Autor: Joaquín Borges-Triana

Sonidos calientes desde un frío país

Sonidos calientes desde un frío país

Me parece que fue ayer cuando en los 80, gran parte de los amantes del rock y el metal quedamos sorprendidos al conocer el trabajo guitarrístico de Yngwie Malmsteen. A partir de entonces, comencé a prestar atención a lo que sucedía en la escena musical de Suecia. Hoy quiero referirme a varias propuestas sonoras procedentes de aquel frío país y que a mí en lo particular me han impactado.

Empiezo por Beardfish, una banda que a través de su trayectoria desde 2001 se ha caracterizado por los vínculos con la sonoridad setentera, con influencias que van de Yes a Gentle Giant, o de personalidades como Ian Anderson y Frank Zappa. Una de sus producciones fonográficas que más disfruto es el álbum titulado Mammoth, publicado a través del sello Incide Out Music en 2011 y que  resulta una muestra de que estos suecos siempre están intentando renovar su propuesta

A diferencia de otros discos suyos, como por ejemplo Från En Plats Du Ej Kan SeThe Sane Day Destined Solitaire, en Mammoth se aprecia un endurecimiento del sonido y una aproximación a pasajes de corte jazzístico (sobre todo, por el uso del saxofón), al estilo de lo hecho por sus coetáneos de Kayak. Así, las piezas «The Platform», «And The Stone Said: If I Could Speak», «Tightrope», «Green Waves», «Outside / Inside», «Akakabotu» y «Without Saying Anything», son muestras de cambios de ritmos, potentes riffs e improvisaciones desbordadas de talento, en señal de que Beardfish sabe reinventarse.

Un nombre también de obligatoria alusión en la escena de rock y metal de Suecia es Jens Johansson, tecladista procedente de una familia musical, en la que sobresalen Su padre Jan (eminente pianista de jazz) y su hermano Anders, afamado baterista. En el caso de Jens, su figura captó la atención de los fans desde que debutase en 1982, como integrante de la banda Silver Mountain. Ahora bien, su popularidad internacional se da cuando se une a Yngwie Malmsteen en el recordado grupo Rising Force y participa en los álbumes Rising ForceMarching OutTrilogy Odissey, trabajos que sientan pauta en el devenir del metal neoclásico.

Tras dicha experiencia, Jens se involucra en otros prestigiosos proyectos, como los efectuados con el cantante Ronnie James Dio, el notable bajista Jonas Hellborg y la banda de power metal Stratovarius. En la condición de solista, uno de sus CDs que más disfruto es Fission, clase magistral de cómo usar los super veloces arpegios y las escalas clásicas de teclados en el contexto metalero, con espacio para la experimentación. Respaldado por su hermano Anders en el drum, Mike Stern y Shawn Lane en las guitarras, los nueve temas de este disco de Johansson me hacen escucharlo una y otra vez, con énfasis en los cortes «Phase camouflage», «Acrostic shibboleth» y «Race condition», en los que no solo encontramos virtuosismo a raudales sino un trabajo tímbrico singular y que hacen de Jens Johansson un teclista al que hay que acudir.

Finalmente, quiero hablar de lo que en términos publicitarios se define como una clásica guitar band. Me refiero a Plankton, otros suecos que se las traen. Como he intentado hacer ver en diferentes escritos, la guitarra eléctrica contemporánea no queda únicamente en el ámbito anglosajón. Es por ello que junto a figuras como Hendrix, Robin Trower, Tommy Bolin, Steve Morse, Jeff Beck y otros muchos, hoy se precisa aludir a ejecutantes procedentes de todo el orbe, para tener idea de lo que va sucediendo con el popular instrumento de las seis cuerdas.

Aunque resulten casi impronunciables, sugiero no olvidar los nombres de Emil Fredholm y Christian Neppenstrom, extraordinarios guitarristas y líderes del grupo Plankton. Quien piense que el rock tradicional está en crisis y que ya no se generan productos de auténtica valía, le recomiendo salga a buscar los discos Plankton Humble colossus. Piezas como «Varlevitation», «Pickadoll», «Monzón», «Jorm», «Bulleribock», «Fleetwood», «Kebnekaise» o «Yestermorrow» hacen de la agrupación un referente para todo el interesado en el mejor rock de ayer, hoy y siempre. Así pues, los suecos Beardfish, Jens Johansson y Plankton corroboran que, aunque el suyo sea un frío país, allí también se hace música bien caliente.

Entrevista a Fidelito Díaz Castro

Entrevista a Fidelito Díaz Castro

En una etapa de mi vida profesé una gran afición por escuchar la radio. Fue por esa vía que conocí a Fidelito Díaz Castro, allá por el decenio de los 80 de la anterior centuria, cuando él era conductor, guionista y director de disímiles programas en Radio Cadena Habana, emisora en la que había comenzado a laborar como custodio y en la que se formó como radialista, al punto de ganar los máximos lauros en distintos concursos auspiciados por el ICRT. Han transcurrido de entonces a acá más de 30 años y en la actualidad él es director de El Caimán Barbudo, pero sobre todo, un trovador arrabalero, representante ciento por ciento de esa genuina estirpe. De su tránsito por la radio, por la AHS y por El Caimán hablamos en la siguiente entrevista.

Al reencuentro de Tonel

Al reencuentro de Tonel

Decididamente, la década de los ochenta de la anterior centuria representa una suerte de parteaguas en el devenir de la cultura cubana con posterioridad al 1 de enero de 1989. En aquella movida, sin discusión algunas las artes plásticas fueron la fuerza generadora de lo mucho y bueno que sucedió en esos años. Uno de los nombres fundamentales de entonces es el de Antonio Eligio Fernández, Tonel, quien se ha proyectado en su intenso quehacer como creador, curador y crítico. Su actual muestra en el Museo Nacional de Bellas Artes representa un suceso de alta valía para nuestro universo cultural y por ello, Miradas Desde Adentro no quiere obviar este acontecimiento y así, reproducimos un texto a propósito de la exposición, escrito por Jorge Mata y publicado inicialmente en Diario de Cuba.

Ajústate al tema

Por Jorge Mata

Antonio Eligio Fernández, Tonel (La Habana, 1958), es uno de esos creadores que hace pensar a través de las imágenes. El pasado 6 de diciembre, cinco días después de su 60 cumpleaños, inauguró en el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana la muestra Tonel. Ajústate al tema. Obras 1973-2018.

La muestra, que lleva por título una cita del estribillo de una canción de Isaac Delgado, incluye más de 50 piezas. Entre los dibujos sobre tela destacan Dormido (dentro de mí despierto), de 2018, pieza en la que el creador acude una vez más a lo autorreferencial desde el autorretrato, una constante de su obra. En el dibujo advertimos la figura de un hombre «descansando», aunque la imagen de su interior indica lo contrario; no descansa, está despierto, alerta.

Siguiendo esta línea de trabajo se exhiben obras anteriores, como Autorretrato con rayo (1982), ¡Ayuda! (1984-1987) y Di algo (1994).

De temática social sobresalen Una invitación Kitsch (1991), Flotación (1992) y La bandera cubana (1994). Aparece además un libro del artista, Héroes de Baikonur (El Libro del Cosmos), realizado entre los años 2011 a 2014 y conformado por impresiones digitales sobre papel y una cinta de magnetofonía.

