatales de distribución. Sin embargo, a pesar de la popularidad underground de “los Nicanor”, Del Llano ha decidido poner fin a su exitosa saga.

La semana pasada estrenó oficialmente en La Habana Dos veteranos, el corto número 15 de la serie, que de acuerdo con su autor será, de una vez y por todas, el último.

Sobre este cierre y sus significados, y sobre su restante carrera en el cine y la literatura, OnCuba conversó con el también guionista de filmes como Alicia en el pueblo de Maravillas y La vida es silbar, quien, además, reveló sus razones para no emigrar y seguir creando en Cuba, donde, dice, todavía tiene “muchas cosas que hacer”.

En ocasiones anteriores has anunciado que otro corto sería el último de la serie y no ha sido así. ¿Por qué creerte esta vez?

Es cierto que la gente está algo escéptica conmigo porque ya he dicho varias veces que un corto anterior iba a ser último y luego he hecho otros. Pero ahora sí pienso terminar. En algún momento hay que cerrar el ciclo, y es bueno que uno sea quien decida cuándo y no que se acabe porque se murió un actor, o porque se fue a vivir fuera y perdimos la comunicación, o porque nos peleamos, o por cualquier otro imponderable. No es que alguno de nosotros piense morirse pronto, pero es duro que se termine por algo así.

Además de que este es el corto 15, que es un número importante, con su simbología para los cubanos, su argumento en sí sabe a final. Aunque Nicanor no muere, los personajes ya son ancianos y hay una toma de partido que puede verse como un cierre. Me pareció elegante terminar así.

Pero que no haga más cortos de Nicanor, no quiere decir que no vaya a hacer otras cosas. Me gustaría hacer Nicanor, la película, aunque no con ese nombre tan previsible, si consigo el financiamiento, que para un largometraje es más complicado. También pienso seguir haciendo cortos, solo que tal vez haga algo más dramático, o de otro tipo de humor, o erótico, o infantil, o en cualquiera de los otros mil géneros que hay, porque la serie de Nicanor me obliga a tonos más o menos similares y a determinadas características estructurales, y profesionalmente me gustaría tocar otros temas, probarme en otras cuerdas.

Después de los diez primeros cortos, hice mis dos largometrajes, Vinci y Omega 3, que, aunque no tuvieron ni por asomo el éxito de la serie de Nicanor, para mí sí fueron importantes. Ahora quisiera hacer lo mismo. Ya tengo planeado el próximo corto, que, repito, no será de Nicanor, aunque sí humorístico, y ojalá lo pueda hacer el año que viene si consigo el dinero. La idea no es retirarme al Tíbet a meditar, sino seguir filmando otras cosas.

Te cansaste de Nicanor, después de tantos años lo ves como un antagonista o temes que el público pueda encasillar tu obra, que es mucho más amplia, solo a estos cortos?

Ni me cansé, ni le tengo odio, ni lo maté como hizo Conan Doyle con Sherlock Holmes, pero uno siente que los personajes o ciertas zonas de tu trabajo tienen un tiempo y después tú quieres dedicarte a otras cosas, sin que eso signifique que reniegas de ellos.

Tampoco significa que deje de escribir otras obras con Nicanor como personaje. Para no ir más lejos, en la novela que ganó el premio Alejo Carpentier y que se presentó en la Feria del Libro pasada, aparece Nicanor, que es un cura de un país que nunca se dice cuál es y que pudiera ser Cuba o no serlo. Y, sin embargo, por la manera de desenvolverse, por las situaciones en que se mete y la forma en que sale de ellas, es Nicanor, porque Nicanor es un personaje que trasciende los cortos, que viene desde mucho antes y que probablemente siga apareciendo en otros cuentos y novelas que me siente a escribir.

En cuanto a que encasillen o no mi obra, eso es algo muy difícil de controlar. Es cierto que otras cosas que he hecho, mis dos largometrajes, por ejemplo, no han tenido mucho éxito en Cuba, pero a mí sí me gustan, y no creo que tenga que hacer cine o literatura siguiendo ciegamente el gusto del público.

Recuerdo que cuando comenzó el programa de televisión Pateando la lata, al principio hice un personaje que se llamaba precisamente el profesor Nicanor, que aparecía en un espacio pequeño y decía lo suyo y de momento le tapaban el espacio o pasaba alguien por delante, como una metáfora de la censura y las dificultades para expresarse, y que duró poco. Sin embargo, en los tres o cuatro meses que hice esa sección me conoció mucha más gente en la calle que la que jamás me reconoció por mi trabajo durante muchos años en el grupo humorístico Nos y Otros, que es la génesis del personaje de Nicanor, que artísticamente me gustaba mucho más y del que me siento infinitamente más orgulloso. Ese es otro ejemplo.

