Autor: Joaquín Borges-Triana

Trevor Rabin y Jacaranda: ¡Disco emotivo y esencial!

Trevor Rabin y Jacaranda: ¡Disco emotivo y esencial!

Durante años no fui devoto de la obra del guitarrista sudafricano Trevor Rabin. Cuando en 1983 él se incorporó a la nómina de Yes y les cambió el estilo con la publicación del álbum 90125, me pareció que aquello era un pecado de lesa humanidad. Acostumbrado como yo estaba a los trabajos anteriores de la agrupación y al modo de Steve Howe en la guitarra, piezas al corte de «Owner of a lonely heart», composición de Rabin que hizo gozar a Yes de una popularidad nunca antes ni después alcanzada por la banda al transformar su sonoridad de la de un grupo de rock sinfónico a la de uno de pop rock, tenían una intención comercial que en su momento me pareció abominable.

Etapa de Trevor Rabin, en la Agrupación Yes

De la etapa en la que Trevor permaneció en Yes y asumió las riendas del colectivo (1983-1995), uno de los pocos fonogramas del ensamble que me despertó algún interés fue Talk, publicado en 1994 y donde se retoman elementos del rock progresivo. En el propio lapso de tiempo, Rabin editó varios álbumes como guitarrista solista, entre los cuales el que más captó mi atención fue Can’t look away (1989). En dichos materiales, prevalecía un guitarreo duro y potente, con muchos de los códigos del metal y caracterizado por pesados riffs, así como por los típicos solos de la época, en la línea de Eddie Van Halen.

Etapa de madurez de Trevor Rabin

Tras su salida de Yes, Trevor se dedicó a escribir música para cine y es cuando yo empiezo a prestarle atención a su quehacer, no ya como multiinstrumentista sino como compositor, hacedor de llamativas bandas sonoras al corte de la llevada a cabo por él para el filme Armageddon. Tras años de asumir solo esa clase de labor, en 2012 Rabin edita su quinta producción fonográfica, denominada Jacaranda.

Este trabajo no guarda relación con los anteriores registrados por el músico sudafricano y representa la madurez del artista. Aquí Trevor Rabin se nos apareció con un fonograma signado por una sonoridad muy parecida a la que hiciera Yes en los años 70 y con una propuesta guitarrística que nada tiene que envidiarle a la de los grandes virtuosos del instrumento. La variedad de estilos y técnicas de las que él hace gala al ejecutar disímiles guitarras, la emotividad y buen gusto de cada una de las composiciones registradas, así como la total soltura que evidencia como instrumentista al moverse por diferentes géneros, hacen que el CD sea sencilla y llanamente una joya.

El disco Jacaranda, de Trevor Rabin

Trevor rabin-Jacaranda

El disco abre con «Spider boogie», intro de menos de un minuto, pero en la que Trevor se luce desde un par de guitarras en diálogo de frases muy contrastantes. Sigue a continuación «Market street», uno de mis cortes favoritos de la grabación y en el que, en compañía del afamado baterista Vinnie Colaiuta, disfrutamos de una muestra del mejor rock progresivo de cualquier época. Llega entonces la pieza «Anerley road», de singular belleza en su línea melódica y contentiva de un solo de la bajista australiana Tal Wilkenfeld, que impregna aliento jazzístico al tema.

En el caso de «Through the tunnel», de nuevo con la intervención de Vinnie Colaiuta, nos encontramos con una muy atinada alquimia entre pasajes muy progresivos (sobre todo por el uso de arpegios guitarrísticos y del piano acompañante) y otros de un fuerte sabor jazz roquero, con acordes saturados por las distorsiones. Otra composición deliciosa es «The branch office», en la que Trevor se destaca desde las guitarras y los teclados, con el enérgico respaldo de su hijo Ryan desde el drum.

Atmósferas y Ecos del Jazz en Jacaranda, de Trevor Rabin

Como pequeña maravilla de atmósfera clásica puede catalogarse «Rescue», en la que brilla el desempeño vocal de Liz Constintine. En la línea de poner el énfasis en la composición más que en la ejecución aparece «Killarney 1 & 2», con protagonismo del piano, en una primera parte al estilo de Debussy y una segunda (a dúo con la guitarra) en los aires de Bach.

Los ecos del jazz reaparecen en la intro de la breve pero impactante «Storks Bill geranium waltz», que da paso a «Me and my boy», el corte más hard roquero del álbum. Por su parte, «Freethought» vuelve a los senderos del jazz, mientras que «Zoo lake» retoma el rock progresivo como patrón. Así, llegamos a «Gazania», coda perfecta para concluir un disco emotivo y esencial, recomendable no solo para guitarristas sino para todo amante de la buena música de nuestros días. Para conocer más sobre el Jazz puedes leer Jazz Plaza 2019: Una fiesta innombrable  y sobre rock progresivo te comparto el texto Del rock hecho por cubanos y sus letras

Poemas de Rosie Inguanzo

Poemas de Rosie Inguanzo

Conocí a Rosie Inguanzo gracias a Alfredo Triff. Confieso que hasta ese instante, no había leído nada de esta escritora, actriz y profesora de origen habanero, pero radicada en Miami desde 1985. A Triff lo admiraba desde que yo era un adolescente y supe de su trabajo musical con el grupo Arte Vivo, una agrupación que allá por la segunda mitad de los setenta me voló la cabeza. Por ese camino, muchos años después, yo había reseñado un disco de Alfredo y no recuerdo cómo, un día en una visita suya a Cuba, él se me apareció en casa junto con Rosie.

Aquella tarde hablamos largo rato sobre lo humano y lo divino. Así, fuimos pasando del tema musical (pasión que nos une a Alfredo y a mí), al mundo de la literatura, al teatro, a la puesta que por esas fechas  tenía montada El Público bajo la dirección de Carlos Díaz y de tal suerte, supe que Rosie era una actriz poeta o una poeta actriz. Por supuesto que de ahí en adelante, busqué sus textos en Internet y me enteré de la caracterización que hace de su alter ego Eslinda Cifuentes.

Obra de Rosie Inguanzo

Doctorada en Español y Literatura Iberoamericana por la Universidad Internacional de la Florida (FIU), los escritos de Rosie Inguanzo pueden ser leídos fundamentalmente en Tu miami blog y en lo que ella denomina su Blogoarchivo.

Hasta el presente, esta importante creadora cubana ha publicado tres libros, uno de narrativa titulado La Habana sentimental (Bokeh, Leiden: 2018), y dos de poesía, Deseo de donde se era (Nos y otros Editores, Madrid: 2001) y el más reciente, La vida de la vida(Hypermedia, South Carolina: 2018). De este último, para los lectores de Miradas Desde Adentro, en especial los que viven en Cuba, reproduzco hoy algunos poemas, con la intención de que, aunque sea de forma breve, tengan una mínima idea de por dónde se mueven las inquietudes estéticas de mi admirada y apreciada Rosie Inguanzo.

Tres poemas

Rosie Inguanzo

1¿Qué comen las princesas?

(W. G. se pregunta desde La Habana, ¿qué comen las princesas?)

La princesa de mi cuento

come carne humana

traga perlas

semen

zumo de violetas

una gota de miel de flor de azahar sobre un labio

dos hojas de menta

espuma del Pacífico

cáscara de piña

casquitos de guayaba

mejunje de polvillo de mariposa azul brasileña

virutas de nube

algas untadas al atún

ajonjolí escaso sobre el blanco

arroz mosqueado

y flotando en zumo de melón

masa de mamoncillo

salpicado con pepitas de almendra blanca

declarándose en régimen de flores de estación

volcada sobre el monto del jardín

mordisquea la corola de una lila

su pecho transparente

retumba como tambor africano

cuando consume melaza

y ella se excusa con un mohín, “es el pecho, no yo”

y enfunda sus manitas agitadas en chiffon tornasolado

come termitas

colectadas por los mbuji

—pigmeos del río Ituri—

traídas con dificultad

desde los densos bosques que dominan los bantú

come pececitos dorados

vivos

batallan en su boca

boca

cobre nacarado

hurga desganada la memoria etílica:

alacranes en vodka

boquerones ahogados en aceite de ajonjolí

luego rociados con absenta

antojadiza

ñoña

sopla polvorones de avellanas

minas de limón estallan en su boca mínima

digiere chucherías tales

fierecilla la princesa

un cuadro que es un crimen, ella

una niña que es un animal voraz

tragante perfecto su boca

infestada de sangre

para dañársela

lastimarle la boca

loto oscuro su boca

orificio humectado

cuando timbra la voz

tiembla la llaga morada de su boca

molusco enano

la boca

se restriega contra el cojín de seda azul

lame el té con desgano

en las encías

masa de coco

ahí abajo

baba blanca

blanda membrana

hoyo inescrutable

grutas de pétalos sus bocas:

deshilachado el corpiño

la oreja

el seno

el ano

sudado

brocado sobre el lino blanco

una inicial ignota

talle tatuado

zanja de tinta

golosa Su Alteza:

engulle golosina prieta

dulce de leche quemado

le chorrea por las comisuras

de la otra boca

y para mortificar al esclavo jenízaro que maltrata

unta vinagre dulce a la mordida

y en ardor

relame el glande magullado

empujando con la lengua

—partida en dos—

cual culebrilla roja.

