Autor: Joaquín Borges-Triana

Poemas del holguinero Delfín Prats

Poemas del holguinero Delfín Prats

Reproducimos aquí varios poemas del libro Lenguaje de mudos, célebre obra de Delfín Prats que fuese Premio David en 1968.

Humanidad

Hay un lugar llamado humanidad

un bosque húmedo después de la tormenta

donde abandona el sol los ruidosos colores del combate

una fuente un arroyo una mañana abierta desde el pueblo

que va al campo montada en un borrico

hay un amor distinto un rostro que nos mira de cerca

pregunta por la época nueva de la siembra

e inventa una estación distinta para el canto

una necesidad de hacer todas las cosas nuevamente

hasta las más sencillas

lavarse en las mañanas mecer al niño cuando llora

o clavetear la caja del abuelo

sonreír cuando alguien nos pregunta

el porqué de la pobreza del verano y sin hablar

marchar al bosque por leña para avivar el fuego

hay un lugar sereno un recobrado y dulce lugar llamado

humanidad

 

Sitio predilecto

En este sitio hemos estado creciendo

al amparo amigo de las bestias

hicimos el amor entre sus hembras

mamamos de sus ubres la leche de los caracoles

y los ritos

en el río gajos blancos

se clavan en la tierra: cuerpos niños

y risas insolentemente desnudas

mi hermano burlándose de las negritas

pidiéndoles el bollo

aquellos años revueltos como la charca

de los cochinos

“he hecho mi fusil

con una penca que arranqué de la mata de coco

un brazalete con un trapo rojo

de mamá que había detrás del armario

mañana me voy con los rebeldes”

las mujeres ríen y giran

envueltas en un sopor de alcanfores

y círculos concéntricos de leche

yo me he sentado sobre la cabeza de mi hermano

las mujeres visten sus trajes verdes

y a ti te gustan los muslos rubios de mi tía

se van en una carreta roja que cruje

y ya cruzan el puente que haces

del arco de tu cuerpo sobre el río

cuando les digo adiós son humo

reparten chocolate y galletitas de sal

los muertos me visitan esta tarde

 

Saldo

Entren amigos tomen asiento entre mis pertenencias

las que no me pertenecen más que a ustedes

sus melenas copiosas no tengo nada que brindarles

como en otro tiempo leche pan viejo o alguna que otra

tibia palabra que roer como ven

las cosas han cambiado mucho

ustedes están muertos hace unos cuantos calendarios

yo tuve un poco más digamos de destreza

con las enfermedades de los primeros años

pero créanme no es ninguna ventaja

estar aún del lado de los vivos

gozando de sus escasos privilegios

(estar de nuevo con ustedes

en el portal imaginario de la casa donde convivíamos

donde aún aguardamos el café de cada tarde

no sin cierta amargura reciente y viva como un muerto)

viejos amigos cómo lamento esta falta de todo que ofrecerles

mi ignorancia y un poco de impotencia

por las cosas que ocurren por ahí (se ha hablado

mucho de la guerra del genocidio y de cierta probabilidad

de exterminio parcial o total de la especie humana) pero hablen

cómo les va sin nadie cómo les va en la nada

sin tener que pulirla para ligar un hueso

cuando ya no hace falta romper la noche

con un tremendo aullido

Discurso entre dedos

Siempre nosotros apresurados vistiéndonos a tientas

acariciando nuestra piel adentrándonos en nuestra verdad

afeitándonos comiendo calculando las fechas

la cercanía del año nuevo

un posible viaje a Varadero con los amigos

atemorizados frente al espejo vacío

ante la posibilidad de que alguien nos sorprenda

(deseando dolorosamente que alguien nos sorprenda)

en esta batalla sin tregua contra la adolescencia que nos abandona

(cómplices también de los adolescentes

apañadores a toda prueba de sus intenciones más subversivas

en la clandestinidad evidente de sus melenas

—dejando crecer también nuestros cabellos—

amigos hasta la saciedad de sus señas de sus discursos entre dedos

mirándonos en el azul sin condición de sus camisas

en la presencia de sus collares de santajuana

y de sus amuletos de madera pulimentada y cáscara de coco

identificándonos con ellos) dejamos escapar nuestros discursos

nuestras interminables sentencias que no repetirán

parapetados tras el único lenguaje posible

la elocuencia aprendida de los gestos

la frustración a simple vista de sus maneras y sus posturas importadas

lenguaje de mudos que no les pertenece

siempre nosotros tomando el ómnibus atravesando la ciudad y el miedo

atravesando la ciudad y el miedo nuestros pulmones llenos de nicotina

frotando con cera nuestro rostro

como si no fuera posible demorarse un poco más en el baño

continuar la lectura del libro que interrumpimos anoche

escribir a la madre

intentar la restauración de las relaciones con los viejos amigos

sólo nosotros apeándonos en la misma parada de siempre

volviendo el rostro para cerciorarnos de que nadie nos sigue

—siempre volviendo el rostro— presas del temor de echar a andar

marchamos libres bajo la noche de flancos impenetrables

de manos arañadas

sintiendo esa mitad de todas las cosas apretarse contra nuestra piel

esa dura porción de ti mismo que adviertes en los otros

la desesperación la soledad como una espada

resplandeciente en medio de los ojos

para ser el saludo que nos reconforta

la canción que asciende inadvertidamente hasta los labios: el semejante

Palabras harto conocidas

Pon el amor a compartir tu casa

siéntalo a tu mesa “que coma que beba

que hable de cuanta cosa se le ocurra”

ofrécele tus ropas tus planes inmediatos

prométele consejos almuerzos

artículos sobre el tercer mundo

pero el amor rehúsa tus ofertas

mueve negativamente la cabeza

se tapa los oídos los ojos

no manifiesta el menor interés por tus asuntos

el tiempo de disparo de un relay no le preocupa

las cápsulas trasmisoras receptoras el polvo de carbón

los electroimanes

no lograrían entusiasmarlo

la espeleología los clásicos los problemas del

estructuralismo

y la cibernética

no figuran entre sus planes

la manipulación de frecuencia no ocupa lugar en sus

meditaciones

pero si tienes una camisa azul

si tienes un caracol donde se escucha el mar

con peces ciegos grabados con aves de colores

revoloteando

bajo el cielo

si tienes el mapa de una isla

un tatuaje en el pecho

cualquier leyenda que conozcas

si notas que te llaman

si grupos de muchachos

desde los malecones

o desde los muros de los grandes edificios

te llaman con amplias señas en la tarde

no temas

acude a su llamada

sal a la calle

confúndete entre los que pasen

trafica con sonrisas con signos con saludos

di tu amor a las gentes a los afiches en los cines

llégate por las ferias por las exposiciones

por las improvisadas orquestas de música moderna

comparte el baile de los adolescentes

intenta con las chicas

tómales las manos la cintura la nuca

que te enseñen los bailes

pero si tienes la certeza

de que la realidad es mucho más intolerable más absurda

si tienes un aullido entre los dientes

un grito a medio pecho

si te persiguen

si constantemente te asedian

si a cada paso te exigen credenciales

si apalean tus canciones delante de tus ojos

si escupen sobre las canciones de tu adolescencia

si te han puesto un hierro duro sobre el corazón

ofrécelo al amor

ofrécele también algunas cosas simples

cigarros

jaiboles

dos maracas

una gran rosa de papel

dale a leer las cartas de tu madre

pero no pierdas tiempo

porque el amor ya se ha vestido

se alisa los cabellos

porque el amor se ha puesto los zapatos

y echa una ojeada entre tus cosas

y da unos pasos todavía

sin avanzar hacia la puerta

sin abrirla

antes de que se cierre pesadamente a tus espaldas

y te sorprendas en la calle

a solas.

Kerry Ellis y Brian May: Dueto de singular belleza

Kerry Ellis y Brian May: Dueto de singular belleza

Entre la copiosa discografía en formato digital que mi amigo Humberto Manduley me ha pasado en años recientes, uno de los fonogramas que más disfruto es el titulado Acoustic by Candlelight, acreditado al dúo conformado por Kerry Ellis y Brian May. El álbum, publicado a mediados de 2013, es el resultado de la gira the Born Free tour, llevada a cabo por el dueto británico durante 2012.

Para los seguidores del rock, la figura de Brian May no necesita de muchas presentaciones, pues de sobra se sabe de su brillante trayectoria como integrante de la archiconocida banda Queen. Empero, el instrumentista que escuchamos en el CD Acoustic by Candlelight en funciones de guitarrista acompañante de una solista femenina, poco o nada tiene que ver con la intensidad sonora a que él nos acostumbrase con anterioridad. Creo que esa dualidad que pueden evidenciar músicos como Brian May, capaces de desdoblarse al tocar diferentes géneros y estilos, es algo digno de admirar y deja claro que se trata de personajes que no solo pueden ser circunscritos a la estética del rock sino que son instrumentistas con un amplísimo diapasón.

En el caso de Kerry Ellis, de verdadero nombre Kerry Jane Townsend y nacida el 6 de mayo de 1979, se trata de una muy popular actriz del mundo teatral inglés, devenida en años recientes cantante tras participar con éxito en varias obras de teatro musical. En la lista de montajes dramatúrgicos en los que la Ellis ha estado involucrada, pueden mencionarse My Fair LadyWe Will Rock YouMiss Saigon Les Miserables. A propósito de su excelente desempeño en We Hill Rock You, es llamada para intervenir en una versión para concierto de la mítica ópera rock Jesus Christ Superstar, en la que asume el rol del personaje de María Magdalena.

La rica experiencia adquirida en el teatro musical, anima a Kerry a iniciar carrera como solista y así, en 2010 ve la luz su ópera prima, el disco denominado Anthems y que tiene a Brian May como productor. Es este el antecedente directo que prepara el camino para la gira que ambos artistas desarrollaron en 2012 y que da como resultado el fonograma Acoustic by Candlelight.

Contentivo de 15 cortes, el álbum editado a nombre de Kerry Ellis y Brian May pertenece a esa clase de producciones que sirven para ratificar el criterio de los defensores de la idea de que la melodía es la reina de la música. De forma resumida puede asegurarse que el CD es una propuesta concebida en torno a la canción y donde la voz, la guitarra y un teclado adicional en una que otra ocasión, tienen todo el protagonismo de la grabación.

El tema que nos introduce en lo que no dudo en catalogar como un muy hermoso fonograma es el conocidísimo «Born free», original de Matt Monro y que tanto disfrutásemos tiempo atrás en la voz de Barbra Streisand. Aquí recibimos la primera grata sorpresa del material, al toparnos con un Brian May que renuncia a su clásica guitarra eléctrica (es uno de los ejecutantes de dicho instrumento que ha conseguido imponer una sonoridad particular) para tocar una acústica, eso sí, con cuerdas metálicas y procesada levemente con algo de reverberación.

A partir de aquí se suceden otras 14 piezas, presentadas en unos casos por Kerry Ellis o por Brian May, con breves pero atinados parlamentos. De todo ese repertorio, los que más me atrapan son los cortes «I (Who have nothing)», original de Ben E. King; «The way we were», de Barbra Streisand; «Love of my life», del material propio de Brian, que él ha interpretado como solista y que ahora es asumido a dúo en una versión memorable; «Crazy little thing called love», recordado tema del período setentón de Queen; así como «Dust in the wind», de Kansas, y «Something», de George Harrison, dos momentos en los que May hace unos sencillos pero harto emocionantes solos guitarrísticos, que demuestran por qué se le considera un maestro del instrumento de las seis cuerdas.

Así pues, para mi gusto personal, el álbum  Acoustic by Candlelight, realizado por Brian May junto a Kerry Ellis es un disco de singular belleza, muy recomendable para los amantes de la Música con letra inicial mayúscula.

