Autor: Joaquín Borges-Triana

San Juan Murmurante

San Juan Murmurante

Nunca he creído ni mucho ni poco en la reiterada idea del fatalismo geográfico. Los creadores cubanos residentes en cualquier punto del país fuera de los límites de La Habana, cuando son genuinos de verdad, contra viento y marea se abren paso. Otra cosa bien diferente es reconocer que en materia de cultura, no hemos logrado librarnos de un enfoque habanocentrista, expresado en mil y un ejemplos.

De tal suerte, en una manifestación como la música, las discográficas nacionales, todas radicadas en la capital, jamás han conseguido ofrecer una muestra equilibrada de lo mucho y bueno que en materia de arte sonoro, tanto popular como académico, se lleva a cabo desde Pinar del Río hasta Guantánamo.

De ahí que siempre que me encuentro con un fonograma de un artista no residente en mi querida Habana, siento especial interés por escucharlo. Justo eso me sucedió con el álbum titulado San Juan Murmurante, realizado por el Coro de Cámara de Matanzas, bajo la dirección de José Antonio Méndez Plasencia.

Licenciado por Producciones Colibrí del Instituto Cubano de la Música, este CD me resulta uno de los más llamativos entre los hechos en el universo de nuestros coros en años recientes. En ese sentido, tengo que afirmar que, en el plano personal, el disco fue una muy grata sorpresa pues, aunque desde hace tiempo conozco el trabajo de José Antonio al frente de formaciones vocales y experimento gran respeto por lo que él ha hecho con distintos proyectos, no me imaginaba un fonograma al corte de San Juan Murmurante (título tomado a partir del nombre de una composición de Marta Valdés), en especial por el repertorio que en el mismo se registra.

Con piezas que van desde versiones corales de temas harto conocidos hasta obras concebidas por sus autores para el formato de coro, soy del criterio de que el mayor mérito de la grabación está en rescatar del pasado algunas partituras que rara vez en los tiempos que corren son interpretadas.

Magníficos ejemplos en dicho orden son los casos de “Curujey”, obra concebida a partir de versos de Nicolás Guillén musicalizados por Amadeo Roldán, y “El Caballo Blanco”, escrita por otro grande de nuestra creación sonora, el remediano Alejandro García Caturla, composición inspirada en ese clásico de la música popular cubana que es “El fiel enamorado”, original de Francisco Portela. Confieso que hasta la audición del álbum, nunca antes yo había oído estos dos temas, que para mí resultaron todo un muy grato descubrimiento.

El buen tino de José Antonio Méndez Plasencia al escoger el repertorio para el fonograma llevado a cabo por el Coro de Cámara de Matanzas se vuelve a corroborar en la sabia alternancia de la que hace gala al elegir tanto piezas de raigambre popular, como otras en las que el sello de la música académica es lo prevaleciente. Así, entre los momentos más logrados en el álbum, según mi parecer, están la interpretación efectuada del archiconocido “El manisero”, perteneciente a la autoría de Moisés Simons y en este caso, en una acertada reescritura a cargo de Yaniel Fernández Águila, o el corte con el que se pone término a la grabación, es decir, “Un baile muy rápido”, firmado por el compositor y director orquestal Roberto Valera.

Con lo expresado hasta aquí, queda claro que con un fonograma como San Juan Murmurante, del Coro de Cámara de Matanzas bajo la dirección de José Antonio Méndez Plasencia, se verifica que más allá de las fronteras habaneras, a lo largo y ancho de nuestro país hay personas que están haciendo música de primer nivel, tanto o más llamativa que la efectuada por sus compatriotas capitalinos, algo que siempre debería tenerse en cuenta pero que con triste frecuencia es pasado por alto.

Queja de la luna llena

Queja de la luna llena

Justo en coincidencia con una de las celebraciones a propósito del 8 de marzo, por encargo de una revista de una universidad brasileña, preparé un ensayo acerca de la participación de las mujeres en la vida musical cubana. En relación con el asunto, en los cursos acerca de música popular que imparto, en la clase dedicada al tema de la relación entre música y género en nuestro país, utilizo entre otras canciones piezas como “Queja de la luna llena”, “Días de calor”, “Son de Camagüey”, “Convocatoria” o “No tan feliz”, todas compuestas por Lilliana Héctor Balance, una de nuestras creadoras que en su obra musical mejor representa el discurso de clara orientación feminista.

Sucede que en el terreno de la cancionística nacional, de un tiempo hacia acá hay una cada vez más creciente participación de artistas femeninas. Lo interesante es que ya no solo se desempeñan en el área del canto, como ha sido habitual, sino que asumen roles como instrumentistas. Pese al importante papel que tales creadoras vienen jugando, llama la atención que en Cuba no se hayan realizado estudios de género, a fin de establecer diferencias y similitudes entre las canciones compuestas por mujeres y las hechas por hombres.

Si bien es cierto que el arte no está para ser seccionado, las sicologías de ambos géneros son diferentes, a lo cual se une la realidad de que cada persona le aporta su individualidad a lo que hace. De lo anterior se desprende que nuestra condición de hombre o mujer quedará plasmada, al margen de la propia voluntad del individuo, en la creación artística, porque formamos parte de una historia social. Por ello, la importancia en las ciencias sociales contemporáneas de estudios de género o de generaciones.

