Autor: Joaquín Borges-Triana

Entrevista a Heidi Igualada (cantautora) 🍵 Por Joaquín Borges-Triana

Entrevista a Heidi Igualada (cantautora) 🍵 Por Joaquín Borges-Triana

Heidi Igualada

La trovadora Heidi Igualada no es una artista que arrastre multitudes, pero puede sentirse dichosa porque quienes  hemos seguido su quehacer desde hace ya unos cuantos años lo hacemos con absoluta fidelidad. Con dos discos publicados hasta el presente, a ella se le puede ver y escuchar en la peña organizada por el Caimán Barbudo en la EGREM todos los miércoles entre cinco y ocho de la tarde. Para Miradas Desde Adentro es un placer entrevistar a esta artista, que es de esa clase de creadores escogidos que han llegado a alcanzar una voz propia.

De aquí y de allá

De aquí y de allá

Por Joaquín Borges-Triana

Noticias acerca de nuevo documental sobre Benny Moré, en relación con próximo concierto de Los Van Van en Puerto Rico como parte de las celebraciones por los 50 años de la popular agrupación y en torno a importante premio de la industria audiovisual colombiana concedido a Jorge Cao.

Documental sobre Benny Moré celebra centenario del popular cantante

El jurado del recientemente concluido Festival Internacional Santiago Álvarez in Memoriam reconoció con el premio al mejor proyecto al futuro documental Los últimos días de Benny Moré, de Damián Pérez Téllez, única obra cubana que recibió algún premio importante en el mencionado concurso.

Producido de manera independiente, Los últimos días de Benny Moré cuenta con entrevistas a varias personalidades relacionadas con la vida y obra de una de las figuras de mayor trascendencia en el ámbito de la música popular cubana.

Entre los entrevistados que aparecen en el documental se hallan Lázaro Valdés, el último pianista con que trabajó El Benny;  el periodista, crítico y musicólogo Lino Betancourt; y César Pupy Pedroso, quien coincidió con el Benny en su última presentación, que tuvo lugar el 17 de febrero de 1963, en el poblado de Palmira.

También ofrecen declaraciones acerca del Benny, su muerte, trascendencia y vigencia, el cantante y percusionista Oscar Valdés, el trovador Lázaro García, el poeta y etnólogo Miguel Barnet , y por supuesto Lázaro e Hilda Moré, familiares del Benny.

Debe apuntarse que no se trata precisamente de un documental de entrevistas, sino que el realizador utiliza una enorme cantidad de archivo, incluso algunas imágenes muy poco vistas sobre los días finales del artista en la sala del hospital Emergencias donde falleció. También se incluyen escenas grabadas en La Taberna del Benny, en La Habana Vieja, así como en las localidades cienfuegueras de Palmira y Santa Isabel de las Lajas.

El documental Los últimos días de Benny Moré se estrenará oficialmente el venidero 24 de agosto y se añadirá a otros homenajes prodigados por instituciones cubanas como la Empresa Benny Moré, la Dirección Provincial de Cultura en Cienfuegos, los teatros Mella, Nacional y Martí, el Cabaret Parisién, del Hotel Nacional de Cuba; El Salón Rosado Benny Moré de La Tropical y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.

El Benny ha sido muy reflejado por el audiovisual cubano de antes y después de la Revolución. La documentalista Agnes Varda lo inmortalizó en aquel fotomontaje para Saludos, cubanos, y también Santiago Álvarez realizó uno de los mejores Noticiero ICAIC Latinoamericano para informar por la muerte del artista. En fecha mucho más cercana, el cineasta cubano Jorge Luis Sánchez entregó a los amantes del séptimo arte el filme biográfico-musical titulado precisamente así, El Benny.

Los Van Van incluyen a Puerto Rico en las celebraciones de su 50 aniversario

Los Van Van se presentarán en Puerto Rico el viernes 31 de mayo en un concierto que tendrá como invitados a los excantantes de la agrupación Mayito Rivera y Pedrito Calvo.

El concierto forma parte de la gira que realizará el llamado “Tren de la Música Cubana” por Estados Unidos, en la que estarán celebrando sus 50 años de creada.

La orquesta insigne de la música cubana, ganadora de un Premio Grammy y nominada en varias ocasiones, ofrecerá su espectáculo en el Teatro de la Universidad de Puerto Rico, con capacidad para cerca de 2000 personas.

En Estados Unidos el grupo actuará en ciudades como Nueva York y Los Ángeles, donde compartirán con otros músicos cubanos como Eliades Ochoa y Barbarito Torres.

Fundada por Juan Formell el 4 de diciembre de 1969, Van Van está celebrando sus 50 años con una serie de acciones en la que se encuentran giras internacionales, el estreno de un álbum doble con canciones de toda su trayectoria y un DVD.

El actual director de la orquesta, el baterista Samuel Formell, hijo de Juan Formell, ha reiterado que la agrupación goza de excelente salud y todavía tiene mucho que ofrecer a todo el público que la sigue.

Samuel tomó las riendas de la agrupación tras la muerte de su padre en 2014 a los 71 años de edad. El grupo se ha mantenido en la preferencia de los bailadores y publicó en 2018 su disco Legado, el primero sin la presencia de su fundador.

Los Van Van, la orquesta más popular de la música bailable en Cuba, han grabado decenas de canciones que han hecho historia entre los cubanos como  La Habana no aguanta más, Aquí el que baila gana, El negro está cocinando,  Chirrín Chirrán y  El Baile Del Buey Cansao.

Premio India Catalina, de la Industria Audiovisual Colombiana, para el actor cubano Jorge Cao

El actor cubano Jorge Cao, desde hace más de 20 años radicado en Colombia, acaba de recibir el Premio India Catalina, otorgado por la Industria Audiovisual colombiana. En la categoría de Mejor Actor Antagónico de Telenovela o Serie, nuestro compatriota superó, con su actuación en La Ley del Corazón 2, a fuertes contrincantes como Rafael Zea por La de Troya, Lucho Velasco por La Reina del Flow y Julio Pachón por Pasajeros.

Jorge Cao interpreta al abogado Alonso Olarte en la serie, y según ha dicho el propio actor se trata de “un abogado de cuello y corbata que atiende los grandes casos del país”. Para él, fue un reto interpretar un personaje cuyos textos están colmados de una terminología jurídica bastante complicada.

La serie es la continuación de una primera temporada que tuvo gran éxito el año pasado tal vez debido, según opina Jorge Cao, a que las personas se identificaron con conflictos sociales, personales, que no solo se presentan en Colombia, sino en toda América Latina. La primera parte se concentraba en la historia de Julia Escallón y Pablo Domínguez, dos exitosos abogados, dos personajes que conquistaron a millones de colombianos,.

Este es otro de los grandes éxitos de Jorge Cao en la televisión colombiana, donde ha logrado papeles estelares a partir de 1995. Entre los más recordados se encuentran, en 2003, Pasión de gavilanes, y en 2011, A corazón abierto.

Antes de volverse a ganar la atención del público mayoritario con La Ley del Corazón 2, Jorge Cao tuvo un papel importante en Sinú, junto con otros intérpretes cubanos como Carlos Enrique Almirante y Jacqueline Arenal . Los televidentes cubanos volvimos a ver a Jorge Cao gracias a Sinú.

En Cuba, Jorge Cao hizo en teatro obras como Cyrano de Bergerac y El burgués gentilhombre, además de algunas películas, como por ejemplo Plaff, de Juan Carlos Tabío, y Adorables mentiras, de Gerardo Chijona. También trabajó en series televisivas cubanas como Shiralad antes de emigrar a Colombia.

Vuelve Bienal de La Habana

Vuelve Bienal de La Habana

Por Joaquín Borges-Triana

La XIII edición de la Bienal de La Habana, el mayor evento de las artes visuales de Cuba, se inaugurará el venidero 12 de abril. Este esperado encuentro por los amantes de las artes visuales  contará con una selección de piezas de unos 300 artistas cubanos y de representantes de 52 países invitados.

La nueva emisión de la Bienal de La Habana girará en torno al tema «La construcción de lo posible» y en su nómina de curadores estarán los reconocidos artistas cubanos Manuel Mendive, Roberto Fabelo, René Francisco Rodríguez, José Manuel Fors, José Villa Soberón, Pedro de Oraá, Pedro Pablo Oliva, Eduardo Ponjuán y José A. Toirac, todos premios nacionales de Artes Plásticas.

Según han informado los organizadores de la Bienal, en esta edición habrá una «fuerte» presencia de América Latina, al igual que de Europa y el Caribe, «lo que demuestra el crecimiento del evento como espacio de intercambio y promoción del arte contemporáneo a nivel internacional».

Entre las muestras que se podrán apreciar durante los días de la Bienal están «La posibilidad Infinita», que se instalará en el Museo Nacional de Bellas Artes con seis grandes ejes temáticos; «Intersección» con sede en la galería Factoría Habana y «Detrás del Muro», que ―tras sus exitosas versiones de 2012 y 2015― traslada la creación artística al malecón habanero, con el fin de «hacer del arte un acto cotidiano».

Importante es resaltar que la Bienal también se insertará en instituciones habaneras como los centros de Arte Contemporáneo Wilfredo Lam, el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, el Centro Hispanoamericano de Cultura, la Fototeca de Cuba, la Biblioteca Nacional José Martí, la Casa Simón Bolívar, el céntrico Pabellón Cuba y el Estudio taller Chullima, entre otros.

La Universidad de las Artes (ISA) acogerá las jornadas teóricas en las que habrá exposiciones y talleres impartidos por profesores y recién graduados de esa institución.

Igualmente impartirán talleres intelectuales extranjeros como el paraguayo Ticio Escobar, el portugués Boaventura de Souza Santos y el colombiano, Carlos Jauregui.

En este 2019, el evento trascenderá los límites de La Habana, su sede habitual desde 1984, y se presentarán el proyecto Farmacia, en Pinar del Río; la iniciativa «Ríos intermitentes» de la artista Magdalena Campos, en Matanzas; la muestra colectiva «Mar adentro», en Cienfuegos; y el Festival de Videoarte, en Camagüey.

Asimismo, en la próxima edición de la Bienal volverá a sorprender a todos la intervención del Malecón, solo que en esta oportunidad se presta más atención al proceso de retroalimentación entre los espectadores y las obras, a partir de la inserción del arte en el espacio público.

De tal suerte, habrá un despliegue de la exposición Detrás del Muro antes, durante y después del evento, dado que los espectadores tendrán la posibilidad de participar en los procesos de montaje, las performances, y en los talleres. La exposición no acaba junto con la Bienal el 12 de mayo, sino que continúa hasta noviembre, como parte de la celebración por el aniversario 500 de La Habana.

Por otra parte, el proyecto dedelmu, como se le llama abreviadamente, se extenderá a la Avenida de Puerto, el Prado, el Callejón de los Peluqueros, el solar de La California y la barriada Colón. Participarán 71 artistas de nueve países, entre ellos, la peruano-americana Grimanesa Amorós; los mexicanos José Dávila y Javier Marín; el francés Laurent Grasso, y el español David Magán.