De aquí y de allá

De aquí y de allá

A continuación se compilan informaciones sobre homenaje de Nelson Domínguez a Alicia Alonso, la entrega de los premios Post-it 2018, el inicio de las celebraciones por los 60 años de vida artística de  la soprano María Eugenia Barrios y la edición del libro Un escritor en el frente republicano.

Tributo de pintor Nelson Domínguez a la prima ballerina assoluta Alicia Alonso

El artista Nelson Domínguez tiene en circulación Una exposición construida con una estructura similar a la de un ballet, para rendir homenaje a la prima ballerina assoluta Alicia Alonso, en el contexto de los homenajes por el . 70 aniversario de la fundación del Ballet Nacional de Cuba (BNC).

La exposición denominada «Mi amiga Alicia» seguirá una estructura de cuatro actos, precedidos por un prólogo, para armar una historia que el espectador debe ir descubriendo a medida que se interna en la sala.

Este conjunto creado por el artista de la plástica Nelson Domínguez, celebra el 70 aniversario de la fundación del Ballet Nacional de Cuba (BNC).

En palabras de la curadora Gabriela Hernández, lo polifacético en la obra de Domínguez se hace evidente en esta muestra, que reúne diferentes manifestaciones como el dibujo, la pintura, el grabado, la escultura, el diseño de mobiliario, e incluso la escritura.

Las obras de Nelson Domínguez pueden encontrarse en colecciones privadas de personalidades como la reina de Holanda, Steven Spielberg, Robert Redford, Liv Ullmann, entre otros, y en sitios de Cuba, Japón, México, Francia, Estados Unidos, Inglaterra, Holanda, India, Malasia, Panamá, Brasil, y Colom

Post-it concede  sus premios 2018.

Llega a su fin la quinta edición de Post-it, un espacio expositivo instaurado por la Galería Galiano en el año 2013 para dar cabida a parte importante del arte joven en la Isla. El concurso, que este año contó con la presentación de 119 artistas, finalmente quedó compuesto por un total de 25 creadores, a partir de los cuales se originó una muestra diversa e integrada por las más disímiles manifestaciones, técnicas y soportes artísticos.

Presidido en esta ocasión por Lesbia Vent Dumois, artista visual y presidenta de la Sección de Artes Plásticas de la Unión de Artistas y Escritores de Cuba (Uneac), el jurado estuvo  también integrado por Nahela Hechavarría, curadora e investigadora de Casa de las Américas; José Ángel Vincench, artista visual; Octavio Irving Hernández, artista visual y profesor de la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro; Miriam Pérez Casanellas, galerista; y Elisa María López Rodríguez y Sandra García Herrera, especialistas de la Galería Galiano.

En el evento resultó galardonado con el Primer Premio Leonardo Luis Roque (Cienfuegos, 1986), por la obra 30 de junio de 1962, de la serie Pintura Política (2018); El Segundo Premio fue a dar a las manos de  Alfredo Sarabia Fajardo (La Habana, 1986), por la obra Imagen en proceso (2015), mientras que  el Tercer Premio, Dayana Trigo Ramos (La Habana, 1990), recibió el galardón por la obra Entre una zona deshabitada y otra (2014- 2018). A ellos se añaden las menciones de Flavia Fuente Delgado, por la obra Uví (2017); Alberto A. Rodríguez, por Memoria descriptiva (2018) y Danco R. Duportai García, por Tartamudeando (2018). Toda una selección sustentada en la coherencia, la puesta en escena y los valores estéticos y conceptuales de cada creación elegida.

Comienza soprano María Eugenia Barrios celebraciones por sus 60 años de vida artística

La soprano María Eugenia Barrios ya ha empezado las celebraciones por sus 60 años de vida artística en 2019.

Identificada por lo que la crítica especializada ha catalogado como legato preciso, brillantez vocal, dominio estilístico e histriónico, María Eugenia Barrios debutó a los 18 años de edad en 1959 en la interpretación de la salida de Cecilia Valdés, bajo la batuta del Maestro Gonzalo Roig, entregando momentos memorables a la historia del arte lírico nacional.

Entre los principales logros de la también Doctora en Ciencias sobre Arte María Eugenia Barrios están haber sido protagonista del estreno absoluto de Conjuro, poema sinfónico de Roberto Valera y de la también premier mundial de la ópera ¡Écue Yamba O!, de Sánchez Ferrer. Ella también fue participante del rescate de La Esclava, de José Mauri, según puesta en escena de Adolfo de Luis.

Igualmente, María Eugenia Barrios ha sido elogiada por sus desempeños protagónicos en óperas como Madama Butterfly y Tosca, de Giacomo Puccini, entre otros títulos del repertorio lírico universal, a lo que se han sumado sus aportaciones pedagógicas en la formación de nuevas generaciones de intérpretes en el país, en virtud de su trabajo como profesora de canto en el Instituto Superior de Arte.

El corresponsal de guerra Lino Novás Calvo

Un volumen de 647 páginas recoge las crónicas y artículos sobre la Guerra Civil española que escribió Lino Novás Calvo

El libro Un escritor en el frente republicano, compilado por el eminente investigador Carlos Espinosa Domínguez, aparece  coeditado por el Fondo de Cultura Económica y el Consello da Cultura Galega. En el volumen hay una recopilación de las crónicas y artículos sobre la Guerra Civil española que escribió Lino Novás Calvo (Grañas do Sor, A Coruña, 1903-Nueva York, 1983).

Lino Novás Calvo, valorado como uno de los mejores cuentistas de Hispanoamérica, acompañó al ejército republicano durante la Guerra Civil española, como corresponsal de los periódicos Frente Rojo, Mundo Obrero y Ayuda. Desde la primera línea del campo de batalla envió decenas de crónicas en las que dejó el testimonio de primera mano de un observador apasionado (en ellas se evidencia claramente su apoyo incondicional a la república).

Su gran valentía al escribir desde el escenario de los combates le ganó la admiración y el respeto de los soldados y oficiales. Fue además el periodista que más tiempo estuvo en aquel conflicto bélico, que cubrió desde octubre de 1936 hasta enero de 1939. Los artículos compilados en este libro, hasta ahora inéditos, conforman un relato de dimensiones épicas que es posiblemente el registro más abarcador y completo que existe sobre esa guerra.

Además de la rica e inestimable información que aportan, los textos recopilados por Carlos Espinosa Domínguez muestran la visión que Lino Novás Calvo tuvo de aquellos trágicos sucesos. A ello se agregan la regularidad y constancia con que los publicó, algo que permite seguir el curso que iban tomando. El modo admirable que demostró en el cumplimiento de esa misión como historiador bajo presión —así llamó a los corresponsales bélicos Ernest Hemingway, quien sabía mucho sobre el tema— se materializó en esta cartografía del infierno que son las excelentes y vívidas crónicas incluidas en el libro Un escritor en el frente republicano.

Entrevista a Miguel Barnet

Entrevista a Miguel Barnet

Prolífero narrador, poeta, ensayista y etnólogo, Miguel Barnet prefiere que al presentarlo se aluda a que él es un fabulador, un hombre que tiene sueños y que posee una herramienta o un instrumento para que se realicen esos sueños: la palabra. A propósito de la cultura cubana y en relación con su aspiración a que lo recuerden como alguien que quiso ser bailarín y que no pudo bailar ni por las paredes, transcurre la conversación de Miradas desde adentro con el autor de Biografía de un cimarrón.

Polémica sobre autoría del Himno Nacional de Cuba

Polémica sobre autoría del Himno Nacional de Cuba

Recientes investigaciones en el ámbito de la jurisprudencia y que utilizanherramientas analíticas de la teoría feminista del Derecho, apuntan al hecho de que muy probablemente el himno nacional cubano no sea solo una creación de Perucho Figueredo sino que el mismo es resultado de una coautoría con su esposa Isabel Vázquez. Por el interés que el asunto posee, se reproduce a continuación un texto del destacado ensayista y abogado Julio César Guanche.

Sin afrenta y sin oprobio. La Bayamesa, el himno nacional de Cuba

Por Julio César Guanche

En la tradición revolucionaria francesa la República se representa como mujer. Así aparece en el poema La curée, de Auguste Barbier y en la boutade de BrigitteBardot con sus senos más enhiestos que la Historia. En el cuadro de Delacroix, una de las más famosas alegorías a la libertad republicana, la mujer lleva un gorro frigio, anuncia entre cadáveres, y en medio de la luz, el camino de la liberación, porta una enseña tricolor y responde al nombre de Marianne.

No es un hecho universal. La república estadounidense aparece normalmente referida, en masculino, a las figuras de sus “padres fundadores”. Cuando aparece como mujer, no lleva gorro frigio. Una República que nació conservando la esclavitud no podía usar el símbolo de los esclavos manumitidos romanos —el gorro píleo—, ni el usado como símbolo de libertad en Grecia —el gorro frigio—.

El origen del término “Marianne” cuenta con varias teorías. Se ha ubicado en una canción popular o en el calificativo peyorativo dado por la aristocracia a las campesinas pobres francesas. Una versión académica sugiere que fue atribuido a los seguidores de Juan de Mariana, jesuita que justificó el tiranicidio cuando el monarca violase los compromisos de actuar en justicia ante su grey. [1]

Si el origen es difícil de determinar, su significado revolucionario está fuera de duda.

La Marianne fue el rostro del socialismo obrero revolucionario, que sabía que la República se completaba solo si se aliaba a la imaginación simbolizada en el primero de mayo.

La Marianne fue también símbolo de la hermosa y sufrida república española.

Recientemente, usando la alegoría, Banskyle espetó un graffiti a la embajada francesa en Londres, en honor a los refugiados expulsados a la fuerza de Calais.

La Marsellesa, de Rouget de Lisle, sincroniza con esa lógica. Aunque recordaba el fantasma en la habitación —el incorruptible Robespierre—, la República no podía renunciar a su herencia jacobina. La reacción thermidoriana intentó sustituirla. Napoleón debió hacer malabares con ella.

En contraste, fue el himno de los socialdemócratas alemanes y de los socialdemócratas austríacos de 1890, y se vieron mariannes en la Comuna de París. Cientos de mujeres marcharon por la rue de Rivoli, con tambores y cornetas gritando “¡Viva la República!”, o pasaron por el Quai de Passy cantando La Marsellesa mientras gritaban “¡Viva la República, Viva la Comuna!”

La Marsellesa parece que canta a la mujer, pero loa el valor colectivo de una ciudad clave en 1789. Fue escrito como himno regional y devino el coro de la libertad de un pueblo.

El cine francés ha sabido representar ese hecho colectivo. Jean Renoir filmó una secuencia en la que milicianos la cantan en camino hacia París y cifra así el tamaño de la epopeya.  Casablanca la erigió en símbolo mundial de la resistencia antifascista. En La vie en rose una niña —vendedora callejera de feria— la canta en modo incorruptible. El musical Los Miserables le hace honor al gran Víctor Hugo.

En la novela original tenía que ser Gavroche quien cantase los “versos de La Marsellesa interpretados a su manera”. Gavroche, no por casualidad, es la inspiración del niño con pistolas en el cuadro romántico de Delacroix, que refiere a la saga revolucionaria francesa de 1830.

La imagen de la república cubana siempre ha sido una mujer. Cuba también tiene su Marianne, pero símbolo colectivo como es, puede llamarse Canducha, Rosa, Yaya, Adriana o Isabel. Y, faltaba más, Mariana. Y por tener su propia La Marsellesa, tiene nada menos que cuatro La Bayamesa.