Las nalgas de la princesa

Cáliz cilíndrico la oreja

quebradiza la mirada negra

hojuelas rosadas en el pecho

clavel el seno

aguanosa fruta dentro

cangrejo de oro con ojos de jade

horadado al ombligo

su útero que es un caballito de mar

víscera de acero

deformada cinta de sangre

duro y tenaz el músculo del sexo

pielcilla en dos tajos

gajos de la pulpa

de tinta de cúrcuma

de resina la raíz sanguínea

marañón el ano

pliego embadurnado en olor agrio

zarzas en la tela del lago

y los ojos gastados como almendros mustios

y esboza un silencio de pez

y la tibieza de sus nalgas sobre la seda del agua.

Costumbres masculinas

Frecuenta a hombres

los escoge de la soldadesca

(y entregándose a las sevicias carnales)

los azota con una vara de bambú

y bajo la seda

se complace en las marcas que deja el gajo

de sus escarceos amorosos y afición a los efebos

dice que son calumnias difundidas por los ministros.

no tiene interés en visitar el gineceo imperial y su millar de hembras

—bajo sombrillas bordadas

jóvenes inocentes se comportan con vergüenza y con arte

durante el reinado del emperador amarillo

al sur del Río Azul

cuando llega la noche

una multitud de bellas mujeres se prende como antorchas

y los hombres se precipitan a tomar sus flores

sus miembros de sándalo blanco —los brazos rémoras

sus labios de cúrcuma

sus senos medusas

sus nalgas de nieve

sus muslos cardúmenes

Nan Nan se ha lavado los pies con agua de loto

y se pregunta —como quien busca donde posarse—

¿es esto la felicidad?

mientras bajo un cerezo rojo

se oyen los rezos

de ciertas mujeres que nacen en cuerpos equivocados.

Vámonos al concierto de Erick Méndez

Vámonos al concierto de Erick Méndez

Quienes son activos seguidores del escenario trovadoresco nacional, saben que el habanero Erick Méndez es de los cantautores más aventajados en su generación. Él es un artista que ha exteriorizado su forma de ver la vida a través de la fe en Cristo, algo que ha plasmado en buena parte de sus creaciones. Uno de los rasgos  que le ha caracterizado desde su irrupción en el mundo de la trova cubana es el crecimiento que se percibe en su quehacer de manera sostenida y constante, algo que no sucede con la frecuencia que todos desearíamos. Eminente guitarrista, Erick aprovecha al máximo los recursos que ofrece el instrumento de las seis cuerdas, con un trabajo de acompañamiento de esos que no abundan por los días que corren.

Para fortuna de quienes disfrutamos de su propuesta artística, el próximo viernes 9 de agosto a las 9:00PM, Erick Méndez será el protagonista de un concierto en la Sala Covarrubias del Teatro Nacional, ocasión propicia para presentar su más reciente producción fonográfica, el álbum titulado Mi guitarra sigue sonando.

En este disco, si bien las motivaciones de índole cristiana que caracterizan toda su proyección artística y personal se mantienen presentes, en comparación con su anterior trabajo, el denominado Canto a Jesús, ahora son un tanto más matizadas, para dar espacio a otras preocupaciones, también de corte humanístico.

De tal suerte, incluye composiciones acerca del fenómeno diaspórico entre los cubanos, uno de los temas recurrentes en la actual producción artístico literaria entre nuestros compatriotas, a propósito del amor por su compañera Tatiana, sobre uno de sus hijos, Samuel, o en relación con el impacto sufrido ante la pérdida de un colega trovador.

Fragmento de canción de Erick Méndez

Véase el siguiente fragmento de la canción que da nombre a su nuevo álbum, presentado a escala internacional de inicio en una gira por Dinamarca hace ya casi un par de años:

“Mirando afuera veo como lejos de aquí / el futuro parece estarse gestando, / de vez en cuando algún amigo que hace un tiempo se fue / ahora sí parece estar triunfando. / Mas vuelvo a mirar dentro y veo por aquí / a todos los que tras del triunfo un día se fueron, / todo este tiempo el triunfo esperándoles venir / y ellos por allá como yo aquí, padeciendo.

Y siempre parece que algo quiere pasar / y siempre a la par acaban olvidando, / los que resisten todo, los otros que se van / y los que terminan regresando.

Y siempre parece que me tengo que ir / y otro año pasa y yo me sigo quedando / y aunque cada año uno de los míos se larga, / mi guitarra sigue sonando”.

Contentivo de 13 piezas, en mi opinión, aparecen aquí algunas de las mejores muestras de lo que está sucediendo hoy en la Canción Cubana Contemporánea. En tal caso, mencionaría “Para que no te apagues”, “Gente que ve por espejo”, “Salmo del desierto”, “Paradoja”, “Con los ojos de la madrugada”, pero sobre todo, “Mi guitarra sigue sonando” y especialmente “Con la guitarra y la voz”, sentido y hermoso tributo al desaparecido Santiago Feliú, que es de esos temas llamados a perdurar al margen del transcurrir del tiempo. No quiero obviar en este comentario la única versión registrada en el CD, llevada a cabo a propósito de una composición de Gerardo Alfonso, “Eres nada”, que en el arreglo de Erick asume un aire más cercano al blues.

A lo largo del fonograma encontramos los ecos del folk, del pop, de la música tradicional cubana, del blues, del rock, en señal del amplio diapasón de intereses que rondan por la cabeza de Erick Méndez.

Así pues, si eres amante de la canción de autor en específico y de la buena música en general, creo que no deberías faltar el venidero viernes 9 de agosto al concierto de Erick Méndez en la Sala Covarrubias del Teatro Nacional, donde  presentará su fonograma Mi guitarra sigue sonando pues me parece que este CD, en su conjunto es de lo más atractivo e interesante que se ha grabado en los últimos años en el ámbito trovadoresco nacional y que varios de sus cortes resistirán la prueba del tiempo.

Poemas de Roberto Fernández Retamar

Poemas de Roberto Fernández Retamar

No es noticia: el poeta, ensayista, profesor universitario y Presidente de Casa de las Américas, Roberto Fernández Retamar recién hace una semana ha pasado a otra dimensión. Yo pudiese escribir un larguísimo texto para referirme al importante rol que este hombre, autor de versos memorables al corte de ”Elegía como un himno” o “Juana y otros poemas…”, por solo mencionar un par de ejemplos, y de ensayos tan trascendentes como Calibán, ha desempeñado en la historia de la literatura cubana y de toda nuestra cultura.

Empero, en mi caso personal prefiero rendirle tributo según lo que para mi concepto resulta el mejor modo de evocar a un poeta, es decir, justo por medio de leer su poesía. Por ello, en el cúmulo de su numerosa obra en versos, escojo varios textos para compartirlos con los lectores de Miradas Desde Adentro y así, estimular a quienes no han leído a Fernández Retamar a que busquen sus libros y disfruten de una poética que, desde lo íntimo y cotidiano, nos estremece tanto por lo que dice como por la fidelidad que expresa al sempiterno reino de la poesía.

Breve selección de poemas de Roberto Fernández Retamar

A MIS HIJAS

Hijas: muy poco les he escrito,

y hoy lo hago de prisa.

Quiero decirles

que si también este momento pasa

y puedo estar de nuevo con ustedes,

en el sillón, oyendo el radio,

cómo vamos a reírnos de estas cosas,

de estos versos y de estas botas,

y de la cara que ponían algunos,

y hasta del traje que ahora llevo.

Pero si esto no pasa,

y no hay sillón para estar juntos,

y no vuelven las botas,

sepan que no podía

actuar de otra manera.

Estén contentas de ese nombre

que arrastran como un hilo

por papeles.

Disfruten de estar vivas,

que es cosa linda,

como nosotros lo hemos disfrutado.

Quieran mucho las cosas.

Y recuérdenme alguna vez,

con alegría.

LA PRIMERA VEZ

En países y más países,

Casas, hoteles, embajadas,

Suelos, hamacas, autos, tierra,

Rodeados de agua o sobre el lino.

Olor de desnudez primera.

Vasija de arcilla sonora.

Sorprendente, augusta, profunda.

Camanances, colinas, bosques.

Como leones, como santos.

Lo antiguo, lo simple, lo súbito.

La plegaria, el descubrimiento.

La conquista, la reconquista.

El relámpago de ojos de humo.

Cada desgarradura sólo

Para encenderse con más fuego,

Con más seguridad de aurora.

Ya él no puede perderla más.

Ya la perdió toda una vida.

Ahora de nuevo y para siempre

Va a amarla por primera vez.

EL PRIMER OTOÑO DE SUS OJOS

Hojas color de hierro, color de sangre, color de oro,

Pedazos del castillo del día

Sobre los muertos pensativos.