Varios artistas cubanos de la diáspora también son parte imprescindible de este proyecto, como se anuncia desde el mismo título Detrás del muro, y en la ocasión estarán Nereida García y Carlos Martiel, Juan Milanés y Emilio Pérez; Aimée Joaristi y Enrique Martínez Celaya, entre otros.

Entre las obras anunciadas que ya despiertan vivo interés, habrá una escultura de Roberto Fabelo, quien llama la atención sobre los problemas de la cotidianidad, y  la intervención que hará Pedro Pablo Oliva del Hotel Terral con una selección de lienzos y bronces.

Es importante acotar que desde su surgimiento, Detrás del Muro es un proyecto que revalida la intención de transformar la manera en que los seres humanos interactúan con el espacio público.

Alain-Fournier: Con solo un poético relato pasó a la inmortalidad

Alain-Fournier: Con solo un poético relato pasó a la inmortalidad

Por Alicia Centelles

Saltaba al frente de sus soldados por encima de una trinchera cuando lo vieron por última vez, el 22 de septiembre de 1914. Pero ya Alain-Fournier, seudónimo del escritor francés Henri-Alban Fournier (La Chapelle d’Anguillon, 1886 – en la batalla del Marne, 1914) se había ganado un puesto más que merecido en la historia de la literatura universal.

Su novela El Gran Meaulnes, la única que pudo escribir en sus 27 breves años de vida, con su mezcla de misticismo y espiritualidad rompió por completo con el realismo y el naturalismo de sus contemporáneos.

Según refieren los cronistas de la época y el propio escritor en su epistolario, la inspiración para su obra fue su encuentro con la bella Yvonne de Quiévrecourt, a quien conoció en 1905, cuando Fournier tenía 18 años. En la tradición de la más auténtica novela romántica la siguió hasta su casa y volvió repetidamente, hasta que nueve días después ella le sonrió desde una ventana. Al día siguiente él la siguió a la iglesia, y al concluir la misa ella le dijo su nombre y le pidió que no se acercara más, pues estaba comprometida.

Exactamente un año más tarde él volvió a la calle donde la había visto por primera vez, pero Yvonne ya no estaba allí. Como le escribió Fournier a su amigo (y más tarde cuñado), Jacques Rivière: «Ella no vino. Incluso si lo hubiera hecho, no habría sido la misma muchacha”.

Al año siguiente, Fournier volvió a suspender los exámenes para ingresar en la Escuela de Literatura; para colmo, también supo que Ivonne se había casado.
Ocho años después de aquel primer e inolvidable encuentro, volvieron a reunirse gracias a la hermana de Yvonne. Ya ella era madre de dos niños, y el joven se convenció de que su amor era imposible. Se separaron para no verse jamás.

Fournier tuvo relaciones con otras mujeres; una de ellas, Jeanne Bruneau, una costurera, le sirvió de modelo para el personaje de Valentine, de su única novela. Incluso, contrajo matrimonio con la hermana de su amigo. Pero el recuerdo de Yvonne lo acompañó siempre. Atormentado por su memoria, escribió poemas y ensayos que fueron publicados bajo el título de Los milagros.

Meses antes de desaparecer en combate, en 1914 (eran los días de la Primera Guerra Mundial),  Fournier había comenzado a escribir otra novela, titulada Colombe Blanchet, que quedó inconclusa porque tuvo que incorporarse al ejército en el mes de agosto. Murió en septiembre, en vísperas de su cumpleaños 28.

Su cadáver permaneció sin identificar hasta 1991, cuando fue enterrado en el cementerio de Saint Remy la Colonne.

 

Un poético relato sobre la adolescencia.-
El tema de El Gran Meaulnes es el difícil y apasionado ingreso de la adolescencia en los primeros rigores de la madurez, todo ello en un mundo de ensueño recreado poéticamente gracias a un maravilloso poder de evocación.

En la gris existencia de provincias, sus personajes se enfrentan a solas con sus sueños de evasión y aventura. Son figuras inolvidables el joven Meaulnes, con su perseverante sentido común; Franz, de un idealismo demasiado apasionado, y el hijo del maestro, que narra los acontecimientos de esta fascinante novela publicada en Cuba hace ya algunos años.

Sin temor a equivocarse se puede afirmar que el adolescente cuyas aspiraciones y sueños describe el autor, es su propio álter ego. Una foto de Fournier adolescente lo muestra tal como se aprecia en su correspondencia con su amigo Rivière: un joven generoso y anhelante, con una existencia enriquecidHenri-Alban Fourniera y dramatizada por las incertidumbres coetáneas, la avidez y la tristeza con que había entrado en la vida, la resignación a las cosas y el temor a la exclusión de una parte del mundo al encerrarse en una fórmula de serenidad de tipo intelectual.

El Gran Meaulnes se editó por primera vez entre los meses de julio y octubre de 1913 en la Nouvelle Revue Française, y luego se presentó en forma de libro. Aunque no recibió el prestigioso premio Goncourt, para el que estaba nominada (le fue concedido ese año a Gente de mar, de Marc Elder), esta pequeña obra maestra, cuyas descripciones están envueltas en una brumosa melancolía, pronto se convirtió en un clásico tanto en Francia como en el extranjero.

Constituye un delicioso relato sobre la adolescencia y su espíritu de aventura, basado en los propios recuerdos de Alain-Fournier, y es un texto de obligada referencia cuando se habla de narraciones sobre el despertar al amor, los celos, los míticos mundos interiores  y la rebelión contra la monotonía de la vida.

De aquí y de allá.

De aquí y de allá.

Por Joaquín Borges-Triana

Noticias acerca de la próxima gira de Omara Portuondo, los nuevos galardonados con el Premio Nacional de Cine, el debut de Rafael Ernesto en el cine mexicano e impresionante precio pagado en Sotheby’s por una obra de Carmen Herrera.

Gira mundial “El último beso”, de Omara Portuondo

Omara Portuondo realizará a partir del próximo mes de abril lo que ya algunos catalogan como su última gira por Estados Unidos, país en el que ofrecerá conciertos en ciudades como Nueva York y Los Ángeles.

La diva del Buena Vista Social Club actuará en EEUU como parte de su gira mundial El último beso, que podría ser su despedida de los escenarios internacionales.

De 88 años, Omara ha estado cantando desde la década de 1950 y el pasado 2018 publicó su disco Omara siempre, el más reciente que ha editado hasta hoy.

Nacida en La Habana el  29 de octubre de 1930, Portuondo es conocida como “la novia del feeling”, el importante movimiento que en torno a la canción en Cuba tuviese como protagonistas a figuras como José Antonio Méndez y César Portillo de la Luz, entre otros.

Aunque entre los cubanos su popularidad es de larga data y se le respeta desde que debutase con su primer disco en 1967 con arreglos de Juanito Márquez o por la etapa en que laborase con el respaldo del guitarrista Martín Rojas, su triunfo a escala internacional es mucho más reciente. Así, en tiempos cercanos, Omara se ha mantenido viajando con el grupo Buena Vista Social Club y trabajando en varios proyectos personales y como invitada de diversos músicos, tanto en conciertos como en grabaciones.

Una de sus más recientes presentaciones en Cuba fue la que ofreció en el Teatro Nacional junto a importantes artistas para recaudar fondos para los damnificados del tornado que recientemente azotó La Habana.

En Estados Unidos la legendaria intérprete actuará en el Regent Theatre de Los Ángeles, el Sony Hall de Nueva York y el Old Town School of Folk Music de Chicago, entre otras ciudades.

La prensa estadounidense ha exhortado a los fanáticos de la música latina a asegurarse de no perderse la oportunidad de disfrutar de los que pudieran ser los últimos conciertos de la cubana en ese país.

“Los fanáticos de Portuondo o simplemente de la música latina en general deben asegurarse de no perderse  estos espectáculo”, indicó el sitio Consequence of Sound.

Después de sus conciertos en Estados Unidos la cantante se presentará en Canadá, Reino Unido y Austria, entre otros países.

Triple Premio Nacional de Cine

El Premio Nacional de Cine 2019 fue conferido a tres importantes figuras de la cinematografía cubana llevada a cabo por el ICAIC. Los galardones recayeron en el productor Miguel Mendoza, el sonidista Gerónimo Labrada y el director de fotografía Livio Delgado.

El premio será entregado el próximo 22 de marzo, como parte de las actividades por el 60 aniversario del ICAIC, fundado el 24 de marzo de 1959.

Desde su ingreso en el ICAIC en 1961, Livio Delgado ha trabajado en más de 50 obras como director de fotografía junto a los más importantes directores cubanos, en títulos como Cecilia, La muerte de un burócrata, Retrato de Teresa, Una novia para David y Ciclón, entre otros.

Por su parte, Miguel Mendoza trabaja con el ICAIC desde 1959 y ha producido más de 40 películas entre largometrajes, mediometrajes, video clips y series de televisión. Su experiencia de más de medio siglo la ha compartido en talleres y conferencias tanto en Cuba como en otras partes del mundo.

Miguel Mendoza es valorado como una de las personalidades clave en la producción cinematográfica cubana de varias décadas y sus servicios han sido muy solicitados a lo largo de años por disímiles directores del país.

Este sobresaliente  productor ha intervenido, por ejemplo, en clásicos como Memorias del subdesarrollo, de Tomás Gutiérrez Alea; La primera carga al machete, de Manuel Octavio Gómez; Manuela, de Humberto Solás, y la igualmente icónica Soy Cuba, del soviético Mijail Kalatosov.

En el caso de Jerónimo Labrada Hernández, él  fue el grabador de la mayoría de las obras del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, que en este 2019 cumple 50 años de haber sido creado. También  trabajó en discos de Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Leo Brouwer, Sergio Vitier, Frank Fernández, Sara González e Isabel Parra, entre otros.

Fundó y dirige hasta la actualidad la cátedra de Sonido de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños y participó en cerca de cincuenta Noticieros ICAIC Latinoamericanos, dirigidos por Santiago Álvarez, así como en varios de sus documentales.

Labrada ha puesto su talento como grabador al servicio de materiales fílmicos como 79 primaveras, de Santiago Álvarez; Al sur de Maniadero, de Octavio Cortázar; Guardafronteras, de Rogelio París, y Los dioses rotos, de Ernesto Daranas, entre muchos más.

Nueva obra de Abel González Melo

«Un actor de reparto, cansado de la rutina. Una joven actriz, llena de ilusiones. Una cesta de manzanas cae al suelo y ellos por primera vez se miran.

A partir de ese momento ya no van a separarse. Nada los detendrá en su carrera imparable hacia el abismo del éxito. No habrá traición, ni venganza, ni crimen que no cometan para llegar a la cúspide, juntos. Al borde del precipicio, se verán obligados a reconstruir la historia de la que son protagonistas, a reinventarse en una noria sin fin», esa es la trama de Vuelve a contármelo todo, nueva obra del dramaturgo habanero Abel González Melo, que se presenta como «un thriller sentimental con toques de comedia negra. Un hechizo arcaico libremente inspirado en Macbeth de Shakespeare. Una violenta reflexión, con el teatro a cuestas, sobre la sociedad de estos tiempos», según aparece en la nota de presentación que circula por los días que corren.

