Autor: Joaquín Borges-Triana

Poemas de Raúl Ortega

Poemas de Raúl Ortega

El libro Las mujeres fabrican a los locos, de Raúl Ortega,  es uno de esos textos a los que de cuando en vez hay que volver en el contexto de la producción poética cubana de la segunda mitad de la década de los 80.

RAÚL ORTEGA ALFONSO (La Habana, Cuba, 1960) ha sido colaborador de la sección “Noterótica” de la edición Mexicana de Playboy, México, D. F. y columnista del suplemento cultural “Sábado”, del periódico UnomásUno, México, D. F. Entre otros títulos, él ha publicado  los libros de poemas: Las mujeres fabrican a los locos, Editorial Abril, La Habana, Cuba, 1992, reeditado por Editorial Praxis, México, D. F.; Acta común de nacimiento, Editorial Praxis, México, D. F.; Con mi voz de mujer, Editorial Arlequín, Fonca, Guadalajara, México; La memoria de queso, Editorial La Torre de Papel, Miami, Florida; y el libro-objeto de poemas y grabadosDesde una isla, en colaboración con el pintor Carlos Alberto García, México, D. F. Ha sido incluido en diferentes antologías de poesía cubana.

De todos esos títulos, sin discusión alguna el de mayor repercusión hasta la fecha ha sido Las mujeres fabrican a los locos, y del cual se ha asegurado “es un libro del amor nacido en la dispersión de la carne.” En este sentido, la crítica e investigadora Elena Tamargo ha escrito:

“¿De qué clase son las tragedias de las mujeres que fabrican a los locos? Son las tragedias silenciadas, la eterna despedida del epílogo, con cada simpatía fugaz. Esta mujer de su poesía no es la buena madre de sus hijos, llamada naturalmente a sentir con ellos sus alegrías y sus desdichas, y a no separárseles nunca. Ni siquiera es la Diotima de Hölderlin o la Margarita de Faust. Estas mujeres están solas en la naturaleza, en insalvable y mortal soledad. Sin embargo, esta lírica, que es de las aproximaciones anímicas, también lo es de las amistades, eróticamente fuerte como es la amistad. Y en su final, se sabe sólo que algo deja de ser, que algo se acabó, como en el cine cuando se acaba la película y todo se queda oscuro. Hay, sin embargo, en esta poesía algo de aristocrático, un gesto tal vez no ejecutado que aparta el suspiro, porque ésta no tiene lamentos; con los corazones desgarrados, pero no llora. Estas mujeres son también las mujeres de Atenas, aunque de otro modo.”

Y agrega:

“En la obra de Raúl Ortega, el lenguaje y la emergencia de lo que anuncia dan testimonio de una realidad común que no necesita más legitimación; un lenguaje propio es lo que resulta muy importante para un poeta.

“El tono de esta poesía es el de la designación, del homenaje, implica un reconocimiento de algo superior, en una escala que se despliega desde la admiración hasta la veneración, una palabra, esta última, hoy desprovista de sentido, pero en él, rehabitada para nombrar lo femenino. Sus poemas son himnos, una llamada a los testigos, una interpretación de signos y mensajes que garanticen el ser de lo único que este poeta considera divino.”

Poemas de Raúl Ortega

UNA MUJER ES ALGO SERIO SI NO LLEGA

Nunca dejes en la superficie a una mujer

es como instalar una bomba en un cine de niños

Si prometes abortarle la lluvia

no puedes dejarla encajada en la sequía

si presentas credenciales de rabia

no puedes olvidar la baba en el pantalón que te quitaste

si te la das de barítono

a la hora del canto no puedes ser falsete

Tiene derecho si no llega

a buscar la humedad en algún sitio

donde no vea al ojo que mintió

ponerse su vestido de uñas

salir a botar los papeles del baño

recordarnos

que nuestro gigante es gigante por mandato de ellas

que no se comporte como un estúpido conejo entre la hierba

que no se vuelva un asqueroso vomitando

antes de hallar la luz que fue a buscar

en ese kiosco no se venden los jugos

se obsequian

si logras con caricias que bostecen sus piernas

Una mujer para que vuele

hay que meterle todo el cielo en los ojos

enterrarle también el hacha en la memoria

Sólo entonces se quitará el cartel

para que tu batuta pise el césped

comience el concierto de gemidos

y aparezca como camino la baranda

sin importar que pueda haber un puente

LAS MUJERES FABRICAN A LOS LOCOS

Las Mujeres fabrican a los locos

nos mantienen gorditos

con los trasplantes de los vellos del pubis al bigote

con la historia de pechos blanquecinos tras la tela mohosa

Sacamos el cuerpo por la ventanilla para verlas pasar

y un camión nos arranca la cabeza

Algunas te envían un carnicero a trabajar dentro del corazón

otras te alimentan con una cucharada de sal

después te llevan a correr por el desierto hasta llegar la noche

y prenden entre sus piernas un farol del que gotea agua

A ellas les debemos

la humedad más perfecta derretida en la cara

las únicas vacaciones tranquilas que se pueden pasar en esta época

nueve meses en el hotel más confortable

Adoro las que habitan los prostíbulos

algún día me iré a vivir con ellas

les fregaré los platos para que puedan menstruar plácidamente

copularemos en el aire

y los niños caerán a la tierra con los dientes afuera

Vino a buscarme la pandilla de los libidinosos

les dije

ya habrá tiempo de llenar los colchones de espuma

es hora de cambiar el miembro por algún extintor que las proteja

porque nos vamos quedando sin piezas de repuesto

No basta antologar la boca en numerosas pelvis

ni agradecer el sabor a cobre y peces adobados

si a veces parecemos esquimales sin poder derretirnos sobre ellas

por temor a enterrarnos una esquirla en las nalgas

Me llora un ojo

el otro habita en sus rodillas vigilando la altura

Cuándo podré tirar los espejuelos que tienen amputada mi memoria

Con caderas me funciona el cerebro

pero me falta fondo donde anclarlas

La eyaculación pide el último de los desempleados

sus guerreros añoran las costas de sol gelatinoso

Todo el aire de la noche cabe en una botella de vinagre

Se aburre la lengua de su propia saliva

mientras que la demencia hace guardia en las esquinas por donde asoma el muslo

y sólo aparece el muñón sobre la rueda

y sólo aparece el fémur sin la envoltura

Las Mujeres fabrican a los locos

y preparado estoy para un encierro interminable detrás de cada pierna

pero hay otros gritos en el aire

que no me dejan concentrarme

CONFERENCIA EN EL AULA MAGNA

A veces me avergüenzo de ser un animal que posee dos manos

pero hay cada Mujeres acabaditas de salir del horno

que te dejan mirando como la mantequilla del corazón se te derrite

Dan ganas de mudarse a la cueva del topo

a esperar que el raciocinio te despierte a patadas

te explique que una Mujer abierta hasta la nuca

es el mejor lugar para que el hombre aprenda a comportarse

Cómo va a pretender untarla de una grasa

que mezcló con el agua que tiene el cerebro

Está negado entrar a una Mujer con los zapatos puestos

la época y sus problemas te pedirán carné

Estamos a dos cuadras de Marte y la Tierra da vuelta con los codos

Todos preguntan quién es el último para comprar cabezas

Suerte que una Mujer se abre

desde su inmenso anfiteatro desdeña cualquier intento de aterrizaje absurdo

Basta de aglomerarse en la garganta

la reunión es en la lengua para poder gritar

odiamos la madurez del borde

hace falta la abundancia del filo

Una Mujer abierta toca el timbre

los hombres acuden a las clases

levantan la cabeza para escuchar atentos

y con un gesto imperceptible

guardan el miembro debajo de la mesa

NECESITA ESTAR SOLA ESA MUJER

………………………………….Dejen sola a la solísima mujer.

………………………………….Teresa Melo.

Necesita estar sola esa Mujer

Detesta que la miren como una presa fácil

todavía con la sangre caliente

Que nadie venga a cortar el hilo de esta hora

donde ella cuelga sus ideas

necesita amasarlas si no qué va a comer mañana

pensar que hace en medio de esta gente

(que siguen tildando de ladrones a nosotros los piratas

y buenos los corsarios porque están protegidos por el rey)

que nunca más la dejarán oler a hierba fresca

sino a ajos y a insomnios

de esta gente u otra que puede ser la misma

que un segundo después de haber nacido un niño

le obsequian un globo sin color a punto de estallar

y siguen dejando a sus Mujeres abiertas como una mesa sin servir

abofeteándolas con un ayuno interminable

Quizás más tarde se acueste con algún comemuslo

que a sabiendas intentará ofrecerle de propina un poco de cariño

quizás encuentre al hombre que camina

por el túnel solísimo que el mismo ha fabricado

y juntos logren encontrar la salida

Pero hoy necesita estar sola esa Mujer

grotescamente sola

como un animal gustoso lamiéndose los genitales.

Un poema de Roberto Méndez Martínez

Un poema de Roberto Méndez Martínez

Miembro Correspondiente de la Academia Cubana de la Lengua, el Poeta, ensayista, crítico de arte y narrador Roberto Méndez Martínez es una de las voces más prestigiosas de la actual intelectualidad en Cuba.

Licenciado en Sociología en la Universidad de La Habana y Doctor en Ciencias sobre Arte en el Instituto Superior de Arte de La Habana, por su sistemática y fructífera labor como laico católico, Roberto Méndez Martínez fue nombrado por el papa Benedicto XVI como consultor del Pontificio Consejo para la Cultura. Entre otros libros él ha publicado los siguientes títulos: Carta de relación(poesía, 1988), Manera de estar solo (poesía, 1989), Desayuno sobre la hierba con máscaras (poesía, 1991), El fuego en el festín de la sabiduría (ensayo, 1992), Cifra de la granada (ensayo, 1994), Conversación con el ciervo (poesía, 1994), Música de cámara para los delfines (poesía, 1995), Soledad en la plaza de la Vigía (poesía, 1995), Variaciones de Jeremías Sullivan (novela, 1999),Cuaderno de Aliosha (poesía, 2000), La dama y el escorpión  (ensayo, 2000), Viendo acabado tanto reino fuerte (poesía, 2001),Elogio de la noche (ensayo, 2002), Libro del invierno (poesía, 2002), José María Heredia, la utopía restituida (ensayo, 2003), Castillo interior (ensayo, 2003), Autorretrato con cardo (poesía, 2004),  Las especies del aire (poesía, 2005), Otra mirada a la Peregrina(novela, 2007), Ritual del necio (novela, 2010), y Los misterios de la ópera (ensayo, 2014). El poema que hoy reproducimos enMiradas Desde Adentro y que tiene ya cerca de treinta años de haber sido escrito, retrata la atmósfera que a inicios de los noventa se produce en Cuba cuando se da un proceso de incomunicación y divorcio entre los por entonces jóvenes artistas e intelectuales por una parte y los representantes del poder político por otra.

CENA EN CASA DE LEVÍ. A.D. 1573

Roberto Méndez

Bajo el arco gris de Venecia

las aguas corren más oscuras y es julio,

Paolo Caliari, llamado el Veronés,

raspa en la piedra de una ventana

cuando escucha el chapoteo muerto,

el devenir de barcas y jirones que no fluye,

Paolo Caliari debe responder ante el Tribunal Sacro,

contempla ante la pared de enfrente, para otros vacía;

la frialdad del blanco, el escarlata, el verde,

el resplandor engañoso del turquesa

que un día llamarán suyo,

ahora son sólo tintes, adivinaciones marcadas por la lluvia.

Es 1573, faltan diez años

para que pinte la Gloria de Venecia

y los rostros que estarán en aquel espejo

ahora contemplan:

Preparó Leví en su casa una gran cena

recaudadores, discípulos, hombres violentos

o tristes disfrutaron de ella

sin saber que hacían historia.

El tribunal conoce las Escrituras e insiste:

¿Conoces la razón de haber sido citado?

¿Puedes suponerla? ¿Cuál es la pintura?

¿Cuántas hiciste semejante a esa?

Paolo Caliari solo pinta, hace cuadros

y ve pasar la barca del Dux, vacía,

mientras forma mezclas imposibles con el desnudo y la seda:

¿Qué significan esos alemanes armados?

¿Por qué un bufón con el papagayo al puño?

¿Por qué hay un enano??Por qué un hombre con la nariz que sangra?

Apenas puede responder con palabras palpables,

es tarde, no ha cenado y tiene miedo.