Esos análisis a partir de enfoques de género, pendientes en el universo trovadoresco cubano y en general en toda nuestra música, quizá podrían responder preguntas como: ¿por qué históricamente han sido pocas en la Isla las mujeres trovadoras en comparación con los hombres, o cuánto de una visión machista del mundo perdura en canciones de trovadores de nuestros días? No está de más señalar que el discurso académico que se define como neutral resulta a la postre muy masculino, o sea, que una perspectiva de género para indagar en torno a la práctica musical es más que necesaria.

Piénsese en que al reflexionar acerca de la presencia de la mujer en la historia de la música cubana, hay una gran cantidad de interrogantes que aguardan por serias exégesis. Por ejemplo: ¿Las cuestiones de género pueden quedar limitadas únicamente a lo corporal-baile? ¿Qué rol ha jugado lo sexual en las estrellas femeninas que ha tenido nuestra música? ¿Han sido acaso expresión de la liberación sexual femenina o, por el contrario, manifestación de convertir a la mujer en mercancía? ¿Cómo ha sido la división social del trabajo en la música cubana? ¿Existen entre nosotros en lo musical estereotipos de género? ¿Cuáles? Digo esto último a propósito de la vestimenta, los movimientos en la escena, las letras de las melodías, la forma de cantar, la publicidad, los videoclips… En fin, que ya es hora de que en Cuba en lo concerniente a los estudios de música y mujer avancemos del imprescindible recuento biográfico a una fase superior y crítica, en la que se intente establecer las diferencias, si es que existen, en la práctica musical por el género masculino y el femenino.

Ocurre que a estas alturas del siglo XXI hay tantas razones para ser feminista, como reclamar que hombres y mujeres seamos iguales en dignidad y derechos, pedir el fin de la violencia del sistema machista que desprecia a los seres diferentes, o luchar porque verdaderamente algún día se haga realidad el ideal republicano de libertad, igualdad, fraternidad, un sueño todavía pendiente. Por todo ello y por mucho más, sobran motivos para continuar haciéndose canciones que nos invitan a identificarnos con esa mitad de la humanidad, exmoradora de la antigua ciudad de Delfos, donde estaba el templo de Afrodita. A fin de cuentas, el canto feminista de cualquier mujer en Cuba o en otro sitio del mundo hace pensar que, como dijese hace años Víctor Hugo, «la utopía de hoy es la realidad de mañana».

De todo un poco

De todo un poco

Tengo el privilegio de conocer el trabajo de Jóvenes Clásicos del Son desde su fundación, allá por 1994. A lo largo de todo este tiempo la nómina de integrantes de la agrupación ha ido cambiando, como suele suceder en la historia de cualquier grupo. Sin embargo, el director del colectivo, el contrabajista Ernesto Reyes y que responde al sobrenombre de “Palma” por proceder del poblado homónimo en la zona oriental de nuestro país, ha conseguido el harto difícil y anhelado sueño de cualquier formación musical, es decir, alcanzar un sello propio, un estilo original y un timbre inconfundible que les identifique.

Ello se puede comprobar si uno escucha de conjunto la discografía de Jóvenes Clásicos del Son, concebida a partir del apego al formato y la sonoridad de un septeto que defiende lo más auténtico de la música tradicional cubana pero que, al propio tiempo, en virtud de las sabias y funcionales orquestaciones que emplea, también suena muy contemporáneo.

En esta nueva producción fonográfica de la agrupación, la octava  en su devenir y que lleva por título De todo un poco, la fórmula por la que han apostado “Palma” y sus compañeros de grupo continúa siendo la misma que ellos han defendido en los pasados 25 años, o sea, interpretar un repertorio en el que están presentes distintos géneros de nuestra música pero con la elegancia y el decir característicos de la trova.

Así, en los doce cortes que recoge este álbum, podemos disfrutar desde un son a la manera en que se interpreta en el oriente cubano, de una trovada tradicional a dos voces, de un bolero o hasta de un riquísimo nengón con rumba. Igualmente, el buen gusto para escoger los temas que se incluyen en el disco se pone de manifiesto todo el tiempo y por dicho camino encontramos aquí, por solo mencionar unos ejemplos,  composiciones de creadores tan prestigiosos como Miguel Matamoros, José A. Nicolás y Amaury Gutiérrez.

Con producción de Ernesto Reyes “Palma” y la participación de varios invitados que también aportan lo suyo en aras de lograr un fonograma atractivo y que solo necesita ser bien promovido, estoy convencido de que el disco De todo un poco, de Jóvenes Clásicos del Son, es de esos trabajos que deleitan al más exigente devoto de la música tradicional cubana de ayer, de hoy y de siempre. Digo yo.

Poemas de Yamil Díaz

Poemas de Yamil Díaz

Conocí a Yamir Díaz Gómez(Santa Clara, 1971) hace alrededor de treinta años. Por entonces yo trabajaba en la revista Alma Máter y él cursaba la carrera de periodismo en la Universidad de La Habana. Me parece que fue ayer cuando un día Yamir se nos apareció en la redacción de la publicación a proponernos una colaboración. Desde entonces he seguido su quehacer, ya fuese como periodista, editor, promotor cultural, estudioso de la obra de José Martí y sobre todo, como el excelente poeta que es. 