Las mujeres de la República cubana

Canducha se llamaba Candelaria. Era una de los once hijos que tuvieron Pedro
—Perucho— Figueredo e Isabel Vázquez, una de las tantas familias pudientes que lo entregaron todo por la independencia. Canducha fue la abanderada en la toma de Bayamo. Desfiló con 16 años por la ciudad liberada, con gorro frigio, vestido blanco y enseña tricolor. Luego, tuvo que esconderse por meses en el monte alimentándose apenas de frutas. Hecha prisionera en Manzanillo, sabiendo sus captores sobre su parentesco con Perucho, le preguntaron si no tenía en esa localidad alguien que la ayudase. Ella respondió: “¡Yo soy una bayamesa!”. Permaneció sin comer y sin beber el agua podrida que le pusieron en la celda.

Adriana del Castillo, su prima, fue violada en grupo a sus 17 años por voluntarios españoles, con saña descomunal. Muy probablemente, Adriana lideraba el grupo de “varias bayamesas” que habían firmado un llamamiento encendido a la juventud de Bayamo para armarse y luchar por los “códigos sagrados de libertad e independencia”. Ese texto terminaba con el “Allonsenfants de la patrie / le jour de gloireestarrivé”, de La Marsellesa.

Adriana era hija de Luz Vázquez, una beldad a la que su esposo Francisco Castillo Moreno le dedicó «La Bayamesa» (junto a Céspedes, su primo hermano, y Fornaris). Es la primera canción trovadoresca de la historia cubana.

Luz es también una de las grandes heroínas olvidadas de la historia independentista en América Latina. Quemó su mansión para que Bayamo cayera de vuelta en manos españolas solo convertida en cenizas. Apoyó a su esposo y a su hijo Francisco cuando se fueron a la guerra de 1868. En ella murieron dos de sus hijos, su hija Lucila enfermó de tuberculosis y acaso llegó a saber que hasta el cadáver de Adriana, su primogénita, fue mancillado por los voluntarios. [2]

Yaya, la madre de Tomás Estrada Palma, al cumplir 80 años llevaba ya tres años en la hosca contienda mambisa. Fue hecha prisionera. Después de días de caminata, con lluvia torrencial, el jefe de la tropa, hastiado de la insolencia de la “vieja”, ordenó despacharla. El que recibió la orden no se atrevió a asesinarla, pero abandonó a la bayamesa en el bosque, que sobrevivió comiendo frutas y raíces y esperó para morirse hasta encontrarse con su hijo.

Rosa Castellanos, negra, esclava emancipada, guerrera y enfermera, fue apodada “Rosa la bayamesa”. Al entierro de la mítica revolucionaria acudieron miles de personas en agradecimiento fervoroso a sus servicios a la patria de los cubanos.

La “madre de la patria” se llama —la justicia poética existe— Mariana Grajales, ella misma una guerrera y madre de la estirpe de los Maceo, que no solo daban machete, según se suele rebajar su aporte. Antonio lo sabía todo sobre la doctrina, antiesclavista y antirracista, de los derechos del hombre. José cuidaba la banda de música de su Estado Mayor como su “niña bonita”.

Ocurrió en toda Cuba, no solo en Bayamo. Caridad Bravo y sus hijas, holguineras “de color”, operaron a Rius Rivera con una tijera de costuras y una horquilla de peinado, y le salvaron la vida. Hazañas de todo tipo hizo Isabel Rubio. En los 1930, cuando Pablo de la TorrienteBrau quiso poner un ejemplo de cubana con servicio ejemplar a la República escogió a una maestra, de quien dijo: “Elena Soto Planas sí es una bayamesa”.

Un cronista español, Pirala, se rindió a la admiración por las cubanas en la Guerra Grande:

“Ellas han hecho la insurrección de Cuba, levantando el ánimo de los hombres, hablando sin ambages, sin embozo y sin miedo. Ellas echaban en cara a los españoles sus desmanes y hablaban a los cubanos de sus derechos menospreciados y de sus deberes, empujándolos a su puesto en el combate y compartiendo con ellos los azares de la lucha.”

Sindo Garay tituló «Mujer Bayamesa» su celebérrima canción, que muchos conocen solo como «La Bayamesa». Es otro acto de justicia poética: es acaso el tema más cantado de la historia de la trova cubana. La canción —la preferida del genial Gumersindo— fue la que entonó en su entierro el dúo entonces más famoso de trovadores, acompañados por un coro popular de cientos de voces. Ese tema dice que la mujer bayamesa «si siente de la patria el grito, / todo lo deja, todo lo quema, / ese es su lema, su religión.»

Oígase, por favor, por el propio Sindo, terror de los trovadores por la exigencia que imponía en su interpretación.

«La Bayamesa» canta la creación por parte del pueblo cubano de su nación y especifica que Cuba decidió ser, al mismo tiempo, una nación, una democracia y una república.

No es casualidad. Paul Estrade lo ha asegurado así: «donde realmente irrumpieron en Cuba las ideas de la Revolución Francesa de 1789, fue en las filas de los revolucionarios de Yara y Guáimaro.»

Lo había dicho, formalmente, Céspedes, coautor de la primera «La Bayamesa»:

«Cuba ha contraído, en el acto de empeñar la lucha contra el opresor, el solemne compromiso de consumar su independencia o perecer en la demanda: en el acto de darse un gobierno democrático, el de ser republicana.»

«La Bayamesa», por «La Marsellesa». El himno nacional cubano

En 1851 fue fundada en Bayamo la sociedad cultural La Filarmónica, por Perucho Figueredo y Carlos Manuel de Céspedes. Entre sus miembros estaban Juan Clemente Zenea, José Fornaris, José Joaquín Palma y José María Izaguirre.

Esta es una historia breve de ese último grupo. Zenea diría: «Yo soy republicano desde que tengo uso de razón, y por eso conozco que la tolerancia es la primera virtud democrática».

Zenea fue fusilado en La Cabaña a manos del poder colonial. Fornaris estuvo preso por conspirador y compiló cuanta poesía cubana se encontró. Fue el precursor del siboneyismo —que hoy mueve a sonrisa, pero en su momento fue una búsqueda “antropológica” de lo cubano—. Algunos le atribuyen a Palma los versos que sobre «La Bayamesa» de Castillo/Fornaris/Céspedes los mambises improvisaban en la manigua, y es también el autor del Himno Nacional de Guatemala. “La República Cubana”, la alegoría de la Marianne antiesclavista hecha especialmente para la revolución de Cuba, ocupaba un testero de honor en el colegio de José María Izaguirre en Guatemala.

Con ese clima intelectual, nada raro tenía que Francisco Maceo Osorio le pidiese a Perucho Figueredo que compusiera «La Marsellesa de Cuba». Figueredo y Maceo Osorio eran “acérrimos enemigos; y el odio que se tenían era tal, que al encontrarse en la calle se dirigían insultos a manera de saludos”, pero tenían algo más importante que hacer.

Figueredo, como Maceo Osorio y Francisco Vicente Aguilera, eran destacados masones. En América Latina, y en Cuba, la masonería fue uno de los grandes vehículos de circulación de la ideología republicana. Masones fueron también los creadores de la bandera y el escudo nacionales. [3]

Cirilo Villaverde —autor de Cecilia Valdés, la novela nacional cubana por excelencia del XIX— explicó con precisión el contenido republicano de la bandera. Otra descripción similar presenta así el triángulo presente en ella: «Uno de sus lados es la Libertad, otro la Igualdad, y el tercero la Fraternidad. La base del triángulo cubano es la República; el vértice la abolición de la esclavitud».

El escudo cubano, desde su origen hasta hoy, siempre ha estado presidido por un gorro frigio, o más específicamente, píleo.

Perucho Figueredo tituló su obra «La bayamesa». Con ese nombre lo publicó Martí, dos veces, en Patria. Así aparece titulado en el único autógrafo firmado por Perucho conservado hasta hoy. Cualquier otro escrito debió hacerse cenizas en Bayamo. Perucho e Isabel también quemaron su casa.

Un país no nace sin memoria

El Apóstol repitió el sugestivo, pero falso, mito patriótico de que Perucho escribió el himno sobre su caballo Pajarito a instancias de una multitud enardecida.

La música y la letra del himno existían desde antes del 10 de octubre de 1868. Pero Martí supo recoger, entre varios himnos patrióticos que habían llamado al combate en la Guerra Grande, el que la memoria popular había hecho suyo en las “opuestas regiones” de Oriente y Occidente. (Similar trabajo de memoria, en aras de construir unidad patriótica, es su compilación Los poetas de la guerra). Martí citó el parentesco de «La Bayamesa» con «La Marsellesa», y publicó «La Borinqueña», también familia espiritual del actual himno nacional francés.

Martí y Perucho sabrían, en carne propia, que “morir por la patria es vivir”.

Ese verso de «La Bayamesa» hunde sus raíces en la historia milenaria de preferir la muerte al despotismo y a la opresión, y luego, en la tradición del culto a la patria como bien supremo. Se trata de la noción republicana de la patria: el lugar donde se nace, pero también donde se es libre. Martí, desde muy joven, la había consagrado en el drama Abdala.

El suicidio heroico hace parte de esa tradición. Como el de Goujon, “joven héroe y mártir de la democracia”, “glorioso defensor de la justicia y de la igualdad”, que en medio de la Revolución francesa dejó escrito sobre la Constitución de la Igualdad, antes de asestarse con mano firme a sí mismo una puñalada: «¡Yo había jurado defenderla y morir por ella; muero contento por no haber traicionado mi juramento (…) Yo moriré sin haber faltado a mi deber».

Con razón, se ha escrito tanto sobre la presencia de la muerte y del suicidio en Martí. «No se concibe el heroísmo sin un profundo amor a la vida y un diálogo valiente con la muerte», ha escrito Roberto Fernández Retamar sobre Haydee Santamaría.

Para la época de Perucho, el nacionalismo romántico había concebido que la patria, o la matria, se alimenta del sacrificio voluntario de sus hijos en bien de la comunidad nacional. [4]

Martí murió en combate, pero antes vaticinó que moriría de «cara al sol», como en efecto sucedió, dramatizando su propia muerte. Perucho fue fusilado repitiendo su propio verso. Como sucede con el cadáver de García Lorca, tampoco se ha podido ubicar donde yace el cuerpo del autor del himno cubano.

Lezama conocía el parentesco de «La Marsellesa» con «La Bayamesa». Registró su potencia hablando del océano: “esa inmensidad salada donde intuimos peces, tridentes, sargazos y náufragos de diversas estirpes, todos en el coro, con sus pulmones y carrillos inflados, porque cantan o «La Bayamesa» o «La Marsellesa» o cualquier inspirado himno del ahogado.” Era su homenaje al republicano Lorca —masón, rojo y maricón—, que supo «que la sexta luna huyó torrente arriba, y que el mar recordó ¡de pronto! los nombres de todos sus ahogados».

Sindo Garay también lo sabía, a su modo: «Yo le canto al amor, a la mujer, a la patria y a la muerte.»

Isabel, Adriana y el himno de todos los cubanos

Isabel Vázquez es una Marianne, pero se sabe más de su esposo Perucho, que llegó a ser jefe de estado mayor del Ejército Libertador. Al caer prisionero, para burlarse de él, que ya no podía caminar, lo montaron en un burro, camino al paredón. Perucho, otrora líder chispeante de las tertulias intelectuales en su casa, replicó de inmediato: “No seré el primer redentor que cabalgue sobre un asno”.

Fue fusilado al lado de su hijo Ignacio.

Días antes de morir, Perucho le escribió a Isabel:

«Hoy se ha celebrado consejo de guerra para juzgarme y, como el resultado no me puede ser dudoso, me apresuro a escribirte para aconsejarte la más cristiana resignación (…) la última súplica pues, que te hago, es que trates de vivir y no dejes huérfanos a nuestros hijos (…) en el cielo nos veremos y mientras tanto, no olvides en tus oraciones a tu esposo que te ama». [5]

Isabel era hermana, se ha dicho que gemela, de Luz Vázquez. Compartían la belleza, y la finísima y amplia cultura familiar, notoria incluso en un medio tan culto y conectado con el mundo como el Bayamo de esa época. Como su hija Candelaria, pudo salir al exilio. Murió en 1873 y fue enterrada en Cayo Hueso.