Los pintores somos como poetas y locos…

mi imaginación adorna la realidad con figuras…

sólo puedo dibujar en la medida de mi mente…

Ellos repiten como en un sueño:

Has pintado demasiadas cenas,

hay una en el refectorio de San Juan y San Pablo,

otra en Verona, una más en San Jorge de Venecia

y también donde los Servitas y en Padua.

Son demasiadas cenas y en Alemania hay herejía,

tales banquetes y músicas únicamente pueden ser

escarnio.

Miguel Ángel pintó a la corte celestial

pero ahora está muerto y es un hombre ilustre.

Paolo Caliari recuerda los versículos:

¿Queréis hacer ayunar a los convidados

mientras con ellos está el esposo?

Días vendrán en que éste será arrebatado

entonces ayunarán.

El vino necesita odres nuevos…

Mas quiere regresar a su casa, acercarse al fuego,

tomar las carpetas donde un ángel inconcluso se dibuja

y calla, pero los colores enfrente se desvanecen.

El Sacro Tribunal ha dejado las capas, los capelos en la puerta,

conservan el oscuro vaho de las carnes y el aceite,

envueltos en sus togas repiten:

Donde hay un perro debe estar la Magdalena arrepentida,

donde juegan los enanos aparecerá uno que ora,

en vez del bufón, de los alabarderos

preferimos la oscuridad, la nada, el vacío,

una inmensa arcada

bajo la cual nunca hubo una cena…

Faltan diez años para que esos rostros grasientos

sean retratados por el Veronés en un triunfo

junto a las cuadrigas, las armas, la opulenta mujer coronada

que figura para la eternidad la gloria de Venecia,

allí ellos conversan sobre la virtud de Plotino y Porfirio

y Paolo Caliari, que debe comprar pinturas, bujías, huevos para su hijo,

culpablemente calla, escucha atento:

…requerimos y obligamos que enmendada sea

y a sus costas la dicha pintura en plazo de tres

meses bajo las penas que este Tribunal impone

y otras que proveer quisiere…

Bajo el arco gris de Venecia

las aguas se pudren lentamente

cuando los grandes señores abordan sus barcas

rumbo al festín o al sueño.

Paolo es un pez castigado sobre el muelle,

un hijo de la humedad que mancha

los leones de la plaza y aún tiene miedo.

Norge Espinosa: La Nación se reconstruye con todos y para el bien de todos.

Norge Espinosa: La Nación se reconstruye con todos y para el bien de todos.

Yo hablo por mi obra y por mi desacato, y sé que debo asumir las consecuencias de la una y de lo otro. Esa es mi área de libertad individual, y desde ahí despliego mi activismo.

 

Norge Espinosa no es solo un reconocido intelectual cubano, ptanto por su quehacer en el área de la poesía como en el universo teatral en proyectos como la agrupación El Público, dirigida por Carlos Díaz. Además de ello, Norge ha sido un promotor cultural desde los lejanos tiempos en que formase parte del ejecutivo nacional de la Asociación Hermanos Saíz, así como un reconocido activista en pro de los derechos de la comunidad LGTBI. Por lo interesante y actual de la entrevista que le realizara Ladislao Aguado para la revista Hypermedia Magazine.

“Hablo por mi obra y por mi desacato, y sé que debo asumir las consecuencias”

Una conversación con el escritor Norge Espinosa a propósito del movimiento LGBTIQ en Cuba y los acontecimientos del pasado 11 de mayo.

Por Ladislao Aguado

Tras conocerse que el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) cancelaba la “conga” que tenía lugar desde hacía doce años, por la defensa de los derechos de la comunidad LGTBIQ en Cuba, un grupo de activistas y miembros del movimiento tomó la decisión de mantener la convocatoria de manera independiente.

Se trataba, una vez más, de visualizar y abogar por la igualdad de derechos de un segmento de la población que ha sido, y aún es, víctima de políticas discriminatorias y de actitudes de exclusión.

Sin medios de prensa a su alcance, los organizadores de la nueva marcha lanzaron la convocatoria a través de las redes sociales. El boca a boca hizo el resto.

Hace poco más de un mes, el sábado 11 de mayo de 2019, unos 300 participantes se congregaron a primeras horas de la tarde ante la estatua de José Martí, en el Prado habanero. La idea era recorrer el paseo hasta la avenida Malecón.

El grupo echó a andar hacia el mar armado con apenas unas pocas banderas cubanas y del arcoíris, y la determinación de visualizar unos derechos que les son propios y que cada vez parecen más difíciles de conseguir en la Isla.

Una frase inspiraba la marcha: “Por una Cuba diversa”.

Entre los participantes, independientemente de su orientación sexual, había investigadores, artistas, pequeños emprendedores, estudiantes… El país que deseamos y al que debemos aspirar, representado en unos pocos centenares de personas valientes.

Casi concluía la marcha cuando, al llegar a la intersección de Prado y Malecón, topó con un cordón policial.

El final feliz, el proyecto de un país de concordia, acababa de tropezar con las autoridades. Unas fuerzas policiales que tenían órdenes de interrumpir semejante demostración de diversidad y fraternidad entre cubanos.

Valiéndose del uso de la fuerza, en notable desproporción de recursos contra personas pacíficas y desarmadas, la policía desmanteló la movilización e incluso apresó, golpeó y encarceló a algunos de los manifestantes.

Desde Santa Clara, su ciudad natal, a donde había viajado a esperar el Día de las Madres con la suya, el poeta, crítico y dramaturgo Norge Espinosa siguió “conmocionado” los acontecimientos. Horas después escribió en su muro de Facebook:

“Me emocioné, me preocupé y me indigné, porque a la misma hora en que se alzaban los primeros golpes, otros, que dicen [email protected], estaban en su fiesta. Esas separaciones y demarcaciones no deben ser olvidadas. Han caído algunas máscaras y se han hecho nítidas otras verdades. El 11 de mayo del 2019 para la comunidad LGTBIQ de Cuba no fue una simple salida del clóset ni una toma por asalto a la calle, sino una ganancia en términos de liberación”.

Esta conversación, con uno de los intelectuales cubanos más representativos de la cultura nacional y de la comunidad LGTBIQ en Cuba, debió versar sobre su espléndida obra literaria. Debimos sentarnos en La Habana, como hace más de treinta años que no hacemos, a conversar sobre su obra poética, sus nuevos proyectos teatrales, o acerca de los temas sobre los que investiga actualmente.

Pero esa conversación queda pospuesta.

Ahora quiero preguntarle, en su calidad de testigo excepcional y de protagonista por la lucha de los derechos mil veces escamoteados al colectivo LGTBIQ en Cuba, sobre la historia del movimiento, sobre su experiencia durante estos doce años de permanente reivindicación, y, por supuesto, sobre su opinión acerca de la situación creada a partir del pasado 11 de mayo.

La entrevista la cierra uno de los poemas más valientes y hermosos escritos por un autor cubano. Se titula “Vestido de novia” y se lo escuché a Norge Espinosa, por primera vez, en un mediodía de un pueblo de la actual provincia de Artemisa, cuando ambos teníamos apenas dieciséis años.

Quiero agradecerle, además, la gentileza de responder estas preguntas para Hypermedia Magazine.

Norge, has participado desde el inicio de lo que hoy se puede entender como un movimiento LGTBIQ en Cuba. ¿Cómo fue romper una barrera de décadas de apartheid gubernamental sobre la comunidad?

Dudo que se pueda hablar propiamente de un movimiento LGTBIQ en la Isla, aunque no falten antecedentes, figuras, una memoria rota de los conflictos que ser homosexual o lesbiana ha ido dibujando en la historia nacional desde los días de la Colonia hasta el presente, a pesar de las muchas intermitencias que la atacan.

No tener una conciencia activa de esa tradición, un registro que sobrepase la arqueología y el mero gusto por el escándalo, a fin de organizar ese entramado como una noción de lo que también nos pertenece, hace difícil hablar de tal movimiento. Silencio ha habido, y rupturas, y rechazo tanto doméstico como gubernamental, a quienes se identifican como parte de una minoría que ha tenido, también en Cuba, relaciones explosivas con la Iglesia y el Estado.

Todo eso lo he aprendido sobre la marcha, porque tampoco hay en nuestro país estudios de género propiamente dichos, y lo que hemos estado haciendo algunos escritores, artistas, activistas, ha sido justamente recomponer ese mosaico astillado y empezar a establecer, dentro de ese ejercicio de rehabilitación, verdades y jerarquías.

Yo empecé haciéndolo desde mi obra, cuando era un adolescente. Asumir lo que mi escritura decía de mí, en un territorio público, me hizo sentirme también responsable. Y descubrir, en el proceso, que me acompañaban esos nombres generalmente mencionados en voz baja y con temor, me hizo más fuerte en el empeño.

Pero en Santa Clara, cuando escribí “Vestido de novia” bajo el influjo de unos versos de Lorca, poco podía imaginar de hacia dónde me estaba encaminando.

¿Cuáles fueron las primeras reacciones a aquel poema tuyo?

Se ha hablado de escándalo, sorpresa, estupor. Y censura. Y hay un poco de verdad en todo ello.

Bladimir Zamora quiso publicar “Vestido de novia” en El Caimán Barbudo, en la sección “Por primera vez” donde dio a conocer a no pocos poetas jóvenes. La directora del mensuario se negó, aduciendo que poco favor me iban a hacer publicando ese poema que dejaría saber a todo el mundo de mi homosexualidad.

Hubo que esperar un año para que, tras la decisión de Rafael Alcides, Raúl Rivero y Sigfredo Ariel, mi libro Las breves tribulaciones ganara el premio de esa publicación y finalmente el poema lograra verse en letra impresa. Antón Arrufat ha dicho que es un texto que abrió un espacio “para el asunto”; Víctor Fowler dice que es un poema fundacional.

En ese momento hubo, creo recordar, una especie de sobresalto. Pero lo que hay que recordar ahora es que ese poema vino junto a un relato como “¿Por qué llora Leslie Caron?”, de Roberto Urías, y otros textos que apuntaban a una discusión mucho más abierta sobre otros temas tabú.

El batacazo de los años 90 sirvió, entre otras cosas, para dispersar a esa generación literaria y acallar esas demandas inminentes; no pudo, sin embargo, detener del todo lo que ya se avecinaba. El célebre cuento de Senel Paz, “El lobo, el bosque y el hombre nuevo”, dilataría esa reacción a escala internacional. Y lo hizo a pesar del disgusto con el que muchos de los acomodados leyeron esa historia. Y las nuestras.

¿Alguna vez sentiste que el gobierno instrumentalizaba “la causa”?

En ese primer momento, no. Había un pacto de silencio que obraba con mucha eficacia.

Recuerdo la cara de espanto de un joven periodista que vino a preguntarme qué eran las Jornadas de Arte Homoerótico que organicé entre 1998 y 2001 en La Madriguera, sede de la Asociación Hermanos Saíz de la capital. Ni él ni nadie de la prensa oficial se hubiera atrevido a escribir una nota sobre esas acciones. El CENESEX no sale del clóset, en la dimensión en que hoy se le ve, hasta el 2008, y para entonces obraba con mucha cautela.

El tema aparecía por una u otra parte, pero no desde una agenda que lo expusiera ante la sociedad más allá de una suerte de fenómeno. Cuando los Gays for Cuba, liderados por la activista norteamericana Stephanie Davies, hicieron su primera visita a la Isla en 1994, fueron de institución en institución en pos de apoyo para abrir aquí una filial de la Asociación Internacional de Gays, Lesbianas, Bisexuales, Trans e Intersexuales (ILGA, por sus siglas en inglés), y más allá de las sonrisas formales fue poco lo que consiguieron.

Tendría que pasar más tiempo para que esas preocupaciones trataran de ser canalizadas por una vía oficial. Y la vía oficial que existe hoy quiere crear un cerco; a la manera en que ya se ha repetido tanto, pretende crear una línea divisoria, un in y un out que radicaliza, en términos de obedecimiento o disidencia, a las fuerzas que, dentro del núcleo de esa posible/imposible comunidad LGTBIQ cubana, aún tienen que entrenarse para ganar más territorio a favor de todas sus demandas.

¿Te viste a ti mismo sirviendo de imagen intelectual a favor de una imagen gubernamental?

Un escritor al que estimo y respeto, preguntándome alguna vez por mi trabajo como activista en las Jornadas, me dijo: hay que tener cojones para hacer eso. Nunca lo pensé así, y tampoco me veo dentro de ese límite que la pregunta, capciosamente, quiere trazar.

Yo hablo por mi obra y por mi desacato, y sé que debo asumir las consecuencias de la una y de lo otro. Esa es mi área de libertad individual, y desde ahí despliego mi activismo.