Para la muestra, Tonel realizó además algunas obras de gran formato, interviniendo incluso las paredes del museo. Ahí están Por un tiempo limitado y El tiempo no es dinero. La primera es un dibujo, la segunda está realizada en hierro.

La instrucción de Tonel no siguió los caminos establecidos por la enseñanza cubana. De formación autodidacta tras ser rechazado en el Instituto Superior de Arte (ISA), sus inquietudes le llevaron a estudiar Historia del Arte en la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, graduándose en 1982.

A finales de la década del 70 comienza a destacar como creador vinculado al humor gráfico. En 1978 gana la Mención en Dibujo Humorístico en el por entonces prestigioso concurso 13 de Marzo. Desde 1982 hasta 1985 integró el Equipo de Creación Colectiva Hexágono, conjuntamente con creadores como Consuelo Castañeda, Humberto Castro, Ángel Sebastián Elizondo, Abigail García Fayat y María Elena Morera.

Su labor le lleva a convertirse en asesor y coordinador del Proyecto Telarte, en la Dirección de Artes Plásticas y Diseño del Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, entre 1986 y 1989. Telarte introdujo nuevos aires en la precaria industria textil cubana, al incorporar diseños de artistas nacionales en el estampado de telas, las cuales gozaron de gran aceptación en la población.

Como curador y crítico, Tonel ha organizado diversas exposiciones, entre las que destacan A Tarro Partido II, exposición personal de Tomás Esson, en el Centro de Arte 23 y 12, en 1988; Patria o Muerte, de los artistas Carlos Rodríguez Cárdenas, Glexis Novoa y Tomás Esson, como parte del Proyecto Castillo de la Fuerza, en 1989; y Kuba O.K. Aktuelle Kunst aus Kuba (Arte Actual de Cuba), en la Städtische Kunsthalle de Düsseldorf, Alemania, en 1990.

La obra de Tonel ha sido exhibida además en las bienales de Sao Paulo, Venecia, Berlín y La Habana.

Como pocos en la Isla, Tonel ha logrado fundir el humorismo gráfico de la tradición cubana más inteligente con el conceptualismo más depurado.

Si nos ajustamos al tema, como bien propone el artista en la exposición que hoy comentamos, podemos referirnos a ella como una muestra a tener en cuenta por su contribución al acervo de nuestra cultura visual y por ser su creador parte viviente de la historia más reciente de nuestras artes plásticas contemporáneas. Por esa razón, proponemos desajustar los temas que nos atormentan cotidianamente e ir al MNBA.

La muestra permanecerá abierta al público hasta el 25 de febrero.

Tomado de Diario de Cuba:

http://www.diariodecuba.com/cultura/1546354514_43841.html

Gracias, blog Miradas Desde Adentro

Gracias, blog Miradas Desde Adentro

En tiempos en que la memoria, por alguna razón, constantemente nos transmite señales de que parece estar a punto de hacerse trizas, hemos soñado con defender desde el ciberespacio una concepción en la que la cultura cubana es vista sin un enfoque excluyente sino todo lo contrario. A fin de cuentas, siempre es más lo que nos une que lo que nos separa.

Así pues, sobradas son las razones para despedir el 2018 satisfechos con lo que hemos hecho en el blog Miradas Desde Adentro, en nuestra página de Facebook y en el canal de YouTube. Proyectos como este lo enriquecen a uno espiritualmente y proporcionan la energía necesaria para seguir adelante mientras la buena suerte nos acompañe. Por ello, a quienes de una u otra forma han colaborado con la idea (en especial, a las personas entrevistadas) o a los que sólo se vinculan con nosotros desde la condición de visitantes de nuestros sitios en la red, en nombre del equipo conformado por Leticia Haydeé, Carlos Chao y Joaquín Borges-Triana, de corazón ¡gracias! Y ojalá tengan un próspero y afortunado 2019.

Como que estos son días de fiesta y pachanga y no queremos interferir  de ningún modo  en las celebraciones de nadie con nuestras propuestas, nos tomamos unas pequeñas vacaciones para retornar en enero con nuevos bríos. Y recuerda, si puedes visita y promueve entre tus contactos los siguientes espacios en la red de redes:

Sitio en WordPress con artículos.

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Canal de Youtube, sería bueno suscribirse (opción que aparece en cualquiera de los videos o esquina superior derecha del canal).

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Página en Facebook, sería bueno dar click en “Me Gusta” de la página en sí, para quedar subscrito.https://www.facebook.com/joaquinborgestriana

Agradecido como un perro (al decir de Rafael Alcides), mucha suerte y sanos humos o buenos alcoholes según sea tu gusto.

Gastón Baquero: El sinsonte sigue cantando a todo pecho

Gastón Baquero: El sinsonte sigue cantando a todo pecho

Siempre he dicho que para mi formación Professional y para mis gustos estéticos, mucho le debo a la huella que en mí dejaron mis padres. Entre las tantas cosas que le agradezco a mi ya desaparecido viejo, una de las que más significado tuvo es el amor por la radio. MI padre fue alguien totalmente apasionado por la práctica del diexismo y de él adquirí la costumbre de escuchar la onda corta. Aunque hoy ya no lo hago, entre otras razones por carecer de un equipo elemental para ello (los radios que hay en casa solo disponen de AM y FM) en buena parte del decenio de los setenta y ochenta de la anterior centuria, pasé muchas horas nocturnas moviendo el dial por disímiles frecuencias de la onda corta.

Una de mis emisoras favoritas de por entonces era Radio Exterior de España. Fue a través de dicha frecuencia radial que escuché por primera vez la voz de Gastón Baquero, quien laboraba en esa redacción radiofónica y de cuando en vez dejaba circular su peculiar acento caribeño a través del éter, en comentarios que discursaban sobre lo humano y lo divino con amenidad y socarronería, si mis ya lejanos recuerdos no me engañan.

En una jornada de aquellas transmisiones, en la que compartía la audición de los decires de Gastón con mi padre, fue que el viejo me proporcionó los primeros datos que supe acerca de quién era Baquero y qué representaba en el devenir de la cultura cubana. Por razones que he olvidado, ambos se conocían de los tiempos en que el mítico poeta ejercía el periodismo en las páginas de El Diario de la Marina, órgano acerca del cual yo estaba haciendo un trabajo investigativo para una asignatura de mi carrera universitaria. Por supuesto que papi aprovechó la ocasión y me recomendó que si yo pretendía conocer periodismo del bueno de verdad (más allá del maniqueísmo de considerar que identificarse con la obra de un creador es sinónimo de asumir su proyección política), no dejase de leer los trabajos firmados por Gastón Baquero en la prensa cubana anterior a 1959, fecha en la que el autor se marchó de Cuba para nunca volver.