Entre sus libros pueden mencionarse Apuntes de Mambrú (1993), Soldado desconocido (2001), Fotógrafo en posguerra (2004), que integran una trilogía aparecida en tomo único bajo el título de La guerra queda lejos (2006, 2009), además del folleto El flautista en la cruz (2000) y el poemario para niños En el buzón del jardín (1999, 2002, 2013).

Hoy quiero proponer algunos viejos poemas de este santaclareño y que disfruto muchísimo cada vez que vuelvo a leer. Ojalá que los seguidores de Miradas Desde Adentro disfruten como yo con la obra de alguien al que respeto por su quehacer intelectual y que además es un buen amigo.

Poesía de Yamir Díaz

EL SOLDADITO DE PLOMO


…fue una caída terrible. Quedó clavado de cabeza entre los adoquines…
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .H. C. ANDERSEN

No vendrás al abismo en que me postro,
porque eres de papel: no has existido.
No escucharás mi último latido,
ni habrá más polizones en tu rostro.

Amada, a causa de mi desconsuelo
todo cae, todo flota, todo yerra.
Ahora el cielo ha bajado hasta la Tierra,
y la Tierra ha subido rumbo al cielo.

Mi humilde eternidad ya no reposa,
porque sé que la muerte no te roza.
Y —aunque el cielo te brinda sus candiles
herido por mi única estocada—
voy descubriendo que la muerte, Amada,
es cruel hasta en los cuentos infantiles.

Muero. Y un espejismo me promete
anunciar a las puertas de palacio 
que un soldado te aguarda en el Espacio
clavado como un Cristo de juguete.

Voy cerrando los ojos, con tal gozo
que detrás de mis párpados te miro,
que lo perenne cabe en un suspiro,
y es otro el cuento, mucho más hermoso.

A este trozo de plomo y remembranzas
le late un corazón porque tú danzas,
porque eres todo lo que hay esta vez,
porque das a un soldado la certeza
de que es bueno pararse de cabeza
cuando todo en el mundo está al revés.

Pero no tengo ya dónde ni cómo
ganar mi apuesta a la melancolía;
pues no vas a morir, amada mía,
a pesar de estas lágrimas de plomo.

Ahora el duende repite sordo, cruel,
que hay una bailarina suspendida
a salvo de la muerte y de la vida.
¡Ay!, mi novia no existe: es de papel.

Amada, ¿te me has vuelto colibrí?
Me he quedado sin quién, sin qué, sin cuándo,
sin más amparo que mi frenesí.

Voy muriendo de un golpe oculto, blando.
Y he cerrado mis ojos, preguntando
cómo será la eternidad sin ti.

LETANÍA MENOR PARA TU MANO

Estoy leyendo el último periódico del siglo,
y llegas tú.
Y tu mano derriba las noticias
y tu mano me toma de la mano.
Soy un niño perdido
en la dulce emboscada de tu mano.

Más allá de tu mano no hay relámpagos,
no existe la palabra nomeolvides
ni cosa tan real como la sombra de tu mano.
Ahora todos mis versos terminan en tu mano
porque yo estoy escrito en las líneas de tu mano.

Yo voto con tu mano.
Aplaudo con tu mano.
Me refugio en tu mano por si mañana Dios está más lejos.

Donde acaba tu mano comienzan las preguntas.
¿Qué será de la lluvia sin tu mano?

Sólo tengo tu mano contra el espanto y la rutina.
Tu mano que me escribe;
tu mano que me toma de la mano,
que me deja perdido en un poema
donde yo estoy leyendo el último periódico del siglo,
y llegas tú.

EL NACIMIENTO DE MAMBRÚ

Te llamarás Mambrú. Tu doble irá a la guerra,

y los dos cantaremos qué dolor

cuando pasen los soldados sobre el puente.

Ya lo sabrás, Mambrú: 

los soldados se matan por un rey al que no han visto respirar;

la guerra queda lejos.

Qué dolor: el pañuelo jadeante de la novia,

el pañuelo que silba junto al tren,

y el tren se arrastra sobre el puente de los tristes.

La historia queda lejos. Qué dolor:

esa novia que gime no es la historia.

Y la muchacha que olvidó nacer a la hora precisa

para aplaudir al padre que nunca volverá,

y esos soldados que pasan, nunca fueron la historia.

Tú has nacido en el puente de los tristes.

En este sitio, nacer no es derramarse

sino estar condenado a no partir.

Aquí vienen, llorosos,

el leñador, el ministro, el nigromante.

Aquí se dan la mano ladrones y verdugos:

todos tienen un doble que roba o guillotina.

Ya lo sabrás, Mambrú:

tu doble un día volverá de la guerra,

y no estará la novia. Qué dolor.

Hijo: la soledad no tiene doble;

la soledad viaja en el tren de los soldados

para que el puente vibre,

y tú y yo nos abracemos,

y cantemos de nuevo qué dolor.

Las palomas no vienen al andén cuando regresan los soldados.

Aquí no nacen héroes. Qué dolor.

Qué dolor.