De algo tiene que haberme servido, en todos los órdenes, haber conversado con Pedro Lemebel.

En algún momento las marchas convocadas por el CENESEX se entendieron como una discriminación añadida a las tantas discriminaciones sufridas por el movimiento, pues —se dijo— una parte de la comunidad LGTBIQ había sido apartada por razones políticas. ¿Fue así?

En un primer momento de fe, yo organicé desde la UNEAC el día en el que los artistas y creadores saludaban el Día Mundial de Lucha contra la Homofobia y la Transfobia. Llevar a ese sitio a travestis para que hicieran sus números nocturnos, exponer en paneles las fotos más agresivas de una exposición como Sex and the City, curada por Píter Ortega, o poner en la misma mesa a representantes del CENESEX y otros núcleos de activismo, como el Proyecto Arcoíris, me costó bastantes dolores de cabeza.

Cuando me separé de todo aquello, en 2014, estaba agotado y desencantado tras comprobar que el panorama no se abría en la dimensión que ya demandaban estos y otros gestos.

Para ser sincero: vi en las congas, que no marchas, del CENESEX, a representantes de toda la diversidad de esa probable comunidad LGTBIQ, y si algo me incomodó fue que en esas manifestaciones se hiciera obvia la falta de creatividad de dicha presencia, que coreaba las mismas consignas políticas de un Primero de Mayo, pero tardaba en clamar las de una causa que les toca más íntimamente.

Ocupar la calle en Cuba tiene, como se sabe, un cariz simbólico que difícilmente se cede. Hasta donde sé, a Yasmín Silvia Portales y Jimmy Roque, integrantes de Proyecto Arcoíris, alguna vez se les agredió físicamente durante una de esas congas; ellos mismos han dado testimonio. Pero yo hace unos cinco años que no participo de ese momento. Tal vez otros podrían dar ejemplos de algo como lo que preguntas.

El año pasado, tras la propuesta de reforma de la Constitución, surgen dos fenómenos que han llamado mi atención: por una parte la negativa a incluir dentro del documento la aprobación de una Ley de Matrimonio Igualitario y, luego, el surgimiento dentro de la sociedad cubana de un fundamentalismo religioso bastante influyente. ¿Ambos fenómenos están disociados o tienen causas comunes?

Son dos fenómenos casi paralelos, que tienen como eje la refundación o intento de refundación de una vida en Cuba en la era Post Castro.

La lucha de símbolos, sus equivalencias y disonancias en un tiempo en el cual ya no está entre los vivos el que se tomaba como símbolo mayor de causas y numerosos efectos, propone a los miembros de la cúpula de poder una situación sin precedentes. Esto ha agitado el panorama, y lo ha recombinado con la aparición de nuevas herramientas de debate e intercambio como la telefonía móvil, Internet, etc. Una nueva generación se ha apoderado de esos medios y poco a poco la imagen monolítica de una Cuba imantada por una única fe política empieza a movilizarse hacia otros cardinales.

Si quiere regenerarse, la Revolución tendrá que aprender a sobrevivir a sus propios símbolos, y en ese proceso, a diferencia de otras épocas, parece no haber manual.

El fundamentalismo religioso supo armar su estrategia, apeló a esos elementos mediáticos, lanzó una campaña ante la cual palideció la propia voz gubernamental, que al mismo tiempo impidió a los representantes de esa incipiente comunidad LGTBIQ responder a los ataques, a esos sermones y cultos repetidos por altavoces ensordecedores desde los cuales se clamaba por un voto negativo a la nueva Constitución, en caso de que el documento aprobase el matrimonio igualitario.

Pero ese fundamentalismo ya estaba presente en la sociedad cubana, no es el resultado reactivo de la propuesta sobre la Carta Magna. Sencillamente aprovechó las posibilidades que tras largas negociaciones ha ido obteniendo, y echó a rodar su mecanismo. Ahora el fundamentalismo religioso siente que ha obtenido una victoria, y mañana podrá lanzarse sobre temas como el aborto y otros no menos preocupantes.

Cuando se anunció que el Decreto 68 pasaba a ser el 82, mucho más impreciso que el primero, y desde la Asamblea Nacional comenzó el aluvión de excusas y explicaciones, el CENESEX, a mi modo de ver, solo enturbió más el panorama. El resultado es un desasosiego que puede conducir a otros, y que por lo menos es útil para entender cómo fue que llegamos al 11 de mayo de 2019.

Esa suerte de “lobby” religioso, ¿cuán fuerte es?

No tengo la menor idea, pero indudablemente es una fuerza en crecimiento. La carta firmada por cinco iglesias evangélicas da la medida de qué procedimientos de consolidación puede conseguir esa voluntad opositora. Y la creación de una Alianza Evangélica, mientras otros segmentos de la sociedad cubana no pueden organizarse ni aglutinarse en la misma medida para coordinar respuestas y reacciones, ofrece un panorama nada tranquilizador.

Desconozco qué se negocia detrás del telón entre esos representantes y los principales nombres del poder político. Lo mínimo sería que nos permitieran, a quienes recibimos los ataques y se nos niegan esos derechos que se pensaban proclamar en lo que popularmente se llegó a llamar “la Constitución de los Patos”, establecer una mesa de diálogo y tener como voceros a personas que también sean capaces de representar a toda la gama de los que, bajo el espectro de esa supuesta comunidad LGTBIQ cubana, viven el día a día de una nación en la que no todos son personas blancas, de linaje y estatus económico privilegiados y con aspiraciones mediáticas, como son las que suelen hablar por ese segmento del país.

Te lo pregunto porque uno de los motivos por los que —según se sospecha— cancelaron la marcha de este año, fueron las amenazas lanzadas por algunos grupos religiosos dispuestos a confrontar a la comunidad LGTBIQ durante la conga… ¿Qué razones crees que hubo realmente detrás de la suspensión?

Después de la nota del CENESEX informando que, según indicaciones del MINSAP, optaba por la no celebración de la conga (que no marcha, insisto), a partir de supuestamente tomar conciencia de la circunstancia política internacional y otras razones no menos vagas, a pocos días del desfile multitudinario del Primero de Mayo, es obvio que el trasfondo de todo es una suerte de desconfianza.

Desconfianza política y de otros órdenes, que intentó justificarse con una supuesta conexión entre Miami y Matanzas, la cual alentaba a sospechosos activistas a sabotear la tradicional apertura de las Jornadas por el 17 de mayo; día que para colmo coincide en el calendario oficial cubano con el Día del Campesino, lo que ha dado pie a comentarios tan jocosos como homofóbicos.

Hasta el momento en que respondo esta entrevista, el CENESEX no ha dado pruebas de que tal amenaza fuera cierta, no ha ofrecido pruebas de que los activistas que organizaron la marcha alternativa —por voluntad propia y con una rapidez y efectividad que debe haberlos dejado pasmados— fueran mercenarios, como se ha dicho, o simplemente parte de una “masa de ignorantes”, como se les tildó.

Varias son las expresiones que, desde la calle, han demostrado que la sociedad cubana está procurando nuevas fórmulas de manifestación pública. El desencanto que había activado la desaparición del Decreto 68, las discusiones y reacciones desatadas por el Decreto 349, la marcha por la ley de protección animal, etc., dan la medida de un ambiente caldeado.

La iglesia evangélica ni se molestó en llegar a Prado el 11 de mayo; deben estar todavía celebrando lo que para ellos es la victoria a favor del diseño de una familia “original”, y eso sí da pie a otras sospechas, confirmadas por la ya aludida creación de una alianza entre muchas de sus ramificaciones, de las que queda esperar un discurso mesiánico, con consecuencias dignas de temer.

Con semejante panorama, ¿hay algún horizonte probable que permita conseguir una Ley de Matrimonio Igualitario en Cuba?

La respuesta oficial radica en el nuevo Código de Familia, cuyo anteproyecto se ha venido redactando con paciencia china y que, finalmente, tras una espera que llegó a ser motivo de burla, tendrá que exponerse a la discusión popular dentro de dos años (que ya están corriendo).

Una encuesta que no se manejó durante la discusión final de la Carta Magna arrojaba que un setenta por ciento de los entrevistados apoyaba el matrimonio igualitario; ese dato, incluso siendo conocido por algunos de quienes apostaban por el cambio, no se publicitó. La imagen final es la de una Cuba que —a pesar de tanta campaña en términos didácticos y dictada desde la zona de confort que puede ser tan engañosa— se resiste a esa maniobra de avance, mientras que otros países de la propia Latinoamérica, como Brasil o Ecuador, aprueban dicha legalización sin que se caiga el Cristo del Corcovado ni se hundan las minas de plata.

Es un horizonte de marco estrecho, porque para lograr el matrimonio igualitario tendrían que crearse alianzas y funcionar nuevos discursos que, por ahora, visto lo sucedido en la más reciente Jornada contra la Homofobia y la Transfobia, no parecen aflorar de manera contundente. De lo probable, ya sabrá Dios.

Has dicho que, de haber estado en La Habana el 11 de mayo, habrías participado en la marcha. ¿Te imaginas entre los represaliados?

En un primer momento, preferí no ir. El 12 de mayo fue el domingo marcado como Día de las Madres, y por razones de salud decidí irme a Santa Clara para pasar ese día con mi familia, amén de librarme de los ecos de una Jornada de la que ya solo espero la repetición de la misma fórmula, adelantada por las discusiones que sostuvieron en las redes sociales, con un grado vergonzoso de bajeza verbal, algunos representantes del CENESEX con quienes se sintieron defraudados ante lo sucedido con el Decreto 68 y la suspensión de la conga.

Pensaba que hacer una marcha alternativa el mismo día en que el CENESEX tenía planificada su conga, serviría para llenar el espacio que ellos dejaban vacío. Y con esa idea en la mente me fui a ver a mi madre. Luego, sin embargo, la inminencia de la manifestación me hizo comprender que se trataba de un golpe de efecto que, de funcionar, tendría consecuencias notables. Y así fue.

Me conecté desde Santa Clara con los activistas que iban al Prado, y estuve al tanto de sus acciones mediante los videos en directo y los mensajes a través de Facebook. Pensé que haber desfilado en ese mismo espacio, el 1 de mayo de 1995, junto a los integrantes de la segunda visita de Queers for Cuba portando un fragmento de la Rainbow Flag original, en su primera aparición pública en la Isla, también me responsabilizaba con esta nueva generación, con estas casi doscientas personas que fueron allí para declarar que no perderían el espacio ganado, que no tenían ánimo alguno de volver al clóset bajo vagas excusas políticas, y que se atrevían a más.

Confieso que eso me emocionó, y también que me temía la reacción final.

Por supuesto, yo hubiera estado ahí. Si lo hice cuando todo aún era mucho más riesgoso   —cuando ni siquiera existía la Jornada contra la Homofobia y ni yo me había atrevido a convocar, desde el arte, a voces diversas en pro de la diversidad sexual en Cuba—, entonces no solo se trataba de estar, sino de la responsabilidad de estar y de acompañar a los que se atrevieron, a los cuales, desde aquí, extiendo mi más profundo respeto.

En tu opinión, ¿cuál debió ser la respuesta adecuada tanto de la policía —es decir, del gobierno— ante la marcha, como de los manifestantes ante la intervención policial?

En lo que escribí inmediatamente después del suceso, dije que lo más lamentable fue lo predecible de cuanto sucedió. Siempre sospeché que llegar al malecón sería imposible (el eco del Maleconazo sigue encendido en muchas mentes), pero el número de personas que desfilaron también me llevó a creer que todo se resolvería de un modo más civilizado. Ya sabemos que no fue así.

En la televisión, en el programa la Mesa Redonda del 13 de mayo, el CENESEX insistió en la presunta manipulación de los manifestantes, a pesar de que varios expresaron a la prensa extranjera que no se trataba de una protesta política, sino de un acto de reafirmación de sus derechos y demandas por el matrimonio igualitario.

La torpeza política de la respuesta del CENESEX arroja luz sobre las incapacidades y las faltas de diálogo que acosan a la sociedad cubana en este nuevo momento. Acusar a alguien de disidente en Cuba, sea cual sea el contexto de la acusación, sataniza de inmediato a esa persona, la convierte en la no-persona de la que hablaron Virgilio Piñera, Reinaldo Arenas y algunos más.