Mientras la luz se filtra entre las ramas,

El aire frío esparce las memorias.

Es el primer otoño de sus ojos.

Cuánto camino andado hasta la huesa

Donde se han ido ahilando

Los amigos nocturnos del vino

Y los lejanos maestros.

Quedar como ellos profiriendo flores,

Quedar como ellos perfumando umbrosos,

Quedar juntos y dialogar

En plantas renacientes,

Para que nuevos ojos escuchen mañana

En el cristal de otoño

Los murmullos de corazones desvanecidos.

ANIVERSARIO

Me levanto, aún a oscuras, para llevar a arreglar unas ruedas del auto, que sigue roto,

Y al regreso, cuando ya ha brotado el hermoso y cálido día,

Te asomas a la ventana que da al pasillo de afuera, y me sonríes con tus ojos achinados del amanecer.

Poco después, a punto de marcharme para ir a revisar unos papeles,

Te veo cargando cubos con nuestras hijas,

Porque hace varios días que no entra agua, y estamos sacando en cubos la poca que haya en la cisterna del edificio.

Y aunque tengo ya puesta la guayabera de las reuniones, y en una mano la maleta negra que no debo soltar,

Ayudo algo, con la otra mano, mientras llega el jeep colorado.

Que demora poco, y al cabo me arrastra de allí: tú me dices adiós con la mano.

Tú me decías adiós con la mano desde este mismo edificio,

Pero no desde este mismo apartamento;

Entonces, hace más de veinte años, no podíamos tener uno tan grande como éste de los bajos.

El nuestro era pequeño, y desde aquel balcón que no daba a la calle,

Pero que yo vislumbraba allá al fondo, cuando cruzaba rápido, en las mañanitas frías, hacia las clases innumerables de introducción al universo,

Desde aquel balcón, allá al fondo, día tras día me decías adiós, metida en tu única bata de casa azul, que iba perdiendo su color como una melodía.

Pienso estas cosas, parloteando de otras en el jeep rojo que parece de juguete,

Porque hoy hace veintidós años que nos casamos,

Y quizá hasta lo hubiéramos olvidado de no haber llegado las niñas (digo, las muchachas) a la hora del desayuno,

Con sus lindos papeles pintados, uno con un 22 enorme y (no sé por qué) dos plumas despeluzadas de pavorreal,

Y sobre todo con la luz de sus sonrisas.

¿Y es ésta la mejor manera de celebrar nuestros primeros veintidós años juntos?

Seguramente sí; y no sólo porque quizá esta noche iremos al restorán Moscú,

Donde pediremos caviar negro y vodka, y recordaremos a Moscú y sus amigos, y también a Leningrado, a Bakú, a Ereván;

Sino sobre todo porque los celebraremos con un día como todos los días de esta vida,

De esta vida ya más bien larga, en la que tantas cosas nos han pasado en común:

El esplendor de la historia y la muerte de nuestras madres,

Dos hijas y trabajos y libros y países,

El dolor de la separación y la ráfaga de la confianza, del regreso.

Uno está en el otro como el calor en la llama,

Y si no hemos podido hacernos mejores,

Si no he podido suavizarte no sé qué pena del alma,

Si no has podido arrancarme el temblor,

Es de veras porque no hemos podido.

Tú no eres la mujer más hermosa del planeta,

Esa cuyo rostro dura una o dos semanas en una revista de modas

Y luego se usa para envolver un aguacate o un par de zapatos que llevamos al consolidado;

Sino que eres como la Danae de Rembrandt que nos deslumbró una tarde inacabable en L`Ermitage, y sigue deslumbrándonos;

Una mujer ni bella ni fea, ni joven ni vieja, ni gorda ni flaca,

Una mujer como todas las mujeres y como ella sola,

A quien la certidumbre del amor da un dorado inextinguible,

Y hace que esa mano que se adelanta parecida a un ave

Esté volando todavía, y vuele siempre, en un aire que ahora respiras tú.

Eres eficaz y lúcida como el agua.

Aunque sabes muchas cosas de otros países, de otras lenguas, de otros enigmas,

Perteneces a nuestra tierra tan naturalmente como los arrecifes y las nubes.

Y siendo altiva como una princesa de verdad (es decir, de los cuentos),

Nunca lo parecías más que cuando, en los años de las grandes escaseces,

Hacías cola ante el restorán, de madrugada, para que las muchachas (entonces, las niñas) comieran mejor,

Y, serenamente, le disputabas el lugar al hampón y a la deslenguada.

Un día como todos los días de esta vida.

No pido nada mejor. No quiero nada mejor.

Hasta que llegue el día de la muerte.

HACIA EL ANOCHECER

Hacia el anochecer, bajábamos

Por las humildes calles, piedras

Casi en amarga piel, que recorríamos

Dejando caer nuestras risas

Hasta el fondo de su pobreza.

Y el brillo inusitado del amigo

Iluminaba las palabras todas,

Y divisábamos un poco más,

Y el aire se hacía más hondo.

La noche, opulenta de astros,

Cómo estaba clara y serena,

Abierta para nuestras preguntas,

Recorrida, maternal, pura.

Entrábamos a la vida

En alegre y honda comunión

Y la muerte tenía su sitio

Como el gran lienzo en que trazábamos

Signos y severas líneas.

OYENDO UN DISCO DE BENNY MORÉ

Es lo mismo de siempre:

¡Así que este hombre está muerto!

¡Así que esta voz

Delgada como el viento, hambrienta y huracanada

Como el viento,

es la voz de nadie!

¡Así que esta voz vive más que su hombre,

Y que ese hombre es ahora discos, retratos, lágrimas, un sombrero

Con alas voladoras enormes

¡y un bastón!

¡Así que esas palabras echadas sobre la costa plateada de Varadero,

Hablando del amor largo, de la felicidad, del amor,

Y aquellas, únicas, para Santa Isabel de las Lajas,

De tremendo pueblerino en celo,

Y las de la vida, con el ojo fosforescente de la fiera ardiendo en la sombra,

Y las lágrimas mezcladas con cerveza junto al mar,

Y la carcajada que termina en punta, que termina en aullido, que termina

En qué cosa más grande, caballeros;

Así que estas palabras no volverán luego a la boca

Que hoy pertenece a un montón de animales innombrables

Y a la tenacidad de la basura!

A la verdad, ¿quién va a creerlo?

Yo mismo, con no ser más que yo mismo,

¿No estoy hablando ahora?

EL OTRO

Nosotros, los sobrevivientes,

¿a quiénes debemos la sobrevida?

¿quién se murió por mí en la ergástula,

quién recibió la bala mía,

la para mí, en su corazón?

¿sobre qué muerto estoy yo vivo,

sus huesos quedando en los míos,

los ojos que le arrancaron, viendo

por la mirada de mi cara,

y la mano que no es su mano,

que no es ya tampoco la mía,

escribiendo palabras rotas

donde él no está, en la sobrevida?

FELICES LOS NORMALES

Felices los normales, esos seres extraños.

Los que no tuvieron una madre loca, un padre borracho, un hijo delincuente,

Una casa en ninguna parte, una enfermedad desconocida,

Los que no han sido calcinados por un amor devorante,

Los que vivieron los diecisiete rostros de la sonrisa y un poco más,

Los llenos de zapatos, los arcángeles con sombreros,

Los satisfechos, los gordos, los lindos,

Los rintintín y sus secuaces, los que cómo no, por aquí,

Los que ganan, los que son queridos hasta la empuñadura,

Los flautistas acompañados por ratones,

Los vendedores y sus compradores,

Los caballeros ligeramente sobrehumanos,

Los hombres vestidos de truenos y las mujeres de relámpagos,

Los delicados, los sensatos, los finos,

Los amables, los dulces, los comestibles y los bebestibles.

Felices las aves, el estiércol, las piedras.

Pero que den paso a los que hacen los mundos y los sueños,

Las ilusiones, las sinfonías, las palabras que nos desbaratan

Y nos construyen, los más locos que sus madres, los más borrachos

Que sus padres y más delincuentes que sus hijos

Y más devorados por amores calcinantes.

Que les dejen su sitio en el infierno, y basta.

Poemas de César Franco

Poemas de César Franco

Ganador del premio Got Talent, el joven poeta César Brandon es natural de Guinea Ecuatorial, aunque hoy sea residente en la localidad española de Ciudad Real.

El nombre de César Franco se ha vuelto muy popular en Internet en los últimos tiempos. Ello se debe a que este joven poeta, nacido en Guinea Ecuatorial pero residente en España, resultó el triunfador de la tercera edición del talent show de Telecinco. Gracias a semejante apoyo mediático, Textos suyos han circulado profusamente por disímiles sitios digitales. En aras de que los lectores deMiradas Desde Adentro estén informados en relación con lo que sucede en el actual panorama artístico literario no solo cubano sino universal, reproducimos aquí tres textos de este escritor.

Tres poemas de César Franco

El 0 y el 1

Uno no quería contar con nadie, y Uno no entendía por qué era impar si antes de él había alguien.