La celebración en el 2014 del centenario del natalicio del poeta, ensayista y periodista Gastón Baquero (Banes, mayo de 1914-Madrid, mayo de 1997) propició la publicación de varios textos que rinden homenaje a esta figura fundamental de la literatura cubana y acerca del cual, el poeta y ensayista Jorge Luis Arcos ha escrito:

«Comentábamos una tarde, César López, Enrique Saínz, Efraín Rodríguez y yo, cómo Baquero padeció las cuatro o cinco parcas: era pobre, mulato, homosexual, provinciano y, como por añadidura, poeta, y después padeció una sexta: la del exiliado. Pero el poeta, en cierto sentido, ¿no es todas esas cosas, siempre, y muchas más? Entonces el poeta da testimonio de su insondable temporalidad, y es siempre el huérfano, el hijo errante (¿de la mar?) –el eterno niño de su poesía–, el peregrino, el huésped, el forastero, el exiliado, el pobre, el mendigo, el viajero incesante –y el viajero es el que hace el tránsito, el que transita–, el inocente, el que escribe en la arena el testimonio fugitivo e imperecedero de la poesía, como si la belleza solo pudiera existir a costa de desaparecer; más: como si la belleza de las formas en la luz fuera el testimonio rapidísimo de otra Belleza eterna, invisible. Por eso el poeta es como el guardián de ese misterio profundo –tal en su poema «El río», por ejemplo–; pero es también el que padece como un desamparo, una orfandad cósmica («la orfandad del planeta / en la siniestra llanura del universo») –el conocimiento tiene ese precio, también–, y de ahí su profundo pathos vallejiano, chaplinesco incluso –tal en su conmovedor «Con Vallejo en París -mientras llueve» (suerte de alter-ego suyo)–; en su desolado, «El viajero» («Silbar en la oscuridad para vencer el miedo es lo que nos queda»); en ese poema tan inquietante, tan extraño, tan turbador, «El viento en Trieste decía»; o en las desesperadas preguntas de Paolo al hechicero, del poeta a su ¿indiferente? Creador. Ese como nihilismo profundo, que no llega a albergar esperanzas ni siquiera –y repárese en que Baquero fue un hondo creyente– después de la muerte, como se aprecia en su poema «El huésped», fue el reverso de su zona luminosa, prístina, matinal, lúdicra incluso. Baquero tuvo, pues, los dos tonos absolutos, los dos eternos registros: el de la Muerte y el de la Vida, y una zona como intermedia, transitoria, existencial, el del viajero incesante entre esos dos reinos intercambiables, que puede entonces, siempre, despedirse así de nosotros: Volveremos de nuevo a decirnos adiós».

Entre los textos que aparecieron para celebrar el centenario de Gastón Baquero, la Fundación Banco Santander puso en circulación en España el volumen Fabulaciones en prosa, un conjunto de artículos, ensayos y cartas inéditas de este escritor y que abordan sus preocupaciones por el devenir de la humanidad. En el puñado de escritos sobre historia, filosofía, música, religión y literatura, seleccionados por el investigador Alberto Díaz-Díaz, conviven personajes tan dispares como Cristóbal Colón, Víctor Hugo, George Bernard Shaw o Simón Bolívar, reflejados desde el particular punto de vista que sobre ellos tenía el autor banense.

A propósito de su quehacer periodístico, Baquero le confesó lo siguiente al poeta y editor Felipe Lázaro:

Quiero tratar ese asunto con guantes de seda, porque en general se me ocurren cosas bastante desagradables cuando pienso en lo que es el periodismo. Balzac dijo una verdad tremenda: «Si el periodismo no existiese, habría que no inventarlo». Lo contrario de lo que se ha dicho de Dios. Porque el periodismo –no los periodistas– es una cosa que no está en la inteligencia. Como se le entiende habitualmente, como se le practica, es algo deplorable y dañino para el espíritu, porque es una escuela cotidiana y pertinaz de vulgaridad (de vulgaridad impuesta por la demanda del mercado). ¿A qué seguir? Uno está en el periodismo y no debe, ni puede, subestimarlo, porque tampoco es una prisión ni un infierno. Sólo que es una profesión que apenas si tiene que ver con la literatura, no obstante que se hace con letras, y apenas tiene que ver con la filosofía no obstante que maneja ideas. El periodismo cotidiano gasta y vuelve roma la sensibilidad de un artista, de un pensador, de un poeta. Comprendo el horror con que vieron algunos amigos de la juventud mi entrada en firme en un periódico. Por cierto buen concepto que tenían formado sobre mis posibilidades en lo literario, se enojaron bastante, y me tuvieron por frívolo y por sediento de riqueza, cuando no sólo entré en el periodismo, sino que a poco fui en la profesión esa cosa nauseabunda que se llama un triunfador».

Otro de los libros que salió al mercado para rendir tributo al centenario de este gran humanista, que en la década de los noventa abogó por la publicación conjunta de textos de escritores de la Isla y la diáspora y por la idea de que la cultura cubana era una sola más allá de la política, es Poderosos pianos amarillos. Poemas cubanos a Gastón Baquero, perteneciente a la colección Capella de Ediciones La Luz, casa editorial holguinera de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y que surgiese allá por 1997. Con trabajo de compilación y edición a cargo de Luis Yuseff y prólogo de Virgilio López Lemus, se recogen aquí textos de alrededor de 140 autores, residentes tanto dentro como fuera de nuestro país.

En su totalidad, el material corrobora que, como pensaba Jorge Luis Borges, Cada generación de escritores crea a sus precursores y el primer acto de creación, como se sabe, no es la escritura sino la lectura, por lo cual no resulta casualidad que el lema de las Romerías de Mayo en Holguín –embrión de donde nacen las Ediciones La Luz– sea justamente la frase »porque no hay hoy sin ayer». El enorme significado cultural de un proyecto como el de este libro, en el que intervienen poetas que van desde Eugenio Florit, Fina García Marruz, Luis Marré, Domingo Alfonso, José Koser y Lina de Feria, hasta Maya Islas, Felipe Lázaro, Bladimir Zamora, Daniel Díaz Mantilla, Norge Espinosa,José Félix León, Alejandro Querejeta, Juan Carlos Recio, Orlando Rossardi, Pío E. Serrano, Jesús Barquet, Gleyvis Coro, Milena Rodríguez, Juan Carlos Valls, Camilo Venegas, Carmen Serrano, Ricardo Riverón, Juana García Abás, Lourdes González, Manuel García Verdecia, Alfredo Zaldívar, Alberto Acosta-Pérez, Roberto Méndez, León Estrada, Reinaldo García Blanco, Arístides Vega Chapú, Rigoberto Rodríguez Entenza, Francis Sánchez, Zurelys López, Carlos Esquivel, Luis M. Pérez Boitel, Ronel González, José Luis Serrano, José Luis Fariñas, Luis Yuseff, Frank Castell, Irela Casañas, Yanier H. Palao, Yunier Riquenes, Moisés Mayan, Jamila Medina y Legna Rodríguez…, se sintetiza en lo asegurado por Erian Peña Pupo al comentar la aparición de la compilación:

«Este es un libro cofre: texto misterioso y sobrecogedor, más que una antología o una selección de poemas inspirados en la lírica de Baquero, Poderosos pianos amarillos… es un puente, una necesidad imperiosa del quehacer editorial cubano, una comunión para rendir tributo a un poeta vital».

Poderosos pianos amarillos… se ajusta a lo afirmado por el homenajeado, cuando a un cuestionamiento acerca de qué le parecía la nueva generación de jóvenes poetas cubanos, que muestran un seguimiento de su obra y que se acercan a él con amistad y respeto, respondió:

«Lo que me encanta, me hace muy feliz para ahora y para después de la muerte, es comprobar cada día la pasión de los y las jóvenes de los territorios en que se desenvuelve hoy la gente cubana, por la poesía. ¡Qué maravilla, cuánta poesía buena se está haciendo dondequiera que late un corazón cubano! El sinsonte sigue cantando a todo pecho. (…) Y soy feliz. Las muestras de cariño que me llegan de la plural geografía cubana, las recibo como una señal de continuidad, de sucesividad invariable de lo cubano en poesía».