No deja de ser también “luminoso” —a su modo, claro— que ni las temidas iglesias evangélicas, ni los máximos representantes del poder político en Cuba, se hayan expresado al respecto. Da la medida del desamparo en el que se encuentra quien proyecta nuevas conversaciones, nuevas maneras de demandar estrategias de cambio y renegociaciones en el imaginario político nacional.

El CENESEX, que perdió la oportunidad de sumarse a la convocatoria y reconquistar así su rol ante las personas LGTBIQ, que sí respondieron a ella, quiso boicotear la marcha cambiando incluso la hora de la Fiesta por la Diversidad: programada en la noche, la adelantaron para la misma hora en que la marcha alternativa iniciaría su paso desde la estatua de José Martí en el Parque Central (justo donde desfilamos los atrevidos de 1995).

Esto da la medida de sus preocupaciones ante un acontecimiento que se les fue de las manos, que les restó protagonismo —cosa que ha de dolerles mucho— y que resquebrajó su imagen de único canal para esa clase de manifestaciones. De todo ello fue eco la Mesa Redonda, que, para variar y como metáfora monocromática de la sociedad cubana, solo incluyó a las voces oficiales.

Y es que hay quienes, a pesar de las evidencias, siguen queriendo venir a esta Isla a oír el cuento dorado de una Cuba en la que parecieran no haber sucedido las UMAP, la parametración, el éxodo del Mariel, y otras muchas circunstancias en las cuales ser homosexual ha sido, y sigue siendo, reconocerse en el papel de una víctima a la que aún no le llega, ni le es concedida, la hora de su verdadera rehabilitación.

Muchos opinamos que esta marcha del pasado 11 de mayo no puede ser ya entendida exclusivamente como una reivindicación de derechos de la comunidad LGTBIQ, sino como la expresión de una necesidad nacional de concordia… ¿Cómo la valoras Norge Espinosa? ¿Cuáles pudieran ser las respuestas venideras del gobierno a lo sucedido aquel sábado?

Todo está por ver, y a un mes de los acontecimientos, la fecha a la que he esperado para responder estas preguntas, las certezas no son demasiadas.

Para los que forman parte de esta improbable comunidad LGTBIQ cubana, y que van ganando cierta conciencia de que ser integrantes de ella, no se limita a la sandunga de la conga ni al permiso que por unos días pareciera concederse a “maricones y tortilleras” para expresar su deseo, el 11 de mayo será un referente crucial.

Pero el cubano olvida rápido, y bajo el manejo de la versión oficial de los hechos, ese impacto podría disolverse. Se trata pues, de activar conciencia y memoria, no solo sobre la marcha, sino sobre sus detalles más oscuros, como las detenciones que sufrieron algunos activistas antes y después, para que la memoria sea completa.

Con Víctor Fowler, hace unos años, organicé el primer seminario sobre arte y literatura de tema homoerótico de nuestro país, repasando desde los años coloniales hasta nuestros días e incluyendo pasajes complejos, figuras del exilio, cuestiones legales, etc. Víctor creía que no daríamos abasto, pues la novedad del curso le hacía pensar que muchos estarían interesados en lo que íbamos a discutir. Y resultó que no pasaron de diez personas las que nos siguieron de clase en clase para saber más sobre Enriqueta Faber, Julián del Casal, el núcleo homoerótico del teatro de arte de los años 50 en Cuba, Lydia Cabrera, Ofelia Rodríguez Acosta, Piñera, Raúl Martínez, Ballagas, Lezama, Sarduy, Carlos Montenegro, Reinaldo Arenas, Magali Alabau, Delfín Prats, Lina de Feria, Pedro de Jesús, Eduardo Hernández, Rocío García, novísimos autores, realizadores de cine… y muchísimos más.

Aprender significa comprometerse, y no dudo que muchos prefieran una comunidad cubana LGBTIQ carente de esas armas, de esas señales de alerta que le ayuden a prepararse mejor para estas y otras batallas.

El propio Víctor Fowler, en la última mesa que organicé desde la UNEAC como resonancia del Día Mundial de Lucha contra la Homofobia y la Transfobia, habló de la necesidad del perdón, de la imprescindible hora en la cual se pidan disculpas a quienes han sufrido, por el mero hecho de su sexualidad, discriminaciones y represiones en nuestra Historia. Y eso no agradó a algunas mentes, lo que me dio la medida de cuán poco preparados estamos para superar traumas, neurosis, sospechas de todo tipo, y lograr esa concordia de la que hablas.

No sé qué sucederá el año venidero, si el CENESEX recapacitará y volverá a tener su conga, si a ella acudirán los que la reclamaron o si será nuevamente la avenida de Prado el escenario de una nueva marcha alternativa. No sé, tampoco, aunque me parece algo obvio, si se establecerá una mesa de diálogo que convoque a todas las partes, frente al Estado, y sea capaz de superar puntos de vista y criterios personales para reorganizar una estrategia de reafirmación ante los ataques recibidos, evangélicos y no evangélicos.

Esto depende de muchas cosas que rebasan la mera discusión por los impostergables derechos de la diversidad sexual. Si, por obra divina, mañana el país amaneciera restaurado, con calles limpias, sin carencias materiales, etc., aún quedaría esa otra obra por hacer, mucho más ardua: la de restañar una noción de espiritualidad.

En La Habana, en Miami, en Camagüey, en España, en Nueva York, oyendo hablar a sobrevivientes de esas discriminaciones, he aprendido a entender y a respetar el dolor de quienes me hablan. Pero también a asumirlo como una fuerza progresiva: que no se quede en el eco de la queja, sino que sirva para establecer nuevos pasos y demandas.

La Nación se reconstruye, ya lo dijo Martí, con todos y para el bien de todos. También de los miembros de esa comunidad cubana LGTBIQ de la que aún espero madurez y capacidad para sacar de esta fecha de mayo un acuerdo mayor entre sus partes, una identificación precisa con objetivos de lucha y algo más que el colorido ir y venir entre iniciativas a veces demasiado dispersas.

Para eso debería servirnos el 11 de mayo, que no es una mimética repetición del Stonewall a la cubana, sino lo que nos toca, a 50 años de aquel motín que desequilibró para bien tantas cosas, y de cuyos detalles no saben demasiado muchos de los que conforman esa improbable comunidad LGTBIQ cubana. Y es desde esa conciencia y su responsabilidad, la que emana de las imágenes que nos ayudan a recordar ese día como una opción de cambio, que debería servirnos de orgullo e impulso.

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Vestido de novia

Por eso no levanto mi voz, viejo Walt Whitman,

contra el niño que escribe nombre de niña en su almohada,

ni contra el muchacho que se viste de novia

en la oscuridad del ropero.

Federico García Lorca

Con qué espejos

con qué ojos

va a mirarse este muchacho de manos azules.

Con qué sombrilla va a atreverse a cruzar el aguacero

y la senda del barco hacia la luna.

Cómo va a poder

Cómo va a poder así vestido de novia

si vacío de senos está su corazón si no tiene las uñas pintadas

si tiene sólo un abanico de libélulas.

Cómo va a poder abrir la puerta sin afectación

para saludar a la amiga que le esperó bajo el almendro

sin saber que el almendro raptó a su amiga le dejó solo.

Ay adónde va a ir así este muchacho

que se sienta a llorar entre las niñas que se confunde

adónde podrá ir así tan rubio y azul tan pálido

a contar los pájaros a pedir citas en teléfonos descompuestos

si tiene sólo una mitad de sí la otra mitad pertenece a la madre.

De quién a quién habrá robado ese gesto esa veleidad

esos párpados amarillos esa voz que alguna vez fue de las sirenas.

Quién le va a apagar la luz bajo la cama y le pintará los senos conque sueña

quién le pintará las alas a este mal ángel hecho para las burlas

si a sus alas las condenó el viento y gimen

quién le va a desvestir sobre qué hierba o pañuelo

para abofetearle el vientre para escupirle las piernas

a este muchacho de cabello crecido así vestido de novia.

Con qué espejos

con qué ojos

va a retocarse las pupilas este muchacho que alguna vez quiso llamarse Alicia

que se justifica y echa la culpa a las estrellas.

Con qué estrellas con qué astros podrá mañana adornarse los muslos

con qué alfileres se los va a sostener

con qué pluma va a escribir su confesión ay este muchacho

vestido de novia en la oscuridad es amargo y no quiere salir no se atreve

no sabe a cuál de sus musgos escapó la confianza

no sabe quién le acariciará desde algún otro parque

quién le va a dar un nombre

con el que pueda venir y acallar a las palomas

matarlas así que paguen sus insultos.

Con qué espejos con qué ojos

va a poder asustarse de sí mismo este muchacho

que no ha querido aprender ni un sólo silbido para las estudiantes

las estudiantes que ríen él no puede matarlas

así vestido de novia amordazado por los grillos

siempre del otro lado del puente siempre del otro lado del aguacero

siempre en un teléfono equivocado

no sabe el número tampoco él lo sabe.

Está perdido en un encaje y no tiene tijeras

así vestido de novia como en un pacto hacia el amanecer.

Con qué espejos

con qué ojos.

Tomado de Hypermedia Magazine, localizable en:

https://www.hypermediamagazine.com/columnistas/set-point/hablo-por-mi-obra-y-por-mi-desacato/

Mirada crítica a la Facultad de Medios Audiovisuales del ISA

Mirada crítica a la Facultad de Medios Audiovisuales del ISA

¿Para qué se tiene una escuela de cine o de medios? ¿Qué estudiantes debemos aceptar? ¿Debe ser una cuestión de simple superación, de matemática social, o una plataforma para generar inquietudes estéticas?

¿De qué forma una dinámica docente y creativa puede ser refrendada en una comunidad? ¿No debería un espacio artístico generar confrontaciones académicas capaces de extenderse a los espacios públicos? ¿Tuvimos en los noventa, o ahora, un mejor cine, televisión o radio gracias a este centro?… Son estas algunas de las preguntas que se formula el crítico y profesor universitario Gustavo Arcos Fernández-Britto al hacer un inquietante recuento del devenir de la Facultad de Medios Audiovisuales del ISA, institución que ya ha tenido 18 graduaciones desde que se abrió el curso regular. Por lo llamativo de la temática, Miradas Desde Adentro reproduce este artículo de Gustavo Arcos, aparecido inicialmente como parte del servicio informativo de la agencia IPS.

Había una vez… la FAMCA

Mientras la Facultad de Medios Audiovisuales del Instituto Superior de Arte celebra una nueva graduación y otra edición de su festival Imago, este texto recuerda su importancia para el audiovisual cubano.

Por Gustavo Arcos Fernández-Britto

Llegué como profesor de Historia del Cine a la Facultad de Medios Audiovisuales (FAMCA) a finales de la pasada década de los noventa, el mismo año en que se le otorgaba al Instituto Superior de Arte (ISA) una extraña distinción: el Premio Imperial de las Artes, que confería una asociación japonesa de alto nivel. En ese momento, la escuelita de cine, que es como casi todo el mundo la conocía, estaba ubicada en una casona de 5ta y 20, en la lujosa barriada de Miramar, y solo ofrecía cursos por encuentros quincenales a trabajadores de los medios. El lugar podía ser muchas cosas, pero nadie podía imaginar que detrás de la copiosa vegetación que cubría su entrada se diseñaba, de alguna manera, el futuro de la industria audiovisual del país.

Corría 1999 y por los estrechos pasillos de la institución apuraban sus tesis algunos ilustres desconocidos, como Marilyn Solaya (con un trabajo sobre “Alegrías de sobremesa”), Inti Herrera, Ian Padrón (preparaba Motos), Esteban Insausti (tenía casi listo su corto Más de lo mismo), Leandro Martínez (¿Me extrañaste mi amor?), Humberto Padrón (con Video de familia) Luis Leonel León (Habaneceres) y Marcos Castillo (editaba su documental sobre Los Beatles), entre otros.

Apenas habían pasado 10 años desde aquel día de 1988 en que abrió sus puertas, en un pequeño local perteneciente al Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), ubicado a pocos metros de la esquina que más tarde le serviría de sede. Debe recordarse que ya existía una escuela de cine, la de San Antonio de los Baños, fundada con gran resonancia en diciembre de 1986, donde estudiaban algunos cubanos. No debe extrañarnos que, entonces, muchos se sorprendieran con esta noticia, cuestionando la viabilidad del nuevo proyecto, pues durante tres décadas el cine cubano alcanzó resonancia universal sin que sus artistas o técnicos hubiesen recibido formación académica o teórica de alto nivel. La industria trabajaba con sus talentos a través de un largo proceso piramidal que utilizaba el ejercicio cinematográfico directo como principal herramienta pedagógica. Al Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) se entraba de diversas formas y, aunque se impartían cursos o talleres internos en múltiples especialidades, el cine se aprendía haciéndolo.