Uno no quería contar con nadie, y Uno sentía que después de él estaba el infinito.

Y a Uno lo sempiterno le daba miedo, así que Uno, muerto de pavor, se fijó en Cero.

Y cuando Uno vio a Cero, pensó que cero era el número más bonito que había visto y que, aun viniendo antes que él, era entero.

<

p style=»font-weight: 400;»>Uno pensó que en Cero había encontrado el amor verdadero, que en Cero había encontrado a su par,
así que decidió ser sincero con Cero y decirle que aunque era un cero a la izquierda, sería el cero que le daría valor y sentido a su vida.

Eso de ser el primero ya no le iba, asi que debió hacer una gran bienvenida.

Juntos eran pura alegría y se completaban. Uno tenía cero tolerancia al alcohol, pero con Cero se podía tomar una cerveza cero por su aniversario, aunque para eso tuviesen que inventarse una fecha cero en el calendario.

Cero era algo cerrado y le costaba representar textos pero, junto a Uno, hacían el perfecto código binario.

Eran los dígitos del barrio y procesaban el amor a diario, pero uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde, así que Uno perdió a Cero.

Y para cuando Uno se dio cuenta, Cero ya contaba de la mano con Menos Uno, que a pesar de ser algo negativo le trataba como una reina.

A Cero le gustaba que Menos Uno fuera original, tener un hueco en Menos Uno, un guion con el que podían jugar.

Cero le gustaba que Menos Uno no fuese uno más, que Menos Uno no fuese ordinal.

Que fuese justamente competitivo y que cuando jugasen al UNO, Menos Uno no le dejase ganar.

Cero sentía que a diferencia de Uno, Menos Uno sí le trataba como un número de verdad.

Y Menos Uno no ponía peros, ni pretendía darle valor a cero poniendo comas entre ellos.

Menos Uno no tenía complejos, y cuando hacían el amor, a menos uno le encantaba estar bajo cero.

Y Uno, una vez más se volvió a quedar solo, separado como una unidad.

Sin Cero, su vida se consumía como una vela. Sin Cero, el tiempo en él hacía mella…

Y Uno empezó a contar pero sin Cero, se olvidó de los besos de Cero, del sexo con Cero, de los celos de Cero…

Y uno empezó a contar, pero sin Cero.

Uno se olvidó de Cero y le dijo adiós. Uno se olvidó de Cero y tal vez hasta del amor, y empezó a contar hasta lo que más miedo le daba: hasta el infinito.

… O tal vez solo hasta dos.

La Tierra y la Luna

<

p style=»font-weight: 400;»>Se acercaba el día de su decimoctavo cumpleaños,
y la Tierra se encontraba acostada boca hacia algún lugar del espacio porque desde que vio a la Luna no dejó de provocarse efectos mariposa en el estómago.

A ver si así podía poner un poco de práctica la teoría del caos… Y conocerla.

<

p style=»font-weight: 400;»>Pero la Luna era ordenada, meticulosa y apasionada de las cifras,
al principio no se fiaba de alguien de había tardado solo cinco billones de años en pedirle salir a una chica, que tal vez su interés era superficial y solo le interesaba las vistas, porque se comentaba que con ella los polvos… estelares, se veían de maravilla.

Pero el día de la cita la Luna se esmeró buscando en el armario una fase, preguntándose si no era muy atrevido vestirse ese escotado cuarto menguante, si maquillarse o dejarse ver los cráteres, si darle una oportunidad a una chica después de haber saltado para la humanidad y dado pasitos en falso para los hombres.

Y mientras la Tierra no paraba de preguntarse qué iba a contarle.

Tal vez lo de que después de los dinosaurios de mayor quería ser controlador aéreo de estrellas fugaces, que en la Tierra todos eramos ciudadanos de un lugar llamado Primer Mundo porque el segundo nos sabía a poco y el tercero estaba en vías de desarrollo.

Que en la tierra éramos unos extremistas religiosos un poco absurdos, y nos llenábamos la boca de orgullo gritando: «Mi Dios besa mejor que el tuyo».

Que en la Tierra no importa el color de la piel, que nadie te detiene para que justifiques tu existencia con un trozo de papel, que es más fácil ser mujer, que dos sí se pelean aunque uno no quiera y al revés, que uno no tiene suficiente con dos y busca a tres para inventarse que son felices los cuatro hasta que se multiplica el problema y cuatro acaba llamando al cero dieciséis.

Que los refugiados no están hechos de opiniones en internet, que en la Tierra no nos rompemos el corazón para recordar al pasado, que no somos tan simples, que después de una relación «fuimos» no se conjuga en el pretérito perfecto complicado.

¿Cómo iba a impresionar a la lúnatica que afectaba su gravedad? A la que dijeron que era imposible tapar el Sol con un solo eclipse y demostró que no era verdad.

Cuando lo único genuino era que la Tierra somos unos rebeldes a la hora de amar, que toda la Vía Láctea ya puede declararse en huelga que ese día iremos a trabajar, que no somos más que un instante en este lugar, pero vivimos como si la eternidad no fuese más que una hora que todavía no ha cumplido la mayoría de edad.

La Tierra podía contarle todo eso a la Luna, con algún que otro engaño, o simplemente empezar la cita diciéndole que era su cumpleaños.

Poema a su madre

Hola,

<

p style=»font-weight: 400;»>Esta carta debía haberla escrito hace dos años,
así que por esta vez permitirme hablar en primera persona
y os prometo que ya acabo.

<

p style=»font-weight: 400;»>Mamá, me encanta escribir a ordenador,
aunque detesto todo lo que trae el Word 2016 como predeterminado.

<

p style=»font-weight: 400;»>Sonará extraño, pero es como si la existencia me hubiese concedido la habilidad de leer entre opciones de interlineado
y la verdad es que detesto el cuerpo del Calibri, los once puntos y el 1,0 de espaciado.

Mamá, me enseñaste que la vida resumía en pedir disculpas, dar las gracias y decir por favor.

Y también en guardar cada cinco minutos los archivos de Word, porque en cualquier momento podía producirse un apagón y nos quedábamos días sin luz.

Mamá, gracias por tu gratitud, por todo lo bueno, de preocuparte del cuándo, del cómo, del dónde y con quién salía.

Yo y mi juventud.

A veces contestándote con mala actitud hasta que tú y tus collejas me recordabas que, pa mala, tú.

Mamá, lo siento por entender demasiado tarde que por más veloz que sea el amor a primera vista siempre quedará segundo si se enfrenta al amor de madre.

Por enseñarme que padre no sólo es aquel que tiene un hijo, padres son todos aquellos a los que los sueños les quedan pequeños, a lo poco que duermen para cumplirlos y aparte.

Lo siento por buscar lo extraordinario en otros planetas, por contestarte con mensajes cuando ya había encontrado vida en llamarte.

Mamá, ahora, ahora el mundo se detiene cuando hablo mamá, porque tú te casaste con la felicidad y no firmaste la separación de bienes.

Y ahora… jamás volverá a pasar por mi cabeza la idea de quitarme la vida, porque la felicidad me debe la mitad de todo lo que tiene.

<

p style=»font-weight: 400;»>Mamá, tal vez yo solo sea un instante,
como una de esas faltas de ortografía que en el Word 2016 se corrigen solas,
o se borra.

Mamá, tal vez yo sea eso.

Pero yo te quiero recta, a doble espacio y en Times New Roman.

Gracias.

Para celebrar los 27 años de Teatro El Puente

Para celebrar los 27 años de Teatro El Puente

Con la adaptación de Peer Gynt de Ibsen para un solo actor, Jorge Ferrera festeja el 27 cumpleaños de su grupo Teatro El Puente.

Los Ferrera son actores de tremenda valía. Por una de esas casualidades de la vida, en fecha cercana en el tiempo, Jorge y Rigoberto han estado presentándose con sendos espectáculos unipersonales. Con la adaptación de Peer Gynt de Ibsen para un solo actor, Jorge Ferrera festeja el 27 cumpleaños de su grupo Teatro El Puente. En espera de que podamos disfrutar en Cuba de esta propuesta, por lo pronto reproducimos en Miradas Desde Adentro la opinión que sobre el montaje ha escrito el prestigioso crítico e investigador Carlos Espinosa Domínguez para el sitio Cuba Encuentro.

Una lección de buen teatro

Jorge Ferrera ha adaptado Peer Gynt de Ibsen para un solo actor. Un trabajo que constituye un verdadero despliegue de técnica y de virtuosismo

Por Carlos Espinosa Domínguez

De 1992 data la fundación del Teatro El Puente, surgido en el seno del Instituto Superior de Arte, donde sus integrantes cursaban estudios. Entonces era un grupo con un equipo estable de actores y actrices. Establecido desde el año 2000 en España, primero en Barcelona y después en Madrid, el Teatro El Puente ha pasado a ser ahora un espacio de creación, abierto y dinámico. A su frente sigue estando Jorge Ferrera, quien además ha trabajado en puestas en escena de directores como el catalán Joan Baixas y la también cubana Liuba Cid.