Gracias a Bladimir Pascual Zamora Céspedes (O el Blado, como solían decirle, aunque yo prefería llamarlo Pascual) supe por primera vez del trabajo de la editorial Betania, obra del güinero Felipe Lázaro, quien para iniciar dicho proyecto en 1987 decidió comenzar con ese importantísimo libro que esConversación con Gastón Baquero, un título de obligatoria lectura y que ya cuenta con tres ediciones. De la última de ella, que además de aparecer en letra impresa está en formato digital, reproduzco la respuesta que el autor de Memorial de un testigo (poemario considerado por la crítica como esencial en la lírica baqueriana) da a la pregunta de cómo influyó en su formación y vida literaria el haber nacido en un pueblo como Banes, más en contacto con la naturaleza, el campo, los cultivos y su posterior descubrimiento de La Habana, más cercana de lo foráneo, de la influencia extranjera:

«Mi pueblo natal no era exactamente un pueblo campesino con predominio de lo rural sobre lo urbano. Por la presencia allí, desde el año 2, de la United Fruit Company (seamos justos, mal que moleste) la calidad de vida de ese pueblo, que presumía de haber sido la capital indígena de Cuba, Baní, era deseada y envidiada por muchos otros pueblos del contorno.

«Una de las consecuencias o razones de esa calidad de vida era la abundancia de las escuelas públicas y privadas. Hasta los que por razón de pésima condición económica no asistíamos a la escuela a la edad conveniente conocíamos de la fama de los maestros y maestras, caracterizados casi todos ellos por el amor a los versos y por el hábito de decir poesías, en el aula o en la tribuna patriótica, en el café o en las reuniones familiares».

(…)

«Esta persona dominada por la fantasía -por la necesidad o por el gusto de fantasear- es la que sale un día de su pueblo y va a vivir a la capital. A la capital de un país con tradición larguísima de poesía. Y de poesía llena de fantasía, de imaginaciones, de poetas que por lo mismo que no han visto jamás la nieve, escriben cantos y cantos a la nieve, que es lo debido. Hablar de lo que no se ha visto es crear. Intentar describir lo visto es una utopía, porque lo real es inapresable por la palabra y aun por la mirada».

Allá por el primer quinquenio de los noventa de la pasada centuria, el Blado (mi buen amigo Pascual) iba con frecuencia a España y siempre a su retorno, organizábamos unas tertulias en su cuartico de La Habana Vieja, más conocido como La Gaveta. No sabría decir cuándo fue la primera vez que mi siempre recordado hermano y compañero de redacción en El Caimán Barbudo me habló con suma emoción acerca de sus encuentros con Gastón Baquero, en su casa ubicada en la madrileña calle de Antonio Acuña y que, según cuentan los visitantes de la morada, era algo así como una extensión de Cuba en España. A lo mejor fue en 1995, cuando a su regreso de Madrid el Blado (Pascual) se nos apareció en la Editora Abril con un ejemplar de un libro titulado Poesía cubana: La isla entera (1995), una hermosa antología poética que Bladimir Zamora realizó en colaboración con Felipe Lázaro para la Editorial Betania. Esta obra, que reúne a 54 poetas cubanos de dentro y fuera de Cuba, se publicó después del evento madrileño «La Isla entera», en el que participaron ambos compiladores.

El quehacer de Felipe Lázaro al frente de su editorial Betania merece ya un serio estudio, así como el reconocimiento entre nosotros de lo mucho y bueno que le ha aportado a la cultura cubana. Aunque poseedora de un extenso catálogo, a decir verdad un solo título de dicho sello editorial le basta y sobra como puerta de entrada a la perdurabilidad. Por supuesto que me refiero al ya aludido Conversación con Gastón Baquero. Gracias a la maravilla del ciberespacio, atesoro en mi computadora la edición electrónica de este libro, disponible para su descarga gratuita en la red. DE las páginas digitales que dan testimonio del diálogo sostenido por Felipe Lázaro con Baquero, extraigo la respuesta de este último ante una interrogante referida a lo que Roberto Fernández Retamar ha denominado «la generación de poetas trascendentalistas», que gira en torno a José Lezama Lima y la revista Orígenes:

«Ese tema de la «generación de Orígenes«, los trascendentalistas, etcétera, tiene que ser tratado, me parece, con mucho cuidado, para no dejarse arrastrar por el tópico, por el juicio que por inercia se hace lugar común y acaba por convertirse en tradición o en ley fija.

«En rigor, no hay tal generación de Orígenes. Usted no puede hallar nada más heterogéneo, más dispar, menos unificado, que el desfile de la obra de cada uno de los presuntos miembros de la generación. Siempre he tenido la impresión de que Lezama, que era una personalidad muy fuerte, que tenía un concepto exigentísimo para la selección y publicación de un material en «su» revista, aceptó a muchos de nosotros a regañadientes, porque no tenía a mano a nadie más. Creo que literalmente no nos estimaba en lo más mínimo. Lo que cada uno de nosotros hacía estaba tan lejos, a tantos kilómetros de distancia, de lo que él hacía, que la incompatibilidad era no sólo obvia, sino escandalosa.

«En lo personal mismo nos llevábamos bastante mal. Pero esto es propio del ambiente literario, o de los literatos de todos los tiempos. Mi veneración y mi respeto por la obra de Lezama y por su actitud ante la cultura, no me impidieron nunca reconocer que su carácter era muy fuerte, intransigente, con rigor excesivo para enjuiciar personas y obras. Casi siempre estábamos, como los niñitos en el colegio, «peleados». No nos reuníamos en grupo jamás, porque no existía tal grupo, sencillamente. Cuando por una simpleza, nos echó de Orígenes a Cintio, a Eliseo, a mí y a otros, puso una nota que me produjo una risa enorme, porque decía que a partir de ahí la revista iba a ser «más fragante». ¡Y metió a Rodríguez Feo! La palabra «fragante», que nos calificaba de apestados, tenía una gracia enorme, como producto de una rabieta infantil que era.

«Esto no quiere decir que desconozca o niegue el valor de la revista Orígenes. Una cosa es la revista y otra es lanzarse, por comodidad y por obediencia al lugar común, a hablar de «la generación de Orígenes«. La revista fue la expresión de unas tendencias literarias actuales (actuales en aquel momento, por supuesto), pero no fue sino una expresión más del amor sempiterno de los cubanos por la literatura y por la publicación de buenas revistas. Es explicable que los extraños hablen deOrígenes como si se tratara de algo único, insólito y excepcional en Cuba. Dejando a un lado la cuestión de la calidad, que es, en definitiva, cuestión de preferencias y de gustos, ¿cómo desconocer la importancia de revista como la de la Universidad de La Habana, como la Revista Cubana, como la Bimestre, como la del Lyceum, como la de la Biblioteca Nacional, como la de los arquitectos, etcétera? Desdeñar olímpicamente todo lo que hacen los demás, todo lo que no responda textualmente a nuestro criterio, es una agresión a la cultura, es un acto de barbarie. Siempre, en todo tiempo, la nueva generación de poetas hace heroicamente «sus revistitas», como decimos peyorativa e injustamente. Las hemerotecas cubanas deben estar llenas de publicaciones modestas, humildes en la presentación, pero llenas de fe en la poesía. Piénsese en una revista como Orto, de Manzanillo, la revista de Sariol, y se tendrá un ejemplo magnífico de lo que quiero decir. O en aquella santiaguera que tenía el estupendo título de Una aventura en mal tiempo. ¿Y Cuba contemporánea y tantas otras?»