Castillo le dedicó a su esposa Luz la primera «La bayamesa», pero Isabel parece haber escrito junto a su esposo Perucho «La bayamesa», el actual himno nacional cubano.

Dos de las hijas del matrimonio Figueredo Vázquez se casaron con la familia de Carlos Manuel de Céspedes. Eulalia se casó con Carlos Manuel (Carlitos) de Céspedes y Céspedes (1840-1915). Este, hijo mayor de Carlos Manuel, contó en el periódico veracruzano Diario Comercial, con fecha 5 de noviembre de 1897, la forma en que fue redactada «La bayamesa»/actual himno nacional:

«Recuerdo que un día del mes de marzo de 1868, estábamos sentados en la sala de la casa de vivienda del ingenio Las Mangas, […], su dueño Pedro Figueredo, su esposa Isabel Vázquez, su hija Eulalia y yo, que ya teníamos la música y solo faltaban las palabras, que Isabel, su esposa, adaptó a los incipientes compases de Figueredo, que no era poeta, mientras que su esposa y mi inolvidable suegra, Isabelita, componía muy bonitos versos patrióticos, de los cuales aún recuerdan algunos, sus hijos. […]».

El historiador Mario Cobas-Sanz en un documentado estudio concluye que: «Si otorgamos valor probatorio a lo declarado por Céspedes de Céspedes tenemos que admitir que Isabel Vázquez también es autora del Himno.» [6]

Perucho le pidió a Isabel que tratase “de vivir”. Pero los cubanos de hoy hemos sido incapaces de reconocer su vida, su historia y su participación en la redacción del Himno.

El Anteproyecto de Constitución, actualmente en debate, no llama correctamente  a «La Bayamesa» por su nombre. Le llama himno de Bayamo, como si «La marsellesa» pudiese ser algún “Himno de Marsella”. Tampoco lo hace la Constitución vigente. [7]

El cine cubano ha legado memorables escenas de «La Bayamesa»/actual himno nacional. En Clandestinos de Fernando Pérez (1987), la cantan los revolucionarios en prisión. En dicha cárcel, irán a la huelga de hambre dispuestos a morir por la Patria. En Santa y Andrés de Carlos Lechuga (2016) la canta el poeta que no quiere “vivir en oprobio sumido”. [8]

En ambas escenas, todos se entregan al himno de Perucho e Isabel, el himno de todos los cubanos.

Es el mismo himno que había cubierto el cadáver de Adriana del Castillo —la sobrina de Isabel y Perucho— tal como la describieron patriotas memoriosos en su honor:

«Ha sido infortunada, ha sido mártir; pero no están manchados su corazón ni su memoria. La compadecemos y la lloramos, pero besaríamos su cadáver con el respeto debido á la majestad y á la desgracia. Víctimas como ella solo avergüenzan al infame vencedor. No ha sido la primer cubana, ni por desgracia será tampoco la última que sucumba de ese modo; pero nosotros sucumbiremos también, si no somos bastante fuertes para vengarlas á todas. (…) La iniquidad de que acaba de ser víctima Adriana del Castillo sólo servirá para que se alce más pronto sobre los cadáveres de enemigos tan soeces la gloriosa república de Cuba.» [9]

«La Bayamesa» los cubre a todos porque tiene una ideología muy específica. Así la presentó Martí en Patria:

«Patria publica hoy, para que lo entonen todos los labios y lo guarden todos los hogares; para que corran de pena y de amor, las lágrimas de los que lo oyeron en el combate sublime por primera vez. Para que espolee la sangre en las venas juveniles, el himno a cuyos acordes, en la hora más bella y solemne de nuestra patria, se alzó el decoro dormido en el pecho de los hombres. ¡Todavía se tiembla de recordar aquella escena maravillosa!».

Es la doctrina contenida en la frase más radical de toda la historia de Cuba: «Con todos y para el bien de todos».

Es la forma política del amor triunfante, aquella que une nación, democracia y república.

NOTAS

[1] Florence Gauthier: “La teoría política del padre Juan de Mariana generó un vínculo entre los pensadores de la Revolución francesa. Mariana, que era español, desarrolló la idea del tiranicidio y del derecho a la resistencia a la opresión. Hay algo muy notable en la teoría política de este jesuita español, que vivió a caballo entre los siglos XVI y XVII, y fue su nombre el que pasó a Marianne, convertida en símbolo de la república revolucionaria. Y ese vínculo traía su origen en el hecho de que, en la teoría política del Padre Mariana, desempeñó un papel fundamental la confianza en el pueblo, y la confianza en el pueblo lleva a la soberanía popular, a una soberanía no entendida retóricamente, sino de forma efectiva y consecuente.”

[2] Esta versión de la muerte de Adriana del Castillo aparece en Los confinados a Fernando Poo. Impresiones de un viage a Guinea, de Francisco Javier Balmaseda, Nueva York, Imprenta de la Revolución, 1869, pp. 86 y ss. Otras versiones aseguran que Adriana del Castillo murió de fiebre tifoidea. Según esa versión, Adriana, al morir, cantaba «La Bayamesa», actual Himno Nacional. Así lo asegura el Dr. Eduardo Torres Cuevas. De este mismo modo, aparece también en Mambisas. RebelWomen in Nineteenth-Century Cuba, de Teresa Prados-Torreira, UniversityPress of Florida, 2005.

[3] Para investigaciones recientes, eruditas, acerca del origen de los actuales bandera y escudo nacionales. Ver aquí y aquí, respectivamente.

[4] Agradezco esta referencia a Gustavo Buster.

[5] Parte lo que aquí se dice sobre Isabel Vázquez aparece recreado en este texto.

[6] Eduardo Torres Cuevas aporta otra explicación sobre este punto: «Poco después, el 24 de julio, día de la celebración de Santa Cristina, tuvo lugar una reunión en el domicilio de Pedro Figueredo, a la que asistieron los principales conspiradores de la región. En la misma, el propio autor y anfitrión ejecutó en el piano la pieza musical y su esposa, Isabel Vázquez, interpretó la letra. Años después, uno de los asistentes introdujo la novedad de atribuirle la letra del himno a Isabel Vázquez. No es de dudar que dada la relación que tenían ambos esposos, Figueredo haya consultado o escuchado alguna que otra sugerencia de Isabel. Aunque la intención del testigo, Carlos Manuel de Céspedes y de Céspedes, hijo del Padre de la Patria y esposo de una de las hijas de Figueredo, no parece ser más que un desconocimiento de las interpretaciones anteriores que había tenido la marcha patriótica, sirvió para nuevas y extrañas especulaciones. Nuevamente la intriga funcionó en aras de disminuir el valor de una de las más bellas figuras de la historia revolucionaria cubana.»

Permítaseme aquí extenderme.

La historia de la cita completa sobre el testimonio de Carlitos de Céspedes y Céspedes involucra a otro testigo, Ángel Figueredo Vázquez, hijo de Perucho e Isabel: “Modesto Arquímedes Tirado Avilés, comandante del ejército libertador, primer historiador en propiedad de la ciudad de Manzanillo, quien tuvo la oportunidad de conocer a Ángel Figueredo Vázquez, hijo de Pedro Figueredo Cisneros, cita en el tomo I de sus Efemérides de Manzanillo estas palabras del descendiente del ilustre bayamés: ´Mi padre compuso el Himno algunos meses antes de estallar la guerra del 1868, y lo ejecutó por primera vez al piano en el mes de marzo de ese año´. El mismo Ángel Figueredo, proporcionó a Tirado un recorte del periódico veracruzano, Diario Comercial, de fecha 5 de noviembre de 1897, donde Carlos Manuel de Céspedes y Céspedes, primogénito del padre de la patria y esposo de Eulalia, una de las hijas de Isabel y Perucho, rememora cómo se improvisó el Himno: ´Recuerdo que un día del mes de marzo de 1868, estábamos sentados en la sala de la casa de vivienda del ingenio Las Mangas, […], su dueño Pedro Figueredo, su esposa Isabel Vázquez, su hija Eulalia y yo, que había ido allí como comisionado de los conspiradores, hablamos de la situación imperante cuando de repente se levantó Perucho, como cariñosamente llamábamos al autor del himno, y sentándose al piano, que tocaba magistralmente, improvisó una marcha guerrera, que mereció nuestra aprobación. Ya teníamos la música y solo faltaban las palabras, que Isabel, su esposa, adaptó a los incipientes compases de Figueredo, que no era poeta, mientras que su esposa y mi inolvidable suegra, Isabelita, componía muy bonitos versos patrióticos, de los cuales aún recuerdan algunos, sus hijos. […]´. (cita en Tirado Avilés, Modesto Arquímedes. Efemérides de Manzanillo. Ciudad Masó Archivo Histórico de Manzanillo, inédita, t I, págs. 134-136). Sobre lo anterior, considera Mario Cobas Sanz: «Si otorgamos valor probatorio a lo declarado por Céspedes de Céspedes tenemos que admitir que Isabel Vázquez también es autora del Himno». (Mario Cobas Sanz, «La producción artístico-literaria y el ideario separatista en Bayamo en el período1840-1870». Santiago. No. 3 del 2012, págs. 535-564.)

Sobre la base del testimonio del hijo mayor de Céspedes, varias investigadoras del Derecho en Cuba han defendido la coautoría de Isabel Vázquez sobre «La Bayamesa»/actual himno nacional.

Así, lo han hecho, por ejemplo, Yamila González Ferrer y Paloma González Alfonso, desde una lectura que usa herramientas analíticas de la teoría feminista del Derecho:

«¿Cuál era el deber-obligación de una esposa en el siglo XIX amén de los ideales políticos o potencialidades intelectuales? Precisamente el de acompañar, ayudar, estar a disposición de su esposo. Era impensable que en aquella época una esposa pretendiera atribuirse una creación en la que hubiera puesto parte de su intelecto, si aquella surgía en ese acto de apoyo o contribución a su esposo.  Por otra parte los iniciadores del proceso revolucionario cubano, a pesar de su avanzado pensamiento e ideales políticos, no podían escapar a las concepciones patriarcales que caracterizaban ese momento histórico y que lógicamente ellos reproducían.»

(…)

En opinión de estas autoras no cabe duda sobre la autoría de Isabel, ella adaptó las palabras que faltaban y que fue creándolas en el acto, a los incipientes compases de Figueredo. Es decir, creó la letra adaptándola a unos particulares acordes musicales.

«Consideramos que el testimonio hallado impone una relectura de los hechos, una mirada diferente a este importante episodio de nuestra historia. Se impone poner fin al anonimato de Isabel y sacar a la luz su protagonismo.»

«De igual forma, corresponde también valorar el alcance que para el Derecho de Autor tendría la aportación realizada por Isabel, toda vez que habría que considerar el Himno Nacional como una obra en coautoría y específicamente como una colaboración imperfecta en la que según la doctrina especializada son perfectamente desentrañables los aportes realizados por cada una de las partes, dígase letra y música, sin que ello derive en menoscabo de la obra en cuestión, respetándose la naturaleza de la misma, entendiéndose por tanto a Isabel Vázquez y a Perucho Figueredo como autores del Himno Nacional “La Bayamesa”.»