Abel González Melo (La Habana, 1980) es uno de los dramaturgos más reconocidos e internacionales del teatro cubano contemporáneo. Licenciado en Teatrología por el Instituto Superior de Arte, posee un doctorado en Estudios Literarios y un máster en Teatro por la Universidad Complutense de Madrid.

Igualmente, cursó la Residencia Internacional del Royal Court Theatre de Londres, estudió en el Maxim Gorki Theater de Berlín y en Panorama Sur de Buenos Aires.

En su dramaturgia, estrenada, traducida y publicada en múltiples países, destacan títulos como Chamaco (Premio de la Embajada de España en Cuba 2005), Talco (Primer Premio Cubano-Alemán del Instituto Goethe 2009), Epopeya (Premio Nacional Virgilio Piñera 2014) y Mecánica (Premio de la Unión de Escritores y Artistas 2014).

En Cuba, Abelito como solía decírsele cuando de niño andaba de la mano de su mamá Mercedes Melo,  también escritora y otrora profesora de literatura en la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, ha obtenido en tres ocasiones el Premio de la Crítica Literaria y el Villanueva de la crítica teatral, así como el Premio Cultura Viva 2012 en Madrid por el conjunto de su obra literaria. Durante 2018 fueron estrenados sus textos AtaraxiaEn ningún lugar del mundoNevada y Adentro. Actualmente dirige el Aula de Teatro de la Universidad Carlos III de Madrid.

Actor cubano Rafael Ernesto protagoniza la película mexicana Marioneta

Como parte del programa del Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG) se estrenó la película titulada Marioneta, que compite por el premio Mezcal. El filme, con la intervención de Arturo Arango como co-guionista,  cuenta una historia de amor entre un actor cubano que emigra de la Isla a la Ciudad de México a probar suerte, y una chica que pide limosna en el metro, y es tiranizada por un delincuente de poca monta.

Según ha trascendido, el actor cubano Rafael Ernesto que es quien encarna el protagónico de la película, se ve reflejado en el personaje que asume en Marioneta, porque además de coincidir en el nombre, el personaje que interpreta es también un actor que se aventuró a irse a México para tratar de continuar con una carrera bastante exitosa en la Isla.

Rafael Ernesto comenzó sus estudios en actuación con 14 años, primero en la Escuela Nacional de Arte y luego en el Instituto Superior de Arte, de donde se graduó en 2002. Desde los 17 años participó en diversas series de televisión como El conde de MontecristoEl príncipe de los zorrosHistorias de fuego Guardianes del bosque.

Este actor también se le recuerda en La Habana por su participación en obras de teatro, dirigido por Carlos Díaz (Noche de reyesLa loca de Chaillot). Ahora bien,  su mayor fama se debe a varios proyectos cinematográficos. Llegó a participar en siete largometrajes cubanos entre los cuales se cuentan Mañana (donde también era el protagonista), El viajero inmóvilLa noche de los inocentes,Lisanka y Ciudad en rojo. Recientemente regresó al cine cubano, luego de su periplo mexicano, con un personaje pequeño enInocencia, bajo la dirección de Alejandro Gil.

El filme mexicano Marioneta está dirigido por Álvaro Curiel de Icaza, y cuenta con guion del director junto con el experimentado escritor cubano Arturo Arango, quien también creó la historia o argumento en que se basa la película. Puede comprenderse fácilmente que el guion de Arango y el protagonismo de Rafael Ernesto le confieren a la obra cierta facilidad a la hora de ilustrar la idiosincrasia cubana, en particular cuando se trata de un cubano intelectual precisado a adaptarse a circunstancias complicadas como emigrante.

Curiel de Icaza debutó en 2011 con Acorazado, que fue filmada en Cuba y ganó el Premio del Público en el Festival Internacional de Cine de Morelia 2010. Acorazado es una comedia acerca de un mexicano que decide emigrar a Estados Unidos, por error llega a La Habana, donde solicita asilo. En el segmento cubano del filme participaron los muy conocidos Laura de la Uz y Luis Alberto García.

Los vínculos con Cuba por parte del director Curiel de Icaza favorecieron que en Marioneta  eligiera, de algún modo, un tema relacionado con la Isla. El filme estuvo cinco años en desarrollo desde el momento en punto en que Arango concibió la historia hasta que llegó a la pantalla con éxito, justo ahora, en el Festival de Guadalajara.

ARCO 2020 dedicada a Félix González-Torres

La Feria de  Arte Contemporáneo  de  Madrid, España, sin discusión alguna entre las más importantes en su área temática, dedicará sus jornadas de 2020 al cubanoamericano  Félix González-Torres, una edición que su directora, Maribel López, augura «emocional y política».

ARCO 2020 se celebrará en Ifema del 26 de febrero al 1 de marzo, mantendrá su voluntad de innovación e investigación y volverá a incorporar como tema central no un país, sino un concepto: «It’s Just a Matter of Time» («Es solo cuestión de tiempo»), desde el que se observarán prácticas artísticas a partir de la obra de González-Torres (Guáimaro, Cuba 1957-Miami, EEUU 1996), precisó un reporte de EFE.

Los comisarios de la sección dedicada a nuestro compatriota  serán el artista Alejandro Cesarco y el director del CA2M Centro de Arte Dos de Mayo de la Comunidad de Madrid, Manuel Segade, quienes han explicado en esta presentación los principios de su propuesta en la que será la primera edición de ARCO que dirija Maribel López.

López, que lleva años de relación con  Arco pues está vinculada al equipo directivo de la feria desde 2011, comenzará a transitar este nuevo camino con la experiencia de dirigir ARCO Lisboa (del 16 al 19 de mayo de este año) y después se hará cargo de la feria madrileña en 2020, con un proyecto que aspira a ser «continuista» con respecto a la dirección de la feria que ha ejercido Carlos Urroz desde 2010. Aunque la nueva directiva incorporará una novedad: se alternará cada año país invitado y tema.

En declaraciones a la agencia EFE, López ha asegurado: «Con el tema de Félix González-Torres, yo creo que la feria que vamos a conseguir en 2020 va a ser emocional; su conceptualismo emocional es una de sus mayores influencias para los artistas y quizá no se le ha dado tanta importancia como tiene. Y la feria va a ser política desde un lugar creo que muy inteligente, teniendo ese sustrato, y esperamos que muy exitosa».

Los comisarios de la sección dedicada a nuestro compatriota  se cuestionarán la posibilidad de proyectar una lectura sobre el arte contemporáneo a partir de una figura que renegaba del principio de autoridad.

«Creemos que una figura como la de González-Torres y las propuestas o vectores de pensamiento que podemos obtener de su trabajo pueden servir para recomponer historias hacia atrás y hacia adelante», explicó Segade.

Definió a González-Torres como «una especia de fondo continuo del arte contemporáneo en el presente», y agregó que en «It’s Just a Matter of Time», a través de la obra de otros artistas, se generará un espacio «en el que se pueda estirar la figura» del cubano.

Segade recordó también que se trata de un artista latino, «con el interés que tiene esto dentro de la historia de la propia feria», y que González-Torres fue «uno de esos primeros artistas que despuntaron en esa generación de un mundo global trabajando desde otro lugar».

«González-Torrres es uno de los artistas emblemáticos de la crisis del sida y las guerras culturales de principios de los años 90 que desgraciadamente están muy presentes en la sociedad actual y en los cambios políticos que estamos viviendo a nivel global», continuó.

Para Cesarco, lo que plantea este proyecto es «pensar qué es la influencia y no solo proyectada hacia delante, sino cómo la obra de Félix González-Torres ha influido en nuestra lectura de obras pasadas».

El cubano González-Torre es conocido internacionalmente por su obra tardía, realizada tras su mudanza de Puerto Rico a Nueva York en 1979, y que consiste mayoritariamente en instalaciones de pilas de caramelos y afiches que el público puede llevarse a casa.

Por otra parte, ha trascendido que junto a esta novedosa sección «It’s Just a Matter of Time», ARCO 2020 mantendrá los habituales programas de ediciones anteriores. De esta forma, los contenidos artísticos de la feria se completarán con el programa general formado por galerías seleccionadas por el Comité Organizador.

A ese plantel de galerías se añadirán las secciones «Diálogos», cuyos expositores generarán contenidos nuevos y la presentación en profundidad de obra de artistas, y «Opening», centrada en galerías con una trayectoria de un máximo de siete años.

Igualmente, durante la presentación se ha anunciado que la artista Hao Jingban se ha proclamado ganadora del Premio de Vídeo Arte de la Fundación Han Nefkens-ARCOmadrid 2019, galardón para la producción de una obra de videoarte, que en esta edición ha tomado como referencia el título simbólico de la obra de González-Torres

«Perfect Lovers». La pieza se presentará en Matadero Madrid coincidiendo con ARCO 2020.

Insumisas concursará en el Festival de Málaga

El cubano  Fernando Pérez  competirá en el vigésimo segundo  Festival de Cine en Español de Málaga  con su más reciente largometraje de ficción, Insumisas.

El filme, dirigido por Fernando Pérez junto a Laura Cazador, y protagonizado por Sylvie Testud y Yeni Soria, participa de un concurso al que concurren trece largometrajes españoles y nueve iberoamericanos, reportó  el diario español Málaga Hoy.

Insumisas, ambientada en los inicios del siglo XIX, narra la historia de Enriqueta Faber, quien por las rigurosas normas de la época, se vio obligada a vestir de hombre para estudiar y ejercer la Medicina y se convirtió en la primera cirujana de Latinoamérica.

Mientras tanto, el brasileño Carlos Diegues presentará O grande circo místico, una coproducción de Brasil, Portugal y Francia que se estrenó fuera de competición en el pasado Festival de Cannes, y que cuenta con la colaboración de Vincent Cassel y música de Chico Buarque y Edu Lobo.

La participación iberoamericana se completará con Las niñas bien (México), de Alejandra Márquez Abella; Los helechos (Perú), de Antolín Prieto; Niña errante (Colombia), de Rubén Mendoza; Vigilia en agosto (Argentina), de Luis María Mercado; Aire (Argentina), de Arturo Castro Godoy; El despertar de las hormigas (Costa Rica y España), de Antonella Sudasassi, y Esto no es Berlín (México), de Hari Sama.

Asimismo, por el costado español, estarán en la sección Antes de la quema, de Fernando Colomo; Litus, de Dani de la Orden; Yo, mi mujer y mi mujer muerta, de Santi Amodeo, con el argentino Oscar Martinez como protagonista; 522. Un gato, un chino y mi padre, de Paco R. Baños; ¿A quién te llevarías a una isla desierta?, de Jota Linares, o El doble más quince, de Mikel Rueda.