Qué pena.

DISCURSO EN UNA ESQUINA DE PARÍS 
                                  
                                                               a veronique joncheray

Son las dos de la tarde en los relojes de París,
y la ciudad se llena de viajeros y palomas.
Los viajeros preguntan por Rimbaud,
los viajeros se llevan una torre de juguete:
un país de juguete que gobernaron cuando niños.
Son las dos de la tarde,
y la niñez de los viajeros regresa por las calles de París,
y todos aman a una mujer de treinta y siete años.

Todo el que ama tiene
algo de organillero.
Por eso los viajeros llevan en las arterias una música oculta
mientras las estudiantes navegan por el Sena.

Son las dos de la tarde.

Tener amigos por solo una semana,
es el oficio más triste del mundo.
Y he aquí que los viajeros se consuelan
dando una falsa dirección:
disimulan sus lágrimas poniendo en hora los relojes.

En París, casi siempre, son las dos de la tarde.

EL TESTAMENTO DE MAMBRÚ

Hijos míos: yo nunca seré un héroe.
Nunca tracé las coordenadas por donde debió cruzar el río;
no descubrí la pista hacia la lluvia;
no ordené a los soldados un eclipse.

Hijos míos: yo nunca fui a la guerra.
Mi historia era un pretexto
para que las mulatas salieran al balcón.
                      
                                   Vengo del fango y del trigo
                                   sin más que mi serenata.
                                   Voy a la muerte, mulata,
                                   ¿quieres morirte conmigo?

Yo sé cuán poco vale el hijo de un soldado,
y por eso les dejo este silencio:
nadie recuerde que Mambrú tenía dos hijos
y un telescopio
y un fusil
y unos zapatos blancos.

Un día el tiempo abrirá de par en par las siemprevivas,
asomarán otras muchachas al balcón,
y por eso les dejo estas palabras
con las que les dirán que ellas vienen del trigo.

Hijos míos: yo nunca fui a la guerra;
pero he cruzado las calles donde alguien estafó al ilusionista.
He dormido en portales
sin más que el viento saltando entre mis dedos,
y por eso les dejo las campanas, los puentes, los caminos…
Pero no volveré a prender candiles en los rincones de la casa
porque si vuelvo dejaré de ser eterno.

Mi historia servirá
para que los soldados inventen un eclipse
y descubran la pista hacia la lluvia
y tracen las coordenadas por donde va a cruzar el río
y mueran por la patria,
aunque la patria sea una palabra que no entiendan.

Dirty Loops: ¡Músicos impresionantes!

Dirty Loops: ¡Músicos impresionantes!

No logro explicarme del todo las razones para el auge del cover en todas partes. No se trata solo de algo que esté ocurriendo en Cuba. En otros sitios del mundo he sido testigo de algo similar. Incluso, las proporciones del fenómeno son de tal magnitud que existen bandas especializadas en hacer nota por nota el repertorio de agrupaciones famosas aún activas.

A nivel teórico, ya existe una amplísima bibliografía en torno a las disímiles formas en que hoy se presenta el cover. Al parecer, mi buen amigo, el Doctor Mario Masvidal, tenía razón cuando hace varios años publicó un artículo en la edición 322 de la revista El Caimán Barbudo titulado Jurassic Park, y donde escribió lo siguiente: «La nostalgia y la ironía constituyen, según ciertos saberes, las marcas fundamentales de la estética contemporánea de occidente. De acuerdo con este criterio, toda acción artística del presente está signada por el sabor —¿y el dolor?— de lo pasado y por la imposibilidad de su recuperación».

Es en semejante contexto en el que se inscribe el accionar del trío sueco denominado Dirty Loops, unos músicos que descubrí gracias al doctor Michel Betancourt, un melómano como su padre, mi buen amigo Darío Betancourt. Confieso que al escuchar la propuesta de la banda, sencilla y llanamente me quedé sorprendido.

Hacía rato no me topaba con un trabajo así, en el que el verdadero concepto de lo que es hibridar diferentes géneros y estilos está todo el tiempo presente. Por momentos uno no sabe bajo qué término englobar la propuesta de Dirty Loops, si dentro de los parámetros del pop, en el universo del jazz o como un trabajo de electro dance music.

Sin hacer mucho ruido, Suecia se ha convertido en uno de los países que más está apostando por el quehacer musical en sus diferentes formas de expresión. Ello guarda estrecha relación con un plan educativo que allí pusieron en marcha varios lustros atrás y por el cual, de forma masiva, niños y niñas reciben una formación en el mundo de los sonidos ordenados. El resultado de semejante esfuerzo ya está dando sus frutos y son numerosos los instrumentistas de ese país que se destacan por los días que corren.

Dirty Loops deviene una propuesta heredera de tal sistema formativo, que contribuye no solo a la aparición de numerosos músicos, sino a lo que es todavía más importante, la creación de un gusto ecuménico por la música en un sentido que no establece las convencionales fronteras genéricas y estilísticas.