Una de las líneas que caracteriza el repertorio del grupo son los montajes de pequeño formato y los unipersonales. El propio Ferrera ha dirigido e interpretado algunos de estos últimos: Estudio 44, Mascarada de los ángeles, Jorge, Gulliver que ha presentado en escenarios de varios países. Justamente, para celebrar los 27 años de trabajo del Teatro El Puente, ha estrenado una adaptación para un solo actor de Peer Gynt, la obra del dramaturgo noruego Henrik Ibsen.

Sin que yo se lo preguntase y sin que Ferrera me lo haya confirmado, me atrevo a afirmar que, de todos los unipersonales estrenados por él, Peer Gynt debe haber sido el de más ardua y complicada creación. Adaptar la obra original para que sea interpretada por un solo actor es, para expresarlo en buen cubano, algo equivalente a meter La Habana en Guanabacoa. Lo digo porque se trata de un texto que tiene un abundante número de personajes, su acción se va desplazando por una multiplicidad de escenarios y posee una estructura difícil de llevar a escena (de hecho, originalmente se escribió para ser leída e incluía un acto entero a oscuras).

A diferencia de otros textos de Ibsen, Peer Gynt no es un drama realista, sino una obra fantástica en verso. Narra las aventuras de un chico con gran imaginación y muchos sueños de grandeza, que se mete constantemente en problemas. Eso lo hace tener una relación conflictiva con su madre, que se disgusta con él por las quejas de los vecinos. Un día, Peer asiste a una boda y se queda prendado de Solveig, una hermosa joven que aparentemente le rechaza. El novio pide ayuda a Peer para convencer a Ingrid, la novia, de que se case, ya que se resiste a ello. En lugar de hacerlo, en plena boda Peer se escapa con Ingrid hacia las montañas. Una vez allí, abandona a la joven, quien, despechada, le acusa de haberla raptado y abandonado.

Mientras da un paseo por el bosque, Peer se encuentra con una misteriosa dama que le dice es una princesa, hija del Rey de las Montañas de Dovre, y lo invita a su reino. La princesa promete hacer feliz a al joven, quien encandilado por la ambición se deja conducir al palacio del viejo Rey. Su sorpresa es mayúscula cuando descubre que su reino es, en realidad, una cueva llena de trolls, personajes legendarios de la cultura noruega. Estos pretenden que Peer se quede a vivir para siempre con ellos, y lo amenazan con devorarlo si no se casa con la princesa, quien ha perdido su belleza. Peer escapa milagrosamente al sonar las campanas lejanas, despertando en brazos de Solveig.

Como Peer fue desterrado por la justicia y condenado a vivir en el bosque, Solveig abandona a su familia para marcharse con él. Cuando este sale en busca de leña, se encuentra con la hija del Rey de las Montañas, que ha tenido un hijo horripilante, fruto de la unión de ambos. Tras la muerte de su madre, Peer abandona a Solveig y se marcha a África, donde amasa una pequeña fortuna gracias a turbios negocios de trata de esclavos. Un jeque lo aloja en su séquito pensando que es un profeta. Él se enamora de la bella Anitra, quien, haciendo uso de su poder de seducción, lo va despojando de sus riquezas hasta dejarlo abandonado y sin nada en medio del desierto.

Peer regresa a su país. Sin embargo, el destino le depara un nuevo infortunio: el barco en que viajaba se hunde frente a la costa. Logra salvar su vida sacrificando la de un cocinero con la familia. Tras veinte años de vagar, Peer es un anciano atormentado y agotado que regresa a su pueblo y se encuentra con el Fundidor. Este lo amenaza con conducirlo al infierno, ante lo cual Peer pide ayuda a Solveig, que nunca ha dejado de esperarlo y que, con sus palabras de amor, en el minuto final consigue la salvación de su alma. Tras haberlo probado y perdido todo, Peer comprende que cada ser humano debe bastarse a sí mismo, como le dice el Rey de los Duendes. Ha tenido que pasar muchos años fuera de su país para que se dé cuenta de cuál es su verdadero hogar.

Pienso que este resumen del argumento permite tener una idea de las enormes dificultades que implicaba convertir la obra de Ibsen en un espectáculo unipersonal. Para conseguirlo, Jorge Ferrera realizó un serio trabajo de dramaturgia, en el cual dio protagonismo a los caracteres femeninos: Aese, la madre de Peer Gynt, Ingrid, Solveig, la hija del Rey de la Montañas de Dovre. Conservó también algunos personajes masculinos, importantes para que se pueda seguir la historia.

Ferrera es un artesano del teatro y ha concebido una puesta en escena sustentada por completo en la labor actoral. A lo largo del espectáculo se vale de una especie de cayado, del cual va sacando unos pañuelitos de diferentes colores que emplea para caracterizar los personajes de Ingrid, Solveig y la hija del Rey de las Montañas de Dovre. De igual modo, trabaja en un espacio escénico despojado, y en su audaz y maratoniano recital interpretativo solo incorpora como recursos técnicos unos adecuados diseños sonoros y de iluminación.

En lo que se refiere a su trabajo como actor, se puede resumir diciendo que es un tour de force que deja sin aliento. Ferrera interpreta el ciclo vital de un Peer Gynt embustero, romántico, aventurero y fabulador. Un antihéroe de naturaleza tumultuosa y extrema, contradictorio en sus defectos y sus virtudes. Da vida además a varios de los personajes con los que Peer se va cruzando a lo largo del trayecto de su vida. Esa prodigiosa multiplicación le exige constantes cambios de voz, de gestos, de ritmo. Unas transiciones que hace con sutileza y con un despliegue de técnica y de virtuosismo. Quiero resaltar particularmente el hecho de que, en un montaje con tanto texto, mantenga siempre una dicción correcta y clara. Lo destaco porque en las últimas generaciones de actores formados en la Isla, la pésima articulación constituye una deficiencia casi endémica.

Con Peer Gynt, el Teatro El Puente se ha venido presentando, desde el mes de febrero, en la sala Off Latina (Mancebos, 4, Madrid). La temporada allí finalizará con la función de hoy viernes (21 de junio)*. Tras esa temporada, Ferrera iniciará una gira con el espectáculo que lo llevará a Colombia (julio, agosto y septiembre), La Habana (octubre), Miami (octubre) y Argentina y Uruguay (noviembre y diciembre).

* El entreparéntesis es del editor de Miradas Desde Adentro.

© cubaencuentro.com

Tomado de Cuba Encuentro, disponible en:

https://www.cubaencuentro.com/cultura/articulos/una-leccion-de-buen-teatro-335494

Travesía con Ozzy en el Submarino Amarillo

Travesía con Ozzy en el Submarino Amarillo

La noche en que Guille Vilar te informó de la visita de Ozzy a La Habana y de que estabas invitado a un encuentro con el llamado The Prince of Darkness que se celebraría en el club Submarino Amarillo, te sentiste inmensamente feliz.

¿Quién te lo iba a decir? Cuando ya casi eres “un viejo cagalitroso”, empiezas a tener la posibilidad de asistir a conciertos de artistas que adoraste desde joven. En algunos casos, haz podido llegar a hablar con ellos, y ahora hasta abrazaste a uno de esos músicos que siendo tú apenas un adolescente imberbe, te voló la cabeza.

Sí, porque aunque en aquellos lejanos años 70 pocos en el entorno general comprendían el gusto que tú y el círculo de tus amistades más allegadas experimentaban por una banda como Black Sabbath, y en especial por su vocalista Ozzy Osbourne, desde que los escuchaste por primera vez en el aula de terapia musical de la Escuela Especial para Ciegos Abel Santamaría, gracias a tu recordado profesor José Ramón Abascal y a tu socio de esa época, Juan José Becerra. No sabrías decir por qué, pero te identificaste con aquellos temas largos, lentos y letárgicos que los de Sabbath interpretaban, algunos de los cuales llegaste a montar con una que otra agrupación de rockeros ingenuos con los que por entonces tocaste.

Con la ayuda del Jonny (como le decían a Becerra), ya para esos días aventajado conocedor del inglés y del cual llegó a ser un eminente profesor —carrera que abandonaría después para convertirse en lo que hoy denominan “emprendedor”—, te aprendiste de memoria la letra de “Iron man” y cuya primera estrofa aún recuerdas: Has he lost his mind?/ Can he see or is he blind?/ Can he walk at all,/ Or if he moves will he fall?/ Is he alive or dead?/ Has he thoughts within his head?/ We’ll just pass him there/ Why should we even care?/ He was turned to steel/ In the great magnetic field/ Where he traveled time/ For the future of mankind/ Nobody wants him.

Por eso, la noche en que Guille Vilar te informó de la visita de Ozzy a La Habana y de que estabas invitado a un encuentro con el llamado The Prince of Darkness que se celebraría en el club Submarino Amarillo, te sentiste inmensamente feliz. Lo único que te entristeció fue la advertencia de que no podías comentarle a nadie pues sería con un muy reducido grupo (a petición de los organizadores del viaje de Osbourne a Cuba). Y es que de inmediato pensaste en esos admiradores cubanos que no podrían estar cerca de alguien que ha sido idolatrado y hasta considerado como maestro y guía espiritual por no pocos amantes del rock y del metal de este lado del mundo.