Por aquellos días de 1988 aún existía el campo socialista, aunque nadie imaginaba que le quedaría menos de un año; la perestroika de Gorbachov estaba en su apogeo; Fidel había iniciado el Período de Rectificación de errores y la tenencia de divisas se penalizaba con la cárcel. En La Habana, los artistas habían tomado calles, galerías y plazas con llamativos performances y acciones plásticas, mientras en el plano audiovisual se generaban prometedoras estrategias, pues acababan de surgir los Grupos de Creación en el ICAIC, el Movimiento Nacional de Video daba sus primeros pasos y también los Talleres de Cine, impulsados por la Asociación Hermanos Saíz, que tanto marcaron a una generación.

La facultad de medios surge, sorpresivamente, en aquel contexto de renovaciones, esperanzas y mutaciones. Según Jesús–Chucho-Cabrera, su fundador y decano por 12 años, todo comenzó alrededor de 1987, cuando a raíz de una reunión con directivos del ICRT, el Ministerio de Cultura y el gobierno, él plantea la contradicción de que a muchos de los creadores y artistas de los medios, especialmente los que trabajaban en la TV y la Radio, no se les podía gratificar adecuadamente, pues aunque dirigían complejos programas, no contaban con estudios superiores afines a sus especialidades de labor. Es decir, se podía ser, por la práctica, sonidista, fotógrafo, editor o realizador, pero la escala salarial exigía que para obtener la máxima remuneración había que ser, también, universitario. Así que pudiéramos decir que la facultad de medios surge gracias a un conflicto salarial.

Cuenta Jesús Cabrera que, a los pocos días de aquella reunión, en la que también estaba Raúl Castro, es citado a la oficina de Armando Hart, entonces Ministro de Cultura. Al llegar, se encuentra con Julio García Espinosa, presidente del ICAIC; Antonio Rodríguez, rector del ISA, e Ismael González (Manelo), quien estaba al frente del ICRT. El visto bueno para la apertura de una escuela ciento por ciento cubana estaba dado por las autoridades y había que, en breve tiempo, configurar un plan de estudio, un claustro de profesores y toda una estructura docente sobre la cual levantar la nueva facultad, integrada al sistema de la enseñanza artística que ya existía en el país. Asesores, metodólogos, artistas, funcionarios y profesores fueron llamados a estudiar experiencias similares, adaptar programas y configurar nuevas materias. Cuando aparentemente todo estuvo listo, la sede aún no existía y, por tanto, tampoco la infraestructura tecnológica necesaria para alzar un centro profesional de estudios especializados. Pero en un país acostumbrado al voluntarismo, tales cuestiones se veían como secundarias.

La premura que acompañó el diseño de aquel proyecto puede haber sido la causa de muchos de los problemas que aún hoy lo acompañan. El primero de ellos, desde mi punto de vista, tiene que ver con su propia concepción integradora, que relaciona la radio, una expresión básicamente sonora e informativa, con el cine y la televisión, que se mueven en un espectro más amplio y complejo, cuya naturaleza manipula el tiempo y el espacio utilizando imágenes en movimiento y diferentes técnicas. Son lenguajes diferentes. Desde luego, es justa la lógica de profesionalizar y permitir que los creadores radiales cuenten con estudios superiores, pero esta especialidad debió situarse, antes y ahora, en la Facultad de Periodismo, que le era más consustancial.

Una segunda y grave cuestión fue la de excluir al guion de las especialidades artísticas formativas. La facultad gradúa a editores, sonidistas, fotógrafos, productores y realizadores, pero no a guionistas. Al parecer se entendió, erróneamente, que los jóvenes con talento y habilidades para escribir relatos para los medios debían optar por la facultad de Artes Escénicas, donde se estudiaba Dramaturgia y Teatrología. Un disparate, pues el arte teatral tiene sus propias particularidades expresivas. El sinsentido se hace mayor si pensamos que el cine, la radio y la televisión necesitan historias y guiones sobre los cuales estructurar sus obras. ¿Cómo escindir una especialización tan vital como la escritura de guiones de la propia dinámica académica y artística que pretendía potenciar la facultad?

El tercero de los problemas viene dado por la idea de que se trataba, solo, de un centro para la formación teórica y la elevación del nivel académico de sus estudiantes. Tal “principio” redujo el compromiso de las instituciones, pues bastaban un local, una pizarra y un profesor para echar a andar y, tras cinco años de pura teoría, se egresaba, cual Leonardo da Vinci, listo para trabajar en cualquier medio. Se decía que, como la facultad se había abierto para trabajadores, ellos solo necesitaban aprender un grupo de saberes y conocimientos de la cultura universal. La práctica la tendrían cada día en sus propios medios, pues por algo ya trabajaban en ellos.

Como la vida es siempre más rica que nuestras ideas y planes, resultó que muchos de esos “trabajadores de los medios” que han pasado por la facultad, no lo eran tanto o, si lo eran, desempeñaban más bien faenas secundarias. Se ocasionaba entonces un conflicto institucional que duró por mucho tiempo: el ICRT exigía a los egresados cursos de habilitación profesional antes de calificarlos para sus puestos, desdeñando los títulos y especializaciones artísticas obtenidas en su paso por el ISA. Para rematar las discordancias del sistema, varios de los profesores que tenían la tarea de “habilitar” eran los mismos que impartían clases en la escuela de Miramar.

Por otra parte, durante la pasada década de los noventa, las relaciones de la facultad con el ICAIC vivieron su momento más bajo y, a ratos, fueron como un matrimonio mal llevado. Muchos en la institución entendían que la escuela tenía poco de cine (solo se hicieron dos tesis sobre celuloide) y demasiado de televisión o radio. Aunque ya las fronteras entre los medios se empezaban a desdibujar, aún permanecía la idea de que los artistas que trabajaban en un medio no debían mezclarse con los de otros. Jesús Cabrera, un “hombre de la televisión”, conformó un claustro mayormente integrado por profesionales de ese medio (Abel Ponce, José Ramón Artigas) y algunos provenientes del entorno del cine, como Enrique Pineda Barnet, Jorge Fuentes, Belkis Vega, José Massip, Rogelio París, Enrique Colina, o el productor Humberto Hernández, quienes se sumaron esporádicamente y de buena gana al proyecto, aunque sus apreciables colaboraciones no duraron, ya fuera por conflictos con el propio sistema de enseñanza, decisiones personales o por discrepancias con el estilo de dirección planteado por su decano.

En 1991, los sucesos de Alicia en el pueblo de Maravillas recolocaron nuevamente al frente del ICAIC a Alfredo Guevara, quien ya tenía que emplear bastantes energías y diplomacia para tratar de mantener a flote el organismo que había fundado en 1959 y que, por decreto ministerial, se había disuelto. La escuela del cine no estaba en sus prioridades, no había participado en su creación, no compartía sus métodos de enseñanza y su personalidad y estilo de trabajo estaban en las antípodas de Jesús Cabrera. En 1994, el ISA le otorgó el título de Doctor Honoris Causa en Arte a Guevara y no hubo muchas menciones en aquel acto para la facultad de medios. El silencio se hace más llamativo al comparar todo el apoyo que el ICAIC le brindó durante esa década a la Escuela Internacional de San Antonio, un proyecto que, desde luego, le era mucho más cercano política y culturalmente.

Las peculiares características de la estructura administrativa que rodeaban a la facultad y al propio Instituto Superior de Arte, al cual pertenecía, la situaban en un terreno de nadie. Se encontraba en el medio de dos organismos estatales: el Ministerio de Cultura y el de Educación Superior. Las intenciones y estrategias de uno muchas veces chocaban con las políticas que en el marco de la enseñanza nacional dictaba el otro. A diferencia de cualquier escuela de cine del mundo, la nuestra no tenía la más mínima autonomía y cualquier decisión que en ella se tomara debía ser ratificada o rechazada por instancias superiores o ajenas a la institución.

En tal sentido, el plan de estudios, el peso de algunas materias, los contenidos de las asignaturas, el financiamiento, las cuestiones administrativas, el apoyo tecnológico o logístico, la promoción, las libertades para invitar a profesores extranjeros o la capacidad para insertarse en las dinámicas de las producciones audiovisuales contemporáneas debían ser aprobadas en otros niveles, anulando múltiples iniciativas y reduciendo el impacto del centro en el ámbito de la cultura nacional. Todavía bien entrado el siglo XXI, la mayor parte de los ciudadanos cubanos y extranjeros reconocían a la de San Antonio como la única escuela del país, pues del ISA apenas se hablaba[1] y es que ni siquiera aparece registrada en la Federación Internacional que agrupa a los centros de formación cinematográfica del mundo, organismo que incluso llegó a presidir recientemente un cineasta cubano.

La frondosa vegetación que rodeaba la casona de 5ta y 20 fue también una metáfora de su invisibilidad. Es cierto que, por aquellos tiempos, estábamos en Período Especial y el país, a mediados de los noventa, justo cuando se producían las primeras graduaciones de la escuela, pasaba por sus momentos más críticos y definitorios. Sin embargo, ¿deberíamos achacar solo a esta terrible circunstancia el hecho de que nunca se propiciaran posgrados y maestrías, que no se conservara una memoria audiovisual con los trabajos que se generaban en su sede, que no existiera una mediateca con los filmes más relevantes de la Historia del Cine, que nunca abriera una oficina o departamento de promoción, o que la facultad se mantuviera distante de los procesos creativos que sí tenían lugar en la escuela de San Antonio o hasta en el propio ISA? Si alguien intentara hoy visionar las obras filmadas en aquellos años, revisar las tesis o incluso repasar la lista de sus egresados, se encontrará con un mundo poblado de fantasmas, de datos imprecisos, o de historias atrapadas en mohosas cintas de VHS.

¿Hasta qué punto los creadores audiovisuales que pasaron por la facultad en los noventa supieron o pudieron interpretar artísticamente los dramáticos acontecimientos que les tocó vivir? ¿Cuántos documentales, cortos de ficción, programas de radio o televisión dialogaron con, por ejemplo, la caída del campo socialista, el “proceso de rectificación”, el llamamiento al Congreso del Partido, la doble moneda, la parálisis del país, el auge de la prostitución, el mercado negro y la crisis de valores, el regreso de nuestras tropas de África, la epidemia de neuritis óptica, la emigración descontrolada, el exilio, los sucesos de 1994, la visita del papa Juan Pablo II en 1998, la llegada de Chávez al poder, la sustitución de Roberto Robaina en 1999, el fin del milenio o el secuestro de Elián González, por solo citar algunos de los sucesos más relevantes e impactantes a nivel social ocurridos en la década? Pero no solo se trataba de dialogar, sino también de problematizar. Si se hicieron, ¿dónde pueden verse aquellos filmes? Creo que solo sobrevive uno,…y todavía el sueño, el found footage documental de Humberto Padrón, rodado en 1998.

Muy difícil debió ser para el equipo de dirección de la facultad mantener las aulas abiertas en tales circunstancias económicas y sociales. En diferentes espacios, Jesús Cabrera ha contado los numerosos problemas que debía enfrentar cada día para asegurar que los alumnos tuvieran, al menos, un profesor delante, aunque no fuese el idóneo. Y es que una cosa era ser un experimentado director de fotografía, un editor o un realizador de extensa obra y otra bien distinta saber cómo transmitir conocimientos a un auditorio durante todo un año de encuentros. Así, la falta de exigencias de algunos profesores, escudados tras la idea de “para qué lo voy a suspender ahora, ya la vida lo suspenderá”, terminaba por naturalizar la apatía y la mediocridad.

Buena parte de las promesas hechas por las autoridades, cuando en 1987 se empezó a diseñar el proyecto, por una razón u otra, nunca fueron satisfechas. Incluso, algunas de ellas (dos pequeños estudios para realizar grabaciones radiales, o televisivas) aún siguen sin concretarse[2]. Habría que señalar también cómo la personalidad de un directivo, su estilo o visión del arte y su relación con la vida contemporánea pueden hacer girar el péndulo hacia uno u otro lado. En tal sentido, se recuerda, lamentablemente, que la dirección de la facultad entorpeció el desarrollo profesional de varias mujeres interesadas en la especialidad de fotografía, quienes tuvieron que esperar hasta bien entrado el presente siglo para concretar sus sueños. Tampoco pareció legitimarse desde la dirección del centro un espíritu crítico en las obras, una reflexión cuestionadora sobre los fenómenos que acontecían en el país, ni tampoco una búsqueda en el orden visual o estético que llevara a los alumnos por sendas más experimentales pues, al parecer, era más importante reproducir que crear, aceptar un modelo que romperlo y siempre aparecía la frase “no es el tiempo adecuado para esto.”