Formados en 2008 en la ciudad de Estocolmo, este power trío está integrado por el pianista y cantante Jonah Nilsson, Henrik Linder al bajo y el baterista Aaron Mellergårdh. Desde sus comienzos, ellos se pusieron como meta el principio de evidenciar que en música no hay temas malos, sino intérpretes que poco o nada tienen para decir. De ahí que sin el menor tipo de prejuicio, incorporen a su repertorio piezas de las que cualquiera pudiera catalogar como descartables y expresión de lo puramente comercial, carente del hálito de lo artístico y perdurable.

Por ese camino, el trío versiona cortes al estilo de Circus, de Britney Spears, pero lo somete a un proceso de «deconstrucción» que lo hace diferenciarse ciento por ciento del original. El cover resultante, como todos los interpretados por Dirty Loops, parte de la idea de desmontar los códigos de la composición que se versiona y convertirla en algo por completo disímil del referente, pero sin desvirtuar la línea melódica del tema. Lo mismo ocurre cuando hacen suyo Just Dance, de Lady Gaga, o algún tema de los archipopulares de Adele.

Si como instrumentistas los tres dejan claro que no son segundo de nadie y que dominan a sus anchas las técnicas de improvisación, también hay que decir que la voz de Jonah Nilsson se mueve con total soltura por los terrenos del funk, el R&B y el soul, como si fuera un afroamericano. Todo ello se puede comprobar al escuchar la ópera prima de la banda, el álbum titulado Loopified, publicado a través del sello estadounidense Verve, subsidiaria de Universal Music, y bajo la producción del célebre David Foster.

Cortes como Hit me, Sexy girls, Sayonara love, Wake me up y Die for you son de esos que, en virtud de la inteligente mezcla que realizan entre elementos de jazz, funk, soul, R&B y pasajes de electro dance, le cargan las pilas a uno. No exagero en lo más mínimo y les aseguro que los de Dirty Loops son músicos impresionantes. Lo que hacen suena «brutal» y, dado su juventud, de seguro en el futuro mucho se hablará sobre ellos.

Guinga o la buena música de Brasil

Guinga o la buena música de Brasil

Es una pena que en Cuba no circule como merece la música de Brasil. Con ello nos perdemos lo hecho por nombres del panorama sonoro de aquella nación como el Cuarteto Jobim Morelenmaum, Toque de Prima, el grupo Mestre Ze Paulo o el guitarrista Guinga, por solo mencionar unos pocos ejemplos. Por lo anterior, nunca será suficiente lo que habrá que agradecerle a Pablo Milanés por ser el principal artífice de que, cuando en los 80 se celebraron distintas emisiones del Festival de Varadero, por el escenario de la playa matancera desfilaran numerosos creadores musicales brasileños, de los más importantes en su momento e incluso hasta nuestros días.

Después de aquella gratificante experiencia que, dicho sea de paso, entre nosotros no se supo valorar en su real magnitud si nos guiamos por el poco caso que se le hizo a algunos de esos ilustres instrumentistas y cantantes, no hemos vuelto a disfrutar de un intercambio tan fluido y por el cual a Cuba llegaron importantísimos representantes de la música popular carioca. No se trata de que por acá en años recientes no se hayan presentado artistas brasileños de tremenda valía, pero lo cierto es que cualquier recuento demostrará que la cuantía de visitantes no resiste la comparación con lo acaecido en el decenio de los 80.

En el caso específico de Carlos Althier de Souza Lemos Escobar, conocido como Guinga, es un eminente guitarrista y como compositor, según no pocos especialistas de su país, está ubicado a la misma altura de figuras notables como esos imprescindibles que son para la música brasileña Villa-Lobos y Antonio Carlos Jobim.

Una de mis grandes amigas, la vocalista Danays Bautista, fue la persona que me hizo prestar atención a la obra de Guinga, y desde el instante en que ella me pasó algunas de las producciones fonográficas del guitarrista y compositor, también dentista de profesión durante largo tiempo, me volví devoto del creador nacido el 10 de junio de 1950 en Madureira, un suburbio de clase obrera ubicado en Río de Janeiro.

Según la biografía de Guinga, en la década de los 70, a la par que ejercía su profesión como odontólogo, él acompañó a cantantes como Beth Carvalho y João Nogueira. Asimismo, por esos años grabó con Cartola y Clara Nunes, figuras muy reconocidas en el ámbito de la samba. En la etapa, empezó a colaborar con el poeta y letrista Paulo Cesar Pinheiro, con el que estableció un dueto autoral. De tal suerte, canciones suyas fueron grabadas por gentes como Elis Regina, Nelson Gonçalves, Miúcha y Clara Nunes.

La carrera musical de Guinga despegó en grande en 1990, cuando Ivan Lins y Vitor Martins crearon el sello discográfico Velas, compañía que le posibilitó sacar al mercado en 1991 su ópera prima, el álbum titulado Simples e Absurdo, que tiene un repertorio de canciones compuestas por el guitarrista en colaboración con el letrista Aldir Blanc.

De ese disco hay varias piezas que para mi gusto son pequeñas joyas, entre ellas mencionaría Lendas Brasileiras, Ramo de Del rios, Rio-orleans, Quermesse, y sobre todo, la que da nombre al fonograma, es decir, Simples e Absurdo, orquestada solo con un acompañamiento de guitarra de esos que cualquier ejecutante del instrumento de las seis cuerdas desearía haberlo ideado.