Otros títulos incluidos son Los días que vendrán, de Carlos Marques-Marcet; ¿Qué te juegas?, de Inés de León; Sordo, de Alfonso Cortés-Cavanillas; 7 razones para huir, de Esteve Soler, Gerard Quinto y David Torras; Buñuel en el laberinto de las tortugas, de Salvador Simó; La banda, de Roberto Bueso, o Staff only, de Neus Ballús.

Un total de 22 largometrajes competirán por los lauros de un certamen que se efectuará del 15 al 24 de marzo y en el que Argentina será el país homenajeado.

Al teatro en México un homenaje a La Tremenda Corte

Un reconocimiento a un programa cubano que hizo historia en radio y televisión constituye La Tremenda Corte, el homenaje, una puesta teatral bajo la dirección de Óscar Rubí y el comediante Jurgan, que se presenta en el Teatro Julio Prieto, de Ciudad de  México, según reportó Notimex.

La actriz Martha Guzmán, quien forma parte del elenco de la obra, comentó que es un homenaje a lo que era La Tremenda Corte, concebida hace más de 60 años en Cuba y que luego viajó a México como  programa de radio de comedia, donde se convirtió en un éxito sin precedente.

«Después se hace programa de televisión, en el que se empiezan a integrar actores mexicanos, cuya historia se desarrolla en una corte, donde hay una serie de líos y enredos muy divertidos, con un humor muy blanco», recordó la actriz en entrevista telefónica.

El reparto de este homenaje lo integran Juan Carlos Nava «El Borrego», Mauricio Jalife y Guzmán.

«Son cuatro casos diferentes, el público y nosotros nos divertiremos, sobre todo los niños ríen a cántaros, porque es un humor muy blanco, que lo mismo un infante y una persona mayor lo disfrutan muchísimo», detalló la actriz.

Martha Guzmán aclaró que, aunque ella como artista es más de conducción, siempre le ha gustado la comedia, género que ha hecho en otras ocasiones.

«Me dio mucho gusto que hayan pensado en mí para ese personaje, claro me apoyo en ellos que han hecho esto más tiempo, por lo que estamos en buenas manos», aseguró Guzmán.

Igualmente Marta apuntó que se trata de un proyecto muy bien llevado a escena, porque el objetivo es recrearlo lo más fielmente posible.

De acuerdo con el cronograma, La Tremenda Corte, el homenaje se presentará los miércoles 6, 13, 20 y 27 de marzo de 2019 a las 8:30PM en el Teatro Julio Prieto de Ciudad de México. Tiene una hora y media de duración y está clasificada para toda la familia.

El pasado mes de diciembre el  Salón del Humor  de  Miami  dedicó su espacio a homenajear la obra de uno de los comediantes cubanos más renombrado de todos los tiempos:  Leopoldo Fernández, conocido por su personaje  Tres Patines  de La Tremenda Corte.

Obra de Carmen Herrera vendida casi en 4 millones de dólares

El cuadro «Blanco y Verde» de la artista cubana  Carmen Herrera  se subastó el viernes 1 de marzo en  Sotheby’s  por 3.900.000 dólares, el mayor precio pagado por un cuadro de la artista centenaria, según un comunicado de la casa de subastas citado por EFE.

El óleo, pintado entre 1966 y 1967, superó con creces las expectativas más elevadas que situaban su precio máximo en 2.800.000 dólares.

La obra se ha vendido en una subasta benéfica para recaudar fondos que serán destinados a la formación educacional de jóvenes mujeres y en la que todas las piezas son creaciones de féminas que han donado sus trabajos para esta ocasión.

Nuestra compatriota Carmen Herrera comenzó a pintar en la década de los 40, pero su reconocimiento no llegó hasta principios del nuevo siglo, con su primera venta de un cuadro en 2004, cuando contaba con 89 años.

En 2017, cercana a cumplir 102 años, Herrera vendió su lienzo de 1956, Untitled (Orange and Black) [Sin título (naranja y negro)], en 1.179.000 dólares.

En mayo del año anterior, la centenaria  había vendido su cuadro Verticals en casi un millón de dólares (751.500), más del doble de lo anticipado.

En total son 43 creaciones modernas y contemporáneas de 41 artistas, que se han subastado bajo el lema: «Por mujeres, para el futuro de las mujeres».

Según los organizadores de esta subasta, el beneficio de las ventas se empleará como «ayuda financiera para jóvenes mujeres excepcionales y permitirá a futuras líderes formarse en el (centro educativo) Miss Porter’s School», una de las escuelas privadas más importantes de EEUU, indicó en un comunicado la especialista en arte contemporáneo de Sotheby’s Saara Pritchard.

La subasta está copresidida por la estrella televisiva estadounidense Oprah Winfred y la presidenta emérita del museo MoMA de Nueva York, Agnes Gund, que también respaldan la labor del colegio Miss Porter, según apuntó el comunicado.

De las 43 obras, 17 se han puesto a subasta a través de internet, por las que se podrá pujar hasta el próximo 7 de marzo.

La venta del 1 de marzo, según Sotheby’s, «demuestra que el mercado quiere reconocer a estas extraordinarias mujeres, cuyos trabajos han sido históricamente infravalorados».

Para la directora del centro Miss Porter’s, Katherine Windsor, «el éxito de la venta de hoy permitirá a mujeres líderes emergentes formarse en el colegio Miss Porter’s y avanzar para contribuir a dar forma a un mundo cambiante».

Entrevista a Víctor Rodríguez Núñez (poeta y académico)

Entrevista a Víctor Rodríguez Núñez (poeta y académico)

Víctor Rodríguez Núñez.

El habanero Víctor Rodríguez Núñez es de esas personas que le hacen pensar a uno que el día tiene más de 24 horas, si nos guiamos por la intensidad de su quehacer. Con 16 libros de poesía publicados, numerosos galardones en concursos literarios y una labor como traductor, tanto del inglés al español (Mark Strand, John Kinsella, poetas indígenas norteamericanos), como del español al inglés (Ida Vitale, Juan Gelman, José Emilio Pacheco), este otrora periodista y jefe de redacción en El Caimán Barbudo allá por los lejanos años 80 de la anterior centuria y hoy con una obra llevada al alemán, árabe, chino, francés, hebreo, inglés, italiano, macedonio, serbio y sueco, sigue siendo un cubano de pura cepa, más allá de que gracias a su condición de Doctor en Literaturas Hispánicas por la Universidad de Texas en Austin, se desempeñe como catedrático de esa especialidad desde 2001 en Kenyon College, Estados Unidos.

Leo Brouwer: Yo tengo un compromiso no con la Cuba oficial sino con mi Cuba.

Leo Brouwer: Yo tengo un compromiso no con la Cuba oficial sino con mi Cuba.

Por Joaquín Borges-Triana

Los amantes de la buena música cubana de todos los tiempos festejamos en este 2019 los afortunados 80 años de vida de Leo Brouwer. No soy de los que gusta usar la palabra genio con la proverbialidad que dicho vocablo se utiliza en Cuba. Empero, si tuviese que endilgar tal calificativo a algunos de mis compatriotas, creo que entre las tres o cuatro personas que en materia de música cohabitan con nosotros y son dignos de ser calificados de ese modo, sin la menor discusión uno de ellos es Leovigildo Brouwer Mesquida o sencillamente, Leo Brouwer.

Cuando yo era adolescente y durante mi primera juventud, dediqué muchísimas horas a transcribir nota por nota al sistema braille numerosas partituras de este notable guitarrista, compositor y director orquestal. Mientras copiaba y luego me aprendía de memoria obras suyas como Elogio de la danza, sus cuatro series de estudios sencillos para guitarra o la Pieza sin título, esta última una fuente de inspiración para no pocas composiciones posteriores, nunca imaginé que llegaría a entrevistarlo y a disfrutar de una conversación suya por poco más de una hora y que estoy seguro no olvidaré. El resultado de tan ameno encuentro, transcurrido hace cinco años,  es lo que se recoge en las siguientes líneas, una charla que fuese publicada en las páginas de El Caimán Barbudo, pero que hoy reproduzco en Miradas Desde Adentro, a fin de rendirle mi especial tributo a Leo Brouwer en su 80 cumpleaños.

J.: ¿Qué música lo marcó en su niñez?

L.: Por mi entorno familiar, yo escuchaba emisoras de música clásica, como por ejemplo CMBF, que aún existe. Pero de los clásicos, no fueron Mozart, Bach o Beethoven los que más captaron mi atención sino los que producían sonidos raros, es decir, Stravinski y Wagner, que definitivamente fueron los que me marcaron.

J.: He leído que la primera vez que usted escuchó a Igor Stravinski, estuvo varios días impactado por aquel descubrimiento. ¿Dicho autor continúa generando en usted algo parecido?

L.: Sí, para mí él sigue siendo un genio en toda la extensión de la palabra. Ello, no solo por la intención de su música, sino además por los esquemas composicionales que utilizó en su momento.

J.: ¿Qué echa de menos en la actual música cubana?

L.: La creatividad. Y hablo de la música cubana popular. Hoy somos muy imitativos. Manifestaciones como el rap y el reguetón pueden ser fascinantes, porque en mi opinión las raíces del reguetón son sensacionales, pero la intención que le acompaña es terrible. Todo se torna demasiado imitativo, los patrones se copian de unos a otros. Mientras un grupo sea más exitoso, será el que entonces marque la pauta para los demás, sin que para ello importe la calidad. En resumen, el ansia por estar de moda mata la creatividad.

J.: Me habló de la música popular cubana, pero en la académica, ¿qué echa de menos?

L.: Cuba tiene esas grandes figuras del siglo XIX y que son los clásicos de nuestra música. Son los que oiremos una y otra vez. Pero con esto pasa algo similar a lo que decía con anterioridad, es decir, somos muy repetitivos, no somos originales ni nos interesa serlo porque no somos curiosos de la cultura, lamentablemente.

J.: ¿Cuáles son los principales miedos de Leo Brouwer?

L.: Puedo decirlo en dos palabras: lo que más me aterra es perder la lucidez vital. Con 75 años ya veo y presiento el Alzheimer, esas cosas terribles que no quiero para mí, las sillas de rueda, los acilos de ancianos… Quiero mantenerme como si tuviera 30 o 40 años. Esto es lo único que de verdad me aterra.

J.: ¿Qué es el bien y qué el mal para Leo Brouwer?

L.: Esta es una pregunta mucho más compleja de responder. El bien ético es algo que yo considero mucho. El bien religioso, para mí está lleno de hipocresía y no me interesa. El mal es el proceder individual o colectivo (esto lo anoté porque me apasionó tu pregunta) que no genera nada bueno, absolutamente nada. Eso yo lo pudiera resumir con la famosa ley clásica: no hacer al otro lo que no quieras que te hagan a ti.

J.: ¿Es usted pesimista u optimista?