Con una trayectoria artístico literaria en todo tiempo al servicio de la cultura cubana (en particular) e hispánica (en general), acerca de este banense de talla universal cabe expresar lo afirmado por Felipe Lázaro al decir:

«Convertido así, definitivamente en Maestro, por su visión global de todo hecho cultural, Baquero ha trascendido como literato y ya es hoy un faro que ilumina con sus versos y su prosa, que plasmaron el amor a todo lo cotidiano que importa al hombre. Transparente y ejemplar puente por donde debe transitar todo posible derrotero que nos recuerde su mayor anhelo: descubrir el sendero que lo lleve / a hundirse para siempre en las estrellas».

Muestra de artes plásticas en la Casa de México en La Habana

Muestra de artes plásticas en la Casa de México en La Habana

Los vínculos culturales entre Cuba y México son de larga data. Diversos creadores cubanos de manifestaciones como la música, la literatura, las artes plásticas…, han encontrado en aquel país una suerte de segunda casa y sitio donde han recibido total reconocimiento. En el artículo de Jorge Mata que reproducimos a continuación y publicado originalmente en Diario de Cuba,  se comprueba lo antes expresado por medio de una reseña a propósito de una muestra en la que 26 compatriotas rinden tributo a la nación azteca.

‘Unánime presencia’: 26 artistas cubanos evocan la cultura mexicana

Por Jorge Mata

La Casa del Benemérito de las Américas Benito Juárez, popularmente conocida en La Habana como la Casa de México, celebra su trigésimo aniversario con la exposición colectiva Unánime presencia, en la que 26 artistas cubanos rinden homenaje al país azteca.

Para la muestra, cuyo título evoca el fragmento de un verso de Piedra de Sol, poema del Nobel mexicano Octavio Paz, publicado en 1957, los organizadores eligieron 52 obras de artistas de distintas generaciones.

Sus curadores —Ana Luisa Sánchez Echenique (Ciudad de México), Guillermo C. Pérez Veranes (Santiago de Cuba) y Pablo Villalobos Leal (Zaragoza)— conforman un trío heterogéneo que converge eficazmente en una misma propuesta:

«Desde un principio nos interesaban tres maneras esenciales de sentir México. En la primera apelamos a los artistas que han residido en ese país por períodos prolongados. En ese grupo destacan las obras de José Bedia, Flavio Garciandía, Carlos Cárdenas, Marta María Pérez, Segundo Planes, Leandro Soto, Israel León, Carlos García de la Nuez, Juan Francisco Elso Padilla y Fayad Jamís, quien nació en Zacatecas en 1930 y durante once años ejerció funciones como consejero cultural de la embajada de Cuba en México. Su obra expuesta fue pintada en ese país.

«El segundo grupo de creadores está conformado por aquellos que han visitado el país y la presencia de este se hace notoria en sus obras, siendo el caso de Jesús González de Armas, Pedro de Oraá, Manuel Mendive, Nelson Villalobos, Moisés Finalé, Rubén Rodríguez, Osneldo García, Emilio Rodríguez, Adonis Ferro o Mabel Poblet entre otros.

«Para cerrar invitamos a otros artistas que sin vivir o haber estado físicamente en México, se sienten influenciados en distinta medida por el legado de la cultura y la religiosidad mexicana. Esta parte de la propuesta curatorial recoge los trabajos de hacedores más jóvenes como Maikel Sotomayor, Ricardo Miguel Hernández, Kmilo Morales, Greta Reyna y el jovencísimo Serlián Barreto», precisan Guillermo C. Pérez y Pablo Villalobos en nuestro encuentro.

La muestra

En su mayoría, las obras exhibidas en Unánime presencia son inéditas. Algunas de ellas pertenecen a las colecciones privadas de José Almarales y Orlando Hernández, quienes tuvieron la gentileza de prestarlas. Otras fueron realizadas para la muestra, algunas permanecían dormitando en los estudios de los artistas o fueron enviadas desde el exterior. El peso y la presencia de importantes creadores de la diáspora cubana, alguno de los cuales no habían expuesto en Cuba por décadas, otorga a la propuesta una carga simbólica significativa como zona de encuentro y diálogo. La exhibición también reúne a tres premios nacionales de Artes Plásticas, Mendive, Oraá y Osneldo.

«Las limitaciones del espacio hicieron más difícil la selección de artistas. Sabemos que hay muchos otros creadores que ameritan estar en Unánime presencia. Por esta razón planteamos una propuesta abierta, de carácter itinerante y en la que puedan imaginarse otras ediciones que incluso albergue artistas mexicanos», explican Guillermo C. Pérez y Pablo Villalobos.

La muestra fue inaugurada el 2 de noviembre, fecha de gran trascendencia en México, por ser el Día de Muertos, «festividad sincrética y mestiza, de origen indígena y europeo, una expresión espiritual y plástica donde se fusionan y reconcilian dos mundos y una gran diversidad de influencias», según nos recuerda Javier Villaseñor Alonso, ensayista y poeta, y actual Agregado Cultural de la Embajada de México en Cuba, en el catálogo de la exposición.

Entre las obras expuestas destacan los trabajos de Manuel Mendive, de quien se emplazan tres esculturas a modo de estalación de la serie La feria, el bosque de lo desconocido. En las piezas el artista utiliza como eje central garabatos-pájaros.

Segundo Planes expone un díctico de gran formato. Ambas piezas son tan distintas entre sí que se complementan. De una parte Hombre de sangre, obra de marcado carácter figurativo, y de la otra Cazador de estrellas, abstracción informalista de excelente factura y carga simbólica.

La trinidad de lujo se conforma con las obras Tierra, maíz, vida, de Juan Francisco Elso Padilla; Espíritu de fuego, de José Bedia; y la pieza sin título de Jesús González de Armas. En los tres artistas (Elso y de Armas ya fallecidos) se palpa la energía de quienes, al igual que Mendive, han logrado conectar con lo sagrado.

Nelson Villalobos exhibeTransfiguración de un mito enmascarado en ave, obra de gran formato pintada sobre tela de yute crudo. Para Villalobos los viajes hacia otros mundos siempre son posibles. El artista también introduce el ave como parte esencial de su discurso plástico. En su caso, el ave personifica lo intangible, lo espiritual, la libertad de ser poesía en la mitad de un todo que nos completa.

Auspiciada por la embajada de México en Cuba, la muestra permanecerá abierta hasta el 15 de enero de 2019.

Tomado de Diario de Cubawww.ddcuba.com.