Otros álbumes que recomiendo son Delírio Carioca (1993), contentivo de 15 temas caracterizados por hermosos arreglos y donde las palmas se las llevan las piezas Cançao do Lobisomem, Viola Variada, Choro pro Zé y Age Maria; Cheio de Dedos (1996), material básicamente instrumental y que valoro de obligatoria consulta para los guitarristas de música popular interesados en la vertiente acústica con cuerdas de nailon en el instrumento; Suíte Leopoldina (1999); Cine Baronesa (2001); Noturno Copacabana (2003); el fenomenal Graffiando Vento-Guinga & Gabriele Mirabassi (2004); Saudade Hacer Cordónão-Guinga & Paulo Sérgio Santos (2009) y Francis e Guinga-Guinga & Francis Hime (2013).

Lo más reciente hecho por este cultor de géneros y estilos que abarcan el choro, samba, forró, baião, frevo, modinha, vals, foxtrot, blues, música clásica y jazz, es un trabajo de conjunto con la cantante Mônica Salmaso y la clarinetista Nailor Proveta, pero hasta hoy no he podido escuchar nada de eso. Con un repertorio que, al decir de la crítica, está armado por composiciones que a menudo son armónica y rítmicamente complejas, aunque en el plano melódico resultan accesibles y con mucha resonancia, a quienes aún no hayan podido disfrutar de la obra de Guinga, se la recomiendo con la certeza de que al más exigente melómano, esta propuesta no lo defraudará.

Jade y su nueva propuesta fonográfica

Jade y su nueva propuesta fonográfica

“Hay días en que se juntan mis penas / ganándole la partida a mi pobre corazón / pero hay otros en que amanezco cantándole en sol mayor a la vida / y doy las gracias a Dios. / Días en que el amor de tu vida / a la vuelta de la esquina / se te revela imprudente y fatal / sin embargo hay otros / en que me importa bien poco / si el amor es algo grande, puro / o si es un rollo total. / Canto por no llorar, / lloro de tanto reír / y es que la vida encierra un contraste / con el que hay que convivir. / Acaba de aceptar / que la felicidad / nos dura por un instante / y no por toda una eternidad.”

Lo antes reproducido es un fragmento de una canción titulada “La vida”, uno de los temas que más me atrapa del nuevo disco de Jade. Dentro de la polifonía de voces de los músicos cubanos de la actualidad, la propuesta de Yanaysa Prieto y Maygred Felina Bourricaudy en sí misma representa la quintaesencia de lo mucho y bueno que en materia de cancionística vienen haciendo desde hace varios lustros (en unos casos dentro y en otros, fuera del país) creadores nacidos en este lado del mundo y pertenecientes a la generación finisecular.

En el repertorio aquí defendido por Yanaysa y Maygred, ejemplo de la Canción Cubana Contemporánea, se interpretan piezas en la línea de los géneros y estilos tradicionales de nuestra música (“Caminando”, “Por si el peso”, “La vida”, “Prueba y vete”) y otras donde la asimilación de lo foráneo y de una perspectiva híbrida es lo prevaleciente (“Más lejos que el sol”, “Compás de espera”, “Te soñé”, “Mañana tal vez”). 

La audición íntegra del álbum de Jade deja claro que ellas se han librado del narcisismo insular o exceso de localismo que en buena medida ha sufrido la producción artístico-literaria hecha por nuestros compatriotas. Porque si bien Tagore tenía razón al aconsejar: “Conoce a los de tu aldea y conocerás al mundo”, dado que el amor, la soledad, son iguales en México, Holguín, Tokio y en Berlín, la escenografía sí varía de manera radical. Ello trae aparejado un cambio en la forma de ver el mundo, fenómeno que en particular se ha producido entre las más recientes generaciones de cubanos.

De ese modo y a pesar de que se mantiene vigente el orgullo por la pertenencia a nuestra cultura, en un CD como el que nos entrega Jade se percibe que la noción de arte nacional se ha modificado, al igual que los paradigmas que hasta hace poco prevalecían, en correspondencia con el hecho cierto de que los códigos artísticos universales se han vuelto más cercanos a los creadores de cualquier punto del planeta, dada la expansión de la aldea global de la que nos hablase Marshall McLuhan y el desarrollo de un mundo cada vez con un mayor grado de interconexión. 

A tenor con la nueva realidad, Yanaysa y Maygred continúan haciendo una canción esencialmente muy cubana, pero cada vez también resulta más universal y dueña de una mirada supralocal, por encima de haber sido compuesta en La Habana.

Así, con este fonograma, en el que para su resultado final Yanaysa Prieto y Maygred Felina Bourricaudy han contado con el apoyo de una tan prestigiosa figura de nuestro panorama sonoro como Yusa,  se verifica que ellas han logrado construir una cancionística que les trasciende como entes artísticos individuales, para devenir forma de legitimación de toda una promoción, con lo cual Jade ya es algo mucho más que un simple proyecto musical.

Cumpleaños 40 de un poema de Osvaldo Sánchez

Cumpleaños 40 de un poema de Osvaldo Sánchez

Allá por 1980 yo estudiaba en el preuniversitario habanero Saúl Delgado y era (como dice la frase) un adolescente  feliz e indocumentado, seguramente lo uno por lo otro. Han transcurrido cuarenta años  y sin embargo, lo vivido por entonces permanece aferrado a mi memoria.