A pesar de todo, un realizador como Tomás Piard, egresado en 1994, recuerda con bastante nostalgia el ambiente que, por ejemplo, lograban infundir a la escuela los profesores del departamento de Filosofía y Estética del ISA, quienes, a su juicio, eran lo mejor que podía tenerse por aquellos años. Se trataba de un grupo conformado por Magaly Espinosa, Madelín Izquierdo, Gustavo Pita, Orlando Suárez Tajonera, Rafael Pinto y Lupe Álvarez, quienes venían implementando un programa de Teoría del Arte que integraba el pensamiento filosófico a la práctica artística. Fue un sistema de enseñanza que ya se aplicaba en otras facultades del ISA y que había causado gran impacto desde el punto de vista creativo entre los artistas plásticos de finales de los ochenta. Trasladado por un tiempo a la experiencia de la facultad de medios, los estudiantes debían visualizar con ejercicios de realización los problemas planteados por la filosofía, y ese reto servía también como una provocación para dialogar con la historia de la cultura e interpretar con imágenes el mundo que les rodeaba.

Llama la atención que, en aquellos primeros años y durante buena parte de los noventa, las matrículas padecían de gigantismo, como si se quisiera purgar de una vez la carencia por décadas de este nivel de enseñanza, y aunque se aplicaban exámenes de aptitud, algunas autoridades se quejaban de ellos, pues entendían que cercenaban, por su rigor, el interés de numerosos aspirantes. Llegó a decirse que, como cada provincia tenía un telecentro, había que graduar la mayor cantidad posible de interesados para ubicarlos a trabajar rápido allí.

Esa política de masificación, improcedente en el área de la tan especializada enseñanza artística, aún perdura; y a cada rato se escuchan voces que cuestionan el sistema de plazas limitadas. Se ha llegado al absurdo de decir que en el ISA y la facultad de medios solo estudian habaneros e “hijos de artistas”. Invito al que lo desee a llegarse a las aulas de la FAMCA y hacer su encuesta. Les adelanto, de todas maneras, que el 75 por ciento de los estudiantes son de provincias y, desde luego, tienen padres y madres, aunque no necesariamente artistas.

Esa lógica formativa a gran escala, propugnada por la burocracia masificadora, obtuvo su respaldo con la apertura, en 1990, de una filial en Holguín y pocos años después otra en Camagüey. Extraordinario debió ser para estas regiones conformar un claustro adecuado y estable que lograra, en pleno Período Especial, solventar los retos pedagógico-artísticos que tal empeño demandaba. Si en la capital la facultad apenas lograba sobrevivir y, con mucho trabajo, mantener por tres años a un mismo profesor, no puedo imaginar lo que debió ocurrir -u ocurre- en las otras filiales.

¿Para qué se tiene una escuela de cine o de medios? ¿Qué esperamos de ella? ¿Qué estudiantes debemos aceptar? ¿Debe ser una cuestión de simple superación, de matemática social, o una plataforma para generar inquietudes estéticas? ¿De qué forma una dinámica docente y creativa puede ser refrendada en una comunidad? ¿No debería un espacio artístico generar confrontaciones académicas capaces de extenderse a los espacios públicos? ¿Tuvimos en los noventa, o ahora, un mejor cine, televisión o radio gracias a este centro? Fomentar la investigación y el análisis teórico está muy bien, pero ¿cómo es posible extirpar la praxis de ese proceso formativo?

Lo cierto es que con carencias y enormes dificultades, cerca de 400 estudiantes pasaron por las aulas de la facultad de medios durante los noventa. Muchos de ellos, a los que quizás “la vida ha suspendido”, son hoy desconocidos, y su quehacer se diluye en el día a día, la rutina, el conformismo. Otros han conseguido hacerse de un nombre, en Cuba o lejos de ella, creando, buscando su estilo, rompiendo moldes, adaptándose o trabajando en cualquier otra cosa. Se sabe que solo una escuela no hace a un artista, pero le brinda las herramientas para que su obra sea estéticamente válida, coherente con sus inquietudes, técnicamente funcional y, quizás, el tiempo dirá, pueda convertirse también en una obra de arte.

La facultad ya no está en 5ta y 20, sino en 14 y 3ra, en otra residencia de Miramar, mucho más amplia. Ahora se llama Facultad de las Artes de los Medios de Comunicación Audiovisual, o FAMCA, por sus siglas, y en algunos días pueden coincidir en sus pasillos y pequeñas aulas casi medio centenar de alumnos al mismo tiempo. El Instituto Superior de Arte también mutó su nombre y ahora es la Universidad de las Artes. Muchas cosas han cambiado allí y otras no tanto. En 2001 la facultad abrió también sus puertas a estudiantes provenientes del nivel preuniversitario. Fue un paso y riesgo extraordinario. Se adaptó el viejo plan de estudios, aplicado con fórceps a los dos primeros grupos que ingresaron, y desde esa fecha hemos tenido otros dos planes nuevos. No se ha abierto el guion como perfil de salida, aunque sí aumentaron las horas para las materias asociadas a él.

Dieciocho han sido las graduaciones que ha tenido la facultad desde que se abrió el curso regular. Un número importante de esos egresados proviene de otras provincias del país y casi una treintena llegó de otras naciones, como Colombia, México, Perú, Bolivia, Ecuador o España. Desde hace cinco años se incorporaron en el proceso docente, ahora más polivalente, los ejercicios audiovisuales de uno y tres minutos para todos los estudiantes del curso regular que es, por mucho, el que mayor atención y recursos exige. Respondiendo a demandas formativas e intereses institucionales, los estudiantes han participado activamente en proyectos comunitarios relacionados con la salud, la educación o el activismo social. Las maestrías y diplomados dejaron de ser asignaturas pendientes y en años recientes se han logrado finalizar algunas.

Los problemas con el claustro docente se han acentuado, siendo este el más grave de todos. No importa la letra o buenas intenciones de los planes de estudio (acaba de aprobarse el plan E) que los metodólogos, obsesionados con homogeneizar la enseñanza en el país, implementen. Todo ese diseño se viene abajo si los profesores no están a la altura que los tiempos y la enseñanza artística de nivel superior requiere. Los mejores creadores y técnicos del país no pueden comprometerse de manera estable con las dinámicas de enseñanza existentes en la facultad. Los artistas no pueden estar a tiempo completo dedicados a la docencia porque, como es lógico, sus prioridades están en la propia creación. Tal vez el camino sea aplicar un modelo de cursos por talleres intensivos o concentrados. El bajo salario, las precarias condiciones de sus aulas, la inexistencia de bibliotecas y videotecas apropiadas, las promesas reiteradamente incumplidas, el envejecimiento del parque tecnológico, la ausencia de estímulos y atenciones para los especialistas que allí laboran han generado sistemáticas deserciones.

Atada aún a las políticas y fórmulas que impone el sistema educativo cubano, la facultad y sus directivos poco pueden hacer. Lo que viene sucediendo en las filiales de Holguín y Camagüey es lamentable. Por otra parte, no existen mecanismos jurídicos para que la facultad gestione de forma autónoma sus recursos, maestros, infraestructura o medios tecnológicos, lo que la hace totalmente dependiente de las estrategias y los fondos que apruebe el Ministerio de Cultura.

Desde que se abrió el curso regular, las sucesivas direcciones -cuatro– de la facultad han intentado suscribir, sin mucho éxito duradero, convenios de trabajo con otros centros superiores del país, universidades que, increíblemente, en similar periodo, sí tuvieron la suerte de contar con recursos y atenciones de las autoridades. No se explica cómo unos pueden tener estudios de televisión y radio, salas de teatro, modernos laboratorios de computación, conexiones a las redes o internet, aulas y espacios dignos para proyectar audiovisuales y la Facultad de Medios del ISA, luego de tres décadas, no disponga de ninguno.

Dicen que la práctica es el mejor criterio para la verdad. Lo que en un momento tuvo sentido, no tiene por qué tenerlo ahora. Deberíamos preguntarnos: ¿es pertinente mantener un curso para trabajadores? La realidad nos dice que cada año tenemos menos aspirantes, hasta el punto de que se han tenido que unificar los aprobados de dos convocatorias para conformar un curso con al menos 10 estudiantes. Ya el ICRT tiene implementados cursos sistemáticos de superación y habilitación en sus predios y desde hace casi dos décadas la facultad tiene también abierto su curso regular. No estamos en las pasadas décadas de los ochenta o noventa, cuando nadie disponía de una calificación superior en las cinco especialidades artísticas que ofrecía la facultad.

Por otra parte, la abrumadora mayoría de los que ingresan en la FAMCA se decantan rápida e inequívocamente por el cine o el audiovisual. Sus intereses, expectativas o deseos se levantan sobre la imagen; entonces, ¿deberíamos mantener los perfiles, la cantidad de horas, las materias y la formación profesional también para la radio? ¿No deberían estos estudios y esfuerzos ubicarse en la Facultad de Periodismo o Comunicación Social, más ahora, cuando se han reducido los años lectivos de cinco a cuatro?

En los últimos tiempos y de forma intrusiva, se vienen aplicando, al menos en la FAMCA, modelos de enseñanza donde los asuntos teóricos y las metodologías para la investigación se superponen en demasía a los procesos creativos. Las discusiones en las tesis son un buen ejemplo de ello, cuando los estudiantes hablan más de conceptos, tropos, paradigmas y modelos de investigación aplicados, que de su propia obra. El Plan E recién aprobado está saturado de categorías científicas, obligaciones y rutas metodológicas, como si nuestros egresados fuesen a ejercer la crítica literaria, o culminaran sus estudios en las facultades de Filología o Historia del Arte. Algunas autoridades sostienen que la razón esencial de las obras audiovisuales es enseñar, mostrar valores, informar, y que nuestros egresados deberían estar preparados para ejercer también una didáctica del audiovisual (¡!). Lo estético se menciona poco y cuestiones tan esenciales como la inspiración, la subjetividad, las poéticas o estilos personales, la libertad artística, el mundo referencial, las emociones, la experimentación o la sinergia con otras especialidades como las artes plásticas o escénicas no proliferan en la redacción del documento.

En una carrera que ahora dura cuatro años, de los cuales solo tres son efectivos (el último es para hacer dos tesis), la cantidad de contenidos y saberes exigidos resulta apabullante. No debe olvidarse que las generaciones actuales cada vez rechazan más los discursos y las retóricas unidireccionales. El exceso de información solo genera extrañamiento y apatía. Si los planes de enseñanza (todavía demasiado presenciales) no se abren a la interactividad, y el conocimiento a la provocación o ruptura de los modelos artísticos, poco estaremos haciendo.

Es extraordinario, casi milagroso, que luego de tanto tiempo y adversidades –que incluyen sobrevivir a tres penetraciones del mar–, esas edificaciones aún consigan formar y graduar a decenas de jóvenes cada año. La enseñanza artística es muy costosa y nuestras instituciones han tenido un rol importante en ello. Pero también es una muestra del enorme potencial creativo latente en el país y, sobre todo, del sacrificado compromiso de muchos de sus profesores. Los nombres de Rudy Mora, Orlando Cruzata, Alejandro Pérez, Ernesto Fundora, Luis Najmías, Tomás Piard, Marilyn Solaya, Luis Hidalgo Ramos, Anabel Leal, Rini Cruz, Lídice Pérez, Delso Aquino, Rolando Chiong, Alejandro Brugués, José Víctor Herrera, Ian Padrón, Esteban Insausti, Inti Herrera, Jonal Cosculluela, Lily Suárez, Humberto Padrón, Carlos Quintela, Alejandro Ramírez, Maryulis Alfonso, Claudia Calviño, Velia Díaz de Villavilla, Sebastián Miló y muchos otros corresponden a alumnos que transitaron durante años por sus pasillos y aulas. La amaron, sintieron y sufrieron. Hoy son relevantes y conocidos artistas, pero ¿hasta qué punto sus miradas, poéticas o estilos responden a los saberes adquiridos en su paso por la facultad? ¿Son conscientes de ello? ¿Fueron felices por siempre?

A esta historia le queda aún mucho por contar. (2019)

Notas:

[1] En Google, FAMCA aparece mayormente asociada a un fusil de la Armada Argentina.