Entonces, hago todo lo que puedo: escribo mis libros con más o menos suerte, hago mis cortos y también otras cosas en cine, y me gustaría que la gente se acordara de todo, pero eso no lo decides tú. El éxito es un misterio y no se puede hacer ingeniería social para convencer a la gente de lo que debe recordar. Sencillamente, la gente recuerda lo que le da la gana.

“Dos veteranos” no ocurre en el presente ni en el pasado, sino en el futuro, como una distopía. ¿Por qué cerrar la serie con una ficción de este tipo?

De los 15 cortos de Nicanor, 14 son basados en cuentos míos preexistentes; solo Arte fue escrito específicamente para ser filmado, y la manera en que escogíamos el siguiente no siempre obedecía a un plan preconcebido. Muchas veces lo proponía yo, otras veces me lo proponían los actores; pero ya en los últimos sí pensamos conscientemente con antelación, y este lo pensé como el último porque me pareció que podía funcionar bien como cierre.

Si uno hace un corto por cada problema que hay en este país, o con cada cosa que le preocupa a nivel existencial, necesitaría hacer miles de cortos. O en realidad más, porque ningún corto agota un tema. Pero este me gustaba por ser una distopía de un futuro postcomunista, en el que el proyecto de nación en que vivimos ha cambiado, y aborda algo que es inherente a todas las épocas y sociedades: que los viejos siempre idealizan el pasado y dicen que en sus tiempos las cosas sí eran buenas.

Ese fue el motivo: ¿cómo sería hablar de eso en una época postcomunista? Y al mismo tiempo también me importaba dejar mi interpretación de que Nicanor se considera un hombre de izquierda, a su manera y diciendo las cosas que quiere decir, y con él, yo mismo. Incluso, en el corto, los únicos dos que votan por el comunismo como el mejor sistema somos Nicanor –que es una especie de guerrero eterno desde la fila, alguien que sigue pensando intuitivamente que esta podía haber sido la mejor sociedad posible, pero que la jodimos–, y yo, que hago de un mendigo, un tipo al que evidentemente no le ha ido bien con el fin del comunismo, pero que a la vez no deja de tener sus contradicciones porque viste un pulóver de la obra de teatro que le censuraron a Juan Carlos Cremata, o a lo mejor es que está un poco loco.

Me interesaba ese tono de ciencia ficción que nos permitía aventurarnos un poco hacia el futuro, sobre cómo podría ser Cuba dentro de un tiempo y a la vez arrojar luz sobre el cubano del presente, sus contradicciones. Fíjate que cuando hacen la votación, es cierto que el comunismo es la formación económico-social menos votada, pero la democracia es la segunda que menos tiene; la gente como que desconfía de ella. La mayor parte de los que votan lo hacen por la esclavitud y el feudalismo.

Es una tesis ciertamente arriesgada, pero son cosas para pensar y pensarnos como pueblo: el hecho de que a la gente le encanta protestar y se siente inconforme con su presente, con toda razón, pero no necesariamente es capaz de proponer un proyecto alternativo coherente, o ese que propone no necesariamente es el mejor.

La idea, aunque pueda sonar pretenciosa, es que este corto, siendo este el último, diera pie a este debate sociológico sobre cuál es la Cuba mejor que queremos. Igual, uno como autor lo intenta, pero luego las cosas cogen su propio curso.

Después de 15 años y 15 cortos, ¿qué ganancias te ha dejado la serie de Nicanor?

Pues no de dinero, como alguien podría pensar, porque de todo el dinero que he gastado haciéndolos, que no es poco, no he recobrado ni un centavo. Literalmente. Yo no he vendido nada de mis cortos, ni en Cuba ni fuera de Cuba, ni en DVD ni en ningún otro formato. Así que, si existe una definición del arte por el arte, los cortos de Nicanor están por ahí cerca. Por suerte, hay otras ganancias más importantes.

Una de las ambiciones de todo escritor es crear un personaje o una historia que de alguna manera refleje el espíritu de la época y sea recordado. Y creo que con Nicanor me he acercado bastante a eso.

Yo empecé a escribir sobre él cuando estaba en Nos y Otros, porque me gustaba la idea de tener, más que un personaje –porque realmente no es un personaje único–, un patrón para el antihéroe ordinario. Nicanor nunca, ni en los cuentos ni en los cortos, se manifiesta como un héroe, no es un líder sino un tipo normal, que hace lo que haríamos tú y yo si nos vemos en las circunstancias en las que él se ve envuelto. Y en ese sentido se explica que en un corto sea plomero y en otro funcionario de salud y en otro director de cine y en otro periodista y en este un viejo ex dirigente. Es como una pegatina que se le pone a cualquiera que entre en la categoría del hombre común.