Fue por aquella época que supe de la existencia de un poeta nombrado Osvaldo Sánchez Crespo (La Habana, 1958) y que para la fecha era estudiante de la carrera de Historia del Arte. El primer poema suyo que leí fue el titulado “Declaración política familiar” y al que he vuelto una y otra vez en el transcurso de estas cuatro décadas, dándole al texto diferentes lecturas bajo las influencias de la época en cuestión y de mis propias vivencias personales.

Para los que no sepan quién es este creador, les informo que en 1981 Osvaldo resultó el poeta laureado con el Premio David por su libro de poemas Matar al último venado, publicado por Ediciones Unión al año siguiente. Tiempo después, al graduarse de Historia del Arte, laboró como profesor en la Escuela de Artes Plásticas de San Alejandro y en el Instituto Superior de Arte, pero sobre todo -en mi opinión- se convirtió en uno de los culturólogos más notables que hemos tenido en nuestro país.

Siempre le agradeceré reflexiones como las que publicase en trabajos suyos aparecidos en El Caimán Barbudo de la etapa y que en su momento me ayudaron a una mejor comprensión del arte hecho en Cuba durante el decenio de los ochenta.

Hoy comparto con los lectores de Miradas Desde Adentro el poema de Osvaldo Sánchez del que hablé líneas atrás y que aborda el tema de la fractura de la familia cubana, con un  discurso textual donde se transmite ¿acusación?, ¿complicidad? Como diría la frase de Taladrí: “Saque usted sus propias conclusiones”.

DECLARACIÓN POLÍTICA FAMILIAR

Osvaldo Sánchez

…………………………………………………Mariel, 1980.

matamos a mi hermana

con un golpe de patria……ahí en la puerta

cómo iba a romper nuestro corazón de cinco

……puntas

cruzando el agua

ella……la que planchaba mi magia de crecer

la de manos perfectas como lo cotidiano

la culpa fue nuestra

la vimos detenerse

decapitarse con el filo derecho que tiene el

……matrimonio

su marido soñaba plataformas de papel de espejo

lluvias de neón……él

no tenía brazos……ni bolsillos

y pronunciaba perfectamente……yellow submarine

tuvimos que matarla

aunque me hacía las maletas

aunque tenía hija y corazón

aunque mi madre llore ahora burguesamente de

……espalda a las ventanas

las gavetas están llenas de arena

y en lo que fue

vientos sepias barren y barren

dividiéndola a ella

todavía muerta en la puerta de mi casa

hoy hemos puesto la bandera y el televisor

matarla fue difícil

pero sabemos sonreír

claro

diferente que los niños.

Cofradía: Tal como son

Cofradía: Tal como son

En la historia de la Canción Cubana Contemporánea, desde fines del decenio de los 80 de la anterior centuria y hasta nuestros días han existido distintos dúos. En una breve enumeración podrían mencionarse nombres como Superávit, Hobby, Cachivache, Gema y Pavel, Postrova, Buena Fe, Karma e Iris. Es como parte de dicha corriente ideoestética que surge el proyecto artístico denominado Cofradía, integrado por Eusebio (Pachi) Ruiz Silvén, que se hace cargo del respaldo guitarrístico así como de los arreglos de voces, y Liamer (Lía) Llorente Góngora, quien además de cantar toca algunos instrumentos de percusión menor.

Conocí a Pachi y a Lía hace ya unos cuantos años, cuando ambos eran miembros de un grupo radicado en Moa y se presentaron en Holguín a propósito de las Romerías de Mayo. En aquella ocasión, ellos interpretaron como parte de su repertorio una muy hermosa canción escrita por Fernando Cabreja y que en un tiempo funcionó, junto con la “Oda a la alegría” de la 9na. Sinfonía de Beethoven, como tema central de la gran fiesta del arte joven cubano. 

Después de que se desintegrara la agrupación y de nuevo gracias a las “Romerías”, me los volví a topar en la ciudad de los parques cuando ya conformaban un dúo, con el que intervinieron en numerosos eventos de los organizados por la Asociación Hermanos Saíz, como los encuentros trovadorescos “Longina”, “Trova Viva” o “Al sur de mi mochila”, así como en otros certámenes al corte de la Fiesta de la Cultura Iberoamericana y la de la Nacionalidad.

En un primer momento, Pachy y Lía estuvieron muy influenciados por el quehacer de Gema y Pavel, pero de entonces a acá ha llovido mucho y el dúo Cofradía ha madurado, gracias a su intensa labor de investigación musical, así como por sus frecuentes presentaciones en Trinidad (ciudad donde hoy residen) y en otros escenarios, tanto en Cuba como fuera de nuestro país (Argentina, Italia, Noruega, Dinamarca, Suecia, Alemania y España). Semejante cúmulo de experiencias la vierten ahora en la grabación del que será su nuevo  disco, nombrado Tal como somos, con producción musical a cargo de Rainer Pérez y Manolito Simonet.