[2] Durante el presente curso 2018-19, comenzaron las labores para construir el primer estudio de TV en un local de la FAMCA. Su equipamiento ya se encuentra en Cuba. Las obras aún se ejecutan.

Disponible en: https://www.ipscuba.net/espacios/altercine/atisbos-desde-el-borde/habia-una-vez-la-famca/

Entrevista Yaily Orozco – 🍵 Por Joaquín Borges-Triana

Entrevista Yaily Orozco – 🍵 Por Joaquín Borges-Triana

Aunque el nombre de Yaily Orozco sea todavía prácticamente desconocido en Cuba, en la actualidad ella es una harto interesante hacedora de canciones para niños y niñas. De formación como instructora de arte y luego graduada de la carrera de estudios socioculturales, esta encantadora muchacha aparece como cantautora en la ciudad de Santa Clara, un sitio que no deja de sorprendernos en su condición de cantera inagotable de nuevos talentos en el arte de trovar.

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Horacio “El Negro” Hernández: La maravilla de la Italluba Big Band

Horacio “El Negro” Hernández: La maravilla de la Italluba Big Band

Quienes entre nosotros vivieron la década de los ochenta de la anterior centuria, recordarán a Horacio “El Negro” Hernández como integrante del grupo Proyecto, encabezado por ese otro monstruo musical que es Gonzalo Rubalcaba.

No es secreto para los seguidores de la música popular cubana que Horacio “El Negro” Hernández resulta en la actualidad uno de nuestros instrumentistas que goza de mayor prestigio en la escena internacional, gracias al dominio que posee de la batería. Su desempeño durante las últimas cuatro décadas ha hecho que su nombre trascienda los circuitos del jazz y que se le llame para participar en proyectos de otra orientación genérica o estilística.

Quienes entre nosotros vivieron la rica década de los ochenta de la anterior centuria, recordarán a Horacio “El Negro” Hernández como integrante del grupo Proyecto, encabezado por ese otro monstruo musical que es Gonzalo Rubalcaba, agrupación de la que Horacio formó parte por más de diez años. En esa etapa, “El Negro” junto con Roberto Vizcaíno, conformaron una de las mancuernas de percusión de mayor calado en la historia del jazz hecho por nuestros compatriotas.

Creo que uno de los rasgos más interesantes en el quehacer reciente de Horacio “El Negro” Hernández viene dado por el hecho de que no se ha limitado a figurar como sesionero de incontables grabaciones o miembro de diferentes formaciones, siempre con músicos de talla internacional, sino que también ha apostado a defender una idea creativa de corte mucho más personal, a lo cual le ha dado camino a través de su cuarteto Italuba, grupo con el que ya tiene varios discos registrados.

Si bien esos trabajos fonográficos anteriores han sido harto interesantes, en mi opinión el punto de plena madurez se alcanza ahora con la salida al mercado del material titulado Italluba Big Band. No me parece que exagero ni un ápice al afirmar que este es uno de los mejores productos editados por nuestra industria del disco en lo que va del siglo XXI, pues los diez cortes recogidos aquí poseen la virtud de transmitir contemporaneidad y a la vez ser continuidad del legado de grandes maestros del jazz facturado por nuestros compatriotas en otros tiempos. Así, cuando uno escucha de conjunto todas las piezas de la grabación, siente que la buena vibra de maestros como el gran Chico O’farrill se encuentra aquí presente. Vale recordar que “El Negro” fue integrante de la orquesta de este ilustre personaje del jazz latino.

La perspectiva de rendir tributo no solo a cubanos sino a distintas glorias del latin jazz se percibe desde los dos primeros cortes de la grabación, o sea, “Last minute” y “Puerto Rico”, un homenaje a Jerry González, alma del Fort Apache Band,  y Steve Berrios. En el caso de este último tema, es de destacar la participación de los vocalistas Haila, Robertón y Mandy Cantero, quienes como invitados del corte le proporcionan la típica sabrosura de la música bailable caribeña.

Momentos que merecen particular mención en el DVD son “90 millas”, con destaque para el guitarrista eléctrico Héctor Quintana y el saxofonista César López; “Pati metal”, de nuevo con un sobresaliente solo a cargo de Héctor Quintana”,; “Divertimento”, donde las palmas se las lleva el trombonista Eduardo Sandoval;  “Deseo”, tema en el que el protagonismo como invitado lo asume Carlos Miyares, o “Tropical Madrid”, donde el camagüeyano César López vuelve a hacer de las suyas.

Empero, al margen del sobresaliente trabajo de Horacio y sus distintos invitados, en mi parecer el gran mérito de este material está en lo aportado por la Big Band dirigida por Joaquín Betancourt, una orquesta armada con muchachos procedentes en su inmensa mayoría de los participantes en ese importantísimo concurso que es el Jojazz. Sucede que por los costos de producción, hoy no está de moda grabar con una macrobanda y por ello, es difícil encontrarse Cds o DVDs con la intervención de dicho otrora popular formato. A semejante peculiaridad, hay que añadir que los arreglos concebidos para este material de Horacio “El Negro” Hernández demandan de altísima profesionalidad interpretativa por cada uno de los instrumentistas, cosa que los noveles músicos que aquí intervienen consiguen con absoluta y sorprendente facilidad. He ahí una de las muchas pruebas que atestiguan el excelente estado en que se encuentra en la actualidad la práctica del jazz entre nuestros compatriotas, tanto en Cuba como en la diáspora.

Así, al arribar al último corte, el titulado “Free Latin”, solo queda ofrecer gracias por la existencia de la música y porque todavía, en medio de las enormes dificultades que vivimos en Cuba, haya espacio y voluntad para acometer proyectos como el denominadoHORACIO “EL NEGRO” HERNÁNDEZ: Italluba Big Band, un trabajo que estoy convencido resistirá la prueba del paso del tiempo. Digo yo.

Para conocer más a Svetlana Alexiévich

Para conocer más a Svetlana Alexiévich

Según Svetlana Alexiévich, “La filosofía de ‘vivir en la naturaleza’ se ha transformado en la filosofía de ‘vivir a costa de la naturaleza’, y la naturaleza se venga.

Aunque el nombre de la escritora bielorrusa Svetlana Alexiévich (Premio Nobel de Literatura) no aparezca en los créditos de la miniserie Chernobyl, realizada en coproducción por la cadena estadounidense HBO y la británica Sky, audiovisual que ya circula en Cuba vía “El Paquete”, el material está inspirado en una obra suya: el libro Voces de Chernóbil. Crónica del futuro, publicado por primera vez en ruso en 1997, un texto  que da testimonio del drama del accidente ocurrido en la central nuclear ucraniana en abril de 1986. Si bien es cierto que ni la serie de cinco episodios ni el libro en que está inspirada son del todo objetivos y que, por tanto, por doquier se percibe la intención de transmitir un determinado mensaje ideológico en contra de lo que fue la Unión Soviética y de la actual Rusia, más allá de méritos artísticos señalados por la crítica especializada y que van desde el verismo de sus imágenes, el formidable diseño de producción y que se muestra en el trabajo de reconstrucción histórica, la excelente fotografía del sueco Jakob Ihre, la funcional banda sonora de la islandesa Hildur Guðnadóttir, la eficiente labor de sonido y que propicia el clima de miedo, desolación, peligro, hasta el buen desempeño del elenco artístico, al menos a mí me queda claro que lo intenso de las discusiones y reacciones a propósito de esta miniserie evidencia el retorno de la otrora agresividad de la Guerra Fría al ámbito de  las relaciones internacionales. Como que Chernobyl 2019 ha prendido entre los consumidores cubanos de series televisivas, en Miradas Desde Adentro se reproduce hoy una entrevista publicada en Babelia, suplemento del periódico español El País, a la autora de títulos comoLa guerra no tiene rostro de mujerLos muchachos de zinc: Voces soviéticas de la guerra de AfganistánEl fin del ‘Homo sovieticus’(traducido al español por nuestro compatriota Jorge Ferrer) y el aludido Voces de Chernóbil. Crónica del futuro.

Svetlana Alexiévich, la voz de Chernóbil

Dos días en Bielorrusia con Svetlana Alexiévich, premio Nobel de Literatura, que recuerda el reto que supuso escribir el libro que ha inspirado la exitosa serie de televisión sobre la central nuclear

Pilar Bonet

Chernóbil ha irrumpido de nuevo en la vida de Svetlana Alexiévich, la escritora bielorrusa que plasmó el drama del accidente ocurrido en la central nuclear ucraniana en abril de 1986 (Voces de Chernóbil. Crónica del futuro, publicada por primera vez, en ruso, en 1997). Más de 33 años después de la catástrofe, la miniserie de la productora HBO Chernobyl ha acercado el suceso  y su contexto sociopolítico a millones de espectadores. Para la mayoría, especialmente para los jóvenes, Chernóbil forma parte de la historia; pero para Alexiévich y los exciudadanos de la URSS residentes por entonces en Ucrania, Bielorrusia y Rusia, es aún vida.

El recuerdo, las lecciones y la actualización de Chernóbil son tema recurrente en las dos citas de esta corresponsal con Alexiévich esta semana en Bielorrusia. La primera, el martes, en su apartamento de Minsk, y la segunda, al día siguiente, en una excursión a la dacha (casa de campo) de Alexiévich en Silichy, una localidad a 40 kilómetros de la capital bielorrusa. Entre un viaje y otro, la vida cotidiana de Alexiévich discurre en estos dos ambientes adquiridos después de que recibiera el Nobel en 2015. Su piso de Minsk tiene una espléndida vista sobre el lago del centro de la ciudad. La dacha, construida con sólidos troncos aún aromáticos, está en los límites del pueblo, separada por unos trigales de las suaves colinas que en invierno son las pistas de una estación de esquí. En este refugio, donde Svetlana planea encerrarse este verano a escribir, reside de forma permanente María Vaitziashonak, escritora en lengua bielorrusa y artífice del jardín, lleno de caprichosos y recónditos espacios entre matorrales, árboles y macizos de flores. En Minsk y en Silichy, el móvil de Alexiévich suena una y otra vez: de nuevo, Chernóbil.

“El miedo ecológico se ha apoderado de la gente. Se ha hecho evidente que la naturaleza escapa de nuestro control y que hemos cruzado una frontera”, dice. “La filosofía de ‘vivir en la naturaleza’ se ha transformado en la filosofía de ‘vivir a costa de la naturaleza’, y la naturaleza se venga”, agrega.

“La gente está hoy más dispuesta a asimilar la información y entiende mejor que en el conocimiento hay agujeros negros y también que el ser humano no es tan poderoso como se creía”, señala la escritora, para explicar la masiva acogida de la serie norteamericana.

Hasta nuestra entrevista, Alexiévich solo había podido ver fragmentos de Chernobyl. Pese a basarse en gran parte en su libro, la serie no la menciona en los títulos de crédito y eso sorprende y desconcierta a la Nobel. “Firmamos un contrato con los productores que les permitía usar entre seis y ocho historias del libro. Pero, además del libro, utilizan también su filosofía, aunque mi nombre no figura. Es muy extraño”, afirma. Los representantes de la serie no han contestado a las interpelaciones sobre la omisión de su nombre en los créditos.

Sorprendentes han sido las belicosas reacciones que Chernobyl ha provocado en los medios de información rusos, oficiales y próximos al Kremlin. Las críticas se centran sobre todo en una denuncia puntillosa y extremada de inexactitudes técnicas, narrativas o de ambientación, pero hay también quien ve la serie como el producto de retorcidas conspiraciones extranjeras contra la Rusia actual. Un comentarista en el diario Komsomólskaya Pravda considera Chernobyl como un intento de desacreditar a Rosatom (la entidad gubernamental responsable de la energía atómica en Rusia), en beneficio de sus competidores tecnológicos occidentales. En el canal de televisión NTV han anunciado el rodaje de la primera serie rusa sobre el suceso. Sus protagonistas serán un espía norteamericano infiltrado en la zona de la central y un funcionario de los servicios secretos soviéticos que intenta desenmascararlo.

“Las reacciones a la serie de televisión en Rusia muestran la misma agresividad de la Guerra Fría”

La intensidad de las reacciones rusas ha dejado a Alexiévich estupefacta, sobre todo por su empecinada defensa de la Unión Soviética, aquel Estado desaparecido en 1991 al que, como repúblicas federadas, pertenecían Rusia, Bielorrusia y Ucrania, esta última el foco de la catástrofe. “No creía que los procesos se hubieran congelado de tal modo en Rusia; las reacciones muestran la misma forma de pensar, la misma agresividad de la Guerra Fría”, opina la escritora. El “coro agresivo” que Chernobyl ha provocado en Rusia muestra, según Alexiévich, que “están en la cuneta, que no se han conectado con el mundo”. El fenómeno es más amplio y profundo. “Puse la tele y vi que Rusia anunciaba el estreno de un nuevo bombardero que Estados Unidos aparentemente no tiene y me dije que el tiempo se congeló”, exclama.