Y a mucha gente, incluso a muchos a quienes no les gustan otras cosas que yo he hecho, sí les gustan los cortos y ven al personaje como un reflejo del cubano de a pie. Eso siempre satisface como autor. Habría que ver si resisten el paso del tiempo o si dentro de unos años ya se olvidaron de ellos. De momento, no lo puedo saber.

También ha sido un privilegio trabajar con grandísimos actores, no solo como Luis Alberto García y Néstor Jiménez, que me acompañan en todos los cortos, lo que ya de por sí es un premio, sino también con figuras como Mirtha Ibarra, Enrique Molina, Mario Guerra, Osvaldo Doimeadiós, su hija Andrea, Laura de la Uz, una cantidad de actores y actrices espectaculares.

Y lo mismo podría decir de la música, hecha por Frank Delgado, pero en la que han participado Santi Feliú, Carlos Varela, Gerardo Alfonso, Oscar Sánchez, Roly Berrío, Diana Fuentes, Dioni el de Zeus, una cantidad de trovadores, rockeros, músicos en general de diferentes géneros y formaciones estéticas, pero todos muy respetados.

En 15 años la sociedad que ibas reflejando en tus cortos fue cambiando. ¿Cómo dialogar con ella sin que la serie perdiera frescura y actualidad?

Es cierto que desde que comenzamos a filmar los Nicanor la realidad cubana ha cambiado, que hay diferencias visibles respecto a 2004, que fue cuando empezamos a hacer los cortos. Con los viajes al extranjero, por ejemplo, se ha dado una dialéctica interesante, porque en un corto como Pas de Quatre se habla de la posibilidad de viajar como turista, algo que en ese momento no era posible –era más probable que alguien viniera de la Luna– y ahora sí, aunque siga siendo difícil para la mayoría.

Pero, además, estuvieron las nuevas leyes migratorias, el acercamiento con Estados Unidos, la visita de Obama y luego la elección de Trump –que ha sido nefasta para Cuba–, los conciertos de artistas como los Rolling Stones, el aumento del trabajo privado, el primer presidente no Castro en varias décadas… Y también nosotros nos hemos ido poniendo más viejos y hemos empezado a cuestionarnos las cosas desde esa experiencia, a preguntarnos cuál es nuestra verdad desde una perspectiva más acumulativa, más asentada.

Sin embargo, tampoco es que hayan sido tantos los cambios, ni tan radicales: seguimos viviendo en un país bloqueado, pobre, con altibajos en las relaciones entre la oficialidad y los artistas, donde de pronto se pierde el huevo y / o se pierde el pollo, que es el mismo animal, a fin de cuentas, y seguimos siendo una sociedad en la que Monte Rouge se pudo haber hecho ayer por la noche y funcionaría igual.

Por otro lado, con los cortos nunca he tratado de hacer un noticiero, esa inmediatez no es lo que me interesa. Intento –puede que lo logre o no– hacer cosas más estructurales, más intemporales, sobre la realidad cubana.

El artista no es un periodista ni un historiador, ni de lo inmediato ni de la evolución de la Historia. Es un tipo que escribe sobre personajes a los que le ocurren cosas en una circunstancia concreta y en esas películas, cuentos, relatos, de alguna manera emana el espíritu de la época, o no, pero no es que a priori deba proponerse escribir con esa intención, ni que planifique una historia para que sea el reflejo de los tiempos y los cambios que han ocurrido, al menos así lo entiendo yo.

Tus cortos ofrecen una mirada crítica, a veces muy mordaz, de la sociedad cubana. ¿Alguna vez te ha preocupado que alguien pensara que lo has hecho para ganar notoriedad y vender una imagen de contestatario?

Sí, yo sé que hay gente que piensa eso, pero a esa gente le podría decir que si realmente ese fuera mi interés bastante mal lo hhubiera hecho, porque ni vivo en una gran casa, ni tengo un montón de dinero, ni viajo tan seguido, ni ahora voy más a eventos y festivales ni me invitan más como jurado. De hecho, viajaba más antes, cuando era guionista de Daniel Díaz Torres y Fernando Pérez, que desde que hago los Nicanor. O sea que, si estoy tratando de prostituirme con los cortos, soy una prostituta pésima.

Mi intención no es otra que contar historias y, como dirían en El Programa de Ramón, “estoy aferrado a los clásicos” en el sentido de que he seguido con el personaje de Nicanor y haciendo comedias a contrapelo del signo de estos tiempos, y demostrar que se puede hacer comedia aún de las cosas más duras, más incómodas. Soy consecuente con eso.