Entrevista a Julio Mitján

Entrevista a Julio Mitján

Decididamente, Santa Clara y en general toda Villa Clara es tierra fértil para el florecimiento de diversas expresiones artísticas. Justo de allí es el poeta Julio Mitján. No recuerdo con precisión el momento justo cuando le conocí. A lo mejor fue en una de las tantas maravillosas noches de la tristemente desaparecida Casa del Joven Creador, en la esquina de San Pedro y Sol, Habana Vieja. O tal vez fue durante alguna presentación de un libro de la editorial Sed de Belleza, hermoso proyecto del cual él fuese uno de los fundadores, aunque nunca llegó a cobrar un centavo por su trabajo como editor en dicha institución pues nunca consiguió que le aprobasen la plantilla laboral. Han transcurrido los años de entonces a acá, pero Julio, el poeta autor de cuadernos como Venía diciendo una fábula (Ediciones Sed de Belleza, 1994) y Alejándose del resto (Casa Editora Abril, 2002), el ganador del Premio de Poesía La Gaceta de Cuba, 2011, por el conjunto de poemas titulado Torcíamos tabaco, y actual especialista del Consejo Nacional de Casas de Cultura, mantiene el mismo filo en su discurso que cuando era joven, como se puede comprobar en la siguiente entrevista.

Adopciones: Nueva propuesta cinematográfica de Rolando Díaz

Adopciones: Nueva propuesta cinematográfica de Rolando Díaz

Durante la recién concluida edición del Festival de Cine de La Habana, por la capital de los cubanos anduvo de visita nuestro comnpatriota Rolando Díaz, cineasta radicado en España desde la década de los 90 de la anterior centuria. El realizador de filmes tan recordados como Los pájaros tirándole a la escopeta, por estas fechas está inmerso en la fase de posproducción de un docudrama sobre las adopciones en República Dominicana

En este material, Rolando Díaz parte de la historia real de Moraima, una niña dominicana que fue devuelta por sus padres adoptivos a sus progenitores biológicos, los cuales viven en extrema pobreza en el campo. Por dicho camino, el nuevo proyecto cinematográfico de Díaz, que lleva por nombre el deAdopciones, explora el dolor del abandono.

Según ha trascendido, el docudrama, rodado en la República Dominicana, posee un inusual formato al integrar como protagonista al personaje de ficción de una periodista interpretado por la actriz dominicana Judith Rodríguez, dentro de una historia y unos personajes reales.

En una entrevista con EFE, Rolando Díaz explicó que se interesó por este proyecto al conocer la investigación sobre las adopciones en República Dominicana, llevada a cabo durante tres años por el poeta, periodista y productor de esta película, el también cubano Alfonso Quiñones.

En el trabajo publicado por la agencia EFE, se deja claro que el punto de partida de la investigación fue averiguar el paradero de Moraima, desconocido hasta por sus propios padres biológicos. Su rastro se perdió hace años después de que su caso saltara a los medios de comunicación de la isla de Quisquella en 1995, cuando tenía 13 años, según dijo a EFE Alfonso Quiñones, otrora periodista de la UNEAC y que en el presente reside en República Dominicana.

En el transcurso de sus pesquisas, Quiñones se encontró con otros casos de adopciones de niños de familias en Jarabacoa, en la provincia de La Vega, y planteó el proyecto de llevar a cabo un documental sobre dicho fenómeno a Rolando Díaz.

Desde el primer momento, Díaz tuvo claro que no deseaba hacer una película de entrevistas, sino que quería realizar un experimento y para ello buscó a una actriz que en su vida real «hubiera sufrido un dolor muy grande» y que «hubiera sido periodista».

En Adopciones, la actriz dominicana Judith Rodríguez, quien ha participado también en las películas Cocote y Carpinteros, interpreta a una reportera que efectúa una investigación para buscar a Moraima y en el transcurso encuentra otras historias de adopciones y va entrevistando a todos los protagonistas de estos casos que cuentan su vida.

Para Rolando Díaz, miembro de una importantísima familia en el mundo artístico literario cubano y en la que se incluyen figuras como el novelista Jesús Díaz y el teatrista Carlos Díaz, este filme va más allá del tema de las adopciones ya que «la pobreza, el papel de la madre, la figura de la mujer como elemento de unión, el desamor y las ausencias» son también muy importantes.

En sus declaraciones a EFE, Rolando Díaz recordó que no es la primera vez que hace este tipo de cine, y aludió a su cinta Si me comprendieras, seleccionada para ser mostrada por más de quince festivales internacionales, pero aseguró que sí es la primera vez con esta «fórmula de una actriz por medio».

Por su parte, Alfonso Quiñones, el productor de Adopciones, actualmente en fase de posproducción, dijo que antes de su estreno, previsto para el último trimestre del año 2019, quieren llevar esta película a distintos festivales.

Radicado actualmente en Valencia (España) tras residir varios años en las islas Canarias, Rolando Díaz no para de soñar con la realización de nuevos proyectos. Entre ellos figura La edad del olvido, una historia de mujeres centenarias de República Dominicana, España y Cuba, así como retornar a la comedia, género con el que se hiciese muy popular en el decenio de los 80 entre los amantes del cine  en nuestro país.

El creador cubano, aspirante al Premio Goya al mejor cortometraje-documental por El largo viaje de Rústico, en 1994, durante la entrevista concedida a EFE destacó también el salto importante en el cine que ha dado en poco tiempo la República Dominicana y subrayó la calidad de cintas como Cocote y el documental Caribbean fantasy.

«Creo que hay mucha fuerza en América Latina» en el cine, afirmó Rolando Díaz, y añadió que también le interesa mucho lo que está pasando ahora con las nuevas generaciones de cineastas cubanos.

A propósito de teoría y práctica de La Habana

A propósito de teoría y práctica de La Habana

Rubén Gallo (México, 1969), crítico y catedrático de lengua y literatura en la Universidad de Princeton, EEUU,  es en la actualidad uno de los más reputados escritores surgidos en México en recientes décadas, gracias a libros como Heterodoxos mexicanos (un repaso de las vidas de compatriotas suyos que van de Octavio Paz a Pancho Villa) y México DF, lectura para paseantes(antología de autores mexicanos imprescindibles tales como Jorge Ibargüengoitia o Carlos Fuentes).

A partir  de una visita suya a nuestro país en diciembre de 2014 y una estancia durante El 2015 en la capital cubana por motivos de trabajo, surge su libro Teoría y práctica de La Habana (Jus Ediciones, 2017), un título que ha dado mucho que hablar en diversos medios internacionales y en el que de un modo u otro, rondan los vivificantes influjos del quehacer de Guillermo Cabrera Infante y Severo Sarduy.

Seguún el autor, con esta obra pretende rendir homenaje al lenguaje callejero que se utiliza en La Habana y en el que prevalece la chispa y el ingenio de los hablantes. Dedicado al premio nacional de literatura Antón Arrufat, de algún modo el libro también es un tributo al Antón que ha vivido las sucesivas transformaciones de La Habana desde el decenio de los cincuenta hasta nuestros días.

Para los lectores de Miradas Desde Adentro, reproducimos un fragmento de Teoría y práctica de La Habana, con la intención de que se animen a buscar el libro y, como diría Taladrí,  saquen sus propias conclusiones.