Algo parecido sobre la posición de la mujer, describiendo a Candelaria Figueredo, ha dicho Teresa Prados-Torreira: «Thiscombination of a political position, definedthroughtiesto a malerelative, and a steelypersonal  determinationto be part of therebellioncharacterizes Cuban women’sparticipation in the Ten YearsWar.» En Mambisas. RebelWomen in Nineteenth-Century Cuba, de Teresa Prados-Torreira, UniversityPpress of Florida, 2005, p. 53

De igual modo, la Dra. Caridad Valdés, profesora titular de Derecho Civil de la Universidad de La Habana, considera que este tema ha sido «recién investigado como expresión de la discriminación de género también en el ámbito de la creación». Esta es la cita completa: «No obstante, el concepto de colaboración también se extiende, en sentido amplio, a obras creadas por dos o más personas que aportan contribuciones individualizables, esto es, aportaciones creativas que pueden constituirse per se obras separables del todo común, pero que se fusionan por voluntad de los coautores, ligados por una inspiración que comparten. Aquí el resultado unitario no difumina la distinción entre las diferentes participaciones, que pudieran ser separables sin alterar la naturaleza de la obra. Es el caso (…) de la canción “La Bayamesa”, cuya letra es de José Fornaris y la música corresponde a Francisco Castillo Moreno y Carlos Manuel de Céspedes; o el caso, menos conocido, recién investigado como expresión de la discriminación de género también en el ámbito de la creación, de nuestro propio himno nacional, que siempre se creyó creado en su totalidad por Perucho Figueredo, cuando todo parece indicar que sólo compuso la música, pues la letra fue creada por Isabel Vásquez, su esposa.» [cita al trabajo de Diploma Una mirada de género al derecho de autor del siglo XIX cubano, presentado por Paloma González Alfonso en 2011, en la Universidad de La Habana, con tutoría de Caridad Valdés y Yamila Ferrer]. (Caridad del Carmen Valdés Díaz, “Las obras en colaboración. Introducción y teoría general. Especial referencia a su regulación en la ley cubana de Derecho de autor”, en Obras originales de autoría plural. Carlos Rogel y Caridad Valdés (Directores), Universidad Complutense de Madrid, Madrid, 2012, p. 18)

Incluso si, como asegura Eduardo Torres Cuevas, «Figueredo haya consultado o escuchado alguna que otra sugerencia de Isabel», queda en pie el problema que discuten estas autoras, pues: «En consecuencia, de acuerdo a este tipo de colaboración, como afirma Rodríguez Tapia, “si la aportación de cada autor es diferenciable, existirán, como mínimo, un número de objetos de propiedad intelectual superior en uno al número de autores, pues, cuando menos, serán objeto de derechos cada una de las aportaciones así como la obra común resultante». (Caridad del Carmen Valdés Díaz, ….Idem.)

Algo similar argumenta Darsi Fernández, especialista en derecho de autor: «Todos los aportes a la letra son válidos para considerar coautor a quien los haga siempre que sean efectivamente incluidos o tomados en consideración, aún cuando pueda quedar definido que alguno de los coautores lo es en una medida (porcentualmente) menor que el otro. En esta época [cuando fue redactada “La Bayamesa”/actual himno nacional] aun no existía una Ley de Propiedad Intelectual en Cuba (que tuvo su primera ley de este tipo cuando se promulgó la española de 1879) y probablemente no había tampoco una cultura acerca del tema. Ello, sumado a la cultura patriarcal que sin dudas imperaba en las fechas, es probable que haya hecho permanecer el crédito solo a favor de Perucho. Pero justamente por ello, los análisis históricos posteriores debieron enmendar la consideración de autoría para considerarlo una coautoría.» (Correspondencia con el autor de este texto)

En su libro Canarias y la Independencia de Cuba, Roberto Domínguez sigue esta versión: «En ese hilo, parece indiscutible que su esposa, la poetisa Isabel Vázquez Moreno, lo ayudó a elaborar el vigoroso texto guerrero.»

La argumentación de Torres Cuevas me resulta también plausible. No obstante, es problemático comprender de qué forma la posible coautoría, o al menos las “sugerencias” de Isabel Vázquez en la redacción de «La Bayamesa», pueda ser considerado como acto orientado a “disminuir el valor de una de las más bellas figuras de la historia revolucionaria cubana”. Poner en discusión, sobre la base de fuentes contrastadas, la participación de Isabel Vázquez en dicha redacción, lejos de disminuir la extraordinaria figura de Perucho, puede contribuir críticamente a completar, descolonizar y democratizar algo tan esencial en nuestra historia como lo es, nada menos, el Himno Nacional.

[7] Ver sobre este tema el texto de Pedro de Jesús: Sobre el himno nacional cubano. A propósito del Proyecto de Constitución. Para ampliar ver aquí: Pedro de Jesús. «Lengua y verso en “La Bayamesa”. Aproximación a la tradición discursiva del himno nacional cubano», La Gaceta de Cuba. No. 1 Enero-Febrero, 2017, pp. 35-41.

[8] En un plano similar, «La primera carga al machete» rinde homenaje, en la voz de Pablo Milanés, y con un joven trovador como protagonista, al nexo entre cultura popular y patria cubana. (Además, representa a las bayamesas con banda tricolor en el pelo, golpeadas por esa razón por soldados españoles). La versión —grabada informalmente— de «La bayamesa» de Céspedes, Castillo y Fornaris, de Silvio Rodríguez se concibió también para un proyecto de cine cubano.

[9] Los confinados a Fernando Poo. Impresiones de un viage (sic) a Guinea, de Francisco Javier Balmaseda, Nueva York, Imprenta de la Revolución, 1869, p. 95.

Tomado de

https://oncubanews.com/cuba/sin-afrenta-y-sin-oprobio-la-bayamesa-el-himno-nacional-de-cuba/

Allen Ginsberg: El otro flautista de Hamelyn

Allen Ginsberg: El otro flautista de Hamelyn

Nunca he podido explicarme las razones exactas del porqué la inmensa mayoría de los poetas cubanos de los que he escuchado en lecturas públicas o a través de grabaciones, por lo general son tan malos decidores de sus propios textos. Quizás por ello, entre nosotros resultan en extremo escasos los recitales de poesía, con lo cual a los interesados se nos priva de la oportunidad inigualable de disfrutar el acto poético a viva voz. Así, se desaprovechan las enormes posibilidades del género en su primigenia y tantas veces descuidada vertiente oral. Todo lo anterior me venía a la mente mientras me deleitaba escuchando un disco pirata, registrado en noviembre de 1993 durante una presentación en el círculo de Bellas Artes de Madrid de ese grande de la poesía contemporánea nombrado Allen Ginsberg.

En la grabación, quien en los años sesenta se convirtiera en el gurú poético del mundo hippy, va desgranando tanto su obra propia como la ajena, amparado en una concepción de la poesía en escena que busca experimentar con todas y cada una de las raíces que le son consustanciales. Textos de inmortales como Whitman, Pound y Willians se alternan con poemas suyos, recitados en ocasiones, cantados en otras, que repasan su biografía personal, intelectual y moral: relativos a la homosexualidad, las drogas, el budismo y su simbología, o la muerte de su padre. No podía faltar, claro está, su célebre creación: «Howl» («Aullido»), devenido un clásico de la poesía en la segunda mitad del siglo XX.

Con unos cuantos años de atraso, me enteré de que a Allen Ginsberg, que no era tan viejo y ni siquiera bebía pues como miembro de la generación «Beat» fumaba en vez de inspirarse con alcohol, le falló el hígado y se murió en 1997. Hace cinco décadas falló su apuesta de liberación, ¿o no del todo? Para intentar responder a dicha interrogante habría que meditar hasta qué punto la filosofía revolucionaria del movimiento hippy cambió las cosas del mundo de entonces acá, no obstante al hecho cierto de que la contracultura terminase siendo desmontada o, mejor dicho, asimilada por la complacencia de la sociedad de consumo.

El hombre que quiso conducir a los hippies a través del mar verde del dinero hacia el jardín de las flores en la tierra prometida, que -al decir de otro grande, William Blake- es ésta cuando los ojos se han limpiado (a fin de cuentas, en primera y última instancia la libertad es una mirada cambiada), no pudo negarse a montar en el carro de fuego que le llevaría al Empíreo con su querido Blake. Ambos pretendieron abrir las puertas de la percepción al percatarse de que en nuestro tiempo necesitamos pasar más allá de la razón para no caer en la locura o el fanatismo, sino en la imaginación y la espiritualidad. ¿Acaso no es ésa la tarea del poeta?

Hasta el instante último a su desaparición física, Allen Ginsberg se mantuvo aferrado a la utopía de querer cambiar el mundo mediante el arte; fue un poeta de los de antes y un profeta de los de ahora, mirando al pasado más que al futuro. Al anunciar un nuevo mundo y denunciar el viejo por medio de una acre crítica del maldito sueño americano, colocó el dedo en la llaga del «american way of life» con su grito «Howl»: «Moloch por cuyas venas corre dinero». ¿Qué otra cosa es la insensata, insaciable e impresentable sociedad de consumo? Ah, sí, es el progreso, la ilustración, la razón, el positivismo lógico, para llegar a Moloch. Tanto Ginsberg como otros «Beats» entre los que cabría mencionar a Jack Kerouac, Lawrence Ferlinghetti, William S. Burroughs, Neal Cassidy, Snyder y Corso, a su modo hicieron suya la idea de Tristan Tzara de convertir el arte en juego y asumir que escandalizar, transgredir, hacer que quienes le amargan la vida a los demás eructen de asco o de terror es un modo litúrgico de la categoría estética.

Se comprenderá, pues, que en una sociedad harto conservadora y tan pacata como la estadounidense, el canto de Allen a la marihuana y el peyote provocó el secuestro de una buena parte de los ejemplares del libro por la policía y un juicio por obscenidad contra el editor, Lawrence Ferlinghetti. Desde su publicación en 1956, «Howl» se convirtió en un grito de guerra, primero para los pioneros inconformistas de los años cincuenta y luego para la muchedumbre de contestatarios de los sesenta. El torbellino de personajes y movimientos contestatarios de las últimas cinco décadas pasa una y otra vez por el «Aullido», desde Bob Dylan, Joan Baez, John Lennon y Yoko Ono, hasta Jim Morrison y Paul Simon.

«Howl» representó el desafío de la generación «Beat», de la misma forma que en 1958 la novela de Jack Kerouac On the road (En la carretera) plasmaría en letra sus ansiedades y su actitud existencial. Según Levi Asher, admirador y biógrafo del poeta, fue precisamente Ginsberg, que por entonces mantenía una relación íntima con Neal Cassidy y viajaba desde Nueva York a San Francisco para visitarle, quien puso de moda el tipo de viajes a través del país que inspiraron On the road. Apunta Asher que la chispa creativa de Ginsberg-Kerouac había saltado unos años antes en la Universidad de Columbia, donde ambos eran compañeros de sueños, sexo, poesía y algunos robos junto con otros personajes únicos como Burroughs y Cassidy.

El joven estudiante de Derecho acabaría apasionándose con las letras y con la experimentación de benzedrina y los bares «gay» de Greenwich Village, donde años después se desatarían los disturbios de Stonewell. Allen Ginsberg había nacido el tres de junio de 1926 en la ciudad de Newark, al otro lado del río Hudson. En opinión de su biógrafo, «el temperamento de Allen se quedaría a medio camino entre el del padre y el de la madre: él, poeta, profesor de escuela y socialista judío-moderado; ella, una comunista radical y una pionera del nudismo.» Durante los primeros años de vida Allen Ginsberg fue un tipo bastante cuerdo, diríase que convencional. El deslumbramiento por la poesía le llegó a través de los versos de Walt Whitman. Su pasión por lo chocante como estilo de vida no se desataría hasta un momento decisivo del verano de 1948. La leyenda cuenta que se encontraba en un apartamento ubicado en Harlem y mientras leía un poema de William Blake titulado «Nurse’s song», de repente, tuvo la visión enloquecida de que se le aparecía el poeta y le señalaba un rumbo en la vida.