Lo que pasa es que siempre hay quien va a pensar lo peor de ti y si hay diez explicaciones de un hecho, asume la peor de todas, la más retorcida. Yo estuve varios años escribiendo un blog y escribiera lo que escribiera siempre me sazonaban. Con los cortos es igual. Yo hago mis cosas y luego el público piensa lo que le da la gana. Así es el arte. Igual sé que habrá gente que lea esto y diga, claro, él dice esto porque no va a declarar públicamente lo que realmente le interesa. Con la gente nunca se queda bien del todo.

¿Esa postura crítica te ha traído problemas con las instituciones oficiales, con el Icaic?

Siendo justo, no, ni siquiera cuando Monte Rouge, que fue el primero de los cortos, y casi el último por lo escandaloso que resultó en su momento. En el Icaic lo que me dijeron es que como ellos no lo habían hecho, tampoco se hacían responsables de lo que pasara con el corto y conmigo, lo cual tiene cierta lógica.

Incluso, algunas veces sorprendentemente he tenido más posibilidades de las que yo imaginaba. Cuando hice Intermezzo, por ejemplo, filmamos en el baño de un teatro importante de La Habana, y la persona que estaba al frente del teatro nos dijo que sí sin siquiera leerse el guion. Nos autorizó a filmar por la noche, cuando solo estaba el CVP, y nos pasamos una madrugada entera filmando allí hasta por mañana, sin ningún problema.

En otros casos sí hemos tenido reparos de alguien, pero entonces buscamos otra alternativa y ya. Sin embargo, nunca ha venido nadie a leerse el guion y prohibirnos cosas o a coartarnos después de que ya está hecho el corto, ni nos han dicho que no podíamos hacer uno más porque si no íbamos presos. No ha habido nada de eso.

Sin embargo, aunque suelen tener una premier oficial, luego los cortos no se ponen en los cines y mucho menos en la televisión…

Lo que pasa es que igual que no hemos sufrido represión, tampoco hemos tenido un estímulo institucional de ningún tipo. El apoyo para la distribución ha sido mínimo, como el que nos da el Icaic para hacer una premier un día en un cine, pero no mucho más que eso.

Creo que se debe una conjunción de factores. Primero, a esa suspicacia estructural y oficialista hacia textos considerados conflictivos, como los cortos de Nicanor, que aunque son comedias, son comedias amargas y la gente más que riéndose muchas veces termina casi llorando. También tiene que ver con cierta lógica interna del cine cubano, en el que, a diferencia de los años 90, hoy no es común ver comedias. Entre los realizadores más jóvenes creo que hay un distanciamiento real con el género. Y en general, creo que en estos momentos para los cineastas y para la crítica en Cuba, es un género menor, a pesar de que, como lo tenían muy claro los griegos, la comedia y la tragedia son las dos caras del drama, las dos con el mismo peso.

Así que desde la institucionalidad cultural si bien no me han reprimido, la filosofía con los Nicanor ha sido la de “allá tú”. Entonces, los cortos los hemos hecho siempre nosotros y siempre hemos hecho lo que hemos querido hacer, pero sin saber qué hacer con ellos una vez filmados ni tener una estrategia independiente para su distribución, porque no la sé hacer ni tengo a nadie que la haga por mí. Todo eso ha provocado que no hayan tenido una distribución nacional o internacional coherente, o incluso ninguna en absoluto, aunque fuera incoherente. Y que no siempre hayamos tenido todos los recursos que nos hubiese gustado tener para filmar.

En parte por eso, y en parte porque es mi interés estético, la mayoría de los cortos de Nicanor son de varios personajes en un espacio cerrado. No tienen mucha variedad de locaciones ni de filmaciones en exteriores. Siempre son ejercicios medio teatrales en el sentido de que tienen una unidad de tiempo y espacio, que es un tipo de puesta en escena que me seduce.

También hay una razón de operatividad, porque esas locaciones cerradas son lugares que podemos controlar sin sufrir grandes interferencias y cuando no, hemos tenido mucha suerte, como cuando filmamos Dominó, que lo hicimos en un interior en un barrio real, donde vive gente real y podía pasar cualquier cosa, más allá de que les hubiésemos pedido colaboración. Y, sin embargo, todo salió bien.

Además de los cortos, has hecho una obra diferente en el cine, también en el humor con Nos y Otros, en la literatura con premios como el Alejo Carpentier, y no dudo que hasta hayas intentado hacer música… ¿Cuál sería el denominador común de esa versatilidad?