Dos sorprendentes éxitos de público relacionados con la recuperación de sucesos históricos —uno, el de Chernobyl, y el otro, de un documental ruso sobre el campo de concentración de Kolimá (en el Lejano Oriente ruso)— parecen indicar la necesidad de nuevas formas narrativas para que las jóvenes generaciones penetren en la historia y la capten también emocionalmente. Kolimá, la patria de nuestro temor (abril de 2019) fue rodado por Yuri Dud, un popular periodista ruso, tras sondeos según los cuales casi la mitad de sus compatriotas de entre 18 y 24 años no habían oído hablar de la represión estalinista.

“Vi el documental sobre Kolimá”, cuenta la escritora, “y, desde el punto de vista de mi generación, no había nada nuevo en él e incluso diría que la realidad se había simplificado, pero tuvo un gran éxito entre los jóvenes, que se rebelan contra la imposición de viejas ideas. Les imponen monumentos, museos y una ley que prohíbe interpretaciones de la Segunda Guerra Mundial distintas a la oficial. Les hablan de una gran victoria, de una gran época, pero los jóvenes quieren saber qué clase de época fue aquella”.

Dada la situación política actual en Bielorrusia y en Rusia, Alexiévich cree que hoy le sería más difícil escribir La guerra no tiene rostro de mujer que en 1985, cuando la publicó. “Pienso que no podría escribir ese libro hoy porque las mujeres que estuvieron en el frente se cerrarían y tendrían miedo a contar su verdad de la guerra, que podría entrar en conflicto con la versión oficial, en la que solo existe la Gran Victoria. En lo que se refiere a la figura de Stalin, la Gran Victoria eclipsó al Gulag en la narrativa oficial”.

En el interés actual por Chernóbil, Alexiévich ve varios factores, además de una mayor comprensión de que existe un mundo desconocido, letal y global. Los jóvenes tienen una conciencia ecológica muy fuerte y sienten el peligro. Comprenden el tema de los recursos limitados —su nieta, dice, la recrimina por encender demasiadas luces— y el calentamiento global, aunque están más lejos de entender la amenaza de la carrera de armamento y del desmontaje de los tratados de desarme que pusieron fin a la Guerra Fría. Este fenómeno preocupa más a la gente madura, reconoce.

Por su naturaleza, el accidente de Chernóbil planteó desafíos al lenguaje literario. “Existe una cultura y una tradición para la narrativa de la guerra, lo que permite al creador moverse dentro de unos márgenes, tal vez explorarlos y ampliarlos en el marco de esas tradiciones. Sin embargo, cuando yo escribí mi libro sobre Chernóbil, no había un registro cultural para la narración sobre algo tan desconocido”, afirma. Existían no obstante obras premonitorias como Picnic al borde del camino (publicado en 1972), de los hermanos Arkadi y Boris Strugalski, un relato sobre seres que se ganan la vida saqueando en una zona prohibida, que viola las leyes de la física, tras una gran tragedia. El cineasta ruso Andréi Tarkovski llevó aquel relato a la pantalla con el título de Stalker (1979). “Los Strugalski y Tarkovski tuvieron la genialidad de adivinar lo desconocido e hicieron una incursión en otra época, exploraron una amenaza antes de que ésta se abatiera sobre nosotros”, señala.

Svetlana fue por primera vez a Chernóbil cuatro meses después de la catástrofe: “Allí entendí enseguida que estábamos en otro mundo. Todo parece lo mismo —las manzanas, los pepinos, la leche—, pero sobre ellos planea ya la sombra de la muerte y las personas están desorientadas, perdidas, y no en un plano anticomunista o antisoviético, sino como algo superior, algo distinto. Porque no se trata del ser humano en la historia, sino del ser humano en el cosmos. Volví a ver lo mismo muchos años después en Fukushima [la central nuclear japonesa afectada por un accidente en 2011], también allí había la misma desorientación en la gente, en los científicos y en los políticos, la misma sensación de impotencia”.

Recuerda especialmente Alexiévich a un piloto que quería llevarla a la zona desalojada en torno a la central. “Era piel y huesos. Me llamaba y yo no podía ir porque estaba ocupada. Entonces me dijo: ‘Dese prisa porque me queda poco. Puede que usted no entienda nada, pero sea testigo y tal vez otros sí lo entenderán”. Aquel piloto, que le ordenaba grabar los testimonios, miraba el micrófono de Svetlana e inquiría ansioso: “¿Graba? ¿Graba?”.

“Murió”, sentencia Alexiévich, contestando a una pregunta apenas esbozada.

Alexiévich mantuvo el contacto y también “la amistad” con los supervivientes de Chernóbil protagonistas de su libro. Con el tiempo, su agenda va menguando. “Hace un par de años querían filmar una película sobre el exterminio de animales en las zonas contaminadas. Fue idea mía. Por lo menos hice una decena de llamadas buscando a los cazadores enviados a ejecutar la tarea y entendí que ya no estaban vivos”. La escritora se sigue relacionando con Lucia, la madre de Vasili Ignatenko, uno de los bomberos fallecidos. Lucia vive en Bielorrusia y ha perdido el rastro de su nuera, Liudmila, residente en Kiev. Liudmila y Vasili Ignatenko, representados por actores, son dos de los personajes más conmovedores de la serie. “De Liudmila no sabemos nada y es muy extraño que no felicitara a su suegra con motivo de su 80º cumpleaños. La hermana de Vasili, Liuda, que se prestó a un trasplante de médula espinal para salvarlo, también ha fallecido”, relata la escritora. Durante varios años, la familia Ignatenko viajó clandestinamente a su domicilio en la zona prohibida en torno a Chernóbil y, con más nostalgia que miedo, sacó de su antiguo hogar los pepinos en salmuera que no pudieron cargar durante la evacuación forzosa. “Hasta que todo fue saqueado y dejaron de ir”, exclama Alexiévich. Recuerda también la escritora que durante largo tiempo tras el accidente resultaba arriesgado hacer compras en las tiendas de “segunda mano” de Minsk, porque muchas mercancías eran producto del saqueo en la zona contaminada.

“Todo parece igual —las manzanas, los pepinos—, pero sobre ellos planea ya la sombra de la muerte”.

Chernóbil fue una tragedia común de Rusia, Ucrania y Bielorrusia, pero cada uno de estos países ha privatizado y reinterpretado su porción de horror. En los últimos años las cosas se han complicado aún más. “Ucrania considera ‘país agresor’ a Rusia y en Rusia hay un tremendo sentimiento antiucraniano; en cuanto a los bielorrusos, yo diría que la dictadura se ha cobrado lo suyo y se han subordinado todas las instituciones relacionadas con Chernóbil. Aquí las autoridades temen el espíritu libre de Ucrania”, dice la escritora. “En la zona de exclusión bielorrusa los ancianos han muerto, pero hay otras gentes que acuden a esos parajes a los que llaman materik (‘continente’ en ruso), decepcionados de la vida en otros lugares, y queda una pareja entrada en años que tiene la casa llena de iconos”. “No es un espacio de libertad, es más bien un espacio salvaje”, puntualiza Alexiévich.

La escritora da forma a sus obras lentamente y a menudo tarda años en acabarlas. El libro sobre el amor en el que está trabajando “avanza lentamente, pero avanza”, dice, y explica que se limitará a recoger el testimonio de mujeres. Ha renunciado a entrevistar hombres para ese libro. “Tienen una sensibilidad diferente. No consigo penetrar en ella. No los entiendo. Es como si fueran de otro mundo”, exclama. Alexiévich escribe sus relatos a mano. En un rincón de su despacho en la dacha, cuidadosamente amontonados en varias voluminosas pilas en el suelo, están los borradores de su nueva obra. Ya escribió impresionantes historias de amor en sus anteriores libros, le digo. Lo admite, pero ahora, puntualiza, la tarea es diferente: “Lo que yo quiero no son ideas, no son las superideas que siempre existen en Rusia, como ganar la guerra o construir el comunismo. Lo que quiero es escribir sobre los intentos de ser feliz, sobre las personas que quieren vivir su propia vida escondiéndose de las ideas”.

La situación política en los tres países eslavos que sufrieron Chernóbil varía. Opina Alexiévich que, en Bielorrusia, la principal preocupación del presidente, Alexandr Lukashenko —en su cargo desde 1994—, es “conservar el poder”; en Rusia impera una “política militarista” y en Ucrania se abre paso una “nueva conciencia”, aunque la tarea del nuevo presidente, Volodimir Zelenski, se ve dificultada por los nacionalistas radicales. A la Nobel le gusta Zelenski. “También me gustaba Petró Poroshenko, pero me decepcioné cuando supe de su apego por el dinero. No creo que Zelenski esté en la presidencia para enriquecerse, creo que quiere sinceramente hacer algo. Es un personaje moderno y no necesita que la gente cuelgue sus retratos en el despacho”.

Vladímir Putin ha indicado su deseo de una integración más estrecha con Bielorrusia, lo que muchos ven como una futura anexión y una estratagema para poder seguir en el poder cuando acabe su mandato en 2024. La actitud del Kremlin no ha llevado a Lukashenko a reforzar los vínculos de unidad con sus conciudadanos, afirma Alexiévich. “No tiene antenas ni receptores para captar esa dimensión. Él solo entiende el peligro que existe para él y su poder. La sociedad en cambio sí lo entiende. Sobre todo, la juventud”.

Alexiévich no cree que el estancamiento o el retroceso político en Rusia o Bielorrusia sean un fenómeno atribuible solo a la personalidad de sus líderes. “No es Putin el que manda abrir museos, monumentos y bajorrelieves dedicados a Stalin. No son sus órdenes. Son iniciativas privadas. El Kremlin y el pueblo se unen”, afirma.

En Bielorrusia, han sido retiradas las cruces de madera de Kuropaty, el bosque cercano a Minsk, donde los verdugos del NKVD (la policía política de Stalin) organizaron fusilamientos masivos en los años treinta y principios de los cuarenta. Unas excavadoras llegaron y se las llevaron y “la gente calló ante la destrucción de aquel panteón popular, aquel espacio de libertad donde se reunían los jóvenes y había pequeñas manifestaciones”. “Se convocó una plegaria colectiva con velas para protestar contra la retirada de las cruces. Solo acudieron 100 personas. Fue muy decepcionante”, dice la escritora, convencida de que las cruces han sido retiradas por iniciativa de Lukashenko. “Vio una isla de libertad, un espacio fuera de su control, y ordenó que quitaran las cruces”, dice.

Alexiévich no solo denuncia el “militarismo” ruso. Esta primavera, invitó al club de discusión que organiza en Minsk a la escritora lituana Ruta Vanagaite, autora del libro Los nuestros. Viaje con el enemigo (2016), sobre la colaboración de los lituanos con los nazis en el exterminio de los judíos: “Le están haciendo el vacío en Lituania por denunciar la colaboración de sus propios parientes con el nazismo. En Minsk vino mucha gente a oírla, pero yo esperaba más. Aquí en Bielorrusia, exterminaron también a los judíos, no supimos defenderlos, y el resultado es que nos encontramos solos con los comandantes partisanos”.

El último viaje a Rusia de Alexiévich data de hace dos años, cuando intervino en el Centro Gógol de Moscú y en San Petersburgo, donde el cineasta Alexandr Sokúrov consiguió que le facilitaran una sala en el Ermitage. Después, el director de este museo, Mijaíl Piotrovski, recibió “una reprimenda” por ello. Svetlana no ha vuelto a Rusia desde entonces, aunque ha sido invitada varias veces, la última por una editorial para intervenir en una feria del libro recién celebrada en la Plaza Roja. “Algo está pasando”, dice. “Por una parte me tratan como enemiga y de repente me invitan a la Plaza Roja”.

PISTAS

Chernobyl

Serie de televisión. 5 episodios.

Dirección: Johan Renck. Guion: Craig Mazin

Reparto: Jared Harris, Jessie Buckley, Stellan Skarsgård, Emily Watson

HBO, 2019

Tomado de BabeliaEl País, localizable en:

https://elpais.com/cultura/2019/06/07/…/1559926054_845405.html

 

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