L.: Soy optimista en lo vital, en la vida cotidiana, en asomarme a un jardín y maravillarme con el renacimiento de una planta que yo mismo sembré. Pero soy pesimista en la cultura y la economía, en ese quehacer que se debe emprender por todos (no vamos a echar siempre la culpa al Estado), esa necesidad de emprender una lucha para mejorar económica y culturalmente yo no la veo, algo muy lamentable y que es lo que tú sientes a tu alrededor.

J.: ¿Cómo ve los reconocimientos que se le dedican a su figura?

L.: ¿Los reconocimientos? Bueno, yo detesto la hipocresía, pero no sé bien cómo explicarte este asunto. A mí no me desagradan los reconocimientos, decir otra cosa sería falsa modestia y eso es una estupidez o una máscara. Como todos los seres humanos ya tenemos tantas máscaras en los distintos papeles a los que juega el hombre, yo no caigo en esa de la falsa modestia.

J.: ¿Qué queda de la atmósfera de renovación o vanguardismo que en los sesenta usted, Manuel Duchesne-Cuzán, Juan Blanco y otras figuras trataron de impregnarle al mundo sinfónico y en general a la música académica en Cuba?

L.: Aquel fue un momento apasionante, que se inició con un impulso del conocimiento de la cultura europea. Todo ese movimiento comienza con una charla que di después de recibir el impacto de los festivales de músicos contemporáneos en Polonia, la patria de Krzysztof Penderecki, Tadeusz Baird, Grażyna Bacewicz, Witold Lutosławski…, en fin, figuras que para la historia de Polonia en la segunda mitad del siglo XX son de suma importancia. Ellos revelaron un mundo de una riqueza tremenda en esa vanguardia y que el público recibía con una apetencia increíble. Juan Blanco y yo empezamos en el año 1962 a trabajar con las vanguardias, él en la electrónica y yo en los pasajes aleatorios, en las improvisaciones contemporáneas y todas esas historias. Enseguida se nos une Duchesne-Cuzán, que fue una ayuda incalculable, hay que decirlo. Inmediatamente, los alumnos que yo tenía (Héctor Ángulo, José Loyola, Sergio Fernández Barroso, Roberto Valera, Calixto Álvarez…) en Amadeo Roldán –conservatorio que no sé hoy cómo estará– se sintieron motivados por aquello. Fue un momento inolvidable, que marcó el discurso de toda una época. De eso, creo que no queda casi nada, por una razón: la vanguardia de los años 60 tenía un talón de Aquiles insalvable y era que no reposaba. Ignoró totalmente una ley que para mí es imprescindible: la ley de los contrarios (día/noche, hombre/mujer, sol/luna, tiempo de vivir/tiempo de morir). La actividad o acción tiene que ir acompañada del reposo y en la vanguardia no había reposo. Era de una agresividad constante o de una extrañeza permanente. Ahí estuvo el suicidio de la vanguardia, la falta de reposo en su lenguaje. Por eso no ha quedado casi nada. Por supuesto que yo sigo empleando mi lenguaje vanguardista (vamos a decirle así), como también hacen mis ex alumnos y que son notables compositores, pero incorporando muchas cosas del reposo que yo nunca dejé ni abandoné, porque mi principio siempre fue ese. Desde niño me acostumbré a ver tal ambivalencia, esos dos polos en su necesaria conciliación aquí o allá.

J.: ¿Qué cree que lo llevó a hacer música para cine?

L.: Todo es un poco de historia y muy simple. Yo fui fundador del ICAIC, un fundador activo porque organicé el departamento de música y puse juntos a los compositores y a los directores de cine. Eso fue al inicio, busqué el pretexto de un café-diálogo y todos nos quedamos hablando dos o tres horas, hasta que se hizo la selección natural y cada director escogió algo de alguna música o de un músico. Así comenzó el mundo de la composición para cine y también el mío. La primera película grande que se hizo fue Historias de la Revolución, tres cuentos que resultaron una excelente película. Cada cuento tuvo música de un compositor, yo hice uno de ellos, el de Tomás Gutiérrez Alea (Titón), y después continué trabajando con él toda la vida, como con Humberto Solás y otros muchos. Ese momento de principios de la Revolución fue precioso y extraordinario. Ahí estuvo la motivación. Después me encontré el reto del cine. Componer para una imagen y hacer una banda sonora hace que no seas tú solo sino que seas parte de una cosa mayor, lo cual es imprescindible para entender este tipo de creación. De ahí que muchos compositores grandes nunca hicieron cine, por ejemplo, Stravinski, Bartók. Quizá no se lo pidieron, aunque sí, a Stravinski se lo solicitaron y no lo hizo, porque tenía que dejar de ser él. A mí ello no me preocupó, porque con el triunfo de la Revolución yo me sentí funcional y volví a ser un renacentista, retorné a la etapa en la que el hombre amaba al hombre por si y por su función, cosa que se ha perdido. La música se ha convertido en un vehículo económico y los muchachos estudian determinado instrumento para ganar dinero, que es lo que ocurre hoy. Mientras, en aquella época, amamos la música por lo que significa para nosotros y por ende, nos convertimos en hombres útiles al momento histórico que se vivía.

J.: De todo lo que compuso para cine, ¿qué fue lo que le costó más trabajo?

L.: Usualmente, algunos de los directores no saben explicar o pedir lo que quieren. Entonces, te hacen volver atrás y recapacitar en la sonoridad que tú ves. Actualmente es mucho más sencillo, porque hay unos clichés de música digamos que con perfiles bastante limados, las aristas de ese perfil están desgastadas para que no hieran. Así hay músicas banales que se convierten en buenas porque al no significar, funcionan. Es uno de los problemas que hemos heredado de Hollywood, aunque ellos tienen una mano profesional de las más altas. No quiere decir que el producto sea lo más alto, pero la mano de obra sí lo es. Hasta las peores películas de Hollywood, que son muchísimas, están bien hechas. Nosotros no llegamos a esa perfección. Quizá sea un factor económico, pero pudimos hacer arte, menor tal vez, pero lo hicimos.

J.: Le insisto, por una u otra razón, ¿cuál de sus obras para cine le fue más trabajosa?

L.: Pienso que la más difícil y más sutil, que luego me resultó estupenda el resultado, fue La última cena, de Titón. NO por el asunto africano, que me toca directamente sino justo por la dicotomía de personajes de la cultura europea, insertada como dominadora de esa etnia tan poderosa que son los africanos para Cuba y su cultura. A pesar de trabajar juntos en el ICAIC, Titón y yo nos carteábamos mucho, en su estilo, al igual que yo, él siempre fue un renacentista. Yo sigo escribiendo a mano, con lápiz, no voy al computador. Titón no iba a la máquina de escribir, lo hacía todo a mano. Coincidimos en eso. En nuestro carteo empezamos a discutir cosas tan hermosas y profundas que a veces nos tardábamos una semana en descubrir que dos y dos son cuatro.

J.: ¿Cómo y cuándo a usted lo expulsan del ICR?

L.: No fui expulsado porque eso dañaba las apariencias. Fue algo peor: el silencio. El ICR me impuso silencio y ausencia de imagen durante varios años. Entre los responsables de aquello se encontraba un ex Ministro de Educación y ex Vicepresidente del Consejo de Ministros, que se llamó José Llanusa, el director del ICR entre 1966 y 1973, Jorge (Papito) Serguera, que era amigo personal mío, pero que cumplía órdenes superiores. Entonces, mi figura por el pelo largo, por discutir a favor de las músicas universales, por no querer prohibir el jazz (que estaba prohibido), por no querer prohibir músicas como la de Los Beatles y Rolling Stones, que estaban prohibidos también, en fin, todas esas cosas de aquel momento, que después Ambrosio Fornet bautizó como el Quinquenio Gris y que en mi opinión es más tiempo, una década. Eso lastimó a los hombres de la literatura, de la música, a todos los hombres que creamos algo en las artes, lastimó mucho. No fue una etapa tan corta de solo cinco años, sino que fueron más… No importa el tiempo, eso se solventó porque nuestra defensa era la cultura y las simples palabras que tuvo Fidel con nosotros en 1961 y que fueron rotundas y suficientes, lo cual no le bastó a algunos de aquellos egocentristas de entonces.

J.: Hay quienes opinan que en todo ese infame período, la música fue la manifestación artística menos afectada. ¿Usted qué cree?

L.: Yo considero que sí se afectó y mucho. Lo que pasa es que hoy en día existe una mayor afectación. En la actualidad hay una entera libertad para no hacer ¡nada! (Leo hace una larga pausa). Dejo este silencio a ex profeso, que habla más que mil palabras. Hoy en Cuba la cultura popular se hace con unas limitantes de calidades pavorosas, ¡pavorosas!, en mi opinión. Hay talentos jóvenes estupendos en lo popular. En el propio rap considero que hay algunos buenísimos. En fin, en música popular tenemos trabajos excepcionales, pero en general, la mano de obra resulta de una pobreza abismal, lo mismo que la inventiva. Se repite y repite tanto lo mismo en busca de la venta y del dinero, que para mí el panorama es aterrador. Estamos perdiendo unas calidades que siempre o casi siempre estuvieron entre nosotros y ahora van no desapareciendo pero sí soslayándose. No hablo de los daños ocasionados por los embargos, porque esos son también pretextos. Los grandes artistas, por ejemplo Chucho Valdés, no paran y con ello, su creación no tiene censura en USA. Por el contrario, hay otros muy populares que se autocensuran por su falta de realización total. Es un tema muy complicado y que pudiera ser aburrido para algunos.

J.: YO pienso que no, que conversar sobre esto es de sumo interés, por lo menos para mí. A propósito de ese infausto panorama que usted ha descrito, hay quienes lo atribuyen a la introducción en Cuba, a partir de inicios del decenio de los 90, de algunos elementos de las leyes del mercado en materia de música.

L.: Efectivamente, pero en eso hay parte de verdad, no lo es todo, y reitero, es solo parte. Por ejemplo, hoy en las escuelas de música, incluido el Instituto Superior de Arte, no se forman percusionistas sinfónicos. Todos estudian percusión cubana. ¡Asombroso! Hace algunas décadas, había 30 estudiantes de percusión sinfónica y se preparaban para integrarse a las orquestas sinfónicas, de cámara o también a las agrupaciones de música popular. Esto guarda relación con lo que ya he comentado en la entrevista, es decir, el proceso imitativo que vivimos, en el que se sigue únicamente lo que más dinero da, que muchas veces no es lo mejor. Es un círculo vicioso: si se da lo bueno, se imita lo bueno, pero cuando no, se sigue lo que representa una moda y la moda es importante, pero también muy peligrosa

J.: En su opinión, ¿Por qué en Cuba no se ha repetido una experiencia como la del GESI, que usted dirigió?