Creo que tiene que ver con el inconformismo, pero no solo a escala social o política sino también artística, con todo, y también está un poco motivado por las circunstancias. Yo empecé a dirigir porque Frank Delgado se me apareció en la casa con una camarita que en ese momento era lo último, y que ahora sería como las de filmar en cumpleaños, y me dijo que por qué no hacíamos un corto con alguno de mis cuentos de Nicanor. Así nació Monte Rouge. Pero a diferencia de muchos realizadores, yo no era el clásico adolescente que soñaba con ser director de cine. Nunca pensé dirigir, lo que yo quería era ser escritor. Eso sí lo tenía muy claro, e incluso cuando era guionista, yo era feliz siendo guionista y no lo pensé como un paso para llegar a filmar mis propias películas. Lo mío era escribir.

Incluso, cuando iba a algún rodaje de una película de la que era guionista no me fijaba en otra cosa que no fuera la manera en que se cumplía o no el guion, y, de hecho, cuando empezamos a hacer Monte Rouge yo no tenía ni la más mínima idea de qué lente se usa para qué cosa, ni qué luces había que poner, porque yo no me fijaba en eso. Tuve que aprender sobre la marcha y a mucha honra. Y todavía hay miles de cosas que me faltan por saber.

Antes, cuando empecé a ser guionista, fue porque Daniel Díaz Torres nos llamó a los de Nos y Otros, o más bien llamó al DDT porque había salido publicado un cuento mío, firmado a título del grupo, que le gustó y él estaba buscando ideas para su tercer largometraje. A partir de entonces contactó con nosotros, nos reunimos y los cuatro de Nos y Otros empezamos a trabajar en el guion de Alicia en el pueblo de Maravillas, aunque al final me quedé yo solo con Daniel, porque mis otros tres compañeros se fueron rajando a los pocos meses.

Creo que he asumido retos como ese porque nunca me he conformado con mi zona de confort y me ha gustado probarme en otras cosas. Y ya que hablabas de la música, pues sí, intenté en una época hacer música, aprender a tocar guitarra, pero me di cuenta a tiempo de que era desastroso en eso y que más desafinado que yo había que mandarlo a hacer. Pero, a la vez, eso me hizo comprender que, aunque no podía componer música, sí podía trabajar en la letra, y de hecho, he trabajado con Frank Delgado, con William Vivanco, con Harold López-Nussa y otros músicos que han compuesto canciones para el final de los cortos de Nicanor y con los que he escrito la letra de conjunto. Y también me he dado cuenta de que tengo otras ideas ya para el proceso de la producción musical, de la grabación.

La vida me ha ido enseñando en qué no soy bueno. Sé, por ejemplo, que no sé bailar, pero si hubiese sido mínimamente bueno en eso, quizá me hubiese dado por eso también. Intenté dibujar también, y aunque no soy tan malo como en el baile y en la música, tampoco es que sea un extraordinario dibujante. Pero se trata de ir probando las cosas que puedes hacer para no adocenarte en tu zona de confort, pero sin dejar de lado el detector de mierda para no hacer el ridículo. Aunque mañana si aparece un arte nuevo o me llaman para hacer un video clip probablemente lo haría para probar, aunque el primero quizá me salga muy malo. Me gusta afrontar ese tipo de retos.

Muchos te ven como un bicho raro en la cultura cubana…

Y lo soy, hasta Luis Alberto (García) lo piensa.

A diferencia de otros artistas de tu generación, e incluso de algunos de tus compañeros de Nos y Otros, no has emigrado…

En realidad, la mayoría de los que integramos Nos y Otros seguimos en Cuba, de seis, cuatro, lo cual podría parecer sorprendente teniendo en cuenta el tipo de humor que hacíamos, al que algunos consideraban subversivo. Incluso, los dos que emigraron, Luis Felipe (Calvo) y Leandro (Pérez), no lo hicieron por razones políticas ni han hecho política después y ni siquiera han hecho arte. Sin embargo, (Orlando) Cruzata, Jape (Jorge Alberto Piñeira), (Jorge) Fernández Era y yo seguimos en Cuba, y aunque tampoco hacemos política sí todos seguimos haciendo algo creativo.

¿Y no te ha pasado por la cabeza la idea de emigrar?

Sí, lo he pensado algunas veces, pero al final no me decidí. Ni siquiera en el Período Especial, cuando pasé más hambre que la mayoría porque soy alérgico al huevo y eso era casi una condena a muerte. Lo más cerca que estuve fue cuando pasé un año y tanto viviendo en Madrid, del 2006 al 2007, aunque la idea no era la de quedarme allá para siempre sino la de conseguir la residencia para estar unos meses en Cuba y otros en España, porque de lo contrario necesitaba un permiso de salida y era muy complicado. Ese era un plan que mucha gente hacía en esa época. Pero no conseguí la residencia y empecé a sentir que aquello no era lo mío. Había cosas lógicamente que me gustaban, pero había otras que no, que me parecían hipócritas, y terminé regresando.