A sabiendas de que violabas la orientación, no te resististe a comentarle la noticia a tu amiga Miriela Fernández, joven periodista amante y estudiosa del metal en Cuba y en particular sus variantes más extremas. Así, llegado día y hora señalados, del brazo de tu amiga, única persona con la que en la actualidad puedes intercambiar criterios en relación con lecturas de libros como Extreme Metal Music and Culture on the Edge, de Keith Kahn-Harris, o Running with the Devil power, gender, and madness in heavy metal music, de Robert Walser, una chica que siempre da la sensación de estar en las nubes y a quien ya has renombrado como “La flauta mágica” por los estudios que hace de dicho instrumento, estás ante la puerta del Submarino.

***

Parece que lo de la puntualidad inglesa no va con Ozzy Osbourne ni con su hijo Jack, actor de 30 años de edad, lanzado a la fama a partir de su intervención en 2002 en el reality show “The Osbournes”, transmitido por MTV. Después de aquello, él se ha desenvuelto fundamentalmente en la televisión británica y acompaña a su padre a propósito del viaje realizado por este a La Habana para la grabación de uno de los capítulos de un programa de History Channel nombrado The world tour, en el que Ozzy narra las impresiones del país que visita.

La cita en el Submarino Amarillo se pactó para la 1:00 PM y pasada la 1:30 ni señal de los ilustres personajes. Con ese modo tan peculiar de hablar que tiene el Guille, en un momento dado asegura que tampoco sería sorpresa si el hombre y su comitiva no viniesen. Empero, cuando falta un cuarto de hora para las 2, alguien da el grito de alerta. El mítico cantante de Black Sabbath está arribando al parque John Lennon, ubicado en la manzana conformada por las calles 17, 15, 8 y 6, en cuyos alrededores se han ubicado algunos fans enterados del acontecimiento, pues ya se sabe que entre cubanos nada puede mantenerse en secreto.

Le pides a Miriela que te vaya describiendo todo lo que el personaje haga, su vestimenta, modo de caminar, gestos, en fin, todo, absolutamente todo. Miriela te dice que su paso es calmado, cabría afirmar que lento, como el de un hombre que tuviese más de los 67 años de edad que recién cumplió el pasado 3 de diciembre. Viene con pantalón y pullover negros, una gabardina azul.

¿Y el pelo, lo mantiene largo?, preguntas. Sí, pero no tanto, lo lleva por debajo de los hombros, es la respuesta recibida. Además tiene un anillo en la mano izquierda y un crucifijo sobre el pecho. ¿Y los espejuelos con los que siempre se le suele ver actuar, no los trae puestos?, indagas al oído de tu acompañante. No, no viene con ellos, qué raro.

Entretanto, Ozzy se ha detenido frente a la estatua de Lennon y da la impresión como de hablarle a la imagen expuesta. ¿Simple performance destinado a las cámaras que lo filman?, pudieran cuestionarse algunos. Pero quienes le conocen, saben que en esta acción suya, no hay nada de eso. Es probable que parado ante la escultura, ideada por el artista Villa Soberón e inaugurada hace años como un paso en el intento de reivindicar la posibilidad de enlace entre el rock y la utopía revolucionaria, a su mente vengan los recuerdos de cuando en su adolescencia se convirtió en fan de The Beatles, al punto de expresar tiempo después: “Cuando dejé la escuela, quería ser fontanero. Cuando escuché a The Beatles quería ser un Beatle”.

Minutos más tarde y ya dentro del Submarino Amarillo, en el instante que Michel Hernández, treintañero periodista que ha logrado el milagro de que en las páginas culturales del diario Granma se hable de rock y metal sin las coletillas de antaño y que es uno de los que tiene la suerte de haber sido elegido por los dioses de la fortuna para la charla con el también renombrado The Madman y The Godfather of Heavy Metal, indague por la afinidad de Ozzy con la obra de The Beatles, no sea sorpresa que la respuesta categórica fuese: “Si no fuera por Los Beatles yo no estaría aquí ahora.”

El equipo de producción de History Channel, en el que según te describe Miriela hay unas mujeres muy altas y de rostros adustos, ha empezado a trabajar con absoluta y fría profesionalidad, por lo que registran cada movimiento de Ozzy y su hijo Jack. La escasa o nula amabilidad del personal técnico del canal televisivo la puedes comprobar por ti mismo en el instante en que Ozzy y Jack se detienen a observar las imágenes del sitio y que son alegóricas a The Beatles, así como las frases de sus canciones impresas en las paredes. Una de aquellas señoras, sin decir una palabra, te aparta por el brazo del lugar en que estás parado para que no obstaculices la visualidad del camarógrafo, acción totalmente comprensible pero que pudo ser hecha con una pizca de amabilidad.

En contraste, Guille —quien funciona como anfitrión de la velada— es toda gentileza y cortesía al introducirte a ti, al aludido Michel Hernández y a Juanito Camacho ante Ozy. En el minuto que es tu turno de presentación, pareciera que te vuelves más ciego que de costumbre (si ello fuera posible) o que los nervios te traicionan y no sabes bien hacia dónde extender tu mano. Ozzy se da cuenta, de seguro ha visto tu bastón plegable (señal internacional de que el portador es invidente) y es él quien te toma la diestra en gesto de saludo.

En los segundos que dura el estrechón de manos, evocas la época a fines de los 70 e inicios de los 80 cuando, feliz e indocumentado (de seguro lo uno por lo otro), compartías con tus amigos Ernesto Altshuler Álvarez, Lenny Martel y Carlitos Lugo, en la casa de este último en el quinto piso del edificio ubicado en la esquina de 13 y N, en el Vedado, la audición de los primeros discos de Black Sabbath, antes de que Ozzy iniciara su carrera en solitario con el álbum Blizzard of Ozz, fonograma que contenía temas como “Crazy Train” y “Mr. Crowley”.

Fue Carlitos, ese hermano que adquiriste por obra y gracia de compartir gustos musicales, lamentablemente desaparecido el 27 de noviembre de 2014, el primero del piquete que tuvo la oportunidad de asistir a un concierto de Ozzy con su banda. No olvidas que después de la función, te mandó un correo electrónico donde comentaba haberse quedado ronco, pues tras cada tema emitía un grito de “Bravo” y el nombre de alguna de las amistades que en La Habana admiraban al vocalista pero nunca habían podido concurrir a un directo del cantante.

Ya sentados ante el escenario, el preámbulo de la conversación lo protagoniza el guitarrista de concierto Luis Manuel Molina, figura también de estrecha relación con el rock desde los tiempos en que fundase el grupo Géminis. En virtud de ese vínculo, él era la persona indicada para llevar al ámbito de la música académica, tres versiones acerca de piezas relacionadas con Ozzy: “Changes” (del repertorio de Black Sabbath), “Dee”, original del fallecido Randy Rhoads, otrora integrante de la banda, y “Mr. Crowley”, perteneciente al debut fonográfico de Ozzy al frente de su proyecto en solitario. La reacción del visitante ante la acertada interpretación de Molinita fue comentar que era un trabajo muy profesional.

***

Tras la propuesta musical toca el plato fuerte de la jornada: la hora de las preguntas y respuestas. El primero en asumir la palabra fue el Miche, quien —como se dijera líneas atrás— interrogó en torno a la afinidad de Ozzy con The Beatles. Detrás asumió la palabra Juanito Camacho, que dio muestras de su erudición en torno a la obra de Osbourne y cambió por completo el rumbo del diálogo. Tras asegurarle a Ozzy que él era un muy afortunado Sagitario, que pudo seleccionar a excelentes músicos para las distintas alineaciones de su banda, con énfasis en bateristas como Mike Bordin, preguntó a propósito de qué persona escogería para que le acompañase a la batería en el futuro. A lo que respondió:

“Mi actual baterista, Tommy Clufetos, que trabaja conmigo en Black Sabbath y en mi propia banda, es genial. Tanto a él como a los otros músicos que me acompañan, siempre les digo que si les ofrecen propuestas que les interesen, lo que necesito es que me lo comuniquen con tiempo para poder reemplazarlos. Es complicado cuando eso pasa en medio de una gira. Algo así me sucedió con el bajista Robert Trujillo, al que cuando le hicieron la oferta de tocar con Metallica, le dije: ¡felicidades, fantástico! Hoy él y yo seguimos llevándonos muy bien.”

Juanito vuelve a la carga y ni corto ni perezoso, pregunta: En estos momentos, luego del último álbum con Black Sabbath, el denominado 13, ¿estás pensando en armar una nueva banda tuya? ¿Crees que Gus G, el guitarrista griego, estará contigo en la agrupación? “Mi plan es hacer la última gira de Black Sabbath, titulada The End y que comienza en dos semanas. Después tomaré un breve descanso y escribiré algunas cosas nuevas. Hasta ahora no sé quién va a estar en la banda. No sé si el grupo que tengo en el presente sea el que tendré de aquí a un año”. Y añade: “El genial Gus G es hoy una de mis pesadillas. Ocurre que él también posee su propia banda. No obstante, es probable que siga conmigo en el futuro.”