… esa noche llegué al Siákara con Antón, y nos sentamos y comentamos lo bonito que se veía el mesero esa noche, con su caderita y con sus bíceps, y luego hablamos de Sergio Pitol y de cómo perdió el habla por una enfermedad neurológica hasta que un día en La Habana se le apareció un macho espectacular y de repente dijo: “Fo… fo… fo… formidable”, y todos sus amigos se volvieron locos de alegría y dijeron: “Ahora Sergio tiene que llevarse a ese muchacho a Xalapa porque sólo así va a poder hablar”, y en eso estábamos, o quizá ya habíamos pasado a otro tema, cuando de la nada se aparece, frente a nosotros, a dos centímetros de nuestra mesa, un dios griego o un vikingo o un modelo de Calvin Klein o todo eso al mismo tiempo: un rubiecito veinteañero sin un gramo de grasa en el cuerpo y con unos musculitos divinos por todas partes, y Antón lo miró y yo lo miré y pensé: “Es uno de los hombres más bellos que he visto en mi vida. —Pero luego me dije—: Calma, calma, que no te baje Changó o Elegguá”, y me calmé y le dije a Antón: “Lo malo de estos muchachos alemanes es que son muy fríos y no saben usar esos cuerpos maravillosos que tienen, lo cual es un gran desperdicio”.

En eso el rubiecito se acercó a nuestra mesa y preguntó si podía sentarse con nosotros, y yo: “Por supuesto, bienvenido, por favor”. Venía con una mulata que yo ni vi y que se llamaba Maya o Mayté o Mayta o algo así, y se sentaron, pero al segundo vino la mesera con cara de Seguridad del Estado y les dijo que no, que no podían sentarse allí porque los señores, indicándonos a nosotros, habían reservado y yo le dije que los dejara, que nosotros felices de compartir mesa, y ella que no y yo que sí, hasta que el rubiecito y su mulata se levantaron y se fueron.

Yo también me levanté y fui a hablar con Mateo y le dije: “Esto es un escándalo, estamos en un país socialista y aquí hay que compartir, hay que ser solidarios, hay que resistir las presiones del mercado y del garrotero internacional, y nosotros felices de apoyar y ayudar y compartir mesa con esos compañeros que no tienen dónde sentarse”, y él dijo: “Bueno”, y fue a hablar con el rubiecito y con su mulata que vinieron a sentarse a nuestra mesa y él se sentó frente a mí y Maya o Mayté quedó al lado de Antón, y yo le pregunté que de dónde era y me dijo que suizo y yo: “¿Schwitzer Dutch?” y él que sí, que de Zürich, y en eso le señalé a Antón y le dije: “Einer der berühmtesten Schriftsteller in Kuba”, y Antón nos miraba y el suizo contó que estudiaba derecho y que quiso venir a Cuba porque Fidel Castro también había estudiado derecho y se defendió a sí mismo en el juicio que le hicieron, y yo le traducía a Antón que sólo dijo: “¿Abogado? ¿Abogado del diablo?”.

Él me miraba muy serio, como sólo pueden ser serios los alemanes y los suizos, y me preguntaba que porqué en Cuba la cultura tenía tanta relación con la homosexualidad.

El suizo se viró a hablar con la mulata y yo le dije a Antón: “Qué país el tuyo: está uno cenando tranquilamente y de repente le cae a uno un efebo del cielo”, y la mulata me miró y luego le dijo a Antón, con un acento raro, medio castizo, con las eses como “eshes”, dijo: “Eshte me quiere robar el novio”, y Antón: “Pero chica, ¿de dónde sacas tú semejante idea?”, y la mulata, muy seria, decía que ella era chef y que había trabajado en Per Se en Nueva York (decía “Per She”), pero yo dejé de escucharla y seguía hablando con Dimi, que así se llamaba, y le contaba de Cuba y de Antón, y él me hacía preguntas, y en eso llegó Mateo con los mojitos y me miró y dijo: “Touche pas, Rubén; touche pas”, y en eso me di cuenta de que le había estado acariciando el brazo al suizo, ese brazo musculoso y rubio que tenía sobre la mesa y pensé, mientras sorbía mi mojito, “Estos dedos míos son como las antenas de un caracol, que se extienden y alcanzan a tientas, guiadas por un instinto animal”.

En eso llegó Arturo y se sentó entre Antón y la mulata, y le presenté a Dimi y dije: “Ein sehr berühmter Regisseur”, y luego seguí hablando con Dimi de Cuba, y él me miraba muy serio, como sólo pueden ser serios los alemanes y los suizos, y me preguntaba que porqué en Cuba la cultura tenía tanta relación con la homosexualidad, y decía Kultur y Homosexualität, y yo le dije que no sabía, que tendríamos que preguntarle a Antón, que seguía hablando con la mulata-chef, y Dimi le preguntó y Antón respondió: “Qué se yo, chico”, así que le traduje a Dimi: “Keine Ahnung”, y seguía dándole sorbitos a mi mojito y pensé que tenía el alemán medio oxidado pero que esa noche me fluía hasta por los codos.

“Was soll Ich lesen?”, me preguntó Dimi, y sacó su teléfono para apuntar las lecturas que iba a recomendarle y anotó toda una lista de formación o de deformación homoerótica, Arenas y Sarduy, y Virgilio Piñera, y por supuesto Antón, y le dije: “Mira, apunta el título de un libro de Antón que se llama Entre él y yo”, y me dijo: “Eso sí lo entiendo en español”, y entonces repitió, con su acento alemán: “Entgre él —y me señaló con el dedo y luego se tocó el pecho y añadió—: y yo”, pero la mulata lo interrumpió y dijo: “No, no: entre él y yo”, tocando a Dimi y luego tocándose los pechos, y yo le dije a Antón: “Mira cómo se pelean por entrar en tu título”.

Con una Habana como esta quién quería irse a Suiza.

Y seguimos hablando y Dimi apuntando cosas, y yo le daba la lista de todos los escritores y poetas y él apuntaba y decía: “Ach so, auch homosexual”, y yo: “Sí, así mismo”, y en eso llegó el pianista y se puso a tocar Dos gardenias, y yo quise sacar a bailar a Arturo, pero no quiso, y luego a Antón, que tampoco, y dije: “Voy a escribir un poema que se llame ‘La noche en que no bailé con Antón Arrufat’”, y al suizo no me atreví a invitarlo, así que saqué a la mulata pero bailaba mal, y yo peor, pero le dije: “Lo importante es divertirse”, y ella dijo: “Esho creo yo también”.

Luego me senté y pedimos más mojitos, y le decía a Dimi que tenía que ir a Oriente, que tenía que ver lo que era el campo en Cuba, y él todo lo apuntaba en su teléfono, y me dijo: “Creo que te gustaría Suiza, deberías venir”, y yo no me atreví a decirle que con una Habana como esta quién quería irse a Suiza, y tampoco me atreví a citarle a Mark Twain, que dijo: “Quinientos años de paz, neutralidad y democracia y lo único le han dado al mundo es el reloj cucú”, pero me dio ternura su invitación y se la agradecí.

Antón había dejado de hablar con la mulata y volví a decirle: “Pero qué país el tuyo en donde le cae a uno un efebo del cielo —y la mulata me lanzó una mirada fulminante y yo rectifiqué—: bueno, un efebo con su jeva”, y Antón preguntó: “¿Los efebos también tienen jeva?”.

“No, a Góngora no, mejor pon a Lezama”, y Antón dijo: “¿Tú lo vas a poner a leer a Lezama?”, y la mulata decía: “¿Leshama?”