Estando allá tuve una oferta financieramente importante desde Miami, que implicaba irme para allá y obtener la residencia al poco tiempo como era en esa época. Era una oferta de trabajo interesante, aunque no era lo que yo hacía. Me llamaron por teléfono y me la propusieron y les pedí que me dieran 24 horas para no tomar una decisión precipitada, por aquello de pensarlo bien no fuera a ser “la oportunidad”. Lo consulté con Pedro Luis Ferrer, que en ese momento estaba en Madrid, y él me dijo que no le parecía una buena oferta y que si fuera yo él no la cogería. Que para lo que me estaban contratando no era lo mío y que allá iba a chocar enseguida porque trataría de hacer el humor que me gusta, y que seguro querrían que hiciera algo diferente, más acorde a lo que se hace allá sobre Cuba, y aunque sus palabras no fueron las definitorias sí corroboraron lo que yo mismo pensaba, aunque no estaba seguro. Esa sinceridad es algo que le voy a agradecer siempre. Y para que veas, el pensamiento oficialista rígido seguramente no concebiría que un consejo así se lo daría Pedro Luis Ferrer a Eduardo del Llano. Así que le agradecí a la gente de Miami por la oferta, pero les dije que no la iba a tomar.

Fíjate, no es que tenga nada en contra de emigrar. Mucha gente de mi generación y de otras, anteriores y posteriores, lo han hecho. Es su derecho y tienen sus razones, que yo respeto. Mi mejor amigo vive en México y sigue siendo mi mejor amigo. Pero mi vida es lo que yo hago –el dinero se me va en filmar, en escribir– y lo que yo hago tiene sentido aquí. Puedes vivir afuera y conocer otro país, disfrutarlo, aprovechar sus virtudes, pero al menos yo no me veo contando una historia sobre los turcos o los austriacos o los esquimales. Es en Cuba donde encuentro los temas, las motivaciones para mis obras. No es que me esté haciendo el más héroe que nadie, pero eso ha sido, a la larga, lo que me ha hecho regresar.

Por otro lado, conozco a mucha gente de mi generación, o de otras, conflictivos como yo, que, más allá de que viajen de vez en cuando, siguen en Cuba, como el mismo Luis Alberto (García), Frank Delgado, Carlos Varela, gente por la que muchos apostaron que no iban a durar mucho en este país por las cosas críticas que hacían, decían, cantaban, filmaban, y, sin embargo, son los que siguen aquí, mientras otros políticamente correctos en apariencia se fueron en la primera oportunidad. Y es que, si nos enseñaron a ser de izquierda, revolucionarios, ahora nos tienen que comer con papa, porque muchos decidimos seguir aquí y ser revolucionarios a nuestra manera. Y si alguien no le gusta, está bien, pero no por eso vamos a cambiar. Esa es nuestra mentalidad.

«Alicia en el pueblo de Maravillas» (1991), de Daniel Díaz Torres y de la que fuiste co-guionista, ha sido uno de los filmes más polémicos del cine cubano. ¿Cómo viviste lo sucedido tras su estreno?

Se estrenó oficialmente un jueves como siempre ocurría con los filmes del Icaic, pero solo estuvo en cartelera hasta el domingo. Y en el interior del país duró solo dos días. Mandaron a militantes del Partido (PCC) a los cines a gritar contra la película, a decir horrores. Incluso a los padres de dos de los miembros de Nos y Otros, que eran militantes, también los citaron al cine para reprimir una obra en la que habían participado sus propios hijos. Fue increíble porque era un guion aprobado por el Icaic y, a pesar de eso, nos cayeron encima con saña.

Fueron días muy angustiosos. Yo tenía 28 años y era un chama. Estaba muy emocionado porque un un director de cine nos había llamado para hacer una película y de pronto siento que el mundo me cae arriba. Nos dijeron traidores en los medios, contrarrevolucionarios, cobardes. Sin embargo, no fui preso ni perdí el trabajo, seguí de profesor de la Universidad, y seis años después pude seguir haciendo cine. Al final, sobrevivimos a eso. En cambio, muchos de los que nos criticaron se fueron después de Cuba.

¿Por qué crees que después de tantos años Alicia… siga sin exhibirse en Cuba?

El pensamiento se fosiliza. Hay gente con poder de decisión que identifica a Alicia… como una “película contrarrevolucionaria”, a pesar de todo lo que ha pasado después. No consideran la posibilidad de rehabilitar la cinta ni siquiera porque Daniel Díaz Torres, su director, murió. Debían haberlo hecho en ese momento y mucho antes también. Quedó como el arquetipo de la película contestaria. Después de aquel fatídico esteno, creo que se puso una sola vez en una muestra durante el Festival de Cine Latinoamericano, en La Rampa. No se ha vendido como DVD ni se ha puesto en televisión.