Ya entrada la década de los cincuenta emprendió un tratamiento de psicoanálisis con el propósito de intentar asumir una conducta heterosexual pero todo resultó en vano y su psiquiatra, Carl Solomon, al comprender que no había nada que hacer en tal sentido, fue quien le facilitó los contactos con el grupo de poetas que desataría el ir y venir de Ginsberg a San Francisco donde, a los treinta años, publicaría su primer libro: Howl and other poems. Aquel manifiesto poético encendió lo que los estudiosos del quehacer artístico literario norteamericano de las últimas décadas han calificado como un renacimiento cultural de la segunda ciudad californiana en importancia y le proporcionó a Allen una celebridad tumultuosa pero al propio tiempo cercana y callejera.

A partir de entonces, su biografía y su creatividad serían un continuo hervidero y una montaña rusa de emociones. La vida de quien fuera un poeta coherente y una conciencia anarquista hasta el instante mismo de su muerte, se convirtió en un torbellino de lecturas poéticas en universidades, manifestaciones y encarcelamientos por oponerse a la guerra de Vietnam. Se sucedían uno tras otro largos viajes por el mundo para ofrecer charlas y recitales de poesía bohemia. Todo ello iría intercalado con nuevos libros de poemas y encuentros con las luminarias de la contracultura como el mítico Tim Leary, con quien participaría en la popularización del LSD. Al producirse por doquier los estallidos sociales de 1968, Ginsberg vivió días de gloria, reconocido como uno de los precursores, en virtud de su trabajo incesante como flautista de Hamelyn de la juventud que llevó al jardín de las flores y de la hierba.

Y es que con la obra de Allen Ginsberg, como parte de la generación «Beat», cabe hablarse de una poesía de protesta o de denuncia. Incluso, al grupo de poetas encabezados por él pudiera catalogárseles como escritores sociales enfurecidos, que hicieron de su poesía un acto de protesta social. No ha de olvidarse que Ginsberg, quien por cierto visitara Cuba en enero de 1965 a propósito del Premio Casa de las Américas, había proclamado la auto-expresión desnuda y la composición espontánea, para escribir contra un sistema social persecutorio y frente a los ideales literarios de la impersonalidad.

Como muchos de sus colegas de credo, a inicios de los setenta, Allen fue a buscar espiritualidad a la India y se adhirió a las filas de los devotos del yoga y del budismo zen, guiado por la sapiencia del gurú tibetano Chogyam Trungpa Rinpoche, el mismo célebre personaje que sería el promotor del mundialmente afamado Instituto Naropa, al pie de las Montañas Rocosas, en Boulder, Colorado, una de las contadas entidades académicas donde el poeta ejerciera labor docente. No obstante a dicha conversión, su sentido de la provocación se mantuvo indómito y persistió en la delación del mito de la razón que produce monstruos. Por eso, en los ochenta y noventa, junto a seguir escribiendo y publicando libros, continuó colaborando en revistas contestatarias como The Marihuana Review o Rolling Stones y participando en todo tipo de encuentros literarios del mundillo «underground».

Hoy, a varios años de la muerte del poeta profeta que nunca escondió su homosexualidad (siempre comentó que su sueño recurrente era que un sinfín de falos le seguían): ¿qué quedará de él? ¿Será a lo mejor la «New Age»? Puede que sí, o… tal vez no. ¡Vaya uno a saber! Lo único cierto es que, escándalos aparte, aquí nos quedan unos poemas dignos de figurar en cualquier antología de nuestro tiempo. Además, cuando se eche mano de la tópica consideración que sitúa a Ginsberg como uno de los miembros más sobresalientes de la contracultura americana, a la par deberá atenderse a su conocimiento profundo de la historia de la poesía, así como a las enseñanzas de los maestros estadounidenses que le precedieron, para continuar en una línea de creación que resulta tradicional en el devenir del discurso poético norteamericano. Una escuela donde la oralidad de la poesía y la relevancia de su puesta en público a través de la voz han tenido, a pesar de los vaivenes de la moda, una importancia esencial. Sí, es cierto: Moloch sigue ahí, pero también los poemas de Allen Ginsberg, y quienes limpiaron las puertas de la percepción ya están en otro mundo porque «on a clear day, you may see forever». Poeta del alucine hermoso, buscador de los intríngulis de la mente libre, individuo flipado, visionario, turbador y lúdrico… Sencillamente: un clásico.

Bibliografía esencial Allen Ginsberg

Howl and other poems (1956)

Kaddish and other poems (1960)

Empty mirror (1960)

Sandwiches de realidad (1963)

The change (1963)

Yage letters, en colaboración con William Burroughs (1963)

Poems of these states (1965-1971)

T.V. baby poems (1967)

Airplane dreams (1968)

Planet news (1969)

Indian journals (1970)

The fall of America (1973)

The vision of the remember (1974)

Journals (1977)

De la fama y la muerte (1977)

Mortaja blanca (1987)

Mind breaths

Cosmopolitan greetings

De aquí y de allá

De aquí y de allá

En honor de Lydia Cabrera y Édouard Glissant

Americas Society presenta hasta el 12 de enero de 2019 en New York Lydia Cabrera y Édouard Glissant: Trembling Thinking, una exposición que se enfoca en las ideas desarrolladas por los sobresalientes pensadores caribeños, Cabrera (La Habana, 1899-Miami, 1991) y Glissant (Sainte-Marie, Martinica, 1928-París, 2011), organizada en colaboración con la Colección de Patrimonio Cubano de la Universidad de Miami.

Según una nota de la institución neoyorquina, la muestra presenta artistas modernos y contemporáneos cuyas obras responden a las nociones etnográficas, literarias y la multiplicidad cultural defendidas por Cabrera y Glissant.

La exposición está comisariada por Hans Ulrich Obrist, director artístico de Serpentine Galleries, Londres; Gabriela RangeI, curadora en jefe y directora de artes visuales de Americas Society y el artista Asad Raza, con la asistencia de Diana Flatto.

En Trembling Thinking, el legado de Édouard Glissant, cuyas ideas de mondialité abogaban por la diferencia frente a la globalización homogeneizadora, se proyecta en las obras de artistas modernos y contemporáneos. Asimismo, el espectáculo reúne partes del propio proyecto no realizado de Glissant, «Musée du Tout-Monde», con obras de Roberto Matta y Antonio Seguí, colegas de Glissant en París.

Por su parte, en relación con La eminente escritora y etnógrafa cubana Lydia Cabrera, ella es presentada en  la exposición como un puente hacia el reino de la diversidad políglota de la idea de Glissant sobre la mentalidad, que abarca una diversidad relacional.

El programa plantea preguntas sobre el papel de la cultura negra, sus religiones y mitologías, a través de una reconsideración de Lydia Cabrera y su legado intelectual desde la primera publicación de Cuentos negros de Cuba en París en 1936.

Igualmente, incluye las primeras ediciones de Cabrera y Aimé Césaire, cartas a Cabrera de intelectuales como Pierre Verger, Roger Caillois, Roger Bastide y el cubano Guillermo Cabrera Infante, así como fotografías, cuadernos y dibujos relevantes, incluidas las obras de Wifredo Lam de la colección personal de Cabrera.

La exposición también incluye piezas de artistas modernos y contemporáneos que resaltan la conexión intelectual y artística entre Glissant y Cabrera, enfatizando el legado compartido y duradero de los pensadores en el Caribe y en otros lugares.

Premios en Cuba a curadores del Museo Nacional de Bellas Artes

Trabajadores del Museo Nacional de Bellas Artes fueron galardonados con el Premio de Crítica y Curaduría Guy Pérez Cisneros, que en su décimo novena edición dio a conocer los resultados como parte de las actividades centrales de la Jornada por el Día de la cultura cubana.

La exposición Martínez Pedro. El agua por todas partes, le valió el lauro, en la categoría de Exposición Individual, a Israel Castellanos León y Odalys Borges.

Por su parte, Laura Arañó obtuvo Mención por la muestra Jesús de Armas. Drama y Utopía, al igual que Delia María López, por Bicentenario de San Alejandro, en el apartado de Exposición Colectiva.

Igualmente, Israel Castellanos León recibió el Premio de la Crítica en el acápite de Artículo Valorativo por Otras iluminaciones para Marcelo Pogolotti, para la muestra Marcelo Pogolotti. Vanguardia, ideología, sociedad.

Organizado por el Consejo Nacional de las Artes Plásticas, presidieron los jurados en ambas categorías el Presidente de la Sección de Crítica de la UNEAC, Antonio Fernández  Seoane, y la profesora de Historia del Arte de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, Hilda María Rodríguez.

Gran retrospectiva de la obra audiovisual de Ana Mendieta

El museo Jeu de Paume, de París, acogerá por primera vez desde el 16 de octubre la gran retrospectiva de la obra audiovisual de la cubanoamericana Ana Mendieta, Cubierto en tiempo e historia, que reúne 20 obras de imágenes en movimiento y 27 fotografías de la artista.

Considerada como una de las artistas más prolíficas e innovadoras de la era de la posguerra, las recientes exposiciones en Europa dedicadas al trabajo de Mendieta (Berlín, Londres, Praga, Salzburgo, Turín y Umeå) dan testimonio del poder de su visión artística y la influencia de su trabajo en las generaciones de artistas que la siguieron, señala una nota de la institución francesa.

La presentación de la exposición resalta el hecho de que «el trabajo de Ana Mendieta continúa teniendo un fuerte impacto en personas de todas las edades y procedencias».

Durante su breve carrera, de 1971 a 1985, Ana Mendieta produjo una notable obra, que incluye dibujos, instalaciones, performances, fotografías y esculturas.

Aunque resulta mucho menos conocida, su producción de películas y vídeos es particularmente impresionante y prolífica: sus 104 trabajos cinematográficos llevados a cabo entre 1971 y 1981 hacen de nuestra compatriota Ana Mendieta una de las figuras más destacadas en la práctica del arte visual multidisciplinario surgido en los años 70 y 80, considera el Jeu de Paume.

Gracias a una nueva investigación sobre el quehacer de Mendieta en el universo audiovisual, la exposición en el museo parisino reposiciona la imagen en movimiento de la periferia al centro de su trabajo, y se organiza en torno a los temas recurrentes explorados en las películas, incluida la memoria, la historia, cultura, rituales y el paso del tiempo, que a menudo se destilan a través de la relación del cuerpo y la tierra.

La mayoría de las películas de Ana Mendieta tienen lugar en la naturaleza y con frecuencia muestran su interés en los cuatro elementos clásicos: tierra, agua, aire y fuego.

La muestra de la artista cubanoamericana, que estará expuesta hasta el 27 de enero de 2019, ha sido curada por Lynn Lukas y Howard Oransky.

Para su presentación en París, el Jeu de Paume ha contado con la colaboración de la Galería Katherine E. Nash de la Universidad de Minnesota.

La exposición también ha sido posible gracias al apoyo de la Oficina del Decano de la Facultad de Artes Liberales de la Universidad de Minnesota, el National Endowment for the Arts, la Fundación Harlan Boss para las Artes, Kate y Stuart Nielsen, Syma Cheris Cohn, Metropolitan Picture Framing, Epson Corporation y Tierney Brothers Corporation.

Un breve repaso por la vida de esta destacada artista, hace recordar que ella fallece en 1985 en Nueva York y que para dicha fecha, ya Ana Mendieta había dejado un legado que incluye seis grandes retrospectivas en distintos museos del mundo. Para que se tenga una idea de su repercusión, sépase que obras suyas forman parte de 100 colecciones públicas en distintos puntos de la geografía internacional.