Afortunadamente ya he podido escuchar la grabación y puedo asegurar que estamos ante un álbum en el que no se pasa por alto el legado de la música tradicional cubana; claro que aquí este no es jerarquizado por encima de lo contemporáneo, sino que son justipreciados en idéntica medida. 

La apuesta por hibridar sin el más mínimo prejuicio elementos de múltiples orígenes se perciben a través de la totalidad de las piezas del fonograma, todas compuestas por Pachy. Por ello, si bien la canción es el plato fuerte de la propuesta, en el CD se aprecia una propensión a lo lúdico y que hace que la dicotomía entre lo reflexivo y lo bailable desaparezca.

Con orquestaciones realizadas por Rainer Pérez, uno de los rasgos más sobresalientes de este disco es la nómina de invitados a participar en el mismo. Son ellos Gema Corredera, Liuba María Hevia, Lucimila Rodríguez del Rey y Alain Pérez. De tal suerte, si me pidiesen recomendar algunos cortes del álbum, mencionaría “Abeja reina”, “Más arriba”, “Estandarte”, “Blue para ti” y en especial “Testigo único”.

Así pues, el disco que muy pronto estará a la disposición de los seguidores de Cofradía y en general de la Canción Cubana Contemporánea es una propuesta donde conviven tradición y vanguardia, continuidad y ruptura. Resulta otra estupenda muestra de lo que el cantautor Julio Fowler, al referirse en conjunto a este tipo de cancionística,  describe como un proceso convergente de asimilaciones estéticas y culturales, de una sabiduría abierta siempre que incorpora préstamos y “los transforma en un incesante trasiego e intercambio y donde lo único que no varía es esa capacidad de permeabilidad, de innovación y metamorfosis de la experiencia creadora”.

Cucu Diamantes: en defensa del performance

Cucu Diamantes: en defensa del performance

Quizás, como ninguna otra manifestación, la música cubana facturada en los últimos tiempos, tanto en el país como en la diáspora, le ofrece a las ciencias sociales un campo para el análisis de cómo se producen los procesos de nacionalización de lo global y globalización de lo nacional pues, como han argumentado George Lipsitz y Simon Frith, la música popular es el producto cultural que cruza fronteras con mayor facilidad mientras demarca espacios locales. A fin de cuentas, la obra de estos creadores habla de una avidez esencial por los sonidos, esa que no se detiene a pedir pasaportes, sino que digiere cuanto tengan de valioso para nutrir las ideas que asedian a los verdaderos artistas, protagonistas de una Cuba que –como nunca antes en nuestra historia– hoy se desborda de sus fronteras insulares, con lo que la extraterritorialidad cubana vive un momento de consagración.

La imagen de un futuro más o menos cercano en relación con lo que probablemente suceda con la diáspora musical cubana, para mí queda representada en la figura de la cantante Cucu Diamantes, un rostro de esas generaciones de nuestros artistas inmigrantes. Y digo rostro con toda intención, porque lo cierto es que no hay mucho que hablar de la voz. Muchos recordarán la entrevista que Amaury Pérez le realizara para su programa televisivo Con dos que se quieran (tercera temporada).

Las mejores palabras para describir en breve síntesis a la otrora vocalista de la agrupación Yerbabuena, las ha escrito el periodista Alejandro Armengol en su bitácora personal:

“Difícil definir a esa mujer que por momentos hace todo lo posible por desbordar sensualidad y otras se comporta casi como una excéntrica; a veces ´´chea´´ en el escenario y aguda en más de una ocasión durante cualquier entrevista; alguien que sabe defenderse en un solar habanero y comportarse en una galería de arte en Roma; una artista que en un primer momento uno piensa que podría destacarse más con un mejor repertorio, para conocer luego que algunas de las composiciones que interpreta son de ella o que ha intervenido en su elaboración.”

Habanera radicada en Estados Unidos desde la última década del pasado siglo (según confiesa, no se fue de Cuba por motivos políticos ni económicos sino porque hay seres que, como en su caso,  tienden a la errancia), con estancias prolongadas en La Habana  y a la que le importa más el performance a realizar que el hecho de ser o no una buena cantante, representa esa diáspora en la que lo cubano es una parte pero no un todo. 

Con el agudo columnista Alejandro Armengol, comparto su idea de que ella haya cantado en la Fiesta Latina durante la toma de posesión del presidente Barack Obama y que pocos meses después, la vocalista residente en New York se presentase en la Plaza de la Revolución como parte del macroconcierto organizado por Juanes en Cuba, puede (y debe) subrayarse como un dato significativo, no en el planteamiento de un vínculo directo entre uno y otro evento sino en la evidencia de un elemento común entre ambas actividades. 

Tras una votación por la presidencia de Estados Unidos, en la que el clásico enfoque del exilio cubano intransigente resultó perdedor, la actuación de Cucu en La Habana junto a figuras como Miguel Bosé, Olga Tañón, Luis Eduardo Aute, Orishas, Silvio Rodríguez, Carlos Varela, los Van Van… y su posterior gira por el país (la primera llevada a cabo por un músico cubano no residente en Cuba y recogida en el filme Amor crónico, del actor devenido realizador Jorge Perugorría), constituyó otra derrota para la línea recalcitrante de Miami y señal inequívoca de los tiempos que, quiérase o no, están por venir.

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