Cuando uno hace una obra de arte se enfrenta a interpretaciones polisémicas, pero muchas de las que despertó, de las que nos acusaron, no tenían nada que ver con lo que pensamos a la hora de hacer la película. Pero Alicia… las sigue arrastrando hasta hoy.

Luego trabajaste en otras películas de diferentes tesituras, más serias y también en la cuerda del humor, y con importantes directores cubanos. ¿Cuánto significan esas obras dentro de tu carrera?

Mucho, y no solo porque me permitieron viajar y recibir premios, sino también aprender, conocer gente tremenda, como Daniel Díaz-Torres. Él fue quien me inició en el cine, quien me enseñó cómo se escribe un guion, sobre la marcha, llevándome libros de la Escuela de Cine, porque yo no tenía idea de lo que era una película, para mí una comedia era una sucesión de chistes. Hice cinco filmes con él; los más sonados fueron el primero y el último, es decir Alicia… y La película de Ana, aunque por razones distintas.

A través de Daniel, Fernando Pérez se me acercó un día y me contactó para seguir el guión de La Vida es silbar, porque su primer guionista, Humberto Jiménez, se tenía que ir para Nicaragua. Imagínate lo que es trabajar con alguien como Fernando, uno de los más grandes directores del cine cubano, y que luego La vida… obtenga el premio Goya, en España. Además, fue la primera película cubana llevada a formato DVD, en Suiza, y hoy puedo decir que fui parte de eso.

Después volví a trabajar con Fernando en Madrigal, y también con otros directores como Gerardo Chijona, con quien hice Perfecto Amor equivocado, hasta que empecé a dirigir mis propias cosas. Pero todo lo que hice antes, está ahí. No se puede borrar.

¿Que seas director de tus propias historias, como sucede en los cortos de Nicanor y en tus dos largometrajes, implica que ya no trabajes como guionista para otros directores?

En lo absoluto. Yo estoy loco porque me llamen, pero creo que mucha gente asume que quizá porque esté dirigiendo ya no voy a aceptar encargos de otros guiones. La otra parte de la verdad es que han surgido guionistas jóvenes excelentes, como Amílcar Salatti, que escribió el guion de Inocencia, y otros más. Y también hay directores que prefieren filmar sus propios guiones.

El problema es que aquí no hay rasero para medir las cosas. No hay un star system, digamos. Y a veces viene un extranjero que quiere hacer una película y le encasquetan a lo mejor un guionista que no sabe nada. No es común que se haga una prospección para que llegue a mí, o a Senel (Paz), o a Arturo Arango, o a cualquier otro guionista reconocido. Es un proceso un poco aleatorio.

Pero si ahora mismo viene uno a proponerme un trabajo, o un director cubano como Ernesto Daranas o Alejandro Gil, por supuesto que encantado lo hago. Además, hacer un guion para otro director de vez en cuando es saludable, porque te hace mirar desde fuera las cosas que haces tú, y entonces el próximo guion que escribes para ti propablemente te quede mejor. Y, además, puedes ver el estilo de dirección de otros realizadores, que es algo que me gusta. Así que si no me llaman no es porque yo no quiera.

¿Cómo ves el escenario del cine cubano actual?

Siento que hay una insistencia muy grande de los realizadores, en particular los más jóvenes, en ciertas zonas de la sociedad por encima de otras temáticas. Hay sectores sociales que hace tiempo no salen en una película cubana. En el cine de los jóvenes a veces siento, en general, que hay más habilidad técnica en cuanto a trabajar la imagen y el sonido que historias que contar.

Pero al mismo tiempo aplaudo películas como Juan de los Muertos o El extraordinario viaje de Celeste García, que exploran géneros no habituales en Cuba, o el cine de autores como Jorge Molina, porque me parece espectacular que existan en Cuba esas películas gore y medio eróticas, o de ciencia ficción, o de terror, que salgan de la norma, de los estereotipos.

Creo que no debemos convertirnos en una sarta de clichés que nos imponen o que nosotros mismos nos creamos sobre la realidad cubana. Seguimos pensando en pequeño, en la Cuba del barrio, y tenemos que pensar que somos ciudadanos del mundo y contar también historias universales.

¿Y cómo encajas tú dentro de ese escenario?