Disponibles en Librería Virtual Cuba los títulos del Sello Editorial Ojalá

Ya están disponibles en Librería Virtual Cuba los nuevos títulos del Sello Editorial Ojalá. Estamos felices de saber que ahora La canción en Cuba a cinco voces y Decirlo todo. Políticas culturales (en la Revolución cubana) podrán llegar a cualquier rincón del mundo.

Compartimos con ustedes los enlaces donde podrán encontrarlos:

La canción en Cuba a cinco voces: http://www.libreriavirtualcuba.com/productos.php?producto=412

Decirlo todo. Políticas culturales (en la Revolución cubana):  http://www.libreriavirtualcuba.com/productos.php?producto=413

En el caso de La canción en Cuba a cinco voces, el libro está escrito por Dulcila Cañizares, Marta Valdés, Guillermo Rodríguez Rivera, Margarita Mateo y Joaquín Borges-Triana. Mientras tanto, Decirlo todo. Políticas culturales (en la Revolución cubana), representa la obra póstuma del profesor universitario, ensayista y poeta  Guillermo Rodríguez Rivera.

Retrospectiva en Cuba de la obra de Jesús de Armas

Jesús de Armas ha sido un artista prácticamente desconocido dentro del mapa del arte cubano del siglo XX. Fue un creador de singular significación debido a sus investigaciones acerca de las culturas aborígenes en Cuba, a la que dedicó la mayor parte de su obra.  La revalorización de nuestro pasado precolombino convierte su trabajo en uno de los antecedentes fundamentales de la vertiente artística en la que se entremezclan arte y antropología en la Isla.

Su impronta sobrepasó los límites del dibujo y la pintura, fue también animador y primer director de los Estudios de Animación del ICAIC. Su desempeño como líder artístico del departamento le imprimió un espíritu vanguardista y experimental a la animación en la década del sesenta.

Jesús de Armas: drama y utopía es la segunda retrospectiva en Cuba dedicada a resaltar la obra de este pintor, dibujante y caricaturista,. La exposición abarcará tanto su labor como caricaturista y animador como los dibujos a carboncillo de los años ochenta y noventa.

Según palabras del crítico Antonio Fernández Seoane: «En la exposición JESÚS DE ARMAS: DRAMA Y UTOPÍA, que se presenta hasta el 12 de noviembre próximo en la sala transitoria del segundo nivel del edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes, se expanden -con aquellas señaladas características museográficas llevada a efecto por Yusleidy Llerena, bajo la rectoría curatorial de Laura Arañó- una serie de dibujos bastante poco conocidos por el espectador cubano, realizados en carboncillo entre los años 1987 y 1989, mitad caricaturescos, mitad “crónicas” de alto vuelo artístico, referidos a las historias precolombinas en nuestro archipiélago de las que fue, insisto, un afanado estudioso e investigador. De igual manera sus “Pictografías” en tinta, que refrendan la vida de nuestros nativos: personal representación esta que se vierte en espléndidas imágenes compositivas, “sui géneris” dentro del espectro creativo en nuestra historiografía del arte.»

La resignificación de la obra de Jesús de Armas dentro del entramado del arte cubano es parte de la misión de rescate, conservación y revalorización del patrimonio de las artes visuales en Cuba que realiza el  Museo Nacional de Bellas Artes.

Nuevos éxitos para Camila Cabello

La cantante de origen habanero Camila Cabello encabeza con seis las nominaciones a los premios MTV Europe Music Awards (EMA), atribuidos a los videos más populares en la filial europea de la cadena musical estadounidense, según información de la AFP.

La ceremonia “2018 MTV EMAS” será transmitida en vivo el 4 de noviembre a todo el mundo desde Bilbao, España.

2018 ha sido el momento de consolidación en la carrera de la cantante de 21 años, nacida en el pueblo habanero de Cojímar y  que de niña también vivió en México (su padre es mexicano). Cuando apenas tenía 7 años, su familia decidió trasladarse a Estados Unidos, donde Camila Cabello se educó.

Su superéxito internacional «Havana», el sencillo en el cual la vocalista rinde homenaje a su herencia cubana, alcanzó el primer lugar en el Billboard Hot 100 en enero en Estados Unidos, y lideró las ventas al igual que el álbum que lo incluye, Camila.

A fines de agosto Cabello obtuvo los mayores galardones en los MTV Video Music Awards, los trofeos de los videos musicales más populares en Estados Unidos, consagrándose como artista del año y ganando el premio de mejor video de 2018.

En 2017 Camila Cabello, ex integrante de la banda femenina Fifth Harmony, recibió el premio de mejor artista pop en los MTV EMA.

Siguen a Camila Cabello en el número de nominaciones a los premios MTV Europe Music Awards (EMA), la cantante estadounidense Ariana Grande («No tears left to cry») y el rapero tejano Post Malone (“Rockstar”) con cinco nominaciones cada uno, y luego el rapero canadiense Drake y el artista británico Dua Lipa, cada uno nominado en cuatro categorías.

Por su parte, el cantante Shawn Mendes, también de origen canadiense, aparece nominado tres veces en la lid del certamen.

La votación está abierta al público en el sitio mtvema.com hasta el 3 de noviembre.

Cuarta edición del Festival Mozart Habana

La cuarta edición del Festival Mozart Habana, efectuada entre el 25 y el 28 de octubre, estuvo dedicada a festejar el centenario del notable compositor cubano Alfredo Diez Nieto  con el estreno mundial de su Cuarteto para cuerdas No. 2, interpretada por el Cuarteto de Cuerdas Habana, agrupación conformada por jóvenes instrumentistas.

Cuatro días de músicas varias en estilos, formatos y compositores han sido parte del programa del festival, que para esta ocasión ha estado más enfocado en la música de cámara que en los conciertos de grandes formaciones orquestales, como sucediese en emisiones anteriores del evento.

En el repertorio escogido para la cuarta edición del Festival Mozart Habana figuraron, entre otras,  obras de Terry Riley, Louis Andriessen, Amadeo Roldán, e Igor Stravinsky.

Los tres primeros compositores fueron protagonistas  de una sesión de percusión de trece instrumentistas de Estados Unidos, Holanda y Cuba; mientras que de Stravinsky se interpretó su clásico Historia del soldado, obra estrenada hace cien años.

Otros momentos importantes del Festival Mozart Habana lo representaron la interpretación de la serie de piezas del Genio de Salzburgo, entre las que destacan el Cuarteto Vienese, Te Deum en Do, las sinfonías No. 30 y Concertante para violín y piano, la Serenata No. 12 para vientos, y los Quintetos de cuerdas No. 3 y 4.

Igualmente, el programa del evento abarcó creaciones del ruso Modest Musórgsky y el francés Alexandre Ryd. Las principales sedes del evento fueron el Oratorio San Felipe Neri, el Teatro Martí, la Basílica Menor de San Francisco de Asís, y la Sala Cervantes.

Breves

La Fundación Cintas Knight recién ha entregado sus becas correspondientes al período 2018-2019. Entre los galardonados estuvieron Tomás Esson, en la categoría de artes visuales, Javier Galindo, en arquitectura y diseño, así como Sabrina Peña Young, en composición musical. Por sus contribuciones al arte y la cultura cubanos, la prestigiosa Fundación Cintas Knight también concedió el Premio a la Trayectoria a Juan A. Martínez, Ph.D, profesor emérito en arte e historia del arte en la Universidad Internacional de Florida (FIU).

Por su parte, Lienzos Cubanos, el cortometraje solicitado por el Centro Kennedy en Washington, DC para el festival Artes de Cuba  del pasado mes de mayo, participa en el festival de cine «Doc NYC», de Nueva York . En el filme, el pintor Roger Toledo Bueno  intercambia con artistas como Rocío García, Manuel Mendive, Roberto Diago y Ariamna Contino, conversaciones en las que  debaten sobre sus obras y vidas. Bajo la dirección de Kavery Kaul, el documental será presentado el lunes 12 de noviembre a las 5pm en el cine Cinepolis Chelsea. Para mayor información consultar aquí.

http://www.docnyc.net/film/shorts-the-creative-spark-2/cuban-canvas/

El libro titulado Del arte en Cuba. Esculturas, de la Dra. Llilian Llanes y publicado por Collage Ediciones (sello del Fondo Cubano de Bienes Culturales) acaba de ver la luz. En este texto, la autora nos ofrece un detallado análisis de las obras escultóricas creadas en nuestro país en el período de 1900 a 1930, enriquecido con fotos de archivos e imágenes actuales. Según la nota promocional por la salida al mercado de esta publicación, con su recorrido por autores y estilos, marcados por circunstancias históricas insoslayables, Del arte en Cuba. Esculturas destaca por ser un libro que se preocupa por el pasado, como parte de su mirada al presente y al porvenir de esta manifestación en Cuba.

José Villa Soberón, Premio Nacional de Artes Plásticas, también ha elogiado el reciente libro de la Dra. Llilian Llanes. Él  resalta que esta investigación no solo expone los valores artísticos y una justa apreciación del desarrollo de la escultura cubana en la etapa señalada, sino que incita a su mejor protección como patrimonio de nuestra cultura y a su disfrute como escenario de nuestra historia y entorno cotidiano.

Entrevista a Alfred Artigas

Entrevista a Alfred Artigas

Cuando está en Cuba, ya su segunda casa, al guitarrista catalán Alfred Artigas uno se lo puede encontrar en la peña de El Caimán Barbudo en la EGREM habanera, en el espacio del Mejunje en Santa Clara o en la sala teatro del Museo Nacional de Bellas Artes. Sea acompañado de su guitarra o como simple espectador, este integrante de la llamada «Generación ESMUC» lleva una vida muy activa en tierras cubanas. Su reciente producción discográfica, el álbum titulado Permiso, es un excelente material que se mueve por los terrenos de lo que se conoce como jazz moderno. Sobre este fonograma, la escena catalana de jazz y en general acerca de su quehacer, Miradas desde adentro dialoga con este a no dudar maestro del instrumento de las seis cuerdas.

A propósito del interés internacional por el joven cine cubano

A propósito del interés internacional por el joven cine cubano

El interés por la producción audiovisual realizada por las nuevas generaciones de creadores cubanos ha comenzado a trascender las fronteras de Cuba y los naturales límites de eventos como Imago, El Almacén de la Imagen o La Muestra de Cine Joven. En ese nutrido grupo de muchachos y muchachas hacedores de una destacada e inquietante producción fílmica, no son pocos los que ya han conseguido importantes lauros a escala internacional. Por la actualidad del tema y dado que en las ciudades de Montevideo y Buenos Aires será exhibida una muestra de quienes con una mirada renovadora se acercan hoy entre nosotros al documental, la ficción y el animado, a continuación se reproduce un texto de la agencia IPS y que informa detalladamente sobre lo que en materia de la joven cinematografía cubana estará ocurriendo en las capitales de Uruguay y Argentina.

El joven cine cubano tiene una muestra en el sur de América

Por Yaima Leyva Martínez  

El interés por el audiovisual cubano actual se expande por las más disimiles geografías. Lo que está sucediendo hoy con la producción de cortos y largos debidos a una nueva generación de cineastas que han revitalizado el documental, la ficción, la animación e incluso han actualizado las aproximaciones estilísticas tradicionales del cine cubano, despierta la avidez de espectadores en latitudes diversas.

“Cine joven cubano en el Sur” es una muestra que llevará una selección del audiovisual joven de hoy a las capitales de Uruguay y Argentina (Montevideo y Buenos Aires) entre los días 5 y 11 de noviembre. El Centro Cultural de España y el Instituto Escuela Nacional de Bellas Artes de Montevideo, así como el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti y el centro cultural La Manzana de la Luces, ambos en Buenos Aires, serán las sedes de las exhibiciones.