L.: El fenómeno del Grupo fue un tipo de experiencia profesional, condensada y simultánea, que yo les impartía y resultó la línea seguida por algunos admirables profesionales que vinieron a ayudarme en el proyecto, como Federico Smith. Enseñamos también algunas cosas que hoy no se imparten ni se consideran, como mercado o marketing, un anglicismo ya casi nacionalizado. Estudiamos a fondo las músicas de Brasil y sus contactos con nosotros, todo lo cual significo que la agrupación levantase niveles culturales notables entre sus integrantes. Al proponerles, por ejemplo, prácticas de música electroacústica (hicimos muchas) y enseñarles el sistema de montaje, muy usado en el extranjero por Los Beatles y Rolling Stones pero hasta entonces no utilizado en Cuba y que implicaba un fenómeno de convivencia y de comunicación colectiva, así como de análisis sensorial y de selección de lo que suena, todo lo cual condujo a un estadío superior en la creación. En aquellas jornadas se escuchaba: ¡esto está buenísimo!, ¡esto no sale! Y entonces yo preguntaba: ¿por qué no sale? Sucede que desde niño mi palabra favorita es por qué, para encontrar la razón de las cosas. Creo que un proceso así como el que te he contado, no se da hoy, justo por lo que hemos venido conversando con anterioridad. Lamentablemente es así. Además, en el hecho de que una experiencia como la del GESI hoy no se pueda repetir, influye mucho que la enseñanza en el campo de la música ha retrocedido. Si uno compara con lo que sucede en la plástica, se percata de que en dicha área tenemos críticos que no solo leen a través de Internet lo expresado por sus colegas europeos y norteamericanos para repetirlos, sino que formulan estudios profundos sobre su materia y luego lo plasman en letra impresa. Con rarísimas excepciones, como es tu caso, eso no sucede en materia de música hoy en Cuba, donde no se preparan a especialistas para dicha función, con lo cual estamos carentes de auténticos historiadores de las culturas populares, incluida la música, con el agravante de que los enseñantes de que disponemos son rutinarios, imitativos y están cansados. Y fíjate, empleo el término enseñante, no digo maestro porque ese concepto tiene un alcance superior. Y quiero agregar algo más. Cuando he desempeñado funciones docentes como en la etapa al frente del Grupo de Experimentación Sonora, mi función fue construir y enseñar caminos. Nunca dije: ¡este es el camino!, sino hay este, aquel y más cual caminos. También hay esto otro, aquello y lo de más allá. Así fue como se formaron fabulosas discusiones que llegaron a ser extraordinarias por su carácter constructivo.

J.: ¿Con cuál de los miembros del GESI coincidían más sus opiniones?

L.: En lo instrumental con un músico que tiene su estilo particular y que no tiene que ver conmigo, pero que nos queremos y respetamos mucho, me refiero a Sergio Vitier. También estaba un notable jazzista que ya murió, Emiliano Salvador, todo un talentazo. Y por supuesto, Silvio Rodríguez, aunque también tendría que decir Pablo Milanés. Con todos ellos me entendía perfectamente. Ya hablando desde el punto de vista cultural, tengo mucha afinidad con dos gentes tan distintas como Silvio Rodríguez y Sergio Vitier.

J.: En el decenio de los setenta, hubo consenso a escala internacional en cuanto a que usted fue el intérprete de la guitarra más importante de la década. Luego, en los ochenta, ocurrió lo mismo con otro cubano, Manuel Barrueco. De entonces a acá, algo así no ha vuelto a pasar. ¿Cómo valora usted la actual guitarrística cubana y en particular, qué le criticaría?

L.: La guitarrística cubana clásica se ha ido dispersando. De la docena de guitarristas notables que tuvimos en un momento, apenas queda una joven intérprete, que incluso es posterior a la generación de mayor esplendor y cuyos miembros se fueron del país en busca de otros horizontes o medios de sobrevivencia. El consumo de la cultura histórica, en la que se incluye la música académica y la guitarra clásica, no se tiene en cuenta en los medios de comunicación del país, en los que sencillamente tal tipo de producción no existe. Hay uno que otro programa en la televisión, que se alimenta de videos recibidos de otros países, pero no se ha propiciado el consumo de lo nacional en esta esfera. Hay toda una zona de nuestra cultura que podría desarrollarse mucho más pero que no lo hace sino que se enquista, por falta de incentivos paralelos a la propia creación. Eso no solo ocurre en el ámbito de la guitarra clásica. Hoy debe haber alrededor de unos 30 o 40 compositores jóvenes en Cuba, de una edad entre 25 y 40 años, que jamás verán su música sinfónica tocada. Y digo jamás. Si nosotros hemos tocado las obras de algunos en los festivales organizados por la oficina que lleva mi nombre, ello es muy poco porque siempre será en relación con la temática que planteamos en cada festival y donde no interesa el concierto por el concierto, algo que se convirtió en una realidad cotidiana en nuestro país, al extremo de que en una presentación sinfónica en el público solo ha habido 35 personas en la etapa posterior al boom de la vanguardia, que fue cuando me pidieron trabajar con la Orquesta Sinfónica Nacional, de la cual hoy no sé apenas nada, pero no importa. En resumen, entre nosotros la guitarra clásica ha ido desapareciendo, aunque haya 20 o 30 talentos más o menos desarrollados. Los festivales de guitarra que hicimos en los 80 y los 90 motivaban muchísimo a los jóvenes y los obligaron a superar calidades. Eso hoy no ocurre.

J.: En relación con el Festival de Guitarra que usted organizaba, siempre me llamó la atención la no participación en el mismo de Manuel Barrueco.

L.: Sí, a Barrueco yo lo invité y en una ocasión él se preparó para venir. Lo que pasó fue que entonces lo expulsaron de una universidad de Miami en la que trabajaba, le criticaron su decisión de querer venir a Cuba. No vino ni siguió trabajando en aquella universidad. A partir de ahí, el cordón umbilical se cortó y hubo un cisma que perdura y posiblemente se haya convertido en algo político.

J.: ¿Qué lo animó a fundar el Festival de Música de Cámara que lleva su nombre?

L.: En realidad no fui yo el que lo fundó. Es una idea de la musicóloga Isabelle Hernández y lo hizo porque, a no ser el repertorio guitarrístico, yo nunca toqué mi música en Cuba, siempre me gustó programar a los otros. Mi música ya está por ahí, en todas partes y no lo digo como alarde, pero hay más de 300 discos en el mundo con obras mías. Este festival de cámara resultó un éxito, nos pidieron más y sigue creciendo de una manera inconcebible, hasta convertirse en un encuentro de artistas. Yo no empleo ni emplearé jamás la palabra estrellas, porque los que vienen son artistas a hacer repertorio, que es lo que a nosotros nos interesan. Son repertorios que van de lo desconocido a lo maravilloso. Nosotros no tocamos Beethoven ni Mozart, para eso están los que repiten lo mismo todos los días.

J.: ¿Cómo es su rutina para componer?

L.: Eso es muy curioso. Yo no compongo temas sino ideas, porque la música tiene vida propia y ciertas dimensiones. Vale aclarar que las estructuras varían, esto lo digo pensando en mi etapa estructuralista rabiosa de la vanguardia. Hoy soy consciente de que el estructuralismo limitaba conceptualmente la capacidad de desarrollo de una materia sonora. Supongo que con este lenguaje retórico ya debo parecer muy aburrido para ti y los lectores. La erudición es buena pero un poco aburrida.

J.: ¿Aburrido? ¡Para nada! Incluso, en estos tiempos se echa de menos la erudición.

L.: Yo la extraño mucho… Como te decía, yo compongo ideas, que plasmo en hojas sueltas. Cada una de esas ideas es potencialmente un mundo sonoro y todas forman parte de una construcción. Es como una casa, que se edifica con ladrillos, madera, cristal… La estructura que va a llevar todo ese material se convierte al final en una vivienda. Yo hago lo mismo con la música. Todavía la música popular trabaja a partir del tema, porque quiere que se chifle, se canturree, se recuerde, lo cual aumenta la venta del disco y la ganancia del compositor. Pero el mío, no es ese mundo. Las ideas pueden o no ser interesantes, cosa que se sabe después que uno ha trabajado alrededor de esas ideas y no metiéndolas como tema, como transición, como desarrollo, como variación… Es mi manera de componer y lo que le recomiendo a mis alumnos.

J.: De todas sus obras, en el hipotético caso de que tuviera que escoger una sola, ¿con cuál se quedaría?

L.: ¡Ay, ay, ay! Bueno…. Usualmente cuando me siento y pienso un poco, me enamoro de las que apenas se han tocado por equis razones. Casi todas mis músicas para guitarra encontraron público y está pasando también con el repertorio de cámara. Con el sinfónico no ha ocurrido igual, porque es un mundo más cerrado, retórico, tradicional y conservador. En fin, yo te diría que me quedaría con cualquier obra de las menos tocadas, de las que necesitan de un intérprete altamente profesional, lo cual también resulta muy difícil de encontrar. Es difícil porque la competititividad, en términos generales, se basa en una especie de reto común, o sea, fulano toca tal pieza en un minuto, yo la voy a hacer en 48 segundos y seré el virtuoso del siglo. Son las cosas de la competitividad mal entendida.

J.: Pero…, se me fue por la tangente. Por favor, escójame una sola de sus obras.

L.: ¡Es muy pero que muy difícil! A veces me enamoro de lo que estoy haciendo o de lo que acabo de concluir., pero tú me precisas. Bueno, yo hice un trío que se llama «Manuscrito antiguo encontrado en una botella», a partir de un cuento maravilloso del escritor estadounidense O. Henry. Por esa obra siempre he sentido especial predilección, es como lo que nos sucede con el hijo más joven, pobre o menos mimado. Aunque se ha tocado bastante. Quizá esa obra para violín, chelo y piano sea mi favorita.

J.: Tengo la impresión de que su obra guitarrística ha tenido más fortuna que la restante a la hora de promoverse. ¿Es así?

L.: Completamente. Ello ocurre porque, en primer lugar, yo soy isleño, vivo en una pequeña isla, apartadísima de los grandes centros y muy conocida por su música popular, por factores de tipo folklórico turístico. Incluso, nuestro país piensa vivir del turismo, lo cual para mí es una cosa errónea, una locura total, pero bueno, es una de las instancias por las que hoy se apuesta. Todo eso conspira contra un concepto que se sabe aunque nadie lo comente: la cultura se supone europea y para los europeos. Ellos no conciben cultura fuera de su contexto neocultural y mucho menos de una pequeñita isla que apenas se ve en el mapa y donde hay una mezcla racial y cultural de África, España, China y quien sabe de cuántos otros sitios, en especial ahora después de la dinastía sobre nosotros de la etapa soviética. A lo mejor viene una etapa neochina en el camino y volvemos a enriquecernos de otra manera. Todo esto que te explico es lo que ha impedido la mejor promoción internacional de mi obra no guitarrística. A ello se une que la Europa sinfónica no concibe que la guitarra sea un instrumento posible en el mundo sinfónico, idea que se refuerza desde aquí porque entre nosotros la guitarra clásica se perdió, al ser visto solo el instrumento dentro del contexto de las músicas populares o del jazz, y los medios cubanos de comunicación no ayudan a romper semejante imagen sino todo lo contrario.

J.: ¿Es cierta la anécdota que dice que en uno de los congresos de la UNEAC usted fue la persona que más votos obtuvo para ser Presidente?