Yo tengo un pie en el Icaic y otro en el cine independiente, pero en los dos lugares tengo una tremenda falta de “guara”. En el Icaic no me llaman hace tiempo porque al parecer no soy santo de su devoción. Omega 3 salió hace 6 años y desde entonces no me han aprobado ningún otro proyecto, ni siquiera The real thing, que ganó el premio Coral en 2016 a mejor guion inédito. Eso pasa en otro país y te convocan enseguida, pero el Icaic no le dio “bola” y es poco probable que a esta altura lo vaya a hacer.

En realidad, yo nunca he sido del Icaic, he colaborado con la institución, pero muy puntualmente. He cobrado por lo que he hecho, pero no me pagan un salario todos los meses. De hecho, yo no recibo un salario desde que en 1995 me fui de la Universidad. Yo vivo del cuento.

Soy una especie de Robinson, porque lo que yo hago tampoco encaja mucho en el cine independiente, menos en el de los más jóvenes, porque tampoco soy joven, ya estoy más cerca de los 60 que de los 50. Estéticamente sigo afiliado a un tipo de comedia que no es lo que se estila en ese grupo. Así que me veo como un tipo que está al margen del mainstream oficial y del alternativo también.

Todo parte de una elección personal, pero también es el camino por el cual la vida me ha llevado. Y pienso seguir haciendo mis cosas mientras pueda conseguir dinero y convencer a la gente de que vale la pena, aunque parezca algo conflictivo o esté al margen de la tendencia dominante. Si lo mío fuera no complicarme, haría videos de reguetón.

Tienes varias novelas y libros de cuentos publicados. Sin embargo, muchas personas solo te relacionan con el cine…

Es así, y no solo hablo del público. Luego de más de quince libros publicados he conocido gente en el Icaic que se ha asombrado cuando se enteran de que escribo novelas. Pero al mismo tiempo, muchas personas de la literatura me tienen solo por cineasta y otros en el cine me asumen solo como escritor. La gente no asocia las dos cosas.

De mi literatura, hace tiempo que no escriben ni para hablar mal. Siento que la crítica literaria está bastante deprimida en Cuba y se sigue escribiendo sobre zonas seguras, es decir literatura de los siglos XIX o XX o algunos escritores novísimos. Y yo no encajo en ninguna de esas categorías. No soy una apuesta segura.

En febrero del 2018 gané con El enemigo el premio Carpentier, el más importante para la literatura cubana, pero hasta el día de hoy no me han hecho ni una entrevista, a pesar de que el premio siempre genera una amplia cobertura mediática. Es como si no lo hubiera ganado. Encima, después que se vendieron los primeros 200 ejemplares en la Feria de La Habana me di cuenta que la impresión tenía unas erratas monstruosas. Llamé a la editorial y me dijeron que iban a hacer una nueva tirada, pero de pronto se acabó el papel. Todavía no ha salido el resto. Tuve que respirar hondo después del encabronamiento. A fin de cuentas, yo no me di el premio yo mismo.

Después de una obra, tanto literaria como cinematográfica, marcada por la reflexión crítica sobre la sociedad cubana y sus derroteros. ¿Cuál sería tu proyecto de nación? ¿Cuál la Cuba por la que luchas?

Yo soy un cubano muy raro, muy poco ortodoxo. No sé bailar nada, no entiendo la emoción deportiva, para mí es un misterio total que haya nueve jugadores correteando en un estadio de pelota. Y sin embargo, me siento muy cubano, tanto como el que más, y siento que Cuba es mi lugar, el país donde quiero hacer cosas a pesar de que no me haya ido precisamente bien en algún momento.

No soy un político que traza un proyecto de nación por el que lucho utilizando estas o aquellas armas, estas o aquellas estrategias. Pero igual pienso en una Cuba posible, una Cuba cada vez mejor, no solo económicamente sino también con más libertades, donde la gente, en especial los jóvenes, no vean en emigrar la única forma de triunfar en la vida. Un país en el que no se satanizara a la gente por sus opiniones y en el que socialismo sea cada vez más abierto y democrático, que ofrezca más posibilidades en lugar de vivir permanentemente en el estado de que «este es el borrador y después se pasará en limpio cuando las circunstancias lo permitan».

Me gustaría seguir viviendo en Cuba, aunque también viajar todos los meses si fuera posible, y que seamos un país de llegada, de permanencia, no de tránsito. Con todo eso sería feliz.

Y en esa Cuba ideal, ¿alguien como Nicanor O’Donell podría llegar a presidente?

No solo podría, sino que debería. Nicanor es un cubano de a pie, un tipo del pueblo, vulnerable, instintivamente de izquierda y un estado de cosas donde ese cubano de a pie, con su experiencia, su operatividad y su sentido común, pudiera llegar a ser presidente sería un país donde definitivamente yo quisiera vivir.

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