Se hacía tarde y Mateo llegó con los chupitos de ron Santiago, y yo dije que me iba de viaje al otro día y Dimi dijo: “Qué pena”, y yo: “Pero Antón se queda, ¿por qué no vas a su casa a que te dé clases de español?”, y Antón: “No chico, yo no doy clases de español”, y yo “Bueno, entonces dale clases de gongorismos”, y Arturo, que hasta entonces había observado todo muy calladito dijo: “Mejor de gargarismos, e hizo un gesto como llevándose el puño a la boca”, y la mulata no decía nada, y Dimi preguntó: “Was ist ein Gongorismus”, y yo: “Niño, pues eso es muy fácil, mira, vamos a improvisar gongorismos, mira, por ejemplo, ‘Monte de Venus no: pico Turquino que con el Pirineo rivaliza, bajo el signo del sátiro, nieve no: leche’”, y la mulata preguntaba: “¿Venus?” y Dimi dijo: “Das hab’ Ich überhaupt nicht verstanden”, y yo: “Por eso necesitas que Antón te dé clases de gongorismos”, y Arturo: “De gargarismos”, y Dimi preguntó: “¿Lo pongo en mi lista de lecturas?”, y yo: “No, a Góngora no, mejor pon a Lezama”, y Antón dijo: “¿Tú lo vas a poner a leer a Lezama?”, y la mulata decía: “¿Leshama?”, y yo: “Bueno, basta con que lea el capítulo ocho de Paradiso” y Dimi: “Wie schreibt man Lezama?” y yo: “Si Lezama estuviera aquí no diría ‘pásame el aceite’, diría: ‘pásame esa miel no dulce, noble fruto de árboles milenarios del Hélade, no filtrado, pues al filtrar pierde su potencia odorífera, que sirve también para preparar los lúbricos juegos panhelénicos’” y Antón: “Mejor volvamos a los gongorismos, que te salían mejor”.

Y nos terminamos los chupitos y era hora de irse, y Dimi sacó su teléfono y dijo: “Me quedé con muchas preguntas, con muchas preguntas sobre Kultur y Homosexualität, ¿te puedo escribir?”, y yo: “Claro, yo te respondo encantado y si quieres hasta te llevo a hacer una práctica”, y Dimi: “¿Ein Praxis?”, y la mulata lo abrazó y dijo: “Vámonos porque es nuestra última noche juntos”, y yo: “Vengan a Las Vegas”, y Antón: “Dios mío”, y Dimi: “Was ist Las Vegas?”, y la mulata que no, que es nuestra última noche juntos, y entonces Dimi me dijo: “Aprendí mucho, gracias”, y me abrazó y yo le dije: “Y lo que falta”, y salimos todos a la calle Barcelona y en eso salió al balcón una de las vecinas y lanzó un cubo de agua a la calle que por poco nos deja empapados, y Antón dijo: “Empapados no: enchumbados, habla bien”, y Dimi y la Mulata se subieron a un coche de renta y arrancaron y se fueron, y Arturo y yo acompañamos a Antón hasta Prado y de ahí seguimos a Las Vegas, y me acordé de las enchiladas suizas que sirven en los Sanborns de México y sentí un antojo tan grande, pero tan grande, que no cabía en todo el Malecón de La Habana.

Música y pintura: entre el color y el sonido

Música y pintura: entre el color y el sonido

El hecho de que distintas percepciones artísticas entren en contacto, ha sido una constante en el panorama estético de la contemporaneidad. Si la teoría clásica establecía una rígida diferenciación entre las disciplinas artísticas, el ímpetu irrefrenable del romanticismo, con la importancia que en dicho período se le concedió a la música, y la tendencia a una suprema síntesis de las artes, comenzará un proceso de erosión de tales límites, cuya culminación o realización intemporal se inicia con la fotografía y el cine, (complicidad entre la ciencia y las bellas artes, luego la industria y la estética).

En el camino de la búsqueda de los nexos entre el sonido y el color se hallan algunos de los principales creadores de los dos pasados últimos siglos. Sus propuestas han originado, como prismas dispuestos ante un imaginario rayo luminoso, diferentes refracciones y destellos. Ya Aristóteles y Newton consideraron las similitudes físicas entre los sentidos de la vista y del oído. Incluso, el filósofo, arquitecto y urbanista Paul Virilio, en su portentoso ensayo La Máquina de Visión también se ha referido al asunto, cuando aborda lo concerniente a lo que él define como la imagen (en)fática.

En fecha reciente se ha estudiado la anomalía perceptiva conocida como sinestesia, por la que determinadas personas asocian vocales, acordes o incluso estilos musicales a colores específicos. De igual modo, esa cualidad del sonido que distingue a un instrumento de otro, denominada timbre, se conoce también como color. Una temprana formulación del ideal romántico de síntesis es ofrecida por Schiller al expresar: «Es una consecuencia de la perfección de los géneros artísticos el que se parezcan entre sí cada vez más en su efecto sobre el espíritu… Las artes plásticas tienen que hacerse música y conmovernos por la acción inmediata sobre los sentidos».

En la actualidad, hay artistas que resultan ejemplo ideal para atestiguar como es factible diluir el determinismo del músico entre músicos y el pintor entre pintores… La doble vertiente que defiende la singularidad de algo así, sólo es posible cuando El Arte no persigue la obra sino la Libertad. De ahí, la proverbial facilidad que cualifica a esta clase de creadores para moverse en un territorio abierto (Obra Abierta dijera Umberto Eco). Un presente que nos habla más de la recombinación, la pluralidad y lo pluridisciplinar, donde ni siquiera el arte tiene una finalidad en si mismo, sino conformando una suerte de trayectividad combinatoria entre perspectivas distintas y/o asociadas interesada y hábilmente.

Esa línea de romper las fronteras convencionales entre expresiones artísticas como la música y la pintura, se vincula a ciertas perspectivas últimas de (re)actualización de la gesamtkunstwerk Guai ai gelidi mostri, 1983, y Prometeo-Tragedia de la escucha, 1985, del destacadísimo compositor veneciano Luigi Nono, realizadas en colaboración con el filósofo Máximo Cacciari y el pintor Emilio Vedova, valoradas por la crítica internacional como monumentales esfuerzos por “escuchar el color junto al sonido” y no con la mera intención de incorporarlo como soporte simbólico.

Así, el color, proyectado, crea lo que cabría definir como una geometría múltiple. Las pretensiones místicas se han disuelto, en pro de la reivindicación de una nueva y «liberada» escucha, una liberación que entrecomillo, puesto que todos sabemos que la libertad es una abstracción tan presa de la conciencia como de los sentidos y la condición física e inercial, es decir, una trampa del simulacro, una idea, una representación (en frase del ya aludido Paul Virilio), donde se reconozca “que lo (im)posible se ha vuelto necesario”.

El apostar por una obra combinatoria entre música y pintura y ser un artista multidisciplinario, se engarza dentro de un fenómeno que sin ser nuevo (recordar a Wagner Richard y su alusión a la «obra de arte total»), matiza los modos de jerarquización y prioridad en los lenguajes, los medios y los mensajes. Con ello, se expresa a través de la práctica artística, la asimilación de uno de los postulados fundamentales del teórico de la Aldea Global, Marshall Mac Luhan, cuando argumentaba: «los medios son el mensaje».

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