L.: Totalmente cierta y no sucedió en un congreso sino en dos. La primera ocasión quedamos empatados Fernando Alonso y yo. La segunda vez que resulté el más votado para la Presidencia de la UNEAC ocurrió cuando el hombre que manejaba la cultura en este país se llamaba o se llama (no sé bien si aún vive, lo cual sería una lástima) Carlos Aldana. Él me vio como un peligro porque al tener yo la máxima votación en el congreso, tenía derecho a ser el Presidente del Consejo Nacional de la organización y Aldana quería a otras personas de su equipo. Ese señor tenía una visión particular del poder político, al extremo que preparó el discurso que en aquella ocasión debía dar Fidel y empezó a pronunciarlo, hasta que llegó Fidel y entonces tuvo que cortar su intervención. Recuerdo que Aldana me convocó para sugerirme que no aceptara asumir la presidencia que me tocaba, cosa que a mí no me interesaba para nada, al punto que puedo asegurarte que yo no voy a la UNEAC hace más de 20 años, yo asistía a la casa de 17 y H en la etapa de mi querido amigo Nicolás Guillén. Debo agregar que allí hay personas que yo admiro y quiero muchísimo. Siguiendo con el relato de lo acaecido, recuerdo que en la segunda ocasión me llamaron a las siete de la mañana Armando Hart y Alfredo Guevara, indistintamente, para decirme que tenía que ir porque había sido el más votado en el congreso. Y bueno…, esa es la historia.

J.: ¿Continúa hoy día creyendo en la idea de que la tradición se rompe, pero cuesta trabajo?

L.: Sí, es un concepto muy difícil, pero así yo lo creo. Si todos los que hacemos música protestamos, no digo que se elimine la tradición de la mala música, pero al menos se pudiera establecer un equilibrio, cosa que hoy no está pasando.

J.: ¿Por cuáles músicos cubanos de su tiempo nunca ha dejado de sentir admiración?

L.: En particular, por uno muy poco analizado, Juan Blanco, el compositor de electroacústica y que murió hace algunos años. La admiración que profeso por él es por múltiple razones: por la persona que fue, por el reto de componer determinadas cosas, por su generosidad, él antes era un abogado que en los 50 atendía los casos de personas pobres, de artistas y de los comunistas, y no cobraba un centavo. Ese hombre fue excelente músico y colega.

J.: Usted se ha definido como una persona que gusta del juego. ¿Qué ventajas tiene esa postura ante la vida?

L.: Lo que pasa es que el homo ludens recupera la fantasía que la educación formal retira o casi estrangula. En la manera de plantearse la formación del ser humano, se está mutilando la fantasía que hace falta vaya paralela a la información más profunda y compleja. Esto no significa el mito lúdico de jugar por jugar, como las apuestas. Para mí, jugar es usar la mente y el cuerpo a plenitud, reír, maravillarse de cosas tontas, como puede ser una foto que se vea de pronto, a la cual después habría que reconocerle sus valores. Desde el quinto o sexto grado, el niño empieza a convertirse en un personaje «serio», lo cual supuestamente es símbolo de madurez y yo lo valoro como una forma de estrangular la dualidad que debe existir siempre en el ser humano, es decir, el rigor y la alegría.

J.: A pesar de muchos esfuerzos y de intentos como el Cubadisco, la industria de la música en Cuba no acaba de despegar. ¿Por qué?

L.: En eso, en mi opinión, hay dos razones. Una distribución inexistente. Cuando se hacen los discos, se almacenan, se ponen en un anaquel. ¿Y qué nos dicen esos discos? ¿Quién los transmite en la radio? ¿La televisión los recomienda? NO. Por lo tanto, la distribución es inexistente. En segundo lugar, los discos se hacen por una política de figuras y no de repertorios. ¿Y qué cosa es un disco? Un repertorio dado por alguien, que puede o no ser una figura y si no es figura y el repertorio no existe, no es nada. Eso es lo que está pasando. Por ello no habrá un boom, como pudo haberlo en aquellos momentos en que se dio la discusión acerca de si se llamaba salsa o son. He ahí el problema: distribución inexistente y política de figuras equivocadas

J.: ¿Qué exige Leo Brouwer a los amigos?

L.: Yo establezco dos categorías: los conocidos y los amigos reales. A los conocidos les pido sinceridad. A los amigos, cultura, si no, me es imposible tenerlos como amigos.

J.: ¿Y qué cree deban perdonarle los amigos a Leo Brouwer?

L.: Soy muy encuevado y silencioso. No llamo a mis amigos, no voy a visitarlos, entre otras cosas porque no me gusta esa acción típica cubana de caer de improviso con un aquí estoy. Como me crié solo desde niño, tengo el hábito de la soledad y que ya me es imprescindible. Necesito estar solo para trabajar y en casa únicamente vivimos mi mujer y yo, lo cual es un paraíso.

J.: ¿Cuál es el final que menos desea para su vida?

L.: Lo que te dije en relación con mis miedos: el Alzheimer, ¡no lo quiero!

J.: Usted ha sido alguien con un gran reconocimiento en el extranjero y con la posibilidad de desempeñarse en diferentes escenarios. Por temporadas ha vivido fuera de nuestro país, como en Córdoba, España, donde pasó casi diez años, pero siempre ha retornado a La Habana. ¿Por qué nunca optó por irse de Cuba?

L.: Muy buena pregunta. Cuando concluí mis estudios en la Juilliard School of Music, de Nueva York, me propusieron dos contratos ventajosos para mí, uno para trabajar como profesor en una prestigiosa universidad estadounidense y el otro para ser representado por una importantísima casa editorial de música. No firmé y lo que hice fue regresar para La Habana. En 1970, a raíz de una gira que realicé por Europa, un sello discográfico de Alemania Occidental, especializado en música académica y de gran impacto a escala internacional, me propuso ser parte de su catálogo a fin de grabarme como intérprete y poner en circulación por todo el mundo mi obra composicional, pero yo tenía que cumplir con la condición de pasar a vivir en la entonces RFA. No quise aceptar y retorné a La Habana. Sucede que, como ya te dije, yo me siento un renacentista y mi obra siempre ha estado dedicada a Cuba, no me importa que ella me lo agradezca o no. Yo tengo un compromiso no con la Cuba oficial sino con mi Cuba, es decir, con mis amigos pintores, cineastas, músicos… y dicho compromiso, reitero, ha sido y será hasta el final de mis días.

Poemas de Teresa Melo

Poemas de Teresa Melo

Por Joaquín Borges-Triana

 

Hace años que conozco a Teresa Melo. No puedo precisar cuándo fue que hablamos por primera vez, pero sí estoy claro de que hace mucho tiempo de ello. De entonces a acá, he admirado su quehacer poético y su desempeño en la esfera pública, como cuando estuvo dirigiendo la Editorial Oriente. Hoy, a manera de especial saludo al día internacional de la mujer, publico unos textos de esta mi buena amiga y auténtica santiaguera.

Poemas de Teresa Melo

El temblor

En la tierra breve que desgrano

flores de cedro / helechos / abedules:

signos de la transformación.

La gacela de ayer

maúlla en mi caricia

en el sitio cálido de las ropas de sal.

Flores de cedro

que no son la mesa olorosa / la silla torneada.

 

La mariposa que conoce los cielos aneblados

vuelve pez su sueño para amar al pez:

aman los peces transfigurados

a la luz de la vela.

 

Son éstas las canciones que canto en la oscuridad.

Otros serán los cantos de la luz

en la voz de mi hija.

Ella no conocerá a los hermosos ahogados

sosteniendo la plataforma marina de la isla.

Ella buscará otra explicación

tan cierta como ésta / tan inútil para describir.

 

Signos de la transformación

agua en canasta es nuestro conocimiento:

escurre por los entresijos de la paja

y vuelve al sitio mineral.

Son las canciones que canto en la oscuridad

para nombrar al hombre

su vanidad espejeando /

sus tres metros de más.

La poesía también nos viste de diosecillos /

totems.

Guardo el poema. Al poeta

lo acuno junto a los hermosos ahogados

para calmar su llanto infantil su soledad sus terrenales miedos.

Mirada crítica a una de las películas más comentadas en meses recientes

Mirada crítica a una de las películas más comentadas en meses recientes

Por Joaquín Borges-Triana

Durante la todavía cercana entrega de los afamados Premios Oscar hace apenas una semana, una de las películas que hizo historia fue Roma, del director mexicano Alfonso Cuarón. Con diez nominaciones al certamen, a la postre el filme se alzó con un par de galardones. Mucho se ha escrito y debatido acerca de esta obra y hoy, en Miradas Desde Adentro reproducimos la opinión del prestigioso crítico cubano Dean Luis Reyes, publicada de inicio por la agencia de prensa IPS en la columna denominada “Atisbos desde el borde”.

Roma, o la reinvención del cine de lágrimas

Por Dean Luis Reyes

Roma, de Alfonso Cuarón, exige ser comprendida como melodrama, un género donde se subraya lo emocional por encima de cualquier otro elemento de la acción dramática. Cuarón lo tiene claro, a partir del propio peso evocatorio de su película: un relato donde la función autobiográfica (su propia infancia) está resuelta a través del prisma de la nostalgia y, por tanto, ajeno a necesidades de verosimilitud referencial.

Incluso el tratamiento fotográfico y la elección del blanco y negro sugieren más el paisaje idealizado de la memoria que un mundo social concreto: esa calle donde siempre hay un vendedor callejero o un desfile, tiene más de álbum de fotos que de mundo histórico.

El segundo rasgo esencial del melodrama que sobresale en Roma es su modelado alrededor de un universo femenino. Lo doméstico está dibujado como el espacio de la mujer, en la mejor tradición del cine mexicano del período clásico y, en general, del cine latinoamericano patriarcal.

Examen crítico de una de las películas más comentadas de los últimos meses. Esta semana, justamente cuando hizo historia al obtener dos premios Oscar en la ceremonia de 2019, viene al caso volver a ella.

Atisbos desde el borde Dean Luis Reyes 1 marzo, 2019

Roma, de Alfonso Cuarón, exige ser comprendida como melodrama, un género donde se subraya lo emocional por encima de cualquier otro elemento de la acción dramática. Cuarón lo tiene claro, a partir del propio peso evocatorio de su película: un relato donde la función autobiográfica (su propia infancia) está resuelta a través del prisma de la nostalgia y, por tanto, ajeno a necesidades de verosimilitud referencial.

Incluso el tratamiento fotográfico y la elección del blanco y negro sugieren más el paisaje idealizado de la memoria que un mundo social concreto: esa calle donde siempre hay un vendedor callejero o un desfile, tiene más de álbum de fotos que de mundo histórico.

El segundo rasgo esencial del melodrama que sobresale en Roma es su modelado alrededor de un universo femenino. Lo doméstico está dibujado como el espacio de la mujer, en la mejor tradición del cine mexicano del período clásico y, en general, del cine latinoamericano patriarcal.