Cuando de pasada se comenta que Ozzy en la actualidad está muy cercano a Black Sabbath, de inmediato afirma: “Todos somos buenos amigos, nos llevamos bien. Ese es el modo en que siempre deberíamos proyectarnos. Según yo lo veo, cuando una banda se separa, no creo sea justo que tengan discusiones en el escenario, en frente de tus antiguos amigos o de tu audiencia. Hoy soy más sabio de lo que solía ser. Uno toma decisiones y tiene que ser consecuente con ellas. No respondas que sí cuando quieres decir no. Ocurre que las políticas de la mayoría de las bandas están confundidas. Eso afecta en primera instancia a la música. La gente se vuelve ambiciosa y loca.”

Con su parsimonia acostumbrada al hablar, Guille dice: Joaquín, te toca. Por unos segundos te quedas en silencio y te da por pensar que como periodista y académico, lo primero que eres es un scholar fan, condición mayoritaria entre los estudiosos de la música popular en Latinoamérica y en el mundo entero, aspecto sobre el que has leído en trabajos hechos por integrantes de aquella primera generación de investigadores de distintas ramas de las ciencias sociales, que en los tempranos 80 del pasado siglo dio vida a la International Asociation for the Study of Popular Music (IASPM) y que básicamente se interesaban en el rock y el pop.

Pero sucede que existen diferentes tipos de scholar fan e, incluso, tal condición resulta también cambiante, por lo menos en tu caso. En ocasiones de verdad te has dedicado a estudiar la música que veneras (lo que te pasa con el rock y el metal). En otros momentos, te proyectas como un outsider, fascinado por lo que hace una escena con su propia música. Tu experiencia personal con músicos como los de Sepultura, Rick Wakeman o ahora Ozzy Osbourne, te confirma en la idea de que no es lo mismo una atracción estética que ser fan.

Por ello, si en tu caso hubiese prevalecido lo primero y no la condición de fan, ahora al hablar con Ozzy indagarías acerca de sus críticas al mundo de las actuales bandas de metal, y en torno a lo que ha expresado acerca de que no entiende o está en desacuerdo total con la idea que afirma que Black Sabbath como grupo (tanto en lo musical como en su proyección escénica) es algo así como los padres del metal y en particular del doom. Como investigador, para ti habría sido estupendo que él te dialogase sobre tales criterios; pero como fan, sentiste que ello equivaldría a introducir un ruido en la buena comunicación que había en esos momentos.

Por eso prefieres encauzar la conversación en torno al buen tino que Ozzy siempre ha tenido para escoger a notables guitarristas que figuren en su banda, como por ejemplo, Randy Rhoads, Jake E. Lee, Zakk Wilde y Gus G. En relación con ello, preguntas por los criterios que él maneja para seleccionar a un ejecutante del instrumento de las seis cuerdas.Esta es la respuesta recibida: “Cuando hago una audición para un nuevo guitarrista, les envío una canción de mi banda, y hago que toquen delante de mí. De la manera en que yo lo veo, si estoy delante y mi grupo está detrás y yo no tengo que decir alto, eso es un grupo genial para mí. Porque a veces la gente quiere sobreactuar y yo soy el jefe de una máquina que reproduce música y si ese equipo no está enfocado en la audiencia, me saca de quicio y me molesta. Si alguien quiere tocar conmigo, lo que hay que hacer es conectar con el público, porque eso es lo divertido.”

Tienes una segunda oportunidad y como periodista quisieras saber qué permanece en el actual Ozzy de aquel chico nombrado John Michael Osbourne, que tuviese una niñez pobre, al punto de verse obligado a trabajar como limpiabotas en las calles de su Birmingham natal; o conocer si esa maravilla de balada metalera que responde al nombre de “Mama I’m coming home”, perteneciente al disco No more tears, se la compuso a su esposa y manager Sharon, para apaciguarla al llegar tarde a casa tras una de sus antiguas noches de toda clase de excesos.

En cambio, de nuevo te muerdes la lengua, te quedas con las ganas y optas por indagar si él prefiere a los guitarristas que diseñan poderosos riffs o a los que hacen solos bien calientes. “Lo que puedo decirte es que, para mí, Zakk Wilde es el mejor guitarrista que yo he tenido. Es un gran tipo y tremendo músico, locamente amable, lo considero como parte de mi familia, al punto de que si estuviera lejos de mí, siempre lo llamaría.”

Ahora se invierten los papeles y es Jack quien pide le aclaren una duda. “En EEUU uno piensa que la música rock todo el tiempo ha estado prohibida en Cuba en estos años o que les resultaba muy, pero muy difícil, acceder a ella. Sin embargo, yo noto que ustedes, tanto los músicos como los periodistas, están súper bien informados al respecto. ¿Cómo es que han accedido a toda esta música en el pasado y el presente?”

Casi a coro se le responde que por diferentes vías. En el pasado, gracias a marineros mercantes que traían los discos y después eran copiados en casetes que circulaban de mano en mano. También se le explica que dada la cercanía geográfica, estaba la recepción de programas de emisoras radiales y canales televisivos de USA, con señales que llegaban hasta el país. En la actualidad, gracias al mundo digital todo es mucho más fácil y casi a la salida de un disco, ya el mismo empieza a circular por acá.

Tras esto se reanudan las preguntas a Ozzy y es Guille quien interroga acerca de si el añejado rock llegará a ser valorado en el futuro del mismo modo que se habla hoy en día de la música clásica. A lo que Osbourne responde que sin lugar a dudas, puesto que la mayor tendencia en el rock de estos tiempos no tiene nada que ver con el espíritu creador de aquellos memorables años de la segunda mitad del siglo XX.

Alguien del equipo acompañante de Ozzy y Jack interviene para decir que esta es la última pregunta. Ramón Navarro, viejo fan del vocalista y que como otros admiradores (entre ellos gentes como el cantante y compositor de Blues Miguel de Oca o el multinstrumentista Abel Omar Pérez) ha conseguido entrar al Submarino, alza su voz por encima del murmullo general e interroga por la posibilidad de un concierto en Cuba. “¿Tocar aquí? No sé… Lo que quiero es venir a vivir al país. Esta es mi primera vez en Cuba y es fantástico. Uno se siente seguro aquí, es realmente genial, si lo hubiera sabido habría venido antes. Realmente lo estamos pasando muy bien acá.”

Ya en la despedida, Guille pide que se haga una foto colectiva. Boris, la persona que ha funcionado como coordinador por la parte cubana de esta visita, es el encargado de hacer de fotógrafo. Casualmente, al agruparse para la instantánea, Ozzy cae justo a tu lado izquierdo y tras el disparo de la cámara, te da un abrazo. Ahí te percatas de que su altura es más o menos similar a la tuya. En ese último instante le dices que su figura ha sido de suma importancia para tu generación y que, en nombre de ellos, los que siguen en Cuba y los que ya no están, le pides que le transmita a Tony Iommi (su amigo guitarrista y líder de Black Sabbath) las mejores energías y deseos de que se encuentre bien, completamente recuperado del cáncer que ha debido enfrentar. Como en señal de aprobación a lo que acabas de expresar, Ozzy te da una palmada en el hombro y entonces se dirige hacia Juanito.

Gracias a esa capacidad auditiva tuya, puedes escuchar perfectamente los comentarios de Osbourne de que en sus días en La Habana, ha estado muy triste por la muerte de su gran amigo Lemmy Kilmister, líder, bajista y cantante de Motorhead, banda de enorme popularidad en todo el mundo por discos como Overkill y Ace of Spades.

Son las 3 menos cuarto, apenas ha transcurrido una hora desde que comenzó el encuentro. El llamado The Prince of Darkness, The Madman o The Godfather of Heavy Metal, es decir, Ozzy Osbourne, hace un saludo de despedida y comienza a caminar hacia la puerta del Submarino Amarillo. No obstante, aún pronuncia otra frase: “I come back!”

Poemas de Frank Abel Dopico

Poemas de Frank Abel Dopico

El poeta Frank Abel Dopico fue alguien con un inusual manejo del lenguaje, signado por un particular sentido del humor.

Por Joaquín Borges-Triana

Representante de ese parteaguas que para la cultura cubana fue la generación de los ochenta, el villaclareño Frank Abel Dopico es un poeta al que los amantes de nuestra buena literatura deberían acudir periódicamente. Este también actor y director de teatro, lamentablemente ya desaparecido, publicó los libros de poesía: El correo de la noche (1989), Premio David´88 y Premio de la Crítica, Algunas elegías por Huck Finn(1989), Expediente del asesino (1991), Las islas del aire (1999) y El país de los caballos ciegos (2005). En el afán de estimular en los más jóvenes compatriotas la búsqueda en el legado de figuras como Frank Abel, publicamos hoy en Miradas Desde Adentroalgunos de sus textos

 

Poemas de Frank Abel Dopico

 

UNA HISTORIA DE HUMOR ANARANJADO

 

Mi casa siempre se ha alimentado de los muertos.