La crítico cubana Maria Nela Lebeque Hay, organizadora principal de la muestra, ha indicado que esta “busca no solo visibilizar una potente producción nacional de cine hecho por jóvenes creadores, sino también ayudarlos a crecer”. De ahí que incluya no solamente piezas terminadas, sino también obras en construcción.

“Cine joven cubano en el Sur” busca, según su declaración de intenciones, “dar a conocer a una generación de cineastas con una fecunda producción fílmica, muchos de ellos premiados a nivel internacional, y generar nuevos escenarios de exhibición y distribución para el joven audiovisual cubano en la región, abriendo así una propuesta de cruces artísticos.”

La presente muestra tiene como antecedente esencial otra celebrada en 2017, que bajo el título de “1ra. Muestra de cine joven cubano de Montevideo” reunió una serie de obras en torno a temas como el género, la niñez, la educación, la política y el cine mismo. El enfoque de esa primera selección era colocar en la palestra la inclinación por la ruptura en el cine cubano reciente, haciendo énfasis en cuestiones temáticas y de estilo que caracterizan su novedad.

Los organizadores consideran que algunos de los antecedentes fundamentales de estas plataformas de divulgación se remontan tan lejos como 1984, cuando se organizara la “Primera semana de cine cubano de Argentina”, seguida por diversos festivales, encuentros, muestras temáticas sobre cine cubano clásico y contemporáneo que en ese país se celebraron bajo la organización del ICAIC, y que en general incluyeron las producciones más conocidas de ese instituto.

Luego, en 2012 el Centro Cultural Rojas, con la curaduría de Yaimelys Acosta y coordinada por Cooperativa Producciones, hizo la “1ra Muestra de cine independiente cubano en Argentina”. Gracias a ella se vieron en ese país obras de realizadores contemporáneos tan diferentes como Karel Ducasse, Jorge Molina, Miguel Coyula, Arturo Infante y Eduardo del Llano, entre otros. Esa muestra tuvo una segunda edición al año siguiente.

Más cerca en el tiempo, en 2016, el cine Gaumont programó una selección de intenciones semejantes, curada por Aylée Ibáñez, que bajo el título “Cuba Siglo XXI” exhibió películas cubanas producidas a partir del año 2000.

En 2017, en los alrededores del 20 de octubre, se celebró también en Buenos Aires un ciclo de cine cubano conformado por películas del ICAIC, de realizadores como Jorge Luis Sánchez, Manuel Pérez y Rogelio París, entre otros.

“Cine joven cubano en el Sur” parte de esos antecedentes para proponer una aproximación que haga evidentes las múltiples direcciones en que los jóvenes cineastas cubanos trabajan ahora mismo.

Es así que su primer programa arranca con una entrevista a Marcel Beltrán, con lo que apuesta por la experimentación como uno de los rasgos centrales de lo más avanzado de la producción audiovisual joven. Beltrán habla en ella de su corto Casa de la noche (2017), un cortometraje que mereciera un premio especial del jurado de la Muestra Joven ICAIC ese año y que ha provocado no poca especulación crítica.

A continuación, la muestra incluye una aproximación al documental más tradicional, no por ello de interés inferior, al proponer el largometraje ¿Qué Remedio? La parranda (2017), dirigido por Daniela Muñoz Barroso, y que tuviera mucho éxito en la Muestra Joven de este mismo año.

Dentro de un apartado que atiende a los discursos de género presentes en el audiovisual de la Isla, el segundo programa reúne el documental Luz para ellas (Celina Escher, 2017), una aproximación documental de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños al universo de una relación lésbica cruzada por la trama particular de la cultura afrocubana.

Ese programa lo complementa la ficción La costurera (Rosa María Rodríguez, 2016), una revisión del tema de la violencia machista desde un tratamiento de cine de horror. Y lo cierra el corto de animación Lavando calzoncillos (Víctor Alfonso Cedeño, 2012), que también apunta a los conflictos que supone la cultura patriarcal, pero ahora desde una sátira aguda.

El tercer programa de “Cine joven cubano en el Sur” reúne un puñado de piezas en torno al tema del viaje, desde tratamientos de ficción y documental. La primera obra es el corto de ficción Día de Changó (Denise Kelm, 2015), otra producción de la EICTV.

Le siguen Dos Islas (Adriana F. Castellanos, 2017), documental autobiográfico donde su realizadora explora su relación tierna y sensible con su abuela, para comprender la experiencia de la anciana como emigrante y colocarla como referente de su propia situación de cubana que habita en Europa.

Además, este programa suma a Ángela (Juan Pablo Daranas, 2018), corto de ficción de Daranas realizado fuera de Cuba, y que refiere la búsqueda de un espacio para sí de una cubana emigrada en Nueva York, y cierra con una pieza en proceso: Papá en la URSS.

Esta última producción, dirigida por José Ángel Pérez Segura, lleva por sinopsis: “Mi padre estudió en la ex Unión Soviética. Él me cuenta sus vivencias; las fotos y los certificados de la época se vuelven testimonio nostálgico.” Pérez Segura, quien estudia en la EICTV justo la especialidad de documental, sigue trabajando en esta pieza de fuerte contenido autobiográfico.

El cuarto programa hace de la experimentación, de la ruptura de los ámbitos convencionales del cine cubano, su centro. En ella se incluyen dos de las piezas más especiales y sorprendentes del último año y medio dentro del audiovisual en Cuba.

La primera, Los perros de Amundsen (Rafael Ramírez, 2017), es la tesis de graduación en la EICTV de este realizador. Ramírez rompe a través de ella las ideas de verosimilitud y verdad referencial habituales del documental cubano, para producir una pieza híbrida, repleta de especulaciones narrativas y de exploraciones formales.

Por su lado, la segunda, El proyecto (Alejandro Alonso Estrella, 2017), es uno de los largos de no ficción que mejor puso en evidencia el estallido de la forma documental nacional en los últimos tiempos. Con ella, Alonso ha hecho un recorrido internacional que lo han llevado a festivales de cine muy exigentes alrededor del mundo.

El programa final, “Héroes de la contemporaneidad”, abraza un asunto inevitable en la Cuba contemporánea, como es la creación de iconos y modelos paradigmáticos, así como de heroicidades aparentemente anodinas.

Abre con Close (2016), corto de animación de Ernesto Piña, y cierra con el documental Héroe de culto (Ernesto Sánchez, 2015), otra de las producciones más interesantes de los últimos tiempos. En ella, el estilo observacional dirige su mirada hacia las efigies de Martí, esa serie vacía de contenido y mucho menos de verdad que suponen los bustos de plástico que adornan sitios públicos y escuelas, los cuales, en su vocación por rememorar y celebrar, acaban invisibilizando a un hombre que es, más que símbolo, aspiración para la Cuba del futuro.

Cierra este capítulo Gloria eterna, el corto de ficción producido en la EICTV con que Yimit Ramírez mereció el galardón máximo en su categoría de la Muestra Joven ICAIC 2018. En él, Julián es un obrero destacado en una sociedad distópica donde el poder es invisible pero premia a los sujetos ejemplares con un reconocimiento duradero aunque definitivo.

Finalmente, “Cine joven cubano en el Sur” incluye tres piezas de DETOUR, festival invitado que atiende al cine nuevo de Uruguay. Estas son Antolín, el último romántico (Josefina Gucci, 2016), Hard to be a Vampire (Christian Orta, 2017) e Irina (Flavia Quartino, Lucía Garibaldi y Patricia Iccardi, 2017).

Ojalá muchas más iniciativas de esta naturaleza llevaran el audiovisual cubano al descubrimiento de públicos nuevos. Que tenga todas las pantallas posibles, cuando las de su propio país a menudo se le niegan.

Tomado de Atisbos desde el borde. Disponible en:

http://www.ipscuba.net/espacios/altercine/atisbos-desde-el-borde/el-joven-cine-cubano-tiene-una-muestra-en-el-sur-de-america/

Cantar lo sentimental

Cantar lo sentimental

Aunque al margen de los medios de comunicación y en buena medida de los sellos discográficos en el país, una de las expresiones musicales que en el período transcurrido desde los 80 de la anterior centuria hasta nuestros días, en Cuba ha vivido una intensa actividad es la del bolero, gracias a los festivales del género organizados por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

He tenido la posibilidad de intervenir en algunas de las emisiones del coloquio que a propósito del evento Boleros de Oro se desarrolla a la par de los recitales y conciertos. Una de las tesis que he defendido en tales encuentros teóricos es que entre los cubanos existe hoy, en ciertas zonas de la más joven música nacional, una manera diferente pero también válida de acercarse al bolero. En verdad, en dicho sentido no cabe hablar de la aparición de un movimiento sino de un puñado de composiciones cada vez más numeroso.

Es evidente que la insuficiente perspectiva crítica y el escaso material bibliográfico de que se dispone en relación con este fenómeno y en sentido general con respecto a los disímiles procesos que han signado la música popular cubana de las últimas décadas, torna en extremo complejo poder llevar a cabo un trabajo exhaustivo y completo acerca de un tema como el aquí someramente abordado y que no dudo en catalogar como de manifiesta actualidad.

Según mi punto de vista, la principal razón que ha imposibilitado la consolidación o tan siquiera aparición de un movimiento en torno a la creación de nuevos boleros está en el desinterés que al respecto han tenido las casas discográficas locales, que persisten en apostar sólo por los clásicos del género. En un muy lúcido estudio acerca de la presencia del bolero en la producción discográfica cubana llevada a cabo desde la década de los 90 hasta la actualidad, la musicóloga Xiomara Pedroso Gómez llega a conclusiones como éstas:

«La producción cíclica de fonogramas compilatorios o antológicos con propuestas temáticas o interpretativas de gran valor patrimonial, pero muy similares.

La insuficiente presencia de la diversidad temática de las obras de los compositores del género en las producciones fonográficas.

La progresiva desaparición de la clasificación genérica en los fonogramas.

La reducida presencia autoral contemporánea y de creaciones actuales del género en la fonografía.

El escaso reflejo de intérpretes de la bolerística contemporánea –tanto consagrados como jóvenes– en las producciones fonográficas.»

Pese a tal semejante infausto panorama antes descrito, desde que allá por la segunda mitad de los 70 se conociera el tema «El amor se acaba», original de Osvaldo Rodríguez y su grupo Los 5-U-4, en Cuba ha habido una corriente que se inscribe en la larga tradición de quienes han intentado deconstruir las tradiciones y así, revisar y a la vez revitalizar por medio de sus estrategias discursivas los códigos santificados por el canon valorativo al uso en cuanto al bolero se refiere, esos modelos que a fuerza de repetirse por doquier se convierten en paradigmas genéricos.

En este entramado retador, consistente en crear sobre lo ya creado, en la búsqueda de otros caminos para el bolero entre nosotros, encontramos que al abordar la realidad, ello se hace desde una perspectiva de lo alterno desde el prisma musical, corriente a la que por lo general se asocian los compositores vinculados al proceso de renovación y reactualización de este género y que en su gran mayoría provienen de lo que gusto denominar Canción Cubana Contemporánea, o sea, el tipo de cancionística realizada por compatriotas nuestros tanto dentro como fuera del país y que hereda determinados presupuestos estéticos del desaparecido Movimiento de la Nueva Trova, pero que además se abre a otras expresiones del arte sonoro contemporáneo, en concordancia con los procesos de hibridación vividos hoy por la música popular.

En verdad, el bolero permanece vivo entre nosotros, y es porque, como todo género auténtico, crea una tradición (sobre la base de su autenticidad). Pero la tradición no se muestra ni demuestra por el álbum de recuerdos, pues a fin de cuentas aunque haya quien no se percate de ello, la tradición no es una nostalgia.

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