El director mexicano, Alfonso Cuarón, y varios de los actores que intervinieron en el sujeto masculino de esta película recibe un modelado singular como contraparte afectiva, sobre todo si nos detenemos en los dos protagónicos: el cabeza de familia del hogar donde trabaja Cleo y el propio novio de la empleada doméstica. Ambos existen en su esfera particular, vinculada al mundo de afuera, que permanece ajeno y extraño al cosmos doméstico.

La primera aparición del señor de la casa está descrita de manera ostentosa, con su arribo en el imponente automóvil Galaxy, escuchando un movimiento sinfónico a todo volumen y maniobrando el auto con idéntica seguridad con la que manipula su cigarrillo prendido, hasta que consigue finalizar con éxito la ceremonia de aparcamiento.

Este sujeto, del cual jamás sabremos demasiado, se conduce con el mismo síndrome obsesivo de control que el novio de Cleo. Este segundo personaje muestra a su novia, en el cuarto de pensión donde han estado teniendo sexo, su destreza en el manejo de un instrumento contudente. Cuarón describe a esos varones como individuos que se manifiestan a través del ejercicio de la virilidad y del anhelo de posesión y control.

De ahí que no sorprenda el siguiente rasgo dramático que los va a caracterizar: la traición. Ambos terminarán abandonando de la forma más torpe y despreciativa a sus parejas. El padre de familia se irá con una mujer más joven, sin hacerse cargo siquiera de las consecuencias que ello tiene sobre los hijos; mientras que el novio de Cleo la ignorará una vez reciba la noticia de que la muchacha está embarazada, y cuando ella consigue dar con su paradero para exigirle la cuota de corresponsabilidad debida, termina amenazándola y agrediéndola.

Ojo con el paraje adonde Cleo va a buscar al energúmeno: un mundo de extra-radio urbano, polvoriento y agreste, donde una columna de hombres sincroniza golpes de katana bajo el mando de un entrenador gringo; al mismo tiempo, reciben la visita aleccionadora de un forzudo célebre de la televisión, quien los invita a alcanzar nuevas cimas en el dominio de su mente y cuerpo. La ironía de Cuarón sobre el mundo viril se manifiesta aquí totalmente, pues mientras los atletas curtidos son incapaces de sostener el equilibio en una pierna que exige el presunto mago, Cleo, que entre un puñado de curiosos contempla arrobada la práctica de artes marciales, consigue dominar el ejercicio sin dificultad.

Aunque la estetización y abstracción general de Roma lo disfrace, la de Cuarón es una película que funciona a partir de un sistema de clisés absolutos. Uno de ellos cobra cuerpo en la caracterización de los espacios. El afuera de Roma es ordinario o violento: la aridez del escenario donde entrena el colectivo paramilitar; el hacinamiento de la noche bohemia, en el episodio de la salida familiar al cine; la sangrienta represión de la protesta estudiantil durante la secuencia en la que Cleo está escogiendo cuna para su hijo por nacer; el caos del hospital, aséptico en su ordenada racionalidad al decretar la muerte de la criatura de la criada; el mar revuelto donde los niños están a punto de perecer ahogados; el bosque incendiado de la finca campestre de los amigos ricos… Todo es peligro en ese orden de cosas ajeno a la calidez del hogar propio.

Cuarón parece haber hecho en esta película su ars poetica. Si en sus títulos previos se arriesgaba a apuntar la equivalencia entre la felicidad individual y el hogar, la familia, aquí concentra en ello toda su energía. Sus películas mejor valoradas tienen trazas de este tema, pero acaso la más cercana a Roma de todas ellas sea la adaptación de la novela de Frances Hodgson Burnett, A Little Princess, cuya segunda versión fílmica (en 1939 Shirley Temple había protagonizado una) dirigió en 1995. La soledad y anhelo por el hogar son el eje de esos constantes regresos de Cuarón a los relatos de iniciación. Grandes esperanzas, que adaptara a partir de Dickens en 1998, podría ser el paradigma; pero sirvan como ejemplo además sus mucho mejor valoradas y conocidas Y tu mamá también (2001), Children of Men (2006) e incluso, Gravity (2013).

Roma es especial dentro de ese recorrido porque puede verse como interfase entre el viejo cine mexicano y una sensibilidad que opera menos a partir de producir una imagen de lo nacional que desde la noción de lo transnacional. El conflicto entre los atributos de la modernidad urbana y los valores tradicionales encarnados en la hacienda y el charro que expresara el período dorado del cine mexicano, es desplazado por Cuarón hacia la caracterización antinómica del adentro y el afuera, en el que la infancia sería un estado patrimonial donde todo es salvable, tibio y generoso, y lo maternal es una especie de barrera protectora ante todo lo ambiguo y siniestro de un más allá amenazante, donde gobiernan los hombres.

La revalorización del espacio doméstico en Roma, como contrapartida de lo masculino, no es el único rasgo manifiesto del trabajo sobre rancios repertorios culturales del cine y la cultura popular mexicana. Lo es también la caracterización del sujeto femenino desde la tríada moralizante del melodrama patriarcal, que dibujaba a sus personajes sobre el eje pecado-sufrimiento-redención. Tanto Cleo como sus empleadoras, mujeres de clase media, sufren ambas por lo mismo: el desprecio y el desengaño frente a los hombres.

En este sentido, la Cleo que interpreta Yalitza Aparicio se suma con justicia al panteón simbólico donde reposan decenas de personajes encarnados por Dolores del Río, Fanny Navarro, Laura Hidalgo, Ninón Sevilla, Libertad Lamarque, Zully Moreno o María Félix, entre otras, cada una con sus matices.

La empleada doméstica que protagoniza Roma es otra mujer caída. Sola, embarazada, pobre, mestiza, emigrada, encargada de faenas difíciles, va a pecar, a sufrir y a redimirse. Mas –y he aquí la singularidad del tratamiento de Cuarón– ello ocurre, además, en un entorno de diferencia de clase social. La función subalterna de Cleo es más que manifiesta. No obstante, su función moral se iguala a la de su señora empleadora: ella también ha sido traicionada, abandonada y, en un momento de absoluta solidaridad de género, dirigiéndose a la criada, le confiesa: “No importa lo que te digan: siempre estamos solas”.

Para Cuarón, el conflicto de clase carece de importancia porque todo se reduce a un dilema de valores morales absolutos y de solidaridad entre mujeres violentadas. No debería por ello sorprender que no exista tampoco una visión política en torno a Cleo. El personaje es incluso observado como un traidor de clase en aquella escena donde su amiga le comenta que su madre está detenida, que la gente de su comunidad ha sido reprimida por el ejército, que podría ir a visitarla a la prisión… Cleo no se inmuta ante ello. Porque tiene su propio ámbito de recogimiento y alivio, su parnaso personal: la familia que abandonó o perdió le es devuelta en esta otra, blanca y urbana, donde sus problemas encuentran un remanso de armonía, donde la aceptan y premian.

Por eso el episodio de la redención final del personaje, que sucede cuando Cleo se quiebra tras salvar del ahogamiento a los hijos de su ama (cosa que no pudo hacer por el suyo, y a seguidas confiesa que no lo quería tener), es también aquel donde la fuerza del melodrama se despliega sin embozo. Donde el cine de lágrimas hace su trabajo puro y duro de traernos a su regazo para darnos palmaditas de alivio.

La maternidad frustrada de Cleo (no queda muy claro que tener un hijo iba a ser consumatorio para ella, pues convertirse en madre acabaría por robar la exclusividad afectiva de que gozan los vástagos de su jefa) la devuelve emocionalmente casta y pura al amor de sus niños adoptivos. Entre ellos el propio Cuarón, ese niño cuya infancia imaginada se ha servido de ella para convertirla en el eje de una película donde vuelve a existir el mundo ideal que vive en su cabeza, allí cuando todo era virginal y tibio, donde una cohorte de mujeres solícitas existían solo para consolarlo a él y a sus hermanos, e incluso, para limpiar la mierda del perro de la casa.

El personaje de Cleo posee un contenido trágico extra comparado con el de las heroínas del melodrama previo, porque si bien es ella el centro del relato, no es quien cuenta la historia. Cuarón articula su solidaridad simbólica con la chacha de su despreocupada infancia robándole la voz. Esta película no hace el más mínimo esfuerzo por comprenderla como algo diferente a sus obsesiones memoriales. En ello coincide con Alejandro González Iñárritu, quien en Amores perros (2000) dibujaba un mundo de valores esencializados, sin pizca de circunstancialidad o libre albedrío, pues todos los caminos de sus personajes se cruzaban en el determinismo moral de la realidad humana y ninguna transgresión merecía premio.

Roma resulta entonces un esfuerzo estéril y egoísta, porque como película de evocación reproduce la imagen extraviada y pueril que Cuarón conserva de sí mismo como niño. Su narcicismo lo lleva a reproducir un inconsciente ante el cual no logra colocarse críticamente, como si ni siquiera esa visión hubiera evolucionado, mucho menos la distancia necesaria ante esa realidad.

Cleo se sacrifica a sí misma en el altar de la entrega afectiva y vital a quienes sirve. Más que un nuevo ejemplo de buen salvaje, su modelado de carácter propone una clase de heroicidad donde a la mujer caída del melodrama prostibulario se superpone el paradigma altruista de la india noble que los cronistas piadosos de la Nueva España celebraron como atributo superior de esa raza: la capacidad de sobreponerse a los peores padecimientos con el alma limpia. Incluso, a los escarnios que debían sufrir a manos de quienes los esclavizaban.

En ese sentido, el imaginario que expresa Roma es transparente: el niño de la casa creció, se hizo cineasta y ahora siente la necesidad de practicar la solidaridad simbólica filmando una película de arte sobre una india de nombre caprichoso que lo apapachaba, que se desvivía por verlo feliz… a costa incluso de la dicha propia. (2019)

Disponible en: https://www.ipscuba.net/espacios/altercine/atisbos-desde-el-borde/roma-o-la-reinvencion-del-cine-de-lagrimas/

Entrevista a Majo (especialista en el área de producción en la esfera musical)

Entrevista a Majo (especialista en el área de producción en la esfera musical)

Aunque su nombre real es María José Minatel, nadie la conoce ni la llama así. Para todos, ella es Majo, argentina oriunda de Buenos Aires y que en toda su proyección personal es muy porteña. Graduada de la carrera de dirección de cine en diciembre de 2000, ante la inmensa crisis en que estaba sumido su país por aquel entonces y por la amistad que mantenía con diversos músicos, comenzó a transitar por el complejo camino del trabajo de producción en el área musical, a lo cual añadió labores en sellos discográficos y la comunicación digital. Aunque nunca ha renunciado a su vocación por la imagen, prueba de lo cual es el ejercicio sistemático que hace de la fotografía, como productora Majo tiene una carrera impresionante, de lo cual conversamos en la siguiente entrevista.

Suscríbase a nuestros boletines diarios

Holler Box

Suscríbase a nuestros boletines diarios

Holler Box