En épocas de angustia padre los escondía en el trinar de los rincones

y los muertos se turnaban para dormir en el regazo de mi madre.

Los había morados, con espejuelos, militares, mujeres…

Recuerdo que su costumbre era no desayunar.

Para sus sueños padre mezclaba el arroz con su figura

y así transcurría la mañana junto al pozo.

Yo les hablaba de Marx pero ellos devoraban el Nuevo Testamento.

Los muerto son ateos, repetía.

Fue triste el caso del Doctor González.

Se crucificó mientras tres enfermos lo negaban tres veces:

tuvimos que bajarlo porque las niñas protestaban de sus santas palabrotas.

Alguno se ocupó de inventar una máquina contra las cigüeñas.

El día de probarla padre le otorgó grado científico, post mortem.

Sin embargo mi casa era la miniatura que alguien confundiría con las vicarias.

Como en todos los buenos poemas aquí también hay muertos que son malos.

Madre ordenó construir una celda en el fondo del patio

y veinte veces tuvimos que agrandarla.

Dos fueron presos por la golosina de los muslos de mi prima.

Otros, porque siempre volteaban el espejo.

Los más jóvenes de los muertos delincuentes fueron encarcelados por vestirse de vivos ante la

          mismísima cara de mi padre.

Había un muerto homosexual, le decían La Princesita del Himalaya

y tenía la voz tan dulce como la silla de algunos funcionarios de Cultura.

Yo me enamoré de Matilde, treinta años, divorciada,

que murió de espaldas y sin ponerse el vestido.

Llegó desnuda, contra su propia voluntad

y con telarañas le cubrí los pechos y me contó que la muerte es una sustancia, casi un

          purgante.

Para que no la viera desnuda me zurció los ojos con su propia voluntad.

«Eres tan pequeño, dijo, tan de una sola altura, que tendrás vértigo de mí».

Para que me amara yo le traía viento virgen, cazaba jazmines con mi tirapiedras o la invitaba al

          río que hay debajo de mi casa.

Una noche convino a mis deseos, estaba muy sola, quiero decir, muy muerta.

Con Matilde conocí que a los muertos les gustan los números pares.

También le gustaba oírme: «Qué Pálida estás, amor».

Mi madre prohibía estas relaciones porque los muertos no tienen posición social.

Yo la comprendía, Madre pasó hambre en el Capitalismo.

Pero Matilde y yo duramos día y noche

hasta que la vi besarse con González.

Las muertas son infieles, lloré.

Cierta madrugada, 4 de junio de 1978, se apareció el mejor de los muertos por la puerta.

Canoso, seis pies de eslora.

Habló: «Conmigo traigo dos siglos y la propiedad de la casa».

Mi padre expuso sus manos: «Eres Jiménez?»

«Sí», le contestó el canoso.

Mi padre volvió a exponer sus manos: «Te pagaré la casa».

Muerto a muerto, contantes y sonantes, mi padre pagó el precio de la casa

mientras la luna ejercía su misterioso oficio de Doctora en Derechos.

 

APUNTES DE GULLIVER

 

a Miguel Barnet y a Pedro de la Hoz

 

Crecieron los enanos que huían de las flores.

Creció un arbusto seco tan alto que sostuvo el peso de los cielos.

Creció Yudith aunque sigue escuchando a las hormigas.

Creció el perro blanco a pesar de las piedras y los palos.

Creció el brazo derecho a pesar del brazo izquierdo y a pesar de

……………………/los escalofríos y las playas.

Creció la tormenta. Sin lluvia.

Crecieron los mapas y los diccionarios a pesar de las barricadas

……………………/del reloj.

Creció el príncipe pero no tiene el reinado prometido.

Creció la puesta del sol. Con algunos errores, eso sí.

Crecieron las muchachas de mi barrio, una a una, seno y aire.

Los muchachos también, de pronto, frente a la antigua bodega

……………………/y con permiso de los padres.

Creció mi primer amor y mi segundo amor, el tercero y así hasta

……………………/el infinito.

Fulano se hizo grande, no recuerdo su nombre, pero un día me

……………………/golpeó sobre los ojos.

Creció mi país y salió de viaje por el mundo, como en las aventuras.

Creció el cuchillo del hombre que vendía atardeceres.

Creció la añoranza y ya no le sirven los vestidos.

A José, el mudo, no le hizo falta crecer porque cambió el crecer por

……………………/su jardín de rosas.

Alguien, lejanamente, hace crecer sus sueños pintándole los labios.

Crecieron los piratas, ahora el mar les parece más pequeño, los

……………………/tesoros abundan.

Creció la primavera, alta, pensante, con las uñas postizas..Únicamente los juguetes conservan su estatura. .

 

POEMA SOBRE LA ETERNIDAD

 

¿Amarías la eternidad?

Si ahora mismo no pudieras morir….

 

EL JINETE Y LAS SOLEDADES (fragmentos)

 

Era un diminuto poema de amor, tan pequeño que aún no tenía besos, ni desesperación, ni tan siquiera una sílaba bajo las estrellas. Nadie se fijó en él. Ningún poeta lo sedujo o lo maldijo. Ningún amante lo pidió prestado. El diminuto poema de amor recorrió las calles, las parejas y las noches. Fue atropellado, espantado y casi muerto. Hasta que Eros –nadie sabe cuándo- se lo bebió, como un antídoto, para salvarse.

 

Ella es esa mujer donde alguien silva. Su traje de persona es tan sencillo que una sonrisa y el azar son su persona. Como he visto que alguna vez quiere tenerme, me pongo bien el dedo y la pulgada. Ella es esa mujer donde yo tiemblo.

 

Soledad:

Perdona al visitante que juega con tus hijas. Perdona al que hizo la promesa de quedarse a cenar, jurando que no eras un castigo y que te prefería. Perdona haber sido el visitante y no quien vive en ti. Tienes que perdonarme. Quiero ir muchas veces a tomar el café, a acariciar tus manos y danzar con tus hijas sobre los arrecifes. Si hago el amor contigo, soledad, no te confíes; no cosas en tu viudez otro traje de novia. Tampoco me maldigas:

Yo te prefiero a veces cuando me traen una sombra que nunca había pedido. También yo te perdono. Tus ojos adivinos que todo lo desnudan. Pues tu también me eliges creo yo, cree mi miedo.

 

Aproximadamente una mujer es algo que está entre las manos y el horizonte. Es algo que tiene que ver con el horizonte y las palomas. Una mujer dobla la esquina y su virtud es ser el único animal que desaparece. No esta más. No volverás a arrodillarte a sus caderas. No gritara más tu nombre en el fugaz martirio de los sexos. Aproximadamente imaginaras qué pasa cuando está con otro hombre., pero te habrás equivocado. Otro hombre y esa mujer serán distintos como es ahora distinta tu manera de tenerla. Tu olvido es el olvido de quien entra a una catedral, entre las telarañas, persiguiendo una voz, un susurro, que al final no es sino un disco con aquellas canciones que escuchaban juntos. Aproximadamente tú estás sentado en el principio y ella no está contigo, exactamente.

 

Si tu mujer va dejando de mirar a las estrellas. Si tu vas dejando de mirar a tu mujer en las estrellas. Si los dos duermen de espaldas hacia estrellas distintas, no pienses que es la hora en que llego el olvido. Demasiado peor: ha llegado el recuerdo.

No, fuiste un misterio que no llegó al amor y ni siquiera al odio. Y ahora te pareces a los trenes que parten y a esa ventanilla cerrada, donde dicen que, en urgente asunto de negocios, parte dios.

 

La muchacha que baja de la montaña dice que las piedras estaban tristes, que los árboles tenían una actitud muy seria y que lo que no tiene ojos tiene el nombre de montaña. Le contestamos que por eso íbamos a poner un pájaro en cada piedra, un columpio para el sueño en las ramas de los árboles y, para lo que no tiene ojos y tiene nombre de montaña, le llevamos algo así como una mezcla de vicarias y peces, para que pueda ver los gestos de las nubes, la mímica del sol.

 

ARTE RUPESTRE

 

Y al hombre,

cuando lo llevan de la mano.

Apenas sabe originarse o beber ciertas dosis de su altura

y ya lo dejan sacudido y libre

a la entrada del humo y de los golpes,

a la entrada de su reproducción,

a la puerta invisible de la escuela.

Cuando lo dejan solo que da pena verlo,

solo y con la jaula abierta,

iluminado por un pequeño candil

mientras la madre canta y da palmadas

creyendo que lo demás está previsto,

que siempre ha sido así.

El hombre sale, a bolina, en su afán de ser el séptimo color,

sacudido y libre,

creyendo que la jaula siempre estará abierta.

 

 

Suscríbase a nuestros boletines diarios

Holler Box

Suscríbase a nuestros boletines diarios

Holler Box